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• 𝐐𝐮𝐚𝐭𝐫e ♡︎ ❦︎

Antes de empezar con la lectura quiero aclarar algo, así que por fa lee esto antes de seguir bajando, para no tener confusiones en el futuro.

Número uno; no sé si se dieron cuento pero cambié toda la trama de la historia, por así decirlo reescribí la historia. Y lo hice porque no me sentía cómodo por cómo estaba yendo la trama.

Número dos; cuando recién comencé con esta plataforma fue que escribí esta, entonces la historia contaba con errores ortográficos y sin coherencia alguna. Pero quise volver a retomarla, o sea terminarla. Espero que me entiendan y terminen la historia, con el lapso del tiempo que publicaré los capítulos.

¡Gracias por leer, y que tengas un lindo día/tarde/noche!

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Chishiya estaba en el cuarto de Kuina planteando su plan de irse de la playa con todas las cartas. Pero para que eso se hiciera realidad necesitaba de Usagi y Arisu. Ellos se ven de esas personas que confiarían de cualquier persona que se cruce en su camino, con tal de ayudarles. Y eso harían.

Kuina se mantenía con el semblante preocupado y con cierto desacuerdo al tener que prácticamente utilizar a aquellos. En cambio Chishiya estaba decidido en poner en marcha su plan, sin poder esperar mucho más, al pensar en por fin dejar la playa.

—¿No crees que estaría mal utilizarlos? — preguntó Kuina, aunque ya sabía la respuesta que le daría Chishiya.

—No, Kuina. Entiende que esto se trata de la supervivencia, no importan las demás personas.

—Pero...

—Pero nada, ya está decidido. ¿O no me digas que te arrepentiste, sólo por ellos? — soltó Chishiya con una sonrisa burlesca, mirando a la chica de rastas.

—No, claro que no.

La chica negó cruzándose de brazos, jugueteando con aquel palito que llevaba.

—Eso espero, Kuina — musitó Chishiya.

El día se fue rápido hablando con la de rastas de su plan, y unas cuantas platicas que se les ocurría. La noche era fresca y melancólica, con vibras pesadas, como todas las noches que sentía Chishiya. Él rubio supuso que era hora de darse un descanso, así que se despidió de Kuina con una pequeña sonrisa. Sólo que Kuina antes que Chishiya se fuera le recordó algo que siempre le decía.

—Chishiya... Cuidate, ¿Sí?

—Claro, Kuinnie — sonrió.

Chishiya salió del cuarto de Kuina, cerrando la puerta después de él. Las palabras de la chica resonaban en su cabeza, ¿Por qué todos los días le decía que se cuidara? Daba igual, seguro y sólo se preocupa por él, que temía que le pasara algo. Él rubio comenzó a recorrer los pasillos, mientras tarareaba una canción. Y sin darse cuenta que alguien lo estaba observando desde hace horas atrás, con una sonrisa no muy gentil.

Chishiya llegó a su cuarto, después de recorrer los pasillos. Lo primero que hizo fue buscar en sus bolsillos la llave con la que abriría la puerta, y la encontró luego de buscar bien en sus bolsillos. Abrió la puerta y miró el interior de su cuarto, cerrando esta. Y se tiró en su cama, mirando al techo. Mañana sería otro día como otros. Sus ojos se cerraron tratando de conciliar el sueño, y lo consiguió.

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