Capítulo 2
Mantenía un semblante serio y sus ojos perdidos a medida que caminaba por las calles frías de la ciudad a esa hora, aunque en realidad sentía sus piernas algo temblorosas por la cercanía que tenía con el castaño. Él era menor que ella, pero aún así se sentía un pequeño frijol a su lado. No era intimidación o algo parecido, simplemente el aura que el chico transmitía le hacía sentir de una forma inexplicable, pero le gustaba.
Relamió sus labios, al menos había podido dejar de pensar en aquella horrible pesadilla, pero ahora por su mente vagaba la gran pregunta.
¿Qué le sucedió a Yukhei?
La curiosidad la carcomía, pero no se atrevería a preguntarle nada. El silencio que mantenían no era incómodo, además de que quizás lo que necesitaba era lo mismo que ella; dejar de pensar.
— ¿Estamos yendo a un lugar en específico? — la voz del chico hizo que girara su cabeza en dirección a él, ganándose toda su atención.
— No, la verdad no... sólo caminar.
Explicó antes de volver su vista a la cera. De hecho sí tenía un lugar en mente, pero había optado por limitarse a caminar porque aquel era SU lugar preciado y no tenía ganas de compartírselo a su guapo vecino.
Sin poder resistirse más, sacó de su bolsillo un encendedor y cigarrillo colocando este último en su boca para así intentar encenderlo. Sin embargo, sólo logró darle la primera calada antes de que Yukhei se lo quitara de sus labios, haciendo que la pelirroja lo viera con el ceño fruncido.
— No deberías dañarte los pulmones así, tienes una vida por delante.
Doyeon no pudo evitar chasquear su lengua por el cinismo en sus palabras, porque a pesar de decir eso, era él quien ahora disfrutaba del cigarro.
— Ya claro, y tú sí puedes.— relamió sus labios negando con la cabeza mientras sacaba otro.— Si querías, podías pedírmelo.
Y ahí, nuevamente, antes de que pudiera siquiera encenderlo, se lo quitó también. Si no fuera porque no quería arruinar su rostro tan bonito, le hubiera soltado un golpe.
— Sí, yo sí puedo y tú no.— mencionó guardando el cigarrillo en su bolsillo dándole una calada antes de volver a hablar para explicarle ante el rostro de molestia en la chica.— Empezando porque soy mayor y terminando porque no me importa joderme los pulmones, además no estoy seguro de que esto sea propio de ti, ¿Tu madre sabe de esto?
Su cuerpo se tensó ante la mención de su madre, pero lo disimuló bien al cruzarse de brazos y reír negando una vez más con la cabeza.
— Dudo que seas mayor estando un año menos que yo, ah, y ¿Por qué das por sentado que esto no es propio de mi? No quiero sonar grosera, pero no me conoces en lo absoluto.
En sus palabras y mirada se podía percibir lo molesta que estaba, no tanto porque le arrebatara el cigarro o que usara a su madre como excusa, lo estaba porque detestaba cuando cualquier persona daba por sentado como era sin conocerla. Lo odiaba, pero a diferencia de las veces pasadas, esta vez no pudo disimular que no le molestó.
Aquello causó que el más alto arqueara su ceja, bastante sorprendido porque no creía lo que sus ojos veían ni lo que sus oídos escuchaban. Su vecina parecía ser una cajita llena de sorpresas. No era que supiera mucho de ella más que lo que todo el mundo murmuraba: una niña incapaz de hacer algo ilegal, ni moralmente mal. Y es que fumar siendo menor de edad sí era algo que ameritaba un severo castigo. Sin embargo, lo que le sorprendió fue repentino cambio de humor, pues se había puesto a la defensiva por un inocente comentario. No deseaba llevarse mal con su vecina ni empezar una pelea con los ánimos que tenía, ella no le había hecho nada.
— Fue mi error, lo siento.— admitió encogiéndose de hombros.— No es bueno que fumes siendo menor, estás en desarrollo.— ahora era la chica quien arqueaba la ceja, bastante confundida y fue que comprendió.— Ah sí, ¿no sabías? Debería estar cursando el primer año de universidad, creí que no existía persona en el instituto que no supiera.
Eso explicaba muchas cosas.
— Oh, no tenía idea.— murmuró viendo al contrario.— No pareces ser mayor, no habría adivinado nunca.
Apretó sus labios en una fina línea con sus hombros encogidos también, sin dejar de verlo. ¿Cuál fue la razón para que se atrasara dos años? Jamás había escuchado algo sobre su edad de la boca de otra persona, aunque tampoco era como que prestara atención a lo que decían sus compañeros.
— ¿Tengo algo en el rostro? No es que me incomode que me veas, pero que lo hagas no ayuda a que evite empezar a preguntar. Soy bastante curioso.
— Responderé si tú lo haces.— no le quitó la mirada de encima sonriendo ladina.
— Touché.— relamió sus labios al soltar el humo de sus labios, dando fin así al tema porque era más que obvio que ninguno de los dos deseaba hablar.
Sentía una necesidad abrumadora de hacer lo mismo, pero al no poder porque era muy probable que le quitara otro cigarro, y las cajas no eran fáciles de conseguir sin que notaran que era menor de edad, sacó de su bolsillo una pequeña caja de chicles con sabor a sandía. No pudo evitar reír cuando el chico se colocó frente a ella, creyendo que era otro de esos porros.
— Yah, es solo un chicle ¿Me arruino los pulmones también con estos?
Con su ceja arqueada introdujo la goma de mascar en su boca empezando a masticarla sin borrar la sonrisa socarrona de sus labios, logrando que el más alto ladeara su cabeza y alzara su mano libre en señal de rendición. Doyeon pudo notar el cambio de color en sus orejas, cosa que le pareció curioso.
¿Estaba acaso viendo mal? En un acto impulsivo, se acercó colocándose de puntillas mientras llevaba su mano a la parte de su rostro levemente sonrojada, pero antes de poder hacer más, tuvo que alejarse tosiendo. Yukhei soltó el humo porque la contraria estaba muy cerca y porque sí, sus orejas se tornaban rojizas cuando se avergonzaba, pero no quería que la contraria lo notara tan de cerca.
— Lo lamento, se me escapó.— dicho eso se colocó a su lado retomando el camino, al mismo tiempo la chica intentaba controlar su tos y soltaba una que otra "palabra prohibida", como lo llamaba su padre, en bajo para no ser escuchada.— Ese vocabulario, no quiero que te molestes, pero es que en verdad estoy sumamente sorprendido. — sí, falló en su intento. — Solo falta que te escaparas de casa.
— Creo que todos en un momento lo hemos dicho y, ¡eh! Tienes ideas muy alocadas.
La pelirroja soltó una leve risilla nerviosa, esperaba no ser tan obvia con ello, pero por como el ajeno dejó de hablar supuso que no se percató, cosa que la dejaba mucho más tranquila y pudo así disfrutar del resto de la caminata.
[...]
Estaba frente a su casillero, sacando algunos libros que necesitaría para los próximas tres horas de clase. Al cerrar la puerta ahogó un estruendoso grito por la sorpresa que se llevó al ver al castaño recargado justo su lado.
— ¡Recórcholis! — exclamó tocándose el pecho intentando controlar los latidos de su corazón, por otro lado al parecer el contrario se encontraba de mejor humor por las carcajadas que soltó ganándose la mirada curiosa de algunos estudiantes que pasaban por ahí, pero la mirada fulminante de la chica.
— ¿Qué? Disculpa, pero es divertido que lo digas. Es que, quién dice "recórcholis" en este siglo. Diría, de acuerdo porque es Doyeon y qué va a decir esas palabras, pero recuerdo que anoch-— antes que acabara su oración, la más baja se acercó y colocó su mano sobre los labios del chico abriendo sus ojos en sorpresa.
Cómo podía hablar de eso tan libremente. No podía permitir que el resto de personas escucharan porque sabía que llegaría a oídos de su madre y sólo podía significar una cosa: problemas. Si se llegase a enterar que salió de casa en horas que debería estar en la cama y con su vecino, lo más probable era que la enviaran a un convento de monjas.
— Sht, entendí, no debes decirlo tan alto... ni mencionarlo.— poco a poco se fue alejando y quitando su mano algo sonrojada por la casi inexistente distancia entre sus cuerpos.— Lo lamento... ¿hay algo que necesites?
Hacer ello enfrente de casi todos los estudiantes era casi tan terrible como que se supiera que pasó la mañana con Yukhei. Su madre no estaba de acuerdo con que tuviera ningún tipo de contacto con el chico, no tenían que toparse ni intercambiar palabras, eso se lo dejó muy claro el primer día de mudanza cuando Doyeon se quedó embelesada por unos minutos con el perfil de su vecino, no pudo evitarlo y dudaba que existiera persona capaz de no fijarse en su belleza.
— Está bien aunque un cierra la boca hubiese sido más que suficiente y sí, quiero algo.— relamió sus labios antes de hablar.— Quiero que salgamos, que disfrutemos una tarde juntos... pasear y eso, parecido a lo de esta mañana.
Que extraña petición. Por lo general chicos como él solía juntarse con gente que supiera divertirse de verdad y que no estuviesen sometidos a portarse todo el tiempo bien. Estando a punto de negarse, el chico se le adelantó.
— No acepto un no por respuesta. No me gusta hacer esto pero es necesario porque por alguna razón presiento que no aceptarás.— y tenía toda la razón.— Eres mala mintiendo, sospeché que te escapaste de casa y luego cuando te vi entrar por la puerta trasera supe que estaba en lo correcto... No creo que a tu madre le guste saber que te escapas, menos sobre la cajita que tienes por ahí escondida. Mantendré mi boca cerrada si accedes salir conmigo esta tarde.
Maldito aprovechador, la había dejado sin palabras con las que refutar. Su madre no le creería aunque se lo negase, y tenía todas las de perder.
— ¿Por qué? — la campana sonó y lo detuvo tirando de su polera justo cuando emprendió su caminar. — ¿Por qué quieres hacerlo?
Él pareció pensárselo un rato, y después se encogió de hombros metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón.
— No hay razón en específico — mintió — Pero podría decir que es porque me interesas, nos vemos a la salida. —igual que la noche anterior, le guiñó el ojo alejándose para ir a su salón con la diferencia de que esta vez le había mentido descaradamente.
Apretó sus labios en una fina línea, ignorando el hecho de que tenía un revolú en su interior porque estaba más concentrada en pensar si Yukhei era sincero con ella. Durante todo ese año estuvo rodeada de gente mentirosa lo que la llevaba a desconfiar de casi todos por no decir que de todos.
Así pasó toda su mañana, pensando. ¿Qué fue lo que hizo para despertar el interés en él? Doyeon podía llegar a ser muy distraída y muchas veces ignorar lo que sucede a su alrededor para evitar llevarse un mal rato, pero no tonta. Sentía que Yukhei tramaba algo.
Y estaba en lo correcto.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro