ix. gryffindor's common room
―Así que... ¿usted conoció a Sirius Black?―preguntó Hayley con el tono mas casual que conocía.
Remus Lupin dejó de sonreír automáticamente y con una expresión neutra dejó la taza de té frente a la azabache.
―¿Qué te hace pensar eso, Hayley?
―Me lo dijo un pe... pajarito, sí, eso.
―¿Harry?
―Sí.
―Pues sí, conocí a Sirius Black en mis tiempos de Hogwarts. O al menos creí que lo conocía.
―¿Le ha dado alguna vez el beneficio de la duda?
―No quiero seguir hablando de esto, Hayley.
―Bien. ¡Pero pruebe hacerlo!
―¿Una Saeta de fuego? Enserio querías matarlo, ¿no?
―Seguro le ha de haber encantado.―sonrió Sirius para si mismo.―Así como a ti te encantaron todas esas galletas, ¿cierto?
―Oh, por supuesto.―Sonrió Hayley.―Tengo algo para ti ahora que recuerdo.
Metió su mano en el bolsillo de su sudadera -mas bien la de draco- y le tendió una bolsa de galletas.
Cuando Sirius las tomó, la miró mal.
―¿Galletas de perro? ¿enserio, Hayley?―bufó el hombre mientras habría el empaque, para luego tomar una y morderla.―Own, son de chocolate, quem deliciousou.―habló con la boca llena.
―Debieron de extrañarse cuando las pedí en forma de hueso, pero creo que valió la pena.―murmuró Hayley para si misma cuando vio a Sirius devorar las galletas.
El mes de Febrero se había dado paso por si mismo y con ello el único acontecimiento de que gracias a Hermione, la nueva escoba de Harry había sido confiscada por McGonagall porque tenían en mente que Sirius Black podía haberla enviado.
Y tenían razón después de todo.
Era un día aburrido para Hayley. Draco estaba entrenando quidditch, Hermione parecía estar envuelta en sus asignaturas, con Harry no era su mejor momento y la pelinegra no tenía ni la menor idea de con quien pasar el rato.
Mas que nada por aburrimiento, se debatió internamente muchas veces sobre ir a la Torre de Gryffindor y arreglar las cosas con su mellizo. Como no había nada mejor que hacer, se levantó de su cama y se puso ropa común para que el retrato no la echara por ser de Slytherin.
―Hey, Ron, ¿pasa algo?―preguntó Hayley cuando al llegar al pasillo, su pelirrojo amigo salía de su sala común casi echando humo por las orejas.
―¿Qué si pasa algo? Pues sí, Hayley, ¡pasa que el gato de Hermione se comió a Scabbers!
Hayley hizo una mueca con la cual ahogó una risa, agachó la mirada pero a fin de cuentas se acercó a Ron y pasó un brazo por sus hombro, mirando frente a ellos.
―Querido amigo, ese es el ciclo de vida de una rata.―le dijo sin más en un tono bastante inspirador.
Ron no lo tomó así, claro. En cambio, se apartó molesto del agarre de Hayley.
―¡Ni siquiera lo entiendes!―gritó.
―Ron.―Hayley puso una mano en su hombro con compasión.―Era la rata mas vieja que he visto en mi vida, apuesto que ni siquiera tú la querías, ¡deja el drama! Empiezas a recordarme a Draco.
Eso pareció enfurecer más al chico, pues rápidamente le apartó la mano del hombro y se fue de ahí.
―Hombres.―murmuró Hayley para si misma, antes de posicionarse frente al retrato.― Rompetechos.―murmuró Hayley sin más, ignorando los reclamos de sir Cadogan.
Hayley sabía las contraseñas porque Sirius las había robado de Neville, y como buen padrino, se las había dicho todas a ella.
―¿Hayley? ¿Qué te trae por aquí?
―Oh, ya sabes. Acabo de toparme con tu insensible hermano.―dijo Hayley restandole importancia.
Fred rió y a su lado, George también lo hizo.
―¿Vienes por Harry?
―De hecho vine porque estaba aburrida, pero sí, ¿dónde está el pedazo de adefesio que tengo como mellizo?
―Allá, con Hermione.―alzó la barbilla George, apuntando a una esquina de la sala común.
Ahí estaban Harry y Hermione entablando una conversación, sin embargo la ultima castaña estaba rodeada de libros.
―Por cierto, pequeña Hayley, ¿qué opinas del mapa?
―¿Qué mapa?―preguntó confundida.
Los gemelos compartieron una mirada.
―El que le dimos a Harry. Dijo que te lo mostraría para ya sabes, Hogsmade.―explicó George.
―Oh, sí. Puede que haya votado su propuesta peeeero, ¡gracias chicos!
Sin más se alejó y caminó hacia Harry que la miraba confundido.
―¿Qué haces aquí?
―¿No puedo?
―Es la sala común de Gryffindor, en teoría no.
―Bueno, tu teoría nunca me ha importado, James. Como sea, hola Hermione.
―Hey, Hayley.―saludó simplemente la castaña sin dejar de escribir en su pergamino.
―¿Quieres hablar?―preguntó Harry rendido. Hayley mordió su labio interior y asintió.―Bien, vamos. Nos vemos en la cena, Herms.
La chica solo asintió distraída mientras los mellizos se encaminaban a la habitación de Harry en completo silencio.
―Suéltalo.
―No tengo nada que soltar, Harry. Petunia nunca nos dejó tener un perro.―bufó molesta.― ¿Cuando seamos grandes y tengamos nuestra casa, podemos tener un perro?
―¿Piensas que viviremos juntos?―Harry alzó una ceja.
―Ni siquiera sé por qué pido tu opinión, obvio tendremos un perro. Estará a un lado del hipogrifo.
―Al punto, Jillian.
―¿Ya te regresaron tu escoba?
―Sí, pero estoy seguro que no viniste por eso.
―Genial, bueno.
―Dilo.
―No quiero, James.
―Quedará en tu conciencia por el resto de tu vida.
―¿Por qué de la mía? ¿No puede ser en la tuya?
―No, Hayley, no puede.―rió Harry.
―Bien, bien. Perdón por decirte que eres el problema aunque lo eres y tú quedas perdonado por no haberme enviado nada en navidad, ¿está bien? Perfecto, nos vemos, James.
―Jillian, cuando siento que avanzamos un paso, retrocedes diez.―bufó Draco molesto.
―Lo siento, ¿sí? pero mierda es mi hermano, todo es culpa de mis padres.―soltó molesta.
―¿Tus padres?
―Sí, por hacerlo tan tonto.
Draco quiso reír pero en ese momento estaba algo enfadado, así que solo rodó los ojos.
―Como sea. Puedes quedarte aquí a besuquearte con Theodore o lo que te plazca, pero yo me voy.
Sin más dejó su propia habitación dando un portazo. Hayley confundida se dejó caer en la cama del rubio y miró al techo con una mueca.
―¡Sé que estás ahí, Nott!―exclamó Hayley y sin más, Theodore salió del baño de la habitación rompiendo una carcajada.
―Creo que le gustas.
Hayley alzó ambas cejas.
―No, está molesto porque perdoné a Harry. ¿Sabes? yo también lo estaría.
Theo bufó y luego la miró coqueto.
―¿Qué?
―Entonces... ¿nos besuquemos?
―¡QUE ASCO, NOTT, HAZTE A UN LADO!
Al final, ambos terminaron riendo a carcajadas.
El día del partido de Ravenclaw contras Gryffindor, Harry había entrado al Gran Comedor con su Saeta de Fuego en mano, atrayendo miradas de las cuatro mesas. Hayley clavó su tenedor con rudeza en su trozo de mango cuando perdió la atención de Draco.
―Hey, te estoy hablando.―le sacudió el brazo con molestia.
―Jillian, estoy viendo al amor de mi vida, ¿podrías callarte?―dijo Draco admirando la Saeta de Fuego, molesto porque Harry tenía una y él no.
―Es solo una escoba.
―Y tú solo te pasas hablando de ranas de chocolates y no me quejo, ahora callate.―Hayley farfulló algo intendible para si misma y con furia siguió con su desayuno. Draco soltó una risa.― Vamos, no te enfades. Me amas demasiado para hacerlo.―se burló solo para molestarla más.
―¿Saben? los veo en el partido.
―Uh, tengo un deja vú.―murmuró Theo y Draco reaccionó.
―No, te vas a quedar aquí.―estableció el rubio.
―No eres quien para decirme qué hacer, Malfoy.
―Escúchame, Jillian. La última vez que fuiste sola a un partido te atacaron montones de dementores, y por mi jodido cadáver vuelvo a cargarte desmayada y llorando, ¿entiendes?
Hayley bufó por lo bajo y se acomodó en su sitio.
Frente a ellos, Theo miraba burlón a Draco, mientras el rubio se preguntaba ¿por qué había dicho eso?
―¡Hayley!―la nombrada giró en su lugar para encontrarse con Cedric Diggory, quien tenía una escoba en mano.
―Cedric.―saludó la azabache.―Pensé que jugaba Ravenclaw contra Gryffindor.―dijo confundida.
―Oh, sí. Es de mi novia, Cho.―Hayley hizo una mueca al recordarla.―Está por allá. Algún día deberían conocerse, estoy seguro que se agradarían.
―Sí, como digas. Algún día me la presentarás.―bromeó Hayley, pero parecía que Cedric no lo tomó así.
Cuando iba a agregar algo más, una voz en las puertas del gran comedor seguida de un barullo llamaron su atención
―Es una pena que no tengas tres brazos.―había dicho Harry.―Así podrías atrapar la snitch.
Las risas no hicieron caso omiso en el lugar y todos rieron a carcajadas en las puertas del Gran Comedor.
―Será otro día, Cedric. ¡Adiós!
Hayley se acercó rodando los ojos y tomó la mano de Draco para sacarlo de ahí, quien estaba molesto por su reciente humillación.
―Oh, vamos. Quita esa cara, te vas a arrugar.―lo codeó Hayley a lo que Draco rodó los ojos.
―Siempre es lo mismo con Potter, se cree el mejor en todo y...
Hayley dejó de escuchar a Draco despotricando sobre su hermano pero asentía de vez en cuando que estaba de acuerdo con insulto. Así fue como ambos llegaron a las gradas de Slytherin y tiempo después llegaron Crabbe y Goyle, quienes tomaron asiento en la banca de atrás y seguido de ellos llegaron Nott y Zabini, quienes sonrientes tomaron asiento a un lado de Draco, pero para desagrado de Hayley, traían a Pansy Parkinson pegada como garrapata al moreno y al castaño.
―Vaya mierda de partido.―masculló Hayley.
―Pero si aun no empieza.―dijo Theo confundido. El castaño acababa de tomar asiento a su lado al ver que por entablar una conversación con Pansy, Draco ya no le prestaba atención a Hayley.
―Sí, por eso... Hey, ¿a dónde van?―preguntó Hayley al ver que Draco abandonaba su lugar seguido de Crabbe y Goyle.
―Eh... tú solo... quédate aquí, Hayls.
―¡Draco Lucius Malfoy Black, ven aquí en este mismo momento!―exclamó Hayley llegando a la sala común.
El rubio palideció aún más pero sin embargo la ignoró y siguió en su platica con Blaise, mientras el moreno se aguantaba una carcajada.
―¡¿No se te ocurrió que podrías haberme dejado huérfana de hermano?!
―Pues... pensé que si eso pasaría... ¿te quedarías con el dinero de ambos?
Hayley pareció pensarlo un momento, cruzada de brazos.
―Bien, te perdono.
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