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Capítulo 11

























Beatrice disfruto de las atenciones de Abel en aquellas semanas, la llevaba a cenas frente al mar y desayunos en la cama, amabas actividades acababa en sexo, ambos se disfrutaban sin ningún problema.

Con el tiempo Beatrice había descubierto que su amor por Abel había crecido, lo amaba y no dudaba de que él también, ambos estaban destinados y se tenían el uno al otro.

—Ven a comer cielo - Beatrice termino de colocarse el adorno en la cabeza y bajo, le gustaba estar en aquel cálido lugar, pero Helion era tan hogareño para ella.

—Huele muy bien - Abel asintió y beso su mano, Beatrice se dedico a comer en completo silencio.

—Nos iremos mañana, ¿estas de acuerdo?

—Si cariño, ya es momento de regresar - Abel sonrió y se acercó para besarla.

—Me gusta cuando me dices cariño.

—Amor - el sonrió más —Mmm ¿con algo tan simple te alegras?

—Para mi eso es la gloria - ella sonrió —No sigas más, acabaré por tirar la comida para tomarte en la mesa.

—Salvaje.

—Es tu culpa, utilizas esos escotes  - Beatrice soltó a reír y se bajo un poco más el escotes —Beatrice.

—¿Dime esposo? - Abel la miro mal y ella soltó a reír, le gustaba provocarlo.

Se  deshizo del nudo de su vestido y se quedó solo con la tela fina que cubría su cuerpo, Abel trato en seco y negó.

—Hace calor  -la menor siguió comiendo en silencio, Abel observaba su cuerpo sin descaro alguno y sobre todo sus labios y pechos, Beatrice llevo una fresa del postre a sus labios y la mordió lentamente, Abel abrió su boca con emoción.

—Beatrice... -ella sonrió y levantó para luego colocarse debajo de la mesa, Abel mordió su labio al sentir como ella tocaba sus piernas y sus muslos, finalmente sus manos llegaron al broche de su pantalón.

—Comeré mi postre ahora - Abel sonrió y soltó un jadeo al sentir como su miembro era liberado de su pantalón, sintió un placer enorme al sentir las suaves de manos de su esposa recorrer con destreza su longitud. —Y me serviré varias veces.

—Provecho - Beatrice sonrió y comenzó a lamer el área enrojecida de Abel, este soltaba gemidos sonoros y fuertes que llenaron toda la habitación, mientras tanto Beatrice trataba de no atragantarse con el bulto de su esposo. —Trice...

La joven sonrió y siguió en su trabajo, sintió la mano de Abel jalar su cabello y empujarla para meter toda su longitud en la boca, podía sentir como su boca estaba llena y aquello le dio gusto.

























Ambos iban en el carruaje compartiendo caricias y besos, Beatrice tapaba sus labios para evitar un gemido, mientras que la mano de Abel se hundía con destreza en la piel de la pierna de Beatrice, el pene erecto de Abel era acariciado por las suaves manos de Beatrice y sus gemidos eran callados por la piel del cuello de Beatrice la cual estaba enrojecida por los mordiscos y lamidas.

—Abel... - él mayor deslizó su boca por su cuello y clavícula, su lengua atrapó uno de los pechos de su esposa  y jugueteo con sus pezones que estaban rojos debido a las caricias que recibían. —Nos van a escuchar.

—Entonces te voy a tomar aquí mismo para que nos escuche bien.

—Ah... Abel no - el mayor hundió sus dedos en su carne y disfruto de sus gemidos silenciosos.

El carruaje se detuvo a medio camino con un golpe en seco, Beatrice tuvo que sostenerse de Abel para no caer.

—Señor...

Beatrice se alejo de Abel y se acomodo la ropa, este soltó un bufido y se acomodo también.

—¿Qué sucedió?

—No hay pasada, hay un árbol a mitad de camino.

—Quédate aquí amor, luego seguiremos -le giño un ojo y bajo.

Beatrice limpio sus piernas y sus pechos con alegría, ella y Abel habían alcanzado otro nivel de confianza, ahora Abel no tenía pudor de en donde tomarla y a ella tampoco le importaba, incluso en la playa ambos caminaban desnudos y lo hacían en la arena.

Abel y el ayudante del cochero estaban tratando de quitar el tronco del árbol, mientras que el anciano cochero seguía tomando fuertemente las cuerdas del corcel.

Repentinamente el carruaje comenzó a andar de manera rápida, Beatrice se sostuvo del asiento y grito el nombre de Abel, pudo escuchar el grito de su esposo pero todo pasó de manera rápida.

El carruaje se volteo y rodó por un barranco, Beatrice había quedado inconsciente en el acto, mientras que un charco de sangre se hacía debajo de ella.


















Louise observo con alegría al hombre y se despojo de la bata que cubría su cuerpo desnudo, el hombre mordió su labio admirando el cuerpo voluptuoso de la joven, pechos enormes y cintura pequeña, Louise tomó la mano del hombre y la coloco entre sus pechos.

—Si ella muere podrás tomar más de esto.

—Te aseguro que ella está muerta - Louise sonrió al ver como este mostraba una prenda manchada en sangre —Es el símbolo de Helion y es el que ella carga siempre.

—Entonces toma tu premio - el hombre la tomó del cuello —Se agresivo, mereces esto y más, cuando regrese del funeral tendrás un puesto en la guardia.

—Con tomarla a usted basta señorita - Louise sonrió y se dejó tocar por el hombre, su plan iba bien, si Louise moría Abel quedaría disponible, sería la emperatriz y Abel seria su amante, tendría al hombre más guapo del imperio entre sus piernas, aquel mercenario era simple diversión, solo era atractivo por lo que colgaba en sus piernas.

Con Beatrice fuera, tendría otra cosa más que venerar.































































Se prendió esto.

¿Qué creen que pase?

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