Casi todas las personas adoran la nieve.

Los más pequeños se divierten en las calles cubiertas por ella, los enamorados la utilizan de excusa para estar más cerca del otro en busca del calor ajeno, además de que representa el invierno, la estación tan amada por muchos; sin embargo, hay alguien que, rompiendo con ese paradigma, odia la nieve: Subaru Sakamaki.

Mientras que en los recuerdos de la mayoría se encuentran alegres y nostálgicas experiencias relacionadas de alguna manera con la blanca sustancia, Subaru no podía hacer referencia a ninguna en el que la fría capa, que cubría a sus rosas durante algunos meses al año, no estuviera manchada de sangre, tristeza, dolor o ira; razón por la que en su sentir solo existía amargura cuando una nueva nevada caía. Sus hermanos lo juzgaban de loco al creer estúpido sentir tal rechazo hacia algo inanimado y que sin lugar a dudas no merecía tal juicio. Pero lo que en realidad sucedía era que el resto de los herederos Sakamaki no tenían una razón para detestar la temporada, algo que el menor de ellos sí poseía y no solo una.

La desesperación invadía a Subaru cada vez que las primeras heladas empezaban a dejar estragos en el jardín de la mansión de su familia. Se consideraba incomprendido por un hecho que jamás lo dejaba en paz el resto del año y que en las épocas cuando el agua caía del cielo en aquel peculiar estado no era más que una tortura para el joven albino.

Por eso cada que el invierno llegaba, Subaru salía de la mansión en la que se consideraba un prisionero y caminaba durante un par de horas hasta llegar a un olvidado parque donde en pocas veces había alguien de visita. Aquel sitio le brindaba mucha más privacidad que su propio hogar y se sentía libre para fumar, reflexionar o llorar sin el temor de no ser descubierto por cualquiera de sus hermanos mayores.

Por años ese fue su mayor refugio, hasta que una tarde, sentada en la única banca en buen estado que el lugar poseía, una chica fumaba mirando hacia el cielo dejando que los copos llenaran su rostro, causando a sus mejillas y nariz enrojecieran por el frío. Ese día, sin que Subaru lo supiera hasta mucho después, se encontró a la persona que le daría un sabor agridulce a cada una de sus visitas a aquel viejo y abandonado parque.

¡Aquí Ale con un nuevo proyecto! La razón por la que lo subo sin haber retomado The Pianist es porque ambos están conectados y deseo presentarles a una personita que será muy importante en la otra trama. Cuando no sea un spoiler, habrá nueva actualización de esa historia que no tengo olvidada. ¡Gracias por su apoyo!