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Capítulo 14

















El embarazo de Beatrice cruzaba su cuarto mes, su vientre había comenzó a crecer y aquello le encantaba a Abel, siempre estaba acariciando su barriga o besándola.

—Al fin despiertas - ella sonrió y le beso.

—Dormí muy bien - Abel la acercó —Parece que tu también.

—Me gusta verte así, tu camisón se transparenta y tu barriga se ve muy sexy.

—Eres muy flojo al hablar. -Abel la coloco encima de él, Beatrice sonrió.

—Alegra más mi mañana - Beatrice se inclinó un poco y lo beso —Eso es un si.

Beatrice rozo sus intimidades causando un gemido en Abel, a pesar de su embarazo ambos parecían con más ganas que antes, aunque ya no era tan rudo como les gustaba, lo hacían cada que podían.

—Más. - Abel le apretó las caderas, Beatrice se movió más sobre su miembro mientras que Abel deslizaba las manos por su cuerpo aún cubierto por el camisón.

— Abel... - su voz se entre corto, Abel se había colado en su interior y hacia movimientos lentos para que Beatrice también sintiera cuanto la extrañaba.

—Te amo Beatrice  -la joven soltó un gemido sonoro.

—Yo más Abel.

Toda la mañana la disfrutaron en compañía del otro, ambos se amaban y no pensaban ocultarlo más.

Pero por algún motivo ambos tenían que deshacerse de las personas que querían dañar los.
















La fiesta de celebracion por el aniversario del imperio estaba a la vuelta de la esquina, para algunos la duquesa estaba a nada de morir y Abel no asistiría, pero al verlo llegar acompañado de Beatrice todos perdieron el aire.

Beatrice lucia hermosa con su embarazo, ambos iban a juego con tonos azules y Fiona al igual que Siegren iban combinados, los cuatro parecían salir de un cuento.

Louise se enfado al verla, pero nada empañaria su día triunfal, la anunciarian como la prometida del principe heredero.














Los murmullos llenaron el salón cuando el emperador se levantó de su asiento, Louise sonrió con satisfacción, segura de que su gran momento había llegado, había esperado meses por ese anuncio, había soportado tanto y se había asegurado de eliminar cualquier obstáculo en su camino, aunque Beatrice lamentablemente no murio, hoy, finalmente, se convertiría en la prometida del príncipe heredero. 

—Hoy es un día especial para nuestro imperio -comenzó el emperador, su voz grave imponiendo silencio en la sala — Y en esta ocasión quiero compartir una noticia que fortalecerá aún más nuestra familia imperial. 

Louise levantó la barbilla con orgullo, disfrutando de las miradas de envidia que le dirigían las otras noble, sin embargo, su expresión se congeló cuando el emperador continuó.

—Louise será mi concubina oficial. 

Un silencio sepulcral cayó sobre la sala, no, no podía ser, Louise sintió que el suelo se desvanecía bajo sus pies.

¿Concubina? No, él debía haber dicho prometida, la futura emperatriz. Sus manos se empuñaron sobre su vestido mientras trataba de contener su expresión, pero el temblor de sus labios la traicionó. 

Los nobles intercambiaron miradas de asombro y algunos incluso ocultaron sonrisas detrás de sus copas, Beatrice, sentada junto a Abel, bajó la mirada, pero el brillo de satisfacción en sus ojos era innegable, Fiona y Siegren también guardaban silencio, pero sus rostros reflejaban claramente que no sentían ni un ápice de lástima. 

—¡No puede ser! -Louise intentó mantener la compostura, pero su voz tembló— Su Majestad, yo... 

—¿Acaso estás cuestionando mi decisión? -La voz del emperador se tornó fría, dejando claro que cualquier protesta sería inútil. 

Louise sintió su garganta cerrarse, no podía negarse, no frente a todos. Pero en su interior, el odio y la desesperación la traicionaron, Beatrice, todo esto era por su culpa, no solo le había robado la atención, sino que ahora, con su embarazo y la evidente cercanía con Abel, había logrado inclinar la balanza a su favor. 

No, esto no acabaría aquí, Louise podía haber perdido esta batalla, pero la guerra aún no había terminado.















Abel y Beatrice compartieron miradas cómplices, querían reír pero no podían, pero sabían que todos estaban riendo en sus interiores.

—Salgamos un momento. - murmuró Abel, Beatrice tomó su mano y fueron juntos al jardín, ahí ambos rieron sin parar.

—¡No puede ser! - Beatrice limpio sus lágrimas —Esto fue lo mejor.

—La emperatriz jamás permitiría que fuera la prometida de su hijo, ¿que creía?

—Louise es tonta, eso le pasa por querer matarme.

—Aún no ha terminado.

—Lo se, solo es una medida - Abel beso su mano.

—Por ahora hay que concentrarse en ese bebé  -beso su vientre —Es lo que importa ahora.






































Ni modo Louise, tu te lo buscaste jajaja

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