x. yellow hearts
―¿¡QUÉ-MIERDA-TENÍAS-EN-LA-CABEZA!?―decía Hayley mientras le golpeaba el brazo.
―¡Hayley, auch!
―¿Qué demonios contigo, Sirius Orion Black?
―No te dije mi segundo nombre para que me atacaras.―bufó el hombre.
―¡No me dijiste que planeabas matarlo!―exclamó bajando la voz.
La situación era la siguiente: el prófugo de Azkaban había entrado a la Torre de Gryffindor y específicamente a la habitación de Harry Potter, sin embargo su intención no era matar a Harry, sino a la rata de Ron, Scabbers, que aparentemente no se la había comido Crookshanks.
Todo se había puesto complicado, pues Ron lo había visto con un cuchillo en la mano. El retrato de Sir Cadogan había admitido dejarlo entrar y todos en el castillo estaban paranoicos ahora. Los profesores hacían guardia día y noche mientras los alumnos tenían que caminar acompañados a las aulas o a su salas comunes. Esta era la razón por la que Hayley no había podido visitar a Sirius en el Bosque Prohibido.
―¡Él es el traidor, tenía que matarlo!―se defendió.
―Sí, es el traidor, pero si lo matas... ¡¿cómo mierda piensas limpiar tu nombre!?
Sirius pareció pensarlo.
―Bien, pero cuando eso pase, lo mataré.
―Oh, tranquilo. Yo podría ayudarte.
―¿Qué es lo que escondes?―Hayley saltó asustada en su lugar para luego mirar molesta a Draco.
―Mierda, Malfoy.―suspiró poniendo una mano en su pecho.
―¿Qué es lo que escondes?―repitió el rubio.
Hayley lo miró confundida.
―No sé de qué hablas.―dijo por fin, volviendo su atención a su ensayo de Pociones.
―Hablo de que Sirius Black intentó matar a tu hermano el cara rajada hace unos días y tú estás aquí muy tranquila.
―No es como si pudiera hacer más.
Draco bufó una sonrisa.
―¿No confías en mí?―arrastró las palabras con burla. Si no hubiera sido Draco, hubiera notado su tono herido en su voz.
―Lo hago.―contestó aun sin verlo.
―Jillian.
―¿Sí?
―¿A qué vas al Bosque Prohibido a media noche?
Hayley sintió que se le paralizó el corazón un buen tiempo, sin embargo siguió escribiendo como si nada. Sin embargo mordía su mejilla con nerviosismo y acomodaba sus gafas cada dos segundos.
―Genial. No confías en mí.―sonrió cínico y alzó sus brazos con rendición.
―Draco...
―No. Háblame cuando confíes en decirme que te ves con alguien a media noche, aún y cuando hay un prófugo intentando matar a San Potter y posiblemente a ti también.
―No tengo tiempo para tu drama, Lucius.―bufó Hayley tomando sus cosas para seguido de eso caminar hacia las escaleras que la dirigían a su habitación.
Draco en su lugar, bufó molesto.
¿Qué le escondía Hayley?
―¿Qué es lo que le pasa?―preguntó Theo Nott a Hayley cuando todo Slytherin se dirigía al Gran Comedor.
―Oh, está molesto porque piensa que me veo con alguien en el Bosque Prohibido.―se encogió de hombros la azabache.
Esa mañana en especifico, Draco Malfoy parecía estar mas irritable de lo normal. Respondía a todos con cansancio y rudeza y no podía mantener una buena conversación con nadie.
―Te dije que le gustabas.―la codeó.
―¿Qué insinúas, Nott?
―Lo que tú ya sabes.―le hizo un guiño.
Hayley lo miró de arriba abajo, despectiva.
―Nott, Malfoy quiere que vayas con el grupo.―interrumpió la voz de Gregory Goyle.
―¿Para?―Theo alzó una ceja.
―Solo lo dijo.―se encogió de hombros Goyle.
―Bien.―bufó.―Te veo en la mesa, Hayls.―le despeinó un poco el cabello antes de dirigirse con Draco, Pansy, Crabbe y Zabini.
Hayley caminaba a paso lento y fue de las últimas en llegar al Gran Comedor bajo la molesta mirada de Severus Snape. Se dio paso al gran salón y caminó hacia al común lugar donde solía comer con sus compañeros, dándose cuenta que a los lados de Draco estaban Crabbe y Goyle, frente a él Theodore y a sus costos Zabini y Parkinson.
Paró abruptamente y cambió el rumbo a la mesa de Gryffindor, tomó asiento entre Hermione y Fred.
―¿Mal día?―preguntó el pelirrojo.
―Draco está molesto.―se encogió de hombros y comenzó a servir su plato con tostadas, pues era lo que predominaba en la mesa de los leones.
―Oh, ya veo.―se burló el chico.
Antes de que Hayley pudiera decir algo más, Neville Longbotton se sentó frente a ella.
―Hola, Hayley.―saludó tímidamente el chico.
―Hey, Nev.―contestó Hayley con una pequeña sonrisa.―¿Por qué esa cara?
―Programaron una nueva salida a Hogsmade y la profesora McGonagall me la ha anulado.―torció el gesto.
―¿Por qué?―preguntó confundida.
―Yo perdí las contraseñas y por mi culpa Sirius Black entró a la sala común...
Hayley tragó saliva. Neville no las había perdido, Sirius las había robado.
―No fue tu culpa, Neville. La profesora McGonagall está siendo injusta contigo, tú no sabías.
―Gracias, Hayls.―murmuró Neville avergonzado. Fred la codeó y George rió, a lo que Hayley rodó los ojos ignorando aquello.
A su derecha, Hermione le tocó el hombro.
―Hey... ¿más tarde quisieras ir a la sala común? ya sabes... charlar un poco.
Hayley no pasó por alto el tono avergonzado y afligido en su voz.
―Claro, pediré a Harry la capa.―le sonrió. Hermione hizo lo mismo y siguió en su desayuno.
―Alguien te observa.―susurró Fred a su lado.
Hayley alzó la mirada y se encontró con los ojos grises de Draco Malfoy puestos en ella, pero al hacer contacto visual rápidamente los apartó y siguió hablando con Pansy.
―Es un idiota.―farfulló Hayley.
―Como buen Gryffindor, no puedo negarlo.―estuvieron de acuerdo los gemelos.
―Mione, ambas sabemos que es un idiota y el porqué; no deberías hacerle caso.―bufó.
―Me he sentido tan sola, Hayls...―sollozó la castaña.
―Vaya, no pensé que una escoba y una rata fueran más importantes que su amistad, después de todo, son el Trío de Oro.―La azabache se mordió un poco la lengua para no soltar el veneno en sus últimas palabras.
Si Hermione lo notó, no lo expresó.
―Sí... será mejor que salgas, Hayls. Tal vez te arriesgué demasiado a venir aquí con todo lo de Sirius Black y bueno...―sollozó de nuevo. Hayley le dio un fuerte abrazo y le palmeó la espalda.
―Tranquila, estaré bien. Pero tienes razón, nos vemos, Herms.
Sin más, salió de la habitación de la chica y de la Torre de Gryffindor. Era un aburrido viernes y poco faltaba para la cena, rendida se dirigió a las mazmorras para matar el tiempo.
Al llegar a su alcoba no hizo más que cambiarse y sacarse los aburridos anteojos. Cambió su túnica y uniforme por ropa común: jeans y una sudadera. Avanzó un poco sus deberes y al cabo de una hora bajó para la cena.
Los alumnos de Slytherin salieron nuevamente acompañados del profesor Snape, quien mantenía su mismo rostro serio y aburrido, como si hubiera algo ahí que lo molestara.
Sin mucho que perder, se sentó junto a Draco en la mesa de las serpientes. Sin embargo, el rubio platinado ni siquiera la miró en cambio a eso, se dedicó a cenar y a conversar con el resto de su grupo.
―¿No vas a hablarme?―bufó. Draco ni se inmutó.
Tal vez era la costumbre de siempre estar molestando y enfadando a Draco Malfoy y que ahora no le dirigiera la palabra hacia que todo comenzara a tornarse aburrido.
Ni siquiera había terminado su porción de pescado cuando empujó un poco su plato hacia adelante. El hambre había desaparecido.
―Tienes que comer.―soltó Draco sin mirarla, parecía muy ocupado en encajar su tenedor en un trozo de brócoli.
―Paso, pero gracias.―murmuró y sin desearlo dejó caer su cabeza en el hombro del rubio, quien automáticamente se tensó.
―Jillian...
―Hoy no, Draco.―suspiró con los ojos cerrados.
Como si fuera algo muy común entre ellos, Draco solo pudo darle un suave beso en la sien y seguir con su cena.
―¿Algo de tarta de melaza, al menos?―preguntó después de un rato, tiempo en el que Hayley seguía reposando su cabeza en el rubio, es más, parecía haberse quedado dormida.
―Por supuesto.―murmuró.―Draco.
―¿Sí?
―No me veo con nadie en el Bosque Prohibido, o al menos no alguien que deba preocuparte.
―¿Segura que no quieres ir? Enserio es genial.
―Gracias, Harry. Pero paso.
―Bien, te veo luego.―su mellizo le regaló un corto abrazo antes de perderse de su vista en el pasillo.
La nueva salida a Hogsmade había llegado y Harry había usado aquel mapa para ir a tal lugar, Hayley había pasado nuevamente, pues seguían siendo problemas seguros si alguien los descubría.
En su camino regreso a las mazmorras, se topó con el profesor Snape, a quien solo saludó con un asentimiento de cabeza y siguió como si nada.
Fue a su habitación por libros, pergaminos, plumas y sus nuevas tintas de colores -cortesía de Draco-, para de nuevo bajar a la sala común y se dedicó a hacer ensayos y deberes pendientes, que al final eran como seis.
Mas tarde, cuando Hayley estaba de acuerdo que era bastante temprano para que regresaran sus compañeros de Hogsmade, Draco Malfoy entró hecho una furia a la sala común.
―¡TÚ!―la apuntó.
Desde el piso, Hayley lo miraba confundida.
―¿Yo?
―Vi a Potter en Hogsmade, más bien solo su cabeza, ¿qué sabes de eso?
―No lo sé, Draco. Sus problemas ya no son los míos.
El platinado bufó molesto.
―Como sea, ya fui a informarle a Snape.―sonrió orgulloso de si mismo.
―Genial.―murmuró Hayley sin prestarle mucha atención, pues seguía escribiendo su redacción para el profesor Binns.
―¿Qué haces?―Mas calmado, Draco tomó lugar a su lado.
―Deberes del profesor Binns.―bufó. Entonces, Draco alzó un poco la vista de Hayley para pasearla por la mesita frente a ellos, topándose así con una cajita de madera bastante familiar para él.
―¿Te gustaron?―preguntó casualmente, aunque en el fondo debía admitir que estaba algo nervioso.
―Por supuesto, gracias Draquin.―Hayley le despeinó un poco la cabellera y le sonrió tiernamente; Draco ni se quejó. Después tomó unos pergaminos que estaban a su lado y se los pasó.―Hice algunos títulos con ellas, puedes verlos si quieres.―regresó a su ensayo mientras Draco pasaba de pergamino en pergamino.
―Este me gusta.―señaló una redacción para Transformaciones. Tenía pequeñas decoraciones en rosa alrededor del pergamino.
―Fue de mis favoritos.―sonrió la azabache.
Pasando un rato ya, Draco decidió que era más interesante husmear las cosas de Hayley que hablar con ella misma, así que eso hacía, hasta que Hayley se desesperó.
―Toma, dibuja algo o lo que quieras, pero quédate quieto.―le dijo tendiéndole un pergamino, pluma y tinta.
Draco bufó ofendido pero sin embargo tomó lo que le tendía la pelinegra en un arrebato.
Una hora después, Hayley había por fin terminado y veía con orgullo su último ensayo mientras Draco se mantenía en silencio.
―¿Qué haces?―se acercó un poco a él para recargar su peso en su hombro.―Draco Lucius Malfoy Black.―leyó.―¿Fue todo lo que hiciste en este tiempo?
―¿Qué más iba a hacer?―la miró mal el rubio.
―Solo decía.―dijo la azabache tomando una de sus plumas y mojando la punta en su tinta más reciente, la amarilla, para después acercarla a la esquina del pergamino del rubio, en donde solo se apreciaba su primer nombre, parecía haberlo escrito con aburrimiento.
Sin más, dibujó pequeños corazón alrededor de él y en letras muy pequeñas escribió el nombre de ella misma.
―¿Rodeaste mi nombre con corazones amarillos?―se burló el rubio.―Jillian, eres patética.
―Lo sé.―lo codeó Hayley con una sonrisa.
Draco lo hacía también.
―¡AUCH!
―¿AUCH?
―Sí, ¡AUCH!
―¿AUCH, QUÉ?
―Hayely, basta.―bufó Harry.
―¿BASTA?―exclamó.―Te dije que era mala idea ir.
Harry rodó los ojos.
―¿Por qué siempre me dices lo que ya sé?
―Porque de todas formas haces lo que quieres, James. ¿Sabes? mamá y papá dieron literalmente todo para que vivieras y tú.―lo apuntó con el dedo.―estás siendo un asco agradeciéndoles. Sales a arriesgarte solo por querer pasar estúpido tiempo con tus amigos. Yo seré una ignorante, pero tú un inmaduro.
Hayley sabía mejor que nadie que Harry no corría ningún peligro porque Sirius Black no quería matarlo, pero bien, ponerlo en su lugar de una vez en cuando no estaba mal.
Harry carraspeó.
―Van a... ejecutar a Buckbeak.―Hayley alzó una ceja en respuesta y se cruzó se brazos.
―Eso me habías dicho hace tiempo, ¿solo quieres recalcarlo?
―B-bueno, pueda que esa vez solo lo dije para hacerte sentir mal, pero ahora sí es verdad.
―Sí, Hagrid lo explicó bien en la carta que me envió anoche y Draco me lo dijo esta mañana. Como sea, adiós James.
Con la sensación de insatisfacción y bajo la severa mirada de Minerva McGonagall, Hayley entró al Gran Comedor y caminó a paso apresurado a su mesa, para tomar asiento en el lugar que le había apartado Draco para el almuerzo.
―¿Todo bien?
―Sí, sólo con la novedad de que Harry es estúpido, pero eso tú ya lo sabes.―sonrió cínicamente.
Cuando la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas, impartida por Hagrid, terminó, los de Slytherin y Gryffindor se dirigían de vuelta al castillo
Hayley conversaba animadamente con Theodore Nott y Blaise Zabini, mientras atrás de ellos caminaba Draco junto con sus gorilas.
―¡Miren como llora!
Hayley paró abruptamente bajo la incómoda mirada de los chicos a sus lados, dieron media vuelta en su lugar y se toparon con Draco dirigiéndose a Hagrid, quien estaba acompañado de Ron, Hermione y Harry.
―Lucius...―gruñó Hayley para que se callase, pero el rubio la ignoró.
―¿Habías visto alguna vez algo tan patético? Y pensar que es profesor nuestro...
Antes de que Ron, Harry o Hayley se acercaran, Hermione lo hizo primero.
Le dio a Malfoy una bofetada con todas sus fuerzas. Malfoy se tambaleó. Harry, Ron, Crabbe, Goyle e inclusive Nott y Zabini se quedaron estupefactos en el momento que Hermione volvió a alzar su mano.
―¡Hermione!―exclamó Hayley.
―No te metas, Hayley. No sirves de mucho.―espetó molesta la castaña.
―Oye, no le hable así, asquerosa san...
Malfoy no terminó de hablar porque ahora Hermione lo estaba apuntando con la varita.
―Vamonos.―musitó Draco y se fue seguido de Crabbe y Goyle por el pasadizo que se dirigía a las mazmorras.
Ni Harry, ni Ron y mucho menos Hermione la miraron por ultima vez antes de entrar al castillo.
―Vamos, tenemos Defensa Contra las Artes Oscuras..―Theo pasó un brazo por sus hombros para incitarla a caminar, pues se había quedado de pie mirando en donde habían estado Hermione y Draco.―Estará bien, luego podrás ir a la habitación, anda.
Hayley asintió y caminaron; Blaise Zabini había sacado un tema estúpido para distraerla un poco y Hayley fingió que funcionaba.
―¿Pasa algo, Hayley?―preguntó el profesor Lupin cuando ya toda la clase había salido del aula y Hayley seguía sentada en su lugar.
―Una pequeña pelea, no importa.―bufó.―Profesor... usted enseñó a Harry a hacer el encantamiento Patronus, ¿no es así? el que le lanzó Draco en el último partido.
Lupin se acercó confundido y asintió.
―¿Cree que pueda... enseñarme?
―¿Tienes clase ahora?―Hayley negó con la cabeza.―Vamos a mi despacho.―le sonrió el profesor Lupin.
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