Capítulo 17
―Nayeon, ya puedes pasar ―la castaña dejó la revista y se paró, volteando a ver a su alfa, que le sonrió y se acercó a besar sus labios, haciendo a la omega sonreír, volviendo a besarla hasta que un carraspeo las detuvo.
La doctora se apoyó en la puerta mientras veía a la castaña suspirar, mordiendo sus labios, paseando por todo su consultorio casi bailando. Habló en un suspiro.
―Nos besamos.
―Ya lo vi, lo vi, Nayeon ―la ve sonrojarse, tararear una canción suave y bailar, de nuevo suspirando. Momo frunció su ceño, sentándose, sacando su libreta. Apuntó. ―¿Nunca te has sentido así?
Preguntó, haciendo que la sonrisa de la otra se fuera por unos leves segundos. Trago saliva antes de responder ―Si, no, digo... yo... yo no, como no podía acercarme a otras alfas... a los quince me llegó a gustar una beta pero mi tío dijo que si se enteraba que yo tenía pareja él la iba a mandar a golpear...
―Tu tío tenemos claro que no es nada agradable, pero hemos hablado de él, poco, pero de él sí, ahora quiero aterrizar la relación con tu papá, Yeonnie, porque quiero relacionar algunas cosas y ya estás más suelta, ya podemos aterrizarlo bien.
¿Su padre? ¿El mismo que la abrazaba y cinco segundos después la empujaba, rasguñando sus brazos? Nayeon acarició esa cicatriz profunda en su brazo sobre su sudadera roja, y se sentó.
―¿No podemos hablar sobre otra cosa? ¿Sobre Jeongyeon unnie?
―Ya hemos hablado mucho de Jeongyeon, Yeonnie, nunca hemos hablado de tu padre.
Dios. Relamió sus resecos labios, respiró, y llevó su mano a su nariz, suspirando. ¿Su padre? No tenía mucho qué decir. Un hombre de cuarenta y dos años que gustaba de tomar alcohol, que arreglaba computadoras y les instalaba sistemas que la gente no sabía y el fingía ser experto en ello, que gustaba de ver los partidos de béisbol con ella, pero que una hora después se encontraba llorando, solo, en su cuarto.
Nayeon rascó su cuello, carraspeando.
―No siento que era tan malo como mi tío, mi tío sabía que estaba mal, que era asqueroso el... e-el, to-to-tocar así a-a una niña de trece años, sie-siento que a mi padre más que nada, le afectó el abandono de mi mamá, porque antes era bueno, antes solía jugar conmigo, leerme cuentos, pero después de eso se alejó y no vió lo que pasaba con mi tío, quiero creer, porque si no, todos en esa familia estaban podridos.
―Lo lamento mucho ―vió como anotó en su laptop y después volvía a su libreta, viendo de forma atenta a la castaña ―Esa diferencia que dices que había con tu tío, ¿sabes diferenciar cuáles eran? Más allá del abuso.
No había hablado tan fuerte de eso desde, nunca. Nayeon llevó una mano a su rostro para limpiar una lágrima, pero la doctora Hirai le dió una caja de pañuelos, diciendo que no lo oculte más. Habló.
―Mi papá solía leerme cuentos, buscar debajo de la cama para mostrarme que no había monstruos, solía comprarme nieves los domingos, de cereza con nuez, solía jugar con mi nariz, sonreír, hasta que se fue mamá... yo lo relaciono porque siento que algo se zafó de él, no volvió a ser el mismo, o a lo mejor mostró lo que es en realidad, pero de todas formas, puede que extrañe eso.
―Extrañas los momentos con papá ―Nayeon asiente, suspirando -¿Y los de mamá? ―ahora arrugó su nariz.
―Mamá sólo jugaba conmigo en la lluvia, me hacía leche y después se iba a desmayar en el sillón como siempre. Mamá, mamá era diferente, hasta papá iba en los eventos de día de las madres porque mamá estaba tan, ida.
Una sonrisa por parte de la doctora, que hizo a Nayeon verla, y limpió sus lágrimas.
―Quiero que sepas que, estás avanzando Yeonnie, las primeras veces que venías no podías decir más que tres frases, te lograba hacer hablar cuando hablabas de Bangchan, pero ahora, sé el esfuerzo que estás haciendo para hablar sobre esto conmigo, y el esfuerzo, lo que lograrás, cuando se lo puedas contar a Jeongyeon.
¿Se lo podrá llegar a contar? Nayeon vió el rostro dormido de su alfa y vió sus labios hinchados entreabiertos, sus cejas que estaban fruncidas, su rostro no tan calmado.
Había avanzado, tanto, tanto que sintió su corazón lindo cuando la besó, sintió más que un peso profundo, sintió un alivio, un peso menos, que con ayuda y con apoyo logra quitarse, pero de todos modos Nayeon tenía miedo.
De ser la omega rota de la alfa perfecta, y ahora, que aterrizó totalmente y lo dijo en voz alta, una omega abusada desde que era niña. Nayeon se acercó más a ella, buscó sus manos debajo de la cobija y la hizo abrazarla, suspirando.
Escuchó que la respiración de Jeongyeon se agitó hasta despertar, donde la vió.
Apenas la vió, sonrió, pero ver sus ojos llorosos la hizo fruncir su ceño. Se acercó, sosteniendo su rostro, prendiendo la lámpara.
―Yeonnie, ¿Qué pasó, todo bien? ―su rostro preocupado, sus manos que limpiaron las lágrimas. La omega limpió sus lágrimas, sosteniendo las manos de su alfa. Hizo un mohín, que hizo a la otra sacar uno, volviendo a acariciar su rostro repetidas veces, Habló.
―No soñé feo, sólo quería saber, ¿Aún si te enteras que estoy más rota, tú seguirás a mi lado? ¿Te seguiré gustando?
Y no esperó que la alfa respondiera de esa forma, fuerte, segura, viéndola a los ojos.
Solo habló.
―No me importa porque ten seguro que yo estaré ahí, siempre Yeonnie, siempre trataré de darte apoyo, de tantas formas, que siempre podrás saber que siempre estaré ahí.
Nayeon se acercó a abrazarla, asintiendo, repetidas veces mientras exhalaba en su cuello.
―En ese caso, yo también trataré de ser un apoyo para ti ―y la sonrisa de su alfa, cómo la vió, Nayeon se acercó a juntar sus labios una vez más, haciéndola suspirar. Se separó para verla, sólo para sentir latir más fuerte su corazón, sentir cómo le explotaba.
Como se emocionaba, saltaba, y pedía más. Nayeon acarició el rostro de su alfa repetidas veces, sacando un sonrojo de esas suaves mejillas, comenzando a teñirse, ella misma rió, acercándose más, acurrucándose, acariciando su pantorrilla con su pie.
¿Era más que su olor? Nayeon supo que sí al momento que abrazo a Jeongyeon, sólo por sentir ese calor y esos brazos reconfortantes. Si, había caído.
Pero el sentir el latir rápido en el pecho de su alfa, era mutuo.
El mundo que le dijeron que era mejor vivir acompañada de alguien que te ame, Nayeon sonrió, suspirando. Si, era mejor.
Ella volvió a dormir, lista para tener cualquier sueño lindo.
Y se preguntó, ¿eso es amor?
Puede que sí, y no le molestaba.
¡Hola tu, buen domingo!
Discúlpame por no haber aparecido ayer, más tarde te publico otro como recompensa♡
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