>Único<
—Por favor, unnie—dijo la menor juntando sus manos en una posición de súplica.—De verdad necesito tu ayuda.
Jeongyeon y Nayeon estudiaban la misma carrera separadas solo por un par de años; la menor en el primero y su unnie en el tercero. La rubia pelicorta estaba teniendo problemas con una de las materias que estaba cursando; Anatomía I, y reprobarla no estaba dentro de sus opciones por lo que decidió pedirle ayuda a su mayor.
A Nayeon, su unnie, quien tenía de inteligente lo que tenía de coqueta. Siempre lograba volverla un manojo de nervios con sus insinuaciones para después reírse de ella.
—Uhm—respondió limpiando un rastro de batido de fresas que había quedado en sus labios, el movimiento de su lengua atrajo instantáneamente la mirada de Jeongyeon a ellos.—Así que quieres que te ayude a estudiar anatomía, ¿eh?
Anatomía. El solo movimiento de los labios de su unnie al pronunciar la palabra le producía escalofríos, era demasiado atractiva para su pobre corazón.
—S-sí...—susurró torpemente desviando la mirada para tomar de su propio batido buscando humedecer su boca con algo después de sentirla seca ante los pensamientos que invadían su mente. Con su unnie en ellos.
—Si quieres puedo ayudarte a estudiar mi anatomía, estoy segura de que será más entretenido—una sonrisa burlona y coqueta se posó en sus labios.
Jeongyeon se atoró con el batido que estaba tomando y comenzó a toser, la castaña se rió de su reacción mientras se estiraba sobre la mesa para darle suaves palmaditas en la espalda, ayudándole a recuperar el aliento.
—¡Unnie!—reclamó una vez que pudo respirar correctamente, Nayeon volvió a su lugar aún carcajeándose levemente.
—Lo siento, no pensé que reaccionarías así—estiró su mano hacia el rostro de la menor y con su pulgar limpió un rastro de batido de la comisura de sus labios, luego lo llevó a su propia boca para lamerlo lentamente.—Creo que alguien tiene una mente muy sucia.
La oscura mirada que le dedicó su unnie cuando sacó su lengua para lamer el batido que había limpiado de sus labios era más que suficiente para hacerla desfallecer. Nayeon era demasiado atractiva para que la pobre Jeongyeon lo soportase y, además, la había llamado sucia.
Sucia, su mente era más que eso en esos momentos.
Antes de que pudiera encontrar palabras para revocar de lo que fue acusada o siquiera terminar de procesar las acciones de la castaña, esta habló nuevamente, ocultando su satisfacción al haber causado un corto circuito en el cerebro de su linda Jeongyeon.
—Está bien, te ayudaré a estudiar—accedió regalándole una misteriosa sonrisa a la menor.—Ven a mi habitación más tarde, mi compañera no estará.
El rostro de la rubia se iluminó ante la afirmación de la mayor sin notar el tono sugerente con el que Nayeon había pronunciado la última oración.
La castaña se levantó dejando un rápido beso en su mejilla a modo de despedida, atontándola nuevamente.
—¡Muchas gracias, unnie!—le gritó cuando salió de su ensoñación y vio que Nayeon ya estaba a unos pasos de distancia.
La castaña se volteó y le dedicó una sonrisa acompañada de un guiño que hizo revolotear su corazón.
A las ocho en punto Jeongyeon estaba frente a la puerta de la habitación de Nayeon, por alguna razón los nervios dominaban su cuerpo y hacían temblar ligeramente sus extremidades, estar con su unnie siempre le quitaba la calma y el que ella estuviera constantemente coqueteándole no ayudaba en absoluto.
Sacudió su cabeza levemente y tocó la puerta. En unos segundos la madera se abrió dejando ver a la que iba a ser su profesora por un par de horas.
—Que puntual—dijo mirando el reloj en su muñeca mientras hacía pasar a Jeongyeon con un gesto.—¿Tan ansiosa estás de estudiar anatomía conmigo?
Jeongyeon no fue consciente del secreto que escondían la sonrisa y mirada en el rostro de la mayor quien escaneaba rápidamente su cuerpo, inocentemente y sin sospechar nada entró en el ordenado cuarto de la castaña. Caminó hasta su cama y dejó sus cosas sobre esta, comenzando a sacar sus libretas y lápices.
—Bueno, en verdad necesito esto, unnie.
—Empecemos entonces—dijo la mayor poniendo las manos en sus caderas.—Primero, necesitaré que te quites un poco de ropa.
Jeongyeon dejó de sacar las cosas de su bolso al escuchar las palabras que salieron de la boca de su mayor. Sorprendida, volteó a mirarla mientras los nervios volvían a apoderarse de su cuerpo.
—¿Q-qué?—balbuceó.
—Lo que oíste, para estudiar anatomía es necesario tener una referencia visual para guiarte —comenzó diciendo mientras se sacaba la camiseta que llevaba puesta quedando solo en un top deportivo y un pequeño short pegado a su cuerpo. —Leer tanto no te servirá si no lo entiendes visualmente.
Los ojos de Jeongyeon se pasearon nerviosamente por el torso descubierto de la castaña mientras trataba de analizar la orden que le fue dada. Si lo pensaba objetivamente tenía sentido; la anatomía estudia la estructura del cuerpo y sin un cuerpo para visualizar, era difícil.
—E-está bien—aceptó para comenzar a sacar su propia camiseta dándole un espectáculo a los ojos de Nayeon.
—Relájate, es estrictamente necesario y...—dijo levantando su mano derecha en señal de promesa y a la vez llevando la izquierda a su espalda para cruzar sus dedos índice y medio. —...será estrictamente profesional, lo prometo.
Finalizó la oración con una, aparentemente, inocente sonrisa. Sabía que no era necesario que se desnudaran y que, por supuesto, no sería para nada profesional. Pero Jeongyeon no tenía por qué saberlo por ahora.
Unos segundos después ambas se encontraban en igualdad de condiciones, las mejillas de la pelicorta ardían con fiereza al mostrarse semidesnuda ante otra persona, pero no se sentía incómoda ante la poco disimulada mirada que su unnie le daba a su cuerpo.
Le gustaba su atención, y mucho.
—Bien, lo básico es la posición anatómica—dijo Nayeon acercándose a su cuerpo y poniéndolo en la posición mencionada; pies separados a la altura de los hombros, espalda recta y los brazos a los lados de su cuerpo con las palmas de sus manos mirando al frente.—En esta posición las extremidades y articulaciones están en un estado neutro, se considera como un punto de partida.
Jeongyeon asintió ante la descripción tomando notas mentales, recordaba vagamente haberlo leído en uno de sus libros, pero ahora podía comprenderlo mejor. Nayeon rodeó lentamente su cuerpo escaneándolo con la mirada, el cuerpo de su alumna era simplemente una obra de arte y le estaba costando mantener sus manos alejadas de ella.
La rubia, por otro lado, podía sentir el fuego de la mirada de su unnie quemar los rincones de su piel en los que se posaban sus ojos, sentía la necesidad de ser tocada por ella y el que Nayeon se estuviera paseando a su alrededor semidesnuda y mostrando su deslumbrante cuerpo no la ayudaba en nada a concentrarse.
La castaña se detuvo detrás de ella, observó como las suaves hebras del rubio cabello de Jeongyeon casi acariciaban sus hombros, complementando con su blanquecina tez, los deseos de tocar su pulcra piel la invadían, se veía tan suave y tierna al tacto, si solo estirara su mano podría...
—¿Unnie?
Nayeon espabiló y tosió un poco parpadeando rápidamente volviendo a la realidad, el cuerpo de Jeongyeon era de ensueño y la había distraído de lo que estaba haciendo.
—S-sí, perdón—tartamudeó torpemente, sacudió la cabeza y se recompuso para seguir con su explicación para su expectante alumna.—Bien, el cuerpo tiene tres planos, ¿cuáles son?
Jeongyeon rebuscó en su memoria y encontró la respuesta.
—Horizontal, coronal y sagital—sonrió cuando un sonido de afirmación salió de la garganta de Nayeon.
—Bien, el horizontal...—dijo rodeando la cintura de la menor con sus brazos y con sus dedos siguió la circunferencia de esta, recorriéndola lentamente.—...es como si cortaran tu cuerpo a la mitad, separando la parte de arriba y la de abajo.
Jeongyeon jadeó cuando los dedos de la castaña rodearon la piel de su cintura erizando los vellos a su paso y enviando un escalofrío por su cuerpo. Asintió torpemente cuando Nayeon le hizo un ruido para confirmar que había entendido mientras caminaba hasta ponerse frente a ella de nuevo.
—El coronal...—con sus dedos tocó suavemente los bordes laterales de su rostro bajando por su cuello, por sus brazos, por su cintura y finalmente por sus caderas.—...es como si cortaran tu cuerpo separando la parte de enfrente y la de atrás.
Nayeon disfrutaba como el cuerpo de la rubia temblaba bajo su toque, los ojos de Jeongyeon brillaban y su respiración se había vuelto pesada. Su piel era tan suave como parecía, se sentía como rozar el cielo con la punta de los dedos.
—Y por último, el sagital...—continuó, sus dedos viajaron desde el puente de la pequeña y respingada nariz de la menor, bajaron rozando sus labios y su barbilla, pasaron por su cuello y por el valle entre sus pechos hacia el centro de su plano abdomen y paró un par de centímetros sobre sus bragas.—...es como si cortaran tu cuerpo separando la parte izquierda de la derecha, ¿entiendes?
Jeongyeon abrió sus ojos, el suave tacto que la mayor le regalaba a su piel la había sacado de este plano astral, la miró a los ojos y vio como estos tenían un brillo oscuro, había misterio en ellos y un fuego en el que le encantaría quemarse para siempre.
—Sí, unnie—no tartamudeó, a pesar de la sensualidad en su explicación y los muchos pensamientos que tuvo cuando sus dedos se pasearon por su cuerpo había comprendido todo a la perfección. El tacto de Nayeon la había llenado de una extraña y cómoda confianza.
—Bien, ahora repítelo conmigo—ordenó mientras ella misma adoptaba la posición anatómica que le había enseñado antes.
Los ojos de Nayeon no se despegaron de los suyos cuando se acercó un paso más a su cuerpo y con ambas manos tocó su piel como había hecho antes con ella.
—El horizontal...—dijo Jeongyeon con voz baja mientras rodeaba la circunferencia de la cintura de la mayor, su piel clara era suave y caliente, la incitaba a tocar más.—...el coronal...—prosiguió tocando los laterales del cuerpo de la castaña, pasando de sus brazos a su cintura y luego a su cadera con una lentitud exasperantemente deliciosa, alargando el tacto de sus pieles. —...y el sagital...—finalizó acariciando el puente de la nariz de Nayeon, tocando sus labios lentamente arrastrando un poco el inferior con su paso, tocó su cuello y el valle entre sus pechos con delicadeza, bajó por su abdomen tocando la hendidura de sus abdominales, su piel estaba muy caliente y Jeongyeon sentía sus dedos derretirse contra ella, se detuvo a un par de centímetros de sus shorts.
Y se separó.
Nayeon abrió sus ojos sin saber cuándo los había cerrado, su respiración se sentía pesada y su piel quería que Jeongyeon la siguiera tocando. Observó el rostro de la menor, sus labios estaban rojos y sus pestañas se arremolinaban con cada perezoso parpadeo haciendo que la mirada que le devolvía fuera sensual y sedienta.
Ya no estaban estudiando y ambas lo sabían, pero querían seguir con este juego en el que pretendían hacerlo.
—Bien, aprendes rápido—elogió con voz grave.
Jeongyeon sintió su corazón palpitar con fuerza, el orgullo que le provocaron sus palabras se instaló en el centro de su pecho deslizando una suave sonrisa en sus labios. Desvió la mirada del rostro de su unnie al sentir el calor en sus mejillas, arrancándole una suave carcajada. Se veía tan linda cuando estaba avergonzada.
—Bien, ahora vuelve a tu posición—ordenó, Jeongyeon acató con rapidez irguiendo su postura, separando levemente sus piernas y abriendo las manos con sus palmas mirando al frente.
—¿Lo estoy haciendo bien, unnie?—preguntó la rubia mirándola fijamente mientras ladeaba ligeramente la cabeza. El corazón de Nayeon dio un vuelco, si Jeongyeon seguía llamándola "unnie" con toda esa tensión sexual envolviendo el ambiente no podría controlarse.
Se acercó al inmóvil cuerpo frente a ella bajo la expectante mirada de la menor.
—Lo estás haciendo muy bien, eres una buena chica—contestó mientras con su pulgar acariciaba lentamente el relleno labio inferior de la rubia, pudo sentir en la yema de su dedo el jadeo que salió de su boca ante sus palabras.—Bien, sigamos. El cuerpo se divide en zonas y cada una de estas tiene nombre, dímelas cuando las toque en tu cuerpo.
Jeongyeon se sintió inquieta después de oírla, pero asintió de todos modos. Quería que Nayeon la tocara. Lo deseaba.
Nayeon comenzó a caminar alrededor de la menor mientras decidía qué parte de su cuerpo tocaría primero. Empezaría por algo fácil.
—Cuello, región lateral—contestó Jeongyeon cuando sintió el suave toque en la piel de su cuello que se extendía hacia su hombro.—Dorsal—cuando Nayeon paseó por su espalda con un dedo dándole escalofríos. —Brazo y antebrazo —cuando ese mismo dedo cambió de recorrido.
—Muy bien, sigue.
Nayeon caminó hasta quedar frente a frente con la menor y la miró a los ojos cuando tocó su pecho apenas rozando la parte superior de su sujetador, deleitándose con el pequeño jadeo que soltó Jeongyeon ante el tacto.
—Pectoral—los dedos de Nayeon recorriendo su piel le estaba quitando la cordura poco a poco, quería besarla con todas sus fuerzas.—Abdominal—acertó nuevamente cuando la castaña tocó suavemente la piel de su estómago.
Nayeon no se encontraba en un estado muy diferente al suyo, la piel de Jeongyeon era exquisita, no podía sacar sus manos de ella.
—Muy bien, solo unas cuantas más—susurró casi en sus labios, se habían ido acercando poco a poco sin darse cuenta. Sus ojos no se despegaban de los contrarios, ambas podían sentir la llama del deseo que ardía entre ellas y ese pequeño juego de estudio solo la avivaba más.
—P-perineal—jadeó Jeongyeon cuando su unnie tocó su monte de venus por sobre su ropa interior, el suave tacto de sus dedos le envió descargas eléctricas que ascendieron por su columna dirigiéndose directamente sus pezones, sensibilizándolos debajo del sujetador.—Muslo—la palma de la mano de Nayeon tocó la suave piel con delicadeza antes de dirigirse a su último destino.
Sin dejar de mirar los brillantes ojos de la menor y cuidando de cada reacción de esta, tocó su trasero con toda la extensión de sus palmas, dándole un ligero apretón. Sonrió cuando el aliento de Jeongyeon golpeó sus labios, fue incapaz de retener el gemido que se formó en su garganta cuando su unnie comenzó a amasar sus glúteos.
—¿Cómo se llama esta zona, Jeongyeon?
—Z-zona glútea, unnie—respondió con dificultad.
—Muy bien—felicitó en voz baja sin dejar de tocar su trasero, la tierna piel se sentía increíble bajo su tacto y no quería alejarse de ella tan pronto, llevaba deseando tocar a Jeongyeon desde hacía mucho tiempo.
Los pequeños roces que había entre sus labios estaban volviendo loca a Jeongyeon, besar a su unnie era el único pensamiento que ocupaba su mente, solo tenía que estirarse un poco y podría besarla.
Rompiendo su posición enlazó sus brazos en el cuello de la mayor provocando que esta dejara ir su trasero para aferrarse a sus caderas, atrayéndola a su cuerpo. Miraron en los ojos de la otra buscando algún signo de incomodidad y al no encontrarlo se fundieron simultáneamente en un beso abrasador, desesperado.
Sus labios se movían frenéticamente buscando obtener todo lo que la otra podía ofrecerle, sus lenguas se enredaban entre sí subiendo la temperatura en sus cuerpos. Era un beso totalmente húmedo y caliente en el que ambas dejaban claro que no era lo único que querían.
Nayeon comenzó a caminar para llegar a su cama sin despegarse del cuerpo de la menor, sus manos habían vuelto a anclarse al trasero de la rubia robándole pequeños gemidos que endulzaban sus oídos y mojaban su entrepierna.
Se sentó sobre el colchón e inmediatamente Jeongyeon se acomodó en su regazo dejando ir sus labios unos segundos antes de volver a unirse en otro beso desesperado.
Los labios de la mayor bajaron al cuello de Jeongyeon dejando besos húmedos a su paso robándole pequeños jadeos a su alumna. Jeongyeon inclinó la cabeza hacia atrás dándole un mejor acceso a la caliente boca de su unnie.
—Dime tres huesos del neurocráneo, Jeongyeon —dijo la mayor entre besos, quería seguir jugando con ella.
El cerebro de la menor apenas pudo procesar la orden, la boca que estaba devorando su cuello y clavículas la desconcentraba totalmente. Huesos del neurocráneo... su memoria la traicionaba descaradamente, muy vagamente podía recordar algunos.
—Uh... cigomático, maxilar y nasal...—balbuceó perdida en el deseo que sentía por Nayeon.
La castaña salió de su nuevo lugar favorito para mirar a la chica en sus piernas quien le devolvió la mirada cuando dejó de sentir la boca de su unnie devorarla.
—Dije del neurocráneo, cariño, no del viscerocráneo—dijo Nayeon alzando una ceja.
Cierto, el neurocráneo y el viscerocráneo no eran lo mismo, ups. No podía culparla, con una profesora como Nayeon cualquiera perdería la razón. Jeongyeon rió levemente, un poco avergonzada.
—Claro, del neurocráneo...—rebuscó en su mente tres malditos huesos bajo la escrutadora mirada de Nayeon que no hacía más que ponerla nerviosa.
Nayeon vio la vacilación de Jeongyeon ante la pregunta, podía visualizar al hámster en su cabeza correr al doble de velocidad dentro de su rueda para poner en marcha su cerebro.
—Cariño, no podremos seguir haciendo esto...—dijo tocando los suaves muslos de la menor.—...si no puedes responder mis preguntas, recuerda que después de todo estamos estudiando.
Bueno, eso era un poco mentira, pero serviría de motivación para Jeongyeon, y supo que había funcionado cuando en menos de un segundo le nombró los huesos que pidió.
—Esfenoides, etmoides y occipital—dijo abruptamente, asustada ante la idea de dejar de sentir el tacto de Nayeon en su piel.
—Muy bien—sonrió Jeongyeon.—Si sigues así no hay necesidad de volver a parar, ¿entendido?
Jeongyeon asintió y volvió a besar a su unnie, unos minutos sin sentir sus labios habían bastado para enloquecerla, se había vuelto adicta a su sabor. Las manos de Nayeon tomaron las caderas de la menor e inició un lento vaivén en su regazo, deleitándose cuando un gemido resonó en la garganta de su alumna.
Bajó por su cuello dejando besos a su paso y se dirigió a sus pechos aún cubiertos por el sujetador, una de sus manos abandonó las caderas de la menor y tocó por encima de su pecho izquierdo y se separó un poco del angelical cuerpo de su alumna.
—¿Cómo se llama este músculo?—preguntó brevemente antes de volver a su tarea de besar cada extensión de su piel.
—Pectoral mayor, unnie—respondió en medio de un jadeo, un sonido de aprobación resonó en la garganta de la castaña y con ambas manos quitó el sujetador del cuerpo de su alumna.
Los pechos de Jeongyeon rebotaban un poco gracias al movimiento que mantenían sus caderas, los ojos de la mayor se anclaron en los pequeños y despiertos pezones y en el pequeño baile que hacían frente a ella. Un gemido salió de la boca de la menor cuando Nayeon lamió su pezón derecho y con dos dedos estimuló el izquierdo.
El movimiento de las caderas de Jeongyeon incrementó su velocidad en busca de más estimulación, solo frotarse contra su unnie no estaba ayudando a calmar el deseo entre sus piernas.
—Unnie...—gimoteó Jeongyeon.
La voz que empleó en el honorífico estaba cargada de deseo, era dulce y tentadora, irresistible. Tan irresistible que Nayeon haría lo que fuera para que Jeongyeon le hablara así siempre, estaba completamente a su merced.
—¿S-sí?—balbuceó nerviosamente.
—Unnie, te necesito...—dijo Jeongyeon con la misma voz acaramelada, endulzando el oído de Nayeon y mojando aún más su entrepierna. Tomó una mano de su unnie y la llevó a la humedad que había traspasado sus bragas, gimiendo un poco al contacto.—...aquí, unnie, aquí te necesito.
Comenzó a frotarse contra la mano de Nayeon quien tuvo que contar hasta diez y tomar un par de respiraciones profundas para que su cerebro pudiera ponerse en marcha otra vez. El calor de Jeongyeon se sentía muy bien en su mano, se preguntó si se sentiría igual de bien en su boca.
—Claro, bebé—dijo moviendo levemente los dedos sobre la tela obteniendo un exquisito gemido a cambio.—Pero primero dime, ¿cómo se llama la articulación que une el esternón y las costillas?
—Eso es fácil, unnie...—dijo frotándose aún más fuerte contra los dedos de Nayeon, casi cabalgando sobre ellos.—S-se llama articulación esternocostal.
—Ya veo, eres una chica lista, ¿no?—dijo dejando una suave lamida en el erecto pezón de la menor, arrancándole un jadeo.—Entonces dime cuántas costillas participan en esta articulación.
—Uh... ocho...—dijo dudando un poco, supo que se había equivocado cuando la mano de la castaña abandonó brevemente su entrepierna, entonces lo recordó.—¡Siete! Son siete, las p-primeras siete costillas.
—Muy bien, ahora acuéstate en la cama—dijo antes de besar su boca brevemente.—Quiero comerte.
Las piernas de Jeongyeon se debilitaron ante la inesperada orden, pero rápidamente recobraron fuerzas para levantarse del regazo de la castaña y acostarse en su cama con el cuerpo ardiendo en llamas y las bragas empapadas.
Nayeon admiró el angelical cuerpo tendido sobre su cama, se sentía como un sueño. Jeongyeon era una chica de ensueño, y en ese momento era suya. Sin despegar la mirada de los oscuros y brillantes ojos de la menor, llevó sus manos a la ropa interior de su alumna para despojarla de ella.
Una vez fuera volvió a admirar el ahora desnudo cuerpo de Jeongyeon sobre su cama, era realmente preciosa, un espectáculo a la vista.
—Unnie...—susurró Jeongyeon mientras abría sus piernas lentamente, dejando al descubierto su muy lubricado centro. Una de sus manos se escabulló entre sus piernas para acariciar levemente su hinchado clítoris, masturbándose deliciosamente ante los hambrientos ojos de su mayor.—...te necesito, mira lo mojada que estoy para ti.
Un gemido escapó de la boca de Nayeon ante la erótica escena, los dedos de Jeongyeon recorrían toda la extensión de su húmedo centro en busca de alivio, aumentando constantemente el ritmo de sus caricias.
Nayeon tomó la mano con la que la rubia se estaba tocando y la llevó a su propia boca para lamer los dedos que estaban bañados en el exquisito néctar de Jeongyeon. El sabor explotó en su boca y un gemido vibró en los dedos de la menor, la caliente lengua de su unnie se movía con sensualidad mientras la limpiaba.
Soltó la mano y bajó a besar a la menor, sus labios se movían frenéticos, ya no podían estar un segundo sin la otra. Nayeon bajó por su cuerpo dejando húmedos besos a su paso y llegó a su mojada entrepierna. Dejó un par de besos y mordidas en sus suaves muslos, abriéndolos más para ella, dejando totalmente expuesto el centro de Jeongyeon para su deleite.
Conectó sus ojos con los de Jeongyeon, quien la miraba expectante, deseosa de que su lengua se hundiera entre sus pliegues y le proporcionara el orgasmo que tanto anhelaba.
Pero Nayeon quería hacerla esperar solo un poco más, incluso si eso la impacientaba a sí misma también.
—Jeongyeon —dijo entre besos a sus muslos, sin dejar de mirarla.
—¿S-sí, unnie?—contestó Jeongyeon apretando las sábanas de la cama con sus manos, impaciente.
Nayeon volvió a tomarse su tiempo, le gustaba tener a la menor así de impaciente por ser follada. Luego de unos segundos volvió a hablar.
—¿Cómo se llama este músculo?—preguntó para luego dejar un pequeño beso en su muslo derecho.
—Cuádriceps femoral, unnie—respondió un tanto agitada, Nayeon la estaba volviendo loca.
Inmediatamente Nayeon dejó una profunda lamida entre sus pliegues, desde su entrada hasta su necesitado clítoris, donde se paró a succionar un poco y a lamer con más delicadeza. Jeongyeon gimió tan fuerte que no se sorprendería que toda la facultad lo haya escuchado, pero le daba igual, había sido inesperado y delicioso, y quería más.
—Ese fue tu premio, chica lista—dijo la castaña dando una última lamida, para luego volver a besar sus muslos.
Jeongyeon aún trataba de recomponerse, había sido intenso, pero no lo suficiente para correrse. Necesitaba más.
—¿Quieres más?—preguntó.
—Sí, por favor—dijo Jeongyeon con su voz acaramelada de nuevo, tan sensual y necesitada que Nayeon se sentía derretir de solo oírla.—Por favor, unnie, lo deseo tanto...
—Claro bebé, solo si respondes esta última pregunta—dijo dejando un pequeño beso en su clítoris.—Luego de eso te follaré tanto como desees.
Jeongyeon jadeó ante la idea y asintió. Solo una pregunta más.
—Bien, quiero que me digas cuáles son los huesos más pequeños del cuerpo y dónde están—sabía que esta estaba un poco difícil, y decidió hacerlo aún más difícil al dejar pequeñas lamidas en el centro de Jeongyeon, solo para divertirse distrayéndola.
Jeongyeon gimió ante el pequeño contacto de la lengua de su unnie en su centro, no podía recordar la respuesta. Comenzaba a desesperarse un poco, sus ganas de correrse no la dejaban concentrarse en absoluto y los pequeños jugueteos de Nayeon en su entrepierna solo la distraían más y más.
Hasta que un rayo de sabiduría iluminó su cerebro en medio de toda la lujuria y trajo la respuesta a su mente. Quiso darse palmaditas en la cabeza a sí misma como felicitaciones.
—S-son los huesecillos del oído, unnie.—dijo con un poco de dificultad.—El martillo, el yunque y el estribo, y se encuentran en el oído medio.
Otra profunda lamida se extendió de su entrada a su clítoris en forma de premio, gimió con fuerza mientras forzaba la cabeza de Nayeon contra su centro, desesperada.
—Muy bien, sabía que podrías.
—Sí, ahora quiero que pongas tu lengua y tus dedos en mi coño, y me folles como si tu vida dependiera de ello, unnie—demandó harta de sus preguntas. Quería que Nayeon la follara en ese instante.
Las bruscas palabras enviaron una corriente por el cuerpo de la castaña, quien tuvo que apretar sus mojados labios para evitar dejar salir un gemido.
—A tus órdenes, cariño—fueron sus últimas palabras antes de hundir su rostro en el centro de la menor para continuar, ahora de lleno, su trabajo.
Los gemidos de Jeongyeon no se hicieron de esperar, con cada succión que su clítoris recibía el volumen de sus quejidos aumentaba, la lengua de Nayeon se movía como una experta, sabía dónde aplicar más o menos presión para convertir a su alumna en un manojo incontrolable de espasmos y balbuceos inentendibles.
El orgasmo de la rubia se formó rápidamente en su vientre bajo, tuvo que callarse a sí misma con una mano para no dar un espectáculo con los calientes sonidos que escapaban de su boca. Mordió su labio con fuerza cuando dos dedos de Nayeon se abrieron paso en su entrada, las piernas le temblaban en anticipación y el cosquilleo previo de su orgasmo se intensificaba con cada embestida que su unnie le proporcionaba.
—U-unnie, unnie...—balbuceó perdida en una nube de placer.
—¿Sí?
—Me voy a ah...—gimió.—me voy a correr, unnie.
—Hazlo, quiero ver cómo te corres para mí—dijo agregando un tercer dedo a sus embestidas.
Un par de segundos después las olas de placer recorrieron todo el cuerpo de la menor, desde la punta de sus pies hasta sus mejillas. Nayeon se deleitó con la imagen ante sus ojos; las mejillas de Jeongyeon estaban rojas, sus ojos apretados y su boca entreabierta, sus manos apretaban las sábanas con fuerza y sus caderas se movían frenéticas buscando alargar la sensación. Su cuerpo entero estaba perlado por el sudor, su aroma era exquisito y Jeongyeon era deliciosa.
Jeongyeon abrió los ojos con dificultad justo para ver como Nayeon lamía sus dedos uno a uno, limpiándolos de su orgasmo con la misma boca que se lo proporcionó, sus ojos estaban fijos en ella; oscuros, brillantes y hambrientos, su respiración era errática.
Nayeon trepó por su cuerpo hasta llegar a su altura y la besó, su lengua se introdujo en su boca dejándole saborear su propio orgasmo y la menor pasó sus brazos por el cuello contrario para atraerla en un beso aún más abrasador.
Rápidamente Jeongyeon la despojó del resto de ropa que quedaba en su cuerpo y la acostó para subirse sobre ella, Nayeon la miró un tanto confundida hasta que su alumna le aclaró sus acciones pasando una de sus piernas por debajo de la suya.
La castaña jadeó al sentir el centro de Jeongyeon contra el suyo y un gemido escapó de su boca cuando comenzó a moverse, creando una deliciosa fricción entre ambos clítoris.
—Dios Jeong...—jadeó en éxtasis.—me ah..., me vas a matar, sigue...
Las caderas de Jeongyeon se movían con sensualidad contra las suyas, como si estuviera bailando para ella, sus ojos se vieron hipnotizados por el rebote de los pechos de la menor frente a su rostro y alargó una mano para apretarlo suavemente, ganando un pequeño gemido a cambio.
Los movimientos de sus caderas comenzaron a aumentar de velocidad, la fricción era deliciosa y los morbosos sonidos que se producían del contacto no hacían más que calentarlas. Jeongyeon tocó con sus dedos los marcados abdominales de su unnie, estaban tensos por el esfuerzo que estaba haciendo, los repasó con sus uñas un poco produciéndole escalofríos y endureciendo sus pezones.
Nayeon invirtió las posiciones en un rápido movimiento y se posicionó sobre la pelicorta, en esa postura movió sus caderas con fuerza contra las de Jeongyeon, su orgasmo estaba cerca y sabía que el de su alumna también.
—Unnie...—dijo Jeongyeon, su tono era aireado y dulce.—me voy a correr de nuevo.
Nayeon bajó con un poco de dificultad para besar los labios de la rubia sin dejar de frotarse contra ella, con pequeños besos se dirigió a su oído para susurrar entre pequeños jadeos:
—Córrete conmigo, cariño.
Sus palabras fueron suficientes para enviarla a través de un nuevo y más fuerte orgasmo, siendo seguida de su unnie. Ambas gimieron en los labios de la otra, degustando el placer que recorría sus cuerpos extasiados, se besaron en medio de las oleadas de placer, sintiendo en sus labios los gemidos de la otra.
Nayeon se desplomó sobre el cuerpo de la menor cuando sus brazos no pudieron seguir soportando su peso y Jeongyeon la atrajo en un cálido abrazo.
—Dios, eres increíble unnie—habló luego de unos segundos de silencio en el que recobraron el aliento.
La voz de Jeongyeon sonaba satisfecha, Nayeon sonrió ante ese pensamiento y dejó perezosos besos en su mandíbula.
—Gracias bebé, tú también eres incr...
—Me gustas, unnie—interrumpió, luego se sintió un poco tonta por confesarse luego de haber follado con ella, tendría que haber sido al revés.—por si no lo notaste.
Nayeon salió de su escondite en el cuello de la menor y la miró, sus ojos miraban a todos lados menos al rostro de su unnie y sus mejillas estaban sonrojadas. Rio ante la tierna imagen y besó sus labios suavemente.
—Tú también me gustas—dijo con una sonrisa completa, mostrándole sus lindos incisivos.
Jeongyeon sonrió y volvió a atraerla en un abrazo que fue correspondido con gusto.
—Y también me gustó estudiar contigo, tenemos que repetirlo—agregó Nayeon con tono sugerente.
—Claro, necesito que mi unnie me enseñe anatomía.
Se sonrieron mutuamente y volvieron a fundirse en un nuevo beso, esta vez en uno más calmado, uno que calentó dulcemente sus corazones y trajo paz a sus almas.
—De hecho...—agregó la menor con un tono juguetón y con un brillo especial en sus ojos. —hay un par de cosas que no me quedaron del todo claras, unnie.
Nayeon sonrió y besó cortamente sus labios.
—Claro bebé, yo te explico.
¡Hola Tu! Aquí una nueva adaptación, esta vez de este increíble One Shot...
Antes que nada, quiero agradecer a su autora Fletauren por permitirme adaptar su hermosa obra que disfrute mucho de leer♡
Espero que te halla gustado tanto como a mi adaptarlo para ti. Seguiré por aquí dando vueltas y escribiendo para ti, tu JazUnnie🌻
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