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🌼Capítulo 3

Experimento “Una Alfa para Mamá”
Informe sobre el desarrollo de los acontecimientos

Im Nayeon no estaba muy contenta conmigo.
Dijo que yo tenía secretos y que sería mejor dejar el asunto.
Bueno, ¡Claro que los tengo! 
¿De qué otra manera podría conseguir otra mamá?
De todos modos prometió tener una alfa disponible para el cumpleaños de mamá, que es mañana.
Y si esto no resulta tendré que echar a correr el Plan B.
¡Ojalá que no sea así! 
Tengo que hacerme cargo de solucionar el problema de mamá, ya que ella no se preocupa. Y en eso estoy.

Organización del procedimiento:

1.   Llevar a mamá a la agencia matrimonial sin que se dé cuenta.
2.   Esperar que el ordenador haga su trabajo mágico.
3.   Comprobar los datos estadísticos de la candidata.
4.   Asegurarme de que la tipa no sea una perdedora.
5.   Convencer a mamá de que acepte la cita.

Jeongyeon revisó las cifras por cuarta vez. ¿Qué diablos iba a hacer?
Un mechón lacio de su cabello oscuro se le vino a la frente y ella lo apartó con una mano temblorosa. Otra vez volvió a mirar su libreta de cuentas.

De acuerdo. Decidió que primero había que pagar la última cuota del ordenador de Tzuyu. Tenía que hacerlo porque ese ordenador era el futuro de su hija. Y si hablara con la señora Kim y le explicara la situación, tal vez la dueña del piso consentiría en aplazar el pago del alquiler unos cuantos días más. Tal vez podría conseguirlo si la sobornaba con otro ramo de sus rosales.

De acuerdo. ¿Y qué más? La factura de la luz. Muy importante para el funcionamiento del ordenador de Tzuyu. Y luego, la comida. Tal vez Seungwan podría darle algo de lo que sobraba en el restaurante, con eso estiraría los centavos y podría prescindir de los gastos extra. No más café. Podría saltarse el almuerzo unos cuantos días. No tenía que enfermarse, al menos no por los próximos meses, ni volver a torcerse los tobillos mientras…

—¿Todo bien, mamá?

Jeongyeon se esforzó por sonreír al oír la característica voz de su cachorra.

—Muy bien, mi niña. ¿Por qué me lo preguntas?

—Porque ahora tus ojos tienen un color más oscuro y cuando te ríes se ven más claros. —Respondió la chiquilla, sentada al borde de la silla de la cocina —¿Cuál es el problema?

—Nada, cielo. Todo va bien, de verdad. —Jeongyeon se ordenó a sí misma «Sonríe. Piensa en algo bonito»

De inmediato, se le vino a la mente el momento en que había dado a luz a su pequeña cachorra. Incluso entonces había demostrado una intensa curiosidad que más tarde conformaría su increíble temperamento, y la había observado con sus maravillosos ojos marrones, y en ese instante su corazón le había dicho que haría cualquier cosa por ella, que sacrificaría todo a costa de lo que fuera. La niña había sido su única luz en estos últimos meses de temor y desesperación. Tzuyu había hecho que su vida valiera la pena y ese solo pensamiento calmó su tensión.

—Y dime preciosa, ¿ahora qué ves? —Preguntó Jeongyeon entonces, dirigiéndose a ella con seguridad y aquella linda sonrisa suave que solo reservaba para su pequeña niña.

—¡Vaya! Se han vuelto claros otra vez —Comentó Tzuyu con entusiasmo —Oye, ¿No te olvidarás de lo de mañana, no? Es necesario que te escapes del trabajo un par de horas y así podré entregarte mi sorpresa de cumpleaños.

La omega frunció el ceño, al tiempo que señalaba libro de las cuentas.

—No lo sé Tzuyu, hija…

—Má, me lo prometiste. Por favor. —Suplicó la pequeña, uniendo sus manos sobre un mohín.

—Y una promesa es una promesa. —Concedió la omega con un suspiro violento —De acuerdo, cariño. Hablaré con Seungwan.

Y con la señora Kim y con los de la compañía eléctrica. Todos comprenderían. Jeongyeon respiró hondo. No había otra alternativa, ellos tendrían que comprender.

En la agencia matrimonial, Nayeon hablaba con su abuela de aquel extraño caso que había ingresado con aquella niña, una tarde atrás.

—Ella quiere una madre.

Im Hyobum asintió ante sus palabras. Eso había sido evidente.

—Todas las niñas quieren la parte de su familia que les falta y les complementa. A ella le hace falta su imagen de alfa ¿Es eso tan malo?

Nayeon, que estaba apoyada en uno de las columnas de la oficina de su abuela, se volvió hacia ella que estaba sentada al fondo, en una butaca acojinada. Su lugar favorito.

—No para Tzuyu. Pero dudo que Yoo Jeongyeon piense lo mismo. Me dio la impresión de que está decepcionada de los alfas, sin importar su género. ¿Qué pasaría si te arma un escándalo por haber alentado la idea de una niña? —Expresó la alfa castaña su preocupación.

—¿Te pareció que la madre de Tzuyu es de ese tipo de omega escandalosae? —Se preocupó la anciana mujer.

Nayeon frunció el ceño. Por supuesto que no. Intuía que Yoo Jeongyeon era una omega de buen corazón, devota de su hija.

—No. Ella irá a la cita con la candidata que el ordenador le seleccione. No le gustará para nada, pero lo hará por su hija. —Señaló Nayeon, obligándose a ser honesta con su abuela. No sólo porque era lo que en verdad creía, sino porque no le agradaba la idea de preocuparla.

—Entonces, problema resuelto. —Aclaró la omega con una sonrisa amable.

—No está resuelto, Hyobum —Habló la castaña con el ceño fruncido.

Nayeon no sabía bien por qué se implicaba tanto en el caso de Yoo Jeongyeon y su hija Tzuyu pues, tenía trabajo más que suficiente esperándola. Un trabajo agradable, enérgico. Un tipo de trabajo que no daba lugar a pensamientos relacionados con voces de ángeles, rosas amarillas y niñas metiches, pero su abuela prácticamente la había criado. Nunca podría compensarla por todo lo que le debía, así que invertía dinero en la empresa y periódicamente estaba al tanto de las finanzas de la agencia como una pequeña demostración de su gratitud y cariño hacia su abuela. 

—Me pregunto si es prudente alentar los proyectos de la niña, a sabiendas de que a su madre no le interesa para nada el asunto. —Planteó Nayeon, sin intenciones de ceder fácilmente.

—Es posible que encuentre a la alfa de sus sueños —Replicó Hyobum complaciente, al tiempo que comenzaba a mecerse —Eso es exactamente lo que hacemos aquí, Nayeon, recuerdalo.

Disgustada, la alfa dejó escapar un suspiro.

—No participará Sana en la selección, ¿Verdad? Odio que hagas eso. —Se quejó la alfa, uniendo sus brazos contra su pecho.

—No te metas con ella. Es la mejor colaboradora que tenemos —Replicó Hyobum con una risita.

—Eso habría que discutirlo.

—Sana es una romántica. Pero no olvides que en nuestra propia familia también hay leyendas románticas... —Insistió la anciana omega.

—Abuela, no empieces con eso de nuevo —Le advirtió Nayeon.

—Eres la alfa más cabeza dura que he visto en mi vida, niña. ¿Crees que te habría hablado sobre la leyenda del beso si yo misma no lo creyera? ¿Por quién me tomas? ¿Por una vieja chiflada? —Preguntó la omega, ahora enfadada.

—Sí, anciana niña —Respondió la alfa, al tiempo que se sentaba junto a ella en el brazo de la amplia y mullida butaca y le pasaba un brazo sobre los hombros —Sospecho que estás a punto de verte en una habitación acolchada y con un enorme guardián llamado Hansol. —Hizo una mueca cuando recordó que el padre de Tzuyu se llama así. De seguro lo dijo porque aquel nombre había quedado rondando en su cabeza durante un largo rato.

—Estoy hablo muy en serio, Nayeonnie. El hecho de que aún no hayas besado a la omega adecuada, no significa que no exista la persona ideal para ti.

—Solo un beso y lo sabré. —Se burló Nayeon —Me has estado contando esa historia desde que era una cachorra.

—Y entonces sabrás que ese es el lazo verdadero de amor. Sí, señorita, así será. Le sucedió a tus padres, a tus abuelos, a tus bisabuelos. A todos. El asunto es que tú has tardado más que todos nosotros. Pero a ti te ocurrirá también, estoy segura. —Declaró Hyobum con un enérgico gesto de asentimiento.

—Me parece que hablábamos de la situación sentimental de Yoo Jeongyeon. ¿La periodista todavía merodea por ahí?

—Estaba intrigada con la pequeña Tzuyu, especialmente por el hecho de que le hayamos permitido comprar una cita por solo unos cuantos wones. —Sonrió Hyobum al recordar a esa pequeña, nuevamente.

—Así que la periodista hará un seguimiento de todas las citas que organice la agencia, ¿verdad?

—Posiblemente.

—¿Y si Yoo Jeongyeon rechaza a las candidatas que seleccione el ordenador?

Nayeon solo quería cumplir con Tzuyu y evitar que cualquier noticia salga a luz pública.

—¿Por qué no te preocupas de eso a su debido tiempo, eh?

Algo en el tono de su abuela obligó a la alfa a escrutarla con su mirada de lince. Su voz era demasiado... complaciente.

—Soy realista. El matrimonio de Yoo Jeongyeon fue un fracaso y ha rechazado a todos los pretendientes que se le han acercado desde entonces, según dijo Tzuyu. Por eso la chica decidió intervenir en el asunto.

—Deja de ser tan lógica, querida. Estás pensando con la cabeza y lo que importa es el corazón y lo que su loba sienta, que es nuestro negocio, ¿Verdad? Para eso nos han contratado. ¿Por qué no le das una oportunidad a la agencia antes de decidir que el asunto no funcionará? —Le habló ahora con ese tono de regaño amable que solo guardaba para ella.

—Quizás estaría más dispuesta si no hubiese sabido que tu querida Sana se dedicaba a emparejar a la gente por su cuenta, prescindiendo del ordenador. —Le acusó la alfa, apartándose de su agarre, para regresar a caminar por la oficina de su abuela.

—No me puedes negar que su éxito ha sido fenomenal.

—No lo niego, pero no olvides que legalmente “Yellow Flowers” es una agencia matrimonial completamente sistematizada. —Advirtió Nayeon.

—Eso es un detalle, Nayeonnie. Lo que importa es que la agencia se encarga de emparejar a las personas y que todos los encuentros han terminado en una boda y con cachorros de por medio. ¿Qué te hace pensar que este no acabará igual?

—Porque Yoo Jeongyeon está asustada, abuela…

—Entonces tendremos que escoger a alguien que le quite el miedo con mucha delicadeza, ¿No te parece?

Su tono. Había algo en el tono de su voz que le indicaba que estaba en peligro, pero Nayeon se preguntó ridículamente ¿Porqué diablos sería ella quien estuviese en peligro? Se burló súbitamente de su paranoia.

Tzuyu conducía a Jeongyeon de la mano por el camino que llevaba a la agencia matrimonial en la que esperaba por su sorpresa.

—Cuidado, mamá. No mires. —La regañó la cachorra, intentando andar con su madre casi a cuestas.

—Oh, Tzuyu, voy a tropezar, nena. ¿Esta venda es absolutamente necesaria? —Se quejó Jeongyeon, intentando no perder el equilibro a falta de uno de sus sentidos más importantes.

—Quiero que sea una sorpresa, anda...

—Prometo que no miraré. Pero tendrás que guiarme. Si me caigo y me rompo una pierna, no podré hacer mi trabajo en el restaurante. ¿Recuerdas? Tú sabes que siempre tengo problemas con mis movimientos y...

—Lo sé muy bien, mamá. Pero no te preocupes yo te guiaré. Ahora quédate quieta aquí mientras abro la puerta de entrada al edificio ¿Está bien? —Le intentó tranquilizar la pequeña alfa, antes de soltarla de su agarre.

Jeongyeon intentó vislumbrar dónde se encontraba por debajo de la espesa venda que le cubría los ojos. No quería estropearle la sorpresa a su hija, pero había tenido que llevarla desde que bajaron del autobús, unos cuantos bloques más atrás, y dada su mala suerte, sería una precaución muy sabia asegurarse de no tropezar con sus propios pies. La omega arrugó la nariz un par de veces intentando alzar un poco la venda, pero su hija la había atado con el cuidado que ponía en todos sus empeños.

—Cariño, basta ya de bromas ¿Dónde estamos?

—En tu regalo de cumpleaños. Ahora hay unos pocos escalones. Sujétate a la barandilla. Muy bien. Y pon la otra mano en mi hombro. Eso es. Un escalón más y estaremos frente a la entrada, quédate quieta aquí mientras abro la puerta del lugar.

—¿Y podemos entrar así no más? —Preguntó la omega, preocupada. Si acaso era muy obvio que no estaba lista económica y psiquicamente para enfrentar inconvenientes legales de ninguna índole.

Tzuyu la ayudó a entrar y luego le soltó el brazo.

—Claro que sí. Aquí me conocen. Espera junto a las flores mientras voy a buscar a la señora Im.

Jeongyeon escuchó una voz clara y profunda que hablaba con su hija. El tono le resultaba bastante familiar. ¿Dónde la había oído antes?

En vez de esperar a su hija, dio un paso adelante y tropezó con una hilera de sillas de espera que se cruzó en su camino. Unos fuertes brazos, que no precisamente eran los de Tzuyu, fueron los que la rodearon casi de inmediato impidiendo que caiga de boca contra el suelo. La venda se enganchó en la hebilla que tomaba un lado del cabello castaño de su salvadora y descendió unos milímetros, lo que le permitió tener una fugaz visión de la alfa que la sostenía.

Era impresionantemente deliciosa, con su aroma por supuesto, aunque no era difícil detallar en los delicadamente marcados músculos de sus brazos, cuyos bíceps sintió bajo la palma de las manos, incapaz de dejarse caer. Antes de retirar la nariz apoyada en el pecho femenino, la omega sintió el fuerte e impregnante aroma que se desprendía de su cuerpo. Una mujer alfa de cabello oscuro la veía con unos lindos ojos rasgados.

Ella era atractiva, tan atractiva como esa cantidad de personalidades que salían en la televisión. Pero la postura de esa mujer le recordaba a alguien, se lo decía su memoria. Los delicados rasgos que la abrazaba eran tan femeninos, amables y suavemente delineados. No cabía ninguna duda. Había oido sobre ella, las pocas veces que veía ese programa de espectáculos. Era una actriz muy guapa y conocía su nombre: Im Nayeon.

Al alzar un poco más la vista, la omega se encontró frente a unos ojos de color café oscuro que la miraban del modo más desconcertante que hubiera experimentado jamás. Extrañada por la inmediata respuesta de su loba con su dulce aroma, pensó que esa intensa mirada intentaba meterse directo hacia su espíritu, como si buscara a su verdadero ser y su loba aulló ante su inminente aparición, pero en cambio, su consciencia le advirtió «Cuidado con esa alfa».

Al instante, la omega se zafó de los brazos de Nayeon, alzando las manos con un movimiento tan brusco que la golpeó en la mejilla.

—Lo-lo siento mucho. Siempre me pasa lo mismo. No sé qué hacer con mis manos y pies —Habló la omega insegura, en tono sin desafío —Por favor no le diga a mi hija que he mirado detrás de la venda —Agregó, suplicante al tiempo que se ajustaba la venda y retrocedía con la extraña necesidad de poner distancia entre ambas —¿Tzuyu? ¿Dónde estás, mi cielo?

—Aquí, mamá. Ven. —Habló la jovencita, muy despreocupada desde la recepción.

—Hija, no me importaría si me explicaras qué sucede... —Habló Jeongyeon, en un murmullo de verla correr en dirección de donde había aparecido, muy entusiasmada.

—Tzuyu se ha esforzado mucho para darle esta pequeña sorpresa, y estoy segura que usted no querrá estropearla señora Yoo.

—¿Tú no eres la misma Nayeon que llamó por teléfono, no es verdad? —Preguntó con repentina aprensión, recordando el tono de su voz.

—Para servirle. —Ofreciéndole una de sus mejores sonrisas y enseñando sus encantadores dientes frontales.

Jeongyeon tragó cuando caminó junto a la famosa Nayeon, pues algo en su interior le anticipaba que la sorpresa de su pequeña niña no sería mucho de su agrado.

—Santo cielo, pensé que eras amiga de Tzuyu.

—Y lo soy.

—Pero ella me dijo... yo pensé que… —Balbuceó la omega, aún confundida.

—¿Que era una niña? Lo siento mucho. Creo que ya podemos quitarte esto —Habló Nayeon, deslizando sus manos por detrás de la cabeza de la omega.

Jeongyeon sintió la gran tentación de huir, pero en vez de hacerlo, se quedó paralizada allí mismo frente a aquella mujer, intentando rechazar el ridículo temor que se apoderaba de ella y rechazar también su atracción hacía esa inquietante intrusa que ya conocía de vista. Tenía que ser por el delicioso aroma a café fuerte que se desprendía de ella, ya que el resto no era demasiado atrayente para ella. Bueno, aparte de su espectaculad aspecto físico, del maravilloso color de sus ojos y de su voz atractiva...

Diablos.

—Sorpresa, mamá. ¡Feliz cumpleaños! —Le anunció su hermosa Tzuyu con cara de felicidad.

Jeongyeon, una vez libre de la venda, se dio cuenta de que había otras personas en la sala, además de Tzuyu y Nayeon. Junto a su hija había una hermosa omega mayor de pelo blanco, y en un rincón, un alfa y una beta que la miraban con una intensidad que la incomodó de inmediato.

—Bienvenida, señora Yoo. Soy Im Hyobum, propietaria de la agencia: Yellow Flowers. Su hija ha contratado nuestros servicios como un presente de cumpleaños para usted. —Habló la linda omega mayor y se dejó abrazar por su delicioso aroma a rosas amarillas.

—¿Qué clase de servicios? —Se obligó a preguntar Jeongyeon, intentando ocultar su molestia.

—Uh claro, somos una agencia matrimonial. —Detalló la anciana y Jeongyeon pudo sentir el rubor cubrir su rostro, lo que no supo es que si fue de pena o de disgusto.

—Que sorpresa... más encantadora —Balbuceó la omega, al tiempo que intentaba sonreír abiertamente, rezando para que su hija no notara el horror en su expresión y aroma.

En ese preciso instante, el flash de una cámara la obligó a parpadear reiteradas veces y se sintió completamente desorientada.

¿Qué diablos estaba sucediendo ese día?

—Mantén la sonrisa —Sugirió Nayeon en dirección de la horrorizada omega —Esos son periodistas.

—¿De quién fue la idea? —Preguntó Jeongyeon entre dientes, negándose a dirigirle la mirada a aquella atrevida y atractiva castaña que le susurraba con una familiaridad que le provocó mareos.

—Adivina. —Señaló Nayeon a la pequeña alfa que tenía por hija, con sus cejas.

Eso lo cambiaba absolutamente todo. Una sonrisa más natural apareció en el rostro de la omega y pronto abrazó a Tzuyu con fuerza.

—Gracias, cielo. No tenías que hacer todo esto por mi. —Musitó la omega, obligándose una vez más en evidenciar que realmente deseaba que su pequeña Tzuyu no se hubiera tomado la molestia.

—No te importa, ¿Verdad, mamá? —Preguntó la pequeña, dejando una caricia sobre su cabello al verla sonreír —Descubrí el anuncio en el periódico. Es la agencia matrimonial Yellow Flowers. ¿Te das cuenta? Flores amarillas, rosas amarillas... —Tzuyu señaló la referencia con su tierno entusiasmo que parecía llenar todo el corazón de la omega —¡Y aquí utilizan ordenador!

Entonces eso explicaba el interés de su pequeña Tzuyu.

—No me digas, cariño. Ordenadores, vaya. Ya veo por qué te llamó la atención. Muy científico todo... —Habló la omega viéndose tan increíble en su actuación por ocultar su horror, en los ojos de Nayeon, quien no podía dejar de admirar aquel íntimo instante de madre e hija.

—No puedes perder. Ahora la señora Hyobum va a introducir tus datos y luego veremos quién será tu acompañante.

—¿Están listas? —Preguntó la anciana, alzando una ceja.

Jeongyeon captó una nota de comprensión en la voz de Hyobum. Al parecer, la señora había captado su falta de entusiasmo.

—Estamos listas, ¿Verdad mamá? —Aprobó Tzuyu con su increíble entusiasmo juvenil.

—Eso creo —Se apresuró en responder Jeongyeon con una sonrisa desconcertada.

Hyobum se acercó al ordenador y presionó una serie de teclas. Un minuto más tarde la impresora empezó a funcionar y sacó una página inicial.

—¡Cielos! Miren esto. Ha encontrado una pareja que coincide con ella en un noventa y nueve por ciento. No creo haber visto nunca que esto suceda en el primer intento. —Exclamó la omega mayor, genuinamente asombrada.

—¿Quién es? —Preguntó Tzuyu, inquietante —¿Es la mejor candidata?

—Un noventa y nueve por ciento sugiere que es una excelente candidata. No se puede conseguir a nadie mejor. —Confirmó Hyobum ante las dudas de Tzuyu.

—No lo sé. Ese uno por ciento que falta podría ser un problema —Objetó Tzuyu, con el ceño fruncido en su desconfianza.

La próxima página salía ya de la impresora y pronto el grupo parecía hacerse más cerca del aparato.

—De acuerdo, ya estan aquí los resultados. Y la seleccionada es... —Los ojos oscuros de Hyobum se abrieron de par en par —Oh Luna... —Jadeó la omega mayor encontrando sus ojos con los de su nieta mayor.

La periodista y el fotógrafo se inclinaron sobre el hombro de Hyobum.

—¿Qué dice? —La chillona voz de la periodista arrancó la hoja de las manos de Hyobum y luego enarcó las cejas —Im Nayeon. Esperen un minuto, conozco ese nombre... ¡Ah, es usted! —Señaló al fin, volviéndose en dirección de la alfa castaña, quien era dueña de todos los ojos en la habitación.

—¡Im Hyobum! ¿Qué demonios has hecho? —Jadeó Nayeon cuando le arrebató el papel a la periodista —Esto no puede ser. Debe haber un error, yo no...

Las palabras se escaparon de su boca cuando Jeongyeon le echó un rápido vistazo. Probablemente Nayeon tenía razón y había un error. Esas cosas pasaban, especialmente en cuestiones de sistemas electrónicos como un ordenador. Pero no, ahí estaba su nombre y los números remarcado en rojo como si las desmintieran promiscuamente.

La actriz e impresionista Im Nayeon era en un noventa y nueve por ciento la pareja ideal para Yoo Jeongyeon.

—Tiene que haber un error —Repitió la alfa, negándose a encontrarse con aquella desconcertada omega atónita —Ni siquiera figuro en la base de datos del maldito ordenador.

Hyobum se aclaró la garganta.

—A decir verdad Nayeonnie, eso no es del todo cierto. Verás, te pusimos a modo de prueba y creo que se nos olvidó borrarte...

—Bien, elige entonces a la siguiente candidata. —Insistió Nayeon con la voz severa. Su aroma había invadido toda la habitación ante su incomodidad.

—No hay otra. Generalmente tenemos dos o tres más en la fila, pero en este caso solo hay una y eres tú.

Tzuyu sonrió muy contenta ante esa idea.

—Feliz cumpleaños, mamá. Yo te la compré —Exclamó la pequeña orgullosa, al tiempo que se volvía a Nayeon —Ella es mi regalo para ti, una alfa bonita.

—Es maravilloso. No podría estar más contenta con... esto... tú regalo, mi cielo. —Habló Jeongyeon aún atónita.

Nayeon se aproximó a su abuela y le pasó un brazo por los hombros.

—Disculpen un momento, será solo un instante. Hyobum, tenemos que hablar. —Habló la castaña alfa, al tiempo que tomaba a su abuela por un codo y la conducía fuera de la sala y lejos de la periodista —¿Qué demonios quieres decir con aquello de que el ordenador me seleccionó solo a mí?

—Tu caso era solo un ensayo, Nayeonnie —Habló la omega mayor, a la defensiva —Pusimos tus datos cuando estábamos probando el sistema aqueeeeella vez y pensé que te había borrado del fichero...

—Bien. Hazlo ahora mismo, es el momento. —Señaló Nayeon en dirección del vestíbulo del edifico en donde se desprendía aquel caos.

—Ya no puedo borrarte... —Susurró Hyobum, ruborizada —Nayeon, escúchame, la periodista lo ha visto todo. Tú fuiste la única seleccionada por el sistema. No hay más candidatas.

—¿No te importaría explicarme cómo ha sucedido todo esto? —Preguntó la alfa, al tiempo que hacía un enorme esfuerzo para contenerse de no estrangular a su dulce y muy amada abuela.

—No sabría decirlo. Pero sucedió, y nada puedo hacer para remediarlo cariño.

Hyobum se plantó en medio de la estancia con las manos en las caderas, y sus ojos, tan centelleantes como el cielo, clavados en ella.

—Necesito que salgas con esa omega.

—¿Y si me niego? ¿Qué le pasará a la agencia si me niego?

—Estás en todo tu derecho y desde luego que no puedo obligarte hacerlo. En cuanto a la agencia, no estoy segura de que pueda afrontar una campaña publicitaria adversa en la negativa de una candidata, ya que se supone que de las preferencias se encarga el sistema...

Nayeon era lo suficientemente mayor como para decirle a su abuela lo que quisiera, pero sentía demasiado respeto por la omega que la había criado con tanto empeño, así que se abstuvo de ofenderla con las duras palabras que tenía en la punta de la lengua.

—¿Y qué tendría que hacer? —Se limitó a preguntar la alfa, después de tomarse el puente de la nariz.

—Salir con ella unas cuantas veces... —Desestimó Hyobum.

—¿Cuántas exactamente? —Exigió Nayeon, ahora con sus ojos sobre ella.

—Las necesarias para dejar satisfecha a su hija...

—Eso sí que es duro, Hyobum. Esa chica es difícil de satisfacer. —Lamento Nayeon, volteando los ojos al recordar la irritante persistencia de la menor.

—Bueno, tal vez no le gustes a su madre. Entonces quedarás libre de cualquier compromiso. —Comentó la omega mayor, encogiéndose de hombros.

—Y qué pasaría si a mí no me gusta —Preguntó Nayeon con una dura mirada, más se obligó a abstenerse de gruñirle a su loba, quien parecía estar afectada por aquella hermosa omega, mucho más de lo que quería admitir.

Por primera vez en largo rato, una sonrisa iluminó el rostro de Hyobum.

—¿Tú crees que eso es posible, cariño? Ella es un encanto... —Levanto una ceja pícara —Y es una mujer muy bella.

—Todo es posible. Sé que esto no va a resultar... —Comentó con más suavidad, ignorando las verdades que dijo al final —Y alguien puede salir dañado, incluso tu empresa.

—Pero hay algo que no has considerado, Nayeonnie.

—¡Qué! —Gruñó Nayeon, sin poder contenerse.

—Que ella podría ser ese alguien que has estado esperando durante todos estos años. Todo lo que tienes que hacer es besarla, y entonces lo sabrás con toda seguridad...

Un beso. ¿En que diablos estaba pensando esa anciana niña?

—Seguro que sí, Im Hyobum. Lo que tú digas.

Nayeon se quedó pensando en las palabras de su abuela y se preguntó a sí misma: ¿Cómo sería besar a Yoo Jeongyeon, asumiendo que ella no la matara en el transcurso de aquel acto? ¿Sería su beso tan dulce como su atractiva voz?

Todas sus dudas se habían disipado cuando descubrió lo inminente.

Haría cualquier cosa por Hyobum y su estabilidad, y quizás no fuera precisamente lo que su abuela necesitaba económicamente, pero Nayeon sabía que Yellow Flowers era lo que le regalaba toda su estabilidad emocional y no sería precisamente ella quien acabara con toda su felicidad.

—¿Lo harás? —Le preguntó su abuela en voz baja.

—Voy a salir con ella. Pero tu debes prometerme que buscarás a otra candidata. Esa niña necesita una alfa que quiera ser madre y me gustaría ver que al fin la consiga. Aunque sospecho que será una ardua tarea.

Cuando ambas regresaron, el fotógrafo llamó a Nayeon.

—Señorita Im, ¿Podríamos tomarle una foto junto a la señorita Yoo?

—Más bien preferiría que no —Comenzó a decir Jeongyeon con incomodidad.

—No publicaremos la foto sin su permiso —Se apresuró a decir la periodista —Pero estamos tan intrigados con la petición de su hija, que sería una historia emocionante para nuestros lectores.

—¿No te gusta mi regalo? —Le preguntó Tzuyu a su madre, con desilusión latente.

Era la primera vez que Nayeon veía un rastro de vulnerabilidad en Tzuyu. Rápidamente cruzó la habitación y le pasó un brazo por los hombros a Jeongyeon. Ella podía hacer eso, solo sería una cita, ¿Verdad?

—Tu mamá está sorprendida, eso es todo cachorra.

—Así es. —Confirmó Jeongyeon, lo dicho por aquella entrometida alfa. Realmente no se le hubiera podido ocurrir respuesta mejor, porque no hallaba algo coherente que decir.

—Relájate, por favor, no pretendo hacerte daño. —Murmuró Nayeon, impregandola de su seguridad —Por lo que supe, Tzuyu se gastó hasta el último centavo de sus ahorros. No querrás desilusionarla, ¿verdad? —Sonrió la castaña, intentando verse natural ante las cámaras.

—Gracias, cariño. No podías haber elegido un regalo mejor —Murmuró Jeongyeon, aunque sin poder disimular su expresión de reproche contra la alfa.

Otro flash iluminó la habitación.

—¿Por qué no se besan? Sería una foto fantástica —Sugirió el fotógrafo con toda su osadía.

Nayeon miró a Jeongyeon, y sintió que la omega se ponía rígida entre sus brazos. Por la expresión de su hermoso rostro, supo que no era una buena idea. ¡Por supuesto que no lo era! Que idea tan absurda, ¿Quién se besaría con alguien que acaba de conocer? ¿Cómo se atrevería a besar a una extraña? Los enmarcados y deliciosos labios rosados estaban entreabiertos y la alfa luchó contra el deseo incontrolable de cerrarlos con los suyos, ¿Qué demonios estaba pensando?

Por alguna remota razón se sintió jodidamente tentada, por eso cuando bajó la cabeza, nadie se esperaba que durante un segundo su boca se tocara con los húmedos y suaves labios de Yoo Jeongyeon. Ridículamente atraida por la hipnotizadora sensacion, Nayeon rodeó el rostro de la omega con las manos, decidida a volver a experimentar la más deliciosa sensación que había sentido en toda su vida, pero la omega se liberó de sus manos y se cubrió los labios, negándole la promesa del paraíso.

Una ola de rabia invadió el pecho de la alfa y se acercó más, dispuesta a abrazarla otra vez. Lo habría hecho si antes no hubiera percibido la ira desafiante que brillaba en los ojos de Jeongyeon, quien parecía decirle con la sola mirada que sin volvía a poner sus manos sobre ella, le derribaría los dientes.

¿Qué estaba sucedido con ella? Nunca se había sentido tan afectada por un simple... beso. ¡Maldición! ¿Sería posible que la ridícula leyenda de su abuela fuese cierta? ¿Qué un mero roce fuera lo que desate toda una jodida historia de lazos sobrenaturales y amor verdadero?

Había solo una manera de cerciorarse.

—Definitivamente habrá que intentar eso de nuevo —Murmuró a la alfa junto al oído de la omega.

El enfado de Jeongyeon se transformó en una decisión tan sólida como una roca.

—No tendrás ninguna oportunidad. Si vuelves a hacerlo, te golpearé. —Habló la omega, con la mandíbula en tensión. Nayeon sonrió de lado.

—Parece que tenemos una buena pareja —Interrumpió Hyobum, incapaz de ocultar su satisfacción.

—Excepto por ese uno por ciento —Replicó Jeongyeon, mirando fijamente a la alfa castaña.

Nayeon sonrió, aparentemente relajada. Nada la detendría hasta conseguir besarla de nuevo, porque tenía que saber si aquello era tan real como lo había descubierto.

Tenía que volver a besar a esa omega otra vez.

—Ese uno por ciento no me molesta en lo absoluto. —Advirtió la castaña, sonriente.

—¿De verdad? —Murmuró Jeongyeon con una sonrisa venenosa —Qué pena. Porque a mí me molesta en sobremanera. —Evidenció con toda intención.

Diablos, ella debía querer besarla también y eso parecía ser un noventa y nueve por ciento imposible. ¿En dónde demonios se había metido?

¡Hola Ü ya vine!

Cabe aclarar que no sé en que época está hecha esta historia, pero creo que es en la época de teléfonos de sala y computadoras que ocupan todo el escritorio con su pc, pero disfrútalo.

¿Qué me dices de el capítulo de hoy? ¿Te va gustando esta historia?

Ya sabes que me gusta saber tu opinión, así que coméntamente mucho, tqm♡

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