iii. a ferret
―¿Por qué está así?―preguntó en voz baja Blaise Zabini mientras veía frente a él a Hayley clavar su tenedor en sus uvas con rudeza.
Draco miró a la azabache sin decir nada; esta tenía la mirada puesta al frente con una expresión molesta. Draco se volvió a Zabini.
―Algo pasó con su lechuza y se han terminado sus galletas, por lo que ya no puede pedir más.
Hayley soltó un gemido de dolor.
―¿Qué pasa?
―¿Qué voy a hacer en las clases ahora si no tengo galletas?―lloriqueó en el hombro de Draco.
―Poner atención.―le palmeó la espalda Theo.
Hayley frunció el rostro. Sería un difícil primer día.
Después de su primera clase, Slytherin compartía la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas con Gryffindor, así que muy a regañadientes los de corbata verde andaban hacia la cabaña de Hagrid, a excepción de Hayley quien iba bobeando al lado de Draco, picandole las costillas o estirándole un mechón del cabello haciendo que se enfadara. Luego la veía reírse y se le pasaba.
Inició la clase con Hagrid pasandoles una caja con lo que decía que eran escregutos de cola explosiva, aparentemente recién nacidos y Hagrid planeaba que los criaran.
Hayley miró la caja de escregutos y luego a Hagrid, de nuevo a la caja y otra vez a Hagrid. Miró a Draco como si estuviera pidiendo ayuda, pero claramente Draco Malfoy no era la mejor persona para eso, menos en esa clase.
―¿Y por qué tenemos que criarlos?―preguntó con voz fría. Hayley hizo una mueca. No era lo que esperaba.
―Eh, Hagrid... yo... quisiera saber qué es lo que hacen o para qué sirven.―habló Hayley incómoda, intentando que su pregunta no hiciera sentir mal a Hagrid, porque era lo último que quería.
―Eso lo sabrán en la próxima clase, Hayley y Malfoy. Hoy sólo tienen que darles de comer. Pero tendrán que probar con diferentes cosas. Nunca he tenido escregutos, y no estoy seguro de qué les gusta. He traído huevos de hormiga, hígado de rana y trozos de culebra. Prueben con un poco de cada uno.
Hayley abrió los ojos en par y se acercó a una de las cubetas que Hagrid señaló, donde claramente estaba todo con lo que le tenían que alimentar. Se colocó guantes y con una mueca tomó algo de la cubeta y se lo lanzó a los escregutos.
―¿Podrías quitar esa cara?―preguntó Harry llegando a un lado de ella con expresión molesta.―Hagrid va a sentirse mal.
Hayley lo miró incrédula, luego su expresión notó enfado y al final, suspiró tranquila y siguió en lo suyo.
―Creo que te equivocaste de mesa, James.―soltó sin mirarlo. Harry se fue molesto.―Parece que eso no les gusta.―opinó mirando la caja de Draco, donde acababa de explotar uno.
―No me digas.―ironizó el rubio con molestia.
―Un poco tarde, Draquin.―canturreó Hayley.
―¡Draco Lucius Malfoy, ven aquí ahora mismo!―exclamó Hayley siguiendo al platinado, pero a este no le importó y siguió caminando con El Profeta en mano y una sonrisa burlona y egocéntrica en su rostro.
―¡Weasley! ¡Eh, Weasley!
Harry, Ron y Hermione voltearon; Hayley dedujo que de eso nada podía salir bien.
―¡Tu padre ha salido en el periódico, Weasley!―anunció Malfoy. Hayley tiró de su túnica para irse de ahí, sin embargo Draco comenzó a leer el ejemplar del profeta donde prácticamente culpaban al padre de Ron de que las cosas hayan salido mal e incluso le cambiaban el nombre.
―Ni siquiera aciertan con su nombre, Weasley, pero no es de extrañar tratándose de un don nadie, ¿verdad?
Todo el mundo escuchaba en el vestíbulo. Draco volvió alzar el periódico y leyó otro fragmento.
―Ya es suficiente, Malfoy. Vamonos.―masculló Hayley en voz baja, estirando la manga de su túnica.
―¡Y viene una foto, Weasley! Una foto de tus padres a la puerta de su casa... ¡bueno, si esto se puede llamar casa! Tu madre tendría que perder un poco de peso, ¿no crees?
Ron temblaba de furia. Todos miraban.
―Métetelo por donde te quepa, Malfoy.―dijo finalmente Harry.―Vamos, Ron...
―¡Ah, Potter! Tú has pasado el verano con ellos, ¿verdad?―soltó con aire despectivo.―Dime, ¿su madre tiene al natural ese aspecto de cerdito, o es sólo la foto?
―¿Y te has fijado en tu madre, Malfoy?―preguntó Harry. Tanto él como Hermione sostenían de la túnica a Ron para que no se lanzara a él.―Esa expresión que tiene, como si estuviera oliendo mierda, ¿la tiene siempre, o sólo cuando estás tú cerca?
Hayley, por su lado, aunque se encontraba molesta, se mantenía al tanto por si era necesario saltar a defender a Draco.
―No te atrevas a insular a mi madre, Potter.
―Pues mantén cerrada tu sucia boca.―contestó Harry y se dio la vuelta.
Fue muy rápido todo. Había gritos. Draco estaba apuntando a Harry y había lanzado un hechizo que apenas lo había rozado, antes de que pudiera defenderse, se escuchó un ruido sordo seguido de un:
―¡AH, NO, TÚ NO MUCHACHO!―era el profesor Moody, su nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras.
Hayley miró para ambos lados. Ya no estaba Draco.
Fue hasta que sintió algo en su pierna fue cuando bajó la mirada y se encontró con un hurón blanco.
¿Sería...?
Abrió los ojos en par y se apresuró a agacharse para tomarlo en brazos.
―¡DÉJALO!―gritó Moody.
Hayley miró al profesor de arriba a abajo de manera despectiva y manteniendo el contacto visual con aquel hombre, frunció su ceño con enojo y tomó al hurón entre sus brazos.
―¡Ven acá, muchacha!―se acercó cojeando a ella. Hayley sintió al hurón temblar entre sus brazos, lo que la hizo apretarlo más a su pecho. Su expresión enfadada no se iba aun de su rostro y cada paso que cojeaba Moody, Hayley retrocedía otro.
―No lo va a tocar.―espetó Hayley.
―No lo tocaré, solo...―hizo un movimiento de varita y el hurón salió de los brazos de Hayley.
Se elevó tres metros por el aire, cayó al suelo dando un golpe y rebotó. El profesor Moody jugueteaba con él en el aire cada vez más alto.
―¡Profesor Moody!
―¡Accio!―susurró Hayley apuntando hacia la varita del profesor, quien estaba muy ocupado en su sermón del porqué no le gustaba que atacaran por la espalda. La varita llegó a su mano pero ella la soltó y corrió a atrapar al tembloroso hurón entre sus brazos de nuevo.―Shhh, te tengo.―susurró y le acarició el lomo.
―Señorita Potter, por favor...―pidió la profesora McGonagall.
Hayley dejó al hurón en el césped, McGonagall lo apuntó y el hurón volvió a ser Draco Malfoy pero hecho un ovillo, con el pelo despeinado y los ojos llenos de lágrimas. Haciendo una mueca de dolor se puso de pie de un salto, Hayley le pasó un brazo por el torso para que no cayera.
―Moody, aquí no usamos la transformación como castigo.―dijo la profesora McGonagall con voz débil.―Supongo que el profesor Dumbledore debió de haberlo dicho...
―Puede que lo haya mencionado, sí.
Hayley gruñó y se abrazó mas a Draco, quién había pasado un brazo por sus hombros.
―¡Lo que hacemos es dejarlos sin salir, Moody! ¡O hablamos con el jefe de la casa a la que pertenece el infractor...!
―Entonces haré eso.―contestó Moody, mirando a Malfoy con desagrado.
―Profesora, creo que ya ha hecho suficiente.―murmuró Hayley mirando mal a Moody.
―Mi padre...
―¿Ah, sí?―dijo Moody en voz baja, acercándose un poco. Hayley automáticamente dio un paso adelante.
―¡Potter!―amenazó la profesora McGonagall alzando la barbilla.
Eso pareció llamar la atención de Moody.
―Así que Potter, ¿eh?―soltó con burla.―¿Es tu hermana?―miró a Harry, quien lentamente asintió. Luego volvió su vista a Draco.―Bien, conozco a tu padre desde hace mucho, muchacho. Dile que Moody vigilará a su hijo muy de cerca... Dile eso de mi parte... Bueno, supongo que el jefe de tu casa es Snape, ¿no?
―Sí.―contestó Draco con resentimiento.
―Otro viejo amigo.―gruñó Moody.―Hace mucho que tengo ganas de charlar con el viejo Snape... Vamos, adelante... Tú también, Potter.―tomó su varita del suelo y comenzó a andar al despacho de Snape.
Draco y Hayley compartieron una mirada. Hayley suspiró y volvió a su agarre en el torso de Draco, mientras este nunca quitó su brazo de sus hombros.
Cuida lo que creas que vale la pena.
―Jillian, en verdad ahora no estoy de humor.―le dijo Draco mientras Hayley tiraba de su mano, lo conducía hacia su habitación.
Después de que terminara el regaño de Snape -el cual Hayley pudo notar que fue a regañadientes-, la azabache había tomado la mano de Draco y lo había arrastrado por todas las mazmorras, aunque este no tenía muchos ánimos.
Después de cerrar con un portazo su habitación, Hayley se lanzó a los brazos de Draco a abrazarlo. El rubio al principio se quedó algo incómodo, pero luego Hayley apretó su agarre y al final Draco la rodeó de vuelta. Hayley recargó su frente en su pecho y dejó un pequeño beso ahí.
―¿Y esto porque fue?―preguntó Draco al separarse, alzando una ceja.
―Porque lo necesitabas.―se limitó a contestar. Le indicó que se sentara en la cama mientras ella corría al baño a ponerse la pijama y al salir rebuscó en su cómoda hasta encontrar su caja de dulces.―Bueno, a cenar.
Se sentó en la cama junto a él cruzando las piernas y le lanzó una tableta de chocolate.
―Creo que el ángel eres tú, Hayley.
❛ ꕥ ❜
―Hola... ¿puedo sentarme?―Hayley dejó de escribir en su pergamino y alzó la mirada hacia Cho Chang. Le dedicó una pequeña sonrisa y asintió.―¿Qué tal estás?
―Algo cansada, pero tengo que terminar este ensayo de Snape y este de McGonagall y en mi sala común no se callan.―frunció el ceño un momento y sonrió nuevamente para ver a Cho.―¿Qué hay de ti?
Cho se removió incómoda en su asiento y apoyó los brazos en la mesa de la biblioteca.
―Yo... necesitaba hablar con alguien y... mi mejor amiga Marietta se ha molestado conmigo y... disculpa interrumpirte, Hayley.
Hacer amigos nuevos no le vendría mal...
―Uhm, puedes contarme si quieres, Cho, mientras yo termino esto.―a Cho le brillaron los ojos y asintió.
Hayley sumergía la punta de su pluma y escribía mientras escuchaba atentamente las preocupaciones de Cho; todo parecía indicar que su novio, Cedric, planeaba entrar al Torneo de los Tres Magos, o al menos le llamaba la atención hacerlo, pues ya tenía la edad requerida.
―Debe de estar loco.―había dicho Hayley con una mueca.―Seguro se le pasará pronto, solo es la emoción de ser mayor de edad.
―Eso espero, Hayls.―Cho soltó un suspiro profundo.―¿Te parece ir un rato a los jardines y luego a la cena?
Hayley asintió y la morena la ayudó a guardar sus cosas de vuelta, sin más, ambas salieron de la biblioteca.
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