Los días pasaron, la cabeza de Taehyung estaba sobrepensando la situación, ¿en serio el azabache lo estaba engañando? No, esa era la verdadera respuesta, sin embargo él no era consciente de ello.

Taehyung no sabía que hacer, no sabía cómo tocar el tema con Jungkook, pero para ser sinceros Kim no deseaba saber la respuesta. Aún siendo una mentira, Taehyung no deseaba saber si Jungkook pasaba las noches con alguien más.

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Jungkook caminaba lentamente, él no deseaba entrar a aquella casa, no deseaba saber qué infierno le esperaba al cruzar la puerta. Paso tras paso se aproximaba más hacia esas paredes que se llenaban de odio y dolor.

Luego de unos pasos se poso frente a la puerta, estaba tentado a no tocar y simplemente salir corriendo a casa de su novio, pero no lo hizo. Sus manos demacradas formaron un puño y golpeó esa tabla de madera que cubría la entrada de la casa. Una lágrima corrió por su mejilla.

La puerta fue abierta por su madre, Jungkook vio con tristeza su estado, su cabello revuelto que antes se veía hermoso al ser atado en una coleta y listones, su ropa desalineada y los tirantes del vestido que caían por sus hombros, había chupones en su cuello, su maquillaje corrido y en sus labios un cigarro.

—Vaya, te dignaste a volver, llevabas tres días desaparecido, tus clientes estuvieron preguntando por ti— espetó.

—P-perdón— balbuceó.

—Choi te está esperando.

—Mamá, hoy no, no quiero.

Su madre le vio mal, de cierta manera le dolía, era su hijo, pero si ella sufría él también debía hacerlo. Ella hizo una seña para que el menor la siguiera, la mujer tomo un paquete de la pequeña mesa del comedor y de él tomo una bolsita transparente.

—Con esto no sentirás mucho— dijo.

Extendió el contenido en la mesa y con una tarjeta vieja comenzó a formar líneas.

—Metete dos líneas, en cuestión de minutos te sentirás bien, hijo.

Jungkook sabía que estaba mal, sabía que no era bueno, él era un adicto, estaba consciente de ello. Pese a ello, agachó su cabeza, tapo una de sus fosas nasales y se dispuso a esnifar. Tal como lo dijo la mujer, fue un escaso periodo de tiempo el que paso para que empezará a disociarse, torpemente fue guiado a su habitación, ahí le esperaba un monstruo más.

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En la penumbra de la habitación apenas iluminada por la luz mortecina del atardecer que se filtra a través de cortinas raídas, Jungkook yace recostado en la cama, era ajeno a todo lo que estaba pasando a su alrededor, se sentía volar. El aire, denso y cargado de un silencio casi palpable, parecía suspenderse en torno a él, mientras su mirada perdida se clavaba en el techo, navegando en un mar de pensamientos erráticos.

El efecto de la droga, siendo un manto de olvido y falso consuelo, que comienza a disiparse lentamente. Como las olas que retroceden en la marea, dejando atrás restos de algas y conchas rotas, así se retiro la sustancia de su cuerpo, revelando las cicatrices de su alma. Cada segundo se alargaba en una eternidad doliente, donde la euforia cedia paso a una realidad fría y despiadada

Su mirada estaba perdida en la nada, su cuerpo desnudo se pintaba con marcas violaceas. Sus pupilas, dilatadas aún por el reciente éxtasis, empezaban a contraerse, ajustándose a la tenue claridad que iluminaba el espacio. Un suspiro profundo, casi un lamento, se escapo de sus labios entreabiertos. En su rostro, habia una mezcla de tristeza y resignación, como un cuadro de un amor perdido pintado con colores apagados.

El sudor perlado cubria su frente, su cabello se pegaba en desordenadas mechas. Sus dedos, que antes flotaban en el aire con movimientos erráticos, ahora temblaban y se crispaban, buscando asidero en una realidad que se siente lejana e indiferente.

Cada respiración se convirtió en un esfuerzo consciente, un recordatorio del peso de su existencia. Los sonidos de la calle, distantes y ajenos, se cuelan por la ventana abierta, recordándole que el mundo sigue girando sin él. Un reloj en la pared marca el paso del tiempo con un tic-tac implacable, una cuenta regresiva hacia la sobriedad que se siente como una sentencia.

Sus ojos, hundidos y rodeados de ojeras profundas, se abren y cierran con desesperación, buscando un alivio que no llega. Un gemido escapó de sus labios, un sonido entrecortado por el llanto silencioso de alguien que lucha por salir de las garras del dolor. La lucha era visible en cada fibra de su ser, mientras su cuerpo y mente batallaban para purgarse de la influencia oscura que domina su vida.

Jungkook cerro los ojos, intentando atrapar los últimos vestigios del paraíso artificial, pero estos se escapaban como arena entre sus dedos. La verdad, esa vieja conocida que tanto ha evitado, se instalo nuevamente en su pecho, pesada y opresiva. Con un último suspiro, abrió los ojos y se enfrentó a la realidad desnuda, sabiendo que la lucha apenas comenzaba y que el camino hacia la redención era largo y sinuoso.

En ese instante, entre el ocaso de su alivio químico y el amanecer de su dolor real, encontro un destello de esperanza, su chico de las mariposas.

Cuando el efecto de la droga se disipó completamente de su sistema se colocó un pijama, la ansiedad se apoderaba de su cuerpo, vio la caja en su escritorio.

De forma perezosa se puso de pie y tomo la caja entre sus manos, se tumbó en el suelo quedando recargado en un espacio de la cama, abrió la caja y saco a su fiel compañera; entre sus dedos sostuvo la delgada hoja para afeitar y la paso por su piel expuesta. Su brazo izquierdo se cubría de líneas dibujadas y por ellas corría la sangre, no fue consciente de cuántos cortes hizo hasta que llegó un momento en que su brazo, piernas y abdomen comenzaron a doler y arder fue ahí en que hizo consciencia de sus acciones y luego de ello cayó rendido en el suelo, señal de su cansancio y debilidad.

no pensaba escribir en este tiempo, la verdad es que no estoy bien pero pues canalice toda mi tristeza en esto, espero les guste. creo que estaré actualizando está historia más seguido.

yo sé que está es de mis historias que menos apoyo recibe, pero es importante para mí el relatar está historia, si pueden recomendar o así se los agradezco, también agradezco a los pocos que votan y comentan; me encanta leer los comentarios. yo sé que es una historia muy cruda y triste, pero es una realidad que se vive a diario.

recuerden es una historia corta.

ꕤ⊰ shine