𝟬𝟬𝟬. 𝗣𝗥𝗢𝗟𝗢𝗚𝗨𝗘
❛ 𝟎𝟎𝟎. ▎ 𝐏𝐑𝐎𝐋𝐎𝐆𝐔𝐄
𝟸𝟶𝟸𝟸 ┊ 𝘃𝗶𝗴𝗶𝗹𝗮𝗻𝘁𝗲𝘀𝗵𝘃𝘁 • °
𓏲࣪ 𝗌𝗁𝖾 𝗐𝗈𝗎𝗅𝖽 𝗀𝗂𝗏𝖾 𝗍𝗁𝖾 𝗐𝗈𝗋𝗅𝖽 𝗍𝗈 𝗁𝖾𝗋 𝗌𝗂𝗌𝗍𝖾𝗋 ₊ᐤ
༯ 𝒅𝒐𝒏'𝒕 𝒂𝒄𝒕 𝒍𝒊𝒌𝒆 𝒘𝒆 𝒅𝒊𝒅𝒏'𝒕 𝒅𝒐 𝒕𝒉𝒂𝒕 𝒔𝒉𝒊𝒕, 𝒕𝒐𝒐꒷❜
Cuando Dysis Targaryen nació, su madre pudo haber jurado que esa niña sería la ruina de los siete reinos.
—La Reina dice que es un demonio —murmuraban las nodrizas—, que esta maldita.
—Es solo una bebé, no ha hecho nada más que llorar.
—La reina debe estar molesta por no haber tenido un hijo pero sí a una hija, debe de ser frustrante para ella verla.
Aunque la bebé era adorada por todo el reino, Aemma sabía que su hija era un lobo disfrazado de cordero y cuando tuviera la oportunidad sacaría los dientes.
La niña no había hecho nada malo pero el rey Viserys ya había tenido un sueño en el que los siete reinos ardían por culpa de su hija.
—La vi a ella, escuche los gritos de la gente diciendo el nombre de nuestra hija —narró el rey para su esposa—. Luego las ciudades caían ante el fuego que estaba hasta en sus cimientos y luego hubo hielo sobre ellos.
—Mi rey ella es solo una niña —suspiró Aemma tratando de mantener la calma—. No hay forma de que se convierta en lo que tu pesadilla te mostró.
Pero cuando Rhaenyra nació la visión de Viserys había cambiado, porque ya no veía a Dysis destruyendo a los siete reinos ahora los destruía para dárselos a su hermana menor, ese sueño solo era conocido por tres personas Viserys Targaryen, Aemma Arryn y Otto Hightower.
Y el terror llego para Aemma cuando vio a su hija mayor cortando la mano de un niño que había dicho que su hermana era fea con solo nueve años y la menor con apenas unos días de nacida.
—Eres una insensata —reprochó Aemma aterrorizada—. No puedes ir cortando manos de los Lannister por placer ¿Qué fue lo que te hizo como para que reaccionaras de tan grotesca manera?
—Insultó a Rhaenyra.
Aemma palideció drásticamente antes de bufar y negar con la cabeza ante la frustración.
—¿Por eso debías de arrebatarle una extremidad?
—Nadie hablará mal de mi hermana sin sufrir las consecuencias —sentenció Dysis cuando su madre la reprendió—. Hablar mal de ella es un acto de traición, hacerlo frente a mi es un acto de estupidez y suicida.
Aemma miró con horror a su hija mayor al escucharla, si le cortaba la mano a un niño solo por llamar fea a su hermana no quería saber lo que haría cuando castigará a Rhaenyra ¿Iniciar una guerra? Le agradaba que quisiera a su hermana menor y que la defendiera pero aún así le parecía exagerada su reacción y le horrorizaba pensar en lo que haría por Rhaenyra.
Tanto Viserys como Aemma estaban decididos a evitar que el lazo entre ambas creciera para que la visión del rey no se hiciera realidad, habían puesto toda clase de límites a su hija mayor mientras a la menor le daban completa libertad para generar envidia pero no tenían ni idea de lo mucho que estaban fallando.
—Debes esforzarte más Dysis —regañó Aemma—. Eres la mayor, debes ser la mejor o te pisotearán. Ser una princesa no te salva de nada, solo te hace ser un blanco y debes cumplir con cada expectativa sino quieres fracasar.
Rhaenyra estaba persiguiendo a una de las sirvientas bajo la mirada divertida de su madre, quien esperaba que la mayor guardase envidia o resentimiento para evitar que la visión de Viserys se convirtiera en el futuro de los siete reinos.
—Es linda —sonrió Dysis con ternura, Aemma quería ser incinerada en ese momento ya que nada funcionaba para evitar que Dysis quisiera a Rhaenyra—. Descuida madre, seré la mejor princesa que haya existido te lo prometo.
Desde que Dysis había visto a su hermana menor se había jurado que no importaba que pasará o lo mucho que debería esforzarse pero ella iba a hacer todo para que su hermana consiguiera ser la reina porque ella le daría el mundo a su hermana menor.
No importaba que hicieran sus padres pero Rhaenyra nunca había recibido un mal trato de parte de su hermana ni siquiera cuando se lo merecía, Dysis jamás había tenido hecho un favor por nadie pero desde que su hermana llego a su vida no había hecho nada más que complacerla y mimarla.
Cuando Rhaenyra quería algo Dysis no dudaba en ir a buscar al menos una docena de lo que pedía, si a Rhaenyra le molestaba algo Dysis lo eliminaba, no había nada que Dysis le negase a su hermana menor.
Si Rhaen le hubiese pedido a Dysis entregarle a Koryn, la dragona de la mayor, ella lo habría hecho sin titubear.
Cada flor necesito ser plantada antes de florecer, necesitan de alguien antes de poder llegar a la primavera.
Dysis Targaryen no era una flor debido a que ella no fue plantada por nadie.
Dysis es la maleza, sobrevivió y creció ante las adversidades de ser la princesa primogénita e hija del rey Viserys cargaba con el peso de ser perfecta, tener que cumplir cada expectativa, debía ser perfecta y temible para evitar la deshonra a los Targaryen.
Ella se había esforzado para cumplir cada expectativa con tal de que las expectativas y atención de sus padres cayeran solamente en ella para que su hermana tuviera la libertad de hacer lo que le plazca, aunque Dysis fuera cruel y despiadada con todo el reino ella haría todo lo que Rhaenyra le pidiera sin pensarlo o titubear.
La mayor de las hermanas Targaryen se encontraba en la biblioteca junto a su hermana y Alicent Hightower.
—Hoy vendrán tus pretendientes —se burló Rhaenyra—. ¿Sabes? Creo que todos son unos imbéciles, no hay ninguno interesante.
—Es raro que hagan fila para casarse con alguna mujer —murmuró Alicent.
—No creo que sean tan malos —dijo Dysis ignorando a Alicent—, hay algunos que son buenos e interesantes partidos. Solo hay que darles una oportunidad y mantener la mente abierta ante los pretendientes.
Ni siquiera Dysis creía lo que estaba diciendo, solo trataba de hacer que su hermana no tuviera lastima por ella o peor aún se burlarse del dolor de cabeza que obtendría después de estar hablado con sus pretendientes.
Alicent asintió ante la rubia, pensando en como sería su vida si tuviera pretendientes y pudiera elegir con quien casarse en lugar de esperar la aprobación de su padre.
—Es una estupidez —bufó Rhaenyra—. Ni uno de ellos te merece, son unos mediocres que solo quieren que sus hijos tengan sangre de dragón para tener poder político o a su familia en el trono, serpientes de mierda.
—Los matrimonios son acuerdos, casi es un contrato —habló Dysis con seriedad—. Estoy consiente que buscan poder político, pero ellos me ofrecen otras cosas.
Rhaenyra hizo una mueca llena de disgusto ante las palabras de su hermana mayor.
—Sin ofender querida hermana, pero tener hijos no cuenta como una buena oferta.
Dysis negó con la cabeza, siendo plenamente consciente y estando de acuerdo con ella en su totalidad.
—Me refiero a la libertad de un apellido con menos peso que el nuestro —balbuceo Dysis mirando a su hermana menor de mala manera—, es una libertad que tendremos cuando nazca nuestro hermano.
Rhaenyra miró mal a su hermana mayor, no estaba de acuerdo con ella en lo absoluto pero no iba a contradecirla, después de todo mientras más rápido se casará menos atención le pondrían a ella y sus acciones ya que con eso solo vendrían especulaciones de su matrimonio e hijos.
Dysis quería que su dragón, Koryn, la incinerara debido a que cada pretendiente que entraba a proponerle matrimonio era más aburrido que el anterior.
—Borra a cualquier Lannister, Hightower o Baratheon de la lista —ordenó Dysis.
Ser Erryk tachó doce nombres haciendo que Ser Arryk le sonriera con burla a su gemelo ante el susurro de la platinada que seguía escuchando la propuesta de Rolan Lannister.
—Gracias por su dulce propuesta Ser Rolan —le sonrió Dysis apretando la mandíbula—. El que sigue.
La platinada bebió de su copa de vino con aburrimiento hasta que vio al siguiente hombre en la fila haciendo que se enderezara de golpe.
—Ser Harwin Strong, mi princesa —el castaño hizo una reverencia haciendo sonreír a la platinada.
La princesa no le puso atención a nada de lo que decía el hombre de cabellos rizados, estaba demasiado concentrada en ver sus gestos faciales y cada movimiento estando embrujada por la mirada confiada del caballero.
—Majestad —la llamó Ser Erryk al oído—, Ser Criston ya está concluyendo.
—No borres su nombre.
La princesa dio un asentimiento con una pequeña sonrisa hacia el castaño quien le devolvió la sonrisa dando por concluida su propuesta.
El siguiente en la fila era Lord Mano, Otto Hightower. Pero este ni siquiera logró decir una sola palabra ya que el príncipe Daemon entró a la habitación siendo seguido por las capas blancas apartando a los pretendientes para darle espacio a los caballeros de la guardia.
—Tío —saludó Dysis poniéndose de pie ante la sorpresa—. ¿A qué se debe tu adorable visita?
—Princesa Dysis, majestad —le sonrió el príncipe canalla haciendo una leve reverencia coqueta—. He venido a hacer mi propuesta. Conoces lo que ofrezco querido sol, dirijo a las capas blancas, soy el heredero al trono de hierro, te conozco mejor que cualquier hombre presente, te respetaré, cuidaré, amare y trataré como mi reina cuando nos nombren como tal; pondré a los Siete Reinos a tus pies si así lo deseas.
La mandíbula de Dysis estaría abierta hasta el suelo de no ser porque no se pondría en tal posición frente a un Hightower.
—Dae... príncipe Daemon —balbuceó Dysis sorprendida.
—Mi príncipe —interrumpió Otto—. Me temo que no se encuentra en la lista de candidatos seleccionados y aprobados por el rey por lo que su propuesta...
—Es más digna que la que usted Lord Mano está por darme —intervino Dysis molesta por ver al Hightower frente a ella y hablándole de tal modo a su tío—. El príncipe Daemon tiene la sangre de dragones, sangre Valyria, es el heredero al trono de mi padre ¿Qué propuesta podría ser más digna que esa, Lord Mano? ¿Cree que habría una propuesta más importante o digna que la del heredero al trono, su futuro rey?
El único interesante en la opinión de Dysis era Harwin Strong, pero era demasiado bueno para su gusto esperaba a alguien más peligroso que la sonrisa maliciosa y coqueta del Strong. Ni siquiera planeaba decir su opinión sobre los Lannister.
Pero en el momento en el que vio a Otto Hightower hacer su propuesta fue el momento en el que más repugnancia sintió hacia sí misma y su situación, no comprendía como su padre había permitido que la serpiente que llamaba su Mano pudiera desposarla.
Cuando llego su tío casi salió corriendo de ahí, adoraba a Daemon pero se rehusaba a casarse con su tío. Aún con las tradiciones de su familia no planeaba desposar a su segunda figura paterna, le parecía repugnante.
En cuanto Daemon termino su propuesta ella salió trotando de ahí con la excusa de que tenía que evaluar las opciones y debía de cumplir con sus obligaciones, aunque realmente iba a ver a su hermana y Alicent.
—¿Tan mal te fue? —se burló Rhaenyra en cuanto su hermana entró a la biblioteca con una expresión nauseabunda—. Te dije que serían un montón de imbéciles.
La menor miró a la chica Hightower y está le dio su anillo favorito.
—Apostaron —dijo Dysis mirando mal a las dos chicas—. Pero si, solo eran un montón de imbéciles de casas con sed de poder que jamás obtendrán. Daemon fue ahí, es repugnante el solo imaginar terminar casada con él, lo adoro pero como figura paterna no como esposo.
Alicent miraba con diversión la expresión de Dysis, la mayor la miro mal antes de echarse a reír con las otras dos.
—Bueno él es atractivo —murmuró Rhaenyra—, pero sería raro que te cases con él ya que ayudo a criarte y sería como que te haya criado para ser su esposa. Es desagradable.
Alicent asintió de acuerdo con una mueca de desagrado que hizo sonreír a Dysis.
Dysis estaba segura que a su padre no podría importarle menos su opinión y la comprometerá con alguien sugerido por el consejo que le ofrezca ventajas sin importarle que clase de persona sea.
Al otro lado de la biblioteca se encontraba Aryon Stark leyendo lo que sea que hablase de medicina o plantas.
Ninguna de las tres lo habría notado de no ser porque terminó cayéndose mientras trataba de alcanzar un libro de herbolaria y con su caída termino tirando gran parte de los libros cerca de él.
De inmediato las tres fueron hacía donde escucho el estruendo, mientras Rhaenyra era reprendida por Alicent debido a sus carcajadas al ver a Aryon en el piso con varios libros tirados sobre y junto a él Dysis lo miraba con curiosidad, era la primera vez que veía a un hombre leyendo algo que no tratase de estrategias de pelea o navíos y también la primera vez en la que se veía interesada en un chico.
—¿Deberíamos llevarlo con algún maestre? —preguntó Alicent.
—No parece que vaya a morir sino lo hacemos —respondió Dysis con burla—. ¿Cuál es su nombre?
Aryon se sonrojo y puso de pie de inmediato para hacer una torpe reverencia, Dysis recordó a su amigo de la infancia él estaba casi irreconocible para la princesa.
—Aryon Stark, princesa —dijo Aryon avergonzado—. Lamento interrumpir su lectura.
Dysis estaba impresionada por la altura de Aryon, lo seguía recordando como un niño de apenas siete años pero ambos habían dejado de ser niños ella tenía veintidós y él veinticuatro, ni uno lucía como antes pero ambos seguían queriéndose como cuando eran apenas unos niños ya que ese tipo de cariño no desaparecía ni siquiera con tantos años sin llegar a verse.
Durante ese día Aryon Stark y Dysis Targaryen no se habían separado ni por un segundo, poniéndose al día de lo que era la vida del otro en los años que pasaron separados como si no hubieran pasado más de una década sin verse, ambos lo sentían como si nunca hubieran perdido el contacto.
Pero a Dysis se le ocurrió formar una alianza con el segundo hijo de Rickon Stark en cuanto se le informó de la muerte de su madre y hermano durante el parto.
—No nos hemos visto en años —suspiró Aryon—, ni siquiera nos reconocimos y quieres que nos casemos ¿Por qué?
—Mis intereses no son algo que debas conocer mi querido amigo —respondió Dysis—. Piensa en lo que obtendrás, honor para tu familia, una alianza, poder político y el mejor arreglo matrimonial que podrías llegar a tener.
Aryon asintió con aburrimiento, conocía perfectamente lo que él obtendría de ese matrimonio gracias a su padre quien no había dejado de decirle a su hermano mayor lo importante que era que desposará a la princesa, pero eso no era lo que deseaba escuchar.
—Quiero saber que es lo que te ofrezco que no tengas ahora —habló Aryon con curiosidad ganándose una mirada sorprendida de Dysis—. Me gustaría conocer que es lo que puedo ofrecerte que las filas de pretendientes que se reunieron no tuviera, ¿Qué hace que quieras desposarme? No lo entiendo y sabes que odio sentirme como un estúpido aunque haces que me sienta así bastante seguido.
Dysis le sonrió con diversión y Aryon se limito a tratar de ocultar su sonrojo de la Targaryen quien lo notó pero no menciono nada al respecto para evitar que se apenara más de lo que ya se encontraba.
—Evitar llegar al trono y me darás mi libertad —suspiró Dysis, aunque no le gustará admitirlo era mejor mantener a Aryon informado en lugar de estar confundido y torpe para que pudiera ayudarla en sus planes—, si me caso contigo no tendré que convertirme en reina. Mi hermano esta muerto y no pienso convertirme en la reina. No quiero más compromisos por un título mayor que planean darme ahora y eres el segundo hijo de Rickon Stark lo que significa que si nos casamos mantendré el honor de mi casa pero no tendré que ser la reina.
—Mañana serás nombrada heredera —le recordó Aryon.
Dysis asintió y sonrió, Aryon se sentía intimidado cuando lo miraba de esa manera debido a que esa mirada solo significaba peligro debido a que ya había ideado un plan que seguramente los metería en problemas.
—Por eso deberíamos irnos ahora al norte —sentenció Dysis con diversión en su mirada—, no pienso obligarte a nada pero si quieres unirte a mi casa subirás a Koryn conmigo y nos iremos al Norte para casarnos antes de que me nombren heredera al trono.
—Me dan miedo las alturas —dijo Aryon apenado haciendo que la menor se riera—. Así que será mejor si nos vamos ahora para evitar que vea que tan alto estaremos.
Dysis le sonrió al castaño y Aryon en ese momento juro que se iba a arrepentir de su decisión pero eso no importaba si podía ver esa sonrisa durante toda su vida.
A la mañana siguiente mientras que Rhaenyra y Viserys buscaban a Dysis por todo el pueblo y castillo, Dysis y Aryon se estaban casando en el Norte a escondidas de los nobles pero frente a la mayor parte del pueblo para que los rumores llegaran al rey tan pronto como fuera posible para al menos informar a su hermana que nada malo le había pasado por su desaparición del castillo.
—No hay opción —suspiró Viserys derrotado tras no encontrar a su hija mayor—. Hay que nombrar a Rhaenyra como mi heredera.
Viserys tomo su decisión creyendo que su hija mayor podría estar muerta mientras Aryon Stark se preguntaba que era lo haría ahora que se había casado con Dysis Targaryen.
Rhaenyra Targaryen en cambio se mantenía con una mueca de disgusto al ver la carta que Dysis le había dejado cuando ella escapó siendo seguida por Ser Erryk quien regresaría después de la boda clandestina.
Mi dulce hermana,
Me temo que debo dejarte para que obtengas algo mejor de lo que la mayoría de las mujeres Targaryen suelen obtener en sus vidas así que espero que cumplas con tus sueños y seas la reina que sé que puedes ser, estoy bien huí para casarme con Aryon Stark. Eso debilitará la imagen que nuestro padre quiere para su heredero. Hazlo bien mi linda hermana, no confíes en nadie menos en las serpientes que se enredan en tu dragón; los Hightower no son tus amigos.
Te ama tu hermana, Dys.
—¿Has pensado en si tendremos herederos? —preguntó Dysis con aburrimiento—. Ya sabes, tener a tus niños corriendo por ahí y destruyendo tu poca paciencia.
—No es necesario que tengamos herederos —respondió Aryon mirándola con diversión —, todo depende de ti Dysis y no quiero presionarte. Si quieres podemos intentar retomar nuestra amistad, el futuro no es relevante ahora Dys.
Aunque había sido una boda clandestina había muchas personas del pueblo observando a los recién casados que hablaban sobre su futuro como si discutieran sobre lo que cenarían.
Rápidamente los rumores habían corrido en menos de una semana y Rhaenyra casi puede jurar que su padre había tenido un infarto cuando se le informó del matrimonio de la mayor de sus hijas había escapado antes de ser nombrada como heredera para casarse con el segundo hijo de Rickon Stark.
—No vamos a iniciar una guerra por el matrimonio de la princesa —negó Viserys en cuanto Otto se lo sugirió—. No vamos a pelear contra los Stark si con la boda de ellos formamos una alianza, aunque Dysis haya abandonado su título como heredera por él.
Casi de inmediato había iniciado una disputa en la corte por el matrimonio del Stark y la Targaryen pero a menos que quisieran iniciar una guerra contra los Stark debían de mantener la calma y evitar el conflicto.
Viserys quería morir al saber que su hija se había casado con el raro de los Stark, ni siquiera quería saber como serían sus nietos con los genes de su padre. Solo esperaba que se parecieran a Dysis tanto como fuera posible en lugar de tener que tener nietos como Aryon Stark.
—Tu hermana perdió la cabeza —bufó Viserys—, se caso con la persona más extraña de los siete reinos. Pudo desposar a cualquier persona normal pero en su lugar ¿Qué hizo? Se caso con el segundo hijo de los Stark ¿Y para qué? Solo se deshizo de su nombramiento como heredera, pero te convertiré en la mejor reina que se haya visto Rhaenyra.
El amor de Dysis por Rhaenyra sería la perdición de los siete reinos, lo había sido desde antes de que le dejará el puesto de heredera al trono y sería mejor que el mundo se arrodillara ante la menor o Dysis haría que rogasen por su piedad porque el norte la convirtió en alguien peor que Daemon Targaryen.
Tres años antes del nacimiento de Jacaerys Velaryon nació el primer hijo del matrimonio Stark-Targaryen, Darren Stark.
Y tres años después tras tan solo unos meses de el nacimiento del primer hijo de Rhaenyra Targaryen nació la princesa Dorcas Stark, y aunque la niña había crecido con la ambición de convertirse en la reina de los siete reinos su madre se mantenía firme en apoyar a su hermana a convertirse en reina.
Esa fue la sentencia de Dorcas Stark, ya que su madre nunca iba a ayudarla a cumplir su meta si eso implicaba que su tía no conseguiría lo que quisiera debido a que Dysis sacrificaría a su hija por su hermana sin pensarlo dos veces.
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