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xvii. let me save her




Apenas unos días después, cuando Blaise ya había vuelto a casa, tanto él como Hayley habían decidido hacer una pequeña comida entre ellos, solo para matar el aburrimiento de no tener a Theodore y Draco junto a ellos. Orion esperaba a que algo cayera de la mesada mientras Hedwig posaba en el hombro de Blaise, simplemente viendo lo que ambos hacían.

Fue entonces cuando un estruendo se escuchó fuera de la cabaña, sobresaltando a ambos. Hedwig revoloteó y regresó a su jaula de inmediato. Orion ladró con fuerza, lo cuál fue completamente extraño, él no solía hacer eso.

Entre una y otra mirada confundida, Blaise y Hayley apuntaron con sus varitas hacia la puerta de la entrada, acercándose con cautela.

Casi de inmediato, la puerta se abrió de golpe y un agitado Killian se dejó ver. Por más extraño que pareciera, no estaban ni Theo ni Draco a sus lados.

―¿Papá?―murmuró Hayley confundida.

―Necesitamos irnos.―apuró.―Ahora.

―¿De qué hablas?

―Te requieren, Hayley.―se limitó a decir.―En Malfoy Manor. Ahora. No hay tiempo para tomar tus cosas, tenemos que irnos ya. Ven con nosotros, Blaise.

Aunque confundidos, obedecieron a Killian y se apuraron a salir de la cabaña con un confundido Orion observando detrás de la puerta. Estaba claro que nadie sabía qué estaba pasando.

Hayley se aferró al brazo de su padre para desaparecer del Bosque de Dean, pero antes de eso, escuchó como este decía unas fuertes y claras palabras a Blaise.

―Protegela.―había dicho ante la seria mirada de Blaise.―Ante todo y sobre todo.

Y Zabini asintió.

El ambiente había cambiado por completo al aparecer en la mansión de los Malfoy. Los pasos de Killian eran apresurados y si Hayley se hubiera soltado de su agarre estaría unos cuantos metros atrás. Blaise los seguía, siempre cubriendo sus espaldas.

Una niebla abarcaba el recorrido a la verdadera entrada de Malfoy Manor, donde detrás de las verjas de hierro, Narcissa Malfoy aguardaba por ellos. Dedicó a Hayley una mínima pero cálida sonrisa. Killian no se mostraba muy feliz y hasta un punto, Hayley llegaba a tener miedo de él.

Pero permaneció callada lo cuál era extraño, devolvió la sonrisa a Narcissa y por un momento se preguntó si ella ya estaba enterada del compromiso con su hijo. De alguna manera, esperaba que sí.

Cuando cayó en cuenta, ya estaban en el vestíbulo de la mansión, pero no estaban solos, Draco y Theo también estaban ahí. Y hasta esa parte todo estaría perfecto, pero ellos no eran los únicos. Estaba Lucius Malfoy, se veía desquiciado y tenía aspecto de maníaco, pero aún así no perdía esa expresión de disgusto en su rostro; había alrededor de cinco hombres que no tenía idea quienes eran, pero sostenían a tres cabelleras que por desgracia Hayley conocía a la perfección, eran Ron, Hermione y por supuesto Harry. No estaban ahí por algo bueno y eso lo puso de inmediato.

Draco estaba arrodillado frente a Harry mientras este era sostenido por uno de los hombres, fue entonces cuando Hayley se percató que había algo muy... extraño en su rostro. Estaba desfigurado e hinchado pero sin dudas era Harry y en alguna otra ocasión, hubiera largado una carcajada de solo verlo. Pero Lucius estaba detrás de Draco con una mirada amenazadora, susurrándole cosas al oído y apretando su hombro con tanta fuerza que la hizo sentir rabia. La expresión de Draco rompió a Hayley, estaba claro que no sabía qué decir o hacer y Hayley estaba tomando consciencia de la función que querían que hiciera en ese lugar.

Una risa rompió los pensamientos de Hayley y casi gruñe a causa de lo mismo. Por Merlín, solo podía pensar en acabar con ella.

―Hayley Potter.―murmuró Bellatrix Lestrange llegando a la escena con su usual sonrisa que la hacía parecer como una completa loca y nada la hacía dudar que de verdad lo estaba. Bellatrix pasó su lengua por sus dientes -o lo que quedaba de ellos- y su sonrisa se ensanchó aún más, si es que eso se podía.

―Nott.―corrigió, manteniéndose impasible.

―Ven acá, niña.―espetó tomándola del brazo hasta hacerla tomar el lugar de Draco. Killian casi la maldice en el momento en que se la arrebató.

―No me toques.―gruño Hayley soltándose con agresividad de su agarre.

―¿Este es Harry Potter?―inquirió Bellatrix alzando sus cejas con mirada expectante. Lucía intimidante, pero no lo suficiente para Hayley.

―No.―respondió después de unos segundos de mirar a Harry, evitando hacer contacto visual con él. 

―¡Miente!―exclamó Bellatrix.

De inmediato, Hayley se incorporó y la encaró. Por un segundo, vio la confusión pasar por su rostro antes de retomar su sonrisa burlona.

―Viví quince años junto a Harry Potter, si hay alguien aquí que sabe reconocer a ese inepto soy yo.

―¿Y qué hay de ellos, huh? La sangre sucia y el traidor.―rió Bellatrix señalado hacía Ron y Hermione.―El pelirrojo no ha apartado los ojos de ti desde que pusiste un pie aquí, deben conocerte, ¿no es así?

―No tengo ni idea de quiénes hablas.―aclaró Hayley.

―¡Killian!―gritó Bellatrix.―Tu querida hija no está poniendo de su parte. Creo que no entiende lo encantado que estará nuestro Señor Tenebroso al tener a Potter aquí.

―Debo recordarle, Madame Lestrange, que nosotros fuimos los que lo capturamos y somos nosotros quienes reclamaremos el oro.―habló uno de los hombres que sostenían a Ron y Hermione.

―¡Oro!―se rió Bellatrix.―Toma tu oro, asqueroso carroñero. ¿Qué me importa el dinero? Sólo busco el honor de su... de...

Hayley aprovechó su descuido y volvió de inmediato con Killian y quien la cubrió con su cuerpo. Blaise a su lado, le dedicó una mirada para cerciorarse de que estaba bien.

―¿Qué es eso que tienes allí?―oyó decir a Bellatrix mientras Hayley buscaba la mirada de Draco o Theo, pero ambos la tenían perdida.

―Una espada.―gruñó uno de los carroñeros.

―Dámela.

―No es suya, es mía, la encontré yo.

En un rápido movimiento y un destello rojo, Bellatrix había aturdido a cuatro de los cinco hombres que se encontraban ahí. Hayley reconoció al último.

―¿Dónde conseguiste esta espada?―susurró a Greyback, el hombre lobo.―¡Snape la envió a una cámara en Gringotts!

―Estaba en su tienda.―gruñó Greyback.

―Si de verdad es Potter, no debe sufrir daño.―murmuró Bellatrix más para si misma.―El Señor Oscuro desea disponer de Potter él mismo.. Pero si averigua... debo... debo saber...

―Lleva a estos prisioneros abajo a la celda, Greyback.―ordenó Narcissa.

―Espera.―dijo Bellatrix agudamente.―A todos excepto... excepto a la sangre sucia.

La sangre de Hayley se heló por completo, removiéndose un poco para tomar lugar entre no su padre y Blaise y no detrás de ello.

―¡No!―gritó Ron.―¡Puedes tenerme a mi! ¡Tómame a mí!

Bellatrix le cruzó la cara de una bofetada, el golpe resonó por toda la habitación.

―Si ella muere en el interrogatorio, tú serás el siguiente.―dijo.―El traidor a la sangre está en mi lista, pero la sangre sucia será la primera. Llévalos abajo, Greyback, y asegúrate de que están a salvo, no les hagas nada más... aún.

Tomó a Hermione del cabello y la arrastró hasta el medio de la habitación mientras Greyback obligaba a Ron y Harry hacia otra puerta, desapareciendo al fin por un oscuro pasillo.

―Esa espada debía estar en mi bóveda de Gringotts.―escuchó decir a Bellatrix sobre Hermione.―¿Cómo la obtuviste?

Hayley ni siquiera parpadeó cuando el filo de una navaja se hizo relucir entre las manos de Bellatrix, pero sintió miedo. Lo siguiente que se escuchó fue un grito fuerte y desgarrador proveniente de Hermione. Era doloroso de escuchar y sintió un escalofrío de la impotencia.

Blaise, Theo e incluso Draco habían apartaron las miradas, intentando no concentrarse en los de la chica que se removía con desesperación en medio del lugar. Pero en cambio Hayley no podía. Quería actuar pero sus manos parecían haberse convertido en hierro.

―La encontramos... la encontramos... ¡POR FAVOR!―gritó de nuevo y eso fue suficiente para que los dedos de Hayley se ciñeran en su varita.

Pero antes de que pudiera hacer algo, intentando manterse discreto, Killian la detuvo.

―No.―le dijo entre dientes.

―Por favor, déjame salvarla.―suplicó en voz tan baja que Killian apenas y pudo escucharla.

―Hayley...―murmuró Blaise, intentando tomar su brazo.

―Va a matarla.―balbuceó Hayley.―No puedo permitir eso.

―Estás mintiendo, asquerosa sangre sucia, ¡y lo sé! ¡Has estado dentro de mi cámara de Gringotts! ¡Dime la verdad!

Otro grito aún más fuerte que los anteriores...

Hayley no estaba segura si podría soportarlo. O si Hermione lo haría. 

―¿Qué más se llevaron, qué mas? ¡RESPONDEME! ¡CRUCIO!

―Por favor...―suplicó Hayley.

Entre los gritos de Hermione, Killian compartió una mirada con Blaise y asintió; entonces Hayley lo tomó como una señal.

―¡EXPULSO!―exclamó Hayley a la par que un EXPELLIARMUS se escuchaba en el fondo del salón, pero Hayley lo ignoró.

Aunque Bellatrix fue empujada bruscamente del cuerpo de Hermione, no tardó nada en recomponerse y apuntar directamente a Hayley.―¿Cómo te atreves... ? ¡SECTUMSEMPRA!

―¡PROTEGO HORRIBILIS!―exclamó Blaise casi al mismo tiempo, y en cuestión de segundos rodeó a Hayley con sus brazos antes de que cayera.

Lo último que Hayley vio fue el pánico recorrer el rostro de Draco, ni hablar de la expresión de Theo y de Killian no pudo saber más porque su cara topó con el pecho de Blaise antes de desaparecer de Malfoy Manor.

Todo a su alrededor giraba a una velocidad increíble e incluso sentía náuseas. Lo extraño de todo aquello, es que podía sentir su espalda chocar contra una cómoda superficie. Abrió un poco los ojos y se sintió tranquila al distinguir una azabache cabellera.

—Blaise, me duele mucho el cuerpo.—balbuceó Hayley. 

Blaise suspiró (probablemente de alivio) y terminó de rosear las últimas gotas del díctamo sobre las heridas. 

―¿Dónde estamos?―preguntó Hayley unos segundos después. 

Prestó atención a sus brazos y vio delgadas líneas blancuzcas relucir ahí y seguro que también en su pecho, abdomen y posiblemente también en las piernas. Dejó caer su cabeza de nuevo en la almohada, sintiéndose cansada. 

―En la cabaña, pero no sé si sea la mejor idea.―admitió cerrando el pequeño frasco. 

―¿De qué hablas? 

―De que en cualquier momento puede llegar Draco o Theodore y empezar a gritar cosas de las que después se arrepentirán. 

―Oh.―asintió Hayley lentamente antes de preguntar con voz queda:―Blaise, ¿siempre tendré esas cicatrices? 

―¿Es eso lo que de verdad te importa?―preguntó el moreno. 

Hayley negó. 

―Apenas un par de días, no te preocupes.―sonrió brevemente.―Fue una suerte que el hechizo no causara tanto daño, tus heridas apenas se abrieron así que no perdiste mucha sangre. 

―Gracias.―murmuró Hayley apenas audible. Como único acto, Blaise dejó un pequeño apretón en su mano antes de ponerse de pie para dejar el díctamo en su lugar. 

 Le tomó un par de minutos hacerlo, pero a final de cuentas juntó fuerzas y con algo de esfuerzo se incorporó en la cama, cayendo en cuenta que era la habitación de Blaise. Apenas giró un poco a la izquierda, se encontró con Orion mirándola fijamente pero sin moverse. Hayley sonrió y alzó una mano para acariciarlo, pero le fue casi imposible pues todo su cuerpo dolía. De inmediato, Orion ladró y Blaise estaba de vuelta. 

―¿Qué intentas hacer?―inquirió Blaise. 

―Dijiste que no era una buena estar aquí, entonces hay que irnos.―dijo mientras daba lo mejor de ella para ponerse de pie. Lo logró con un quejido dando cortos pasos hacia él. 

―Estás loca.―negó Blaise.―Vuelve a la cama, Hayls. 

―Hay que irnos.―prosiguió Hayley pasándolo de largo. 

―Suponiendo que nos iremos de aquí, ¿a dónde iríamos?―preguntó Blaise comenzando a caminar detrás de ella. 

Si era completamente sincero, lo último que quería era a Draco Malfoy y Theodore Nott haciendo una escena, porque aquellos dos juntos no eran precisamente el resultado de una buena combinación. Aún menos cuando toda la culpa caería ante él incluso cuando Killian había autorizado cualquier cosa que hubiera hecho Hayley. 

―Al mundo muggle por supuesto.―ironizó Hayley terminando de bajar el último escalón. 

Cuando iba a soltar una risa para dejar en claro que era una broma, se giró hacia Blaise y se topó con una rara y seria expresión. Hayley se aclaró la garganta. 

―Era un broma, ¿sabes?―dijo nerviosa. Blaise negó. 

―Cambia tu ropa y toma un abrigo.―fue lo único que dijo. 

―Blaise, era una bro... 

―¡Ahora, Hayley!―apuró haciendo una seña. 

Confundida y algo adolorida, Hayley volvió escaleras arriba con algo de esfuerzo siendo seguida por Orion en lo que Blaise hacía Merlín sabe qué. Abrió la puerta de su habitación y lo primero que hizo fue ir al cuarto de baño. 

Se miró en el espejo y vio su rostro un poco más pálido que antes y algunos dos cortes en cada mejilla, pero de estos solo quedaban marcas. Con una mueca, Hayley abrió el grifó y mojó un poco su su cara para luego pasar una toalla sobre ella. Lavó sus dientes y después se miró un segundo en el espejo. 

Sin poder evitarlo, alzó un poco su blusa y vio las marcas que había allí. Suspiró y salió a buscar algo de ropa; eligió algo no muy fuera de lo común: mom jeans, una blusa a mangas largas y cuello alto en color negro y por último algunos zapatos blancos. Acomodó brevemente su cabello e hizo una seña a Orion para bajar una vez más. 

―Toma esto.―indicó Blaise apenas la vio, tendiéndole una extraña copa con un extraño líquido.―Es para el dolor. 

Asintiendo, Hayley lo tomó sin dudarlo dos veces de un solo trago, su cuerpo sufriendo un pequeño escalofrío como consecuencia. 

―¿Nos vamos?―preguntó Blaise a lo que Hayley asintió. 

―¿Podemos llevar a Orion?―preguntó Hayley.―Siento que estamos más seguros con él. 

―Pensé lo mismo.―concordó Blaise.―Hey, te dije que usaras un abrigo. 

―Pero... 

―Olvídalo, toma este de Theo.―rodó los ojos el moreno acercándose al perchero. 

Vio como Blaise tomaba un abrigo que ella consideraba demasiado grande para ella, era de una tela a cuadros no tan grandes en colores blancos y negros. Cuando Blaise lo puso sobre sus hombros, Hayley bufó; le quedaba apenas un poco más arriba de los tobillos. 

―Hay que irnos.―dijo Blaise antes de que pudiera quejarse, abriendo ya la puerta para ella. Así que sin más, se acomodó el abrigo y caminó detrás de Orion. 

Una vez los tres afuera, Blaise habló de nuevo. 

―Tal vez debas usar esto.―murmuró sacando un par de guantes negros de su bolsillo. Hayley miró sus manos y vio que también había cicatrices ahí. 

―Patético.―bufó colocándoselos. 

Cuando terminó, enganchó su brazo con el de Blaise y este tomó a Orion (ya que Hayley no podía hacer tanto esfuerzo como para cargarlo) y en un abrir y cerrar de ojos, estaban pisando el callejón Diagón. 

―Toma mi mano.―masculló Blaise y sin rechistar Hayley las entrelazó. 

Delante de ellos, Orion guiaba el paso. 

Llegaron al Caldero Chorreante, ninguno de ellos se atrevió a saludar o siquiera voltear a ver a alguien, solo siguieron con su camino. 

―¿Es tu primera vez aquí?―preguntó Hayley cuando se alejaron de aquel bar. Blaise asintió. 

―Mi madre nunca lo permitiría.―rió. 

―No conozco mucho el Londres umggle.―admitió Hayley mientras recorrían las calles con tranquilidad.―Los Dursley no solían traernos a este lugar, nos odiaban demasiado para hacerlo. Creo que la primera vez que estuve aquí, fue gracias a Hagrid. 

―¿El profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas?―rió Blaise.―Eso es extraño. 

―Oh, lo fue.―asintió Hayley, una risa sincera cruzando sus labios, luego sonrió con tristeza.―Desearía que Draco y Theo estuvieran aquí. 

Blaise suspiró. 

―Tal vez si convences a ese hurón tuyo que tienes por novio, podríamos venir luego.―ofreció Blaise soltando una risa.―Quiero verte intentando. 

―Lo haré.―aseguró Hayley codeandolo. 

―¿Hayley? ¿Hayley Potter?―dijo una voz que no le costó mucho en reconocer. 

Hayley alzó la mirada y casi se hecha para atrás en el proceso. 

―¿Dudley?




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fecha de publicación: ₂₆/₁₂/₂₀₂₀
-sin editar-

ahre ya no dejen q la bellatrix se junte con severus por fAVOR

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