capítulo uno
Venus Scamander era conocida por todo Hogwarts por ser la primera y única merodeadora. Su apodo, Reina, causaba que ella se convirtiera en lo que los merodeadores apodaron: la princesa de Gryffindor.
Según Venus, ella no era para nada especial. Tal vez, lo único que la hacía especial, era que ella era vegetariana. Pero en el resto de las cosas: todo era completamente común. Venus era pelirroja, con unos hermosos ojos verde esmeralda. Su cabello era más rojo que el de Lily Evans, la chica que no le daba ni la hora a James Potter.
Sus mejores amigos, James Potter, Sirius Black, Remus Lupin y Peter Petegrew le decían que ella era la chica más tierna que conocían. Venus no coincidía en aquello. Venus sí era tierna. Arrugaba la nariz cuando se enojaba y se sonrojaba cuando sus amigos eran demasiado cariñosos con ella. Algo bastante común en James y Sirius.
Lo mejor de Venus, era su habilidad con las bromas y para hacer que no los pillaran durante, o después de la broma. Algo bastante útil conociendo a los merodeadores.
Ese día, Venus se levantó gracias al grito que pegó Lilianne y corrió para entrar a la ducha primero, ganándole la ducha a Lilianne. Lilianne volvió a gritar, esta vez, dirigiéndose a Venus. Venus rió mientras abría el grifo de la ducha. Cuando salió de la ducha envuelta solo en una toalla, se vistió en menos de lo que canta un gallo y bajó las escaleras, dispuesta a esperar a los merodadores.
Cuando ellos entraron a la sala común, Venus sonrió y los cinco chicos empezaron a caminar hasta al gran comedor. Cuando llegaron, se sentaron junto a Lily, Marlene y Alice.
―¿Te fuiste sin ducharte? ―preguntó Venus, con un toque de burla.
―No es mi culpa que me hayas robado la ducha ―espetó Lily.
Venus arrugó la nariz y antes de que pudiera decir algo, James la estaba abrazando.
―No la hagas enojar, peli-peli ―espetó, apuntando a Venus con la cabeza.
Después de todo, Venus era conocida por jamás quedarse callada si algo le molestaba.
―A ver, y ¿por qué no? ―preguntó Lily desafiante.
―No querrás saberlo ―respondió Sirius antes de que Venus pudiera articular algo.
―Pues sí, Black, sí lo quiero saber.
Un brillo de ira apareció en los ojos de Sirius y soltó a Venus, le susurró algo en el oído y los ojos de ella cambiaron a rojos carmesí.
―Aléjate de mí, maldita perra ―le espetó a Lily, con voz venenosa.
Lily se estremeció. James, molesto, se acercó a Venus y se susurró algo en el oído. Sus ojos volvieron a ser del usual verde esmeralda.
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