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🌼Capítulo 6

Experimento "Una Alfa para Mamá"
Informe sobre el desarrollo de los acontecimientos:

Le dije a la señora Kim que no hacía falta que viniera a acompañarme. Quería preparar todo el plan sin que ella se entrometiera. Tendré que apagar el ordenador por un par de días. El Plan B ha empezado a funcionar. Mamá llegará en cualquier momento, así que tengo que moverme y rápido. Quiero estar en la escalera de entrada cuando llegue.

Experimento 2: Traslado

Objetivo: Mudarnos a la casa de Nayeon unnie.

Si su instinto protector funciona correctamente, unnie se hará cargo de nosotras cuando nos echen del apartamento. Tengo la esperanza de que nos lleve a su casa. Desde luego que mamá se negará, por lo tanto tendré que encontrar el modo de hacerle cambiar de parecer sin que note que estoy detrás del asunto.

Procedimiento: Limitar las opciones de mamá de modo que, aunque no lo desee, tenga que aceptar la ayuda de Nayeon unnie.

—¿Las echaron de su casa? ¿Tzuyu, estás segura? —preguntó la castaña, preocupada.

Jeongyeon al ver que su hija asentía gravemente, sus hombros se hundieron durante un instante. Luego irguió la espalda con un gesto resuelto y decidido como si no hubiera estado a punto de echarse a llorar.

—De acuerdo. Vamos a buscar una solución, cielo. —Declaró la omega de forma positiva, aunque ni ella misma se lo creyera.

—¿Y cómo sucedió? —Quiso saber Nayeon, viendo a la cachorra de reojo.

—La señora Kim, la dueña del piso, me vio con Miss Mopsey. —Explicó la pequeña alfa, alzando los hombros mediante su explicación.

Al oír su nombre, el perro lanudo junto a Tzuyu, gruñó en tono culpable al tiempo que alzaba sus dos orejas blancas.

—¿Todo sucedió por el perro? —La alfa enarcó las cejas, sorprendida.

—Miss Mopsey es una perrita, pero aquí no se admiten animales. Así que siempre la mantenía escondida —Explicó Tzuyu, a una desconcertada Nayeon —Lo siento mamá, la señora Kim me sorprendió cuando la sacaba a pasear, y entonces me dijo que hiciera las maletas porque no podíamos quedarnos aquí. Así que tenemos que marcharnos cuanto antes.

—No puede hacer eso, es ilegal. Ahora mismo hablaré con ella —Intervino la alfa, tratando de contribuir en el asunto.

—¡No! —Exclamó aquella mocosa, poniéndose de pie de un brinco —Estuvo muy antipática. No quiero vivir más aquí, ella dijo que no dejará entrar a Miss Mopsey ni siquiera esta noche. No tenemos más alternativa que marcharnos inmediatamente.

«¿Inmediatamente, huh? Qué interesante...» pensó Nayeon, cruzando los brazos sobre el pecho, entre dudas.

—Tzuyu confía en mí, yo puedo hacerle cambiar de parecer. Las personas se entienden muy bien hablando civilizadamente... —Insistió la mayor, convencida.

—Gracias, Nayeon, pero esto no es tu problema. Y no se trata solo de Miss Mopsey, también le debo el alquiler, quizas por eso sea su actitud reticente. —Intervino Jeongyeon, con agonizante franqueza.

—Sea como sea, no debió haber dejado a la niña en el portal del edificio. —Habló Nayeon, realmente indignada.

—A decir verdad, la orden solo fue para Miss Mopsey, pero me dio miedo dejarla aquí sola, asique decidí quedarme con ella hasta que regresaran. —Musitó Tzuyu con una timidez qué enterneció rápidamente a su madre.

—No te preocupes cielo, está decidido. Entraré a hacer las maletas —Señaló la omega con decisión, luego de dejar un beso sobre la frente de su cachorra, quien correspondió con una sonrisa.

—No hace falta mamá, ya está todo hecho. La verdad es que no quería que pasaras más molestias, así que puse todas nuestras cosas en unas cajas que acomodé detrás de la puerta —Explicó la mocosilla con una sonrisa angelical.

—Gracias mi cielo, no sé qué haría sin ti —Musitó Jeongyeon, obligándose a ensanchar su sonrisa temblorosa, mientras le acariciaba el cabello.

—Puedo ofrecerles mi casa. —Se apuró la alfa en sugerir con una sonrisa tan angelical como la de Tzuyu, aunque ya supiera de antemano la respuesta que iba a recibir.

—Gracias, pero no es necesario. Nos quedaremos una o dos noches en un hotel, en lo que busco otro apartamento. —Determinó la omega, implacable.

Nayeon pensó en presionarla un poco, aunque estaba segura de que no obtendría ningún resultado. Yoo Jeongyeon podía tener una sonrisa dulce, a voz tan suave como el algodón, pero esa capa de miel cubría una voluntad indomable. Por lo tanto, lo más inteligente que podía hacer era limitarse a seguir su ejemplo. Subió la escalera, entró en el portal y eligió la caja más grande del montón.

Al pasar junto a Tzuyu, la alfa se sorprendió de verla con el ceño fruncido.

—¿Qué te pasa, niña?

—Nada.

—Ah, ya comprendo. Aunque sabes mejor que yo lo que sucedería si insisto en que me acompañen a casa. Ya conoces a tu madre. Por otra parte la respeto mucho como para imponerle mi voluntad, así que levanta el trasero y ayúdame a cargar las cajas antes de que se ponga a hacerlo ella misma.

—De acuerdo. Pero creo que puedo lograr que recapacite —Susurró en su desconcierto.

—¿Por qué será que no me sorprende? Haz lo que desees, pero hazlo mientras ayudas a tu madre. —Le restó importancia la castaña, quien comenzaba a ver la suspicacia de Tzuyu, tan indomable como su propia madre misma.

No tardaron demasiado en cargar las pocas pertenencias de la pequeña familia Yoo en el destartalado auto de Jeongyeon. En un momento, Nayeon observó sus vanos intentos por meter una caja que no cabía en el vehículo.

—Son los libros, nena. Tal vez deberíamos dejárselos a la señora Kim para que los done a la biblioteca.

—O podrías pedirme que los guardara hasta que encuentres otro piso —Sugirió la alfa impasible, con los brazos cruzados sobre el pecho. Comenzaba a molestarle la idea de ser tan insignificante para Jeongyeon.

—Realmente no quiero comprometerte... —Empezó a objetar la pelinegra, pero al instante cerró la boca al notar la rabia contenida que bullía de la mirada oscura de esa alfa.

Después de darle las gracias, amablemente, le entregó la caja.

—Ya te haré saber mi nueva dirección.

—No es necesario. Las acompañaré al hotel. Es lo mínimo que puedo hacer por ti y Tzuyu, considerando el estado de este coche, por llamarlo así... —Susurró, al tiempo que se apoyaba contra el tronco de un árbol, decidida a esperar hasta que el trasto se pusiera en marcha.

—Gracias. Quedo en deuda contigo, Nayeon. Vamos Tzu, sube al auto.

Pero cuando Jeongyeon intentó arrancar el motor, nada sucedió y Nayeon no hizo absolutamente nada para moverse de su posición, comenzaba a disfrutar del show de esa cachorra.

—¿Qué pasa ahora, mamá?

Nayeon oyó hablar a Tzuyu con una ridícula y fingida voz inocente.

—No lo sé... —Balbuceó la omega conteniendo un jadeo de agotamiento.

—Vamos, ire a dar un vistazo...

Jeongyeon abrió el capó y de inmediato Tzuyu se puso a mirar el spaguetti de cables del motor. Nayeon escondió las manos detrás de su espalda, divertida.

—¿Puedo ayudar en algo? —Se ofreció a sabiendas de que la respuesta sería negativa. Comenzaba a acostumbrarse.

—No, gracias. —Se apresuró a decir la chica —Encontré el fallo, es el calibrador que está totalmente fundido.

—¿Y se puede reparar? —Preguntó Jeongyeon, con ansias.

—Al menos no esta noche. Habrá que esperar hasta mañana para llevarlo a un mecánico, imagino...

Nayeon se acercó a estudiar el supuesto problema, debido a que nunca en su vida había oído hablar nada sobre un "calibrador", así que sintió curiosidad por saber qué le había hecho Tzuyu al coche. Apenas tardó un segundo en darse cuenta de que la batería estaba desconectada. La alfa quiso reír cuando miró de soslayo a Jeongyeon, inconsciente de lo que sucedía. Sin lugar a dudas, la mecánica no era el fuerte de esa omega.

—¿De verdad que no necesitas mi ayuda? —Insistió la castaña.

—Oh, no. Tzuyu puede manejarse sola.

—Me parece muy bien. Aunque ya dijo que tendrán que esperar hasta mañana. —Se encogió de hombros.

Si ella le hubiera pedido ayuda, Nayeon habría tenido que decirle la verdad, pero saltaba a la vista que prefería sufrir las consecuencias de su testarudez, a considerarla tan siquiera un poco.

—Ya lo sé... —Musitó la omega, abatida.

—A riesgo de desafiar tu sentido de la independencia, yo podría ofrecerte un lugar donde pasar la noche. Tengo una cabaña entre mi casa y las dependencias de los trabajadores, que está desocupada. —Señaló Nayeon amablemente, al cabo que no simpatizaba con su vehículo.

—Eso sería fantástico. —No se abstuvo de comentar la omega, con evidente alivio —¿Cuánto costaría el alquiler?

Nayeon gruñó cuando se sintió invadida por una oleada de ira que apenas pudo controlar a causa de su alfa, agredida una y otra vez por esa omega y su reacia terquedad.

—Será mejor que tú y Miss Mopsey esperen en la camioneta —Habló Nayeon en dirección de Jeongyeon, mordiéndose lo que pensaba —Tzuyu y yo moveremos las cajas.

—Pero…

—Ahora. —Ordenó de inmediato, aunque al ver su reacción, suavizó el tono —Por favor. —Suspiró la alfa, regresándose a aquel pedazo de nada que su omega llamaba auto, para correr las cajas.

—¿Estás enfadada por algo? —No se abstuvo Jeongyeon de preguntar, alarmada y con los ojos de par en par.

—Preferiría discutirlo en otra ocasión.

—¿Es porque me negué a aceptar tu invitación desde un principio? —Preguntó la omega desafiante, colocando sus manos en las caderas.

—Tzuyu por favor, ve a la camioneta con Miss Mopsey y espéranos ahí. —Ordenó Nayeon amablemente, al tiempo que señalaba el vehículo.

—¿Tú y mamá van a discutir? —Dudó la menor, entre medio de ambas adultas en su duelo a muerte de miradas duras.

—Solo vamos a conversar la situación, niña.

—Quizás tú desees hablar, pero otras veces he visto a mamá así. Ella quiere discutir.

—¡Tzuyu! —Exclamaron las dos al unísono y la chiquilla desapareció al instante como un rayo.

Una vez se oyó la puerta del auto de Nayeon ser cerrada por su cachorra, Jeongyeon lo buscó, airada.

—Has alterado a mi hija. —Acusó la omega, sin siquiera parpadear.

—Tu hija no está alterada, omega. Sobrevivirá. ¿Me vas a ayudar a cargar esas cajas o quieres esperar en la camioneta?

—Será mejor que nos lleves a un hotel.

Esa voz... determinada, grave, pero suave y sensual a la vez, que pretendía ser brusca pero civilizada también. Diablos, era exquisita y no sabía qué la hacía amarla u odiarla cada vez más.

Eso y aquella expresión de honesta indignación en su hermoso rostro fueron más de lo que Nayeon podía soportar, y sin darle tiempo a reaccionar, estrechó a la pelinegra contra su cuerpo, invadiendo su espacio con tanta facilidad que la dejaba completamente atónita.

Jeongyeon la miró con los ojos demasiado abiertos, al hallarse encerrada entre los brazos de aquella alfa y sus bocas se chocaron sin que ella tuviera tiempo de inhalar un poco del aire que esa alfa parecía desear arrancarle, pero luego se unieron en total armonía.

Ansiosamente, Jeongyeon le rodeó el cuello con los brazos y se entregó totalmente a la caricia de sus labios exigentes, como una adicta incapaz de resistirse a su acercamiento, a su aroma, a su calor.

La reacción de Nayeon al contacto del cuerpo de la omega fue más intensa que nunca. Jeongyeon tenía el poder de hacer surgir sus instintos más primitivos y siquiera era de ese tipo de alfa posesiva. La necesitaba en su vida con una desesperación en la que no cabía error posible. Todo lo que tenía que hacer era convencerla de que su pasión era tan ardiente como la suya, y que se dejara querer por su loba.

Nayeon la apoyó contra el tronco del árbol más próximo y se inclinó hacia su rostro. La boca de la alfa buscó ansiosamente la boca de Jeongyeon y sus manos recorrieron su cuerpo deteniéndose en sus costillas. Diablos, si no se detenía tocaría mas de lo que debía una vez más y no quería asustarla mas de lo que ya lo estaba. Las caricias de Nayeon enardecieron a Jeongyeon que, con un quejido, le clavó las uñas en los brazos que la encerraban, mientras enlazaba una de sus largas piernas a las de la alfa.

El sonido de la bocina de la camioneta las obligó a separarse de aquel infinito beso. Nayeon respirando con verdadera dificultad y Jeongyeon cubriéndose los labios, completamente aturdida.

—Es Tzuyu. Será mejor que nos ocupemos de las cajas —Susurró Jeongyeon junto al oído de Nayeon, una vez la omega se entretenía en el aroma que deprendía de aquella suave unión de su cuello y mejilla.

La alfa parecían incapaz de apartar las manos se esa preciosa mujer.

—¿Y dónde quieres que te lleve? —Se aclaró la garganta, mientras la buscaba con sus oscuros ojos dilatados.

—¿Serías tan amable en hospedarnos un par de días? —Murmuró la omega  con una débil sonrisa que hizo jadear a la alfa.

—¿Y cuánto he de cobrarte por el alquiler? —Musitó Nayeon, rosando esa deliciosa boca soberbia.

—Creí que... —Se humedeció los labios perdida aún en el incitante acercamiento de la alfa —Creí que íbamos en calidad de invitadas.

—¿Era tan difícil decir eso desde el principio, omega? Cielos... —Gruñó la alfa, obligándose a dejar el agarre con el que la acorralaba.

—No estoy acostumbrada a ceder el control de las cosas, Nayeon, por lo general soy yo quien lleva las riendas de todo... —Se intentó justificar Jeongyeon, mientras también intentaba regularizar su respiración aún agitada.

—Y tú piensas que yo intento adueñarme de la situación, ¿verdad, cariño?

—Al menos eso parece a primera vista.

—Te equivocas, omega. Admiro a las mujeres fuertes. La única vez que me verás perder el control es cuando compruebe que te empecinas en solucionar los problemas por el camino más difícil.

—¡Ya sé, tengo una idea! Puedo ayudarte en el rancho a cambio del hospedaje. —Sugirió la omega, al emprender el paso junto a la alfa.

—¡Diablos, no! Y ya vayámonos, antes de que vuelva a perder la paciencia contigo.

Nayeon estaba apoyado contra el marco de la puerta de la cabaña con los brazos cruzados sobre el pecho, sin creer lo que sucedía.

—¿Y ahora? ¿Cómo sucedió? —Cuestionó la mayor, comenzando a aburrirse de aquella serie de "imprevistos".

—Lo siento, Nayeon unnie —Habló aquella delincuente, con cara de profundo arrepentimiento —Debí haber dejado la puerta abierta cuando llevé la ropa al cuarto de la lavandería. Se me ocurre que una estúpida zorrilla aprovechó mi ausencia para colarse dentro. Gracias a la Luna que todavía no habíamos sacado las cajas de la camioneta.

Jeongyeon olfateó el aire con una mueca de asco.

—Tzuyu ¿Estás segura que fue una zorrilla?

Lee, el capataz de Nayeon, asomó la cabeza dentro de la cabaña y comentó.

—Señora, puedo jurar que nunca he visto ese animal por esta area. Y eso que he pasado toda mi vida en esta región.

—Y yo tampoco ¿Es raro, verdad? —Observó la alfa, con la vista clavada en la muchachita de trece años, de pie junto a ella.

—Hay seis clases de zorrillas —Comenzó a explicar Tzuyu con bastante serenidad —Y hay una en específico que refieren vivir en terrenos como este.

—¿Tú crees? —Preguntó Jeongyeon, muy dulcemente.

—¿Y arruinó las cosas? —Le ignoró Nayeon, con la voz vibrante de tensión.

—Hemos tenido suerte. Toda la ropa se salvó porque yo la había llevado a la lavandería. Y el resto de las cosas todavía están en la camioneta.

—Una zorrilla que elige el momento más oportuno para irrumpir en una casa, ¿Qué te parece, Tzuyu? —Observó la alfa castaña, al tiempo que entraba en la cabaña e inhalaba profundamente. El fuerte aroma empezaba a disiparse muy lentamente —Bien, al parecer solo nos queda una opción.

Jeongyeon asintió estoicamente.

—Te agradecería mucho si pudieras llevarnos a un hotel.

—¡No! —Irrumpió Tzuyu —¡No podemos! Quiero decir... Bueno, pensaba que podríamos trasladarnos a la casa de los trabajadores. Nunca he estado en una. Podría aprender muchas cosas.

Nayeon negó con un movimiento de cabeza.

—No, esa cabaña es solo para trabajadores, Tzuyu.

—¿Y dónde podríamos dejar a mamá? —Preguntó Tzuyu con angelical inocencia —¡Ya lo tengo! ¿Por qué no se queda en la casa principal, contigo?

—No creo que... —Balbuceó la omega.

—¡Muy buena idea! —Señaló Nayeon, al tiempo que le daba una palmada en la espalda a la chica —Jeongyeo-ah, tú puedes quedarte en la casa grande y Tzuyu puede dormir en la cabaña con los trabajadores. Espero que te guste levantarte temprano, nena. Mis empleados ya están en pie a las cinco y media.

—A las cinco —Corrigió el joven Lee, con una mueca —Y como estás de vacaciones, niña, bien puedes echarnos una mano. Así sabrás de qué va el oficio. —Agregó mirando a Tzuyu con sarcasmo, quien asentía con verdadero entusiasmo. Si esa niña supiera...

—Me alegro que haya quedado todo resuelto.

Lee, ordena a algunos empleados que lleven las cajas a la casa principal.

—No estoy muy segura de que esto sea una buena solución —Empezó Jeongyeon, otra vez.

—No veo otra solución mejor que ésta —Comentó Nayeon, al tiempo que le rodeaba los hombros con un brazo —Tendrás un lugar donde quedarte hasta que encuentras un apartamento y otro empleo. Y de paso, ponemos fin a todas esas fastidiosas citas. ¿No te parece que todos saldremos ganando? Ah, y si no te importa, podrías ayudar a Eunmi a disponer las cosas. Ella te enseñará las habitaciones que puedes utilizar y tú indicas a los trabajadores en dónde dejar las cajas.

Tal como se lo había figurado, a Jeongyeon se le iluminó la cara al saber que podría dirigir la situación.

—Me parece bien, Nayeon —Aceptó la omega, amablemente.

Mientras la alfa lanzaba a Tzuyu una mirada de reproche, una vez la chica intentó a escapar tras su madre, la agarró por el cuello de la camisa.

—Mientras tú ayudas a Eunmi, yo voy a instalar a Tzuyu.

Nayeon le informó a Jeongyeon, rogando que no se percatara que Tzuyu se movía atemorizada bajo su fuerte mano.

—De acuerdo —Susurró la pequeña alfa, tomada por aquella mirada oscura.

Cuando Jeongyeon estuvo fuera de vista, Nayeon se inclinó hacia ella con reproche oliendo hasta en su fuerte aroma.

—Jovencita, ¿No tienes nada que decir? —Sugirió la alfa con reproche.

—Sí, unnie. Am... —Se acomodó la voz nerviosamente —En realidad... no fue una zorrilla la que produjo ese olor apestoso. Lo hice yo con unos materiales químicos.

—Tzuyu, así que mentiste otra vez…

Tzuyu tragó saliva.

—Sí, unnie.

—Y ¿No tienes nada más que decirme? Me refiero al apartamento y al coche.

—Es cierto que la dueña del piso nos echó. En gran parte es cierto pero... —La niña bajó la mirada de ella, con la barbilla temblorosa —Pero eso fue después de haber pasado una o dos veces con Miss Mopsey delante de su puerta. O tal vez más de dos veces.

—¿Y el coche de tu madre?

—Desconecté la batería —Murmuró incapaz de verla a la cara.

—¿Y por qué rayos lo hiciste? —Preguntó  la alfa, con incredulidad.

—Para venir a tu casa. De ese modo, tú y mamá podrían... ya sabes...

—Lo sé muy bien. Pero no debiste hacerlo, Tzuyu...

—¿Y ahora qué...? —Preguntó la pequeña, vacilante como si le hubiera leído el pensamiento.

—Si fuera inteligente le contaría a tu madre todas las tretas que le has estado jugando.

—Oye unnie, ya que me dijiste que no te incomodaba que fuera lista, a mi no me importaría que por esta vez tú no lo fueras tanto.

Nayeon evitó echarse a reír ante su comentario.

—No te pases de lista conmigo, niña. Es la tercera vez que tengo que ocultar tus mentiras. Será mejor que no haya una cuarta vez porque lo lamentarás toda tu vida —Declaró la mayor, con una severa mirada.

—No volverá a suceder, unnie. ¿Me vas a castigar? —Preguntó con una mirada implorante. Nayeon sonrió de lado.

—Desde luego que habrá consecuencias —Manifestó la castaña, al tiempo que pensaba que si la mantenía ocupada en el rancho, ya no tendría tanto tiempo para más travesuras —Primero, vas a ventilar esta cabaña. Luego la limpiarás de arriba abajo, Eunmi te dirá dónde encontrar los utensilios y el equipo de limpieza.

—Ahora mismo empiezo. ¿Algo más? —Musitó Tzuyu, con entusiasmo.

—Sí. Me voy a asegurar de que no te queden energías suficientes para nuevas ideas ingeniosas, así que las próximas dos semanas vas a trabajar muy duro y Lee estará encantado de enseñarte.

—¿Puedo? ¿De verdad?

—No te entusiasmes mucho, niña. Es un trabajo duro y muy laborioso.

Tzuyu se encogió de hombros.

—En verdad que no me importa. Estoy acostumbrada.

—Y por último, quiero tu palabra de honor de que no volverás a mentir.

—Lo prometo.

—No tan rápido, niña —Dijo la alfa, al tiempo que se sentaba junto a la chica en un escalón de la entrada a la cabaña, de modo que ambas quedaron a la misma altura —Tómate un minuto para pensar seriamente en lo que te voy a decir. Lo único que una verdadera alfa tiene de valioso para ofrecerse a sí misma y a los demás, es su palabra. No lo tomes a la ligera, por favor. Cuando das tu palabra, quedas atada a ella, por muy duro que a veces pueda resultar eso.

Tzuyu lo miró con toda solemnidad a través del cristal de sus gafas de sol.

—De acuerdo. Te doy mi palabra. No volveré a mentir.

—De acuerdo —Aceptó la alfa, al tiempo que estrechaban la mano.

Nayeon se sorprendió al ver que Tzuyu se quedaba plantada en el mismo sitio.

—¡Vamos chica, muévete!

—Bueno, ya que estamos hablando con honestidad... pienso que hay algo que deberías saber —Musitó la pequeña alfa, al tiempo que se ajustaba las gafas arriba de su cabeza.

—¿Qué es? —Preguntó Nayeon, ahora alarmada.

—Se trata de la razón que me llevó a comprar esas citas para mi mamá. Verás... fui a la agencia de la señora Im porque quería tener una mamá alfa. —Terminó confesándole la verdadera razón.

—Sí, ya lo había adivinado nena, pero yo no lo consideraría una mentira, así que no te preocupes por eso. —Musitó Nayeon, no pudiendo detener la sonrisa de lado que se le escapó.

—Gracias, pero también hay otra razón, unnie. —Tzuyu tardó un largo minuto en restregar el suelo con el pie y aclararse la garganta —Bueno, mamá piensa regresar a Suwon.

—¿Regresar? —Consultó Nayeon con evidente interés.

—Ella nació en allá. —Reveló Tzuyu.

—Oh, entiendo. —Asintió, pensativa.

—Dijo que quiere regresar a probar una mejor suerte allá...

—Espero que no sea uno de tus juegos, Tzuyu porque te prometo que...

—Ojalá lo fuera unnie. Verás, el tío y la tía que criaron a mi mamá viven allí. Y no aprobaron su boda con ese alfa. Estaban muy disgustados por lo que había hecho mi mamá, pero ahora ella quiere volver para restablecer las relaciones y echar raíces en esa tierra. Al menos eso es lo que ella dijo. —Señaló la menor, cabizbaja.

Nayeon maldijo por lo bajo. Había esperado tener el tiempo suficiente para cortejarla con toda calma, para derribar las barreras que habían crecido durante largos años y que le impedían dejarse llevar por su innegable atracción. Pero al parecer todo se transformaría en un romance precipitado, como un huracán.

—¿Cuándo piensan marcharse?

—Tan pronto como pueda financiar el viaje y haya realizado su último propósito. —Señaló la pequeña, su información.

—¿Y qué propósito es ese? —Preguntó Nayeon, confundida.

Tzuyu se encogió de hombros.

—Nunca me lo ha dicho. Pero sé que es importante.

—De acuerdo. Gracias por avisarme. Me haré cargo del asunto.

—¿Y qué piensas hacer?

—Quizás puedo ofrecerle algún incentivo para que se quede.

—No lo sé unnie, cuando mamá toma una decisión es muy difícil hacerle cambiar de parecer, puede ser muy testaruda cuando quiere. —Lamentó la menor.

—Entonces yo seré muy persuasiva. Por si no lo sabes, hasta una mula testaruda ha llegado a moverse gracias a una suave persuasión.

—¿Y si no funciona?

—Entonces la amarraré hasta que entre en razón. —Ladró la alfa castaña con todo propósito, haciendo sonreír a Tzuyu.

Estaba segura de que su unnie hablaba en serio, no solo porque ahora estaba más que segura de que ella era de palabra, sino porque podía percibir lo importante que parecía ser el interés que la unía a su madre.

A ese paso, su mamá no tardaba en contagiarse de amor, ahora Tzuyu podía apostar con seguridad.

Hola, perdón por llegar tan tarde pero lo prometido es deuda Ü

Espero que te halla gustado este capítulo, ahí me dejas saber tu opinión en comentarios...

Tqm, descansa y espero que tengas una gran semana♡

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