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𝟎𝟏𝟏. 𝖨 𝖽𝗈𝗇'𝗍 𝗅𝗂𝗄𝖾 𝗍𝗁𝖺𝗍 𝖺𝗇𝗒𝗈𝗇𝖾 𝗐𝗈𝗎𝗅𝖽 𝖽𝗂𝖾 𝗍𝗈 𝖿𝖾𝖾𝗅 𝗒𝗈𝗎𝗋 𝗍𝗈𝗎𝖼𝗁

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❪ ꧏ𓈒 𝟎𝟏𝟏. ── 𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 ৫ ᠀ ❜
❥ ๋𓄹𓏲。 𝘄𝘄𝘄.𝐦𝐢𝐝𝐧𝐢𝐠𝐡𝐭 𝐫𝐚𝐢𝐧. • °
⟆ 🐉 ▋◖ 𝘭𝘦𝘤𝘭𝘦𝘳𝘤𝘩𝘢𝘯𝘵𝘦𝘥 ◞。𓍢 ׄ *
ৎ 𝗽𝗹𝗮𝘆 𝗴𝗼𝗹𝗱 𝗿𝘂𝘀𝗵 ୭ ❫

Si algo era seguro en los Siete Reinos es que la princesa del Norte jamás daría la información completa a menos que sea necesario para sus propósitos, por ello embriagaba a las personas con tal de olvidar sus preguntas; como lo hizo en la boda del príncipe Aegon.

La Titiritera era conocida por ser la bruja más poderosa en los últimos cien años, decían que estaba maldita desde que era una niña.

Dorcas Stark había buscado cualquier información sobre ella por más mínima que fuese.

—Controla a las personas de cualquier manera imaginable y desconocida.

—Ella devorara tu alma.

—Ve el futuro de las personas.

—Dicen que asesinó al bastardo de Maegor el cruel.

Eran los rumores más populares sobre ella pero durante la boda se sentó junto a dos ancianas de las casas Celtigar y Velaryon que le brindaron información valiosa mientras estaban completamente ebrias.

—La conocí hace décadas —habló Maesys Velaryon, una prima lejana de Corlys—, ella era apenas una niña es de la edad de tu madre. En ese momento decían que estaba maldita ¿Lo recuerdas, Riyana? Su madre la apuñalo en el estomago y la dieron por muerta.

—Pero no murió ese día —suspiró Riyana Celtigar con una sonrisa torcida—. Esa niña era menor que el príncipe Daeron cuando todo ocurrió, ella estaba en el bosque desangrándose cuando la encontramos. Maesys siempre fue buena con la medicina y gracias a eso sobrevivió, pero no tendrá hijo jamás.

—Es una lástima —se quejó lady Maesys—, era una niña preciosa. No creas en los rumores sobre ella, quienes los esparcen son aquellos de quienes han herido a sus estudiantes. Depravados y monstruos que merecían cada cosa que ella les hizo.

Riyana la miró a los ojos antes de continuar.

—Tu padre fue maldecido por ella —informó la anciana sin apartar los ojos de los violetas de la adolescente—. Por la muerte de su hermana, Vaerya ¿Conoces la maldición que obtuvo? Claro que no, tu tía, Helena Stark era una preciosa mujer con un carácter impasible y con nula obediencia que desesperaba a tu padre por más que la adorase.

Dorcas apenas y sabía algo de Helena Stark, nadie hablaba de ella solo decían que era hermosa y obtuvo un destino horrible. No importaba que hiciera nadie le decía nada sobre ella por lo que creyó que simplemente era demasiado tímida como para ser conocida, hasta ahora.

—Cuando ella fue asesinada, después de que sus hermanos la vengaran la Titiritera lo maldijo cuando tu madre te esperaba —Maesys miró con pena a Dorcas confundiéndola—. Ella hizo que tu padre viviera con el fantasma de su hermana perdida como castigo por la muerte de su hermana, lo maldijo viéndola en su única hija.

Dorcas se enderezo en su asiento ante la sorpresa generada por las palabras de las ancianas, definitivamente tenía que tomar una copa después de que terminarán de contarle lo que había hecho la Titiritera.

—¿Por qué piensas que tus tíos tienen tanta preferencia hacía ti que sobrepasa a sus propios hijos? —cuestionó Riyana tomando la copa que Dorcas le ofrecía—. Eres la viva imagen de su hermana que no pudieron salvar de los Bolton, por eso casi entramos en una guerra cuando Dysis te lanzó al mar. Los Stark no pueden olvidar a su querida hermana y sol de Invernalia porque la Titiritera los maldijo con su cara gravada en ti, pequeña princesa, tus ojos son su constante recordatorio de la realidad.

—Son la única diferencia entre ti y lady Helena, lo único que las diferencia es que sus ojos eran grises y los tuyos son violetas —comentó Maesys con aburrimiento—. Y el anillo que portas le fue dado por su madre a Lady Helena hasta que la asesinaron, tu abuela se lo obsequió a alguno de sus hijos asumo que fue a tu padre si ahora es tuyo.

La mirada de Dorcas fue directamente a Cregan quien se encontraba discutiendo con su padre discretamente, ella se fue de la mesa casi de inmediato en busca de cualquier licor que pudiese calmarla.

La repulsión estaba en su rostro, había esperado muchas cosas sobre él porque había favoritismo. Asumió que por lástima pero jamás por algo tan desagradable.

Jacaerys se puso de pie en cuanto vio a su madre entrar en sus habitaciones.

—¿Has escuchado lo que ocurrió? —cuestionó la princesa Rhaenyra—. ¿Lo que ella hizo? La princesa con la que has estado rogando por comprometerte desde hace tres años ha asesinado a un kraken.

—¿Dorcas hizo qué? —Jacaerys estaba completamente sorprendido de las palabras de su madre—. ¿Cómo fue que lo venció?

Rhaenyra arqueó una ceja ante la confianza que mantenía su hijo al creer que Dorcas había sobrevivido a un kraken y que no había sido asesinada por el monstruo del mar antes después de matarlo.

—Ella podría estar muerta —le recordó Rhaenyra—. ¿Lo has llegado a considerar?

Jacaerys miró a su progenitora con confusión, eso no era algo que él pudo llegar a considerar.

—No realmente —admitió el primogénito de la princesa Rhaenyra.

—Sus dragones se lo comieron vivo —respondió Rhaenyra—. ¿Sabes lo malo que es esto para nosotros? Un mérito suyo como ese es uno que ninguno de nosotros posee, una bestia marina como esa no es fácil de vencer ¿Qué es lo que crees que pensarán todos al respecto? No has participado en alguna justa, mucho menos has hecho algo similar a eso, sus triunfos son nuestra desgracia ella es la bastarda de Mucilber Stark.

—Ambos sabemos que eso es mentira —Jacaerys se puso de pie con furia—. Solo lo dices porque quieres cubrir a Dysis.

Rhaenyra suspiró pero no lo negó, sabía que no había otra excusa para lo que estaba haciendo así que se resignó a seguir con lo que planeaba decir antes de entrar.

—Jace —lo llamó Rhaenyra—, esto es serio. No podemos dejar que ella se mantenga así, es terrible para todos nosotros que ella se convierta en una amenaza para nosotros.

Jacaerys suspiró con cansancio.

—Cásame con ella —pidió Jacaerys nuevamente—, no podemos competir con lo que hizo, solo Daemon puede por sus años en la guerra, pero no nosotros. Arreglemos esto cuando aún tenemos tiempo, la Serpiente Marina aún no ha dado su aprobación para ningún acuerdo matrimonial con Dorcas y mucho menos Lord Mucilber Stark; la haré feliz y ella será una grandiosa aliada.

Rhaenyra miró a su hijo con pesar y resignación en sus ojos.

—¿Por qué pudiendo tener a cualquier lady de los Siete Reinos la eliges a ella? —cuestionó Rhaenyra.

—Porque ella es fuerte, inteligente, sentido de liderazgo y tiene poder sobre personas que nosotros no.

—¿La quieres? —cuestionó Rhaenyra—. ¿La quieres como para pasar el resto de tu vida con ella y no asesinarla o pedirle a Vermax que te coma vivo?

—Es Dorcas, no un monstruo —sentenció Jacaerys con seriedad—. No veo motivos por los que no podría enamorarme de ella como con cualquier otra lady, además ella es más influyente que cualquiera de ellas, es la mejor elección que podríamos tomar para mi compromiso.

—Le mandaré un propuesta a Lord Corlys pero no te ilusiones demasiado —advirtió la princesa Rhaenyra.

Ojos grises.

Era lo único que diferenciaba a la chica frente a ella de sí misma además de su vestido gris mientras ella vestía de azul pastel y con prendas mucho más lujosas y menos abrigadas que la mujer de ojos grises.

Helena Stark, era la mujer frente a ella.

—Finalmente lo sabes ¿No es así? —le sonrió su fallecida tía—. Claro que lo sabes, sino no podrías verme.

Sus habitaciones se hacían frías y ya no estaba en Driftmark, sino en Invernalia.

Helena ahora utilizaba su vestido de novia bañado en sangre y ella portaba un vestido azul marino junto a su abrigo de oso polar.

—¿Por qué estás aquí? —cuestionó la princesa—. ¿Quién eres? ¿Cómo es que estás aquí? Tu estás muerta y yo no conozco nada sobre ti.

La mayor se acercó a Dorcas antes de tomarla bruscamente de las mejillas obteniendo un puñetazo en la mandíbula de parte de la menor, aunque dicho golpe también le impacto a la princesa.

—¿Sorprendida? —se burló la mujer de ojos grises a su sobrina—. Claro que me conoces, has estado viviendo mi vida, con mi cuerpo y con mi personalidad. Tu eres lo que yo debí ser hasta que la Titiritera intervino.

Dorcas acarició su mandíbula antes de negar con la cabeza.

—No somos lo mismo, tía —le sonrió la de ojos violetas—. Estas muerta, mi vida es completamente diferente a la tuya; yo seré la reina lo más que tú habrías logrado era ser una lady. No somos lo mismo, solo tenemos el mismo rostro, no tienes mis cicatrices, no poseías nada de mi inteligencia porque yo no me habría casado con un Bolton ni por todo el oro del mundo y tú nunca temiste por lo que tu madre podría hacerte, tú nunca estuviste sola.

—¿Y tú si? —se burló Helena—. Jamás estuviste sola, siempre hubo alguien a tu lado, no vine a tratar de asesinarte sobrina. Vine a advertirte porque tenemos el mismo rostro y eso es una condena para ambas, tú vida peligra; tu salvador será el primero en traicionarte y tu elección entre desposarte por amor o por alianza podría hacer que tu cabeza termine rodando, no seas soberbia niña malcriada u obtendrás mi misma suerte o la de él.

—¿Quién es él?

—Tu vida anterior, él perdió lo único que amo en realidad por su ambición —le sonrió la mayor logrando asustar a su sobrina—. Al igual que tú lo harás, no solo tienes la condena de la Titiritera sino la de tú propia alma que se condeno a tal vacío, al igual que cada una de tus vidas.

Ahora estaban presenciando una pelea de seis dragones, Vhagar, Pegasus, Orion, Meleys, Sunfire y Caraxes.

Vhagar y Sunfire se habían ido a al ataque en contra de Pegasus dejando a la menor al borde del colapso mientras que Caraxes y Meleys se sincronizaban para luchar contra Orion.

Dorcas tenía los tobillos encadenados y su armadura estaba hecho jirones, no había forma de que pudiera ayudar a sus dragones; no podría ayudar a Pegasus.

—¿Cómo salvo a mi dragón? —cuestionó la menor tomando a su tía por los hombros con fuerza pero su tacto derretía la piel bañada en sangre de la mujer de ojos grises en un líquido escarlata que quemaba las manos de la menor—. ¡No te vayas! ¡Debo salvar a mi dragón! ¡Orion saves pegasus, saves ñuha emerald! (¡Orion salva a Pegasus, salva a mi esmeralda!)

El dragón de hielo devoró a la reina roja dejando haciendo que Dorcas cayera de rodillas ante el dolor de perder a Rhaenys, pero el grito que salió de sus labios no fue por ella.

Sino por Pegasus.

—No puedes hacerlo, todo el que te ame esta maldito como tú.

La mujer se derritió dejando solo una mancha escarlata en las rocas de la montaña mientras sus restos se adherían a la armadura de la menor.

Sunfire y Vhagar habían logrado quitarle parte del ala a Pegasus.

Vermax bloqueó su visión tras volar frente a ella por lo que no había visto lo qué pasó, pero vio las alas esmeraldas descender del cielo y su corazón se rompió al igual que su cordura.

Pegasus se había ido.

Pegasus había caído, solo habían quedado sus alas y los oídos de su jinete zumbaban, las lágrimas no paraban de caer, sus tobillos sangraban mientras ella trataba de zafarse de sus cadenas, su cuerpo ardía por el líquido escarlata ardiendo que tenía sobre su cuerpo y los gritos no dejaban de salir de sus labios mientras Orion devoraba al resto de los dragones.

—¡Dorcas, despierta! —Dimitri la tomó entre sus brazos preocupado mientras limpiaba sus lágrimas—. ¿Estás bien? ¿Qué ocurrió?

Los sueños eran peores para Dorcas durante cada día que pasaba en el mar.

—¿Dónde está Pegasus? —cuestionó la menor—. Debo verlo inmediatamente ¿Dónde está mi dragón? Necesito saber que está bien.

Dimitri se puso frente a Dorcas cuando ella estaba por salir del camarote.

—Si te atreves a detenerme...

—Hace frío afuera —la interrumpió el pirata ofreciéndole un abrigo y su bata de seda—, no puedo dejarla salir así y mucho menos dejar que toda la tripulación te vea en un camisón o perderían los ojos.

La menor se los puso con rapidez para salir a ver a sus dragones que descansaban en el muelle y acaparaban todo el lugar desierto ya que ninguno de los habitantes quería estar cerca de un dragón.

La princesa corrió hacia el dragón esmeralda mientras era seguida por Ser Howard, Ser Jensen y Dimitri quienes trataban de seguirle el paso a la escurridiza princesa hasta que la cola de Orion les bloqueó el paso.

Los tres hombres estaban aterrorizados por ver a la princesa abrazar al dragón esmeralda justamente contra su hocico logrando despertarlo, Ser Howard se negó a mirar cuando vio el hocico del dragón abrirse aunque esté solo lamió a su jinete y aunque la dejó empapada eso no evitó que la pelinegra siguiera sonriéndole.

—Bisa ȳdrassis iksin vēttan isse ja iksā ñuhon se daorys iksis jāre naejot renigon ao mijegon suffering se consequences (Eres mío y nadie va a tocarte sin sufrir las consecuencias) —prometió la norteña dejando a su dragón sonriéndole con diversión antes de darle una caricia con su mentón a su jinete—. Eso lo incluye a él.

La mirada de Dorcas se poso en el dragón de hielo quien le gruñía a los tres hombres que la habían seguido.

—Tu eres mi única prioridad —le sonrió Dorcas al dragón esmeralda—, que me quiten lo que deseen pero a ti. A ti no puedo perderte.

Las lágrimas de la princesa hicieron que el dragón derramara lágrimas ardientes mientras se consolaban mutuamente, había algo más grande que la lealtad en un vínculo de un dragón y su jinete.

Para ellos eran casi como una extensión del otro, un vínculo más grande del que podrían tener con sus hijos, hermanos, amantes o padres; Pegasus era el sol que iluminaba los días de Dorcas mientras que ella era la luna que guiaba a Pegasus en sus noches más oscuras.

Ellos eran la otra mitad del otro.

La llegada a Volantis de la princesa se había retrasado significativamente debido a que habían mandado a hacer una armadura en el puerto más cercano para Howard y ella, Dorcas ni siquiera sabía donde estaban debido a que se rehusaba a dejar a sus dragones aunque nadie se les acercaría ni por equivocación.

Los dragones habían mantenido a todo el pueblo alejado del puerto ya que era de conocimiento publico que el dragón esmeralda no era muy afecto a los humanos y su jinete no haría nada al respecto si deseaba devorar a todo Poniente más que alentarlos.

—Debes salir del camarote —suspiró Dimitri entrando con comida para la menor—. No es sano que te mantengas sin salir de aquí.

—No saldré hasta que lleguemos a Volantis —sentenció Dorcas, llevaba días con paranoia—. Mi madre podría enviar asesinos por mi cabeza, estoy más segura en el mar que en la tierra.

—Ayer saliste a ver a Pegasus —le recriminó Dimitri.

—¿Piensas comparan a mi dragón con órdenes de estúpidos maestres? —cuestionó Dorcas.

Dimitri supo que no debía tocar el tema de Pegasus a menos que quisiera ser devorado por el mismo dragón si lograba molestar a la princesa frente a él.

—Odias el mar.

—Pero mi madre me odia más de lo que yo odio el mar —le recordó Dorcas—, no sería la primera vez que trata de deshacerse de mi.

Dimitri compartió una mirada de preocupación con Ser Jensen quien le hizo una seña para que los dejará, el pirata obedeció al instante con tal de hacer que la princesa se calmará.

—¿Qué soñó, mi señora? —cuestionó el caballero desde la esquina del camarote—. ¿Qué es lo que la atormenta tanto como para quedarse en el mar?

—No es algo que haya soñado Ser —negó Dorcas temblando—. Es lo que he vivido gracias a mi madre lo que me mantiene en esta cárcel flotante, durante la boda me enteré de algo que afectará a mi madre si la delato. Algo por lo que querrá mi cabeza y la obtendrá si tiene la oportunidad, no pienso morir a manos de un mercenario o dejar que asesinen a alguien por egolatría hacía mi madre.

Dorcas había pensado en cada forma en la que su madre podría deshacerse de ella en ese viaje, por eso había llevado al maestre que estuvo en su parto y con quien Dysis Targaryen mantuvo un amorío para hacerlo probar cada una de sus comidas para cerciorarse de que no estuvieran envenenadas, tomó el barco de la Serpiente Marina para no tener excusas de que tenía algún defecto el barco para ahogarse, trajo a sus dragones por si debía defenderse de cualquier enemigo y había tomado como su protector a Ser Howard Stark ya que era un amigo cercano a Cregan Stark por lo que si lo mataba rompería su romance con su antiguo prometido y el amante de su madre.

—Usted es fuerte y sus dragones la protegerán si algo le pasa.

—Pero no protegerán a ningún hombre en este barco —respondió Dorcas comiendo el caldo que le había traído Dimitri—. Me son leales a mi pero eso no significa que carezcan de interés hacia sus propios deseos, si Pegasus huele sangre que no sea mía no puedo prometer la seguridad de ninguna de las personas en este barco.

—¿Qué esta ocultando? —cuestionó Ser Jensen.

—Siempre perspicaz —sonrió Dorcas tratando de que no notase el pesar en su mirada—. Tuve un sueño hace dos noches, había tanta sangre que solo vi una vez hace años.

Ser Jensen se sentó cuando la jinete se lo indico mirando con completa preocupación a la menor, realmente el mar estaba afectándola.

—La sangre de mi dragón esmeralda —murmuró Dorcas lo suficientemente fuerte como para que el caballero pudiese escucharla—. Pero esta vez fue diferente a cuando caímos al mar hace años, porque yo no estaba ahí para salvarlo y él era devorado.

—¿Por quién? —cuestionó Ser Jensen—. No existe un dragón del tamaño necesario para poder comerse a Pegasus.

—Existen dos —los ojos violetas fueron hacía la pequeña ventana circular en la habitación—. El primero fue reclamado por mi estúpido prometido, pero hay otro que usted conoce de primera mano.

Ser Jensen se paró del sillón completamente alarmado ante las palabras de la menor, no era posible lo que ella decía pero la princesa lo había visto.

—Uno que a criado a mi pequeño dragón desde que nos encontró en su isla, uno que lo ha cuidado como si fuese suyo, él último de su especie que se devoraba entre si solo por diversión.

—Eso es imposible —aseguró Ser Jensen—, Orion adora a Pegasus. Él jamás lo tocaría mucho menos se lo comería.

—He visto a mi pequeña cría ser devorada por la maldita Vaghar o mi mayor arma y aliado para sobrevivir a la locura de mi madre o al infierno de casarme con el príncipe tuerto. No me interesa cuál de los dos sea el que estuvo en visión, nadie se comerá a mi dulce dragón bajo ninguna circunstancia.

Al caballero le preocupaba que tratasen de comerse al gran dragón esmeralda pero no estaba tan preocupado como que la princesa frente a él viera al sádico dragón de guerra más grande que Caraxes como un pequeño cachorro pero no le sorprendía porque como ella veía a un cachorro indefenso en Pegasus, él veía a una dulce niña que lo buscaba como mentor y no a la adolescente que podría matarlo en segundos con sus propias manos.

La había criado como su propia hija, ambos veían a los monstruos como criaturas indefensas que debían ser protegidas a toda costa.

Incluso si eso podría ser su ruina.

La princesa Rhaenys tomó la carta con sorpresa en cuanto su esposo se la había entregado.

—Esa es la letra de Rhaenyra —señaló Rhaenys sorprendida—. ¿Hace cuanto que llegó?

El señor de las mareas sirvió una copa de vino a su esposa y nieta.

—Hace tres noches —respondió Corlys con tranquilidad—, no quieren el dote de Dorcas, no dice nada sobre hijos o peticiones para ella, solo ofrecen cosas para ella.

—Reina consorte —leyó Rhaenys—, Dorcas no lo aceptara jamás, yo no lo aceptaré jamás.

Rhaenys podría no aceptarlo públicamente pero ella había criado a Dorcas no solo por amor sino también por venganza, saber que una mujer quería tomar el trono de la heredera del hombre que le había quitado la oportunidad de gobernar, que fue rechazada por tanto Viserys, Dysis y Rhaenyra fue un punto a favor para ella, Dorcas estaba sola y necesitaba de ayuda para lograr su máximo potencial.

Rhaenys estaba resentida y molesta por la muerte de sus hijos, ella necesitaba compañía y anhelaba tener su propia venganza; ambas se necesitaban mutuamente y ahora que Dorcas tenía la ventaja con un dragón de hielo es lo que haría que ninguna de ellas pudiera o pensara en ceder el trono de hierro.

—Podríamos negociar sus términos con el príncipe Jacaerys —habló lord Corlys con tranquilidad—, y si nuestra querida princesa sigue siendo tan persuasiva como hasta ahora podría convencerlo de hacerla su reina.

—Ella no se va a quedar en un podría —negó Rhaenys—, y nosotros no elegiremos por ella lo que debe o no hacer con su vida. Haremos lo que prometimos y la dejaremos escoger la propuesta que ella crea que será la mejor.

Baela se mantenía en silencio, sabía que tarde o temprano los planes que sus abuelos tenían para Dorcas tendrían que llevarse a cabo, pero jamás creyó que sería ahora que ella podía llegar a arreglar las cosas con Dorcas.

La llegada del barco La Serpiente Marina finalmente había llegado en el momento en que habían dejado caer el ancla en el puerto de Ragman pero en cuanto lo hicieron su barco fue atacado.

—Ser Jensen —lo llamó Dorcas en cuanto él entró al camarote—. ¿Ya hemos llegado? ¿Por qué corre? ¿Qué está pasando?

—Hemos sido emboscados.

La mente de Dorcas fue rápidamente a señalar a su madre como la culpable pero los gritos no la dejaron pensar.

—No puede pedirle Lord Stark su espada para mi primera pelea —habló Ser Jensen con rapidez al notar la indecisión de la princesa—. Esta demasiado lejos como que llegue a tiempo.

—Tal vez no tenga la última espada con la que venció a alguien en batalla —dijo Dorcas antes de romper la vitrina en la que estaba una espada de Corlys Velaryon—. Pero tengo la primera con la que Kepa ganó su primera batalla en el mar.

A Ser Jensen había quedado impactado que la adolescente llamase padre a la Serpienta Marina pero tuvo que salir del shock de inmediato.

La menor no solo tomó la espada de la Serpiente Marina sino también le quitó su daga a Ser Jensen y tomaba la que le había sido obsequiada por Lord Mucilber Stark en el día de su nacimiento.

La tradición en la que los padres le daban la última espada con la que habían vencido a alguien en pelea se remontan a siglos de tradición de los Stark y Ser Jensen sabía que Aryon Stark llevaba años esperando para que su única hija le pidiese su espada pero también conocía de lo mucho que la princesa quería tomar la espada de la Serpiente Marina para honrar al hombre que la crío como si fuese su propia hija.

Pero nunca pensó que también tomaría su daga hasta ese momento.

El caballero y la princesa salieron al combate en cuanto escucharon los gritos de Dimitri y Howard.

—¡¿Por qué la traes a una pelea?! —le gritó Dimitri con furia a Ser Jensen—. Deberías cuidar de ella no traerla en una emboscada.

La jinete y el caballero ignoraron al pirata mientras la pelinegra lanzaba flechas a cualquiera que atacase a su tripulación y el hombre cuidaba las espadas de la menor.

Una docena de hombres ya habían caído por las flechas de la princesa y tres por la espada del caballero, pero los hombres subían al barco y la chica se quedó sin flechas para su ballesta por lo que junto al pirata peleaban espalda a espalda contra los hombres.

—¡Entreguen a la sobrina del Dragón de Agua!

Dimitri y Dorcas se miraron entre si, ambos eran conscientes de que iban por ella pero no entendían como es el como Raelon Targaryen se había metido en problemas en los que la querrían a ella como señuelo para él.

—¡Les tengo una contraoferta! —gritó Dorcas con una sonrisa burlesca—. ¡Dejen mi barco y vivan para contar la misericordia de la Bruja del Norte o mueran por su estupidez!

Los hombres dejaron de subir al barco del suyo sin notar que Howard Stark entraba en él en cuanto dejaron de haber hombres en él.

Los hombres los triplicaban en número y era peor debido a que solo había cuatro personas en el barco que sabían pelear, pero el desequilibrio se volvió en su contra en cuanto el dragón esmeralda bajo del cielo.

—Mierda —murmuró Dimitri.

Pegasus esperaba las ordenes de su jinete mientras que en el puerto no quedaba ni un alma, el miedo en los atacantes creció cuando vieron la sonrisa retorcida adornar la cabeza de la bestia esmeralda.

—Kepa va a degollarme —suspiró Dorcas nerviosa por no lograr controlar al dragón—. ¡Ñuha dōna Pegasus, cast aōha drakarys va pōja ships! (Mi dulce Pegasus, lanza tu fuego de dragón cerca de sus barcos)

El dragón esmeralda arremetió contra cada barco del muelle con la excepción del de la Serpiente Marina y en el que se encontraba Howard Stark, cada uno fue incinerado junto a los hombres quienes se mantenían en ellos y al tomar la atención de los invasores al barco de la jinete termino siendo degollado con la excepción del que Howard había atado a un barril.

La princesa se acercó a él con el fuego en su mirada y la espada en su mano aterro al hombre frente a ella.

—Cuénteme algo ¿Qué hizo mi tío para que alguien venga y crea poder entrar a mi barco? —cuestionó Dorcas con una sonrisa tétrica que helo la sangre de los hombres detrás de ella—. ¿Quién fue el imbécil que lo envió a morir?

—Su tío decidió guiar la guerra por su puta, la huérfana del malnacido de Thoran —respondió el hombre—. El Elefante quería a la bonita sobrina bárbara del Dragón de Agua, era una cifra generosa.

Bárbara, era un término que Dorcas escuchaba bastante seguido hacia su persona por haber crecido en el Norte, no era la definición de dulzura pero tampoco se consideraba una salvaje.

—¿Lo suficiente como para entrar en guerra con los Stark o Velaryon? —preguntó Dorcas con diversión que el hombre vio reflejada en el dragón detrás de ella—. ¿O a la furia de dos dragones de guerra? ¿Al menos sabía a que se enfrentaba cuando ataco este barco o solo lo cegó un pago que no llegará a cobrar jamás?

La pelinegra no lo dejo responder ya que lo había despojado de su cabeza.

—Lancen los cuerpos al mar —ordenó Dorcas—, a Pegasus le gusta comer así.

La docena de hombres que seguían vivos en su tripulación obedecieron de inmediato, en cuanto Dimitri se unió a Howard en su registro del barco agresor, quien ahora no contaba con tripulación alguna.

O con sus cuerpos que se encontraban siendo devorados por el dragón esmeralda, en cuanto al de hielo. Orion se encontraba mirando a la jinete desde las nubes, observando su triunfo desde el cielo.

Al dragón de hielo no podría interesarle menos el caos que el dragón esmeralda había causado, sino la matanza que había causado la jinete que había domado. Sonreía entre las nubes petulantemente al ver que la pequeña loba finalmente parecía mostrar sus habilidades en pelea después de tantos aburridos años de entrenamiento, ahí vio la oportunidad que había esperado desde que la salvó de la isla.

La oportunidad de convertir a su jinete en un reflejo de sí mismo había llegado y el último dragón de hielo no planeaba dejar escapar de sus garras tal oportunidad, no cuando había esperado décadas por encontrar a un jinete que pudiera domar el caos sobre su lomo.

—Era una banda de mercenarios —habló Dimitri en cuanto regreso junto con Howard—. Encontramos un contrato en el camarote del barco. Querían la recompensa por llevarte con un Elefante, eso es absurdo ¿Desde cuando un elefante puede pagar el precio de una dragona de hielo?

—¿Decía si me querían viva o muerta?

—Viva, mi Lady —contestó Howard con rapidez—. Pero en el contrato pedían que le hicieran cosas por las que los malditos mercenarios merecían ser torturados por siglos.

Dorcas hizo una mueca de asco mientras observaba a Pegasus devorar a tres de los cuerpos que se encontraban inertes en el mar.

—Me alivia saber que no podrán realizar dichos actos hacia mi o a cualquier otra ¿Encontraron algo interesante en su barco?

Dimitri asintió sonriendo de lado a lado.

—Encontramos un motín —canturreó el pirata sonriente—. Curly se pregunta como lo dividiremos, princesa.

La jinete miró a la pequeña salamandra morada que se encontraba en el hombro del pirata.

—Lo dividiremos en partes iguales entre los cinco.

—¿Le dará a la salamandra parte del motín? —cuestionó Ser Howard con sorpresa.

—No, claro que no —negó Dorcas borrando la sonrisa de la cara de Dimitri—. A quién pienso darle parte del botín es a Kepa por los daños de su barco, es lo mínimo que le debo.

—Son honores de oro —informó Howard—. Alguien en Volantis es quien pagó una fortuna por usted, majestad.

La atención de la pelinegra se fue hacía el puerto donde Pegasus se encontraba observando a un hombre castaño —si le preguntasen a Dorcas— bastante atractivo.

La princesa bajo del navío en el momento en el que sintió la mirada del castaño sobre ella, parecía calmado aún con el desastre provocado por ella y su dragón, ni siquiera parecía impactado cuando vio a la jinete con la cara cubierta de sangre y su vestido goteando del líquido carmesí.

—Un hombre ha sido enviado por un dragón de agua hizo que viniera a guiar a una princesa.

—Asumo que el dragón de agua puede explicar los daños de mi barco —suspiró Dorcas con cansancio—. ¿Puede probar que fue enviado por el dragón de agua?

—Un dragón de agua dijo que una princesa sabría si mencionaba que al dragón de agua le disgustaba el Norte y que una princesa desconocía el nombre de una primera niña, una princesa debe seguir a un hombre si desea ver a un dragón de agua.

Los ojos de la menor se abrieron de par en par ante la sorpresa, no creía que su tío le hiciera recordar que desconocía el nombre de su prima y menos con un atractivo mensajero.

—Lo seguimos.

El hombre asintió antes de comenzar a caminar.

En la Fortaleza Roja solo quedaba el caos tras la boda doble y cada día era peor, pero las noticias que llegaron durante la primera noche que se supo que Dorcas Stark había llegado a Volantis.

—Es una demente —gruñó Aemond en cuanto entró a las habitaciones de su madre—, dicen que asesino a un kraken. Sus dragones se comieron su cabeza y tentáculos ¡Ella ni siquiera dio más que una orden! ¿Cómo competimos contra ella? No hay forma alguna de que podamos contra ese monstruo, dicen que estuvo bañada en sangre cuando llegó a Volantis y masacró a todos los barcos de Ragman con Pegasus en minutos, no lograremos deshacernos de ella.

—Pero podemos domarla —intervino Otto saliendo de las sombras—. Cuando la desposes ella tendrá que serte leal y obediente como una buena esposa, sino podemos contra esa bárbara tendremos que aliarnos a ella.

La reina miró con molestia a su padre por el apodo brindado hacia la Stark.

—Ella es una niña, no un monstruo —suspiró Alicent con frustración—, ella defendió a su tripulación lo que es admirable.

—Y peligroso para nosotros —bufó Aemond—. ¿Cómo obtendremos un apoyo como el que ella acaba de ganar para cualquiera de nosotros? Fue a Volantis en busca del único de nosotros que tiene un apoyo similar, Raelon, ella es fría y calculadora.

Otto asintió de acuerdo con su nieto aún si así sólo logró obtener la furia de su hija.

—Si logramos aliarnos a ella obtendremos el apoyo de los Velaryon —prosiguió la mano del rey—, los Stark y norteños la seguirán.

—Me temo que ella ya tiene otra propuesta bastante buena —comentó el príncipe tuerto—, según sé una carta llegó a Driftmark desde Dragonstone. Podría apostar que están considerando casarla con Lucerys Velaryon ya que mantienen una buena relación y Daemon jamás dejaría que alguna de sus hijas perdiera la oportunidad de llegar al trono, ellos le ofrecen Driftmark lo cual es mucho mejor de lo que nosotros le ofrecemos.

Alicent miró con furia a su hijo, si bien sabía que era verdad se negaba a aceptarlo.

—Eres hijo del rey.

—Raelon también lo es —rezongo Aemond—. Y aún así todo lo que tiene es por mérito propio o la tutela de la loca de Saera, nosotros, Daeron y yo no contamos con esa suerte y no dejaré que me quites algo más solo por Aegon.

—¡La dama de los tentáculos no es alguien digno para ningún noble, menos para un príncipe! —le gritó la reina a su hijo favorito dejándolo sorprendido, jamás lo había tratado así—. Te estoy ofreciendo a una princesa y tú te rehusas a tomarla y todo para que ¿Por amor? Creí que eras más sabio que esto, rogando por una mujer que te ha abandonado en lugar de aceptar a una que te dará poder.

Aemond no dijo nada más, no sabía cómo se pondría su madre si la desafiaba y ciertamente no quería saberlo.

El viaje hacia Volantis fue duro y complicado debido a que se encontraban en una guerra civil, Dimitri había regresado a Driftmark con la tripulación de la Serpiente Marina mientras que los dragones de la adolescente cargaban con los cofres de la jinete y a pie era guiada por el lorathi enviado por Raelon, Maros, con sus dos guardias siguiéndolos.

En cuanto la menor finalmente pudo ver a su tío suspiró aliviada de no tener que mantenerse en constante peligro por no saber quienes podrían ir a buscarla por la recompensa de su cabeza.

—Gracias a Vermax que llegamos a salvo —murmuró Ser Jensen con una sonrisa—.

—Los dioses nos sonríen, Ser.

—No lo suficiente como para dejar que no entremos en batalla —se quejó Ser Howard.

—Creí que le divertían las batallas —se burló Dorcas—. Para ganarnos el favor de los Dioses debemos probar que somos dignos de tenerlos de nuestro lado de la manera que ellos vean conveniente.

Cuando finalmente entraron en terreno seguro de Volantis, Dorcas tomó a Raelon entre sus brazos aliviada de que se encontrará a salvo.

—Nos vimos hace tres semanas y ya estas liderando una guerra —bufó Dorcas con molestia—. ¿Podemos ayudar en algo?

—Me serían más útiles estando a salvo —respondió Raelon separándose del abrazo—. Iremos a Volon Therys, ahí estarás segura con Saera.

—Raelon hay algo que debes saber —balbuceo Dorcas—. Cuando llegamos, la Serpiente Marina fue atacada. Mercenarios entraron al barco y querían mi cabeza, puede que haya incendiado algunos barcos del puerto y tomado el botín que estaba en su nave.

Raelon sabía de ello, lo había escuchado pero no comentó nada al respecto con tal de escuchar los detalles faltantes en la versión que le fue contada.

—Dijeron que fue un Elefante quien los envió a buscarme —siguió Dorcas—. ¿Qué es lo que pasó? ¿Por qué me quieren de señuelo para ti? Maros no me dijo nada en todo el camino ¿Qué detonó la guerra?

—Thoran fue asesinado —respondió Raelon—. He pedido convertirme en Triarca y estoy liderando la guerra para hacer justicia por Alyrha.

Thoran era un triarca, Dorcas no sabía mucho de él en realidad solo los pequeños detalles que Raelon le había brindado de él y que mantenía negocios con la Serpiente Marina.

Dorcas maldijo para sus adentros deseando regresar a Driftmark con Rhaenys pero sabía que no podía dejar a su tío solo o abandonar su búsqueda por la Titiritera.

—¿Cuándo nos vamos?

—Ahora.

—¡Guys, īlon're leaving! (¡Chicos, nos vamos!) —gritó Dorcas recibiendo un rugido de parte de ambos dragones como respuesta—. ¡Pegasus ȳdra daor ipradagon anyone! (¡Pegasus no te comas a nadie!) —la pelinegra notó como su tío la miraba con confusión ante su última oración—. Con mi pequeño dragón es necesario aclarar que no tiene permitido comerse a nadie desde el último invierno, generalmente suele ser obediente a menos que tenga hambre.

Ser Jensen parecía divertido con las palabras de la princesa pero no dijo nada al respecto más que decirle a su hijo que no se confiará del dragón esmeralda.

Howard notó en ese momento que los dos Targaryen tenían algo más que la sangre en común o la cara llena de sangre, ambos imponían respeto y miedo a su alrededor, no estaban teniendo más que una simple charla pero veía como los hombres a su alrededor compartían sus pensamientos sobre el par frente a él.

—Entonces la niña ¿Es la bastarda de Aegon? —cuestionó Jacaerys viendo a la niña dormida en una de las habitaciones de visitas—. ¿Por qué se parece a Dorcas?

Darren hizo una mueca de repulsión antes de suspirar para tratar de mantener la calma, la niña seguía siendo un secreto para todos en Dragonstone con la excepción de Daemon, Darren y ahora Jacaerys.

—Aegon se estuvo acostando con mujeres parecidas a mi hermana —respondió Darren con asco—. Y nosotros encontramos a su madre, es bastante parecida a Dorcas y creemos que por la sangre valyria en Aegon fue lo que la hizo aún más parecida a Dorcas solo que con el cabello platinado, es repulsivo pensar en que tiene el mismo nombre que ella.

Jacaerys miró a la niña con curiosidad, no sabía que esperar de ella o siquiera pensar.

—¿Por qué la trajiste a casa?

—Daemon y yo acordamos que sería lo mejor —dijo Darren con pesar y casi amargura—. Después de todo es una niña inocente que no merece vivir en los burdeles solo por ser el producto de la retorcida mente de Aegon, además de que podría ser de utilidad en el futuro.

—¿Planean utilizar a una niña porque crees que será útil?

—¿Por qué me cuestionas cada cosa que hago? —gruñó Darren con furia—. Mi hermana ha sido deshonrada por las acciones de Aegon de más maneras de las que soy capaz de nombrar, tú la deseas y la profanaste. No soy estúpido Jacaerys yo conozco a mi hermana y se lo que vi y escuché, sino lo he dicho aún es porque conozco tus intenciones de desposarla si quieres ser uno de sus amantes o esposo te lo dire una sola vez; hiérela y nunca tocarás el trono.

—Estás amenazado a tu futuro rey.

—Estoy cuidando a mi futura reina, no una consorte, una reina que no podrán controlar ni veinte ejércitos.

Ambos ya habían sacado sus espadas a relucir cuando Daemon los tomó de los hombros y los empujó para separarlos.

—No sé qué están tramando pero ni siquiera sueñen en pelear en este castillo —gruñó el jinete de Caraxes—, mucho menos con una niña tan cerca de la pelea ¿Que no les he enseñado nada de honor?

—Es el honor de mi hermana lo que estaba defendiendo —siseó Darren.

El norteño le dio su espada al platinado antes de marcharse dejando a los dos príncipes a solas.

—¿Qué es lo que has hecho? —Daemon acorraló a Jacaerys contra la pared—. Si has deshonrado a Dorcas no tienes ni idea de lo que te ocurrirá si Rhaenys, Corlys o Mucilber se enteran. No dejaré que desposees a la niña lobo, tu compromiso con Baela es...

—Está anulado —lo interrumpió Jacaerys—. No le debo nada a Baela mas que mi respeto como su hermanastro, además, la propuesta de matrimonio con Dorcas ya ha sido enviada por mi madre hace varias noches.

Daemon soltó a Jacaerys atónito por su respuesta.

Howard Stark entró al dormitorio de Dorcas en Volon Therys con una carta en manos.

—Majestad —la llamó Howard—. Le han llegado cartas de las princesas Asteria, Rhaenys, el príncipe Lucerys y Lord Mucilber Stark.

Dorcas tomó las cartas con rapidez bajo las miradas divertidas de Aleixa Hightower y Ser Howard.

—Muchas gracias, Ser.

Debería regañarte por enviar a la Serpiente Marina bañada de sangre, pero me alegra saber que al menos no es tuya ninguna de esas manchas. Es bueno que en una guerra civil como esta te tengan presente, aprenderás para el futuro. No permitas que nadie te distraiga de tu motivo para visitar Volantis, ni siquiera tu tío.

Espero que te encuentres a salvo y que Raelon te mantenga así. El pirata aseguró que te encontrabas a salvo y que parte del motín le pertenecía, esta preocupado por ti. Le daré su parte del tesoro si me escribes de vuelta.

Dorcas ni siquiera se molesto en ver el remitente, sabía que la había escrito Rhaenys y agradecía que no hubiese recibido ningún regaño de su parte.

Sobrina, tu padre ha perdido la cabeza desde que se entero que tomaste la espada de Corlys Velaryon en lugar de pedirle la suya como la tradición manda, espero que expliques tus motivos en cuanto regreses de la maldita guerra en la que te mentiste, niña estúpida.

Pones en riesgo cada parte de nuestro plan por tus caprichos inútiles, espero que no te metas en más problemas de los necesarios a menos que desees que quien sea castigado por tus acciones sea tu hermano.

No le escribas a nadie en el Norte a menos que te encuentres lejos de la maldita Volantis.

No mueras, sobrina.
El señor de Invernalia.

Dorcas quemó la carta de su tío con furia en sus ojos, cuando regresara a Invernalia haría que Daemon Targaryen pagase por los insultos de su amante si llegaba a tocar un cabello de su hermano.

La pelinegra le dio a Aleixa las otras dos cartas para que las leyera por ella, para su suerte las otras dos eran mucho más amenas que la de su tío caníbal.

—Lucerys espera que te encuentres bien y le escribas si tienes tiempo —habló Aleixa con su usual tono suave—. Te invita a pasar el siguiente verano con él en Dragonstone.

Los ojos de Aleixa se abrieron de par en par en el momento en el que leyó la carta de Asteria.

—¿Prefieres escuchar las buenas noticias o las malas primero?

—Las malas.

—Tu compromiso con el príncipe tuerto sigue en pie —murmuró Aleixa nerviosa—. La buena es que Asteria esta bien y le gusta su regalo de bodas ¡¿Le diste una espada?! ¿Por qué me sorprendo con esto? Te conozco desde que naciste.

Dorcas se rio levemente antes de suspirar con fastidio al escuchar que su padre había decidido mantener su compromiso con su tío tuerto.

—Es una lástima que él no sea un Lord, esa es la desventaja de ser un simple consorte —sentenció Dorcas con tranquilidad—. Que siempre hay una forma en la que se pueden deshacer de ti, como anulando su matrimonio o escribiéndole una carta al Señor de Invernalia y si logro que crea que mi padre volvió a desafiar su autoridad quien sabe de lo que sería capaz.

Aleixa no siempre comprendía lo que Dorcas planeaba hacer o al menos no la comprendía por completo en sus acciones pero sabía que cada vez que le contaba uno de sus planes o debía buscar pañuelos para los funerales, hacer recapacitar a la princesa o (su opción preferida) alejarse antes de que ella explotara con sus planes.

—¿Planeas rendirte así de fácil? —cuestionó Mucilber Stark a su hermano menor quien lloraba bajo sus cobijas—. Solo vas a llorar como un mocoso mientras ella está en la ciudad de los dementes y depravación.

—¿Y que sugieres que haga? —sollozó Cregan Stark.

—Que actúes como el general del ejército del Norte y no como un niño caprichoso —bufó el Señor de Invernalia—, ella no es un juguete que has perdido, es una princesa a la que has herido terriblemente y no puedes dejar que ella se nos escape. Si la apoyamos en su reclamo al trono eso es por ventaja política pero te necesito como rey consorte para que podamos estar al mando, sus hijos tendrán el apellido Stark e iniciará nuestra dinastía.

Cregan gruñó debajo de las cobijas, estaba harto de que sus hermanos solo se concentraran en estrategias cuando él quería seguir a su corazón.

—Dorcas sabe de Helena y la maldición de la Titiritera —informó Cregan—, Ser Howard me lo ha informado.

—¿Y sabe porque es que la tiene? —cuestionó el Lobo de Sangrw preocupado—. ¿Sabe sobre él?

Cregan negó con la cabeza que sobresalía de las cobijas obteniendo un suspiro lleno de alivio de su hermano mayor.

—Taelarys Velaryon se ha sumado a las propuestas de matrimonio de tu adorada princesa —comentó Mucilber con malicia—, tienes una gran competencia; Lucerys Velaryon, Aemond Targaryen, Jacaerys Velaryon, Dovan Martell, al menos tres Lannister, Rylon Celtigar, Landar Dustin y Kevan Arryn, no son personas a las que debas de subestimar ya que ellos son los elegibles cuando claramente hay miles de propuestas a considerar.

Cregan deseaba que la tierra se tragase a cada hombre o mujer que se atreviera a poner su interés en Dorcas pero sabía que si lo hacía ella no tendría un reino al cual guiar.

—No me sorprendería que cualquier engendro de Alicent Hightower fuera a serle ofrecido a Dorcas llegado el momento —suspiró Mucilber—, pero posees algo que ellos no. Una herencia y tierras, serás el señor de Invernalia cuando yo muera, lideras a uno de los ejércitos más letales que haya existido y creo que tu única competencia real son los hijos de la princesa Rhaenyra, Dovan Martell e incluso me temo que incluso deberías preocuparte por Darren.

Cregan hizo una mueca de asco con solo imaginar a sus sobrinos juntos.

—Lo sé, es repugnante la sola idea pero no es descabellada para nuestras costumbres.

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