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I


Se encontraba de regreso a casa después de un día lleno de trabajo.

Se detuvo en una cafetería a comprar un café, sentía que en cualquier momento se iba a dormir, el café lo hace estar despierto.

Pagó el café y decidió tomar un atajo para llegar rápidamente a casa, pero se desvió un poco tratando de buscar de dónde provenía ese olor tan exquisito y delicioso que había deleitado sus fosas nasales.

Cerezas y dulces.

Supo que era un Omega, su olor era muy dulzón pero delicioso.

Y acertó.

Ahí estaba un pobre chico con su cabeza entre sus piernas y creyó escuchar algunos sollozos.

Talvez algún alfa había abusado de él, su lobo interior de enfureció y a la vez se preocupó, no entendía nada, ni siquiera conocía a ese lindo chico, bueno eso creía.

¿Lo recuerdas?, el chico que vimos en el supermercado.

Habló su lobo.

Aquel chico que tenía frente a él, hace algunos días le había sonreído en uno de los pasillos, su lobo y él sólo querían tirarse y que les acariciara la pancita, lo único diferente de ese día fué que no olía tanto, tal vez estaba usando algún supresor porque no podía percibir su olor, ese olor, hubiera sido muy difícil de olvidar para el alfa, era tan adictivo.

Así que con un poco de temor, su estómago revuelto y su lobo saltando, se acercó a él para tratar de ayudarlo.

—¿E-estás bien? — Colocó una de sus manos en uno de sus hombros haciéndolo brincar del susto.

Levantó su rostro y pudo ver qué sus mejillas estaban rojas y húmedas.

Quería abrazarlo y decirle que todo estaba bien.

Pero ¿Por qué quería hacer eso?

El Omega solo se levantó y envolvió sus brazos en el cuello del alfa para luego apoyar su mejilla en su hombro y susurrarle:

— Te encontré.

Los escuchó ronronear.

Lanzó su vaso de café y lo envolvió entre sus brazos mientras su nariz se deleitaba y disfrutaba de su olor.

Su lobo aullaba y movía su cola, estaba feliz.

Es él, es él, es nuestro Omega.

—¿M-me encontraste?

Solo pudo pronunciar eso, sus nervios estaban a flor de punta, no le permitían hablar o decir algo coherente.

Solo lo vió asentir sonriendo, besar su barbilla y acariciar con su mejilla su hombro.

— Pude olerte desde mi apartamento— señaló un edificio que estaba frente de ellos — Mi lobo pedía a gritos venir a buscarte, no se quién eres, ni que buscas, pero yo si sé algo y sé que te quiero a ti.

Su corazón latía frenéticamente mientras su estómago se revolvía y una sonrisa se formaba en sus labios.

El chico con timidez, acercó su rostro quedando a milímetros del alfa y vió como se paraba en las puntillas de sus pies.

Reforzó el agarre que tenía en su cintura y lo acercó más hacia él, haciendo que sus labios chocarán con los del alfa.

Se sentía tan bien, tan correcto, a pesar de que apenas se habían conocido.

—¿Lo sientes? — Le dijo el alfa mientras tomaba su mano y la llevaba a su corazón.

Vió como asentía mientras sonreía.

Su lobo y él querían marcarlo, pero antes de una marca siempre debe de haber un cortejo.

—¿Puedo volver a besarte?

Asintió, solo pudo hacer eso.

Posó sus labios rosados sobre los de él, empezando un ritmo calmado y delicioso.

Un trueno se escuchó haciendo que el chico que tenía entre sus brazos se afianzara contra él.

Vió sus ojos cristalizarse y joder, quería matar a esas nubes - lo sabía, es prácticamente imposible -.

— M-me dan miedo l-los truenos.

Empezó a sollozar en su cuello y él sólo podía sentir como su camiseta se humedecia.

Se atrevió a besar su mejilla con cariño.

— Está bien, no te preocupes, estoy aquí para cuidarte.

Solo movió su cabecita.

Pequeñas gotas frías empezaron a caer, tenía que encontrar algo con que taparlo, no quería que se enfermara.

Así que lo alejó un poco para poder tomar de su mochila una sudadera que traía en caso de que lloviera.

Muy astuto.

Lo ayudó a ponerse su sudadera y colocarse el gorrito, solo lo miraba con sus mejillas sonrojadas.

—¿Y-y tú?

Solo rió y acomodó la mochila en su hombro.

—Yo estoy bien.

Tomó su manito y salieron corriendo, él no tenía idea de a dónde se dirigían.

—¿A d-dónde vamos?

— A un lugar seguro.

Solo lo vió asentir mientras poco a poco se acercaban a la casa del alfa.

Y llegaron.

Sacó rápidamente las llaves de su bolso del pantalón y abrió la puerta dejando pasar al chico que venía con él .

— Acompáñame arriba.

Abrió sus ojitos y extendió su manito.

La tomó y lo llevó hacia su habitación.

— El baño está a la derecha, buscaré ropa para que puedas cambiarte.

Se metió al baño y en cuestión de minutos salió con sus prendas puestas.

-Esa camisa blanca larga a mí se me miraba pésimo, pero a él... - Pensó el alfa.

A él le quedaba perfecto junto con unos pantaloncillos cortos, dejando ver sus lindas piernas.

Corrió hacia el alfa y lo abrazó.

— Mi lobo y yo te agradecemos de que nos cuidaras.

— De nada pequeño.

— Tengo sueño.

Se alejó de él y se recostó en el pequeño sillón que tenía en su habitación, solo observó sus movimientos y en cuestión de minutos estaba dormido.

Decidió tomarlo y dejar que durmiera en su cama, el podría dormir en el sofá, era cómodo.

Lo dejó en la cama, pero tomó uno de sus brazos impidiéndole ir.

— Q-quedate conmigo.

— P-per...

— Sólo hazlo.

Asintió y se acostó a su lado, el colocó su cabecita húmeda en su pecho mientras abrazaba su cintura.

— ¿Buenas noches...? Soy Lee Minho.

— Han Jisung.

— Buenas noches Jisung.

— Buenas noches Minho.

Se levantó y dejó un beso en la mejilla del alfa para luego ambos caer plácidamente dormidos mientras sus lobos se encargaban de ronronear.

Su olor se tornó más dulzón, había entrado en celo, diablos, quería marcar a ese chico.

No creía en esas cosas bobas de predestinados, no tenía razones para creerlas.

Pero ahora tenía una, y estaba recostado en su pecho mientras lo abrazaba con fuerza.

Espero que les guste esta adaptación, gracias por apoyarla. ♥.          - J.

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