"Aquella noche había cambiado todo, incluyendo el futuro donde pudo ser libre"

Aquella sangre que negó durante mucho tiempo ahora se encontraba sobre él, era una noche donde ni la misma brisa del invierno se atrevía a soplar por temor a ser atrapada por la ira de los ojos carmín, esos ojos que podrían confundirse con la misma sangre miraban fijamente el piso lleno de cadáveres.

Ya no había nada, ni nadie en ese palacio que tuviera algún significado para él, la única persona que amaba se esfumo como los recuerdos de la infancia y en su lugar dejo un triste y desolador sentimiento.

Aquella noche nació un nuevo príncipe, los recuerdos fueron enterrados y su corazón se congelo, dando paso a un nuevo ser que ya no dudaría, todo lo que rechazo una vez ahora le pertenecía por derecho, al ser el único heredero que quedaba, nadie podía negarle el trono. Y a partir de ahora todo lo que conocían cambiaria , las leyes del imperio, las tradiciones e incluso la nobleza se vería obligada a cambiar, seres lleno de codicia que no desean nada más que satisfacerse a sí mismos no serán necesarios en la nueva era que pensaba crear.

- M-Majestad - la mirada de aquel que era mi caballero personal era completamente diferente a lo común, sorpresa y miedo se encontraban impregnados en su iris - ¿Qué es lo que a hecho? -.

¿Cuántas veces había escuchado esa pregunta durante la noche?

¿Qué era lo que yo había hecho esta noche?

Parecía algo muy obvio a su vista, había eliminado todo aquello que mancillaba el trono y evitaba que el imperio prosperaba como realmente debía hacerlo. No había sido algo sencillo y había un alto precio que pagar por haber realizado aquella subyugación en el palacio.

-Me deshice de la basura- respondí sin mirarlo, era la única persona cercana que tenía en el palacio, no podía permitirse mirarlo ahora, no mientras se sentía abrumado por los recuerdos de hace unas horas.