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𝟎𝟎𝟔. 𝖸𝖾𝗌, 𝖨'𝗆 𝖽𝗈𝗂𝗇𝗀 𝖻𝖾𝗍𝗍𝖾𝗋 𝖨 𝗄𝗇𝗈𝗐 𝗍𝗁𝖺𝗍 𝗂𝗍'𝗌 𝗈𝗏𝖾𝗋 𝖨 𝖽𝗈𝗇'𝗍 𝗇𝖾𝖾𝖽 𝗒𝗈𝗎𝗋 𝖼𝗅𝗈𝗌𝗎𝗋𝖾

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❪ ꧏ𓈒 𝟎𝟎𝟔. ── 𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 ৫ ᠀ ❜
❥ ๋𓄹𓏲。 𝘄𝘄𝘄.𝐦𝐢𝐝𝐧𝐢𝐠𝐡𝐭 𝐫𝐚𝐢𝐧. • °
⟆ 🐉 ▋◖ 𝘷𝘪𝘨𝘪𝘭𝘢𝘯𝘵𝘦𝘴𝘩𝘷𝘵◞。𓍢 ׄ *
ৎ 𝗽𝗹𝗮𝘆 𝗰𝗹𝗼𝘀𝘂𝗿𝗲 ୭ ❫

Dorcas había sido un enorme problema para Rhaenys desde el día uno ya que a diferencia de Baela y Asteria ella la desobedecía con una facilidad alarmante que le parecería divertido a la jinete de la Reina Roja de no ser porque dicha rebeldía no parecía ceder.

—Manténganse juntas —ordenó Rhaenys—, vayan al pasadizo que las lleva al Foso de Dragones y no se separen. Los dioses saben quien es el barco que se aproxima y más les vale quedarse juntas —Rhaenys tomó a Dorcas por los hombros—. Sino regreso, te prohíbo que vayas a mutilar a los Siete Reinos con Orion o te atormentare en cada pesadilla que tengas —los ojos de la mayor se posaron en Asteria—. Hasta que no regrese estás a cargo —y por último miró a su nieta—, prométeme que no vas a hacer nada imprudente.

Las tres asintieron pero solo fue cuestión de segundos en los que Rhaenys se fue para que Dorcas fuera al Foso de Dragones con cuchillos hasta en los lugares más extraños de su abrigo, podría ser una princesa pero había llegado después de entrenar con Asteria por lo que no era de extrañarse que utilizara sus pantalones de seda negra, una camisa blanca y el abrigo de piel de un oso negro en el cual tenía más escondites de cuchillos que hebras.

Pegasus al sentir la presencia de su jinete dejó de volar junto a Meleys para aterrizar frente a ella dejando que sus cabezas se apoyaran.

—Īlon'll ūndegon se zegh, ao gīmigon skoriot naejot jikagon (Veremos a la sabandija, ya sabes a dónde ir) —Pegasus gimió como si hubiera devorado su postre favorito, una docena de corderos vivos—. Mi dulce chico, te recompensaré al regresar.

Orion por otra parte rugió con aburrimiento y recelo al ver a su jinete mimar al pequeño dragón que actuaba gentilmente frente a la pelinegra pero el dragón de hielo sabía que la descendencia de Balerion era igual de sanguinaria que el dragón de los reyes Aegon, Maegor, la princesa Aerea y el rey Viserys; pero a diferencia de él era lo suficientemente inteligente como para engatusar a su jinete gracias a su llegada que hizo que viera a su dragón esmeralda como a un dulce bebé gatito.

La menor subió al lomo del dragón esmeralda con la escalera que tenía para llegar hasta su silla de montar y las alas del dragón se batieron fuertemente hasta salir hacia la costa.

Dorcas sonrió alegremente al ver la silueta de su actual amante en la costa y su sonrisa se enganchó en cuanto Pegasus aterrizó en la colina, bajo tan rápido como pudo antes de correr a los brazos del pirata.

Dimitri la abrazó fuertemente contra sus brazos sorprendido y feliz tras la muestra de afecto inusual en la princesa pero eso no evitó que una sonrisa se formara en sus labios al sentir el calor de la pelinegra abrazar su piel hasta que ella se separó abruptamente.

—¿Que haces aquí? —interrogó la pelinegra acariciando las mejillas del pirata con dulzura—. No me mandaste una carta para avisarme que vendrías. Tuve que inventarme una buena excusa para que mi prima no cuestionará mi
ausencia.

La mentira salió de los labios de la princesa tratando de hacer sentir culpable al pirata quien besaba el dorso de su mano, hasta que vio el barco detrás de él.

—¿Ese barco es la Lujuria Dorada? —cuestionó Dorcas con sorpresa.

La dama de los tentáculos era la capitana del barco y según sus informantes ella se había vuelto en una persona importante en la vida de su despreciable prometido.

—Quise sorprenderte —el castaño le proporcionó una sonrisa encantadora mientras recibía con alegría los mimos de la princesa en sus mejillas casi perdiéndose en su toque hasta que recordó el porque se encontraba ahí—. Venía a decirte algo importante.

—¿Algo importante? No me digas que me pedirás matrimonio, sireno —se burló Dorcas apartándose del abrazo con una risa socarrona en su rostro.

Dimitri se tensó ante la mención de algún compromiso, a veces había pensado seriamente en declararse ante la menor pero la simple idea de terminar como Ser Criston Cole no le permitía hacerla.

—Tampoco es algo tan delicado —negó el castaño ligeramente nervioso—, me quedaré unos días en el puerto de Desembarco para hacer un negocio así que tendremos más tiempo de lo inusual.

La mirada burlona de Dorcas rápidamente se asomó en su rostro, había escuchado los rumores sobre que él ya se encontraba visitando burdeles en los últimos puertos en los que estuvo.

—Ya estaba pensando con quién podría reemplazarte durante tu ausencia —Dorcas molestó al castaño provocando un bufido por parte de él—. Debería regresar antes de que Rhaenys se pregunté dónde estoy, o peor, que mi prima se enteré que le mentí. No quiero que me quemé mientras duermo.

Dimitri asintió levemente, Dorcas notó que le ocultaba algo con solo mirarlo pero fingió ignorancia absoluta del tema para evitar una discusión con Pegasus ahí, lo devoraría en segundos y no era algo que deseará presenciar.

El dragón se acercó a su jinete en cuanto está camino hacia él mirando con molestia al pirata detrás de ella pero sin hacerle nada por la mirada de Dorcas sobre él.

—Mazigon va byka mère, jeda naejot jikagon (Vamos, pequeño, hora de irnos) —le sonrió al jinete antes de subir a su lomo—, nos vemos tritón.

Dorcas no era una creyente completamente devota, generalmente pasaba de largo los eventos religiosos de los dioses Valyrios y repugnaba a la fe de los Siete pero eso no evitaba que una vez al mes fuera a rezar por la salud de su hermano.

En cada luna llena daba oraciones a los viejos dioses para que mantuvieran a Darren a salvo de cualquier mal, pero esta vez lo hizo durante una semana ya que Dysis Targaryen estaba haciendo su visita anual en Dragonstone.

—Nyke beg ao syt ñuha lēkia's safety, nyke jiōragon bisa hubre naejot prevent tolvie rughagon hen evil iā malice hen harming ñuha muña (Les ruego por la seguridad de mi hermano, les ofrezco a esta cabra para que eviten que cada gota de maldad o malicia de mi madre llegue a dañarlo) —la menor tomó a la cabra antes de degollarla y lanzarla a la hoguera que había creado—. Iā ābrar isse exchange syt protection se ensuring ñuha lēkia's safety, konir sagon skoros nyke jiōragon ao (Una vida a cambio de la protección y velar por la seguridad de mi hermano, eso es lo que les ofrezco)

La cabra estaba ardiendo y las brazas se hicieron mucho mayores pero la niña no dejó de ver el fuego arder, era de cobardes voltear la mirada ante la muerte. Balerion era el dios de la muerte y había visitado a Dorcas constantemente a lo largo de su corta vida, pero por alguna razón que la menor desconocía nunca la había llevado.

Era su maldición disfrazada de bendición.

Dorcas la miró de reojo a su prima, Asteria, sonriéndole con bienvenida, le sorprendía verla ahí pero a veces se topaba a Asteria contemplando el altar en silencio, sabía que su prima no era creyente de ningún dios pero de vez en cuando la escuchaba balbucear oraciones en Valyrio.

La mayor ni siquiera parecía haber notado las manchas de sangre en el vestido de la menor pero está le hizo una seña para que se acercara a ella.

—Reza conmigo, prima —Dorcas susurró sonriéndole.

La pelinegra se hizo a un lado para que Asteria se hincará junto a ella. La platinada asintió tomando lugar junto a la pelinegra y poniendo sus manos juntas para imitar lo que su prima hacía.

—Kirimvose syt listening naejot ñuha prayers, nyke assure ao bona kesan daor waste mirre gifts given hen ao se skoros kesan addemmagon syt aōha mercy (Gracias por escuchar mis plegarias, les aseguro que no desperdiciare ningún obsequio brindado de ustedes y qué pagaré por su misericordia)

La rubia parecía esperar a que ella se callara pero habló en cuanto lo hizo.

—Me iré a Desembarco.

Los ojos violetas de la menor se abrieron de par en par ante la sorpresa y el terror, sabía mejor que nadie lo que los verdes hacían y como arruinaban vidas inocentes jugando a ser titiriteros; lo habían hecho desde que ella nació y le dijeron a Dysis que ella y su hermano eran bastardos de Mucilber.

Todo lo que le había hecho Dysis Targaryen había sido obra de Alicent Hightower quien lo negara o no era tan culpable como ella ya que al crecer juntas la hizo conocedora de lo sanguinaria y crédula que era la primogénita de Viserys Targaryen.

—Asteria —murmuró Dorcas alarmada y pensando lo peor, que habían amenazado a su prima de muerte—. ¿Estás bien? ¿Algo ocurrió? ¿Quieres que vaya contigo?

Dorcas interrogó dejando caer sus manos sobre la piedra delante de ella. Asteria negó con suavidad llevando sus manos sobre las de su prima para suavizar sus nervios y la dura despedida.

La menor no estaba triste solo porque Asteria se hubiera ido, estaba triste porque al final del día siempre se encontraba sola. Raelon en el exilio, Darren en Dragonstone, Cregan en Invernalia y ahora Asteria en la Fortaleza Roja.

Ella era factor común, ella era el problema. No importaba cuanto amara a alguien al final ellos siempre la dejarían y debía aprender a lidiar con la soledad que conllevaba ser ella misma.

—Es algo que tengo que hacer sola
—Asteria le respondió mirando sus manos juntas para evitar verla a los ojos—. Me iré para casarme con Aegon.

Dorcas apretó la mano de Asteria, rogando para que se quedara deseando ser lo suficientemente importante para alguien como para que no la dejara.

Se aferraba a la esperanza de no ser abandonada nuevamente, no podía perder a su hermana.

—Ya hemos hablado sobre eso —le sonrió la menor ocultando su desesperación—. Cuando llegué al trono no tendrás que casarte con nadie, no necesitas casarte casarte con nadie, no necesitas casarte con el inútil de Aegon.

Dorcas tomó las manos de Asteria en un intento de hacerla entrar en razón, de hacer que se quedara a su lado.

—Cuando sea reina no te verás en la obligación de casarte con nadie y podrás tener la libertad que siempre has querido, prima.

Asteria se levantó del suelo soltando abruptamente las manos de la menor. Dorcas la siguió horrorizada ante la idea de volver a dejar ir a alguien que amaba, no podía soportarlo de nuevo.

No cuando la herida de perder a Cregan y Raelon era tan fresca.

—Creo que es hora de que deje ir esos cuentos de hadas, ya estoy en la edad para casarme y es una promesa que no puedo romper —Asteria no lo sabía pero había roto las piezas del corazón de la menor que seguían a duras penas de pie—, esa vida que tú tendrás está muy lejos de mi realidad. No puedo darme el lujo de rechazar a Aegon, no siendo una bastarda, no quiero que la corte hablé de mí como lo hacen con los hijos de Rhaenyra.

El dolor que dejaba en el pecho de la pelinegra creció, su mente fue directamente a culparse de la situación que nunca estuvo en sus manos pero se sentía como tal.

¿Y si tomara la Fortaleza Roja de una vez ella se quedaría? ¿Y si fuera más fuerte? ¿Si fuera más lista? ¿Si fuera más...?

Si fuera más importante.

—No entiendo porque tomas esta decisión tan de repente —Dorcas murmuró más para ella misma tratando de entender la situación ya que era la primera vez que Asteria dudaba de sus capacidades—. ¿Te amenazaron?

—Ya he aprendido todo lo que requerían. Estoy familiarizada con la corte y las tradiciones familiares, estoy lista para casarme —se explicó la rubia soltando un suspiro—. No tengo duda de que llegarás al trono cómo siempre has planeado hacer y yo estaré de tu lado siempre. No por estar casada con él significa que estaré de su lado.

Pero no estaría ahí, no se quedaría.

Dorcas era egoísta y necia como un dragón pero como los lobos era leal, por eso mismo fue que nunca pudo imaginar que habría un después de Asteria.

Había existido un antes dónde no se conocían, un durante dónde eran inseparables pero su mente jamás espero que fuera a haber un después.

—Esto suena a una despedida —murmuró Dorcas mirando el suelo, negándose a verla marcharse—. No soy buena en esto, no me gusta dejar ir a las personas porque son muy pocas las que tengo en mi vida y lo sabes.

Asteria negó acercándose a su prima para darle un abrazo. Dorcas lo correspondió después de unos segundos, se recordaba a sí misma que una reina no lloraba por ningún motivo así que se reprimió para evitar ponerse de rodillas y rogar para que ella no se fuera.

—Espero que cuando nos veamos de nuevo no seamos una extraña a los ojos de la otra.

Rhaenys Targaryen había sido amable y sensata a la hora de acoger a Dorcas Stark bajo su cuidado hace años pero a la hora de educarla era demandante, tenaz y astuta porque le exigía la perfección absoluta a la aspirante a reina porque si quería el apoyo de la casa Velaryon primero tendría que ganarse la aprobación de la reina que no fue.

Pero la partida de Asteria fue lo que la hizo ser mucho más estricta con la menor.

—¿Cómo se extinguieron los dragones de agua? —cuestionó Rhaenys mientras Dorcas entrenaba con Jensen Stark—.

Mientras Dorcas atacaba al caballero Rhaenys preguntaba información variada para mantenerla entrenando su cuerpo y su cerebro.

Rhaenys era una firme creyente que no podías estar cómodo cuando se trataba de temas serios o de suma urgencia, había hecho que Dorcas se sintiera cómoda en cada aspecto de vivir en Driftmark.

Menos en sus exhaustivos entrenamientos.

—No se extinguieron solo evolucionaron —respondió la menor tirando al caballero al suelo antes de mirar a Rhaenys tras ganar la pelea—. Pero se desconoce su ubicación actual y cuantos hay.

—Correcto, otra vez.

Dorcas miró con fastidio a la mayor pero asintió antes de ofrecerle su mano a Jensen para que se parase.

—Toma —Rhaenys le dio una venda a Dorcas dejándola sorprendida—. Venda tus ojos y entrena, debes estar preparada para lo que sea y eso incluye no tener visión.

Dorcas bufó pero una sonrisa burlona se asomó por su rostro recordando a su indeseable prometido, Ser Jensen sonrió con malicia al notar el pequeño gesto de la pelinegra mientras le ataba la venda para privarla de su visión temporalmente.

Ser Jensen miró a la mujer platinada con incomodidad y lástima hacia la niña a la que criaba, sabía de primera mano que Rhaenys la amaba y que por eso la entrenaba de tal forma que no pudieran arrebatarle la corona como lo hicieron con ella, puede que Dorcas no fuera la más fuerte, inteligente o astuta en los Siete Reinos.

Pero había algo que Rhaenys veía en ella que no podía negar era la mejor arma de cualquier buen rey que haya habido, ideas de cambio, la voz para poner a un ejército de su lado y la actitud de mejorar.

Dorcas no iba a ser como ella, no iba a ser frenada. Ella sería la reina que no pudo ser Rhaenys Targaryen porque la había criado para ser su venganza contra los hombres en los Siete Reinos ya que la había moldeado a su imagen.

Rhaenys asintió hacía el caballero para que iniciará a atacar.

—Hogares ancestrales de las grandes casas de los Siete Reinos.

—¡Perdió la cabeza! —aseguró Dorcas a Dimitri—. Ni siquiera creo poder entrenar en una semana, Ser Jensen fue muy amable al no decapitarme. Fue un fiasco tengo cortes en todos lados, jamás me habían humillado tanto en toda mi vida.

Dimitri río con diversión mientras se recostaba en la cama de la princesa mientras la veía trenzarse el cabello.

—Tu dijiste que Rhaenys sabe lo que hace —comentó Dimitri tomando vino—. Además los cortes sanarán, al menos no te dio ninguno en la cara pronto podrás vencer a ese guardia.

Dorcas hizo una mueca de dolor al mover su brazo debido al corte que tenía en su hombro, sanaría y con suerte no dejaría una marca demasiado visible.

A diferencia de las que tenía en su espalda.

—Si hasta que Rhaenys encuentre otro entrenamiento con el que pueda torturarme —se quejó Dorcas—. Estoy tan cansada pero es mejor que Invernalia, Cregan me sobreprotegería en los entrenamientos.

Dimitri miró con fastidio a la pelinegra, siempre era Cregan. No importaba lo mucho que él la quisiera el Stark siempre estaba primero para ella sabía que no podía competir contra él pero era frustrante saber que siempre sería el segundo para Dorcas gracias al general.

—¿Vas a ir a la boda de Asteria? —cuestionó Dimitri para cambiar el tema—.

La princesa hizo una mueca de disgusto, Rhaenys le había dicho que no era su culpa que Asteria se hubiera ido. Le recordaba constantemente que no pudo haber hecho nada para frenarla.

Pero Dorcas no le creía, para ser tan joven cargaba el peso de cada error que era tomado en su círculo cercano.

Cada error, cada herida, cada pérdida y cada huida siempre eran la culpa del capitán del barco. Ella era la capitana y no hacía nada más que perder a cada uno de sus tripulantes.

Uno por uno, todos se iban y ella se quedaba. Forzándose a coser sus propias heridas, a levantarse y ser la que diera el primer golpe en la siguiente batalla.

—Sí —asintió Dorcas—, Rhaenys quiere darle algún cofre a Asteria por su boda, yo le daría una espada para degollar al ebrio mientras duerme.

La menor se vio sumamente tentada a cumplir con la tradición de los Stark, darle una espada antes de su primera pelea. Ya que Mucilber no se veía muy al pendiente de dársela a Asteria ¿Por qué Dorcas no podría hacerlo por él?

—Él es agradable a veces —el pirata defendió a su amigo de copas bajo una mirada divertida de la princesa—. Te agradaría si tuvieras la mente más abierta.

Dorcas hizo una mueca recordando las veces que su tío le había dicho las cosas atroces que quería hacerle con solo diez inviernos mientras él se encontraba apestando en alcohol, esa fue la última vez que Rhaenys la dejó volar sola a la Fortaleza Roja.

—Creo que él preferiría que tuviera las piernas abiertas —bufó Dorcas recordando el funeral de Lady Laena—, no es posible que tu querido amigo sea de mi agrado si es hijo de la reina verde y hermano de mi estúpido y tuerto prometido. Los únicos rescatables de esa familia son Halaena, Daeron y Raelon el resto son unas serpientes.

Dimitri era consciente de que Dorcas detestaba a los verdes desde que su padre la comprometió con Aemond Targaryen pero aún así no podía evitar defender a su amigo de las criticas de su amiga aunque gustase de ella.

—Escuche que el príncipe Lucerys viajo a Invernalia —comentó Dimitri tratando de mantener la paz—. Se dice que fue a hablar con tu padre.

—¿Cuándo?

—¿Disculpa?

—¿Cuándo se fue? —cuestionó Dorcas con impaciencia.

—Hace unas horas antes de que me trajeras en tu dragón.

Dorcas miró con confusión al pirata antes de correr hacía Orion para evitar una pelea que podría herir a Lucerys, sabía que su padre no estaba muy bien y podría herir a su mejor amigo en un arranque de ira. La princesa sangrante montó al dragón de hielo para partir a Invernalia con el pirata sujetándose de ella y bajo los gritos de protesta de parte de Rhaenys y los ojos divertidos de Jensen en cuanto Pegasus siguió a su jinete.

—¡Dorcas Aerelys Stark Targaryen! —le gritó Rhaenys furiosa—. ¡Más te vale regresar para la cena!

Dorcas habría estado asustada por el tono de Rhaenys pero en su mente solo se encontraba cada forma en la que Lucerys Velaryon podría ser asesinado por su padre.

Pegasus gruñó hacia Meleys cuando está lo reprendió entre gruñidos pero él joven dragón se negó a quedarse si su jinete lo necesitaba.

Cregan miraba con confusión al dragón platinado y al esmeralda que acababan de llegar, el mayor con dos personas sobre él, estaba seguro de que su jinete no planeaba volver a Invernalia hasta que Aryon estuviera muerto pero verla llegar acompañada del pirata le hizo pensar lo peor y más cuando ni siquiera lo saludo y fue directamente a buscar a su padre.

Mientras que Cregan y Dimitri trataban de seguirle el paso a Dorcas la menor ya se encontraba siguiendo los gritos de Lucerys Velaryon y Aryon Stark, Cregan y Dimitri trataron de pararla cuando la vieron entrar al comedor con su daga detrás de la espalda.

—Entiendo que desee comprometerla con un príncipe —habló Lucerys molesto—. Pero le ruego que no sea Aemond su prometido.

Aegon tomó un largo trago de su copa con desinterés ante la propuesta del menor.

—¿Tienes una mejor oferta? —cuestionó Aryon irritado del niño.

Dorcas miraba alarmada la escena tomando dos cuchillos escondidos en su abrigo bajo las miradas horrorizadas del pirata y el general del ejército de Invernalia.

—Si me deja casarme con ella se convertirá en la señora de Driftmark —habló Lucerys esperanzado sin notar que Darren Stark se encontraba escondido detrás de una cortina—. La ayudaré a convertirse en reina si ella lo desea y daré mi vida con tal de hacerla feliz, le ofrezco lo que sea que desee pero no la deje casarse con Aemond, él no la hará feliz solo le causará infelicidad y sufrimiento.

Mientras que Cregan y Dorcas compartían una mirada preocupada, Darren y Dimitri se habían dado cuenta de que las personas de quienes se habían enamorado siempre pondrían a una persona en la habitación antes que a ellos y en cuanto Aryon estaba furioso debido a que su sobrino se ofreciera a ayudar a su hija en convertirse en reina.

—No dejaré que te cases con mi hija —negó Aryon de inmediato—. No eres digno de ella y no dejare que despose a nadie que no sea más fuerte y poderoso que ella.

Mentiras, pensó Dorcas, sabía de primera mano que la razón por la que había sido comprometida con Aemond Targaryen había sido precisamente porque era más débil que ella, para poner a Darren sobre ella.

—¿Y por qué no me dejaste a mi casarme con ella? —intervino Cregan haciendo que las miradas del Velaryon y su hermano vayan a él, el pirata y la jinete—. Soy más digno que Aemond Targaryen, más fuerte que él y con mayor poder al del príncipe tuerto ¿Por qué a mi no me dejas casarme con ella? ¿Cuál es tu excusa?

Solo Darren notó que la mueca de Dorcas se había convertido en una sonrisa al escuchar a Cregan recriminándole a su padre por no permitirle desposarla.

Ella jamás lo admitiría en voz alta pero saber que al menos una persona que creía haber perdido se mantenía firme en quedarse en su vida le había brindado más paz de lo que alguna vez diría.

—¿Cómo es posible que sigan con su capricho de casarse? —cuestionó Aryon cansado de su hermano e hija—. ¿Acaso tendré que estar todo el día rechazando pretendientes de mi hija? ¿El pirata también viene para darme su oferta?

Dimitri miró con fastidio al Stark pero no logró decir nada ya que Dorcas se le había adelantado.

—Soy tu hija —recriminó Dorcas—. He hecho de todo para tener tu apoyo desde hace años y nada te es suficiente dime padre ¿Qué es lo que debo hacer para que me dejes desposar a quien sea que yo elija?

Aryon la miró de arriba a abajo con repulsión en sus ojos, casi parecía como si la misma Visenya Targaryen hubiera presenciado la unión entre su casa y los Hightower.

Cregan les tendió un abrigo al pirata y a la princesa pero solo el pirata que se encontraba temblando lo tomó, por lo que el general no dudó en ponerle el abrigo a la menor mientras ella seguía sin soltar sus cuchillos o bajar la vista de los ojos de su padre.

—Antes de que puedas hacer eso yo estaré muerto.

Cregan levantó la mirada con una sonrisa siniestra mientras le arrebataba uno de los cuchillos a la menor.

—Eso se puede arreglar —le sonrió Cregan a su hermano—. Yo no tengo ningún problema en encargarme de eso personalmente.

Dorcas sabía que estaba tan mal lo que Cregan acababa de decir pero ¿Alguien podría culparla por seguir enamorada de él? Definitivamente su hermano no lo haría pero si que salió en defensa de su padre en cuanto vio a Cregan sacar su espada.

—Me encantaría que lo intentaras —gruñó Darren con su espada en mano.

Dorcas dio un paso al frente guardando su cuchillo y poniéndose frente a Cregan y su padre, dejando a relucir su sonrisa tranquila mientras a lo lejos se escuchaban los rugidos de Koryn aterrada y los gruñidos de Orion, la clase de gruñidos que realizaba cuando estaba hambriento.

Darren se tambaleó al escuchar los rugidos asustados de su dragona y Cregan apuntó su espada a su sobrino en cuanto notó que podría llegar a atacar a la menor.

—Mantengan la calma —sonrió Dorcas dejando a relucir su cinturón lleno de armas en cuanto se quito su abrigo—. Es demasiado temprano para que alguien sangre, baja tu espada Darren todos sabemos que tienes buenas intenciones pero no puedes vencer a Cregan y mucho menos si nuestro padre esta ebrio y no puede defenderse a si mismo. Siéntense, aún no esta el desayuno.

El pirata y el general fueron los primeros en obedecer seguidos del príncipe y el mayor de los Stark, Dorcas le dio una daga a Lucerys por debajo de la mesa en caso de ser necesario que la utilizará.

Dorcas se acerco al oído de su padre antes de murmurar su advertencia.

—Toca un solo cabello de Lucerys o vuelve a insultarlo y recordarás porque todos le temen a los dragones de hielo y a sus jinetes, no me hagas olvidar que eres mi padre o serás un bocadillo más de Orion.

Cregan miraba con confusión a su hermano por lo pálido que se puso pero no pregunto nada al respecto para evitar otra pelea entre los miembros de su casa.

—¿Hermano serías tan amable de pasarme el pan? —Dorcas lo miró con burla ante que él siguiera tan tenso.

Lucerys miraba a los presentes con nerviosismo, no quería ser asesinado por ningún Stark pero viendo al general del ejército de Invernalia ser tan dócil con su prima fue cuando supo que estaría a salvo.

—¿Quieres a mi hermana no es cierto? —cuestionó Darren con molestia—. La quieres como dices quererme a mi.

Lucerys sonrió con burla antes de negar con la cabeza, claro que la quería. Amaba a Dorcas más de lo que alguien podría llegar a imaginar, pero no de la manera que su amante sospechaba.

—Quiero a tu hermana como si fuese mi hermana —corrigió Lucerys mirando mal a Darren—. No confundas las cosas, si pedí su mano fue para estar cerca de ti y mantenerla a salvo de la ambición de los verdes y como Aemond querrá frenarla para convertirse en reina, cásate con Aleixa Hightower y yo haré lo mismo con tu hermana para que podamos estar juntos sin reproches.

Darren miraba con sorpresa al menor, él no había pensado en que harían a futuro hasta ese momento.

—¿Tú también deseas que esto dure? —preguntó Darren esperanzado.

Lucerys le sonrió al mayor antes de asentir levemente, mirando a todos lados antes de acercarse al Stark.

—No quiero que seamos como Baela y Dorcas —negó Lucerys—. Quiero que podamos estar juntos sin que los rumores nos afecten. Sino yo no habría tolerado el trato que recibí de parte de tu padre.

Darren estaba sorprendido debido a que creía que Lucerys jamás lo querría para algo permanente o a futuro hasta ese momento. Aunque Lucerys mentía sobre que no pediría la mano de Dorcas para estar con Darren porque si había una persona por la que el segundo hijo de Rhaenyra Targaryen haría lo que sea esa persona sería su mejor amiga pero no sería algo que le diría al hermano mayor de ella.

—Lo hablaré con Aleixa la siguiente vez que la vea —prometió Darren.

—¿Es él verdad? —preguntó Dimitri viendo a Dorcas cepillar su cabello—. Los rumores sobre tu relación con Cregan Stark son ciertos ¿Estás encaprichada de él como Rhaenyra lo estuvo de Daemon?

Dorcas se tensó ante la mención de sus tíos más no dio muestra de aquello mientras seguía peinando su cabello con tranquilidad, pero hizo una mueca al recordar que Rhaenys le había gritado que debía de regresar para la cena pero seguían en Invernalia. Tendría que escribir una carta para no alarmarla.

—No tengo idea de que me hablas —mintió Dorcas—. Cregan es mi tío.

—Los Targaryen tienen extrañas costumbres —le recordó Dimitri desde la cama de la menor—. No sería sorprendente que siguieras con ellas por Cregan.

Dorcas volteo a ver al pirata antes de negar con la cabeza.

—Cregan no siente interés alguno por mi más allá de ayudarme y protegerme —suspiró Dorcas—, aunque lo hiciera sería inútil ya viste a mi padre. Esta decidido a hacer que me case con el príncipe Aemond.

Dimitri se paró de la cama para acercarse a la menor.

—¿Y dónde quedo yo en todo eso?

La puerta fue tocada y la menor fue a abrirla dejando al pirata frente al tocador de la princesa, al abrir la puerta Dorcas se encontró con la sonrisa ladina de Cregan Stark quien jalo de ella hacía fuera de su dormitorio.

—Sígueme y no hagas ruido o nos descubrirán.

Dorcas asintió sonriente mientras seguía a Cregan hacía el Bosque de Dioses, la menor sabía que era el lugar favorito de su tío en todo el Norte, era casi primitivo pero Cregan decía que contenía cierto encanto.

Ni uno de los dos sabían que habían sido vistos por Mucilber Stark y Henrik Snow o que Sara Snow había visto como Cregan había cargado a la princesa cuando habían salido de la fortaleza.

—Es una pésima idea, es de noche y nos podrían atacar.

—Estás con el general del ejercito del Norte —le recordó Cregan con una sonrisa—. Si te hace sentir más segura podemos traer a Pegasus con nosotros.

Los dos Stark se dirigieron a la cueva en el que estaban Pegasus y Orion, este último estaba fuera de la cueva ya que era demasiado grande para entrar en ella.

—Rytsas gevie, gaomagon ēdrure tubī nyke kostagon daor geron ao (Hola hermoso, sigue durmiendo hoy no puedo pasearte) —se disculpó la Stark con su dragón bajo la mirada atenta del general sobre ella—. Iksan sīr vaoreznuni (Lo lamento mucho) ¿Quieres acariciarlo?

Cregan asintió sin apartar la vista de los ojos morados de Dorcas hasta que ella tomó su mano para hacer que pusiera su mano sobre una de sus garras.

—Gaomagon gīda, Orion. (Manten la calma, Orion) —ordenó Dorcas en cuanto el dragón trato de abrir la boca—. Ziry's iā raqiros, ziry sepār wants naejot jurnegon bona ao sagon real ñuha precious slacker (Es un amigo, solo quiere comprobar que seas real mi precioso holgazán) Cregan debes relajarte, él huele tu inseguridad.

—Tu también te sentirías insegura si tuvieras a un dragón de hielo oliéndote —se quejó Cregan ganándose una mirada burlona de Dorcas—. Bueno tu lo montas así que tal vez debería preocuparme más estar contigo que con él.

Dorcas seguía sonriendo pero estaba aterrada después de ver cómo Orion nuevamente habría la boca, no quería que a Cregan fuese devorado de un bocado por su dragón.

—Yo no te lastimaría —prometió Dorcas mirando a Cregan—. Y él tampoco lo hará si te muestras relajado.

Cregan asintió mirando los ojos azules del dragón bajo la mirada sonriente de su sobrina sobre él y una mirada fastidiada del dragón.

Orion volvió a dormir después de unos segundos haciendo que Dorcas sonriera y Cregan finalmente se apartase del dragón helado para ir con el pequeño dragón de fuego que lo miraba con un brillo de travesura en sus ojos.

—Would ao hae naejot jikagon syt iā geron? (¿Quieres ir a dar un paseo?) —preguntó Dorcas al menor de sus dragones que acaparada el hogar de al menos cuatro caballos y voló hacía ellos de inmediato—. Māzigon va byka mēre, kesā accompany īlva naejot se guēsin hen gods (Vamos pequeño, nos acompañarás al bosque de los dioses) parece que le agradas más que a Orion.

Pegasus se encontraba detrás de Cregan, olfateándolo mientras que su jinete lo miraba con diversión ya que el pequeño dragón solía ser bastante rudo y sádico cuando se trataba de conocer humanos.

—¿No quiere devorarme?

Pero Cregan creía que las muestras de afecto del dragón esmeralda podrían ser fácilmente como llegar a jugar con su comida antes de cazarla.

—Creo que quiere jugar contigo —se burló Dorcas del nerviosismo del general—. Creo que asustamos al general del ejercito del Norte, Pegasus.

Cregan y Pegasus voltearon a ver con molestia a la princesa pero ella ya se encontraba caminando hacia el Bosque de los Dioses siendo seguida por el dragón esmeralda y su tío quien acababa de tomar una antorcha cuyo fuego fue revivido por el dragón.

Pegasus se había dormido frente a los Stark y la fogata que habían hecho mientras que los Stark se encontraban hablando tranquilamente hasta que Cregan tocó el tema que había estado en su mente desde que había visto llegar a los dos dragones a Invernalia.

—¿Qué sucede con el pirata?

La princesa se dejó caer en el tronco en el que estaba recargada, era hora de hablar sobre eso era obvio que tarde o temprano lo harían pero no esperaba que fuera tan pronto.

—Has la pregunta —dijo Dorcas sin apartar sus ojos del fuego—. Sabemos que quieres hacer otra pregunta, dila.

—¿Son ciertos los rumores sobre ustedes? —preguntó Cregan tomando la barbilla de Dorcas para que lo mirase—. ¿Lo convertiste en tu amante?

—No —negó Dorcas—, solo somos amigos ¿Por qué eso te preocupa?

La mentira salió por la lengua filosa de la menor y aunque el general le haya creído no se encontraba conforme con su respuesta, mucho menos cómodo.

—Él tiene una reputación bastante mala —habló Cregan sin apartar la mirada de los ojos violetas—. No quiero que esos rumores afecten tu reclamo al trono.

—¿Eso es todo lo que te preocupa? —cuestionó Dorcas—. Dimitri no es mi amante pero es importante para mi, ha estado conmigo estos meses.

—¿Lo amas? —interrogó Cregan con molestia—. ¿Estás dispuesta a dejar todo por un simple pirata?

—¿Qué tendría que dejar por él? —la ira y los celos ya eran claras para ellos—. Mi prometido es un imbécil que dejaría hasta por una roca.

Cregan era demasiado orgulloso como para decir lo que quería frente a la menor y ella era demasiado cruel como para negarse a aceptar simples indirectas.

—Sabes a lo que me refiero.

—¿Piensas reclamarme sobre él mientras tu gozas de la gloria con las prostitutas más caras que hay? —siseo Dorcas harta de la hipocresía de su tío—. Se lo que escondes cuando visitas a Raelon, todos hablan sobre tu famosa amante en la Fortaleza Roja y Meleys sabe con cuantas has estado en estos meses.

Cregan finalmente soltó a Dorcas cuando sintió los ojos de Pegasus sobre ellos, sabía que no podía reclamar nada de la vida de su sobrina pero aún así quería estrangular al pirata que había traído con ella, degollar a su hermano por su mano pero eso solo atraería a la guerra contra su misma casa. No le importaba el costo que tuviese que pagar para estar con ella, él lo pagaría con gusto pero debía ser paciente para evitar herirla a ella con sus acciones incluso si debía herirla ahora para tenerla después.

—Será mejor que regresemos, vas a enfermarte si seguimos bajo la nieve.

—¿Dónde estabas? —cuestionó Dimitri en cuanto vio a la princesa entrar en la habitación—. ¿Estás bien? ¿Ha pasado algo?

El pirata se agachó a la altura de la princesa evaluando su rostro en busca de cualquier herida tanto física como sentimental, la abrazó en cuanto notó que estaba molesta.

—Solo di un cierre a lo de Cregan —informó la menor con una mueca de amargura—. Ya no estará demasiado presente, creo que estaremos bien y ahora nuestra única preocupación es Aemond.

Los ojos del pirata se iluminaron ante las palabras de la princesa antes de lanzarse a besarla con ternura y dulzura siendo correspondido al instante.

—Entonces —Dimitri se separó dejando a la princesa jadeante mientras él besaba sus manos—. Podría haber un nosotros.

Dorcas le sonrió levemente antes de asentir, se estaban aferrando a algo que sabían que no duraría demasiado pero ella no podía perderlo, no después de todo el caos que había vivido en las últimas horas.

—Creo que ya hay un nosotros, sireno.

Dimitri cargo a la menor mientras le daba vueltas en sus brazos celebrando el como había sido elegido por la princesa, ella se aferró a sus hombros para evitar caerse.

—Jamás creí que seríamos solo nosotros —comentó Dimitri aún sorprendido.

—Entonces creo que debería de enredarme con alguno de mis tíos —se burló la menor.

Dorcas fue al dormitorio de Lucerys en cuanto Dimitri cayó dormido, llevo una vela para evitar caerse mientras veía cada pared que ya había recorrido en su infancia.

Lo que antes le parecía un hogar cálido y dulce ahora era apenas una fortaleza helada y espeluznante que representaba con claridad al tipo de personas que la habitaban.

—Majestad —Ser Jensen hizo una reverencia a la menor, él había estado cuidando de Lucerys bajo las órdenes de la princesa—. ¿La puedo ayudar en algo? Es demasiado tarde.

—Descuide Ser, mi primo y yo tenemos asuntos que discutir —le sonrió la menor—. No se preocupe sólo manténgase en guardia por si alguien viene.

El guardián de la princesa asintió mientras abría las habitaciones en las que se estaba quedando el príncipe Lucerys.

La menor entró con sigilo en la habitación viendo a su primo favorito dormir plácidamente con múltiples cobertores de pieles sobre él para no morir congelado, la princesa se vio tentada a lanzarle agua pero creyó que sería insensible de su parte.

Lo zarandeó con fuerza logrando despertar al príncipe quien estaba bastante asustado por el maltrato, se calmó con ver a la pelinegra frente a él.

—Dulce primo —le sonrió Dorcas—, tenemos asuntos que discutir.

—¿No podría ser en la mañana? —cuestionó Lucerys adormilado mientras tallaba sus ojos para mantenerse despierto—. Es demasiado tarde para ponernos al día.

Dorcas negó con la cabeza mostrando su sonrisa burlona que hizo tambalear al menor, debía ser grave.

—Como sabrás he estado viviendo por años en Driftmark y hay algo que me inquieta —comentó la menor sentándose en la cama—. Hay rumores sobre posibles reclamos para convertirse en el Señor de las Mareas de múltiples personas, hay tres grupos entre la Casa Velaryon que se dividen sobre a quien nombrar como el siguiente Señor de Driftmark; Vaemond Velaryon, Baela Targaryen y tú.

Lucerys miró a la mayor de arriba a abajo incrédulo ante una sola cosa.

—¿Y entre todos esos nombres no te han elegido como candidata? —cuestionó Lucerys con tranquilidad—. Ambos sabemos que Corlys Velaryon te ve como otra hija ¿Por qué elegirían a Baela o Vaemond como sucesor teniéndote a ti?

Dorcas suspiró, sabía que debía ser clara con su primo si quería mantener su confianza.

—Porque planean darme un título mucho más grande —respondió la menor casi con obviedad en su tono—. No puedo ser la Señora de las Mareas y la Reina al mismo tiempo.

Lucerys no parecía sorprendido ante las palabras de su prima, casi parecía haber estado más que conforme con lo que ella le había dicho. No parecía una confesión sino un recordatorio para el menor.

—Entonces si los Velaryon te siguen —habló Lucerys con una sonrisa torcida—. Apoyarán a quien tú elijas como Señor de Driftmark ¿O me equivocó?

—Si lo fueran a hacer ¿Crees que me habría molestado a venir y advertirte sobre los otros candidatos? —cuestionó Dorcas—. Me apoyan para reinar porque saben que tendré que casarme para dar herederos, quieren que uno de los miembros de su casa sea mi esposo para estar sobre mi. No nos engañemos Luke, soy un peón en un juego de reyes.

Lucerys negó con la cabeza.

—Ambos sabemos que si fueras un peón ya estarías casada —le sonrió Lucerys—, ambos sabemos que te disfrazas de un peón o una niña inocente, pero no eres un dragón de fuego. Eres uno de hielo; escurridiza, calculadora y letal. Pero fínjanos que creo tú actuación de una dulce niña que vive en Driftmark para mantenerse a salvo no que te están entrenando para tomar el trono de hierro.

Dorcas abrió la boca sorprendida ante las palabras de su primo, no esperaba que alguien pudiera saber lo que realmente pasaba ya que Rhaenys se a había encargado de hacer que todos en la corte la vieran como una niña asustada y que buscaba ayuda para no ser asesinada por sus padres.

La había convertido en una mártir ganadora de la simpatía y empatía de los siete reinos, la llamaban la princesa del pueblo debido a su conmovedora historia desconociendo la realidad.

Ella creía que en Dragonstone creían las mentiras dichas por la princesa Rhaenys.

—Descuida —Luke le sonrió—. Nadie más tiene porque saber de esto, sigamos fingiendo que somos corderos y no dragones; ambos lo necesitamos así.

Los rumores sobre el escape de Cregan y Dorcas al Bosque de los Dioses en Invernalia, algunos decían que se habían casado en secreto como los padres de la princesa, otros decían que ella lo había embrujado y algunos que ellos se habían comprometido.

Pero esos rumores atrajeron a Dysis Targaryen a visitar por primera vez a su hija en Driftmark junto al niño que juraba era su hijo, Frey.

—¿Ya estás manchando tu reputación? —se burló Dysis viendo a su hija con burla—. Y de todos los hombres con los que podías meterte elegiste a un pirata y a tu tío, sería divertido si no fueras tan patética.

—Al menos no tengo bastardos —le sonrió Dorcas—. O acojo niños de cabello platinado y los hago pasar como mis hijos por inventos de una reina, ni he intentado matar a mi hija y falle. Lo único patético aquí es que no hayas podido asesinar a una niña de nueve años ¿Qué se siente haber fallado?

Dysis ya se había acercado a Dorcas cuando Rhaenys ingreso a la habitación haciendo que la hija de Viserys se mantuviera quieta con Frey detrás de ella.

—Dorcas deberías estar entrenando —dijo Rhaenys mirando con desconfianza a Dysis—. Ser Jensen te esta esperando, ve a entrenar y yo hablaré con tu madre.

La menor cedió porque ya estaba dominado pelear con los ojos vendados y quería devolverle los golpes a su entrenador pero de no ser por eso podría haberse quedado para retar al platinado detrás de su madre que no había soltado el mango de su espada desde que lo vio.

—Y después de tu entrenamiento prepárate, tenemos que ir a la boda de Asteria.

La menor asintió con suavidad antes de irse sin lograr escuchar la pelea que se había causado en cuanto ella salió de la habitación.

Rhaenys podría ser dura a la hora de entrenar a la niña Stark pero eso no hacía que la quisiera menos y esa tarde ella dejó las cordialidades con la primogénita de Viserys Targaryen por la niña que había criado como suya.

Dorcas podría no ser su hija biológica, pero era suya. Ella era más madre de la niña de lo que alguna vez lo serían Aryon y Dysis juntos y no estaba dispuesta a que ninguno de sus hijos fuera insultado por nadie, ni siquiera por él mismo rey.

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