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𝒞andy

⚠ᴡᴀʀɴɪɴɢ: ʀᴀᴛᴇᴅ ᴛ/ᴍ/м⚠
〔♡〕preshinkai
〔♡〕h e i k a i

Conforme la voz de Ran dejó de oírse, Shinichi casi escupió la bebida y Heiji la miró con los ojos abiertos y una auténtica cara de espanto. A su lado, tres mujeres formaban un pequeño corrito y se reían intentándolo disimular tapándose la boca. Y Kaito, que debería haber sido uno de los más afectados, ni se inmutó.

Hattori retrocedió cuando vio que el mago cogía el vaso, decidido a cumplir con el reto que le habían implantado. Las manos del detective de oeste se movieron con torpeza por culpa del alcohol en su organismo, casi haciéndolo resbalar y siendo sujetado por su mejor amiga de la infancia y las otras dos chicas que la acompañaban. Mala suerte. Habría preferido partirse la cabeza en dos antes que tenerlas cerca porque, en vez de salvar su vida, lo que habían hecho era aprisionarlo. Aprisionarlo para que cumpliese eso que ni loco —ni borracho, y ya lo estaba— quería cumplir.

El ladrón casi se echa a reír por el drama que el detective de Osaka estaba montando. La verdad era que para él no era algo del otro mundo. Después de todo, estaba acostumbrado a ello, y estaba seguro de que Heiji también. Había sido testigo de la cantidad de fans que ese hombre tenía y, si alguien le preguntaba, era normal. Era guapo e inteligente, y según el análisis que Kaito tenía de él, la mar de interesante. Era imposible que no estuviese acostumbrado a situaciones así, porque el mismo mago lo estaba.

Sin dudarlo ni pararse siquiera a plantear la situación, Kaito vertió el contenido del vaso directamente en su boca y echó la cabeza hacia atrás. El calor que le recorrió la garganta le calentó también las mejillas y le hizo dar un pequeño brinco antes de poner el vaso de vuelta en el suelo. Con horror y la piel pálida, Shinichi, Hakuba y el mismo Heiji vieron cómo Kaito gateaba hasta éste último, quien se retorcía entre los brazos de Kazuha, Ran y Aoko. El mago se situó entre sus piernas y, apoyándose en las rodillas, se agarró a sus hombros para tener más estabilidad. Lo siguiente que Heiji supo fue que Kazuha le había metido una rodaja de limón en la boca y Kaito se había precipitado a sus labios para cogerlo.

Y adiós al sentido común de Heiji. Oops.

El beso... Cualquiera de los dos mentiría si dijera que estuvo mal.

De fondo, las chicas que habían incitado a esa situación gritaron en éxtasis con lo que Kaito estaba seguro que era una voz bastante chillona, pero no pudo asegurarlo. Su mente se bloqueó cuando Hattori le agarró las caderas y lo atrajo más hacia su cuerpo. Ninguno de los dos sabían cuándo el chico de Osaka había empezado a corresponderle el beso y a reclamarle que abriera la boca. Probablemente en el mismo momento que Kaito puso los labios sobre los suyos y Heiji fue capaz de probar una mezcla explosiva.

Tequila. Limón. Suavidad. Agresividad. Kaito ya se esperaba que Hattori fuese especialmente agresivo y posesivo en lo que a besos se refiere. Su comportamiento impulsivo lo guiaba a comportarse de esa forma y, tal y como el ladrón había sospechado, hacía que no fuese nada malo besando. De hecho, era bastante bueno. La rodaja fue a parar al cielo de la boca de Kaito por culpa de la lengua de Heiji, la cual hizo presión hasta que consiguió exprimir hasta la última gota de cítrico. Lo que vino después sólo sirvió para calentar más el ambiente.

Hattori recorrió todo que encontró en su camino: dientes, encías, papilas gustativas. Kaito soltó un jadeo cuando esa lengua se enroscó con la suya, que bien podría haber sonado como un gemido más que otra cosa. Cuando el agarre en sus caderas se intensificó y acabó pegado completamente al cuerpo contrario, el mago se dio cuenta de que Kazuha era una chica muy, pero que muy suertuda. El ímpetu que ponía el detective de Osaka en succionar y mordisquearle los labios estaba seguro de que venía de un deseo posesivo de marcar, y muy en contra de lo que le hubiera gustado pensar —porque su situación sería verdaderamente vergonzosa si se apartara en ese momento—, se preguntó si sería igual de bueno maltratando el resto de su cuerpo como lo hacía con los labios.

La mano de Heiji fue a parar a la parte baja de su espalda, por cierto tocando por debajo de la tela de su camiseta. Otro gemido salió de la boca de Kaito, y a pesar de que estaba muy interesado en ver hasta dónde llevaba eso el detective —Ran, Aoko y Kazuha también lo estaban, y con sangrado nasal incluido—, se preguntó si debía ser él la voz responsable que lo parase antes de que intentase sacarle la ropa. Porque si lo intentaba, no se iba a negar a ello.

Desgraciadamente, una fuerza superior a la que ambos jóvenes ejercían —y eso ya es mucho decir— intervino y los separó antes de que pudiesen llegar a fases más altas. Aún con los sentidos desorbitados, Kaito pudo oír un gruñido de protesta y posesividad venir de Heiji, reclamándole a quien fuera que le había quitado su juguete que le estaba gustando bastante el juego y quería continuar. Uh. ¿Habría sonado él igual?

—Ya lo habéis hecho, ¿no? —Una voz molesta llegó a sus tímpanos, proveniente probablemente de la persona que lo estaba agarrando por los hombros. Buscó en su cerebro medio bañado por la lujuria a quién carajos pertenecía. Eh... ¿Hakuba? No, ni de coña; él había soñado con esa voz, y no precisamente cosas educativas y aptas para todos los públicos. Esto...—. El reto era que os besárais, no que follárais delante de todos. Guárdate la lengua, Hattori; pareces un perro en celo.

Shinichi. Kaito estaba seguro de que era la voz de Shinichi. Era el único que podía escupir el nombre de Hattori de esa forma tan... tan... ¿suya?

Cuando el mago fue capaz de enfocar un poco la realidad, se encontró de frente con un despeinado Heiji, jadeante y con los labios rojos y húmedos. Espera. ¿Kaito había tenido las manos en su pelo desde cuándo? Mirándolo más fijamente, también notó que las pupilas del moreno estaban dilatadas y su mirada hambrienta. Parecía una bestia a punto de saltar sobre su presa. Un escalofrío recorrió la columna vertebral del mago conforme a su cabeza volvía el pensamiento de que Kazuha era una chica bastante afortunada. Casi se sintió tentado a pedírselo prestado un día o dos; lo suficiente para ver esa mirada hasta hartarse. Tembló en anticipación, una parte de su cuerpo bastante feliz con la idea. 

Fue entonces que el cerebro de Hattori pareció despejarse un poco y fue consciente de la situación en la que se encontraban. La sangre se le agolpó en las mejillas —menos mal, porque de haber seguido donde estaba, iba a ser un desastre— y quitó las manos rápidamente de la cintura de Kuroba, disculpándose por, en general, casi haberlo violado en la biblioteca de Kudo. Kaito casi le pidió ir a la habitación si lo que le incomodaba era el lugar, pero prefirió callarse cuando las manos de Shinichi tiraron de él hacia atrás contra su pecho y el cuerpo se le deslizó del regazo de Heiji. Espera de nuevo. ¿Cuándo había llegado Kaito ahí? Ups. Quizás se había emocionado demasiado.

El detective del oeste se rascó la nuca, algo incómodo, o así fue hasta que Kazuha se partió de risa a sus espaldas y, abochornado, se dio la vuelta para empezar a discutir con ella. Aoko y Ran se habían desmayado por la falta de sangre en el mismísimo momento en el que escucharon a Heiji gruñir defendiendo a su presa, y Hakuba las estaba llevando hasta un sofá para que no les diera tortícolis.

Con eso, Shinichi y Kaito quedaron ignorados. El mago aún seguía un poco en el quinto planeta, y el detective no emitía ningún sonido; simplemente lo agarraba por los hombros, cada vez con más fuerza. Quizás fue eso lo que hizo que Kaito saliese de su estupor y se relamiese los labios para hacerlos recuperar su sensibilidad natural. Con sorpresa, se llevó una mano a los mismos y observó la punta de sus dedos para darse cuenta de que estaban manchados de sangre. Vaya. Hattori se había emocionado demasiado también. ¿Cómo no lo había notado antes?

—¿Tan espectacular ha sido?

La voz de Shinichi a sus espaldas lo hizo salir de su estupor, y el hecho de que su aliento le diese de lleno en el cuello, temblar. Todavía estaba sensible y desorientado. La calidez de la respiración de Shinichi directamente en su nuca era demasiado estimulante para el estado en el que se encontraba. Y, sin embargo, no lo apartó, porque no podía negar que era más que placentero el sentirla.

—No ha estado mal. Como pensé, Hattori es bastante apasionado en lo que a situaciones íntimas se refiere. Bueno, es impulsivo y bastante precipitado para todo, así que no me sorprende que besando sea igual. Casi me hace estar un poco celoso de Kazuha, la verdad. Y aunque con tequila y limón no sabe mal, quizás si...

El mago se vio callado de golpe, y no porque quisiera. Sus ojos se abrieron con estupor, pero cuando sus papilas gustativas reaccionaron al estímulo, más que rápido se agarró como alma que lleva el diablo a la camisa de Shinichi, tomando la tela en puños, y lo acercó más hacia él. El hambre que los labios de Heiji le habían dado no era nada comparado con eso, y es que el detective del este sujetaba entre los dientes uno de sus más grandes vicios —él en general ya era uno de sus más grandes vicios.

Shinichi rodeó la cintura de Kaito con un brazo y con la mano del otro le sujetó la nuca, impidiéndole alejarse siquiera un milímetro cuando hizo más presión con los labios y empujó con la lengua el caramelo entre ambos hacia la boca contraria, introduciéndose en ella de paso. El mago se derritió ante el sabor de su detective favorito mezclado con el del azúcar y el Ron Caramelo; tres de sus mayores perdiciones.

La mano de Kudo, no contenta con la posición en la que se encontraba, viajó por debajo de la tela de la ropa del mago y se situó en su espalda baja. Secretamente, era para borrar todo rastro de Hattori. Chocó la lengua contra la contraria y jugó con ella hasta que el caramelo hubo desaparecido por completo. Sobra decir que cierto ladrón, en ese momento en su mundo, no era ni mínimamente consciente de todos los ruidos vergonzosos y poco disimulados que salían de su boca y que la garganta ajena, bastante entusiasmada, se tragaba sin siquiera cuestionar. Eran como música para los oídos del detective. Sensual y excitante recital del Kamasutra.

Receloso, Shinichi se separó de los labios de Kaito. Antes de que este pudiese emitir cualquier sonido de protesta por el abandono, volvió a atraparlos, esta vez entre sus dientes, y succionó hasta algo que Kaito no consiguió entender, pero que poco le importaba. Esos ojos azules lo estaban mirando, hambrientos y ¿enfadados? A saber, pero al estado sensible del mago le estaba excitando demasiado todo eso.

Cuando al fin Kudo dejó su boca libre —no es que él quisiera que lo hiciera, pero bueno—, pudo admirar que un sonrojo más notable que un tomate a la luz del Sol cubría las mejillas del detective. Pues bien, porque Kaito encontraba bastante injusto que fuese él el único encendido con todo ese asunto. Demasiados besos calientes por un día. Necesitaba una cama, y le daba igual para cuál de sus usos.

Al menos Shinichi tuvo la consideración de esperar hasta que las piernas del mago se estabilizaron lo suficiente para que no diese de bruces en el suelo al momento de que lo soltara. Y, aun así, terminó completamente sentado en el suelo —por si alguien no se acuerda: estaban de rodillas en él.

El detective se levantó y le tendió la mano. Kaito la agarró y se puso de pie —como si pudiese haberlo hecho sólo—, todavía un poco en babia. Sus sentidos volvían a estar nublados, pero al menos sí que encontraba razonable que tenía que preguntarle a Shinichi al menos qué fue eso.

—Te gusta lo dulce, ¿no? —interrumpió Kudo en el momento que Kuroba abrió la boca. Estaba mirando a otro lado, con las mejillas sonrojadas y los ojos vacilantes entre la pared y su cara. Sin embargo, no le había soltado la mano, y esta vez no era para asegurarle estabilidad al mago—. Sólo te di algo que te gusta... Y supongo —sólo supongo— que quizás no me molestaría hacerlo de nuevo.

Y después, Shinichi se fue a evitar que Kazuha y Heiji se cargasen su biblioteca, porque habían empezado a lanzarse libros a la cabeza. Típico.

El mago se quedó parado un momento en el que aprovechó para llevarse una mano a los labios y repasar mentalmente las palabras de su Tantei-kun. Uh. Le gustaba cómo sonaba eso. Una sonrisa curvó su boca, porque definitivamente lo haría; le pediría más.

Mucho más de lo que Shinichi jamás podría pensar.

ARG, NO ME GUSTA, ¿VALE?

YO QUERÍA QUE ME QUEDASE MEJOR

Y ME HA SALIDO ESTO ;-;

Lo he reescrito como tres veces we, y aún sigue sin gustarme

Igual cuando lo relea, io k c, le encuentro el gustillo o algo

PERO ES QUE NO ME GUSTA CÓMO ME HA QUEDADO JODER ;-;

Quería que fuese todo mucho más apasionado porque, hostia, ES HEIKAI

PUTO AMO EL HEIKAI

HEIKAI PAL BODY

EL HEISHINKAI NACIÓ PA ALGO WILLY 7w7r

Pero ya está, no lo toquetearé más por ahora

Quizás futuramente me dé por escribir algo mejor :v

PD: No me arrepiento de nada xd

RePD: También quiero añadir aquí un apartado serio y darle el pésame a todas las k-poppers fans del señor del que no me sé el nombre porque es raro (me disculpan, pero es que es raro). Hoy es un día triste para ellas, y si alguna lee esto, quiero que sepa que incluso los que no somos fans del K-Pop estamos con ellas en estos momentos. Es algo horrible y, lo que es peor, inesperado. Realmente espero que se repongan de este golpe pronto, tanto por ellas como por el fandom y la familia del señor. Un abrazo, que no estáis solas ♥

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