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•Pequeño Canelita•

Veía a sus amigos festejar, las doce ya había llegado y de su mano la Navidad. Todos festejaban, bailaban y bebían, era su primera navidad con amigos pero solo podía pensar en una cosa. En él.

Hace poco había empezado a salir con el artista del grupo, con aquel músico en ascenso, Luka Couffaine era su nombre; así que esa fecha también era la primera navidad junto a él y tenía miedo, miedo de que todo sea pasajero.

— Espero que no lo sea...— Murmuró para sí misma, elevando su mirada hacia el cielo estrellado parisino, observando al instante una estrella fugaz.— Se dice que hay pedir un deseo...— Suspiró y cerró sus ojos.— Deseo que él siga estando luego de hoy, que realmente le importe porque no quiero estar triste de nuevo... Por favor...

Cinco años después...

— Vamos Kag, al menos un pequeño Ja Ja...— Murmuró el pelinegro un tanto cansado de toda la situación que estaba viviendo con ella.— Sabes que estuvo bueno...

— Nop.— Repitió ella mientras continuaba con su limpieza en la cocina.— Además te dije que estoy ocupada porque sabes que día es hoy Luka...

— Lo sé...— No pudo evitar hacer un puchero mientras se cruzaba de brazos.— Y por eso por lo menos esperaba que te rías de alguno de mis chistes bonita.

— Luka...— Decidió mirarlo fijamente.— Tus chistes son malísimos, siempre te hemos dicho que lo tuyo no son los chistes.

— No puedes culparme por intentarlo, casi nunca sonríes y...— Bajó la mirada.— Sólo quería hacer especial esta navidad bonita.

Kagami cerró sus ojos un momento, decidiendo dejar todo de lado para acercarse a él, tomar sus mejillas con ternura y dejar un beso en su frente.

— Lo siento.— Murmuró realmente apenada.— Estoy estresada y sabes que me pongo como un ogro cuando lo estoy.— Despacio lo obligó a que la viese.— Es que quiero que todo esté perfecto, es nuestra primera navidad en nuestra nueva y primera casa.

— Sabes que será perfecta...— Dijo él sin rastro de vacilación en el tono de su voz.— Después de todo tú estás preparando uno de tus tan ansiados pasteles de chocolate...

— En realidad lo intento hacer.— Recalcó dándole un toque en la nariz.— Las otras veces se me quemaron, salieron crudos o sin volumen, este es el...— Comenzó a contar con sus dedos.— Decimoctavo intento y tengo una buena corazonada esta vez.

— Dicen que la decimoctava es la vencida.— Él cerró sus ojos y correspondió a su gesto.— Oye preciosa...— Murmuró ante la idea que se le ocurrió.— ¿Me ayudas a encender las luces del árbol? Sabes que soy un desastre para esas cosas, se me enredan los cables y eso.

— Pero eso es cosa de hombres.— Respondió con diversión.— ¿Acaso mi prometido ya no lo es?— Insitó en broma.

El rodó los ojos y no pudo evitar reír ante aquello.

— Pensé que ya habíamos discutido eso Tsurugi, además es navidad nena, hagamoslo juntos.

— Okey okey.— Elevó sus manos en rendición riendo también.— Vamos, tenemos una casa enorme y hay que terminar de decorar para la fiesta.

El asintió y tomó su mano dirigiéndose a la sala. Una vez allí miró hacia un lugar en específico y le sonrió con diversión a ese pequeño ser.

— Dime que le diste de comer...

— A ti te tocaba.— Recordó señalado el calendario.— ¿Lo ves?— Inquirió.— Es martes y es tu turno los martes.

El pelinegro suspiro y afirmó con desgano.

— Se me olvidó nena, ya lo hago.— Sonrió nuevamente para esa criatura.— Lo noto un poco apagado, considerando que en teoría somos sus padres...

— Lo sé.— Hizo una trompita pero lo observó mejor y se percató de algo extraño.— Está mordiendo una cosa...— Se acercó más para examinarlo.— Creo que es...— Observó atentamente y se exaltó.— ¡Es la estrella del árbol Luka!

Al Kagami gritar, el cachorro se asustó y por instinto tomó mejor el objeto entre sus dientes y comenzó a correr.

— ¡Haz algo Lu!

Luka se alarmó por aquello y sin importarle nada dejó lo que tenia en las manos en el costado de uno de los sofás y se dedicó a perseguir al pequeño cachorro que lo único que hacía era seguir ese pequeño y tan inusual juego, en su gran corrida el ojizarco no podía evitar gritarle a cada rato su futura esposa.

— ¡Agarralo Kagami!

— ¡¡Eso intento!!— Respondió intentando atraparlo pero siendo el perruno más rápido que ella.— ¡Canela ven aquí!

— ¡Joder canela!— Gritó Luka y antes de poder atrapar al camino, escuchó como repentinamente la puerta de su hogar se abría y daba paso a su madre, mientras el pequeño solo seguía sus instintos y con la estrella en boca, corría a toda prisa a la salida.

— ¡Hola pequeños!— Inició Anarka con naturalidad.— Vine a ayud...

— ¡¡Cierre la puerta!!— Gritó de prisa la japonesa corriendo detrás de su mascota.

Antes de que la mayor pudiera responder, sintió como algo veloz pasaba a su lado y la hacía caerse, luego observando como su hijo y su nuera pasaban a su lado y salían de la casa.

— ¡¡Canela!!— Repitió nuevamente la azabache, viéndolo alejarse.— Iré por él, debo ir por él.

— Calmate...— Musitó Luka, tomándola de los hombros buscando la manera de poder tranquilizarla.— Yo iré por él, es muy peligroso que vayas tu sola.— Aseguró y suspiró.— ¿Por qué mejor no vas a ver el...— Sugirió sintiendo ese olor a quemado.— pastel?

— ¿Qué pas...? ¡Oh mierda el pastel!— Se soltó de él para de nuevo correr hacia dentro del hogar.

Al llegar a la cocina observó como algunas llamas de fuego salían del horno, por instinto tomó el extintor y lo roció, esperando que ya no salieran chispas para abrirlo y sacar su postre totalmente estropeado.

— Carajo...— Murmuró dejándolo con enojo y tristeza sobre el mesón.— No lo volveré a intentar nunca más.— Expresó cubriendo su rostro e intentando no llorar.

— Kag...— Dijo Luka mientras la tomaba de los hombros y la hacía girar lentamente para verla a los ojos, ignorando la presencia de su madre.— Nena tranquila, seguro esta igual de delicioso.— Aseguró intentando no dudar.

— Luka está quemado, más que quemado está rostizado.— Su tono era exagerado y apenado.— Y encima perdimos a nuestro perro...— Recalcó.— ¡Y en Navidad!

Se giró y comenzó a dar vueltas, murmurando cosas en japonés tal y como lo hacía cuando sentía que estaba por estallar.

Él era consciente de ello, aún así sabía que debía de mantener la calma y estar tranquilo por ella.

— Por favor dime que no estás diciendo groserías en japonés...— Musitó tratando de contener la pequeña diversión que le causaba el verla así hablando en ese idioma tan desconocido para él.

Cinco años a su lado no habían sido suficientes para aprenderlo en su totalidad.

— Yo creo que sí...— Murmuró su madre a sus espaldas, mirando como su nuera seguía hablando sola.— Lo siento por hacer que mi nieto Canelita se pierda.

— Tenemos que ir a buscarlo bonita, sé lo mucho que amas a nuestro niño, te prometo que lo traeré de vuelta.

Kagami escuchó eso y se detuvo para mirarlo con detenimiento, negando con la cabeza.

— No, no puedes dejarme.— Respondió con lágrimas amenazando en salir.— N-nunca te has i-ido en Navidad y no quiero perderte...— Susurró cabizbaja.— Y a Canela tampoco...

— Nena...— Murmuró Luka y la tomó de las mejillas, esperando así poder calmarla.— No te dejaré bonita, iré por nuestro pequeño niño y lo traeré de vuelta, te lo prometo.

— No te vayas...— Susurró impulsándose en sus puntillas para unir sus frentes.— Por favor.

— ¿Y el bebé?— Se animó a preguntar posando las manos en sus caderas.

— Iremos juntos entonces.— Lo miró a sus ojos.— Siempre lo dijiste, la familia es primero.

Él lo dudó por un par de minutos y asintió.

— ¿Y mamá?— Preguntó ahora con algo de preocupación.

— Por mí no se preocupen.— Señaló la mayor.— Vayan a buscarlo y yo aquí les organizaré la mejor fiesta de Navidad, pero intenten volver antes del anochecer.— Les guiñó un ojo.— Recuerda que tu madre llega a las ocho Kagami.

— Lo sé.— Suspiró con pesadez.— Pero volveremos, ¿verdad amor?

— Lo haremos nena.— Respondió el pelinegro con seguridad y se acercó para besar la frente de su mujer.— Ve a abrigarte bonita, te esperaré aquí.

— De acuerdo.— Antes de marcharse, Kagami le robó un casto beso de sus labios.

Una vez a solas, Anarka miró a su hijo con una gran y orgullosa sonrisa de todo lo que había logrado; se bajó de su asiento y se acercó a peinarlo.

— Mi niño ya es todo un hombre.— Habló con tono maternal.— Tienes veintiséis años y pronto veintisiete, ya quiero nietos Luka.— Posó sus manos en su cadera para verlo con seriedad.— Además de Canela, obviamente.

— Ma...— Murmuró él y se sonrojó ante lo último.— Canela es todo lo que necesitamos, un bebé requiere muchos cuidados y esfuerzo.— Aseguró y se encogió de hombros.— Kagami no está lista.

— ¿O será que tú no estás listo para abandonar las giras y demás cosas de músico?— Inquirió con una ceja enarcada.— Tu árbol biológico puede perdurar, pero en algún momento la fábrica de Kagami se cerrará y espero que no sea muy tarde cuando se den cuenta de eso.

Él se tensó ante esas palabras, sintiendo como un escalofrío le recorría el cuerpo ante esa idea.

— Ma, no... Yo...— No sabía como expresarse por lo que se sonrojó más.— A-aún hay mucho tiempo para pensarlo, la fábrica de mi mujer no se cerrará de la noche a la mañana, además, ella adora ser madre de Canela...

— De acuerdo...— Enarcó nuevamente una ceja.— Pero después de la boda seguiré insistiendo en un bebé, estás avisado.— Lo señaló de forma acusatoria.

— Con el amor de mi vida es suficiente mamá, no quiero compartirla con un bebé, te lo garantizo.

— Eso dices ahora.— Le regaló un guiño y escuchó como Kagami regresaba.— ¿Listos?

— Sip.— Respondió con una gran sonrisa.— Ten Lu, te traje un abrigo, tu bufanda y el gorro que te tejí.

— Gracias bebé.— Se agachó un poco para que ella pudiera vestirlo.— No sé que haría sin tus cuidados, bonita.

— Cinco años ya.— Musitó colocándole el abrigo.— Y pronto muchos más.

— Sí...— Besó su frente cuando terminó de colocarle el abrigo.— ¿Lista para buscar a nuestro hijo?

— Demasiado.— Afirmó con seguridad.— Vamos por Canelita.

— Por Canelita.— Soltó él, tomando su mano entre la suya para así salir del departamento y buscar a su pequeño y perruno hijo.— Joder es demasiada nieve, nuestro niño debe estar asustado.

— Mi bebito.— Kagami hizo una trompita y comenzaron a caminar.— Se nota que el auto no podremos usar y debemos caminar los dos kilómetros hasta el pueblo.— Suspiró y observó el vaho escaparse de sus labios.— Amo nuestra casa, ¿pero por qué la elegiste tan lejos?

— Porque era la única que se ajustaba a lo que quería bonita, un hogar para ti y nuestro pequeño niño, es la mejor casa y amo la soledad que nos propone.— Respondió con completa seguridad.

— Igual tampoco era necesario una casa taaan grande.— Insistió abrazándose a su cintura.— ¿Y qué es lo que querías en sí? Porque recuerdo que un día volviste de ensayar y yo estaba en tu departamento y dijiste que compraste una casa y podíamos hacer la mudanza en dos días, eso hace casi tres meses.

— ¿Ah?— Preguntó y se tomó unos minutos para mirarla y entender aquella pregunta.— Quería llevar nuestra relación a otro nivel bonita, ser más íntimos y cercanos de lo que ya lo eramos, además quería que seas la madre mi hijo, de Canelita.

— Lo sé, era tan pequeño cuando trajiste ese labrador hermoso.— Recordó con una sonrisa.— Además con él me pediste casamiento, eres rápido Couffaine.

— Sabía que no podías negarte con Canelita de por medio.— Caminó entre la nieve mientras se perdía en sus recuerdos.— Ese pequeño cachorro derritió tu corazoncito de piedra.

— Tú lo derretiste.— Corrigió sin desear mirarlo por vergüenza.

— Lo sé...— Musitó apretando el agarre de su mano.— ¿Sabías que mamá me exigió que le diera nietos?

— ¿En verdad?— Lo miró de reojo.— Mi madre también.

— Oh...— Se sonrojó ante aquello.— ¿Y qué le dijiste a mi suegra?

— Que todo a su tiempo será...— Respondió con no mucha sinceridad.— Lu...

— ¿Sí bonita?— Preguntó con curiosidad sin dejar de caminar entre la nieve.

— ¿Qué pasará después de la boda?

— Después de la boda iremos de viaje Kag, ya sabes...— Le dijo y suspiró.— Te llevaré de luna de miel a donde tú quieras bonita, ¿por qué?— Inquirió manteniendo la calma.

— No me refería a eso Lu.— Recalcó mirando por donde pisaba.

— ¿A qué entonces?— Inquirió él y le sonrió por lo bajo, intentado no hacerse muchas ideas y desviar sus pensamientos.— Si no es la luna de miel, ¿qué puede ser eh?

— Nuestra vida en general.— Se mordió su labio inferior.— En definitiva seríamos una familia y muchas cosas cambiarán seguramente.

— ¿Acaso te gustaría un...— Bajó el tono de voz por lo que iba a decir.— bebé?

— Sí, o sea claro que me gustaría pero no tan pronto, es decir en dos meses nos casaremos y luego debemos acostumbrarnos a nuestra nueva vida juntos.— Intentó explicarse.— Además tienes tu gira el año que viene.

— Lo sé bonita, pero si lo quieres sabes que puedo dártelo, una gira puede esperar.— Musitó y le sonrió peinando sus mechones cubiertos de nieve.— Sabes que haría lo que sea por hacerte feliz, si tú estás lista, yo también lo estaré.

— No puedo obligarte porque sé que no estás listo y no es lo que quieres en este momento.— Detuvo sus pasos para mirarlo mejor.— Y menos que canceles tu gira, la estuviste planeando por mucho tiempo y sé lo mucho que la anhelas.

— ¿Me acompañarás a la gira verdad?— Le preguntó con una sonrisa.— Quien sabe si ahí...— Se sonrojó más por lo que pensó.— Lo tenemos...

— Algún tiempo te acompañaré, pero sabes que no es lo mío estar encerrada con mucha gente.— Le hizo una trompita.

— Lo sé nena, pero te quiero a mi lado y lo sabes.— Insistió riendo un poco.— Sabes lo insistentes que pueden ser las...— Hizo comillas con los dedos.— "Fans".

— Lo he visto.— Murmuró cabizbaja retomando sus pasos.— A veces parece que ellas te conocen más que yo.

— Sabes que eso no es verdad Kag...— Musitó él y le levantó el rostro.— Nadie me conoce más que tú bonita, tú eres mi prometida y mi futura esposa, no hay secretos entre nosotros, ¿lo recuerdas?

— Lo sé.— Desvió un poco su mirada.— Mejor busquemos a Canela...

— Kag nena...— Murmuró él y se acercó para besar su mejilla con ternura.— Ya hablamos sobre esas inseguridades bonita, tranquila, ¿sí?

— Lo siento.— Se talló un ojo para intentar no llorar.— Estoy bien, en verdad sigamos buscando.

— Hey...— Exclamó y tomó su rostro entre sus manos.— Ya sé.— Dijo más para sí que para ella, sonriendo ante su confusión, acercándose más a ella para tomarla de la espalda y las piernas e ignorar sus protestas para cargarla.— Ahora sí princesa, vamos por Canelita.

— ¡Luka no!— Se quejó ella.— Hay nieve y nos caeremos.

— No, claro que no.— Aseguró aferrándose más a ella, intentando contener su risa.— Jamás te dejaría caer nena, de mis brazos nunca caerás Kagami.

— Si nos caemos te golpearé.— Amenazó intentando sonar ruda.

— Estoy seguro que no bonita.— Le dijo e intentó no perder el equilibrio, notando como se le hacía más difícil caminar, pero decidido a no soltarla.

— Couffaine nos vamos a caer.— Repitió ella más que segura de que pasaría.

— No, claro que no...— Respondió sin siquiera estar seguro ya de aquello.— Sólo aferrarte a mi bonita.

— Sí, claro que sí.— Repitió la ojimarrón haciendo caso a su petición.

— Kagami, te digo que...— Musitó Luka y antes de poder terminar su frase notó como perdía el equilibrio y ambos terminaban dentro de la nieve

— ¡Te lo dije!— Gritó Kagami un tanto molesta.— Agh Luka ahora nos ensuciamos.

— Mierda...— Murmuró e intentó incorporarse.— Joder, ¿e-estás bien nena? ¿Te lastimé con la caída?

«Por favor di que no.»

— Por suerte no.— Se sentó en la nieve.— Sabes que odio el frío y me abrigo de más, ahora eso amortiguó.

— ¿Quieres el mío?— No esperó su respuesta para comenzar a sacarse el suyo.

— No.— Respondió con firmeza impidiendo que lo haga.— Te enfermarás, yo estoy bien.

— Yo estoy bien Kag.— Dijo el y siguió con lo suyo.— Sólo quiero que tú no pases frío, deja que te abrigue bonita.

Nuevamente la fémina detuvo sus acciones, acercándose más a él para evitar que se lo quite pero haciéndolo caer nuevamente en la nieve.

— ¡Lu!— Exclamó sorprendida.— Lo siento, fue sin querer amor, en verdad perdón.

Él hizo una mueca y fingió enojo.

— Yo lo siento Kag...

— ¿Por qué lo sientes?

— Por esto...

En ese instante la abrazó para hacerla recostarse a su lado en la blanca nieve y soltándose a reír ante su expresión, gritando sin siquiera pensarlo.

— ¡Guerra de nieve!

— ¡Luka Couffaine te mataré!— Gritó sorprendida y un poco molesta.— Eres un tonto.

Al ver que él continuaría tirándole nieve, Kagami lo miró con detenimiento y le sacó la lengua, tomando también un poco de escarcha para tirarle.

— ¡Toma eso!— Le gritó con una pequeña sonrisa.

Él simplemente rió y se limpió los retos de la nieve de la cara, tomando una gran bola y lanzándosela, incorporándose para comenzar a correr.

— Primero tienes que atraparme para hacer.

— ¡Eres peor que un niño!— Gritó comenzando a perseguirlo.

Luka solo continuó riendo y siguió con aquello divirtiéndose en ese infantil juego que ambos habían iniciado.

— ¡Te creía más rápida Kagami— Exclamó con diversión.

— La nieve me vuelve lenta.— Se excusó.

Al ver que no podía llegar tan lejos, una pequeña idea se cruzó por su mente.

«Hora de jugar sucio...»

Con aquella idea, se sentó en el suelo y posó una de sus manos en su tobillo.

— ¡Ay no!— Exclamó exagerada.— Auch me duele...

Luka no necesitó escuchar más que corrió donde ella y se arrodilló a su lado palpando su tobillo con sus dedos, encontrándose más que preocupado.

— Llamaré a un médico Kag, vamos te cargaré.

— Eres fácil de engañar.— Sonrió con victoria y se lanzó sobre él comenzando a reír como hace mucho no lo hacía.— Eres débil.

Él río y la recibió entre sus brazos, estrechándola fuerte y cariñosamente.

— Tú eres mi debilidad bonita.— Dejó un casto beso en su frente.— ¿Tienes frío?

— No lo tengo.— Sonrió mirando sus ojos, sorprendiéndose de cómo resaltaban en su pálida piel.— Hace mucho no me divertía...

— Pasamos mucho tiempo estresados.— El ojizarco deslizó una tierna caricia por la mejilla de su prometida.— Eres tan preciosa Kag, ahora que estamos en esta situación, puedo apreciar mejor tus bellos rasgos, aún no puedo creer que serás mi esposa.

— Tendrás una esposa gruñona, insegura y un tanto inestable.— Desvió levemente sus avellanas de él.— ¿En verdad quieres eso? ¿Todos las navidades de tu vida?

Luka fingió tomarse su tiempo para pensarlo por unos minutos y le sonrió.

— Claro que sí nena, y no sólo navidad, quiero pasar todas las fiestas posibles con esa esposa, llevarla a todos mis conciertos y si me lo permite, algún día darle su propia familia.

— Pero tú ya eres mi familia.— Recalcó mirando a sus ojos.— Aún no sé porque me elegiste a mí para pasar el resto de tu vida a tu lado, pero no puedo negar que tengo miedo.— Sin querer una pequeña se escapó de su comisura.— Miedo de perderte, sobre todo en Navidad, yo estuve siempre sola y cuando pude pasar por primera vez con alguien y sobre todo contigo me asuste pensando que sería la última vez y todos los veinticuatro de diciembre pienso que será la última, me siento estúpidamente paranoica.

— Kag...— Murmuró él, siendo consciente de todo lo que ella le decía.— Nena...— Dijo tomando sus pómulos entre sus manos, acercando su rostro al de ella.— Sabes que jamás me iré, estamos juntos en esto, te propuse matrimonio y no pienso irme de tu vida Kagami, sé que tienes miedo y lo entiendo y si te hace sentir mejor, yo también tengo ese miedo, miedo a perder a lo único que me impulsa a seguir en esta vida, te amo Kagami y nada ni nadie va a cambiar eso.

— ¿En serio?— Preguntó temerosa perdiéndose en sus ojos.

— Jamás te mentiría bonita, tú eres lo más importante que tengo, tú y Canelita.— Añadió lo último entre risas.

— Él es nuestro pequeño, y creo que nos unió más al escapar.— Sonrió dejando que una lágrima recorra su mejilla.— Vamos a buscarlo, pero primero...

— ¿Pero primero?— Inquirió él, acercándose un poco más a su rostro.

— Un beso...— Susurró imitando sus acciones

— Un dulce beso navideño.— Musitó y entrecerró los ojos.— Ven aquí bonita...

— Uno de muchos.— Sonrió acercándose cada vez más a él.

Luka sonrió y cerró los ojos  completamente dispuesto a besarla, hasta que sintió como una pequeña figura de interponía entre ellos.

— ¿Pero qué...?— Exclamó sorprendida la azabache y luego giró su rostro para ver a ese intruso, al darse cuenta de quién se trataba abrió desmesuradamente sus ojos.— ¡Canela!— Gritó sumamente emocionada.— ¡Ay mi bebé!— Lo tomó en brazos, repartiendo besos en su cabecita y sintiendo como él lamía sus mejillas.

Luka rió al verlos así y se acercó a ellos para tomarlos entre sus brazos y besar la frente de la pelinegra.

— Pequeño travieso, tu mamá estaba muy preocupada Canela, no vuelvas a hacer eso.

El labrador simplemente ladró en respuesta y también lamió la mejilla de él. Kagami sonrió y los abrazó aún más fuerte a ambos.

— Mi familia está unida de nuevo en Navidad, aún más unida...— Susurró mirando a los zafiros a su prometido.— Te amo Luka.

— Te amo Kagami y...— Murmuró entre risas al escuchar ese pequeño ladrido.— Te amo mi dulce Canelita.

— Son mi mejor deseo de Navidad.— Aseguró la fémina y antes de que su pareja pudiera responder, unió con prisa sus labios a los de él.

Luka no se sorprendió por aquello, es más correspondió a su tacto y la besó, disfrutando de esos momentos y de su calidez. Después de todo ella tenía razón, su amada, su futura esposa era el único deseo que se le había cumplido en esta Navidad, lo único que necesitaba estar junto a ella, al fin y al cabo Kagami era su hogar.

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Palabras: 3734 (sin contar nota de autor)
Hello!
Aquí estamos Pim y Ocean_16_ con un nuevo One Shot especial para este mes de diciembre, que además es participante en el concurso que organiza ArtistasMiraculers.
El objetivo de este OS no es ganar, sino que queríamos demostrar que la familia, por más pequeña, grande, rara, compuesta o de cualquier manera que sea debe permanecer unida, no solo en Navidad sino siempre.
Esperamos que les haya gustado :3
Y les deseamos una bella Navidad y un próspero Año Nuevo, disfruten con sus seres queridos ♥️
Besitos 💋

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