𝟎𝟏𝟒. 𝗂𝖿 𝗒𝗈𝗎 𝗇𝖾𝗏𝖾𝗋 𝖻𝗅𝖾𝖾𝖽 𝗒𝗈𝗎'𝗋𝖾 𝗇𝖾𝗏𝖾𝗋 𝗀𝗈𝗇𝗇𝖺 𝗀𝗋𝗈𝗐
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❪ ꧏ𓈒 𝟎𝟏𝟒. ── 𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 ৫ ᠀ ❜
❥ ๋𓄹𓏲。 𝘄𝘄𝘄.𝐦𝐢𝐝𝐧𝐢𝐠𝐡𝐭 𝐫𝐚𝐢𝐧. • °
⟆ 🐉 ▋◖ 𝘭𝘦𝘤𝘭𝘦𝘳𝘤𝘩𝘢𝘯𝘵𝘦𝘥 ◞。𓍢 ׄ *
ৎ 𝗽𝗹𝗮𝘆 𝘁𝗵𝗲 𝟭 ୭ ❫
Las discusiones sobre la carencia de alimentos en Volantis había aumentado significativamente en las reuniones con los Triarcas, la guerra los estaba dejando en la quiebra.
—Princesa Dorcas, jinete del terror verde y la bestia planteada, la Dragona del Invierno, la cazadora de Krakens y la Loba de Fuego —presentó uno de los esclavos a la princesa quien entraba en la junta de los Triarcas.
—Dorcas deberías de estar escondida no aquí —habló Raelon preocupado y molesto con su sobrina.
Dorcas sonrió con tranquilidad mientras se acercaba a los Triarcas.
—No vine a verte tío —explicó la princesa—, estoy aquí en nombre de Kepa, la Serpiente Marina se encuentra interesado en ayudar con su problema de carencia de alimentos y armas.
La mirada de Dorcas estaba sobre Raelon en todo momento en busca de su aprobación para continuar.
—La escuchamos, princesa —suspiró Raelon.
Dorcas sonrió para sus adentros al ver que ya no obtendría más regaños aburridos de parte del príncipe Raelon.
—La comida se agota para los ejércitos, las armas se destruyen y Lord Corlys tiene una amplia variedad de negocios y comercios —expuso la princesa con tranquilidad—, como bien saben ningún barco se atreve a entrar en sus costas o puertos debido a los ataques que provocan los rebeldes; la propuesta que ofrece Lord Corlys es aumentar sus negocios en la ciudad de Volantis, tomar una amplia propiedad en el bosque, tener el permiso de hacer su propio muelle privado y a cambio obtendrán la venta de comida, armas y fácil acceso a sus barcos por el muelle que desea construir.
—La Serpiente Marina tiene muchas exigencias —gruñó Raelon.
Dorcas lo miró de arriba a abajo con molestia mientras lo veía sorber su vino, la miraba con reto y rebeldía en sus ojos pero ella no tenía la paciencia necesaria como para mantenerse siendo complaciente o bajar las exigencias de Lord Corlys Velaryon por la tacañería de su tío.
—¿Las suficientes como para no mantenerse en el poder por matar a su ejército de hambre y sin armas? —cuestionó Dorcas.
Raelon finalmente la miró como a una mujer de la corte, una negociadora real y no la niña malcriada que fue enviada para aumentar sus aires de grandeza, ella era una manipuladora al golpear directamente en el ego de los hombres poderosos y por eso Lord Corlys la había dejado hacerse cargo de esa negociación.
A veces odiaba que su sobrina pudiera leerlo y jugar con él de tal manera que lo orillaba a hacer lo que ella deseara.
—Traigo un informe mi Lord —habló Henrik Snow a Lord Mucilber Stark—, sobre la condición de su sobrina en Volantis.
Mucilber miró de arriba a abajo al caballero frente a él con una muestra de interés apenas perceptible.
—Entonces habla —demando Cregan Stark al no escuchar al caballero seguir hablando—. ¿Qué es lo que viene a decirnos?
El Lobo de Sangre miraba con incomodidad a su hermano menor debido a que evidentemente el caballero solo iba a informarle a él lo que acontecía con su sobrina, pero no le dijo nada a Cregan en muestra de regalo simplemente asintió al caballero para que comenzara a hablar.
—La princesa Dorcas a forjado una alianza con la Triarquía —informó el Snow con molestia en sus ojos por dar tal información—. La Serpiente Marina ha dado una negociación exitosa para llevar comida y armas al ejército de Volantis, se dice que a cambio pidió múltiples demandas que el príncipe exiliado...
—Triarca —corrigió Cregan por el nombre dado a su viejo amigo—, Raelon es un Triarca ahora.
Mucilber estaba perdiendo la poca paciencia que le tenía a su hermano.
—Si deseas escuchar el informe que no te corresponde oír al menos mantén la boca cerrada —gruñó Mucilber a su hermano, su mirada pasó al caballero—. En cuanto a ti será mejor que utilices los títulos apropiados para referirte a personas de la realeza, ya nos ven como salvajes. Continúa muchacho.
—La princesa Dorcas ha sido vista entrando continuamente al aquelarre de la Titiritera —siguió Henrik molesto—, y el príncipe Darren parece haber comprado a una chiquilla de la casa del placer antes de dejar la Fortaleza Roja.
Lord Mucilber miró con frialdad al bastardo antes de reír con burla, su sobrino jamás haría tales actos sin una razón mucho menos sabiendo que sus intereses no eran dirigidos hacia las mujeres.
—Deberías de llevar mejor la realidad, sobrino —murmuró Mucilber con malicia—, tus hermanos ha diferencia de ti son príncipes que no mancharían su nombre de dicha manera; no pretendas influir rumores sin sentido si quieres mantener tu cabeza pegada a tú cuello. No olvides que estás hablando de tu futura reina y su hermano.
El constante recordatorio de que jamás sería como sus medios hermanos y mantenerse oculto de ellos o de la sociedad estaba cansando al bastardo de Aryon Stark, en especial por parte de Lord Mucilber quien antes lo había tratado como un hijo y ahora lo miraba con constante burla y furia por su rencor hacia sus medios hermanos.
—Que sean hijos legítimos de mi padre no les da el honor ni honestidad que yo poseo —gruñó Henrik furioso—, que los veas como la oportunidad de llegar al poder es cosa tuya, ella es una bruja y una zorra que ha manchado su honor con Ser Criston Cole, Cregan y sabrán los dioses con cuantos más mientras él un degenerado que roba a niñas.
Cregan no dudó dos veces en golpear a su sobrino, podría ser menor que el bastardo de su hermano pero eso no quitaba que era más fuerte y grande que él, lo azoto con la furia de sus puños tan rápido y grotescamente que ni siquiera le daba tiempo para poder defenderse o devolver el golpe, Cregan solo se detuvo cuando Mucilber jalo del cuello de su camisa para separarlo de Henrik.
—No caigas ante las provocaciones de un hombre celoso de sus hermanos —demando Lord Mucilber—, retírate Henrik y no vuelvas hasta que pienses con claridad, si vuelves a insultar a Darren o a Dorcas me temo que podrías perder tu lengua o vida; agradece que no sea hoy.
La jinete del cazador de dragones ya llevaba tres meses viviendo con Raelon y Saera, la pequeña Neysilla era quien parecía estar más que feliz con la estadía de la norteña en Volon Therys debido a los mimos constantes que recibía de ella y sobre todo el poder utilizar sus elaboradas joyas.
Dorcas y Raelon se encontraban en una tienda de tatuajes que había en una de las tabernas que el príncipe exiliado frecuentaba desde su adolescencia.
La princesa iba con una camisa y un pantalón debido a que se encontraba entrenando antes de que partieran, fácilmente pudo haber pasado como un vagabundo.
Raelon la miraba con disgusto ante su elección de vestuario y por su peluca platinada más no habló al respecto por miedo a Ser Jensen Stark, el protector de la princesa y el cazador de cambiafuegos que sería capaz de hacer que su lobo lo devorara vivo –como el mejor de los casos– si hacía cualquier comentario que le desagradara sobre su sobrina en su presencia.
—¿Estás segura de esto? —preguntó Raelon con diversión—. No sea que vayas a arrepentirte de esto.
—Hay que hacerlo —sonrió Dorcas con diversión—. Quiero hacerme dos.
El castaño asintió con una sonrisa ladeada antes de saludar al tatuador, el hombre frente a ellos los miró con confusión al ver a tres guardias detrás de los dos príncipes.
—Quiero realizarme dos tatuajes —dijo la princesa con emoción—. En la espalda y en la costilla.
El tatuador miró al príncipe en busca de su aprobación y Raelon se la dio de inmediato.
—Necesitaré que se quite la camisa —habló el tatuador con incomodidad.
La menor asintió e hizo que los guardias se volteasen de inmediato mientras ella se quitaba la camisa que llevaba, Raelon no se volteó por si requería matar al tatuador por sobrepasarse con su sobrina.
La norteña parecía bastante tranquila a diferencia de los caballeros mientras ella se encontraba siendo tatuada por el hombre, Ser Jensen tuvo que darle un golpe en la nuca a su hijo cuando lo atrapo espiando a la princesa ganándose una risa de la jinete.
—¿De qué desea los tatuajes?
El tatuador parecía sumamente incómodo, casi como si estuviera rezando por su vida en esos momentos ya que veía al pequeño altar que tenía a un par de metros y trataba de mantener su vista sobre los ojos violetas de la princesa mientras sus manos temblaban bajo la mirada despectiva del príncipe Raelon.
—Dos constelaciones —contestó la pelinegra—. La constelación de Pegasus la quiero en la costilla y la de Orion en mi espalda, un poco abajo del hombro, de lado izquierdo.
Raelon hizo una mueca de disgusto en cuanto escucho los nombres de los dragones de su sobrina.
En Dragonstone se encontraban nuevamente los rumores siendo esparcidos como la mierda en un establo de caballos.
—¿Esa niña es la razón por la que actuaban actuando tan extraño? —cuestionó Rhaenyra atónita ante haber visto a la bastarda de su medio hermano por su terrorífico parecido con su sobrina—. Si me hubieran dicho esto lo habríamos resultado de inmediato, esto es un acto de traición en contra de su matrimonio con mi hermana Helaena y digno de repulsión por decoro a la princesa Dorcas.
Los ojos de Darren se iluminaron tras escuchar como su tía finalmente había cedido y aceptado sobre la legitimidad del nacimiento de su pequeña hermana.
—Ella ha sido insultada de la más grande de las maneras —habló Daemon antes de que cualquiera pudiera llegar a hacerlo—. No sería algo sensato permitir una unión entre ella y tu heredero cuando está criatura es igual a ella, podrían hablar sobre...
Rhaenyra, Darren y Jacaerys miraron con sorpresa y disgusto al príncipe Daemon tras escuchar esas palabras salir precisamente de su boca, ya que hace años se había encontrado en la misma situación con la princesa Asteria.
—La niña no es de ella —sentencio Rhaenyra interrumpiendo a su esposo—. Dorcas era apenas una niña cuando ella nació, ni siquiera había sangrado. Cualquiera con sentido común sabrá que no es más que la bastarda de Aegon y una prostituta parecida a mi sobrina, ella no tiene porque pagar los errores de Aegon.
—Gracias madre —le sonrió Jacaerys con alivio mientras que el príncipe Darren miraba con burla a Daemon Targaryen—. Y si los rumores son los que te preocupan, tío, me preocuparía más por lo que dicen de Lady Baela y Rhaena sobre su visita a los burdeles junto al príncipe Raelon.
El único norteño presente no pudo evitar mirar retadora mente a su tío porque finalmente había sido puesto en su lugar tras haber tratado de sabotear constantemente el compromiso de su hermana menor con el príncipe Jacaerys.
—Esa clase de rumores pueden acabar con la reputación de cualquier princesa o lady respetable —siseó Darren con desdén—. Me preocuparía increíblemente que mi hermana fuera quien produjera tal clase de rumores sino estuviera aterrorizado por su estado en la guerra civil de Volantis.
El comentario de Darren sólo logró hacer que Rhaenyra y sus hijos se preocupasen por su hermana menor pero Daemon sabía lo que estaba haciendo tras comentarlo después de su falsa preocupación por sus hijas; probaba la valentía de Dorcas con los deslices precoces de sus dos hijas forzando a su esposa e hijastros a comparar la clase de problemas en la que se habían metido y cuál no era honorable ante el valiente acto de la princesa Dorcas de mantenerse en una guerra civil y formar una alianza entre Volantis con la Serpiente Marina para transportar alimentos y armas.
Daemon era un gran guerrero y le había enseñado a su sobrino a pelear igual que él, pero olvidaba que había entrenado en el Norte con el Lobo de Sangre y estuvo temporalmente bajo la tutela de Cregan Stark, no solo tenía mayor conocimiento en armas que él tras su entrenamiento en el Norte; también había desarrollado su sentido de lealtad y manipulación.
—Aún iría a buscarla —habló Jacaerys tomando las manos de su madre—, si tan solo me permitieras ir por ella y salvarla de esa guerra lo haría sin titubear...
—Jacaerys —lo interrumpió su madre—. No podemos arriesgar tu seguridad para que vayas a buscarla, si pensara que ella podría morir te dejaría ir por ella en este mismo instante, pero está con el príncipe Raelon y con sus dragones cuidando de ella así que estará a salvo.
A Darren no le encantaba la idea de dejar que precisamente Jacaerys Velaryon fuese quien viajase hasta Volantis para poder traer a su hermana de regreso pero hubiera preferido que fuese por ella a obtener la negativa de la princesa Rhaenyra.
—Mi hermana podrá ser terca —habló Darren poniendo su mano en el hombro de Jacaerys en forma de consuelo, aunque sabía que también se consolaba a si mismo—, pero no es tonta. Sabe cuidarse mejor que cualquiera de nosotros, ella estará en perfectas condiciones y en su lugar, primo, me preocuparía más por obtener la aprobación de la princesa Rhaenys antes de que lleguen más ofertas maritales.
La realidad podía llegar en una tormenta de emociones, como un rayo que podía dejar a alguien inconsciente o muerto en el suelo.
Rhaenys trato de convertir a su hija adoptiva en una persona realista para evitar que la realidad la golpeará como si fuera un entrenamiento agotador como los tenía con sus caballeros o el que tuvo ella cuando no la nombraron reina pero si a su primo Viserys Targaryen.
Pero Dorcas jamás logró ser suficientemente realista como para que no tuviera constantes rayos de realidad cayendo sobre ella.
—¿En qué piensa, majestad? —preguntó Neyra acariciando la mejilla de la princesa en su cama—. ¿Es algo malo?
La jinete de la bestia esmeralda llevaba una semana en la finca de la Titiritera, no le había avisado a nadie que se iría pero eso no era algo nuevo para ella.
En Driftmark jamás había tenido que avisar cuando se iría y cuando volvería, solo no obtenía postre en la cena en el día que regresaba pero jamás había sido regañada por sus acciones puesto que la princesa Rhaenys y Lord Corlys Velaryon estaban más que acostumbrados a tal comportamiento de su parte.
—Es algo realista —suspiró Dorcas.
—¿Es tan malo como para que esté tan seria?
—Esta guerra es lo único que impide que me casen con mi tío Aemond —le contó Dorcas sentándose detrás de ella e iniciando a trenzar el cabello morado de la bruja con peonias—. He recibido noticias de la reina Alicent, han decidido casarnos en cuanto regrese a Poniente, ellos esperan que el matrimonio detenga al Norte de nombrarme su reina o pelear en mi nombre en la guerra que no tardará en llegar.
—Dudó que un príncipe tuerto pueda domarla —le sonrió Neyra dejándose mimar por las manos de la menor en su cabello—. Podría quedarse aquí si lo deseará, Elaera la protegería mi princesa.
La pelinegra dejo un beso en el hombro de la bruja dejándola sorprendida por el atrevimiento de la menor, más no se quejó.
—No cuestionó las habilidades de la Titiritera pero creo que me quemarían viva si me quedara con ustedes.
—Compra la finca que esta junto a esta —sugirió Neyra—, así nadie cuestionaría su paradero mi señora.
—Me adelante a ti —le sonrió Dorcas a la bruja—. Me la entregarán mañana al amanecer, ven conmigo estoy segura que la habitación principal es suficientemente grande para las dos y sino lo es la ampliaremos al tamaño que desees.
Antes de que Neyra lograse responderle a la princesa Elaera entro al dormitorio, mirando mal a las dos chicas frente a ella se dirigió a la Stark con cansancio y resignación.
—Es hora de tu primera lección —anunció Elaera con una sonrisa torcida—. Será bueno que comiences a aprender, Aerella se encargará de tu primera lección.
La de ojos violetas asintió con rapidez, la bruja de sangre miraba con furia a Neyra cuando jalo de la jinete para besarla, ciertamente no le interesaba con quien se involucrará la chica a la que había criado pero si que le importaba que no saliera herida por un miembro de la casa Stark como ella y su hermana lo habían sido en el pasado.
Eso se repetía constantemente mientras trataba de olvidar que a la niña Stark la estaba utilizando para llegar a la corte.
La pelinegra sonrió levemente antes de salir de la habitación siendo guiada hacía uno de los salones por Elaera.
—¿Disfrutas de tu estadía aquí? —cuestionó Elaera con una mirada juzgante.
—Bastante —asintió Dorcas sin borrar su sonrisa—. Es más interesante de lo que creí que sería estar en plena guerra civil, aunque aquí no parece que lo estén.
—No nos involucramos en guerras de los hombres —explicó Elaera mirando mal a la princesa a su lado—. Espero que ya hayas encontrado algún lugar en el que puedas quedarte, aquí solo viven mis aprendices de confianza.
Dorcas asintió con rapidez, esperaba esa actitud de parte de Elaera desde que empezó a quedarse en el dormitorio de Neyra desde hace una semana debido a que era la misma actitud que tenía Rhaenys con Dimitri.
—Compre la finca junto a esta.
Los ojos de Elaera se abrieron ante la sorpresa, por un segundo había olvidado que estaba hablando con una princesa de Poniente y no con una de sus aprendices.
—Y le pedí a Neyra que viviera conmigo —informó Dorcas esperando los gritos de parte de la bruja—. Si es que tu lo apruebas.
—¿Qué puede garantizarme su seguridad viviendo contigo? —siseó Elaera con molestia.
La Stark la miró con confusión, era mucho más seguro tener a dos dragones de guerra, dos caballeros y una princesa que fue educada y entrenada para liderar la guerra y reinar de lo que era un aquelarre.
—Que en la finca también será habitada por un dragón de guerra y el cazador de dragones —sonrió la menor tratando de tranquilizar a la bruja—. Además de dos guardias del Norte y la defenderé con mi vida si es necesario.
—Suenas igual que tu padre —gruñó Elaera de mal humor—. Todos los Stark son igual de egolatras.
Dorcas miró con confusión a la bruja quien palideció notablemente al darse de cuenta de que había hablado demás.
—¿Cómo conoces a mi padre?
—No es asunto tuyo, entra a tu clase de una vez.
Antes de que la pelinegra lograse protestar por la actitud de la bruja de sangre, la de cabellos platinados ya se había ido dejando frustrada a la menor.
En la Fortaleza Roja se encontraba el caos en todo su apogeo debido a que las cosas ya iban mal para ellos antes de la boda doble del príncipe Aegon con las princesas Asteria y Helaena pero ahora había empeorado tras el regreso de los recién casados a su hogar ya que después de que la hija del Lobo de Sangre se hubiera acostado con su cuñado en su boda generó que su estadía en la Fortaleza Roja se convirtiera en una más exhaustiva de lo que habría sido originalmente.
—Madre —llamó Aegon a la puerta de la reina siendo seguido por Aemond—.
Ambos entraron en cuanto su madre les permitió entrar a sus habitaciones.
—¿Por qué casarnos con mujeres que no deseábamos? —habló Aegon con claros indicios de ebriedad al encontrarse con mejillas rosadas y tambalearse ligeramente—. Me casaste con Asteria y a Aemond lo casaras con Dorcas ¿Por qué no casarnos con alguien a quién deseáramos? ¿Por qué casarnos con la persona que nuestro hermano desea? ¿Es una especie de tortura, tanto nos odias madre?
La reina miró con furia a su primogénito tras tales acusaciones que salieron de la boca del platinado.
—¿Crees que no intente comprometerte con Dorcas Stark? —cuestionó la mujer con cansancio y harta de discutir sobre el mismo tema durante tantos años—. Cada vez que ofrecía una alianza entre nuestras casas contigo como su esposo se negaban tanto como el monstruo caníbal como la Serpiente Marina, pero en cuanto ofrecí a Aemond lo consideraron y aceptaron; ella no aceptaría un matrimonio contigo.
Aemond dio un paso al frente para encarar a su madre por su negativa hacia el comprometerlo con la esposa de su hermano.
—Y tú Aemond, no tolerarías estar casado con una cambiafuego —rezongó la reina con desdén disfrazado de preocupación en su tono—. Ambos solo pelearían y ella te incineraría en cuanto la hicieras enojar, ademas Asteria no habría tolerado que te acostaras con otra mujer a sus espaldas, como Dorcas, ella te da cierta libertad que deberías agradecer en especial porque desconoce concretamente sobre la cercanía que posees con la señora de los tentáculos.
Aegon rió con burla ante las palabras ingenuas de su madre, él sabía perfectamente lo que su madre se esforzaba tanto en negar sobre su sobrina; ella tenía demasiados espías en todos lados y conocía los movimientos de cada persona en los siete reinos, desde un simple vagabundo hasta lo que hacían los miembros de la casa del dragón.
—Si eso te deja dormir por las noches, madre —bufó Aegon antes de caminar tambaleándose hacia la salida de las habitaciones de su madre—. El cordero más bello puede ser un monstruo utilizando sus pieles, creo que estás más que familiarizada con ese acto madre.
El mayor de los hijos del rey Viserys salió de las habitaciones dando un portazo dejando a su madre furiosa por el insulto que le fue brindado por su hijo mayor. La reina tomó a su hijo aún presente del rostro mientras lo hacía sentarse a su lado.
—Se agradecido por lo que estoy haciendo por ti —demando la reina con falsa dulzura—, te estoy dando a una hermosa esposa que tiene dos dragones y aunque se ha quejado de tus visitas a la señora de los tentáculos sigue a tu lado.
—Ella me matará en cuanto se harte de nosotros —contradijo Aemond—, Dorcas Stark será la ruina de nuestra familia si seguimos estando comprometidos.
Aunque Aemond quisiera la corona para sí mismo eso no evitaba que fuera realista, aún si lograba casarse con Dorcas Stark y llegaba al trono ella jamás lo dejaría vivir para que le arrebatara la corona, mucho menos cuando tenía propuestas de matrimonio mucho más ventajosas en Dorne o con los hijos de la princesa Rhaenyra.
Aún con el trono –que no le darían jamás– aliarse a él sería más una pérdida que una recompensa ya que no recibiría el apoyo de su familia o de su casa ya que está se dividía entre Rhaenyra, Aegon y Dorcas.
No había lugar para un cuarto contendiente, no había lugar para él.
—Eso dices porque esa mujer te tiene bajo su hechizo, de lo contrario verías que ella podría amarte como llego a hacerlo cuando eran niños —siguió la reina impacientando a su hijo—. Solo tienes que poner de tu parte, sigue escribiendo cartas para ella y te contestará tarde o temprano ya que necesitará a alguien con quien hablar con todo el caos que está viviendo, la guerra no es algo que se tome a la ligera.
Dorcas se encontraba siguiendo las lecciones de Aerella tan bien como podía, para su suerte la bruja se dedicaba a realizar pociones con plantas para hacer medicina o hacerlas crecer.
—¿Cómo sabes tanto de plantas? —cuestionó Aerella mirando juzgante a la menor—. Creí que a los Targaryen solo les enseñaban de guerra o alto valyrio.
Dorcas sonrió por un instante con nostalgia antes de volver a la preparación de la poción para aumentar el crecimiento de las calabazas.
—Mi padre me enseño —respondió Dorcas sin mirar a la castaña—. Antes de que se convirtiera en el desastre que es ahora, él era dulce y atento. Me enseño de plantas, literatura, venenos y curas.
Aerella cambio rápidamente su expresión molesta a una más suave, tomó el hombro de la adolescente sin pensarlo mucho.
—Mi madre era como él —comentó Aerella—. Ella era una gran madre hasta que la obligaron a casarse con un miembro de una familia noble, una noche me dejo a cargo de una de sus amigas jamás regreso por mí y termine aquí cuando cumplí ocho años, Elaera me crío y me hizo parte de algo grande y poderoso.
—¿Nunca te asusto convertirte en bruja? —preguntó Dorcas mirando a la bruja—. ¿En algún momento no temiste que fuera algo malo?
—La magia es solo una herramienta como ser un guerrero o un maestre —dijo Aerella ayudando a la princesa a moler la belladona—. Los guerreros pueden matar a las personas al igual que los maestres pero no por eso se cree que todos son malos, es igual con las brujas.
La princesa asintió pensativa, comprendía a que se refería pero eso no hacia que sus inseguridades cambiaran.
—Le temes a que tu familia te odie por esto —siguió Aerella—. Pero si lo estas haciendo para salvarlos y protegerlos ¿Realmente serías la bruja mala o ellos los príncipes desagradecidos y traidores a la reina azul?
Dorcas la miro pensativamente más no dijo nada mientras seguía preparando la poción.
Era más complicado de lo que cualquiera de las brujas del aquelarre podrían llegar a comprender ya que habían crecido aprendiendo la magia a la que su familia temía y repugnaba, lo que la haría decapitar.
—Balerion persigue a la huérfana del Triarca —los ojos de Aerella se iluminaron en un color verde—, por el que el Dragón de Agua fue a la guerra. Una vida por otra, Balerion ha elegido tomar la de ella.
Los ojos violetas se abrieron de par en par al escuchar la mención de Alyrha, no le agradaba en lo más mínimo pero no deseaba que su tío sufriera otra perdida.
Antes de que Dorcas lograse responder, Elaera ya había entrado a la habitación y a la pelinegra no le quedo otra opción que dejar de pensar en como cortarle la lengua a la bruja detrás de ella, no porque creyera que estaba equivocada sino porque temía que estuviera en lo correcto.
—La clase concluyó —sentenció Elaera.
La princesa salió de ahí tan rápido como pudo, ni siquiera se molesto en buscar a Neyra para despedirse. Dorcas se encontraba saliendo de la finca el dragón esmeralda se arrodillo ante su jinete en busca de darle apoyo con su contacto.
—Ñuha gevie zaldrīzes, ñuha byka emerald (Mi hermoso dragón, mi pequeña esmeralda) —le sonrió la jinete al preocupado dragón—. Ao ȳdra daor emagon naejot worry, nyke'll solve ziry hae īlon va moriot emagon (No tienes porque preocuparte, lo resolveré como siempre lo hemos hecho) debo ver a Raelon y advertirle del peligro en el que esta su esposa.
El dragón esmeralda rugió fuertemente atrayendo a las brujas hacia él, Dorcas pudo reconocer la cabellera violeta entre las brujas pero subió al dragón más rápido de lo que su cerebro logró pensar en ir por la bruja.
La sangre llamaba más de lo que el placer podría llegar a hacerlo.
—Ivestragī's jikagon naejot Volon Therys (Nos vamos a Volon Therys) —habló la pelinegra mientras abrochaba su cinturón del asiento—, ñuha dōna emerald (mi dulce esmeralda) lo lamento, Neyra.
El dragón esmeralda partió en el anochecer perdiéndose de vista de las brujas entre las sombras.
En Driftmark había cierta tensión entre la princesa Baela y sus abuelos después de que ella se enterara sobre la propuesta de matrimonio que Jacaerys Velaryon y la reciente revelación de que su abuela conocía su relación con Dorcas.
Ella pensó que nadie tendría que enterarse de lo que ocurrió entre ellas hace unos años pero no contaba con la confianza que Dorcas depositaba en su abuela.
—Lo sabías hace mucho tiempo y hasta ahora me lo has dicho —gruñó Baela—. ¿Qué más me ocultas con tal de encubrirla? ¿Qué me quitarás para dárselo a ella?
Rhaenys miró a su nieta con furia en sus ojos, claro que la amaba por ser su nieta e hija de Laena Velaryon, más su amor por su nieta no era comparable con el que sentía por su única hija con vida; Dorcas Stark, podría no haber nacido de sus entrañas pero ella lo era todo para la princesa Rhaenys.
—No te he quitado nada para dárselo a ella ya que nada de lo que yo le he brindado a Dorcas te ha pertenecido jamás —sentenció Rhaenys.
Baela se encontraba furiosa con la respuesta de su abuela, ella estaba acostumbrada a obtener lo que deseara de ella y la hacía sentir impotente él no obtenerlo.
—La comprometerás con Jacaerys quien es mi prometido...
—La princesa Rhaenyra fue quien decidió tomar la elección de ofrecerlo como prometido para Dorcas —siseó la princesa Rhaenys harta de la actitud de su nieta—, no es su culpa que tu compromiso con Jacaerys no haya logrado mantenerse o que su relación haya culminado por ese compromiso, ella solo tomará lo mejor para sí misma.
Baela se encontraba furiosa ante la respuesta de su abuela.
—La entrenaste como a una máquina de guerra, es más letal que cualquier caballero que conozca y más inteligente que cualquier hombre —recriminó Baela—, a mi solo me dejaste ser entrenada por un simple guardia mientras ella tenía al lobo de hierro para entrenarla ¡Trajiste al cazador de cambiafuegos para que pudiera defenderse de Asteria si llegaba el momento! Tu misma le enseñaste alto Valyrio, la instruiste en arte, literatura, la corte y dejaste que mi abuelo la enseñara a convertirse en la Señora de las Mareas...
Una figura salió de las sombras llamando la atención de las dos Targaryen.
—Yo no hice tal cosa —intervino Lord Corlys quien había escuchado la disputa desde hace unos segundos entre las sombras—. Jamás instruí a Dorcas para ser la Señora de las Mareas, ella no tendrá un destino tan por de bajo de lo que se le ha enseñado, la educación que se le ha brindado no es para aspirar a menos que la corona.
—Jacaerys jamás permitirá que un mujer como ella se convierta en su reina —bufó Baela—, Jace no buscará como esposa a una mujer que trate de sobrepasarlo.
Ni Lord Corlys o la princesa Rhaenys trataron de seguir la discusión con su nieta ya que no veían como una opción confiable el informarle sobre sus planes de guerra, si ya se encontraba furiosa tras pensar en que ella había sido educada como para ser la Señora de las Mareas y heredera de la Serpiente Marina no querían ni pensar en lo que diría si le hacían saber que Dorcas fue entrenada para ser la siguiente gran reina de los siete reinos, la primer mujer en el trono.
Cuando a ella solo se le había ofrecido ser la reina consorte de Jacaerys.
—Sino lo estuviera porque ha insistido en ir a traerla de regreso a casa.
Dorcas llegó en la madrugada a Volon Therys bajo la mirada preocupada de sus caballeros quienes no habían visto a la jinete en una semana pero ni uno planeo regañarla, sabían que Saera o Raelon se encargarían de eso o al menos eso esperaban.
La adolescente vio como Ser Jensen suspiraba con cansancio y alivio que hizo sonreír a Dorcas al notar lo exhausto que se encontraba su antiguo entrenador.
—¿Cómo han ido sus clases, majestad? —preguntó Ser Howard con curiosidad mientras fingía no haber estado preocupado por ella—. ¿Cree que son útiles para usted, mi señora?
La princesa miró al caballero con diversión, su padre no solía preguntar por nada de lo que ella hacía por lo que tener al caballero parlanchín de Howard Stark a su lado hacia todo mucho más agradable para la loba parlanchina.
—Son bastante interesantes —le sonrió Dorcas—. Y diferentes a cualquier método de estudio que haya realizado antes.
Ser Jensen sonrió mientras su mano iba inconscientemente a una cicatriz que estaba cubierta por su barba, la primera que Dorcas le había hecho con solo ocho años en un entrenamiento cuerpo a cuerpo.
—¿Eso es algo que le entusiasme, mi princesa?
—Completamente —asintió Dorcas acariciando una parte del mentón de Pegasus—. Es interesante toda la magia que rodea esa finca, nos mudaremos a la que está al lado de ella en cuanto amanezca. Estaremos más seguros y cerca del aquelarre.
—¿Los dragones estarán a salvo ahí? —preguntó Ser Howard con curiosidad—. ¿Hay algún foso de dragones?
—No aún —respondió Dorcas—. Pero el terreno es lo suficientemente grande para que Orion y Pegasus puedan jugar libremente en el jardín.
La mirada sorprendida de Ser Howard no se hizo esperar, pero sonrió entusiasmado al pensar en el tamaño que tendría su dormitorio.
—¿Dónde está mi tío? —cuestionó Dorcas.
No necesito la respuesta de Ser Howard ya que Raelon acababa de llegar a la vista de ambos norteños.
—Mi querido tío —le sonrió Dorcas al castaño inocentemente, esperando que no notará su ausencia—.
Raelon dejo caer su espada antes de atrapar a su sobrina entre sus brazos, el Triarca parecía que le habían quitado al menos cinco años de encima al verla frente a ella, la menor sonrió para borrar su sonrisa cuando él la soltó con brusquedad.
Saera y Alyrha ya se encontraban frente a ellos en cuanto la cara de Raelon paso a ser una de alivio a una llena de furia que asusto a Dorcas y la desequilibro de inmediato.
—¡Te desapareces una semana y llegas con tu lagartija con un "mi querido tío"! —le gritó Raelon furioso—. ¡¿Tienes una idea de a cuantas personas tenía buscándote?!
Pegasus y Dorcas se mostraron bastante consternados ante los gritos del Triarca, no estaban acostumbrados a que les reprocharan haberse ido sin avisar cuando mucho no les daban postre en la cena pero nunca habían recibido un regaño por Aryon, Corlys o Rhaenys por estar una semana fuera.
Ella había pasado incluso meses fuera de casa pero era la primera vez que le gritaban de tal manera.
—Solo fue una semana —balbuceó Dorcas—, en Driftmark podía estar un mes fuera sin problemas.
La paciencia pareció haber dejado por completo el cuerpo de Raelon lo que logró asustar a su sobrina ya que solo había recibido esa mirada feroz de parte de su madre el día en el que la lanzó al mar tratando de asesinarla.
—¡Esto no es Driftmark! —espeto Raelon asustando a Dorcas por los gritos—. ¡Estamos en una guerra civil, podrían haberte asesinado!
Dorcas volteó a ver a Saera en busca de ayuda, no sabía como reaccionar cuando su tío le gritaba. Ninguno de sus tíos le habían gritado antes por salir sin avisar. Pegasus en cambio le rugió al mellizo del príncipe Aegon, finalmente logró que su jinete reaccionará como lo haría con Cregan o Aemond.
—Lo dices como si fuera una de estas nobles de Volantis —siseó Dorcas—. Crecí en el Norte y en Driftmark, atrás de mi esta un dragón que fue entrenado para la guerra que nunca me deja sola se pelear mejor que la mayoría de tus soldados y estaba segura con el aquelarre de la Titiritera.
—Casi te matan cuando llegaste —gruñó Raelon completamente molesto por las protestas de su sobrina—. Si realmente deseas gobernar no puedes desaparecer una semana como si fuera lo más normal del mundo mucho menos sin dar explicaciones o pedir permiso.
Para ese punto ambos Targaryen se encontraban hartos del otro, Dorcas ya había decidido no decirle nada sobre la predicción de Aerella a Raelon. Principalmente por la sonrisa que adornaba el rostro de Alyrha al verlos discutir, replanteando la idea de encargarse de la muerte de la embarazada por cuenta.
—¿Y por qué debería de pedirte permiso? —cuestionó Dorcas mientras Pegasus se inclinaba hacia su jinete—. No eres mi padre o Kepa, mucho menos eres Muña ni siquiera ellos me piden hacer ni una de estas ridiculeces.
Alyrha reía levemente y Pegasus ya se encontraba con sus ojos sobre ella mientras le gruñía con furia en sus ojos y la hoguera recorría su garganta mientras esperaba la orden de su jinete.
—¿Ridiculez? —se rio Raelon con sarcasmo—. Si fueras mi hija podrías estar bajo tierra y haría una fiesta.
—No podrías ser mi padre ni en tu mejor sueño —Pegasus se colocó detrás de Ser Howard en el momento en el que Ser Jensen y Erryk se ponían cerca de sus protegidos—. Y si lo fueras ¿Qué harías? ¿También me comprometerás con la primera persona que logre embriagarte? Apuesto a que no sería muy difícil, incluso podrías casarme con Ser Erryk.
—Soy Ser Arryk, majestad.
—¡¿Y yo que dije?!
Raelon miraba con molestia a su sobrina y su dragón esmeralda, mientras que mantenía a su caballero cerca por si los norteños se abalanzaban sobre él.
—¡Sino te gustan como son las cosas aquí la puerta es ancha y puedes regresar por donde viniste porque no perturbarás mi paz y tampoco cargaré con tu muerte!
Dorcas soltó una carcajada sarcástica que alarmo a los presentes con la excepción de su tío que seguía furioso con ella.
Pero Saera si que se encontraba preocupada por su alianza con la norteña por lo que intervino antes de que alguno de ellos decidiera seguir con su disputa y convertirla en algo física, no dudaba de la fuerza de su hijo pero tampoco era ciega; sabía que Ser Arryk terminaría muerto en cuanto Ser Howard tomase su espada y ni siquiera quería pensar en lo que Ser Jensen podría hacerle a su hijo si llegaba a ponerle una mano encima a su sobrina.
—Raelon, tu eras peor que ella a su edad —reprochó Saera tratando de ayudarle a la Stark—. Ella esta bien y es lo que importa.
—No la defiendas, tiene que tener límites.
—¿Límites? —cuestionó Dorcas con burla—. ¡Tengo más limites que tu! Yo no tuve que desposar a nadie por quedar embarazada, ni perdí a la persona que más amaba en el mundo por no poder controlar un maldito pene. Por cosas como esas Rhaena accedió a casarse con Lucerys, porque ya no podía tolerar tu mierda y esperarte.
Una sonrisa llena de sorna adorno el rostro de Raelon fastidiando a la menor quien consideraba seriamente en despojarlo de alguna extremidad o dárselo a comer a alguno de sus dragones.
—Que se case —habló Raelon altaneramente—, como lo has dicho, eso no me detendrá y a ella tampoco, de hecho. No se notará la diferencia, eso puedo agradecérselo a su madre y Rhaena será más feliz con un hijo mío ¿No te parece?
Dorcas se encontraba sorprendida ante el cinismo de su tío hasta que vio la expresión dolida en el rostro de Alyrha y como sus ojos se llenaban de lágrimas.
Le había recordado lo que había visto de la infidelidad de su madre y Cregan Stark hace no mucho tiempo, lo cual hizo querer degollar a su tío preferido. Jamás pensó que algo pudiera hacer que lo viera de otra manera que no fuera con cariño pero ahora lo veía con desprecio por lo que había dicho frente a su esposa sobre su prima y como la deshonraría aunque se casara con su adorado Lucerys.
—Te recuerdo que tu esposa esta presente —comentó Dorcas notando la ira en los ojos de Alyrha—. Bueno, no se podía esperar menos del nieto de Otto Hightower; de tal palo tal astilla. Y descuida, me iré hoy mismo no pretendo quedarme en una guerra civil creada por el ego de hombres que jugaron a ser dioses y siguen maldiciendo a su pueblo.
Ese fue el detonante que Raelon no sabía que necesitaba, si ella no se iba por su voluntad él la echaría a cómo diera lugar tras ensuciar la memoria de Thoran.
—Dorcas —la llamó Saera—. No tienes porque irte...
—Déjala —ordenó Raelon con malicia—, si la matan o no ya no es problema nuestro.
El castaño se fue de ahí siendo seguido por Alyrha y Ser Arryk.
—Traigan a mis lobos —demando Dorcas a los caballeros, el suelo tembló bruscamente haciendo sonreír con malicia a la menor—. Orion ya esta en camino.
Los dos caballeros del ejercito de Invernalia obedecieron de inmediato.
—¿A dónde planeas ir? —interrogó Saera con preocupación hacia la menor.
—La Titiritera me recibirá por esta noche, en la mañana me entregan mi finca.
Los ojos de la princesa Saera se abrieron de golpe, en definitiva no era la respuesta que ella esperaba.
—¿Te dejaron comprar una finca?
—Creí que ya habíamos establecido que no pido permiso cuando hago algo —sentenció la pelinegra sonriendo al ver al dragón de hielo aterrizar junto al esmeralda—. No te preocupes por mi, vendré de visita para mostrarte que sigo viva. Una guerra civil no puede acabar conmigo, los dioses me protegen desde el día de la tormenta.
—Nuestro acuerdo sigue en pie ¿No es verdad?
El dragón de hielo miraba expectante a su jinete mientras que Pegasus le gruñía a la última hija viva del rey Jaehaerys.
—Cuida de Neysilla por mi, tía —pidió Dorcas sin responder la pregunta—. Kesi jikagon naejot se coven farm, kesan mazverdagon ao iā zaldrīzes ripo sepār syt ao ñuha dōna riñar (Irémos a la finca del aquelarre, les construiré un foso de dragones solo para ustedes mis dulces niños) nos veremos pronto, gracias por tu hospitalidad.
Los dos caballeros llegaron con los lobos huargos de la Stark.
—Dorcas —la llamó Saera—. ¿Nuestro acuerdo sigue en pie o no?
—El Norte no olvida sus promesas o insultos —sentenció Dorcas con el brillo plateado similar al de las escamas del dragón plateado que estaba detrás de ella—. El invierno llegará a todo Poniente y Volantis, prometo no matar o enviar al muro a Raelon a menos que insulte al príncipe Lucerys Velaryon o la princesa Rhaena Targaryen, me temo que no puedo ofrecer más que eso.
—Tu promesa fue hecha hacia mi, yo te defendí así que me debes...
Deber, algo que Saera no era capaz de siquiera mencionar sin morderse la lengua ya que había abandonado su deber desde antes que Dorcas siquiera hubiera existido, a la norteña le parecía más que hipócrita que fuera esa mujer quien le estuviera hablando de su deber cuando era la menos indicada de la dinastía Targaryen para siquiera llegar a pensar en dicho tema.
—Deber —sonrió Dorcas con falsedad—, siempre que alguien me recuerda mi deber olvidan lo que me deben de dar a cambio. Me defendiste solo porque te convenía, no por amor a mi; tu pago será tener a tu hijo adoptivo vivo y el mío será no ser molestada durante mi estadía aquí.
—¿Por qué deberías tu de recibir un pago? —siseó Saera furiosa—. ¿Qué has hecho por mi?
Dorcas miró de arriba a abajo a la princesa Saera con desdén en cada uno de sus gestos que era seguido por los dragones de la princesa lo cual hizo enfurecer a la hija del rey Jaehaerys.
—No convertí a Raelon en la cena de Pegasus aún cuando me grito —respondió Dorcas con simpleza—. Sino fuera por ti, lo habría hecho. Es lo que habría obtenido cualquier otro por gritarle a la hija de Rhaenys Targaryen y Corlys Velaryon.
Antes de que Saera lograse protestar por las palabras de la adolescente ella ya se encontraba subiendo a Orion siendo ayudada por Ser Jensen y seguida por ambos caballeros.
Lady Aleixa Hightower corría hacia las dos mujeres Targaryen con una maleta dejando sorprendida a la princesa, no se habían hablado desde que fue la iniciación y no creía que ella volvería a hablarle.
—Espera —pidió Aleixa sonrojada por estar corriendo—. Voy a ir contigo.
Saera miraba con confusión a la pelirroja y más al ver al dragón esmeralda inclinándose para dejarla subir a su lomo con los lobos que se encontraban en una canasta durmiendo, Saera notó que la Stark se encontraba igual de confundida que ella más ninguna de las dos dijo nada al respecto.
—Larga vida al dragón de agua —se burló la menor—, porque será el único de su gente que no pretendo cazar. A menos que deshonre a mi casa, o que tú intentes volver a deshonrar a nuestra casa con tu incompetencia para manejar tus emociones, ambos carecen de autocontrol en cuanto ven un rostro bonito; esa será su ruina.
El pequeño grupo se encontraba entrando a la finca recién entregada, hace menos de una hora Dorcas había recibido dos cuervos.
La primera había sido de su padre, Aryon Stark le informaba que ya no le daría dinero por haberse comprado la finca.
Y la segunda era de Corlys Velaryon, la carta contenía lágrimas de la Serpiente Marina y él le agradecía por tomar su espada en su primera pelea y masacre, también le informaba que le había comprado un barco y sus ganancias le serían dadas a ella, lo había nombrado el Dragón del Invierno.
—Tomen la habitación que deseen —habló Dorcas—. Ya está amueblada la casa, hay una piscina en el quinto piso, un bar en la primera planta del sótano, el segundo piso del sotano es donde estan las habitaciones de los sirvientes, en el tercer piso hay un área de entrenamiento y los sirvientes ya se encuentran aquí ¿Alguna duda?
—¿Cuál es su habitación? —cuestionó Ser Jensen.
—La habitación principal está frente a la piscina —respondió Dorcas—. Esa será nuestra habitación.
Aleixa hizo una mueca de desagrado al ver a su mejor amiga anunciando que compartirá dormitorio con una bruja, asumió que la de cabellos violetas debió haberla embrujado con alguna poción de amor o algo similar.
Los sirvientes acababan de salir a recibir a la princesa y llevaron las maletas de los presentes, con la excepción de Dorcas quien no había entrado en la madrugada por ella pero rápidamente llegaron tres docenas de sirvientes quienes habían sido enviados para llenar el inmenso armario de la princesa con las ropas y zapatos más finos y caros de Volantis, con solo prendas azules, plateadas o violetas.
—¿Ya llegaron los elefantes y pavoreales? —cuestionó la princesa a su ama de llaves—.
Nesaela Vellaeris, el ama de llaves de la mansión frente al mar era una mujer en sus treintas con una mirada seria que podía espantar a los caballeros frente a ella.
—Si majestad —asintió la mujer frente a ella—. También el gato y sus alimentos, el diseñador está aquí y solo espera las ordenes para terminar la casa.
La pelinegra sonrió satisfecha antes de dejar que la mujer la guiará hacia su dormitorio ya que ella se había quedado atrás del grupo, solo Ser Howard se encontraba con ella.
—¿Las armas y monturas de mis dragones llegarán pronto?
El ama de llaves palideció ante la mención de las armas mientras le informaba que se encontraban en el tercer piso, la mujer recriminó a uno de los sirvientes que había tirado una de las cajas de zapatos.
—Los nuevos siempre son tan flojos —se quejó Nesaela con molestia—. Desde que dejaron de ser esclavos tomaron demasiadas libertades, si la molestan se los daré de comer a los dragones.
Dorcas sonrió levemente al escuchar a la mujer mientras que Ser Howard ser reía fuertemente.
—A Pegasus le encantaría esa opción —aseguró la adolescente—. Sugiero que dejen la comida de los dragones antes de que despierten y corran en cuanto la dejen.
La ama de llaves asintió pensativamente, a Dorcas le pareció que lo estaba anotando mentalmente.
—¿Cuándo fue la última vez que tuvieron a alguien merodeando por aquí? —cuestionó Ser Howard con curiosidad.
—Fueron ustedes hace unos meses —contestó Nesaela con simpleza—, generalmente nadie se acerca aquí ya que suelen creer que es parte de la propiedad de la Titiritera. Su aquelarre a veces viene a tomar el té con nosotros para mantener la impresión de que es parte de la propiedad de la Titiritera.
Dorcas asintió, no sabía mucho de Elaera pero al menos le agradaba saber que no vivía solo conociendo a las brujas en su aquelarre.
—Majestad —la llamó la ama de llaves—, hemos recibido ordenes de la Serpiente Marina de construir un muelle como regalo hacia usted, ya está listo para utilizarse y es ta en una gruta oculta para los piratas pero Lord Corlys suele utilizarla con frecuencia.
La menor sonrió con agradecimiento al ama de llaves, no era algo que ella esperaba pero supo que debía cuidar de esa tierra y convertirla en un negocio próspero para poder obtener ganancias de ella como sabía que su padre adoptivo deseaba que lo hiciera.
Una de las pinturas que traían los sirvientes casi se le cae encima a Ser Howard haciendo reír a la princesa al ver el temor de romper la cara pintura en su rostro.
La carta de la reina Alicent Hightower había llegado a la mansión, el cuervo había sido devorado por los lobos huargos de la chica.
Princesa Dorcas Stark.
Espero que su estadía en Volantis no sea del todo desagradable aunque este en una guerra civil, rezamos por su salud y la de mi hijo el príncipe Raelon.
Me complace el informarle que el compromiso con mi hijo, el príncipe Aemond, sigue en pie y que se celebrará su boda cuando la guerra civil concluya.
Los preparativos de su boda serán tratados por mi y la princesa Rhaenys Targaryen en el caso que usted y el príncipe Aemond lo deseen, espero ansiosa su respuesta. Cuídese y mantenga a mi hijo a salvo y yo haré lo mismo con su hermano.
La reina Alicent Hightower.
—Drakarys —gruñó Dorcas a Pegasus mientras veía la carta en el suelo.
El dragón incinero la carta en el pasto y con ello quemo algunas plantas, de inmediato el dragón de hielo piso el pasto incinerado para acabar con el fuego antes de que se extendiera el fuego.
—¿Puedes darme una visión? —cuestionó Dorcas a Elaera.
—Depende de lo que desees saber —respondió Elaera con seriedad—. Habla, princesa lobo ¿Qué es lo que deseas saber?
—Hay algo que deseo conocer desde que llegue a Volon Therys —comentó Dorcas acariciando a Cefeo—. Y algo que me diste a pensar cuando hablamos sobre si Aleixa iba a perdonarme, dijiste que yo sería quien debía pensar en si la perdonaría o no. Dime ¿Qué es lo que me espera de su parte en la gran guerra que nos acecha? Te daré lo que desees, solo responde.
—No voy a cobrarte por esto —negó Elaera—, tómalo como el pago por todo lo que le estas dando a Neyra. La confidente oculta al olvidado en el invierno, se rebelara con el rey gris si la que nació en la tormenta cede ante su codicia y dentro de ella crecerá el hijo del caído en la tormenta.
Los ojos violetas se llenaron en lágrimas al escuchar las palabras de la bruja de sangre, no entendía ni la mitad de lo que había dicho solo una pequeña parte.
—Aleixa va a dejarme por el rey gris —sentenció Dorcas limpiando sus lágrimas.
—¿Qué es lo que planeas hacer? —preguntó Elaera interesada—. Debes de armar una estrategia rápido, niña lobo.
Dorcas miró con frialdad a la Titiritera, a la vez Pegasus se encontraba detrás de su jinete acurrucando su cabeza con la espalda de la princesa para tratar de brindarle cualquier clase de consuelo no comprendía lo que ocurría pero sentía la tristeza de la menor recorriendo cada parte del pequeño cuerpo de su jinete.
—Ella me es útil y estoy segura de que seguirá siéndolo durante la guerra —dijo Dorcas tratando de rehusarse a que las palabras salieran de su boca—. Por lo que no puedo deshacerme de ella hasta que pierda su utilidad incluso si trata de traicionarme, mantendremos a Aleixa informada de lo que nos sea útil y conveniente pero en el momento en el que trate de traicionarme por el rey gris la asesinaré con mis propias manos. Daorys kessa nāpāsagon nyke se kessa glaesagon naejot ivestragon se vestriarzir (nadie me va a traicionar y vivirá para contarlo) no permitas que sea entrenada por tu aquelarre.
Elaera planeaba protestar ante la menor pero decidió no hacerlo al notar que no podía controlar a Orion con sus poderes, lograba hacerlo perfectamente con Pegasus pero el cazador de dragones no era como el dragón esmeralda a quien podía controlar con facilidad. El tratar en la mente del dragón de hielo parecía un acto suicida para la bruja de sangre.
Esta tratando de controlarme, la bruja de sangre ya logró controlar a Pegasus y viene por nosotros.
Los ojos violetas miraron con furia a la bruja de sangre tras escuchar la voz ronca de Orion en su cabeza.
—Será mejor que deje a mis dragones fuera de su control —siseó la bruja del Norte—, sino me temo que nuestro acuerdo no servirá de nada porque no verá como me convierto en reina o cualquier otro cosa a partir de ahora.
La bruja frunció el ceño al notar la conexión entre los dragones y su jinete, no contaba con que tuvieran un vinculo tan fuerte como para que la princesa notase lo que ella les hacia.
—¿Cómo lo notaste?
—¿Cómo note que tratas de controlar a mis dragones? —se burló Dorcas—. No soy estúpida Elaera, mantengo una conexión más fuerte de la que cualquiera de mis antepasados cuenta con sus dragones y si lo vuelves a intentar se acabara cualquier clase de acuerdo entre nosotras y me encargaré de acabar con cada bruja de tu aquelarre.
—Temes que tus dragones te traicionen.
Dorcas enfundo su daga con furia, hasta que notó que Neyra se acercaba a ellas fue que la dejo.
—No lo harían —negó Dorcas—. Porque saben mejor que nadie de que lado esta su lealtad y amor, son impulsivos pero a diferencia de los humanos ellos no son traidores. No vuelvas a siquiera pensar en entrar a sus mentes de nuevo.
—Orion te controla —habló Elaera con cautela—. Como cualquier dragón de hielo hace con el jinete al que escogen, tus ojos se vuelven como los de sus escamas cuando eso ocurre dejan de ser violetas y se ven como la plata. Me pregunto que tanto de ti a sido acabado por su influencia en tu cabeza o siquiera queda una parte de ti en este momento, debes romper el vinculo antes de que sea demasiado tarde y te convierta en un reflejo de si mismo.
El pavor en los ojos de la bruja de sangre era obvio para cualquiera que poseía ojos, no por el dragón o la princesa sino por lo que el cazador de dragones podría hacerle a la mente de la menor o que tanto ya le había hecho pero lo peor fue notar la sonrisa petulante de Orion mientras lo escuchaba hablar en su mente.
Le arrebate aquello que le era inútil, pronto seguirás tú.
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