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🌼Capítulo 10

Experimento "Una Alfa para Mamá"
Informe sobre el desarrollo de los acontecimientos:

Todo ha sucedido como estaba programado. Bueno, tal vez un poco más lento de lo esperado después del celo de mamá, pero por supuesto albergo grandes esperanzas. Unos cuantos experimentos más y entonces mamá y Nayeon unnie estarán casadas y felices por el resto de sus días.

Nota Adjunta: El experimento 7 no ha terminado aún. Pero se nos acaba el tiempo.

Experimento 8: Se escribe esto antes de lo previsto.

Objetivo: Mamá necesita contarle todo a Nayeon unnie.

No creo que unnie sepa que mi mamá guarda un secreto que siquiera a mí me ha querido contar. No es que tenga que hacerlo, aunque ya hace tiempo que lo sospechaba. Creo que mamá tiene miedo de contárselo a quien sea, miedo a que quizás por su causa, unnie deje de quererla.

Procedimiento:
Sin que me descubra, meter en su maleta la carta que le llegó esta mañana.

De pie en el porche, Nayeon contemplaba su propiedad con intensa satisfacción. Las pasadas dos semanas y media habían sido las más interesantes, frustrantes y placenteras que jamás había experimentado en toda su vida.

Después del inevitable acercamiento en su frágil celo, Nayeon pudo lograr que la omega tome unos supresores y la contuvo a línea de ellos lo que restó del tiempo, cuidando a la omega de las altas temperaturas y los cólicos, mientras superaba el estado.

Jeongyeon no había podido verla a los ojos desde entonces, había estado algo monosílaba y, a pesar de que Nayeon no había comentado absolutamente al respecto, no podía evitar reconocer que la alfa había sido completamente cuidadosa en todas las decisiones que tomó esa noche.

Nayeon se había acostumbrado tan de prisa a la presencia de Jeongyeon en su casa y, como nunca lo hubiera imaginado, disfrutaba de la compañía de Tzuyu, de su naturaleza inquisitiva, de su alegría espontánea, del tiempo que compartían juntas agradablemente. El espíritu de Nayeon rebosaba de gozo, cuando Jeongyeon llegó con una taza de té.

—Hace frío. Pensé que te apetecería beber algo caliente —Interrumpió sus pensamientos al tiempo que le tendía la taza. Su mirada lejana hizo sonreír a la alfa.

—Gracias, pero no te dejes engañar por el tiempo. Por la tarde lucirá un sol esplendoroso. —Agradeció la alfa, tomando la taza con una mano y acercando la otra a su mentón. —¿Puedes verme a los ojos siquiera? Ya pasaron más de dos semanas, Jeongyeon-ah...

—Ya hemos hablado sobre esto. —Se intentó apartar la alta, con incomodidad.

—Y en todas las oportunidades te comprometiste a dejarlo pasar, omega... —Reprochó Nayeon, sin abandonar el agarre.

—Es que no es tan sencillo de olvidar, quizás hayas tenido contacto con mi omega, pero todo lo que sucedió esa noche está dentro de mi mente. —Murmuró apenada haciendo sonreír a Nayeon.

—Lo sé, pero no hicimos nada malo, ya deja de perturbarte con esos recuerdos, y mejor dime: ¿Te casarás conmigo? —Suplicó como cada día, de ese modo suave e inesperado que terminaba por descolocar a la omega.

—Nayeon... —Se quejó la omega, presionando los labios ante la impresionante emoción que la invadía cada vez que la oía declararse.

Porque la alfa había cumplido con su palabra y cada día le había hecho esa pregunta en la primera oportunidad que tenía, y con cada una de ellas, siempre había algo (o alguien) que evitaba que diera su respuesta.

—No te resistas amor, dilo para mi y daré lo mejor de mi para que seas la omega más feliz de esta jodida existencia...

Lágrimas. Saladas y cargadas lágrimas escaparon de sus ojos rasgados esta vez, y Nayeon se sintió inmediatamente culpable de haberlas provocado. ¿Se habría sobrepasado una vez más con sus ocurrencias?

—Lo siento... —Sollozó Jeongyeon, más apenada.

—Se que hoy tampoco estas segura de dar el sí, pero tengo fe de que uno de estos días vas a despertar convencida de que somos la una para la otra omega, y créeme que no es una suposición abdurda o un capricho...

—Nayeon, yo quiero...

La alfa posó un suave beso sobre sus labios, uno corto y pequeño que tuvo colo cometido detener las palabras indecisas dentro de su boca.

—Hoy fue un no, piénsalo para mañana ¿de acuerdo? Piénsalo muy bien y no te preocupes por mi, porque yo esperaré por ti toda la vida si así fuera necesario, omega. —Musitó con aquella sonrisa atractiva, haciendo a la omega sonreír con esa confianza que la alfa irradiaba de sí misma.

—Gracias.

—No te permito que me des las gracias por un par de palabras. ¡Ah! y no te olvides de nuestra cita especial por las fiestas de fin de año en la ciudad, de la próxima semana. Partiremos viernes, después del almuerzo y nos quedaremos un par de noches.

—Lo había olvidado —Admitió la omega —¿Pero, es realmente necesario? ¿Por qué no nos quedamos aquí en lugar de ir a un hotel?

—Por la sencilla razón de que aquí todo el mundo nos vigila. Allí disfrutaremos de intimidad y yo no tendré que estar todo el día preocupada de la próxima treta que esa mocosa nos vaya a jugar. Ríndete, Jeongyeon. Tzuyu compró el programa especial de las fiestas fin de año y está consiguiendo lo que quería. Por otra parte, la reserva ya está hecha y Hyobum aceptó cuidar de ella mientras estemos fuera. No puedes escapar.

La omega frunció el entrecejo, como para advertirle que aún no se había agotado el tema.

—No lo sé, Nayeon. Creo que deberíamos hablar sobre esto, no creo que... —se detuvo bruscamente al tiempo que con una mano se protegía los ojos del sol incipiente de la mañana y fijaba la vista en un punto —Hablando de Tzuyu, ¿qué está haciendo?

Nayeon fijó la vista en la jovencita pues, sin lugar a dudas no hacía nada bueno.

Tzuyu estaba muy ocupada pasando algo de una mano a otra mientras paseaba por el patio. Tan absorta se encontraba con aquello, que no había advertido aún la presencia de su madre y de Nayeon. Se detuvo bajo una zona iluminada por el sol y la castaña tuvo una fugaz visión de algo amarillo y rojo que oscilaba entre las manos de la cachorra, y en un segundo saltó sobre la baranda del porche y se precipitó hacia Tzuyu, mientras intentaba calmarse para no asustarla.

—Oye, Tzuyu-yah, vaya es... una serpiente muy bonita —Habló Nayeon a la chica, inetentando mantener la calma.

Tzuyu alzó la vista sobresaltada, con una expresión culpable.

—¡Yo la encontré! —Respondió al tiempo que intentaba esconder el reptil detrás de la espalda.

—¡No hagas eso! —Exclamó la alfa en un tono más potente de lo que hubiera querido —Tzuyu, escúchame por favor. Quiero que dejes a la serpiente en el suelo en el acto. Hazlo suavemente y muy despacio.

—Si solo es una de las que se conocen como “nariziarga” —Se quejó cambiándola de una mano a la otra —La encontré tomando el sol. ¿Sabías unnie que este tipo de serpientes...?

—Chica primero déjala en el suelo y luego me lo cuentas todo, ¿de acuerdo? —La interrumpió la alfa alterada, al borde de la desesperación.

En ese momento Jeongyeon se unió a ellas, pero al ver al animal dio un salto hacia atrás de Nayeon.

—¿Por qué la recogiste, Tzuyu? ¡Suéltala te puede hacer daño! —Se sobresaltó la omega, aunque incapaz de acercarse —¡Sabes que odio a esos animales!

—Este tipo de reptil es muy interesante, mamá. Quería estudiarlo primero antes de soltarlo.

Nayeon echó una mirada a la valla y vio a unos cuantos hombres pendientes de lo que sucedía. Si no era capaz de convencer a la cachorra, las cosas se pondrían muy feas.

—Tzuyu, escúchame atentamente —Advirtió Nayeon con la voz muy suave en parte para no sobresaltar a la chica y en parte para que su madre no oyera —Si no sueltas esa serpiente ahora mismo, voy a contarle a tu madre muchas cosas acerca de coches, calibradores y de patronas que echan a sus inquilinos.

Fue como un milagro, de inmediato Tzuyu soltó la serpiente y al instante, el empleado que estaba más próximo le disparó varios tiros con una escopeta al reptil.

Apresuradamente Nayeon se llevó a Tzuyu y a Jeongyeon lejos de la cruel masacre. Se detuvieron ya más cerca del porche.

—¡Pe-pero unnie! ¿Si has visto lo que hizo? ¿Por qué no se lo impediste? —Preguntó la cachorra, completamente indignada con la escena.

—Porque no era un nariziarga, chica, era una coral. —Gruñó Nayeon en su dirección y Tzuyu se detuvo, completamente pálida como una hoja de papel.

—¿U-una coral? Yo pensé que esas eran serpientes nocturnas. —Tragó la pequeña alfa, viendo en dirección de donde había hallado al reptil.

—¿Son venenosas, verdad? —Preguntó Jeongyeon, muy inquieta.

Tzuyu asintió vigorosamente.

—Vaya, si me hubiera mordido…

—Bueno, ya pasó todo. —La interrumpió, Nayeon rascándose la sien en señal de que recargaba su paciencia —Amor, por favor ¿Me puedes traer otro té? Creo que desparramé el mío —Musitó la alfa en tono casual, por supuesto que para quedarse a solas con Tzuyu.

—Mhm, te lo mereces. —Señaló a su hija a sabiendas de que la alfa intentaba reprenderla, todavía preocupada por las actitudes de esa niña.

Cuando Jeongyeon se hubo alejado, Nayeon se volvió a Tzuyu cual exorcista.

—¿Esta era otra de tus trampas, verdad mocosa? —Gruñó la mayor, apoyando las mando sobre su cadera.

—Lo siento, unnie. Yo no quería asustarlas. —Musitó Tzuyu tomándose las manos al frente, cabizbaja cual inocente.

—¡Pero lo hiciste! Por la madre Luna, niña, si algo te hubiera pasado, ¿Entiendes que tu madre habría enloquecido si algo te sucedía? Debes dominar un poco mejor tu falta de prudencia, demonios... —Exhaló Nayeon, analizando todas las acciones de esa pequeña mocosa.

—Tienes razón —Murmuró la cachorra, vacilante —Mi madre se habría afligido mucho, pero a ese alfa no le habría importado nada, ¿porque te preocuparías tu? —Preguntó de pronto. El tinte de melancolía en su voz hizo que el corazón de Nayeon diera un vuelco.

—¿A qué viene ese comentario ahora, huh? —Exhaló una vez más, intentando no dejarse llevar por su impaciencia.

—Él... no me quería mucho. Por eso se separó de mi mamá. Todo fue por culpa mía y se que tu lo ves de ese modo también. —Suscitó la pequeña alfa, apenada por la situación que enfrentó con su padre cuando apenas tenía cinco años.

—No deberías suponer sobre lo que yo pienso porque no puedes adivinarlo, ¿De acuerdo? Mejor explícame ¿Por qué estas tan segura de que eres responsable de la separación de tus padres? —Preguntó la alfa en tono confidencial.

Tzuyu pateó una piedrecilla del suelo, ante la duda de si confiarle lo que sabía a esa alfa.

—Lo oí. Fue el día que mamá llegó con los resultados del trimestre escolar. Obtuve muy buenas calificaciones, demasiado buenas, alarmantemente buenas. El informe concluía que mi inteligencia era superior a la de una niña de cinco años. Entonces yo tenía esa edad y muy buena memoria, lo recuerdo todo. Recuerdo muy bien lo que ese alfa comentó... ¿Te acuerdas que una vez te dije que soy muy inteligente? —Presumió una vez más, pero esta vez su voz no se oía orgullosa al respecto.

Nayeon deseó que ella se sintiera orgullosa de quien era y de sus increíbles habilidades para siempre, sin importar que.

—Si, lo recuerdo muy bien.

—¿Y eso no te molesta? ¿Ni siquiera un poquito? —Preguntó Tzuyu con extrema ansiedad.

—Ya te lo dije Tzuyu, y hablaba en serio, ese es uno de tus aspectos que más me gusta. —Agradeció Nayeon de poder comentar lo que pensaba con honestidad.

—¿De veras? —Susurró la pregunta para asegurarse de su respuesta.

—Tzuyu, puedes estar segura de que no te mentiría nunca y menos con una cosa como esas. —Confirmó, mirándola directamente a las ojos.

Pero la jovencita se mantuvo en un obcecado silencio.

—Mira Tzuyu, no se puede mantener guardado tanto tiempo sentimientos que la corroen o dañan a una, los has guardado dentro de tu pecho durante ocho largos años. ¿Por qué no lo sacamos al aire y lo ventilamos entre las dos? ¿Qué pasó el día que tu madre llegó a casa con las notas escolares? —Pregunta Nayeon a Tzuyu, invitándola a que continúe con su relato.

—Bueno, tampoco fue para tanto —Comentó con fingida jovialidad —Mamá preparó una fiesta. Sacó dinero de alguna parte y compró globos, preparó un pastel y decoró la sala de estar, cosas así. Quizás sabía que los demás en la clase me iban a tratar de otro modo cuando supieran que era superdotada, y esa era su manera de hacerme sentir bien conmigo misma —Continuó la pequeña alfa, mientras hacía una pausa mirando hacia el horizonte en lo que se armaba de valor —Cuando ese alfa, llegó a casa, yo estaba en mi habitación vistiéndome para la fiesta. Mamá le comentó detalladamente el informe y lo inteligente que yo era y él dijo... él dijo…

—Me imagino que a tu madre no le gustó nada de lo que dijo —La ayudó Nayeon, comprensiva.

Tzuyu apretó la mandíbula con tanta fuerza que milagrosamente no se rompió los dientes, indignada de recordar la reacción de su propio padre.

—Dijo que yo era anormal, un ejemplar raro, y que nunca le había gustado mi forma de ser. —Espetó con la expresión repleta de desprecio, removiendo los sentimientos de la alfa.

—Oh, Tzuyu…

—Entonces fue cuando mamá le dijo que se marchara y no volviera jamás, que haría bien en largarse con esa estúpida de Irene, y agregó que con el poco cerebro que ambos tenían bien podían andar juntos por la vida. Esas fuera exactamente sus palabras. —Recordó la menor con esa libertad que solo te brinda el despejarte del pasado.

Mientras se inclinaba hasta quedar a la altura de Tzuyu, Nayeon sintió un fiero deseo de haber estado allí y felicitar a Jeongyeon por su coraje.

—Fue una suerte que hubieras heredado la inteligencia por parte de tu madre. De lo contrario habrías sido tonta como una piedra y con disculpas de no ofender a las piedras. Mira Tzuyu, —Prosiguió la alfa, eligiendo las palabras con sumo cuidado —El mundo está poblado por gente de toda clase. A algunas personas no les gusta aquello que sienten como diverso, entonces se asustan y huyen. No debes permitir que la opinión de esas personas influya en la opinión que tienes de ti misma, no dejes que una observación mezquina haga mella en tu interior, no vale la pena, cariño. Somos el resultado de lo que hacemos con nosotras mismas, y no de lo que otros piensan sobre nosotras, ¿si entiendes?

—Entonces, ¿Para ti está bien que yo sea lista? ¿Eso no hará que me abandones alguna vez? —Preguntó y sus lindos labios hicieron ese mohín qué le había visto hacer a su madre tantas veces, haciéndo a la mayor sonreír.

—De ninguna manera, cachorra. Tu madre nunca tendrá que echarme por tu causa. ¿Y sabes por qué?

—No exactamente.

Nayeon puso sus grandes manos en los delgados hombros de la muchachita.

—Porque te quiero tanto como querría a mi propio hija y estoy muy orgullosa de ti, chica, orgullosa y honrada de tenerte como amiga.

Turbada, con la barbilla temblorosa, Tzuyu asintió con la cabeza.

—De acuerdo. Eso está bien —Aprobó, al tiempo que alzaba los ojos tímidamente hacia Nayeon —¿No me vas a abrazar o algo así?

—Claro que sí, si eso es lo que tú quieres. —Nayeon sonrió.

—Bien, pero un abrazo rápido, y luego me das unos golpes en la espalda por si acaso alguien nos mira. Porque así se verá como cosas de alfas y no como cosa de una cachorra pequeña que necesita que la abracen, ¿Comprendes?

Nayeon rodeó su delgado cuerpo con sus brazos y la abrazó estrechamente, ocultando su emoción. Al instante que se hizo el acercamiento, la alfa pudo sentir como ella respiraba de su aroma y se relajaba contra su agarre. ¿Cómo podía ser tan tierna y tan caótica a la vez? Desde el primer instante la alfa supo que esa niña sería el verdadero desafío, y para fortuna de Tzuyu, Im Nayeon adoraba los desafíos.

Su impregnante aroma a café y bourbon llenó a la pequeña alfa de certezas, más que de tontas ilusiones y se dejó arropar por su calidez como si fuera lo más natural del mundo. Nayeon respiró del aroma que desprendía de su pelo y apoyó su mejilla contra su cabeza, dándole unas suaves palmaditas en la espalda.

Con los ojos llenos de lágrimas Jeongyeon se apartó del porche rogando para que ellas no advirtieran su presencia allí, pues sigilosamente había escuchado toda la conversación entre la alfa y su cachorra, como lo hacía cada vez que Nayeon insistía en reprender a Tzuyu.

Así que aquel día su pequeña había oído las horribles e imperdonables palabras de Hansol. Durante ocho años las había guardado celosamente en su interior, y la herida producida había terminado por infectarse hasta que Nayeon apareció para abrirle las puertas de su casa en donde se permitió sanar cada una de ellas, amándose para seguir con la batalla.

Le había dado todo a su hija, menos el amor y la aceptación de su padre, de ese alfa que ella añoraba mas de lo que le hubiera comentado jamás. Durante todo ese tiempo había evitado cualquier clase de compromiso afectivo, a pesar de que era el afecto lo que ella y su niña más necesitaban.

Se había resistido porque temía que le hicieran daño, porque temía volver a confiar, temía a las mentiras y a las medias verdades que suelen acompañar la muerte del amor y de un lazo. También sentía temor al abandono, era muy duro volver a empezar a recomponer los trozos de una vida rota.

"Nayeon no es Hansol", pensó de pronto. Jeongyeon se cubrió la cara con las manos. No, no lo era. Era una alfa que sin buscar absolutamente nada a cambio, les había ofrecido comprensión y aceptación desde el primer momento. La había acompañado a ella y a su cachorra, intentando hacerlas felices y continuaba en ello, porque para ella el amor no era la aventura de una noche.

Y la gran pregunta le llegó a sus pensamientos pero sobre todo le llegó al corazón. ¿Qué iba a hacer a partir de ese momento?

Hola Tu, estoy enamorada de esta Nayeon ¿tu también? No imaginas cuanto más la amaremos en los próximos capítulos Ü

Aprovecho para decir que faltan pocos capítulos para el final, asíque me voy a apresurar para terminarla de una vez, mientras ten buenas noches, cuídate y recuerda que tqm♡

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