012
📱 :Capítulo doce: . .⇢ˏˋ Escuelaˎˊ ꒰ 💚 ꒱
—M-Mamá, ya deja de tomarme fotos. V-Voy a llegar tarde.—refunfuñó Naomi, alzando un poco sus brazos para cubrir su rostro.
Su madre ignoró completamente sus quejas, moviéndose hacia otro lado para conseguir un mejor ángulo de la chica. Jamás llegó a pensar que la vería con un verdadero uniforme escolar, ya que nunca imaginó que conseguiría el valor para asistir a una preparatoria. Aún existía la posibilidad de que se arrepintiera luego del primer día, así que debía capturar todo lo posible aquella linda imagen frente a ella.
—Miko-san, Naomi tiene razón —bufa Daiki, tomando a su amiga por el brazo para guiarla hacía la puerta—. Nos vemos luego.
La mujer bajó el artefacto en sus manos, acelerando un poco el paso para alcanzar a los muchachos que estaban por salir—¡Daiki, cuidala mucho, por favor!—pidió, recibiendo un asentimiento como respuesta—. ¡Buena suerte cariño, si algo pasa no dudes en llamarme!
Naomi asintió torpemente, tropezando con sus propios pies por culpa de los jalones que le daba Daiki. Ambos caminaron hacía la parada del bus en silencio, escuchando mínimamente el sonido de los autos que pasaban por la carretera. Saber que su amigo estaría con ella en todo momento lograba tranquilizarla mucho, y esperaba que aquella tranquilidad perdurara durante todo el día.
—Tranquila, si alguien te hace algo, hmm... los acusaré con el director Netero y se llevarán una fuerte reprimenda —habla el muchacho, deshaciendo su agarre en el brazo de la chica para recostarse en un poste—. Además, nuestra clase es... relativamente tranquila, exceptuando a un chico odioso que seguro ni te verá.
Ella asintió cortamente como respuesta. El tema de sus compañeros era el que más la atormentaba por el momento, ya que no sabía de qué manera sería recibida o tratada una vez entrara al salón de clases. Daiki siempre solía llegar a su casa con algunas espantosas anécdotas escolares que ahora, al recordarlas, solo lograban avivar sus nervios nuevamente.
Pero bueno, solo eran simples adolecentes. No había nada que temer, ¿no?
—N-No hay nadie...—susurró la chica, observando cautelosamente a su alrededor.
—Vamos llegando una hora antes, supuse que sería más fácil que las personas llegarán a ti en vez de tú a ellas —responde su amigo, haciendo un corto ademán con su mano—. Sígueme, nuestro salón queda por acá.
Tomó la muñeca de su amiga para obligarla a caminar más rápido, mientras le señalaba algunas cosas en el trayecto hacía el aula. La puerta, como era de esperarse, estaba cerrada, impidiéndoles ingresar como planeaban hacerlo. Daiki resopló cansado mientras rodaba los ojos, emprendiendo un nuevo camino hacía el patio de la escuela.
—Tendremos que esperar y entrar junto al resto de imbéciles.—masculló, parando abruptamente al sentir la presencia de otra persona en el pasillo.
—Daiki —asintió el profesor de biología, Chrollo, caminando hacia el muchacho. Sus ojos fueron a parar hacía la mano del otro, subiendo nuevamente para observar a la chica que lo acompañaba—. Nunca te había visto por aquí, ¿eres la estudiante nueva?
Ella bajó inmediatamente la mirada para no observarlo directamente, mientras asentía con un torpe movimiento de cabeza. El profesor recordó enseguida la condición que tenía la chica, la cual anteriormente, les habían comentado a todos los docentes durante la primera reunión del año.
Aclaró su garganta para llamar su atención, acomodando la corbata de su traje en el proceso—Supongo que ambos querían entrar al aula.—deduce, dándole una mirada fugaz a la puerta.
Daiki ensanchó los ojos, nervioso al pensar que su maestro había malinterpretado la situación—¡Pero no para hacer cosas cochinas, solo queríamos esperar ahí!
Chrollo alzó una ceja desconcertado, carraspeando su garganta incomodo—Okey... en ningún momento pensé eso, pero gracias por aclarar.
—Bueno, lo digo porque todos los demás si lo hacen. ¡Pero nosotros no, somos como hermanos!—se apresura en aclarar, soltando la muñeca de su amiga mientras daba un paso para alejarse de ella.
Su maestro frunció el ceño, entrecerrando los ojos—¿A quienes te refieres con... todos los demás?
—Wow, tal vez sea mentiroso, orgulloso, egoísta, egocéntrico, flojo y bruto, pero jamás chismoso.—niega, desviando la mirada mientras se cruzaba de brazos.
Naomi se escondió detrás del cuerpo de su amigo cuando los ojos del mayor volvieron a posarse sobre ella, ganándose un suspiro pesado de su parte—Está bien, les abriré el salón para que entren. Después de todo, la primera clase es conmigo.
Daiki sonrió agradecido, dando media vuelta para tomar a su amiga por el brazo y guiarla de vuelta hacía el salón—Usted es muy amable, Chrollo-sensei. Creo que Kurapika exageró un poco al decirnos a todos que era la encarnación del mal.
El mayor frunció las cejas, haciendo un mohín de desagrado al escuchar el nombre de uno de sus molestosos alumnos «Ese mocoso bastardo» gruñó, sacando las llaves de su bolsillo antes de introducirlas en la cerradura de la puerta.
Los tres ingresaron al aula, desviando caminos para tomar cada quien su respectivo asiento. Al ser principios de año, ningún alumno tenía un puesto fijo, así que cada quien podía tomar el que quisiera por el momento. Daiki guió a su amiga hacía la hilera derecha, tomando el penúltimo asiento justo delante de ella.
El castaño se encargó de distraer a su amiga sacándole absurdos temas de conversación para pasar el rato. Aquello la ayudó mucho a despejar su mente, hasta que el primer alumno ingresó al aula.
—Feitan, ya te he dicho que uses bien el uniforme.—reprende el profesor, observando con el ceño fruncido la desarreglada franela del muchacho.
—Ya le he dicho que no me interesa lo que diga.—contesta de forma altanera, caminando como si nada hacía un asiento cercano al de Naomi.
Esta tragó saliva cuando sus ojos chocaron con los contrarios, desviando inmediatamente la mirada hacía su mejor amigo—¿Ese es... el chico odioso que mencionaste antes?—susurró de forma casi inaudible, pero su amigo alcanzó a escucharla.
—No, y tampoco vuelvas a decir eso o terminaré con la cabeza metida en el escusado.—masculla, mandándole una mirada de reojo a su compañero de clases.
Pero este seguía sin despegar sus intensos ojos del inocente rostro de la chica. Le parecía extraño que una estudiante ingresara a mitad de curso, sobre todo cuando esta parecía tener unos doce años o tal vez un poco más. Seguramente era una de esas niñas prodigio que solían ingresar cada tanto a la academia, así que decidió dejar de prestarle atención para finalmente tomar asiento.
O claro, eso habría hecho una persona normal.
—Oye niña, ¿cómo te llamas?—cuestiona el pelinegro, tirándose sobre su asiento para nuevamente clavar sus ojos en ella.
Esta ensanchó los ojos, con la vista fija en algún punto perdido de su escritorio. Su cuerpo se había tensado completamente al darse cuenta de que el joven se dirigía a ella, y el nudo en su garganta no tardó en hacerse presente.
Daiki frunció las cejas al observar el estado de su amiga, desviando la mirada hacía el inoportuno pelinegro que comenzaba a fastidiarla—Se llama Naomi.
—¿Y no tiene boca para decirlo sola?—masculló en respuesta, sintiéndose repentinamente irritado—, ¿o es que acaso se cree muy importante como para responderme?
La chica cerró abruptamente los ojos, tratando de imaginarse a si misma en la comodidad de su habitación. Lo que tanto temía que pasara, terminó por suceder mucho antes de lo que pensaba. Un chico ya sentía un notorio desagrado hacía su persona, y no dudaba en que el resto de la clase pensaría de la misma forma apenas la vieran.
Ya se estaba empezando a arrepentir de todo esto.
—Idiota, sufre de ansiedad. Deja de verla así —masculló Daiki, sacando el poco valor que tenía guardado muy dentro de si. La mirada asesina del contrario lo hizo estremecer, haciendo que inconcientemente se encogiera en su asiento— s-si no es mucha molestia, claro.
Feitan frunció las cejas, relajando un poco su semblante antes de desviar la mirada hacía la chica—¿Ansiedad social?—cuestiona, a lo que ella solo atinó a asentir torpemente. El muchacho musitó un sonido pensativo, soltando un pesado suspiro antes de hablar— mi mamá también sufría de eso cuándo era joven...—susurró, frunciendo levemente las cejas. Hace algunos años su madre, quien era la única compañía que tenía actualmente, le había comentado con mucha tristeza todos los problemas e incomodidades que le generó aquel padecimiento en su época de adolescente, por lo que ya se hacía una idea de la situación que atravesaba la chica frente a él— Si necesitas algo o alguien te molesta, solo dime y le romperé el culo.
Ambos jóvenes ensancharon los ojos al ver el repentino cambio de actitud del muchacho, sobre todo Daiki, quien siempre había visto a Feitan como el futuro líder de alguna pandilla de criminales. Le sorprendía mucho el hecho de que haya mostrado empatía hacía su mejor amiga, pero más que todo, lo aliviaba bastante.
«¡Genial! Con Feitan de nuestro lado nadie molestará a Naomi, que suerte tenemos» suspiró, embozando una leve sonrisa.
—G-Graci-cias...—balbuceó ella, observandolo de reojo con nerviosismo.
—Llamame Feitan, no me gustan los honoríficos ni nada de eso —practicamente ordena, a lo que ella asintió repetidas veces. Él ladeó la cabeza, arrimándose en su asiento para acercarse más a su persona—. Que linda cara tienes, ¿cuántos años tienes?
Daiki alzó una ceja desconcertado, sin poder creer lo que acababa de escuchar «¿Acaso está... ¡Genial! ¡Si Naomi se casa con Feitan tendremos la vida resuelta!» pensó entusiasmado, apretando sus puños con emoción.
Por su parte, la chica solo relamió sus labios incómoda, tratando de ordenar sus ideas para no tartamudear tanto—Dieciséis...—susurró bajo, a lo que él alzó las cejas.
—¿En serio tienes dieciséis?—cuestiona perplejo, bajando la mirada para darle un, poco discreto, análisis al cuerpo de la muchacha—. Supongo que aún te falta crecer...—susurra, aclarando su garganta.
Se empezaron a escuchar murmullos y pasos en el pasillo, indicando que algunos estudiantes más habían llegado. Todos ingresaron alegremente al aula, sin siquiera notar la presencia de una nueva compañera entre ellos. Daiki frunció levemente el ceño al visualizar la cabellera albina del Zoldyck, rezando internamente para que no se acercara con algún comentario de mal gusto.
—¡Feliz año, Daiki!—saludó alegremente Gon, sonriendole al muchacho mientras caminaba en su dirección. Sus ojos fueron a parar hacía la chica detrás de el, haciendo que su sonrisa se transformara en una expresión de curiosidad—¿Y esa niña? Que bonita.
«Vaya, parece que Naomi es popular con los chicos» pensó el castaño, curvando una pequeña mueca—Es mi mejor amiga, se llama Naomi.
El peliverde sonrió ampliamente, acelerando el paso para acercarse a ella—¿¡Tu mejor amiga!? ¡Genial! ¡Yo soy Gon Freecss!—se presenta, colocando una mano sobre su pecho—. Llámame Gon, Naomi-chan.
Ella solo asintió cortamente, sintiéndose sorpresivamente tranquila con el aura que transmitía el joven—U-Un place-...
—¡Gon, deja de hablarle a esa niñita y ven a sentarse! No te quiero ver llorando cuando alguien más tome el asiento junto a mi —la voz del Zoldyck resonó por toda el aula, haciendo que más de uno, incluyendo a Naomi, se giraran a verlo. El muchacho frunció el ceño al ver la extraña expresión en el rostro de la fémina, e inmediatamente le mandó una mala mirada—¿Y tú qué me ves?-...
—¡Killua!—lo reprendió Kurapika, ignorando sus malas miradas para observar a la chica—. Disculpalo, está enojado porque su novia no le responde los mensajes.
—¡No es mi novia! ¡Y no me responde porque está estudiando, baka!—replicó sonrojado, chasqueando la lengua antes de cruzarse de brazos.
El Kurta rodó los ojos, dejando el bolso sobre su escritorio para acercarse a su nueva compañera—Mi nombre es Kurapika, un placer —se presentó educadamente, asintiendo levemente con la cabeza— si necesitas ayuda con algo relacionado a la escuela, puedes recurrir a mi.
Naomi asintió nuevamente, ganándose un mohín del Freecss—¡Y si necesitas ayuda con algo fuera de la escuela, puedes recurrir a mi! Es más, esta tarde estoy libre y si quieres podemos ir a-...
—¡Gon!—lo cortó Killua, gruñendo irritado.
El aludida se giró a verlo, frunciendo sus labios en un puchero—¿Qué pasa, Killua? No seas egoísta, tú ya tienes novia.
—¡Ya dije que no es mi novia!—bramó enojado, mandándole una mala mirada a la chica—. Si tanto te gustan las niñas, luego pasamos por el preescolar que queda a unas cuadras de aquí.
Naomi frunció las cejas avergonzada, clavando nuevamente la vista en la pulcra superficie de su escritorio. Daiki curvó una mueca enojado al percatarse de que había herido los sentimientos de su amiga, pero antes de que pudiera hablar, alguien se le adelantó.
—Tiene dieciséis, imbécil —masculló Feitan, haciendo que el albino se tensara—¿No te enseñaron a respetar a las mujeres? Pídele perdón.
El Zoldyck soltó un bufido, recobrando nuevamente su postura arrogante—¿Eh?, ¿y quién te crees que eres tú para darme órdenes? Enano.
«Que en paz descanses, Killua Zoldyck» pensaron Gon y Kurapika a la vez, dando un paso hacía atrás al ver como el pelinegro se levantaba bruscamente de su asiento.
—Repite eso, pedazo de mierda.—bramó, acercándose a él con pasos pesados. El albino se tensó nuevamente, dando inconcientemente un paso hacía atrás.
—¿Y tú estás aquí pintado o qué?—masculló Kurapika, observando como Chrollo leía tranquilamente un libro en su escritorio.
—Mi turno empieza dentro de diez minutos.—responde tranquilamente, haciéndolo gruñir.
—Ya, Kurapika, no es momento para que pelees con el profesor —lo detiene Gon, observando de reojo a su nervioso mejor amigo—. Debemos ayudar a Killua, o luego tendrás que organizarle un novenario.
El Zoldyck desvío la mirada asustado, sintiéndose sumamente patético. No había que ser muy inteligente para notar que, en terminos de fuerza física, no era rival para alguien como Feitan. Eso hizo que se cuestionara a si mismo el porqué de su irrespetuoso comportamiento anterior, el cual terminó envolviendolo en esta complicada situación.
—¿Qué pasa? Ya no estás tan hablador.—gruñé el pelinegro, estirando su mano para sujetar al chico por el cuello de su camisa.
Killua le llevaba unos diez centímetros al otro, pero aún así, el aura que este transmitía era lo suficientemente intimidante como para hacerlo temblar.
«¡No puedo morir hoy! Me puse unos bóxers de osito y no quiero que el forense los vea al examinar mi cuerpo» pensó alarmado, sintiendo la presión que generaba el agarre en su prenda.
—E-Eh... Fe-Feitan-san...—la temblorosa voz de la muchacha llamó la atención de ambos, haciendo que giraran la cabeza a la par para observarla— N-No es... necesario que se meta en-en problemas por mi.
—Ella tiene razón —asintió inmediatamente Killua, sintiéndose gratamente aliviado por la intervención de la niña—. Creo que si me sueltas ahora, todos podemos olvidar est-...
—Tú cierra la maldita boca —masculló Feitan, a lo que él inmediatamente se calló. El pelinegro relajó su semblante antes de girarse nuevamente para observar a Naomi—. ¿Segura? Si le doy una lección ahora, te aseguro que no te volverá a molestar
Killua ensanchó los ojos preocupado, mandándole una mirada de suplica a la muchacha junto a él. Naomi también lo observó durante algunos segundos, sintiéndose mal por haberlo metido en todo este problema—N-No se preocupe, estaré b-bien.
Feitan frunció el ceño inconforme, soltando al Zoldyck de mala gana. Este inmediatamente se alejó asustado, siendo recibido por su par de amigos—Como quieras, pero a la próxima no se salva.
Naomi asintió cortamente, regalandole una leve sonrisa—Gracias.
«Maldito, maldito, maldito, maldito, maldito, maldito, maldito, maldito, maldito, maldito, maldito, maldito...» masculló mentalmente Killua, observando con un profundo odio la espalda de Feitan.
Este se encontraba en la fila para el almuerzo, sin siquiera notar que el albino le estaba lanzando cientos de maldiciones a sus espaldas. Él ya había dejado de lado aquel incidente que ocurrió en el salón de clases, pero para Killua, aquello fue un enorme golpe a su ego.
«Seguro todos piensan que soy un cobarde por culpa de esa niñita» gruñó, desviando la mirada hacía la mesa donde se encontraba la muchacha «Maldita, maldita, maldita, maldita, maldita, maldita, maldita, maldita, maldita, maldita, maldita, maldita...»
Naomi se removió incómoda en su asiento al sentir como alguien la observaba fijamente, y con algo de miedo levantó la mirada de su bandeja para averiguar de quién se trataba. Sus ojos chocaron casi de inmediato con la mirada asesina del Zoldyck, quien ni siquiera se tomó la molestia de disimular su enorme desagrado.
—¿Me puedo sentar aquí?—una voz a su izquierda hizo que rompiera el contacto visual con Killua, y no hace falta expresar lo sorprendida que estaba al ver de quién se trataba.
—Fe-Feitan-san.—balbuceó Naomi, observando con asombro al pelinegro.
Este se mantenía inexpresivo frente a ella, sosteniendo con ambas manos la bandeja de comida—¿Puedo o no?—masculló, a lo que Daiki asintió repetidas veces.
—C-Claro, pero... tu grupo de amigos-...
—Ellos están bien, ¿algún problema con que me siente aquí?—cuestiona, a lo que él inmediatamente negó—. Como sea.—murmuró, tomando asiento en el lugar junto al chico, quedando frente a Naomi.
Los tres empezaron a comer en un, para casi todos, incomodo silencio. Naomi no tenía la confianza suficiente como para hablar mientras el pelinegro estuviese presente, Daiki temía decir algo que de alguna forma llegase a molestar a Feitan, mientras este último solo ingeria tranquilamente su comida sin tomarle importancia a nada.
—¿Es la primera vez que asistes a una preparatoria?—cuestiona de pronto, levantando la mirada para observarla. Naomi musitó un sonido afirmativo, jugando con la comida en su bandeja—. ¿Y este idiota es tu único amigo?—vuelve a preguntar, señalando a Daiki con su pulgar.
El castaño abrió la boca indignado, imaginando un escenario hipotético donde se armaba de valor para defenderse.
—S-Si, Daiki y yo nos conocemos desde pe-pequeños. Y no es un idiota.—susurra lo último, haciéndolo sonreír agradecido.
Feitan musitó un sonido pensativo, asintiendo cortamente con la cabeza—Bien. Desde ahora, yo también seré tu amigo.
Espero que les haya gustado el cap uwu
💟No olviden votaaaar
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro