
🌼Capítulo 12
Habían llegado al hotel, iluminadas por las farolas de la calle principal. Jeongyeon tuvo una fugaz visión del río al final de la calle mientras tomaban camino hacia su hotel, convirtiéndose en una vista que simplemente la emocionaba de solo saber que la hallaría al despertar.
No habría podido imaginar absolutamente nada de lo que llegó con Nayeon, y la aceptación de esos sentimientos que la corrompen desde su abrupta aparición en su vida, no ayudaba en nada.
—Amor, estabas tan entusiasmada con el paseo como una cachorra que por un momento tuve la impresión de que no disfrutaste mucho en tu niñez... —lanzó la castaña, aquella preocupación que había estado rondando su mente, al ver la ilusión en su mirada durante toda la tarde.
—Mhm, de hecho, mi niñez fue muy normal. —Respondió la omega, pero aún ante su aparente tono relajado, Nayeon pudo ver más allá, mientras cruzaban el amplio lobbie del hotel, en dirección de los elevadores.
—Una vez me dijiste que creciste junto a tus tíos... —Musitó Nayeon, ansiosa por conocer mas de la mujer con la que quería compartir la vida.
Porque sí, Nayeon quería saberlo todo sobre su omega.
—Así fue. Mis padres fallecieron cuando tenía cuatro años en un accidente automovilístico y mis tíos me llevaron a su casa para que no terminase en un hogar de acogida. Son buenas personas, pagaron mi educación y me dieron su cariño como si fuera su cachorra. Querían lo mejor para mí genuinamente, de eso estoy segura. —Musitó Jeongyeon, con seguridad, tomando un lugar junto a la alfa antes de que se cierren las puertas del elevador.
Jeongyeon no había atendido demasiado el lobbie del hotel, pero este parecía más lujoso de lo que aparentaba cuando llegaron.
—¿Crees tú que tus tíos se acostumbrarían a vivir en Seúl? —Consultó Nayeon, presionando el botón del piso en donde se ubicaba la suite que estarían ocupando durante el fin de semana en su estadía.
—¿Aquí? ¿En la ciudad? ¿Qué sugieres, Nayeon?
La alfa se encogió de hombros, dejándose impregnar por el dulce aroma de su omega, mientras la rodeaba por la cintura, incapaz de apartarse del contacto.
Ahora que lo tenía permitido, quería pasar cada segundo cerca de ella, su loba disfrutaba tanto de la dulzura de su olor.
—Tengo esa cabaña y no la utilizo para nada. Ahora que ya no apesta a “zorrilla”, podríamos decorarla y quedaría transformada en un confortable apartamento. Ellos podrían disfrutar de su independencia y tomar las comidas en la casa grande si así lo quisieran, o no. —Hablaba la alfa, intentando oírse casual. Al menos lo intentaba.
—¿No crees que ya tienes suficientes invitados en casa? —preguntó la omega con cautela.
Nayeon no respondió hasta que llegaron a la puerta de la habitación, y notó que Jeongyeon no había dejado de atender los pasillos alfombrados y los cuadros enmarcados detrás de relucientes cristales. Al parecer estos tenían como cometido ser un atractivo para la vista, pero no de podían tocar.
—¿Quieres la verdad, cariño? —Musitó tomando un lugar detrás de Jeongyeon, muy cerca de su oído.
El aroma de la alfa la abrazó y Jeongyeon no pudo evitar verla de reojo, mientras se ocupaba de abrir las puertas de la habitación.
Aún recordaba la pequeña discusión por la tarde, al salir a su paseo. La alfa había insistido en que fuera ella quien dominara el plástico de acceso a la habitación, pero aunque no lo aclaró a ciencia cierta, Jeongyeon lo sabía muy bien. Nayeon quería que ella se sintiera libre de huir si así lo quisiera, y eso no hacía más que llenar a su loba de validaciones e ilusiones ¿Cómo podía ser tan considerada todo el tiempo? ¿Cómo sabía que hacer y como hacerlo para que su corazón brincara por ella?¿Cómo lograba derrumbar todas sus defensas con tanta facilidad?
A pesar de que ya tenían la tarjeta de acceso, apenas iban a conocer la habitación en donde se alojarían pues al llegar, de inmediato Nayeon la había llevado de paseo por la ciudad y el personal del hotel se había encargado de ubicar su equipaje. Si, Jeongyeon quería saber cuanto lujosa podía llegar a ser la habitación, si apenas los pasillos del edificio era tan atractivos.
—Sí, por favor. Siempre quiero la verdad. —Insistió Jeongyeon, dejándose rodear por esos brazos fuertes y recibir el beso junto a su mejilla, con los ojos cerrados.
—Jeongyeon, si traer a tus tíos aquí pudiera ser una razón para que te quedes a mi lado, ahora mismo iría a buscarlos, en persona.
La frase rompió contra la mente de la omega con tanta rapidez, que la dejó completamente en blanco por un instante.
¿Cómo había logrado cautivar a una alfa tan maravillosa? La duda la acechaba cada segundo, como todo desde que la había conocido.
—Cielos... no-no creo que sea necesario. Aunque es un tanto prematuro, ya sabes que no deseo irme. —tartamudeó la omega amablemente, al tiempo que se quitaban los zapatos en el umbral de la habitación.
—No lo será por mucho tiempo —Habló Nayeon al tiempo que se acercaba al interruptor para esclarecer las luces y la incentivaba a entrar en la habitación. —Porque llegó la hora. —El entusiasmo y la ansiedad, hablando por ella.
—¿La hora? ¿La hora de qué? —preguntó Jeongyeon, ocultando una sonrisa burlona. Lo que había aprendido en aquellas largas semanas que habían convivido, es que de aquella alfa se podía esperar cualquier cosa.
Las persianas estaban bajas, el lugar se veía aún un poco oscuro y, a decir verdad, Jeongyeon no podía dejar de disfrutar de su acercamiento.
—Por supuesto, la hora de volver a pedirte que te cases conmigo. —Confirmó con decisión, haciendo sonreír a la omega pelicorta.
—Nayeon… —Reprochó Jeongyeon, al verla dirigirla lentamente dentro de la habitación poco iluminada.
—Entonces Yoo Jeongyeon, ¿Lo harás? ¿Hoy, si aceptarás mi proposición de matrimonio? —Musitó Nayeon junto a su mejilla, dejando suaves besos de pico a su paso, haciéndola reír bajito.
—No-no pensé que volverías pensar en eso después de la cita, creí que querrías pensarlo un poco mas ahora que nos estamos conociendo, pero mentiría si dijera que... —apenas pudo terminar la frase, cuando los labios de Nayeon ya estaban sobre los suyos, acariciándolos en un principio.
Invitándola, seduciéndola como en ese primer instante, como todas las anteriores veces que cruzó sus barreras con esa espontaneidad, para después de obtener su aprobación, beber de su boca como manantial, ansiosa de saciarse, así no fuera ser suficiente jamás, los labios de la alfa la buscaban y su pronta respuesta no tardó en llegar.
Las manos de Nayeon rodearon esa atractiva cintura y pronto la unió contra su cuerpo, emocionada con la respuesta de la omega que en las últimas semanas solo sabía resistirse a lo que sentía, a lo que claramente las unía y las hacía una en complemento. Nayeon la miró con esa dulce y atractiva sonrisa de dientes sobrasalientes curvando sus labios, no permitió que respondiera pues conocía muy bien su respuesta, su loba podía sentir los deseos inmensos en su aroma, en el modo en el que no podía resistirse como la primera vez, solo continuó el beso hasta que el aliento era necesario para poder seguir en pie.
Una vez que Jeongyeon se olvidó hasta de los motivos por los que se besaban, la caricia pasó de ser ese tierno y tímido pasaje, a un apasionado e incontenible deseo de liberar lo que sentían por la otra, como las anteriores veces que no se pudieron contener y Nayeon tuvo que detenerse porque estaba segura de que no sabría como parar.
Después de varios minutos, Nayeon se obligó a apartarse del llamado de sus labios enmarcados que tanto la seducían, y Jeongyeon la buscó con sus lindos ojos almendrados. Sonrieron para la otra sinceramente, dejándose llevar como la primera vez.
—Adoro tus besos, pero… —Susurró la alfa, dejándose besar de a piquitos por Jeongyeon, quien parecía incapaz de apartarse del acercamiento con la castaña, volviendo loca de emoción a su loba.
—Yo te adoro a ti, alfa… —Murmuró junto a sus labios.
Nayeon no lo podía creer, cuando la omega la apresó del rostro y la buscó con su boca con tanta voluntad, la empezó a besar con todo lo que sentía al ver lo maravillosa que era con ella y su cachorra. Nayeon no lo sabía, pero Jeongyeon quería demostrarle con sus besos, todo lo que le hacía sentir y lo feliz que la hacía. Pero la caricia ganaba intensidad fácilmente entre ambas, su omega se veía seducida por el delicioso aroma de la alfa con tanta rapidez.
Jeongyeon bajó hacia su cuello, en donde se detuvo un instante, oliendo y respirando de ella, haciéndola estremecer con su suave acercamiento. Atraída peligrosamente, la omega reinventó el beso, pero con más determinación.
Nayeon había dejado que su hermosa omega tomara el control del beso, pero sentirla disfrutar de su aroma había enloquecido a su corazón y a su loba.
—Cielos, eres una seductora, omega... —Susurró Nayeon, apoyando la frente contra la suya, falta de aliento mientras la oía reír tímidamente.
Jeongyeon abrió sus ojos lentamente y más se emocionó pues, no podía creer lo que veía a su alrededor.
La habitación era mucho más amplia de lo que se dejaba ver detrás de la puerta. Había una especie de pequeña piscina interna que Jeongyeon jamás hubiera imaginado dentro de una habitación de hotel, el borde estaba adornado de pétalos y coffettis rojos, y se vio atraía por la curiosidad. Caminó en su dirección lenta y pasiva, probó de la temperatura del agua con los dedos y se estremeció por lo templada qué estaba.
Jeongyeon rió, claramente apenada, así como halagada por esa insistente necesidad de esa alfa de cortejarla en todo momento. Esta vez, llevándola a ese maravilloso lugar que tenía una larga mesa en lo que parecía ser un comedor y en este colgaba una lámpara de cristal que, estaba segura, creaba reflejos de colores en toda la habitación cuando le daba el sol, pero eso no fue lo mejor, sino la increíble vista que le regalaban los ventanales de punta a punta que daba a un increíble balcón y por donde se podía ver la centella de las luces de la torre de Seúl.
No, Jeongyeon jamás había tenido una vista tan hermosa en su vida y estaba segura de que jamás se acostumbraría a ello.
Luego de haberse declarado aquella primera vez, Im Nayeon no había perdido oportunidad para cortejar a Jeongyeon y había pasado las últimas semanas llenando a la pelicorta de detalles y obsequios, también se había valido de todas las opciones más trilladas y de las que no tanto, para poder alcanzar la aprobación de esa mujer, porque ella sabía que su omega era toda suya desde el primer roce de labios con el que sus almas se reconocieron intensamente, pero Nayeon quería a la mujer, quería a Jeongyeon en cuerpo y mente, quería todo de ella.
—Es precioso...
La emoción en esos lindos ojos almendrados, esos sonrientes labios enmarcados, ese cálido aroma dulce de cupackes de arándanos y el calor de sus mejillas rosadas eran su mayor recompensa. Para Nayeon era claro que lo único que faltaba era que ella se convenciera.
Si tan solo supiera que Jeongyeon no necesitaba un solo detalle, ni una sola palabra más para desear pasar toda su vida a su lado.
La omega tomó una de las rosas amarillas que se unían a muchas de ellas en un amplio ramo sobre la cama junto a otro más de los interminables regalos de Nayeon, siendo perseguida por la atenta mirada de la alfa.
—Has sido tan buena, tan comprensiva, tan paciente, alfa... —Musitó Jeongyeon dejando una delicada caricia sobre las bellas rosas frescas, tantas como le habían obsequiado jamás, para dirigir la que tenía en sus manos contra su nariz, dando una sensual y sutil caricia a sus suaves labios con los delicados pétalos, mientras se dejaba atraer con el aroma.
—Tu lo mereces todo, amor... —Musitó la castaña, emocionada de admirar esos hermosos ojos ilusionados, tan llenitos de algo que no podía descifrar, pero que le encantaba de ver en ellos.
—¿Y tu? —Preguntó con sus ojos sobre ella. Los suaves pétalos acariciando esos dulces labios rojos de un modo que podía ser tan sutil como lascivo para la castaña, quien se obligó a contestar.
—¿Yo... qué? —Por un instante se sintió observada microscopicamente por esa omega.
—Tu tambien lo mereces todo... y yo no tengo nada para obsequiarte, soy una omega desempleada, no tengo hogar, no tengo... nada para dar. —Lamentó cuando su mirada huyó de ella, apenada y la loba de Nayeon gruñó contra su pecho ante el rápido cambio de semblante de su hermosa mujer.
—En realidad, si tienes algo que quiero y que solo tu puedes darme, omega...
Jeongyeon la miró con atención inmediata, y Nayeon estuvo casi segura de que, lo que le pidiera, ella se lo daría con todo gusto.
—¿Y... qué es? —La inocencia en su pregunta hizo sonreír a la alfa, quién podía imaginar que Jeongyeon pensaba que le pediría algún objeto material y diablos, eso solo le demostraba más a la alfa que ella era una dulzura de mujer, su abuela tenía muchísima razón en eso.
—Simplemente te quiero a ti, Jeongyeon.
El silencio ocupó la habitación mientras se hallaron en sus miradas una vez más. Jeongyeon analizó la mano que la alfa extendía en su dirección, en esa silenciosa invitación y Nayeon no pudo evitar sonreír, al verla responder a su llamado, encimando su mano sobre la suya.
Jeongyeon correspondió a su invitació, sin excusas, ni peros de por medio, ella solo caminó en su dirección, haciendo que la loba de Nayeon aullara de emoción.
—¿Eso es suficiente? —Susurró Jeongyeon, dejándose rodear por sus brazos y tomar por las grandes manos de Nayeon, quienes no tardando en darle suaves caricias sobre las mejillas.
—Eres más que suficiente para mi... solo tu y Tzuyu. —Agregó la alfa, haciendo sonreír los ojos húmedos de la omega, quien se tomó de su manos y no tardó en abrazarse a ella con fuerza.
—Diablos, eres tan persistente...
—Y tu tan obstinada...
Jeongyeon rió cuando se dejó acariciar por esas delicadas manos, antes de responder al llamado de sus ojos oscuros y una vez más, se dejó llevar por los deseos de su corazón.
Nayeon acariciaba su mejillas con reverencia, luego suavemente se deslizó por el largo de su cuello, cuando se empezaron a besar con gran entusiasmo. Sus manos parecían cobrar vida propia cuando tenía contacto con el cuerpo de su omega y pronto la tenía tan cerca, que podía sentirla estremecerse en su acercamiento.
—No era este tipo de invitación... —Susurró la alfa, jadeante, mientras Jeongyeon la hacía tomar asiento sobre el borde de la cama y tomaba un lugar sobre sus piernas.
—Pero nadie dijo que no puede serlo... —Musitó con la voz ronca, haciendo jadear a la alfa.
—En verdad no pretendía...
—Tu no, pero tu loba sí. —Murmuró la omega respirando del fuerte y embriagante aroma de la alfa, tan alterado como el suyo —No puedes negarlo...
—No lo haré —Musitó Nayeon, haciendo sonreír a la omega, quien se dejó acariciar por esas amables y cálidas manos que comenzaron a recorrerla, mientras la presionaba contra su boca.
—Di que lo quieres y te lo daré todo... Dilo para mi, amor —Musitó junto a su mejilla y Jeongyeon gimió contra cuello, haciendo que los colmillos de la alfa salten ante el insoportable deseo de marcarla.
Diablos, iba a ser una larga, larga noche.
—Te quiero, Nayeon...
—Oh Luna, y yo a ti omega, no sabes, no imaginas cuanto... —Su voz se oyó ronca y agonizante cuando se lo dijo.
—Sí quiero...
—¿Qué es lo que sí quieres? —Se burló Nayeon, haciéndola gruñir en su queja.
—Tu lo sabes...
—Yo no sé absolutamente nada omega... —Sonrió Nayeon, dejando suaves besos sobre su cuello —Dímelo, quiero oírte, quiero estar segura de lo que deseas... dímelo amor... —Musitó la castaña, mordisqueando su mandíbula.
—Te quiero a ti, en mi... toda la noche.
Nayeon pudo oír el aullido de su loba excitada, del constante golpeteo de su corazón contra su pecho. Diablos, aún no era del todo directa pero ella sabía muy bien lo que deseaba e iba a dárselo hasta saciarse.
—Lo que tu digas, amor... —Murmuró Nayeon regresando a la búsqueda amable de su boca, que en pocos segundos se volvía ardiente y sofocante entre las dos.
El gemido que escapó de los labios de la omega, enloqueció a la castaña, dispuesta a buscar más de ellos y, sin más demora, comenzó a desprenderla de todo lo que la apartaba del encuentro con esa deliciosa piel.
Suavemente Nayeon empezó a quitarle la blusa, mientras que Jeongyeon le desprendía poco a poco las prendas superiores que la vestían también, ninguna parecía conforme con la distancia en la que la tenían sus ropas. Inmediatamente después Nayeon, le sacó los jeans y pronto estaban solo en lencería, besándose como si se pertenecieran desde siempre y querían demostrárselo la una a la otra hasta que las encontrara la mañana.
Nayeon le sacó el corpiño y bajó hasta sus pechos para comenzar a besarlos, sin prisa y sin temor a interrupciones, esta vez, recorriendo la redondez de su forma y la rigidez de sus pezones sensibles.
Jeongyeon no podía más, el placer que su alfa ocasionaba en ella no tenía igual. Cuando pensó que no podía ser mejor, la alfa susurró contra su piel cada deseo, cada fantasía que deseaba cumplir sobre su piel, haciendo que sus bragas se mojaran como nunca y cuando ella las encontró, no tardó en hacerla gemir hasta la liberación con su boca y sus dedos largos que la acariciaron con una suavidad que la dejó jadeante y tan caliente como nunca antes.
—Estás tan húmeda para mi, amor... —Jadeó Nayeon y en cuestión de segundos se deshizo de las últimas prendas para unirse a su cuerpo, desnuda —¿Estás segura, verdad? —Preguntó la castaña una vez más y su loba aulló ante su duda.
—Por favor, hazlo —Musitó Jeongyeon y ese maltratado labio inferior la invitaba a tomarlo y maltratarlo un poco más.
Nayeon se dejó llevar por esa necesidad y absorvió, lamió y chupó su relleno labio inferior, mientras con mucho cuidado entraba en el delicado cuerpo de la omega que amaba. Primero empujó suavemente, hasta que intentó movimientos suaves, a los cuales Jeongyeon respondía con jadeos y quejidos siseantes.
—Lo siento, puedo detenerme si quieres... —Jadeó Nayeon, notando que no podía moverse demasiado en el estrecho interior de la omega.
—Eres tan... grande... —Se quejó Jeongyeon, intentando acomodar su cuerpo.
Diablos, una de las pocas veces que había podido alvergar un pene en su interior, este la dejó embarazada, lo siguiente fueron malos ratos, experiencias nulas y pocos recuerdos, pero con Nayeon, aunque ella no había tenido dificultar para tomarla, parecía ser bastante difícil que consiguiera moverse ahí dentro y comenzaba a preocuparse.
—Diablos, estás tan estrecha que siento que me voy a correr pronto, amor, necesito un momento —Jadeó Nayeon, con los ojos muy cerrados, mientras se sostenía sobre sus brazos para no dejar todo su peso sobre Jeongyeon.
—¿Te duele mucho? No quiero hacerte daño... —Musitó Jeongyeon notando que era incapaz de detener los espasmos de sus paredes internas.
Nayeon sonrió cuando se halló con su tierna mirada preocupada.
—Jeongyeon, tienes todo mi pene dentro de ti, ¿y crees que tu me harías el daño? Siquiera me he podido mover, cariño, quien tiene terror de hacerte daño aquí, soy yo... —Sonrió apenada, contagiando a la preciosa omega debajo de ella.
—Tu jamás podrías hacerme daño, alfa... —Murmuró Jeongyeon, haciendo sonreír los tiernos ojos de la castaña, quien no tardó en buscar sus labios para tomarlos en un beso suave.
Pero como todos sus besos, fue ganando intensidad hasta que la lengua de Nayeon la exploraba de modo tal que le acariciaba el paladar y Jeongyeon gemía contra su boca, aprisionádola en su interior deliciosamente.
—Puedes moverte... —La voz jadeante de la omega la regresó de entre sus pensamientos de autocontrol.
Nayeon tomó sus muslos para que sus largas piernas rodearan su cadera y Jeongyeon gimió alto al sentir la profundidad qué ganaba la alfa, además de que su pubis acariciaba su clítoris amablemente.
—D-de acuerdo, esto cada vez se siente mejor. Amor, dime si lo que hago no te gusta ¿Está bien? —Musitó Nayeon, clavando sus manos una contra su cadera y la otra contra uno de sus jugosos muslos. Debía anotar que entre todas las cosas que deseaba hacerle, debía recorrer esas piernas con su boca hasta hacerla mojarse mucho.
—Oh, tu estás... muy dentro... —Jadeó la pelicorta con esa sensual voz jadeante, enloqueciendo a la alfa.
—Todo de mi está en ti, ¿estás lista, amor? —Murmuró la pregunta y la omega asintió dandole permiso.
Nayeon tragó cuando el interior de Jeongyeon volvió a apretarla, y gimió alto dando las primeras estocadas, pues la omega comenzó a retorcerse contra su cuerpo, deseosa. La alfa despegó las menos de dónde las tenía cuando las estocadas se volvieron más rítmicas y la exploró con más decisión. Sus grandes manos se cerraron en torno a sus pechos cuando la oyó perder la respiración.
—Oh mi... sí, hazlo más de prisa... —Habló la omega y Nayeon sonrió, dispuesta seguir sus órdenes.
Poco tardaron los gemidos de la omega en llenar la habitación, haciéndole saber cuanto lo disfrutaba y el placer que le estaba ocasionando con ese encuentro.
Los movimientos firmes y apasionados, los apretones, las caricias, los besos y esas dulces promesas que acompañaban sus mimos. Nayeon estuvo pendiente de cada detalle, quería que Jeongyeon disfrutara en todo momento y que estuviera completamente segura de sus sentimientos y del amor que sentía por ella, que le pertenecía completamente.
Así estuvieron toda la noche hasta que quedaron rendidas, la alfa sobre su pecho, abrazándola contra su cuerpo, dejándole en claro que jamás la dejaría ir.
Y era un hecho, Jeongyeon ya no deseaba irse de Nayeon.
Despertó temprano y para su sorpresa pudo ver el amanecer por los grandes ventanales de la habitación. Jeongyeon no lo supo entonces, pero olvidaron cerrar las cortinas y la vista era magnífica.
Cuando el espectaculo dejó de llenar sus ojos, notó que Nayeon dormía muy desparramada en el lugar de junto cuando se detuvo un tiempo a observarla. No podía creer nada de lo que estaba pasando entre las dos, pero era una bella realidad y estaba muy feliz de que Nayeon la hubiera arrastrado hasta allí. Sabía que su alfa siempre la cuidó en todo momento, y que la amaba, de eso no cabían más dudas, así como lo sentía en su corazón. Diablos, como amaba a Nayeon, más de lo que podía expresar.
La omega se colocó el suéter de la alfa que dormía en la cama, se puso los pantalones del pijama y enfrentó la fresca mañana en el balcón de la suite, admirando un instante el lindo paisaje que tenía frente a sus ojos. Los pájaros cantando, el cielo despejado, la brisa fresca coloreaba sus mejillas y el sol hacía sonreír a sus ojos.
Comenzaba a sentir que le encantaba ese lugar y que sin duda, sería inolvidable para ella. Ese pensamiento le recordó que había llegado el momento de ser completamente honesta con su alfa, sabía que debía revelarle toda la verdad que tenía muy calada en su interior.
Nayeon no halló a Jeongyeon cuando despertó y eso la hizo gruñir, disconforme.
Rápidamente, se puso lo primero que encontró y cruzó los cristales abiertos hacia el balcón, al percibir el fresco que ingresaba del ventanal abierto y allí la vio. Su corto cabello oscuro bailaba con el viento y no demoró en acercarse por detrás, abrazándola y dándole un beso por el cuello, subiendo para atrapar con sus labios el lóbulo de su oreja, lo que la hizo reír tiernamente.
—Buen día, mi amor ¿Dormiste bien? —Se preocupó de inmediato la alfa.
—Buen día alfa, increíblemente bien y mejor aún, amaneciendo entre tus brazos.
—Que bella eres cuando dices lo que sientes, omega… —Murmuró sobre sus labios, antes de tomarla en un nuevo beso que duró unos largos segundos. —Pero nunca más hermosa que cuando te tuve desnuda contra mi cuerpo como anche…
—O-oye, tengo algo que decirte. —La detuvo Jeongyeon, avergonzada por las palabras directas de la castaña, quien rió al notar su tierno rubor.
—Y dime, ¿qué puede ser más importante para detenerme? Dilo, antes de que te lleve dentro y te coma a besos otra vez... —Musitó Nayeon contra su cuello, haciéndola reír bajito.
—E-es que prometimos ser honestas la una con la otra, ¿no fue así, alfa?
Pero Jeongyeon sabía que no había sido totalmente honesta. No estaba segura si las cosas cambiarían entre ellas cuando Nayeon supiera la verdad, pero estaba segura de que no podría avanzar con ella sin liberar su conciencia.
Lentamente la alfa se separó de ella, para atender sus palabras pues, parecía hablar muy en serio sobre aquello de ser honestas.
—De acuerdo. —Aceptó la castaña con la seriedad suficiente, para que Jeongyeon supiera que tenía toda su atención.
—Espera aquí, hay algo que necesito mostrarte.
La omega ingresó en la habitación, buscó con prisa entre sus pertenencias y sacó de su maleta la carta que Tzuyu había puesto allí. “Esto es para ti, mamá. Buena suerte”, había dicho esa pequeña traviesa.
Sí, tal vez Tzuyu adivinaba su gran secreto, y aunque la verdad arruinara todo con la alfa de sus sueños, estaba segura de que aún contaba con el amor de su cachorra y eso le dió un poco más de valentía. El hecho de que Tzuyu hubiera metido la carta en la maleta, sugería que pensaba que también Nayeon la aceptaría, pero eso estaba por verse dentro de un minuto cuando se enfrentara con la verdad.
Cuando volvió al balcón, la alfa esperaba pacientemente, admirando la vista que les regalaba el alto balcón.
—¿Qué pasa, amor? ¿Te hice algún daño anoche? ¿Quieres que hablemos sobre lo que sucedió? —Preguntó la alfa al sentirla llegar, preocupada y ansiosa ante la incertidumbre de lo que le quería confesar su omega.
—Todo anoche fue perfecto Nayeon. No se trata sobre eso, mas bien se trata de la promesa que nos hicimos de ser honestas. La verdad es que yo no lo he sido del todo y necesito compartirlo contigo para poder seguir adelante con nuestros... sentimientos. —dijo frente a aquella alfa, con el sobre en la mano.
—Demonios, me pone demasiado tensa qué estés tan seria omega, ¿A qué te refieres con que no has sido honesta? —Preguntó entonces la alfa, ansiosa por cortar la tensión de su omega.
—Hay un par de cosas que debemos cambiar en el formulario que completamos para la agencia de tu abuela, datos importantes que omití contarte…
Más tensa, Nayeon intentó sonreír aunque por mas que lo que pudiera ocultar, lo que más le preocupaba era la inminente seriedad de su cálida y tierna omega.
Lo que fuera, parecía ser muy importante para ella y aquello la llenaba de ansias, ansias por conocerlo absolutamente todo sobre ella.
Hola buenas noches, regresé tarde la verdad que era para ayer, pero necesitaba que estuviera perfecto para ti.
Espero te haya gustado, sabes que procuro atender todos los detalles de estas escenas, una vez más me hace feliz que estés aquí, te amito, cuídate♡
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