
Cap-1 Un largo viaje
TN (T/A) (Tu apellido), es una chica de 19 años que estudia para trabajar en el laboratorio de su padre, desde pequeña fue enseñada con los mejores profesores y por esto tiene una mente bastante enriquecida y prodigiosa.
Nació en una familia bastante adinerada que le daba todas las comodidades, sin embargo, no tenía lo más importante, buenas relaciones o siquiera recibía cariño.
Su madre era bastante fría y reservada, le costaba comunicarse con ella y eso entorpecía su vida, porque madre es una, y ella no parecía tenerla.
¿Su padre? Él se pasaba el día trabajando y llegaba a altas horas de la noche, solo los fines de semana hablaba picas palabras con TN, y eso dependía de sí no debía trabajar también esos días.
Por este tipo de relación familiar TN siempre fue una chica bastante responsable, había ovaciones que se quedaba dos y hasta tres días sola con solo ocho años y debía valerse por sí misma, sin nadie que la guiase.
En el colegio era de pocos amigos, pues al casi no interactuar con sus padres desde pequeña le costaba relacionarse con los demás niños.
Ella fue creciendo y a lo largo de varios años hizo una fuerte amistad con una chica llamada Sheyla, ella era bastante extrovertida a diferencia de TN, quien prefería pasar desapercibida en los lugares públicos.
Comenzaron a ser inseparables, a veces quedándose a dormir una en casa de la otra, TN siendo adorada por los padres de Sheyla, sin embargo y a pesar del tiempo que pasaban juntas, Sheyla pocas veces había hablado con los padres de TN, pues nunca los veía.
TN siempre fue lo bastante linda como para atraer la mirada de los chicos repetidas veces así día. Ondulados cabellos castaños, largos hasta su cintura, ojos miel, pestañas largas, carnosos labios rosados y algunas pecas en sus suaves mejillas.
Constantemente recibía cumplidos y muchos le guardaban respeto, pues su padre era bastante importante, un destacado microbiólogo con una cadena de laboratorios a nivel mundial.
A TN nunca le llamó mucho la atención la ciencia, pero al ser hija única debía seguir los pasos de su padre según este, obligándola a estudiar a diario, desayunando y comiendo libros. Aunque se quejaba poco porque sabía que no le harían caso o terminaría castigada.
A parte del ajetreo diario era una adolescente bastante madura, claro, para lo que le convenía. Amaba los mangas y animes, en especial Shingeki no Kyojin, siendo este su favorito, y según ella, le rezaba a Levi Ackerman, uno de sus personajes.
Ahora la de ojos miel se encontraba en el laboratorio que a excepción de los demás no le estresaba, era el de Sheyla, pues dicha chica la había llamado para mostrarle algunos experimentos que había hecho.
—¿Ves? Ya descubrí la forma de teletransportarse —informó con emoción la de cabellos negros y ojos café, con emoción—. Solo que no lo he probado en personas.
—Bien, entonces prueba conmigo —propuso, sentándose en un sillón blanco, cuidando no moverse mucho y deshacer el peinado que tantas horas le había costado realizar, porque odiaba peinarse y hoy lo había hecho.
—¿Qué?, ¿estás loca?, ¡podría pasarte algo! —advirtió, a veces no creía lo estúpida que podía llegar a ser su amiga.
—Venga, no seas tan pesimista, empieza ya —apresuró sin importarle mucho, teniendo su cabeza en otro lado, entonces oyó a Sheyla protestar y negó con la cabeza—. Solo hazlo, no pasará nada.
Con algo de duda la más blanca asintió, suspirando, comenzando a ponerle varios equipos en su cuerpo, asegurando todo antes de empezar.
—Lo voy a encender, si te pasa algo es culpa de Mikasa por traer bufanda —dijo con seriedad y varias risas salieron de entre los labios de TN.
—Cuando quieras, tonta.
Aquella chica oprimió el botón rojo que decía "encender", TN cerró sus ojos, pues un nudo de nervios comenzaba a formarse en su estómago, pero todo permaneció en silencio, así que pensó que había fallado.
Se dispuso a abrir los ojos, pero cuando lo hizo se llevó un pequeño susto al no verse en el laboratorio, con su mirada divisando una calle por dónde transitaban muchas personas, el viento chocando contra su rostro, ella aún asustada por dentro, confundida.
—¿El experimento funcionó? —dijo para si misma, mientras se levantaba del suelo, estaba en una esquina de aquella calle.
Caminaba buscando el laboratorio, pues creía que no podía haberla transportado tan lejos.
—Espera... estas personas... ¿por qué visten de esa forma? —preguntó sin saber a quién, viendo vestidos gruesos y largos por todas partes y chalecos a antiguos— Y ¿por qué están corriendo? ¡¿Qué está pasando?!... —habló ya un poco más alterada, totalmente confundida viendo a las personas a su alrededor gritar y correr, de repente sintiéndose mareada ante la abrumadora nebulosa que era su mente, pero entonces y aún así, a lo lejos pudo escuchar:
—¡Rápido! ¡ya vienen los Titanes!
El suelo tembló igual que su cuerpo, la atmósfera era pesada, sentía su rostro palidecer, viendo aquella inmensa criatura que a su parecer era imposible su existencia, un Titán de al menos 20 metros de altura, sin exageraciones.
La chica comenzó a correr ante el pánico, sus ojos moviéndose rápido, sin saber a dónde ir, porque estaban en cada esquina, devorando, despedazando cuerpos vivientes que luchaban por sus vidas, por la de sus hijos, por la de sus familias. Se percató de que aquellos monstruos parecían no poder verle, la ignoraban, pero no sé fiaría de ello, tratando de evitarlos a toda costa.
—¡Mikasa, ayúdame! —escuchó lejano un grito y se le hizo muy conocida la voz, demasiado.
—Esa voz....es de...
Ante una chispa de ilusión que parecía imposible corrió en dirección a aquella voz, buscando a la persona que la emitía.
Entonces lo vió, con lágrimas recorriendo sus mejillas, tratando de ayudar como podía a su madre, sacarla de debajo de aquellos escombros que dificultaban su huida.
—E-espera ¿por qué hay Titanes?...¿Por qué está Eren? Es imposible... —susurraba mientras corría, imaginándose lo que era menos probable pero que ahora parecía posible— ¡¿Shingeki no Kyojin?! —dijo sin pensar— A ver, cálmate, ahora lo importante es ayudar a Eren —respiró profundo, intentando calmar los rápidos latidos de su cuerpo o siquiera recuperar el aliento.
Se les acercó lo más rápido que sus piernas podían correr, pero en el momento que se dispuso a agarrar el brazo de Carla lo atravesó, desvaneciendo su emoción y adrenalina del momento en solo un instante, yéndose como palabras en el viento.
—¿E-eh...? —balbuceó confusa, era como si no la vieran, no la escucharán, no existiera—¡Eren! ¡Eren! ¡¡¡Eren!!! —gritó con desespero— ¿Qué está pasando? ¿por qué...? ¿ellos no pueden verme? —susurró con terror de ser así.
Repentinamente se hizo presente un Titán que reconoció al instante como el asesino a sangre fría de Carla Jeager, entonces tembló, queriendo gritar, morir de miedo, desaparecer.
—No no no, esto va de mal en peor —observaba a un punto fijo, con sus emociones a tope.
En algunos minutos que no reaccionaba había llegado un rubio de ojos azules, Hannes, quien se llevó a Mikasa y Eren con rapidez, al tener por ellos y por sí mismo, sin atreverse a enfrentar a aquella bestia, siendo cobarde, TN derramando lágrimas desconsolada, y apenas vió que aquel Titán metió a Carla en su boca cerró sus ojos con fuerza, temblando hasta los dientes, su pecho doliendo en lo profundo, su respiración a millón, deseando no ver más, y cuando abrió los ojos el universo pareció escucharla, porque ya no estaba viendo aquella desgarradora escena, sino que veía a Eren, pero de la nada, esté siendo más grande.
—¿Eh? ¿otra vez me transporté? —dijo tropezando en sus palabras, entre suspiros, ya logrando calmarse un poco, aunque no del todo.
Eren estaba al lado de Armin y Mikasa, los cuales parecía que le estaban enseñando a mantener el equilibrio para poder manejar el equipo tridimensional, preocupados por su amigo de ojos verdes.
Armin comenzó a subir a Eren y este enseguida se calló de cabeza.
Después de un rato ellos se fueron y TN los siguió, en el camino pasaron por una especie de almacén de gas y ella entró por curiosidad, siempre fue así, encontránfosr muchos equipos tridimensionales, tomando uno de ellos antes la tentación de usarlo.
Fue en dirección a unos árboles cercanos, sabiendo ya como usarlo gracias a Sheyla.
Lanzó los cables de acero y se engancharon al tronco de un grueso árbol. Con algo de miedo comenzó a moverme y de esta forma en 20 minutos ya se estaba acostumbrando. Entonces bajó su cabeza hacia el piso y miró el filo de aquellas cuchillas plateadas.
—Parece que después de todo sirvió de algo buscar información de los equipos tridimensional en internet —sonrió levemente, apretando sus puños dónde sostenía el par de objetos.
Se dirigió a donde anteriormente estaba Eren y lo encontró peleando con un chico de cabellos claros, Jean, sonrió ante la escena, pero esa sonrisa se borró de su rostro al recordar que ellos no la podían ver, desvaneciendo sus ganas de estar ahí, a pesar de siempre haberlo soñado, se daba cuenta que de esa forma no era para nada lindo.
Se sentó en una silla y recostó su cabeza sobre la mesa, angustiada— Es imposible que esté aquí... —muemuró en un hilo de voz, con los ojos cerrados, odiando haberlo hecho, pues cuando los volvió a abrir ya no estaba ahí, sino en un gran bosque de árboles inmensamente gigantes y frondosos, con troncos que podía rodear con unos cincuenta pasos y una altura que parecía imposible para una planta de ese tipo.
—¿Qué?, ¿es en serio? ¡Aaaaaah!, ¡ya me harté de esto!
Comenzó a caminar en cualquier dirección, desesperada, sintiéndose una pequeña hormiga en aquel lugar que parecía interminable, temiéndole al más mínimo ruido que sentía, terminando siendo cualquier animal inofensivo.
Entonces un estruendoso ruido interrumpió sus pensamientos, pisadas, enormes pisadas que en un instante se convirtieron en puñetazos y patadas. El Titán Femenino siendo atacado por cuatro soldados de la Legión de Reconocimiento, dejando ver en el aire sus capaz ondear, con aquellas dos alas grabadas sobre la tela verde. Quedó impresionada ante ellos, viendo su gran destreza al realizar movimientos en el aire, y parecían comunicarse con solo verse a los ojos, porque combinaban sus movimientos a la perfección.
Pero de la nada, toda la luz de su rostro se convirtió en una expresión abrumada y confundida, viendo sus cuerpos inertes y pálidos en distintos lugares. Tembló al sentir algo caer a su lado, se giró y lo primero que vió fue el cuerpo de una peliroja, Petra se estaba desangrando contra un árbol.
Se le congeló la sangre, en ese momento cayó de rodillas y comenzó a llorar, las lágrimas se desbordaban de sus ojos sin control y sus gritos se escuchaban haciendo eco en el lugar que ahora y de un momento a otro era silencioso, y ni siquiera se había dado cuenta cuanto tiempo pasó o se esforzó en levantar la mirada para ver cómo se marchaba aquella Titán siendo perseguida por otro de su especie.
De la nada lo escuchó, y tan perdida en sus pensamientos a penas lo oyó acercarse, pero solo tres palabras la hicieron salir de su trance, hacerla temblar.
—¿Quién eres mocosa?
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