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vii. the dog...




Cuando Draco Malfoy llegó a la enfermería con Hayley desmayada en brazos, Madame Pomfrey casi pega un grito en el cielo. Lo hizo apurarse a dejarla en una de las camillas mientras le preguntaba preocupada lo que había pasado, al escuchar dementores, rápidamente corrió a hacer una poción para cuando Hayley despertara.

Draco miró a Hayley en la camilla, todo en su rostro expresando paz, no parecía que hace unos minutos estuviera al borde del colapso, llorando en su brazos como si la hubieran torturado. Le apartó los mechones azabaches de la cara bajo la atenta mirada de Theodore Nott, considerando quedarse a su lado hasta que ella despertara, pero en para su molestia, llegó Harry Potter, al parecer también desmayado en una camilla mágica, levitando en el aire junto a todo el equipo de quidditch de Gryffindor y Hermione Granger y Ronald Weasley.

―¿Qué haces aquí Malfoy? ¿Curando tu brazo lastimado?―escupió Ron con burla al ver al rubio y su amigo intentando salir de la enfermería desapercibido.

―¿Ya viste un poco más allá, comadreja?―alzó el mentón para señalar a Hayley unas cuentas camas más allá. Hermione soltó un grito ahogado y corrió hacia ella.―No todo gira entorno a Potter, idiotas.

Y antes de que Hermione preguntara que había pasado, Malfoy y Nott salieron de la enfermería tras un portazo.

Cuando Hayley despertó, solo pudo entrecerrar sus ojos un poco, así que los volvió a cerrar. A unas cuentas camillas de ella, pudo escuchar voces y como era bastante curiosa, decidió prestarles atención.

―Dumbledore estaba muy enfadado.― Era la voz de Hermione.―Nunca lo había visto así. Corrió al campo mientras tú caías, agitó la varita y entonces se redujo la velocidad de tu caída. Luego apuntó a los dementores con la varita y les arrojó algo plateado. Abandonaron inmediatamente el estadio... Lo puso furioso que hubieran entrado en el campo... lo oímos...

―Entonces te puso en una camilla por arte de magia.― Ese era Ron.―Y te llevó al colegio flotando en la camilla. Todos pensaron que estabas...

Hayley dejó de prestar atención. Todo parecía indicar que Harry había sufrido lo mismo que ella y él tenía a sus amigos apoyándolo más que Dumbledore lo había prácticamente defendido. Ella sólo recordaba desmayarse en brazos de Draco después de haber visto a su madre antes de morir.

Su padre...

Agitó una pequeña campana que estaba a un lado, suponía que para llamar a Madame Pomfrey, que no tardó en llegar, junto con las miradas del famoso trío de oro. Hayley les sonrió incómoda.

―¡Hayley!, ¿cómo estás?― preguntó Hermione, aun desde la camilla de Harry.

―Bien. ¿Qué tal Harry?

―Bien...

―Tómate esto, cariño.―Le dijo Madame Pomfrey y Hayley obedeció, apartando la mirada de su hermano y sus amigos y tomó la asquerosa poción; evitó hacer una mueca.―Ya puedes irte, has descansado bastante bien. Llévate esto por si te sientes mal más tarde o ven conmigo.

Hayley tomó el frasco y con un pequeño gracias, salió de la enfermería para ir a las mazmorras. Al entrar, la sala común estaba abarrotada de gente, así que haciéndose pequeña se deslizó rápidamente a las habitaciones de las chicas. Cambió su ropa por algo cómodo, unos pants negros, una blusa blanca y unos tenis. Gracias a Dios y a Merlín conservaba sus gafas, así no tendría que ir a buscarlas, se las puso para luego abrir un cajón de su cómoda y sacó sus galletas favoritas. Se puso una sudadera que estaba por ahí, era verde y era de Draco, no se la había regresado desde aquel día que Sirius Black quiso entrar a la torre de Gryffindor y tuvieron que dormir en el Gran Comedor.

Bajó con la mirada gacha y a mitad de las escaleras paró para divisar una cabellera rubia platinada. Cuando la encontró, fijó su mirada en ella para que volteara, y funcionó. Draco la miró y se sintió tranquilo de saber que ella estaba bien. Hayley le hizo una seña con la cabeza hacia la salida de la sala común y sin más bajó el resto de los escalones y salió del lugar, con Draco siguiéndole los pasos.

Ninguno habló en el camino. Hayley dirigía y Draco no sabía muy bien a donde iban hasta que empezaron a subir las escaleras de la Torre de Astronomía. Sin decir nada, Hayley tomó asiento en el piso y recargó su espalda en el muro de piedra, sacó sus galletas del bolso de la sudadera y palmeó a su lado para que Draco la acompañara, y así lo hizo.

Hayley tomó una galleta antes de hablar.

―Gracias por lo de hoy.―se limitó a decir, para después darle una mordidas a su galleta.

―No tienes nada que agradecer, Ji...

―Sí, sí tengo.―lo interrumpió.―Sé que Lupin estaba ahí y él alejó a los dementores, pero tú me llevaste hasta la enfermería aún con tu brazo lastimado y demás. Cuando desperté, también estaba Harry ahí junto con Ron y Hermione y le contaban como Dumbledore había salido a defenderlo y evitar que cayera desde sabrá Merlín quien sabe tantos metros. Sólo quería decirte gracias por estar ahí, porque realmente no sé si tengo a nadie más si Ron y Hermione son de Harry.

―Es raro cuando estás seria.―dijo Draco, al no saber qué decir.

―Lo sé, solo... tenía que decirlo.―le sonrió.―Sé que a veces lo niegas, pero gracias por ser mi amigo, Draco.

El rubio tomó una galleta de las que compartían en Historia de la Magia, y le dedicó una pequeña sonrisa de lado.

―Digamos que no me caes tan mal.

Hayley sonrió y dejó caer su cabeza en el hombro del rubio.

―En el fondo me amas.―murmuró.

Tal vez.

―Buenas noches, profesor ¿puedo pasar?

Aunque confundido, un sonriente profesor Lupin abrió la puerta de su despacho para Hayley, la cual se dio paso al lugar.

Después de estar un rato más con Draco Malfoy, habían regresado a su sala común y Hayley había subido a su habitación por sus reservas super secretas de chocolates, los había puesto todos en un saco que anteriormente tenía monedas de plata y salió de las mazmorras para dirigirse con Lupin.

―¿Qué te trae por aquí, Hayley?―preguntó amablemente el profesor.―¿Té?

―Claro, con tres de azúcar.―murmuró mientras tomaba asiento donde lo había hecho la última vez, el día que había ido con Harry.

―Toma.―le puso la humeante taza frente a ella, en el escritorio y tomó asiento del otro lado de este.

―Solo quería traerle esto.―posó frente a Lupin el saco con chocolates.―Ya sabe, por lo de los dementores y... eso. Gracias. También tenía la corazonada que le gustan los chocolates y decidí seguirla.―se encogió un poco de hombros.

Remus Lupin por un momento pensó tener a Lilian Evans frente a él.

―Hayley, no tenías porqué...

―Oh, sí tenía profesor. Probablemente sin usted... realmente no sé que puede hacer un dementor.

―Gracias, Hayley. Y acertaste, me considero gran fan del chocolate.

―Genial.―le sonrió la azabache dándole un sorbo a su taza de té.

―¿Algo más de lo que quieras hablar?―preguntó al verla algo inquieta. Hayley vaciló.―¿Sabes? solía ser gran amigo de tus padres cuando estuve en Hogwarts.

Eso llamó rápidamente la atención de Hayley.

―Me recuerdas bastante a James.―prosiguió.

―¿Mi padre? ¿Cómo era?―se acomodó en su asiento y Lupin pudo percibir un brillo en los ojos de la azabache.

―James era... bueno, bastante travieso si me lo preguntas. Solía hacer bastantes bromas y andar tras tu madre, creo que después del quidditch, era uno de sus pasatiempos favoritos.―soltó una risa un tanto melancólica.― Tu madre era la mejor de las clases, juntos fuimos prefectos en nuestro quinto curso y también fue Premio Anual junto a tu padre.

―Genial, sin duda debo de ser más como mi padre. Nadie con cerebro consideraría tenerme de prefecta.

―Entonces... ¿has estado bien?

―Sí, eso creo.

Hayley y Harry Potter se encontraban en el patio de la Torre del Reloj en una conversación un tanto incómoda, tenían desde el partido que no hablaban y ya iban tres días de eso.

―Sabes, el profesor Lupin me enseñará a defenderme de los dementores...

―Genial. ¿Nos vemos luego? ¿sí? perfecto.

Y sin más se alejó de su hermano.

―¿Nueva salida a Hogsmade? Otra vez vas a abandonarme.―dramatizó Hayley.

―Podré traerte dulces.―objetó Draco.

―Bien, ¿qué esperas para irte?

―Desayunar. Ahora camina, Potter.

―Que gruñón.―mascullaba Hayley mientras entraban al Gran Comedor, con Draco detrás tragándose que una sonrisa se le escapara por las comisuras.―Por cierto, haré nuevo pedido de galletas, ¿cuáles crees mejor: relleno de vainilla o de chocolate?

―Debería haber unas de relleno de manzana verde.―pensó el rubio en voz alta.―, pero de vainilla estarán bien.

―Genial, más tarde iré a pedirle a Hedwig a Harry.

Tomaron asiento en la mesa de las serpientes frente a Zabini y Theo, el último saludando con una dulce sonrisa a la azabache, la cual devolvió. Como siempre y sin prestar atención, Hayley comenzó a servir su plato con un poco de fruta y una tostada junto con su copa de agua mientras Draco hablaba con sus amigos.

―¿Quieres algo de Hogsmade, Hayls?―preguntó Theo, ganándose una mirada confundida de Draco.

―Chocolates estarán bien. De los que sean. Y muchas ranas de chocolate.

―Lo que pidas.―rió Theodore.

Sin más, Hayley tomó otro plato y comenzó a llenarlo de carnes, aunque era el desayuno y no había mucho que elegir.

―¿A dónde irás?―preguntó Draco.

―Bosque Prohibido, tal vez. Nos vemos, chicos. Que les vaya bien.―Despeinó el cabello de Draco y cuando estaba a punto de irse recordó algo.―Ten.―puso frente a Theo quince galeones.―Y al maldito que me regrese esas monedas lo voy a golpear.―amenazó y después sonrió.―Linda tardes, caras de mandrágora.

Hayley salió por las puertas del Gran Comedor con el plato con comida en manos, como aún había mucho barullo, decidió refugiarse unos minutos en los baños en lo que todos se iban. Tuvo suerte que no habían sido los baños de Myrtle La Llorona, porque ella realmente sabía cómo desesperar a Hayley.

Después de unos minutos se aburrió y al salir vio que aún había mucha gente, así que sin más fue a su habitación en su subterránea sala común. Tardó unos minutos en llegar y cuando lo hizo, decidió ponerse las gafas y ponerse aquella sudadera verde que aun no le devolvía a Draco (ni pensaba hacerlo) y después de un buen rato de vacilar, se dirigió al Bosque Prohibido.

―¡No!

―Hayley...

―¡Dije que no y espero entiendas eso James!

Harry suspiró resignado y miró a su hermana frente a él. El azabache le había comentado sobre un extraño mapa que los gemelos Weasley habían encontrado cuando ellos entraron al colegio. En él aparecían pasadizos secretos para llegar a Hogsmade y Harry planeaba ir.

―Pero...

―Eso va a atraer problemas y te lo digo una vez más: no me voy a arrastrar contigo en lo que sea que quieras hacer.

Harry se quedó en silencio, con los labios en una fina línea y con el ceño fruncido, pero que más daba, Hayley estaba igual.

―Bien.―dijo el azabache después de un rato de silencio incómodo.―Haz lo que quieras.

―Es precisamente lo que iba a hacer, James. Pero gracias de todos modos, ¡que gran consejo!

―No sé que tienes ahora que estás más irritante de lo normal.―masculló Harry molesto.

―Huyo de los problemas.―Se limitó a contestar con los brazos cruzados y mirando hacia otra parte.

―Parece que huyes de mí.

―Sí, por eso.―bufó. Harry la miró herido.

―Sabes mejor que nadie que y...

―Sí, lo que sea James. Voy a necesitar a Hedwig, ¿podrías tr...?

―No.―contestó molesto el azabache.

―Te recuerdo que es de los dos, James.―masculló Hayley.

―¿Sí? Bueno, la voy a necesitar. Adiós, Jillian.

Sin más se fue del pasillo dejando a a una molesta Hayley en el lugar. Sin más que hacer, siguió su camino a las orillas del Bosque Prohibido a buscar al perro.

―... y es por eso que Harry es un estúpido.―terminó de relatarle Hayley al gran perro negro frente a ella, quien se encontraba comiendo.―¿Sabes? si mis padres vivieran todo sería más fácil.―bufó.

―Al menos podría sentir lo que significa que te prefieran en algo.―dijo después de un rato.―Sé que mi padre me hubiera preferido a mí.―una sonrisa triste se deslizó por sus comisuras.―Murió para salvarme, ¿sabes? Lo vi cuando me atacaron los dementores, o si se podría considerar ataque.

El perro, aparentemente interesado, dejó de comer y se sentó en sus dos patas traseras frente a ella.

―¿No sabías?―le preguntó como si fuera una persona.―El profesor Lupin tuvo que ahuyentarlos con no sé qué, luego llegó Draco y me llevó a la enfermería, pero me desmayé. Desperté sola y a mi lado estaba Harry con sus amigos, fue algo un poco triste pero está bien. Estoy segura que Draco se hubiera quedado si no fuera porque Harry estaba ahí, lo conozco, es un buen chico cuando quiere.

―¿Sabes? Empiezo a pensar que eres mi único amigo, quiero decir, Draco es mi amigo pero a veces es difícil hablar con él. Tú no me juzgas y bueno... eres un perro, pero dicen los muggles que el perro es el mejor amigo del hombre y...

De un momento a otro, el perro frente a ella ya no era un perro. Era un hombre.

Hayley tragó saliva notoriamente, tal vez su desayuno tenía algo extraño...

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