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🌼Capítulo 13

La preocupación de su hermosa omega parecía buscar ponerla en tensión, pero Nayeon no se dejaría fácilmente.

—Júrame que no hay que modificar la sección que pregunta sobre la edad, y podré resistir todo lo demás, pero no que fueras mayor de treinta años, eso te haría menos deseable de lo que Tzuyu-yah espera y podría ser fatal… —Bromeó Nayeon, haciéndo a Jeongyeon reír en contra de su voluntad.

—No, el problema no es ese —respondió en tono de broma.

—Supongo que se relaciona con el sobre que tienes en la mano. Cuéntame, amor. ¿Qué pasa? ¿Qué quieres confesarme? —murmuró la alfa rodeándola con sus brazos, ahora con ansiedad.

—Bueno, te comenté que cuando me marché de casa con Hansol, ya estaba embarazada. Pero hay una cosa que no te he mencionado —dijo al tiempo que se humedecía los labios. Los nervios parecían a punto de acabar con ella.

—Puedes decirme lo que quieras, amor. Nada de lo que digas, me hará amarte menos, Jeongyeon, eres mi omega, confía en mi... —Musitó Nayeon, dejando suaves besos sobre su mejilla, intentando darle calma. Las manos temblaron en torno al misterioso sobre que sostenía la omega.

—Bueno, la verdad es que no había terminado el bachillerato superior.

Nayeon frunció el ceño.

—Pero si ahora tienes treinta y tres años. ¿Cómo es posible que no...? Bueno, eso no es importante.

Jeongyeon se echó a reír ante su tierna expresión de confusión.

—No es que haya repetido años, Nayeon. La verdad es que... no tengo esa edad, en realidad... —Dudó, mordiéndose la lengua —... tengo treinta años.

Nayeon parpadeó en su dirección antes de poner distancia nerviosamente y unos pasos dentro se desplomó sobre una silla.

—¡Demonios! —Jadeó muy asombrada, para incomodidad se Jeongyeon que no sabía como interpretar su reacción —¡Demonios Jeongyeon! ¿Entonces tenías, que? ¿Dieciséis o diecisiete años cuando te quedaste embarazada de Tzuyu? —Cuestionó la alfa.

—Bueno, casi diecisiete. Me faltaban dos años para acabar la educación secundaria, Hansol ya estaba en el último curso. Estuvimos saliendo un par de veces y me pidió que lo acompañara al baile de fin de curso. Demás está decir que la celebración fue memorable, que no estuvimos toda la noche bailando y que tampoco tomamos ninguna precaución, todo fue muy de prisa... —concluyó ruborizada hasta la raíz de los cabellos por su inconsciencia, solo era una niña.

—Y más tarde descubriste que estabas embarazada. —Dedujo Nayeon de inmediato.

—Lo descubrí durante ese verano. Hansol ya se había graduado y me invitó a marcharme con él. Tan pronto como mis tíos supieron que me iría de casa con o sin su permiso, nos permitieron casarnos.

—Y luego ¿Hansol se marchó un mes antes del parto? —preguntó la alfa, incrédula. ¿Cómo es posible que abandonara a una criatura de dieciséis años embarazada de su cachorro? La piel le ardía cuando su aroma se desplegó con tanta fuerza, qué Jeongyeon arrugó la nariz.

La omega se encogió de hombros, un tanto intimidada por la extraña reacción de la loba de la alfa. De pronto Im Nayeon se veía tan molesta como no la había visto antes.

—Le habían ofrecido un trabajo mejor en otra parte. Al menos eso fue lo que dijo. Prometió enviar dinero. —Agregó Jeongyeon en un vano intento de calmar a su alfa.

—¿Y lo hizo? —Cuestionó en su gruñido y le siguió al ver la duda en su respuesta.

—Bueno... lo suficiente para sobrevivir. No era responsable en lo absoluto, pero yo no estaba en condiciones de ponerme a trabajar entonces. Incluso aunque no hubiera estado embarazada, habría sido muy difícil encontrar trabajo a tiempo completo con esa edad, como más tarde supe descubrir. —Lamentó Jeongyeon en un murmullo que intentaba no provocar a la castaña muy molesta sobre la silla. —Fue así que cuando Tzuyu nació, conseguí mi primer empleo, pero solo lo conseguí mintiendo sobre mi edad. Y una vez que pude ahorrar un poco de dinero, fui a buscarlo.

—¿Y así fue como viviste los siguientes cinco años? ¿A la caza del tal Hansol? —Nayeon escupió el nombre de ese alfa con un desprecio inalterable.

—Es deprimente, lo sé, aunque lo supe más tarde —comentó la omega, intentando sonreír.

—¿Y qué fue lo que puso punto final a la caza? No, no me digas, no te preocupes. Creo que ya lo sé. —Interrumpió la alfa, incapaz de culpar a su omega por buscar una mano amiga. Ese imbécil había sido más inconsciente de lo que creyó, al abandonar a una cachorra embarazada en el completo desamparo. El solo pensamiento ponía a la loba de la alfa más alerta que antes. Nayeon hubiera deseado conocer a su hermosa Jeongyeon muchísimo antes y evitarle tantos, tantos malos ratos que una criatura como ella no tenía porque soportar.

“Llegó la hora de la segunda confesión”, pensó Jeongyeon.

—Escuché la conversación que sostuviste con Tzuyu esa tarde después de que la salvaras de la serpiente. Ella te lo contó todo y eso fue suficiente para dejar que se vaya.

—Jeongyeon no te voy a reprochar nada, no estoy en condiciones de hacerlo, creo que nadie lo está, pero debiste haberlo echado mucho antes, aunque me alegra que lo hayas hecho. —Musitó Nayeon, intentando controlar los deseos de su loba por buscar a ese desgraciado y amputarle cada uno de los miembros en su inutil cuerpo con sus propias manos.

—Ahora me doy cuenta de eso, pero era demasiado joven y estaba muy asustada. Me costó mucho trabajo darme cuenta que podía arreglármelas sola, que no necesitaba su ayuda para sacar adelante a mi cachorra. —Habló con esa deliciosa voz segura, ganándose toda la atención de la alfa.

—¿Y ahora? —preguntó señalando el sobre. —¿Qué es eso?

—Esta es la recompensa de un sueño que estuve deseando durante ocho años —respondió Jeongyeon, tan conmovida hasta en su aroma, al tiempo que miraba el sobre con el membrete de la oficina de educación de la ciudad de Seúl.

Con todo cuidado abrió el sobre y desplegó el documento que contenía el mismo.

—CERTIFICADO Grado Asociado en Estudios Secretariales —Jeongyeon leyó en el diploma con la voz temblorosa —Nos complace comunicarle que ha rendido con éxito los exámenes de las asignaturas correspondientes a los estudios secretariales, graduándose con altas calificaciones.

La alfa la rodeó con sus brazos pues la omega parecía desarmarse con cada paso que daba en su dirección, y no se equivocó. La dulce pelinegra sollozo cuando enterró su rostro contra su cuello y el suéter quedó empapado de sus lágrimas.

Jeongyeon lo había conseguido.

Tras ocho largos y difíciles años, finalmente lo había logrado. ¡Esa era su última meta! Terminar una carrera donde pudiera ofrecer una mejor calidad de vida y mejor futuro a su cachorra.

Nayeon la dejó llorar mientras le acariciaba el cabello, parpadeó dejándose emocionar, pero sus lágrimas eran de mucho más que orgullo, eran de una profunda admiración.

—Oh Luna, ¿Acaso sabes lo maravillosa y especial que eres, omega? Querías probarte a ti misma de que eras capaz y has conseguido mucho más que eso. Estoy tan orgullosa de ti, amor... —Musitó, oliendo el aroma de su cabello y abrazándola con la fuerza que le cabía en el cuerpo.

—Es porque un día decidí que tenía que hacerme cargo de mi propia vida y trabajé duro para eso, sin importar que. —confirmó Jeongyeon, entre sollozos e hipidos. —De repente me di cuenta de que era perfectamente capaz de cuidar de mí misma y de mi hija. Así que decidí retomar los estudios y conseguir mi diploma, así podría estar calificada para optar por un empleo decente y de paso reconciliarme con mis tíos, para volver a casa. —Sollozó sin poder apartarse del cuello de la alfa en donde se escondía.

—Entonces yo entré en tu vida y trastorné tus planes, ¿no es así? ¿Qué creíste que intentaba hacer, amor? ¿Robar tu independencia? —La alfa Gruñó cuando la sintió asentir. Podía entender su temor —¿Es que no lo comprendes, Yoo Jeongyeon? No intento robar nada o dañarte de ningún modo. Mi único objetivo es hacerte feliz, mas bien, para hacerlas felices a ambas, tan feliz como tu me haces a mi con tu aparición y la de Tzuyu en mi vida. —dijo al tiempo que le rodeaba la cara con las manos, para buscar sus lindos ojos almendrados rojos y lluviosos.

Nayeon admiraba la fortaleza de carácter que se veía en cada rasgo de su hermoso rostro, aunque su testarudez le causara un sinfín de frustraciones, su omega era admirable y bastante brillante.

Jeongyeon rió con dulzura.

—Emtiende Nayeon, es la primera vez que alguien me ofrece felicidad.

—No sabes cómo lo siento, porque no hay una persona en el mundo que la merezca más que tú. Todo lo que tienes que hacer es intentar alcanzarla, amor…

Jeongyeon cerró los ojos y suavemente Nayeon le besó los párpados, incapaz de verla llorar, estaba cansada de ver la frustración en sus ojos, ella quería que su omega caminara segura por la vida de que si llegara a caer, ella estaría allí para sostenerla y levantarla hasta el cielo, diablos, la alfa se aseguraría de ello cada día de su vida.

—Nayeon, aunque en estos momentos mi corazón está brincando de alegría, tengo mucho miedo —musitó la omega, temblorosa bajo la caricia de sus labios que le besaba la frente, las sienes y bajaba suavemente hacia sus mejillas.

—Lo sé. No quieres arriesgarte y ahora comprendo por qué —observó al tiempo que le acariciaba los cabellos suavemente. —Pero ya tomamos una decisión, amor. ¿Lo recuerdas? Tendrás que confiar en mí. Y peor aún, tendrás que confiar en ti misma. Has hecho malas elecciones en tu vida, pero te juro que esta no es una de ellas, Jeongyeon.

—Solo tengo que creer en que no cometemos un error, ¿verdad? Tú no pides mucho, ¿no es cierto? Y si algo va mal en nuestra relación, Tzuyu…

—Amor, lo que Tzuyu necesita y quiere es una alfa —interrumpió. —Y la verdad, si jugara limpio, no utilizaría esa excusa para convencerte. Pero te aseguro y te prometo, desde lo más profundo de mi corazón, que ambas son muy importantes para mí. Ambas se han convertido en parte de mi vida y no la concibo sin ninguna de las dos. Cuando llego a casa me encuentro buscándote a ti o a una mocosa de pelo castaño y ojos alegres, para descubrir qué otra travesura está inventando para que su madre y yo terminemos juntas. —Nayeon no la dejó huir, sosteniendo sus mejillas para que no apartarse sus ojos del encuentro con los suyos —Mírame, amor. En todos estos años, siempre creí que lo que tenía era un hogar, pero ahora sé que estaba muy equivocada. Mi hogar eres tú Jeongyeon, tu y esa mocosa, son quienes han convertido mi casa en un hogar y no quiero perderlas.

—Oh Luna, te amo tanto, Im Nayeon —murmuró con los ojos arrasados de lágrimas.

Ambas se vieron lo que supuso un siglo, mientras Jeongyeon admiraba como la alfa desencajada de asombro la veía con admirable satisfacción, mientras su delicioso e imponente aroma la abrazaba, hasta que las chispas de lo que sentían las atrajo como a un imán. Nayeon hundió los dedos en sus cabellos cuando Jeongyeon la buscó con sus labios, esta vez sin pena, más que segura y entregada a ese deseo sin igual que la invadía cuando tenía cerca a esa alfa.

Quizás Jeongyeon no estuviera segura de futuro, ni de lo que fuera a pasar entre ambas, pero de lo que sí lo estaba, era del insoportable deseo que tenía de besarse con esa alfa hasta que no tuviera más aire y no le quedase otra opción que apartarse de su boca para poder seguir en pie y del amor que le hacía sentir con su sola presencia.

—Yo te amo a ti, Yoo Jeongyeon, tú y Tzuyu son mi futuro y yo les pertenezco a ambas. —Musitó dejándose besar por esa preciosa mujer, que le recorría el cuello con sus besos y ponía a su loba tan sobreprotectora y posesiva.

—¿Cómo puedes estar tan segura de eso? Demonios, ¿Cómo puedes saber que todo irá bien? —le preguntó la omega, trémula y jadeante, sin dejar de cubrirla con sus besos.

—Estoy segura porque, a diferencia de las voces que tú oyes, mis voces no dudan y nunca me aconsejan mal. Lo supe desde la primera vez que sentí tus labios, que percibí tu delicioso aroma, vaya que me encontré con tus ojos, amor y tú también lo supiste. La diferencia estaba en que aquello me decidió a intentar una relación seria contigo, mientras que a ti te asustó.

—Tienes razón.

—Y desde entonces has estado huyendo.

—Pero ya no lo haré…

Nayeon la acercó contra su cuerpo y la abrazó estrechamente. Los labios de Jeongyeon se entreabrieron para recibir el apasionado beso de la alfa de su vida. Mientras su boca aterrizaba en la de su omega, se deshizo del suéter que la cubría hasta que logró acariciar sus hermosos pechos. Jeongyeon gimió, estrechándose más contra ella.

—Espera un segundo —murmuró la alfa con un gran esfuerzo de voluntad. —Antes de volver a la cama, todavía queda algo por discutir. —Nayeon se apartó unos milímetros, obligándose a retroceder, buscar con que cubrirla para seguir la conversación —Me refiero a tus intenciones. Lo siento, amor, pero no quiero arrepentimientos de la mañana siguiente. Dentro de unos minutos te llevaré a esa cama y haremos el amor nuevamente hasta que nos cansemos. Pero ¿no crees que deberíamos hablar sobre un posible embarazo?

—Oye Im, ¿no crees que esa conversación llegó a destiempo, después de haber tenido una noche como la de anoche? —Jeongyeon alzó una ceja, divertida del nerviosismo en la castaña.

—Lo único en lo que he pensado desde que desperté, es en repetir más de lo de anoche, amor —dijo con una sonrisa descarada. —Pero no volveré a llevarte a la cama sin un compromiso. No puedo aceptar que me seduzcas nuevamente con esa deliciosa boca y esas sensuales piernas, y que mañana me eches de tu vida. Asique un anillo de compromiso o nada.

Dicho eso sacó del bolsillo de su pantalón una cajita de terciopelo color negra, pero Jeongyeon se adelantó a los hechos.

—De acuerdo. Tú ganas, Im —murmuró al tiempo que se ponía de rodillas y le tomaba una mano, haciendo a la alfa reír. —Im Nayeon-ssi ¿Quieres hacerme el honor de casarte conmigo? Prometo amarte, cuidarte, respetarte y enloquecerte por el resto de mis días. —Musitó Jeongyeon entre la risilla de ambas.

—Oh amor, creí que nunca me lo pedirías. Sí, acepto con todo gusto.

Con una risa de satisfacción, la alfa la levantó del suelo y luego la tomó en sus brazos con esa tierna mirada deseosa. Segundos más tarde se tendía junto a ella en la amplia cama. Poco tardó en quitarle el suéter y el pantalón de pijama, dejando al descubierto su ropa interior y las largas y contorneadas piernas hechas para enlazar la cintura de su alfa y no dejarla marchar jamás.

Y Nayeon no se apresuró. Con movimientos lentos y tranquilizantes se dejó desnudar por su omega, para nuevamente demostrarse el verdadero amor que sentían la una por la otra.

La luz del sol se deslizó en la habitación llena de íntimos murmullos y suaves risas. Solo altas paredes de esa habitación fueron testigos de las palabras de amor de la alfa y su omega. Las manos de Nayeon se deslizaban sobre las suaves curvas femeninas de Jeongyeon, explorandola hasta el cansancio.

Nayeon conquistó a su omega con un amor tan profundo y completo que ya no quedó espacio para el temor, la duda o el deseo de independencia. Los desnudos cuerpos se hermanaron, se completaron y formaron un todo inalterable, pero la alfa siempre cuidado de protegerse y cuidar de no perder el control y morderla, no antes de hacerla su esposa y darle la seguridad y estabilidad que su omega merecía.

Esa mañana, Jeongyeon finalmente aceptó la verdad, Nayeon no era Hansol, era el amor de su vida y su alma predestinada.

El sonido del teléfono interrumpió el profundo sueño de Nayeon. La alfa gruñó buscando silenciar el infernal sonido, e intentando ubicarse en tiempo y espacio.

Era lunes por la mañana. Había pasado un maravilloso fin de semana junto a su omega, llevándola a conocer Seúl por el día, y paseando por su cuerpo por la noche hasta el cansancio. Solo les quedaba un día allí, el martes por la mañana estarían de regreso en casa, ¿qué demonios podía ser tan importante para interrumpirlas? Gruñó Im, una vez más, antes de tomar la llamada.

—¿Qué pasa? —Preguntó su omega con voz soñolienta.

¡Diablos eran las ocho de la mañana de un lunes cualquiera! ¿Quién se atrevía?

—Te lo diré en un minuto, amor ¿Diga? —Resopló Nayeon, tomando el teléfono entre sus manos, con demasiada presión.

—¿Era la voz de Jeongyeon? —Preguntó Hyobum al otro extremo de la línea.

—Eso no es de tu incumbencia, abuela. —Se quejó la alfa, volteando los ojos.

—Lo voy a tomar como un Sí. —Rió la abuela —Enhorabuena, me alegro por ambas, Nayeon-ah, siento interrumpir su celebración, pero me temo que han llamado de la escuela de la niña. —Tarareó la anciana omega, bastante divertida.

—¿De Tzuyu? ¿Y por qué? —Se incorporó la castaña, preocupada de inmediato por esa pequeña caótica.

—No, Tzuyu está bien, no te preocupes. Pero sus profesora ha armado un alboroto por algo y en el directivo quieren ver a Jeongyeon cuanto antes. —Musitó su abuela y algo en el divertido tono de su voz le decía que era escandaloso.

—¿Y no pueden esperar hasta mañana? —Se quejó la alfa, sentándose sobre el borde de la cama.

—Parece que no. Y quieren verte a ti también, Nayeon-ah.

—¿Y para qué demonios querrán verme a mí? —Chilló pero rápidamente tomó una decisión al ver la preocupación en los ojos de su omega —Bien, de acuerdo, diles que estaremos allí en un par de horas, adiós.

Nayeon cerró la llamada con su abuela, bajo la atenta mirada de su omega.

—No comprendo. Tzuyu lleva en esa escuela menos de una semana. ¿Qué pudo haber hecho solo en un par de días? ¿Y también quieren verte a ti? ¿Por qué?

— Amor, lo sabremos a su debido tiempo —Sonrió la alfa, buscando transmitirle calma a Jeongyeon —Es mejor que hagamos la maleta pronto, si queremos llegar antes de que salga de clases.

Jeongyeon se puso en pie y lo que sucedió luego de ese pequeño instante, fue tan repentino, como la llegada de ese par de preciosas mujeres a su vida.

Nayeon sabía que algo sucedía, así como también sabía que tenía que estar lista para lo que fuera si se trataba de esa niña, y vaya que lo estaba, estaba lista para abogar por esa mocosa hasta el final.

Holas Tu, antes de soltar mi os, quería que tengas este capítulo que estoy segura te hará muy feliz de recibir.

Espero lo disfrutes mucho, ¿que habrá hecho Tzuyu esta vez? Jajsjs

Mientras esperas, cuídate mucho y recuerda que tqm♡

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