-𝟎𝟎𝟓: 𝓡𝓮𝓭 𝓛𝓲𝓹𝓼 𝓪𝓷𝓭 𝓡𝓸𝓼𝔂 𝓒𝓱𝓮𝓮𝓴𝓼
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Mal, Evie, Carlos y Jay iban caminando por los puestos de la feria. El pecoso quería conseguir elementos para sus experimentos, el moreno quería una funda de espada nueva, la hija de Grimhilde quería comprar hilos y telas para sus creaciones y la pelimorada necesitaba pinceles nuevos para sus pinturas.
Las dos chicas iban con los brazos entrelazados, en el medio de sus dos amigos. Hacía un calor tremendo para no haber llegado al verano, de modo que compartían dos enormes sombrillas de tela para taparse del sol.
La gente les daba reverencias al verlos, todo debido a las dos princesas.
-Había pasado un tiempo desde la última vez que salíamos solo los cuatro- comentó Jay.
-Bueno, cada uno tiene sus responsabilidades ahora que pronto tomaremos de manera oficial nuestros puestos reales- aclaró la peliazul.
-Y también por todo el tiempo que Mal pasa saliendo con Ben - agregó Carlos.
La nombrada se detuvo en seco al oírlo.
-¿Qué? - preguntó ella.
-Oh, vamos M. Sabemos que son mejores amigos desde niños, pero hemos notado como se miran. Es demasiado obvio, al menos para nosotros, que son una pareja- contestó el hijo de Jafar.
Mal les hizo señas para que continuaran caminando, lo que menos quería era atraer a chismosos y curiosos a su conversación.
-De acuerdo, sí. Hemos estado saliendo desde hace casi dos años. Solo que no se los había dicho para protegernos.
-¿De qué? - preguntó el menor con curiosidad.
-De la corte y la gente. Saben que pocas veces aprueban que hayan relaciones de ese tipo fuera del matrimonio. Y ni hablar de todo lo que dirían si supieran que nosotros...- agitó ligeramente su cabeza, no iba a decirlo en voz alta.
Evie al estar enterada de todo captó de inmediato. Carlos y Jay lo hicieron poco después.
-Mal, es su vida privada. Nadie debe de entrometerse en eso- la calmó Jay.
-Lo sé, pero preferimos ser precavidos, cualquier cosa puede hechar para atrás nuestros planes y no queremos correr ese riesgo.
-Es tan injusto que las personas juzguen tanto sin saber. Está claro que ambos se aman- dijo Evie.
La pelimorada se encogió de hombros.
-Supongo que son las consecuencias de ser parte de la realeza.
No volvieron a hablar del tema cuando encontraron los puestos que les interesaban. Habían infiltrados y entrometidos en todas partes, y aunque Jay y Carlos tenían curiosidad por saber más de la relación de sus dos amigos, no querían dejar en evidencia a Mal.
(...)
El baile en el castillo de Appleton estaba siendo todo un éxito. La gente bebía champaña o vino y se deleitaban con la amplia variedad de dulces característicos del reino.
Ya era prácticamente la Medianoche, y como la ciudad era lejana a muchos de los otros reinos, algunos de los invitados se quedarían a dormir por petición de la Reina Blancanieves, la medio hermana de Evie.
Ben iba caminando entre las fuentes y flores del amplio jardín. Había acordado con Mal que se encontraría con ella justo a las doce. Solo que no lograba sacarse de encima a Chad, quien estaba ebrio. Doug los acompañaba solo por que quería ayudar a Ben a apartar al rubio.
-No puedo creer que Audrey me haya rechazado para bailar cinco veces en una misma noche - hipó luego de pronunciar esa frase.
Sus dos amigos trataban de no reírse de él.
-Te advertimos que ella no está interesada en ti, pero insististe- le recordó el de cabello rubio/castaño.
-Pero yo la amo- lloriqueó el príncipe.
Los otros dos rodaron los ojos.
-Es un amor no correspondido, Chad- dijo Ben.
Eso solo hizo que el chico aumentara su dramatismo. Por suerte, se toparon con Gil. Este notó lo que sucedía, así que se dispuso a distraerlo.
-No te lamentes tanto, oí que muchas princesas y jóvenes nobles estaban interesadas en bailar contigo.
Eso fue una gran declaración para Chad, porque de inmediato paró de llorar.
-¿Entonces a que estamos esperando? Volvamos rápido a la fiesta.
Y con eso, jaló a los dos chicos de regreso al salón de baile. Ben soltó una carcajada al ver como los otros dos trataban de soltarse.
Siguió su camino hasta el columpio de flores que estaba a pocos metros. Sonrió cuando se encontró a Mal sentada en él. Caminó despacio para no hacer ruido. Rodeó los hombros de ella, haciéndola soltar un brinco.
-¡Ben! - le reclamó.
Él simplemente se rió.
-¿Tienes todo listo para irnos?
Ella asintió y se levantó. Ya no tenía un elegante vestido de gala, estaba con algo más casual. Él alzó su mano y ella la entrelazó con la suya.
-Usé los pasadizos que me enseñó Evie para llegar hasta los establos. Nuestros caballos nos esperan. Así que...
Apretó la mano de Ben y comenzó a correr. Los dos se reían a carcajadas mientras que pasaban por el camino más escondido del jardín.
Al llegar al establo, se encontraron con Draco (el caballo de Mal) y Alice (la yegua de Ben), quienes se llevaban de maravilla. El castaño la ayudó a subirse en el caballo e hizo lo mismo con su yegua.
El camino al lago al que se dirigían era tranquilo y relajado. No se preocupaban por que sus padres los buscaran ya que supuestamente estaban en el castillo y volverían juntos en la mañana. Lo último no era mentira.
Alrededor de una hora después llegaron a su destino. Ben bajó primero y la ayudó a descender. Sacaron unas mantas de las cestas en sus sillas de montar y caminaron hacia la plazoleta natural que había junto al lago. Organizaron todo y se recostaron en el suelo sobre una de las mantas.
Observaron las estrellas por un rato, hasta que terminaron besándose apasionadamente. La situación había pasado de ser relajada hasta ser un ambiente más romántico y lujurioso.
Daban vueltas sobre la manta, revolviendo todo por tratar de tener el control. Ben tenía su rostro en el cuello de su amada, llenándolo de besos y marcas. Mal gruñía debajo de él, moviendo sus caderas para profundizar la sensación de placer que ambos sentían. Bastaron unos segundos más para que los dos cayeran rendidos uno junto al otro.
Mal tenía los labios rojos e hinchados, con las mejillas enrojecidas por el calor y el esfuerzo. Cuando recuperó fuerzas, rodeó el torso de Ben con sus brazos para descansar. Él acarició su cabello y besó su coronilla.
-Valió la pena escaparnos de la fiesta, eh.
Mal se rió.
-Claro que sí.
Se cubrieron con la otra manta y se quedaron dormidos luego de unos minutos. Lo que no sabían era que a la mañana siguiente algo los haría cambiar todos sus planes.
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Decidí hacerles un mini maratón de esta historia para estar al día con las actualizaciones que les debía.
Tal vez vean la siguiente parte más tarde.
¡Nos leemos pronto!
~Con amor, su escritora💕.
Publicado el 20/08/2021.
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