vii. but i love you
Después del desayuno, Hayley se encaminaba a Hogsmade junto con Blaise y Theodore mientras Draco estaría seguramente en el despacho de la profesora McGonagall, ya que el no haber entregado varios deberes había traído sus consecuencias.
―¿Honeydukes?―preguntó Theo mirando hacia Hayley, quien se encogió de hombros.
―Sí, está bien.―aceptó finalmente, antes de ver de reojo a Jason junto con sus amigos.―Aunque...
―No vas a abandonarnos por Wemblay.―declaró Theodore negando con la cabeza.
―No seas gruñón, Nott.―se burló Blaise antes de empujar a Hayley en dirección a Jason.
―Zabini.―masculló Theo, a lo que Blaise bufó.
―¿Qué?―se quejó con fastidio.―Solo es una gryffindor que entregará un paquete, no veo problema en ello.
Theo rodó los ojos
―Soy su hermano, se supone que debo de cuidarla, idiota.―le reclamó, dándole un golpe en la nuca.
―Pues yo no te vi detenerla.―le recriminó de vuelta el moreno.
―¡Jason Wemblay!―exclamó Hayley antes de lanzarse a abrazar al pelinegro, que por poco cae en la nieve.
―¡Hayley!―saludó alegremente, estrechándola en sus brazos.―¿Cómo has estado? Espera, ¿Weasley te ha dicho lo que escuché? Tienes que cuidarte porque si...
―Jason, mierda, respira.―rió Hayley.―No va a pasar nada.
―Espero.―suspiró Jason.―¿Buscamos a Cho?
―Estaba esperando que lo preguntaras.
―¿Eso dijo? Merlín, es un patán.―bufó Hayley pateando la nieve. Cho se encogió de hombros.
―Lo sé. Dijo algo de vengarse, pero sinceramente dejaré de escucharlo, es un completo idiota.―refunfuñó Cho.
―Una vez más, ¿de quién hablamos?―intervino Jason, ganándose una mala mirada de las chicas que lo acompañaban.
―Jason, eso no se dice.―le riñó Cho, dándole un golpe en la nuca.
―Uh, ¿por qué paramos aquí?―inquirió Hayley de golpe al ver el rosado local frente a ella, que en letras blancas decía Tienda de té de Madame Tudipié.
―Cho pensó que sería buena idea venir los tres aquí.―comentó Jason frunciendo la nariz.
―No lo sé... ¿No te trae malos recuerdos?―se dirigió Hayley a Cho, quien rodó los ojos.
―Ya lo superé.―aclaró la morena.―¿Entramos?
―Sólo tú y Ginny quisieran salir a una cita con Harry Potter, estoy completamente segura.―la azabache fingió una arcada mientras abría la puerta de la tienda.
―Yo no creería eso, con todo eso de que es el elegido...―Jason se encogió de hombros.
―Joder, es mucho rosa.―maldijo Hayley. Todo le traía un horrible recuerdo al despacho de Umbridge, desde las mesas con encaje hasta las pequeñas figuras de porcelana.―Yo debo de quererte mucho para estar aquí, Chang.
―Lo valoro, lo juro.―rió.
―No es tan malo.―opinó Jason cuando tomaron asiento en una de las pequeñas y apretadas mesas.
―Lo que pasa es que este es completamente tu ambiente.―repuso Hayley.―Ya sabes, los corazones y el amor...
―Oh, por Merlín, voy a golpearte.―negó el pelinegro riendo.
―Solo decía.―se defendió Hayley.―En fin, ¿qué se hace aquí?
―Tomar té.―contestó alegremente Cho.
―¿Ya te dije que tengo experiencia en los crucios, cierto?
―¡Hayley!
―Solo decía, aguafiestas.
―Me sorprende tu buen humor de hoy.―habló Hayley al ver a Draco sonreír.
―¿No puedo?―sonrió el platinado.
―Puedes. Lo raro es que lo hagas.―abrió los ojos en par.
―¿Qué es eso?―inquirió Draco al ver a Haylay cargar una caja gigante hasta su cama.
―Mis cromos de ranas de chocolate.―se encogió de hombros.―Deben ser más de mil.
―Eso da miedo.―el chico frunció la nariz.
―Sí, lo que sea. Vas a ayudarme a contarlos y organizarlos.
―¿Yo?
―No, el idiota que ves en el espejo. Sí, tú, tonto.
Con un Draco sin más qué decir, ambos se acomodaron en la cama de Hayley, vaciaron la caja y comenzaron a contar y organizar cada uno de los cromos por mago mientras Hayley contaba cómo había sido su visita a Hogsmade.
―... y entonces Cho nos obligó a Jason y a mi a ir a esa estúpida tienda de Madame no sé qué.
―¿Y te gustó?―preguntó Draco, alzando a una ceja.
―¡Por supuesto que no! Era un asco, completamente. ¿Recuerdas el despacho de Umbridge? bueno, era casi idéntico. Solo que ahí no ponían veritaserum en el té.
―Oh, recuerdo eso.―asintió Draco con una mueca.
―Bien... setecientos treinta y ocho... vaya, pensé que serían más de mil.―se quejó con decepción.―Como sea, iré a dejar esto a donde estaba. ¿Te quedas a dor...? ¿Qué haces?
Frunció el ceño hacia Draco, dejando la caja en su lugar para después volver a la cama junto a su chico. Prestó atención a lo que tenía en manos: un cromo de Albus Dumbledore.
―¿Me seguirías amando si fuera un asesino?
Decir que aquella pregunta sorprendió a Hayley estaba de más, pero en cambio a hacer más preguntas, Hayley tomó asiento a su lado y tomó su mano con cuidado.
―Bueno, yo estaba a punto de matar a tu retorcida tía no hace mucho. Y créeme que no pararé hasta lograrlo. Pero bien, ya que eso me convertiría en una asesina, en resumen sí, te seguiría amando si fueras un asesino. Así seríamos asesinos juntos.
―Hayley, es un tema serio.―se quejó Draco.
―Sí, no son mi fuerte.―hizo una mueca.―Pero acabo de confirmarte que te amo, ¿no?
―¿Lo haces?
―Pensé que ya estaba claro.―bufó la azabache.―Pero sí, lo hago.
Pero Draco ya no emitió ningún sonido, solo estaba admirando sus manos entrelazadas, como el pulgar de Hayley le dejaba suaves caricias...
―¿A quién tenemos que matar, entonces?―murmuró finalmente Hayley.
―Dumbledore.
―¿Y no puedes matar a alguien más?―se quejó Hayley después de un largo rato.
―No.―suspiró Draco.―Así lo quiere él.
―Ese calvo hijo de puta.―se dejó caer Hayley en la cama.―Creo que llegó el momento de hablar.
―¿Qué quieres decir?
―Voy a tener que contarte algo que desearía no hacer, pero creo que es necesario.―suspiró.―Iré por Theo y Blaise, ahora vengo.
Hayley corrió escaleras abajo y escaleras arriba para llegar a las habitaciones de los chicos, sacó a ambos jalándolos por el brazo hasta llegar nuevamente a su habitación entre gruñidos, ninguno podía parar de quejarse.
―Hayley, ¿qué demonios te pasa? Estaba por ver a Daphne.―decía Theodore.
―Tú lo dijiste, estabas. Hay prioridades.―repuso Hayley, cerrando con fuerza la puerta.
―¿Qué es tan importante que me despertaste a media noche?―bostezó Blaise.
―Esto se remonta... al día en que nací, literalmente.―suspiró Hayley, tomando lugar en el piso, por tanto los otros tres chicos la imitaron.―Hay otra profecía. La de Harry es una basura, la mía es mejor.
―¿Tuya? ¿Qué quieres decir?―inquirió Theo de inmediato.
―El primer día de clases olvidé que no tenía Runas Antiguas, entonces iba tarde y de alguna u otra forma terminé en el aula de esa maestra loca que ustedes tenían el curso pasado, Trelawney o como se llame. En fin, estaba en su momento más trastornado, supongo, porque repetía ciertas frases una y otra vez. Mi instinto fue ir con Dumbledore porque vamos, ¡es Dumbledore! Le dijo todo lo que escuché y boom, profecía.
―¿Y cuales eran esas palabras?―inquirió Blaise, completamente confundido.
―No recuerdo.―se quejó Hayley, haciendo que los chicos bufaran.―¡Pero recuerdo lo que significa!
―¿Entonces?―Theo alzó una ceja.
―Harry no es el elegido.―suspiró.―Quiero decir, Harry cree que él es el elegido, incluso Vol... quién ustedes saben cree que Harry es el elegido, pero... digamos que soy yo. Sí, yo debo matar al Señor Tenebroso.
―¿Por qué nos dices esto ahora?―preguntó Blaise.―¡Debiste haberlo hecho desde el primer instante!
―En teoría, ustedes no deberían saberlo.―Hayley infló las mejillas.―Pero aquí estamos.
―¿Podemos hablar afuera?―inquirió Theo después de un rato en silencio. Hayley temerosa, asintió.
―Sé que los pongo en peligro al saberlo, pero pensé que...
Theo negó de inmediato.
―Estás completamente loca.―declaró el castaño, pasando una mano por su cabello con nerviosismo.―Hayley, estás en peligro.
―No lo estoy.―rodó los ojos.―Si él se entera... Hayley, mierda, va a matarte. Necesitas prote...
―Papá no puede enterarse de esto.―sentenció Hayley.
―Si puede.―la retó Theo
―Pero no lo hará.―repuso Hayley.―Theo decidí decirles esto porque el alma me pesa. ¡Blaise ya sé que estás detrás de la puerta!
Se escuchó un golpe en seco y rápidos pasos alejarse. Hayley rodó los ojos.
―No lo estás entendiendo.―negó Theo.―Eres mi familia ahora, ¿entiendes eso? Hayley, perdí a mamá. No voy a perderte a ti también.
―Y no lo harás, cara de escreguto.―suspiró la azabache rodeándolo con sus brazos.―En la profecía no decía nada de que yo tendría que morir.
―Eso no significa que...
―Theo, estás pensando de más.―Hayley tomó aire para seguir hablando.―Hay cosas más importantes, como que tengo más de setecientos cromos de ranas de chocolate. Merlín, es preocupante.
―Nah, te robé algunas.―soltó el castaño con desinterés, ganándose la indignada y reprobatoria mirada de Hayley.―¡Seguro tenías a Morgana más de cien veces, yo solo tenía dos!
―No soy culpable de tu poca ambición a las ranas de chocolate.―declaró cruzándose de brazos, luego, suavizó la mirada.―No le dirás a papá, ¿cierto?
―Por supuesto que no. Se lo dirás tú.
―Hijo de...―Hayley entrecerró los ojos.―Te odio.
―No lo haces, cara de rata.
―A ti no te sale, cara de mandrágora.―farfulló Hayley.
―Como sea, tengo que ir con Daphne.―cambió de tema Theo.―Y más vale que Malfoy se esté cuidando o voy a tener que matarlo.
Hayley abrió los ojos en par.
―Sí, bueno, yo sí quiero ser tía, así que ve que con Daphne. ¡Adiós!
Lo tomó por los hombros para que diera media vuelta y no entró de nuevo a la habitación hasta que lo vio perderse en el pasillo, seguramente a la habitación de la rubia. Hayley negó repetidamente la cabeza antes de darse paso a la alcoba.
―Me largo.―bostezó una vez más Blaise.―Hayley, no mueras. Adiós, hurón.
―Theo amenazó con matarte.―informó Hayley tirándose a la cama junto a Draco.
―Ya no es sorpresa desde que salimos.―se burló.―Nena, ¿cuándo planeabas decirme?
―No planeaba decirte.―admitió.―Pero sentí la necesidad.
―Hayley, debiste...
―No me hagas arrepentirme.―advirtió.―Estaremos bien, cariño.
―¿Cómo estás tan segura de eso?―bufó Draco.
―Porque no me importaría tener que matar a cada persona que quiera hacerte daño.―habló con voz seria.―Así que...
Paro abruptamente al ver como una pequeña lechuza intentaba entrar a la habitación, pero la ventana estaba cerrada. Hayley corrió a ponerse de pie y darle paso al ave, a la que reconoció de inmediato.
―Es la lechuza de Jason.―informó a Draco con el ceño fruncido.
―¿Wemblay?―inquirió alzando las cejas, finalmente rodando los ojos con fastidio.―¿Qué es lo que quiere ese idiota?
―Es extraño.―habló Hayley retirando la carta de la pata de la lechuza.―Jay no suele enviar muchas cartas.
―¿Qué es lo que dice?―preguntó Draco.
Hayley desenrolló el pergamino lo más rápido que pudo y su vista paseó por todo él; entre más leía, su entrecejo se fruncía cada vez más.
―¿Hayley?
―Dice que escuchó a Harry hablar con Ron y Hermione. Algo le pasó a una chica de Gryffindor, una tal Katie, tocó un collar que al parecer estaba embrujado y ahora está en San Mungo. Lo importante aquí, es que Harry cree que fuiste tú quien se lo dio. Así que cariño, vas a tener que explicarme eso.
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fecha de publicación: ₀₉/₀₈/₂₀₂₀
- editado-
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