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xi. cho said...


―Wow, eso es maravilloso.―murmuró Hayley y dejó caer su cabeza en el hombro del chico, admirando lo que este hacía con su varita.

Ambos estaban sentados en el piso, apoyando sus espaldas en la pared de la mazmorra, un poco alejados de la sala común. Era bastante temprano (ni siquiera era la hora del desayuno) y solo pasaban el rato antes de que comenzara la segunda prueba del torneo.

―Mira esto. Avis.―de la punta de la varita salieron pequeños pajaritos que hicieron a Hayley soltar una gran sonrisa.

―Genial, ¿me enseñas?―preguntó Hayley como niña pequeña. El chico giró un poco para verla, se veía preciosa así: su piel pálida por recién despertar y su cabello despeinado. Hayley alzó un poco la mirada e hicieron contacto visual, se acercaron un poco y sus respiraciones chocaban. Poco antes de que sus labios se rozaran, ambos se separaron soltando una carcajada. Jason pasó un brazo por sus hombros y le besó la mejilla.

―Tonta.―rió.

―Tonto tú.―Hayley le sacó la lengua.

Cuando Jason iba a responderle algo, fuertes pisadas lo interrumpieron. Ambos alzaron la mirada y no eran más que Blaise Zabini, Theodore Nott y por supuesto Draco Malfoy. Los tres se cruzaron de brazos.

―¿Qué haces aquí y por qué sigues en pijama?―espetó Draco sin más.

―Desperté temprano y fui a buscar a Jay.―se encogió de hombros.

―¿A la Torre de Gryffindor?―inquirió Blaise. Hayley asintió mientras Jason solo estaba en silencio, siempre era incómodo estar con los amigos de Hayley cerca.

―Como sea.―Draco rodó los ojos molesto y volvió sin decir nada más a la sala común.

Blaise y Theo hicieron una mueca, se encogieron de hombros y continuaron su camino seguramente al Gran Comedor seguidos de Crabbe y Goyle. Hayley se volvió a Jason y mordió su labio con nerviosismo.

―Anda, ve.―la animó.

―¿Crees que...?

―No seas tonta, por supuesto que sí. Anda.―Se puso de pie y le tendió una mano para que lo imitara.

―Enserio eres un amor, Jay.―Jason solo mostró una pequeña sonrisa y la empujó un poco para que caminara.

―Ve con tu chico, yo te veré después de la prueba ¡y cambia ese pijama!

―¡Por supuesto que no!―Hayley había comenzado a caminar rápidamente de vuelta a su sala común, pero a la mitad se detuvo y regresó con Jason.―Gracias.―susurró en un corto abrazo que el pelinegro apenas pudo regresar porque Hayley ya había vuelto a correr.

Jason sonrió al verla andar.

Sí, le gustaba Hayley, pero sabía que le gustaba más verla feliz con otra persona a estar forzada con él.

Mientras Hayley apenas pudo suspirar la contraseña, corrió inmediatamente a las escaleras que daban a las habitaciones de los chicos y las subió de dos en dos. En el pasillo, se topó a Pansy arreglando un poco su maquillaje, justo cuando esta iba a tocar la puerta de la habitación de Draco, Hayley la quitó.

―No, cariño. Hoy no.―le sonrió falsamente y abrió la puerta de la habitación. Entró lo más rápido que pudo y se apuró de cerrar con seguro la puerta, esperando que Pansy no renegara más e intentara abrirla con un hechizo.

Sin embargo, solo la escuchó chillar y unos pasos molestos alejarse.

―¿Qué fue...? ¿Qué haces aquí?―bufó el rubio saliendo del cuarto de baño.

―Y-yo... no sé.―murmuró Hayley.

―Deberías irte, Jillian. Wemblay te está esperando.

―No, no lo hace.―aseguró.

―Como digas.―rió sin gracia.

―¿Qué es lo que te pasa?―Hayley se cruzó de brazos.

―¿A mí? Nada.―gruñó arrastrando las palabras. Le dio la espalda y empezó a rebuscar algo entre su baúl.

―¿Estás molesto?

―No.

Bien, sí lo estaba.

¿Sería ese un buen momento para seguir los consejos de Cho Chang?

Hayley suspiró pesadamente y bajó la cremallera de su hoodie, replanteando más de dos veces qué demonios estaba haciendo con su vida. ¿Estaría haciendo mal? No lo sabía, y tampoco había entendido muy bien lo que había dicho su mejor amiga, ni para qué funcionaba, ella solo había dicho que lo probara. Cuando estaba por la mitad en el proceso de levantar su blusa de tirantes, las manos de un alterado Draco la pararon.

―¿Qué crees que haces?―espetó entre asustado y confundido. Ahí fue cuando Hayley cayó en cuenta en cuenta y un fuerte color carmesí se esparció por toda su cara.

―Y-y-yo... n-no sé... eh... ¿Cho?―balbuceó nerviosa y claramente avergonzada.

―Nena, ¿en qué demonios estabas pensando?―Draco no pudo evitarlo y soltó una risa. Hayley bajó la mirada apenada y jugó un poco con sus pantuflas.

―Bueno... Cho dijo que ella hacía eso cuando Cedric estaba molesto o estresado, no entendí muy bien porqué. Pensé que podía funcionar porque ya sabes...―jugueteó con sus manos y mordió el interior de su mejilla.

Sus mejillas encendidas toparon con el pecho de Draco quien la envolvió en un abrazo sin saber muy bien que decir, aunque tenía que admitir que la situación lo divertía un poco, pero no podría hacerlo notar o Hayley se sintiria mal.

―Soy patética, ¿cierto?

―Mucho.―el rubio le pasó la coronilla con el fin de esconder su sonrisa.

―¿Irás con Theo y Blaise a burlarte?

―Nena, por supuesto que no.―Draco frunció el ceño e intentó separarla un poco para mirarla a los ojos, pero Hayley parecía no querer salir de su escondite.―Vamos, linda, mírame.

―No quiero.―bufó.

―Creo que la última vez dejaste un pastel de caldero por ahí...

―¿¡Y apenas me lo dices!?―exclamó separándose de golpe. Draco sonrió y Hayley se cruzó de brazos.―No hay ningún pastel de caldero, ¿cierto?

Draco negó y la tomó por las mejillas. Hayley frunció el ceño y la nariz, aún sintiendo el calor recorrer toda su cara.

―No voy a burlarme del Potter equivocado, ¿bien?―Hayley asintió lentamente.―Y tú definitivamente no volverás a seguir un consejo de Chang. Es una orden.

Hayley frunció el ceño.

―¿Quién eres para darme ordenes?

―Draco Malfoy, nena.―sonrió coqueto.

―Nunca cambias, Lucius.―rió Hayley, suspirando aliviada.

―Ya, pero no vuelvas a hacer eso. Al menos no aún.

―¿Aún?―Hayley alzó una ceja.

―Lo escuchaste ya, nena.―sonrió y pasó sus brazos por su cintura. Hayley lo siguió y pasó sus brazos por su cuello.

―Repitelo.―habló lentamente. Mordió su labio y lo relamió.

―Voy a besarte.―avisó.

―¿Qué?

Draco ya no contestó, pero sí la tomó de la nuca para poder juntar sus labios con los de ella. Liberó la tensión que no sabía que tenía en sus hombros y soltó un breve suspiro en lo que movía sus labios con delicadeza, sin obtener aún una respuesta de Hayley. 

Draco se dejó llevar un momento y con cuidado acarició su cintura con la mano que aún sostenía ahí, y cuando estaba a punto de separarse, Hayley le mordió un poco el labio inferior sin saber muy bien que hacer, pero estaba segura que no quería que el rubio se apartara. Con desconfianza, movió sus labios intentando seguir el ritmo al beso, Draco casi suelta un gemido. 

Hayley aprovechó su agarre en el cuello para acercarlo un poco más a ella, aunque tuvo que apoyarse un poco en las puntas de sus pies. Se sentía desvanecer y le gustaba aquello, sabía profundamente que nunca olvidaría eso porque claramente era su primer beso.

Al separarse, se miraron fijamente a los ojos, Hayley mordió el interior de su mejilla con nerviosismo en lo que Draco acariciaba su espalda y la miraba con adoración. 

―Puedes hacerlo otra vez...―comentó Hayley con desdén. Y Draco obedeció.

―¿Por qué tardaron tanto?―preguntó Blaise subiendo y bajando las cejas repetidamente.―Ya casi termina el desayuno, incluso algunos ya se están yendo para ver la prueba.

―Hayley tardó mucho.―mintió el rubio con facilidad tomando una manzana verde.

―Sí...―concordó Hayley tomando asiento a su lado y eligió una tostada para el desayuno.

―Señorita Potter.―Hayley giró en su lugar para encontrarse con la profesora McGonagall. Hayley la miró confundida.―Necesito que me acompañe a mi despacho a... conversar un poco con usted.

Hayley se volvió con los chicos y entre ellos cuatro se miraron confundidos.

―Profesora, el que lanzó el hechizo en aquella ocasión fui yo, no Hayley...

―Sobre eso no quería hablar, señor Zabini.―aclaró McGonagall dedicándole una mirada severa.―Pero eso lo trataremos después. Ahora... Potter, sígueme.

―Los veo en la prueba, supongo.―contestó terminando su tostada lo más rápido que pudo y besó la mejilla de Draco antes de salir corriendo tras la profesora McGonagall.

―Te odio, Harry Potter.―titiritó Hayley de frió. Seguido de eso, escupió un chorro de agua de su boca.―Enserio te odio.

―Lo siento, ¿sí? No tenía ni idea que se refería a ti.―Harry frunció los labios incómodo.

―Abrázame, idiota. ¿No ves que muero de frío?―Harry rió y abrió sus brazos (cubiertos por una manta muy gruesa) y envolvió a Hayley en ellos, ella también estaba cubierta por una manta, aunque estaba hecha bolita y temblaba notoriamente.―Estás mojado, Harry.

―¿Qué esperabas, Hayley?

―No lo sé.―bufó.

Solo estaban esperando a que los jueces calificaran, pero estos se encontraban hablando con las sirenas sobre lo que había pasado en el Lago Negro.

―Así que...―soltó Hayley después de un rato. Había apoyado su cabeza en el pecho de Harry y ambos estaban en completo silencio.―Soy lo más preciado que tienes, eh.

―Eres mi hermana, Hayley. Siempre vas a ser lo más preciado que tengo, aunque actúe como un tonto.―suspiró.

―¿Ahora actúas? Vaya, te sale muy natural.

Harry bufó.

―Discúlpame.―rodó los ojos.

Los jueces llamaron su atención y dieron las puntuaciones, Fleur no había llegado con su rehén y era aquella niña que había traído Harry junto con Hayley; después nombraron a Cedric, había sido el primero y su rehén era obviamente Cho; seguido de Krum que había tenido el segundo lugar trayendo a Hermione; y el último en llegar había sido Harry, al cual le nivelaron su puntuación por su buena moral en querer rescatar a todos y Hayley no supo qué más porque dejó de poner atención, simplemente se quedó con los brazos de su mellizo rodeándola hasta que todos terminaron de hablar.

Se habían acercado Ron y Hermione pero Hayley ni se movió, solo sentía el pecho de Harry vibrar cuando hablaba. Después de un rato vio como una rubia cabellera se acercaba a paso apresurado junto con otras cuatro, Hayley se separó rápidamente de Harry y corrió en dirección a Draco y se lanzó a abrazar.

Draco suspiró a al fin tenerla entre sus brazos de nuevo y la alzó un poco .

―Casi nos matas del puto susto, no vuelvas a hacer eso, Jillian.

Hayley solo pudo volver a abrazarlo.

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