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𝙲𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝙸𝚅

Cuando despertó estaba en su habitación, rodeada de toda su servidumbre y su padre, quienes lloraban al borde de su cama, desde una esquina o desde la puerta.

¿Pero que pasó?

—¿Papi? —le llamó ladeando la cabeza extrañada.

—¡Mi niña! —su padre no perdió tiempo y entre lágrimas la abrazó.

—Es un milagro.

—Gracias a Dios —vitoreaban las sirvientas.

Rápidamente las lágrimas no tardaron en salir de la pequeña pues los recuerdos del horrible monstruo de pelaje oscuro como el carbón llegaron a su conciencia. Inmediatamente las nanas y su padre intentaron calmarle, limpiando sus lágrimas y dándole mimos.

—Ya ya cariño —le calmaba su progenitor acicalando su cabello—. Estas a salvo, la bestia murió.

—¿Y donde esta Inés? —preguntó entre gimoteos—. ¿Dónde está?

No pasó mucho tiempo para que Rosa y Loreta llegaran a su habitación apoyando a la de cabellos miel en su caminar, con una visible venda en su cabeza y manos.

—¡Inés! —grito su nombre con lágrimas ya no de espanto sino de felicidad.

—Oh señorita que bueno que no le pasó nada —la niñera le abrazo de manera maternal.

—No me pasó nada, gracias a ti Inés.

—A Inés y al valiente soldado que las rescató, mató a la bestia de una vez por todas.

—Que en realidad fui yo el que lo mató —hablaba el lobezno desde afuera, viéndolos por la ventana y recordando lo que realmente pasó.

Tras detener a la bestia con solo su mano, se percató de que la pequeña niña lo había visto frente a frente, tenía sus ojos _____ viéndole directamente, bien abiertos, en shock.

Le mostró una leve sonrisa a su inocente rostro.

—¿Quién eres?

—Por ahora no es el momento de contestarte esa pregunta pequeña. Vida duerme a la niña.

El ave blanca apareció de inmediato, y con sus alas y bajo su hechizo, cubrió sus ojos haciéndola caer dormida de forma instantánea.

—Ahora —regresó hacia la monstruosa bestia que sin mucho esfuerzo retenía tomándole por los cuernos—. Mira que tu y yo debíamos tener esta conversación hace mucho.

De un solo golpe lo alejó una gran distancia de la niña y su criada. Golpeando con la fuente en el centro del laberinto.

—No me quejo de mi trabajo ¿sabes? Es mi deber —habló hacia la aturdida criatura—. Pero como en cualquier labor, me salen trabajos demás que no estaban en mi lista ni en mi rutina del día, eso me ocupa tiempo extra —le tomó de su negro pelaje—. Y como odio eso.

Llevo el filo de su oz hasta su garganta, presionado cada vez más y más, hasta que las primeras gotas de sangre comenzaron a bañar su arma.

—Tú, eres el responsable de que me llene de trabajo extra, y eso no esta bien, altera el orden —sentenció—. A las criaturas como tú no se les tiene un tiempo medido, porque tampoco respetan el tiempo de vida de los demás. Entonces si te llevo conmigo aquí y ahora, nadie te extrañará.

—Pero dejemos que el humano se lleve el crédito, porque no. 

—Nadie puede oírte desde aquí Muerte —apareció sentándose en el mismo árbol la cigüeña.

—Ya lo se Vida, ya lo se.

—Aun así —sus palabras le llamaron la atención y giro a verlo—, quiero darte las gracias.

—¿Por encargarme de esa bestia?

—Por salvar a la niña Muerte, es especial. Llevo cuidándola mucho tiempo, desde que su madre falleció. Estaba a punto de intervenir hasta que tu llegaste.

—¿Y que hubieras hecho tú? ¿Escapado? —se burló mostrándole una sonrisa socarrona—. Siempre huyes porque no quieres lastimar a nadie, eres muy blando Vida.

—Deja de regañarme, dormí a la pequeña y con ayuda de mi Mary logramos que olvidara los detalles más horribles del ataque —reprochó cruzado de brazos—. Quedará solo como una pesadilla el hecho de que vio a su conejo muerto y lleno de sangre… y además —agregó—, olvidó el hecho de que te conoció como pediste.

—Aquí están sus animalitos pequeña dama —Loreta subió a los patos y a su madre a su cama para que durmieran alrededor de ella.

—Y aquí tiene su peluche que le regalo Dolores.

—Gracias Rosa, gracias Loreta —agradeció a las dos niñeras.

—A la jefa de niñeras no la pudimos encontrar.

—Así que nosotras nos quedaremos con usted —Rosa encendió una vela para iluminar la habitación.

—¿Y donde esta ella?

—No lo sé señorita, pero de seguro y debe estar bien.

La mencionada corría lo más rápido que podía, entre las dormidas calles de Santa Teresa, cubierta de niebla, oculta en una capa. Se escondía de vez en cuando de los faroleros y los soldados que pasaban, abrazando una bolsa llena de objetos de oro y gemas preciosas.

Escapaba entre la penumbra, porque sentía que alguien le perseguía, escapar con lo que llevaba robando del conde desde que fue nombrada jefa de niñeras fuera su único plan aquel momento.

Un aullido y un silbido le alertaron, queriendo apresurar el paso, pero fue muy en vano ya que al llegar dentro de un túnel cayó, tirando en el proceso su saco.

—Julieta, ¿en serio creíste que escaparías así de fácil?

—¿Quién, quién eres tu? —retrocedía llena de temor.

—Ah nadie en especial, solo alguien que sabe todo lo que hiciste —del encapuchado salieron dos armas tenebrosas, podía ver su reflejo en ellas—. Robar objetos de la casa donde tu trabajaste, envenenar a una mujer mayor, a las mascotas inocentes de una pequeña y entregárselas a la bestia para alimentarla.

—E-Era la única manera de mantenerlo a raya.

—¿De mantenerlo a raya? ¿O de poder deshacerte de los cuerpos incriminatorios? Le alimentaste pensando que lo saciabas con solo eso, pero no, solo le hiciste creer que podría entrar al jardín y comer lo que había ahí...

Con una sola mano le tomo de su ropa y la alzó hasta que no tocara el suelo. Los ojos de la muerte eran negros como la oscuridad, pero el iris irradiaba en un temible rojo como la sangre. Era una pesadilla.

—Ahora intentas escapar de tus problemas e intentar ser libre —usaba un tono de voz ronco, hostil—. Pero no puedes escaparte de mi, ¿porque adivina que?

Saco una lista, en la que se podían ver nombres ya tachados, eliminados. Y frente a sus ojos, en el espacio en blanco, comenzó a escribirse su nombre lentamente.

Ahí lo comprendió todo.

—Estás en mi lista.

Cuando regresó nuevamente a la residencia, adentro de los aposentos de la pequeña ya estaba Mary, rodeándola de sus ovejitas doradas que saltaban de un lado a otro de su cama y brincaban encima de su cabeza mientras la pastorcita velaba su sueño con una nana.

«Vamos a contar ovejas quedan 4 por contar
Vamos a contar ovejas quedan 3 por contar
Vamos a contar ovejas quedan 2 por contar
Vamos a contar ovejas quedan 1 por contar
Duerme tesorito mío, duerme ya
Que vengo a cuidar tu sueño, de las pesadillas y el mal
Con mis ovejitas y este canto maternal»

Entró a la habitación una vez terminada la canción, no quería interrumpirla o de lo contrario se enojaría y el hechizo no serviría.

—¿Cómo está?

—Dormida, ¿qué no vez? —contesto obvia la castaña para después soltar un suspiro—. Es como un angelito durmiendo en su cama, y con sus animalitos junto a ella…

Quedaron en silencio, Muerte sabía que Mary quería preguntarle algo. El elefante en la habitación era muy obvio y no se podía ignorar.

—¿Muerte por qué no quieres que la pequeña te conozca? —finalmente lo dijo—. No me malinterpretes, amo a esta niña hermosa, Vida me ha dicho por lo que ha pasado —movió unos mechones de su cabello a un lado.

—Te pedí a ti y a tu marido que le hicieran creer que yo fui un sueño o una alucinación para no asustarla. Los mortales me llaman su peor pesadilla.

—Todos tienen miedo de morir, no te lo niego —agregó—. Sin embargo no creo que los niños sean iguales a los adultos, son puros, ven el bien en todo. Deberías abrirte más Muerte, de seguro conoces a alguien que te muestre un lado de ti que no sabías.

—¡Dolores! —exclamó la peli-___ corriendo a sus brazos.

—Oh mi pequeña dama, te extrañe tanto.

—Y yo a ti nana —deposito un beso en su mejilla con cariño—. ¿Ya te sientes mejor?

—Si pequeña, tu intervención por mi me salvó.

—¿Y vas a volver a ser mi niñera?

—Así es hija —su padre intervino en su conversación—. Dolores volverá a ser tu jefa de niñeras, y yo deje un regalo nuevo para tu próxima fiesta de cumpleaños. ¿Por qué no vas a verlo?

Asintió con entusiasmo corriendo hasta su habitación dejando atrás a la jefa de niñeras y a su padre.

—Imagino que ya te enteraste de que encontraron a Julieta muerta en el puente con una bolsa llena de los adornos de oro de mi hija —fue lo primero que ordenó con frialdad.

—Lamento aquello no volverá a ocurrir —se disculpo bajando la cabeza.

—Confío en que no, porque a partir de ahora las elegiré yo mismo. ______ tendrá prohibido salir de la residencia de igual manera, no quiero que la lleven otra vez al pueblo.

—¿Rosa puedo salir a jugar? —hablaba viendo como Granada y su nueva ave, Zafiro, compartían un buen momento ameno cantando en par.

—Me temo que no mi pequeña dama, ya no se puede.

—¿Pero por qué?

—La bestia causó desastre en los jardines y su padre ordenó prohibir el paso hasta que todo esté reparado.

—¿Pero crees que tarden mucho?

—Esperemos que no señorita, por lo mientras sus mascotas volverán a quedarse en su ala como ordenó la jefa de niñeras.

Miraba con pésame todo desde una de las ventanas de su habitación, habían cerrado su balcón de igual manera, solo podía ver como construían un muro más alto que iría cubriendo la vista del bosque desde su alcoba.

🪶༆━━1682 palabras
Publicado el 13 de febrero de 2023

Adoro a estos dos seguidores con el mismo Icon. Se les ama

Creo que se entiende más en este capítulo porque Lily de Alan Walker queda bien con nuestra rayita.

Si el lobo feroz es la muerte en el gato con botas por ser la alegoría del malo de todos los cuentos, Miss hizo a Mary la pastorcita el Sandman de esta historia debido a la expresión “cuenta ovejas para dormir”

Mary es francesa, es sacada de una canción compilada en un libro llamado “cuentos de Mamá Gansa” de Charles Perreault escrito en el barroco, donde incluyen la canción de Humpty Dumpty, el cuento de la bella durmiente y el gato con botas.

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