Introducción (II)
Everett Lazarus
El olor a el líquido metálico y fríamente carmesí inundó de manera casi abrupta las fosas nasales de la niña, a pesar de que no sabía que estaba pasando, ella fue capaz de mantenerse encerrada tal y como se lo habían pedido. Tan obediente como podía ser cualquier otra niña tan pequeña, hizo lo humanamente posible por no hacer ningún ruido, tan sólo podía escuchar el tembloroso y lento sonido de su propia respiración, la cual estaba ligeramente siendo suprimida por su oso de peluche, el cual, abrazaba con suma fuerza por el cuello, como si quisiera estrangularlo.
Everett cerró los ojos asustada cuando otro grito ensordecedor femenino se escuchó por la casa, era su madre, la reconoció al instante, había estado escuchando fuertes sonidos que la asustaban, habían sido tantos golpes en seco y tantas cosas que escuchaba romperse, que la niña había empezado a preguntarse la razón por la que nadie los había escuchado aún, los vecinos del pequeño edificio usualmente se quejaban a menudo con su madre de algunos ruidos en la casa se Everett, hechos por la misma, desde conversaciones hasta muy tarde en la noche con seres que realmente "no estaban allí".
A Everett le gustaba llamar a sus amigos invisibles, amigos imaginarios, aunque ante los dulces ojos inocentes de la pequeña, eran seres casi transparentes que siempre se mantenían cerca de ella. Estos jamás eran capaces de responder las tantas preguntas que la muchacha solía hacerles, tampoco tenían el suficiente valor para mirarla directamente a los ojos, éstos siempre cuando estaban frente a Everett, sus ojos siempre estaban ensombrecidos y la mayoría bajaba la mirada apenas se daban cuenta que la pequeña podía perfectamente verles sin ningún problema.
Sin embargo ninguno de los vecinos parecía haber notado los gritos de su madre. Perdió toda esperanza en ser rescatada por alguien el exterior en el momento en que otro grito ensordecedor se escuchó, seguido de un rugido abominable de cualquier otra persona en la habitación. Pero por más miedo que Everett tenía y a las ansias de esta por correr despavorida, verificar tal vez con sus propios ojos si podía hacer algo para salvarla. Pero estaba temblando demasiado, no era capaz de moverse en lo más mínimo, en su lugar, tan se quedó plantada dentro del viejo armario lo suficientemente grande para esconderla.
Everett escuchó pasos lentos. Pudo ver con sus propios ojos la figura masculina cerca del armario, este estaba dando vueltas alrededor de la pequeña casa en la que vivían Everett y su madre Kaila Lazarus. La pequeña de ojos brillantes, de un color casi plateado evitó moverse demasiado, sin embargo y a pesar de las advertencias de las voces a su alrededor que le gritaban que guardará silencio, se asomó por la puerta ligeramente entreabierta del armario, y tan sólo fue capaz de ver el cuerpo caído de una figura femenina inmóvil, la sangre de esta bañando la superficie probablemente fría del piso se madera, cuyo olor lograba marear ligeramente a la pobre niña de tan solo 7 años.
No sabía porque, y tampoco era consciente totalmente de que sabía a ciencia cierta que su madre aún no estaba muerta. Y que Everett podía aún hacer algo por ella.
"No salgas de aquí Rett." Recordó en el proceso la voz de su madre en su cabeza, eran las palabras autoritarias de aquella orden con un tono dulce de voz, era un pedido que no era capaz de romper, ya que a su madre no le gustaba cuando ella desobedecía una orden, a menudo Kaila le decía que estaba orgullosa de tener una hija obediente. En su cabeza, desobedecerla significaba que su madre estaría decepcionada y no la querría más, y era lo último que la pequeña deseaba.
"Mami en un segundo va a volver, está bien? Quédate aquí, no salgas, aunque tengas miedo, no grites, no llores, no hagas ruido, como si no estuvieras allí Rett."
Fiel a su palabra. Everett escuchó todo lo que pasaba en su casa en silencio, mientras se tapaba los oídos y se abrazaba a si misma, al mismo tiempo que apretujaba entre sus pequeños brazos a Barty, el cual era un peluche en forma de un cuervo bebé, el cual su madre le había regalado en su cumpleaños número 3, hacía ya varios años que ahora estaban borrosos en su memoria.
"No salga, señorita, se irá pronto, es un ladrón, una vulgar escoria." uno de ellos dijo en un susurro al oído de Everett, quien no pudo más que estremecerse y asentir pesadamente. Trataba de ignorar aquellos seres siempre, fantasmas, sabía que se llamaba, así estaba escrito en el libro de cuentos que le había dado su madre hace unas semanas. Según el cuento aquellos seres vivían el reino de Hades, sin embargo algunos de ellos según dicen, vagaban todavía por la tierra.
No sabía hasta que punto aquella historia era real, pero era preferible creer que eran reales y no un cuento a pensar que realmente se había vuelto loca al decir que podía ver y oír cosas que nadie más podía.
"No tenga miedo, no sabe que usted está aquí, solo quédese allí, pronto llegará alguien."
No lo creyó, pero decidió igualmente guardar silencio. A pesar de encontrarse temblando aparentemente sin control, Everett no estaba llorando, tampoco fue capaz de hacerlo cuando observó aún desde el frío armario como su madre lentamente moría. Pudo sentir exactamente el momento exacto, ya que una sensación de frío y dolor se instaló en lo más profundo de su pecho, tan repentino fué, que dejó escapar un jadeo involuntario. Los fantasmas gritaron horrorizados cuando el hombre se giró de repente hacía el armario con evidente rabia y sorpresa en sus facciones oscurecidas e imposibles de ver ante los ojos de Everett los mismos que cerró en el momento en que aquel hombre comenzó a caminar hacía el armario.
Algo en sus pasos se le hizo familiar a Everett sin embargo no tuvo tiempo de pensar en aquella en ese momento. Estaba congelada entre su propio hueco en la esquina del armario, apoyándose en esta mientras cerraba los ojos y pensaba que era lo que tenía que hacer a continuación. Estaba asustada, quería gritar, llorar también, pero se aguanto absolutamente todo, tratándose aquel dolor y pasándolo a segundo plano cuando pensó.
Everett creía en los dioses.
Creía en todas las historias que había escuchado de su madre, la mujer le había enseñado a orar a ellos cuando necesitaba ayuda, y la mujer le juró que su lo hacía con la suficiente fuerza los dioses la ayudarían. Y así lo hizo
Oró con fuerza a quien fuera que pudiera ayudarla.
Sin embargo nada pasó, nadie vino del cielo a rescatarla como había esperado, o se había levantado su madre para matar a aquel hombre de una vez por todas y que las dejará de atormentar, el cual tampoco fue el caso. En su lugar fue mucho más silencioso, al menos hasta cierto punto. Pues bien, Everett no podía saber exactamente en que momento fue o como si quiera era posible, pero en cuanto el hombre estiró una mano para abrir el armario, el grito masculina de este se escuchó al momento.
Sonó desesperado al momento de comenzar a dar vueltas por la casa, mientras se rascaba el pecho de manera rápida, aullaba de dolor sin medir en ningún momento su tono de voz. Everett está vez por mera curiosidad si se atrevió a salir del armario, y asomando tímidamente su cabeza presenció un acto que probablemente se quedaría marcado eternamente en su memoria.
El hombre era un vecino, vivía en el apartamento de arriba, a menudo, Everett lo había visto fumar fuera de su casa y curiosamente siempre era exactamente a la hora que su madre Kaila, la buscaba de la escuela. Un hombre de mediana edad, de aspecto andrajoso y descuidado, su forma de caminar era peculiar, debido a que tenía una debilidad en la pierna, que lo hacía cojear un poco. En el momento en que Everett lo vio, admiró que este estaba apoyando contra la pared gimiendo y dando ligeros aullidos por aparente dolor.
La pelinegra observó en sus ojos la desesperación, el miedo y terror en aquel par de marrones ojos inyectados en sangre. Everett se acercó sin miedo está vez y con curiosidad, agachándose para quedar a sus pies y darle una sonrisa a el hombre que la miro aterrado, aunque en ese momento ella no sabía porque, probablemente lo descubriría tiempo más tarde.
━━━Le duele, Señor?━━━le pregunta la dulce niña con verdadera curiosidad, el agonizante ser, en lugar de responder escupió sangre, parte de está había caído a él vestido nuevo de color blanco de Everett, pero no le importó en lo más mínimo. De él, un valor comenzó a salir a su alrededor, y se escuchó un grito doloroso por su parte, Everett admiró casi inexpresiva pero al mismo tiempo curiosa por la razón, ella realmente no entendía que le pasaba a el hombre, tan sólo sentía miedo, y odio, su madre estaba muerta, por culpa de este.
Y ella era extremadamente consciente de lo que significaba la muerte.
El vapor alrededor del hombre se estaba comenzando a tornar roja, parecía como si la sangre se estuviera evaporando del cuerpo de este, una verdadera tortura en vida. Los puños de Everett se cerraron con fuerza pero está vez las lágrimas si comenzaron a ver por sus ojos brillantes, mientras apretó a Barty en sus manos para que la protegiera en caso de que se atreviera a hacerle daño.
━━━A mamá también le dolía.━━━Puntuó ella en voz baja.
Sin embargo de nada servía, ya que antes de darse cuenta, el hombre ya estaba completamente muerto, con los ojos en blanco literalmente, y con rastros de sangre en su boca. Everett hizo una mueca al ver que no había durado demasiado, la rabia le hizo sentir que merecía que sufriera mucho más que aquel simple doler de un poder divino que en aquel momento no sabía que le pertenecía. Atribuyéndolo únicamente a los dioses que le habían salvado milagrosamente.
Las sirenas de los Policías se comenzaron a escuchar en la parte baja del edificio. Y tras mirar a su madre por última vez, Everett se sintió cansada, por lo que, tras tambalearse un poco, sintió que se desvanecía aún con el peluche fiel entre sus manos.
Un feliz y adorable día era el que estaba teniendo, simplemente maravilloso.
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El rumor recorrió el barrió rápidamente, tan rápido como el viento, las personas curiosas no tardaron casi nada en aparecer en el lugar del incidente. La policía había sido extrañamente meticulosa al respecto en realidad, hasta el punto de cerrar la calle completamente para que nadie pudiera pasar sin el debido permiso y mostrar sus papeles para poder adentrarse en la cuidad.
Las señoras de tercera edad estaban reunidas todas frente a el edificio, cerca de un carro de policía estacionado junto a al ambulancia que hace tan sólo unos minutos había llegado para asistir a la única persona viva que había dejado aquella catástrofe. La niña estaba completamente despierta, sentada en la parte trasera de la ambulancia, balanceando sus piernas distraídamente mientras tarareaba una música tranquilamente, parecía tranquila, como si hubiera olvidado que hace tan sólo unos minutos había visto a su madre muerta a manos de un completo desquiciado.
Escuchó a su lado una voz, era un paramédico, que anotaba algunas cosas en su carpeta, mientras la observaba en silencio y de vez en cuando realizaba alguna que otra pregunta a la pequeña Everett. Quien contrario a lo que parecía, no estaba tan tranquila en realidad, en sus manos se veía reflejado, el hábito de temblar cuando estaba nerviosa o asustada, era visible aún para el paramédico probablemente inexperto en aquellas situaciones, como lo tenía escrito en su cara.
No podía culparlo, era extremadamente raro que pasaran aquel tipo de situaciones en aquella pequeña gran cuidad, y aunque sucesos inexplicables sucedían muchas veces a lo largo de la vida, aquel era por mucho uno que encabezaba la lista la lista. Y todo era debido a la misma niña, cuyas reacciones eran todo menos algo precisamente normal en un niño que era ya plenamente consciente de lo que resultaba era la muerte. El pobre hombre parecía perturbado ante la naturalidad con la que Everett le había respondido a la pregunta que le había realizado, de saber que era lo que había pasado con su madre, a lo que la pelinegra aun meciendo su peluche tranquila le responde en voz mortalmente baja como si fuera un secreto de Estado, que estaba muerta, que había sido abusada y torturada por horas y muerta por desangrándose por apuñalamiento.
Ella se había mostrado dolida e indignada porque le impedían ver el cuerpo de su madre, era precisamente por ello que se mostraba reacia a cooperar con el paramédico que le insistía en hacerle un chequeo y era respondido con un cortante "Estoy perfectamente bien señor, es la tercera vez que se lo digo", la poca paciencia era evidente en su tono de voz, y no se encontraba precisamente contenta.
Si bien es cierto que ella realmente no estaba tan tranquila como parecía estarlo, los médicos habían diagnosticado correctamente cuando dijeron que se encontraba en estado de Shock, estaba tan sorprendida y asustada que sus facciones eran incapaces de mostrar otra expresión que no fuera una de completa inexpresividad. Estaba tensa, completamente incapaz de sostenerse en aquel momento por sus propios pies, sentía ganas de llorar pero no tardo demasiado en darse cuenta de que tampoco podía derramar lagrimas libremente tanto como deseaba.
Pudo ver a los lejos a el paramédico a cargo, hablar en susurros con el oficial de policía más alto, este era un hombre de piel oscura ligeramente, bronceado, parecía ser bastante joven en realidad, sin embargo ante los ojos de Everett, tenía más años de los que verdaderamente parecía. Hablaban sin molestarse en disimular, algunas veces, se giraban para mirarla, probablemente pensando en que podían hacer con ella.
━━━Disculpe?━━━suavemente una mujer interrumpió la conversación de ambos hombres. Everett levantó la vista hacía aquella dirección con curiosidad. Detrás de dicha y desconocida señora de aspecto afable, había una niña, mayor que ella definitivamente, está se estaba frotando el ojo distraídamente como si se acabara de levantar de un largo sueño, tenia cabello castaño oscuro suelto, era lo suficientemente largo como para cubrir casi toda su espalda, estaba igualmente bastante desaliñada, ligeramente sucia a decir verdad. Piel pálida casi hasta el punto de parecer enferma, posiblemente por posible falta de sueño pero no tanto como la de la misma Everett.━━━Señor oficial, podemos saber que esta pasando aquí?
━━━Lo lamento señora, es un asunto oficial.━━━Responde el oficial de manera poco amable, a simple vista se le veía nervioso, era fácil de ver, incluso para los ojos de una niña pequeña como Everett. Notó como daba algunos golpecitos con el pie, luciendo impaciente por alguna razón en particular. Sin embargo también se molestó en admirar a ambas femeninas con más atención, dándole especial atención a la muchacha escondida detrás de la mayor.━━━Son ustedes turistas? Es la primera vez que las veo aquí.
━━━Venimos solo de paso.━━━Intervino rápidamente la mujer, ignorando la mirada suplicante que la niña a su espalda le estaba dando, gritando discretamente para que se marcharán de alli lo antes posible.━━━Pero ella es una niña que recogimos del camino, no ha querido decir nada durante todo al camino, creemos que está pérdida.
La pobre parecía asustada ante los ojos de la menor, que no se encontraba a una gran distancia, por lo que estaba bastante cerca cuando la vió de cerca rodar ligeramente los ojos, luciendo preocupada por alguna razón.
El oficial miro está vez a la niña con especial atención, mientras se agachaba ligeramente para quedar a su altura, a pesar de no ser tan alto físicamente, lo era más que ella al menos.
━━━Es eso cierto?
No tuvo respuesta, la niña selló sus labios, mientras los apretaba con fuerza visible, sin embargo el hombre no parecía querer sentirse tan fácilmente, por lo que le indicó sentarse junto a Everett, en el camión de la ambulancia que aún no iba a poner marcha a el hospital.
━━━Esperame allí, junto a la niña, las llevaré a ambas a un lugar seguro luego.━━━Suavemente les dijo, sin embargo en un tono tan dulce que hizo que el ceño de Everett se frunciera con desconfianza.
"Ist er ein Entführer!?" escuchó la para nada discreta ni sutil voz del soldado alemán a sus espaldas, no sabía exactamente que había dicho pero sonaba preocupado, tal vez lo estaba insultando o algo similar. Le hubiera gustado voltear para ver su cara de horror, pero hace rato los policías le habían visto hablar aparentemente sola, y temia que la mandaran a un manicomio para intentar tratar sus "problemas mentales".
"No entendí ni verga pero la tuya por ai acaso" está vez era la voz de otro fantasma el cual estaba intentando tener una conversación civilizada con el alemán, creyendo probablemente estaba peleando con el.
━━━Oh Dios, cierren la boca.━━━Everett se quejó en voz alta, logrando ser el centro de atención de las miradas curiosas que aún rondaban por el lugar. La niña se dió cuenta que el oficial se había estremecido ligeramente cuando la observó quejarse. Pero no estaba lo suficientemente cuerda para pensar en aquellas nimiedades. La otra niña casualmente, parecía tan contrariada y cansada que ella, se sentó junto a ella, en la ambulancia con la mirada en sus pies.
━━━Esta vida es una mierda.━━━Murmura la niña, logrando sacar una pequeña sonrisa de la otra, quien alzó la mirada, con la cabeza aún apoyada en la pared de vehículo, ligeramente mareada aún.━━━Sabia que tendría que haber saltado por la ventana del auto hace rato.━━━Dijo ella, para luego mirar por primera vez fijamente a Everett, extrañada ante las risas. ━━━Te estás burlando de mi?
━━━Si.━━━Confirma Everett luciendo feliz, pero aún tenía un tono realmente cortante en su tono de voz.━━━A mi tampoco me cae bien ese tipo, viste esa cara? Estoy esperando a que se traiga para correr, dormir en la calle va a ser mucho mejor que tener que irme a la estación y repetir lo que vi.
━━━Lo que viste?━━━Pregunta la otra ligeramente interesada, pero antes de que pudiera preguntar más, los bomberos sacaron un cuerpo del edificio, cubierto en una manta de color azul oscuro, estaba tapada hasta la cabeza, pero aún así con solo oler el champú que usaba, era definitivamente el olor de su madre, su colonia aún predominaba por sobre el olor asqueroso de la sangre que tantas nauseas le daban. La manta estaba llena de sangre por encima, fué capaz de verla aún a pesar de que se encontraba algo lejos.
Everett pudo sentir exactamente el momento en que su corazón se encogió, hasta el punto de ablandarse lo suficiente para intentar llorar, pero realmente, no lo hizo. Su labio tembló, pero como único consuelo tenía al señor Barty, era el único que está vez no iba a dejarla.
"No llores" recordó las últimas palabras de su madre antes de obligarle a mantener el silencio necesario para salvarse. Para fingir que ella realmente no estaba en casa y que se salvará de ser lastimada. En su lugar fué la mujer que su todo era, la que recibió el castigo. De un monstruo peor que cualquiera de sus cuentos, un humano.
Esperaba que aquel hombre se estuviera pudriendo en donde sea que estuviera. Muy dulcemente pensó la niña.
━━━Si, a mi madre muriendo.━━━Le responde tras un breve silencio la niña en voz baja, mientras cerraba los ojos tranquilamente, aparentando ser fuerte y no estar afectada en lo absoluto. Estiró una mano para señalar el cuerpo inmóvil en la camilla, el cual llevaron a toda prisa en otro vehículo desconocido sin darle la oportunidad a Everett de despedirse.
La niña parecía a punto de vomitar está vez, sin embargo parecía preocupada por alguna razón, analizando a Rett esta vez con sumo cuidado.
━━━No... Estás llorando, no estás triste?━━━Le pregunta ella sinceramente perturbada, Everett no la culpaba, por ello se tomó un segundo en responder a la pregunta.
━━━No lo sé.━━━Everett responde sinceramente, encogiendose de hombros, esto mientras acariciaba a Barty y lo mantenía contra su pecho.━━━Mamá decía que soy una niña especial, aunque los niños me llamen loca porque veo cosas que no todos pueden ver.
El tono maduro de la más pequeña llamó la atención de la otra, parecía estar hablando con una persona de su edad y no con una chica de 7 años, la madurez de su tono contrastaba perfectamente con la dulzura de sus preciosas facciones, apreció en silencio el cabello azabache de la niña recogido perfectamente en un moño alto, con un lazo blanco sosteniendo su cabello.
Sus ojos eran definitivamente lo más llamativo, eran brillantes, plateados casi el punto de ser grises, sin embargo aún eran azules, como el cielo y sin barreras ocultaban, no era nada que hubiera visto antes. Tenía aún, un aura especialmente macabra a su alrededor, similar a las dulces niñas de las películas de terror que luego resultaban ser las asesinas por estar malditas o algo similar.
Trás un breve silencio, la mayor abrió la boca lentamente para decir.
━━━Mi nombre es Nymeria Gray.━━━Se presentó la mayor luego de un rato en silencio, incómoda ante la frialdad con que la menor estaba llevando el dolor de perder a su madre, realmente parecía como si no le importará.
━━━Everett Athena Lazarus.━━━Responde ella en tono cortante, levantando la vista para verlo con el ceño ligeramente fruncido.━━━No me mires con lastima, me da asco Nymeria, y si quieres conservar tu cara completa y sin imperfecciones más te vale que nunca me llames por mi segundo nombre.
Nymeria asintió rápidamente, pero está vez con una sonrisa encantadora en su rostro. Le agradaba aquella niña.
━━━Es un placer conocerte Everett.
━━━Se que es un verdadero placer conocerme.━━━Dice ella tranquilamente, causando una risa en la otra.
━━━Tienes que darme un poco de ese ego niña.
Esto pareció divertir a la otra.
━━━No me doy nada gratis a mendigos chica, no soy un alma caritativa.
━━━Me he dado cuenta.━━━Dice Nymeria con una sonrisa divertida. No sabía por qué en particular, pero ella le había cautivado al instante, era extraña? Definitivamente, al igual que la propia Nymeria, ambas a su propia manera, posiblemente estaban locas, pero se dió cuenta años más tarde que aunque lo estuvieran, se tendrían siempre la una a la otra.
"Nada le haría oponerse a ella", se había prometido Nymeria.
Nada, ni nadie.
Cuan equivocada estaba.
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El auto andaba con la suficiente rapidez como para lograr que Everett se mareara en el camino en la carretera oscura, iluminada únicamente por la única luz titilante y opaca de la parte delantera, el oficial manejaba con prisa, viendo ocasionalmente hacia las ventanas y hacia atrás, para verificar si había alguien siguiendoles, se dió cuenta que estaba genuinamente asustado por algún razón que ambas ignoraban, y que a Everett no le preocupaban y tampoco le importaban.
━━━Usted no es oficial de policía no es así?━━━Le dijo Nymeria en voz baja, apoyándose contra la puerta del la parte trasera del auto, preparándose esta vez para abrirla y saltar de esta en cualquier momento, estaba visiblemente nerviosa, aún no se acostumbraba a escuchar a Everett murmura cosas en voz baja, como si estuviera invocando a un demonio o haciendo un ritual satánico, si un demonio salía de la parte baja de auto y se destruía, le echaría la culpa de todo.
━━━No lo soy, pero si quiero llevarlas a un lugar seguro.━━━Le responde el hombre a la niña.
━━━Lo sabía eres un secuestrador. Soy demasiado jóven.━━━Se queja ella en voz baja luciendo miserable y cansada, y aquello pareció divertir a Everett quien dió una carcajada infantil que estremeció a ambos al instante. La niña parecia preocupaba saber que era la única asustada en el auto.
━━━Mamá decía que no tenía que tomar dulces de extraños.━━━Dijo de la nada la pequeña. El hombre la miro por el retrovisor con el ceño fruncido.
━━━No te he dado dulces.
━━━Por eso es que eres un lamentable secuestrador, el peor secuestro de mi vida, puede ponerle 2 estrellas y un aplauso por el intento.
Definitivamente, era una niña rara. Sin embargo el hombre no dijo nada al respecto, dió un bufido que extrañamente había sonado similar a el de un animal, como una cabrá. Y antes de llegar al final de la carretera detuvo el carro de repente. Y se bajó de auto.
━━━Vine porque me envió tu padre, Nymeria Gray.━━━Solo con aquello, la muchacha se había puesto realmente pálida, tanto que incluso Everett se le había quedado viendo extrañada ante el jadeo involuntario. Los tres ya habían salido del auto, el cual fue abandonado a mitad de la carrera. Everett notó el estremecimiento en sus piernas al tan sólo pensar en aquella frase.
━━━Mi... Mi padre? Por qué? Por qué te mandaría a ti por mi... Quien eres?━━━Ella dijo, buscando explicación, mientras caminaban lejos de auto.
El hombre suspiró, como si le hubieran hecho antes aquella misma pregunta varias veces, parecía que se había vuelto años más viejo de lo que parecía.
━━━Soy Sam Julius, soy tu protector, les prometo que en cuanto llegemos sabrán todo con detalles. ━━━Nymeria no parecía nada feliz con aquella respuesta, iba a hacer otra pregunta, pero Everett intervino antes de la realizara.
━━━Por qué abandonamos el auto? No es mejor ir con el?
━━━Es robado.━━━Dijo Sam en voz baja, dándole una mirada a la más pequeña, quien le dió una sonrisa victoriosa la cual se había dibujado en su rostro.━━━Eres tierna niña, pero eres un demonio sabes?
━━━Y dices no ser un secuestrador.
━━━No lo soy.
━━━Eso es exactamente lo que diría uno.
Everett admiró el bosque rápidamente, notó que no muy lejos, se hallaba un gran árbol esperando encima de una gran colina. Se dió cuenta de que iban hacía allá en realidad. Caminaron cerca de media hora en silencio, en el que Nymeria parecía indudablemente molesta por alguna razón y Sam parecía asustado que que algo apareciera de repente y terminara por retrasar el camino. Pero permaneció todo raramente tranquilo.
Los fantasmas aún hablaban, le daban dolor de cabeza, pero la niña decidió ignorarlos, ya que se centró más en la estructura a la que habían llegado, era una gran entrada de piedra, pilares similares a la estructura de una ciudad vieja. Las Letras no eran inglés, pero por raro que pareciera, Everett pudo leer perfectamente.
"Campamento Media Sangre" en lo que parecía ser griego estaba escrito. Que clase de sanatorio mental era aquel?
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