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𝕋𝕙𝕖 𝕕𝕒𝕪 𝕥𝕙𝕖 𝕤𝕦𝕟 𝕗𝕖𝕝𝕝 𝕥𝕠 𝕖𝕒𝕣𝕥𝕙

AU: "Don't look up at the stars"

Stella diviso sombras alargadas por el sol del atardecer y sonrió, complacida, siguió tallando la última figurita de Amaterasu, la diosa del sol y luego salió abriendo un biombo y respirando profundamente, miro el hermoso paisaje, y por solo unos segundos, se sintió completa.

Pronto llegó un tropel de niños, flacos como varas de bambú, regresando de la faena, en uno de sus caminos de peregrina se los encontro, hambrientos de afecto (y algo de comida) empezó a cuidarlos con esmero, todos en esa pequeña casa trabajaban, aunque fuera un poco, recordó, viajar a Japón fue una buena idea.

Hiroshima era un ciudad preciosa.

Las caritas cenicientas se iluminaron en cuanto la vieron, corrieron hacia ella, levantando los brazos, ella los abrazo, riendo.

Hoy era el cuatro de agosto, el cumpleaños de Hatsumi sería mañana, tenía que recordarlo.

-¡Hoshino-Sama! ¡Hoshino-Sama!- un pre-adolescente larguirucho corrió hacia ella, acercándose con una amapola en las manos-Traje esto para usted...-

La mujer sonrió ante la vergüenza del joven, tomo la flor delicadamente, como un tesoro preciado.

-Gracias Junki- Acaricio su cabeza, ganándose un suspiro de felicidad-Entren a casa, logre comprar mucho arroz, y lo cociné con pescado-

Los pequeños chillaron felices y se precipitaron a la improvisada cocina, vieron los platos colmados y sonrieron con placer, después de todo un día de pequeños trabajos como lustrar zapatos o ayudar en la cualquier cosa a su alcance, la comida les parecia deliciosa, por más humilde que fuese.

Stella limpio las caritas sucias con trapos mojados y los mando a lavarse las manos, en total había 7 niños, todos de la calle, a excepción de Kiko la pequeña más joven, con tan solo 3 años,un día abandonada a su suerte, la pelimarron la levanto de su sillita y la dejo con los niños ya lavados, en lo que buscaba la comida, pequeñas caritas sonrientes la recibieron, echándose con voracidad sobre el alimento, hasta que uno noto algo.

-Hoshino-Chan ¿Por qué no tiene pescado?-Geri, un niño, hablo con la boca atiborrada de comida-Tiene que comer carne ¡Si no no estará fuerte!-

-No te preocupes-Tomo los palillos y empezó a comer-pique bastante pescado mientras cocinaba, el arroz me hará bien-

Otra niña, Yoko, volteo hacia ella y vio en esos ojitos infantiles y cansados una tristeza que no podía comprender, empezó a darle de comer a Kiko, la cuál estaba ubicada a su costado,  preocupada por la actitud de la niña, siempre había sido callada, pero había algo que la inquietaba, lenta pero rápidamente, ella coloco un trozo de pescado en su plato mientras volteaba, fingiendo no haber hecho nada, otros niños la imitaron, y Stella se enternecio, fingió seguir alimentando a la bebé, viendo como todos le daban un trozo.

Eran demasiado buenos con el mundo, y eso podría traerles problemas.

-Le compre algo de ante-Cumpleaños a Hatsumi-Empezo a comer el pescado fingiendo no haber visto nada-Espero les guste-

Levantó una caja de caramelos, y las caritas de los pequeños se iluminaron, Hatsumi se levantó y corrió a abrazar a la ojiamarilla, riendo de felicidad.

-¡Muchas gracias Hoshino-Sama!-Ls niña la apretó, Stella la sintió fragil-¡Le prometo pagarle! ¡Lustrare más botas! ¡Cargaré más sacos! ¡Y si no reúno...!-

-No tienes que pagarme-La tomo en brazos, mirándola con amor-Lo hize por qué te quiero Hatsumi, así como quiero a todos los niños en este lugar, siempre velare por ustedes, lo más que pueda-

La niña se emociono hasta las lágrimas y Stella se pregunto cuánto habría tenido que pasar antes de encontrarla, cuánta hambre y desesperación, y por ello la amo más, por qué sufrió y su alma se templo, ella era fuerte, no se dejó destruir paso por el fuego y sobrevivió, y eso la volvió preciosa.

Todos eran preciosos como carbones convertidos en diamantes.

Hatsumi empezó a repartir sus dulces entre los niños y juntos salieron al patio mientras ella empezaba a lavar los platos, el ángel las escucho reírse y festejar, sintió a Junki jalando su manga y  bajo la vista dejando de hacer su tarea, encontrandose con un fajo de billetes que el apenado muchacho le estaba dando, intento rechazarlos pero con señas el chico la llevo a un biombo cercano, sonrojado, empezó a hablar.

-S-se que no tenías dinero para comprarle algo más a Hatsumi-Miro hacia los lados-A-ahorre el dinero que me dabas para los almuerzos, y creo que tengo suficiente para un Kimono color cereza que ella quería, por favor, aceptalo, si no se pondrá triste-

Sus ojos de volvieron estrellas cuando lo escucho, conmovida, se agachó y beso la frente del muchacho, con los ojos húmedos.

-Solo por esta vez-Tomo su cara entre las manos-Por favor, tienes que almorzar, no vuelvas a hacer algo parecido ¿Quieres que te cuente un secreto?-

-S-si-

-Hoshino no es mi apellido-Le sonrio-Lo utilize porque ustedes no pueden pronunciar mi nombre verdadero, ni tampoco mi apellido, mi verdadero nombre es Stella. S. Prometeo ¿Te gusta?-

-Eres una extranjera amable-Cambio de tema, no había entendido bien su nombre-La mayoría de los extranjeros nos tratan como perritos, pero tú nos diste un hogar, probablemente hubiera muerto de hambre si no nos hubieras ayudado, gracias Ste-lla-

-¡Es un comienzo!-Lo abrazo, feliz-Gracias Junki, mañana saldré temprano a comprar el Kimono, mientras ¡Es hora de ir a dormir!-

Le empezó a hacer cosquillas al joven hasta que se puso rojo de tanto reír, y luego lo empujó fuera de la habitación, El chico miro la puerta con dulzura.

Le estaría eternamente agradecido.

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Aún lo recuerda todo, recuerda como consiguió aquel precioso Kimono, la sonrisa de Hatsumi, incluso aquella cena que tuvieron, los niños reían, parecían estrellas, felices, cuando lo recuerda se le forma un nudo en la garganta, si lo hubiera sabido, si tan solo lo hubiera sabido....

El día siguiente fue al principio normal, Hatsumi se habia despertado livida, con fiebre, se había quedado en casa con Kiko y ella, aún ostentaba aquel Kimono como una prenda majestuosa, Stella opinaba que era la niña mas bonita que había visto.

-Shh, quédate quieta-Froto las sientes de la niña con te verde, ante el disgusto de esta-Te hará bien Hatsumi-chan, ahora duerme-

Se levantó y miro la hora: eran las siete y cuatro minutos.

-Hoshino-San, su Kimono está muy roto...- Susurro la pequeña, perdida entre los desvaríos de la fiebre- ¡V-voy a trabajar más duro! Así le compraré vestidos de Seda, y Yukatas costosos-un absceso de tos la hizo detenerse-Y-y una muñeca de porcelana para Kiko, una muy bonita....-

-Claro que lo haras- Sonrio con ternura, arropandola mas- mientras tanto, debes descansar-

-La quiero mucho Hoshino-sama- Esas palabras se marcaron con fuego en su memoria- Gracias-

Entonces escucho el estallido.

Todo se volvió blanco, lo vio como en cámara lenta, como el techo de la casa se desintegraba, y las paredes, todo desaparecía, hacia mucho calor...

Entonces se volvió borroso, como si sus recuerdos se hubieran derretido, no sabe cómo tomo a Kiko y a Hatsumi en brazos, como siquiera huyó entre la casa derrumbándose a su alrededor, escuchaba las vigas caer, escuchaba los vidrios romperse, pero ella no estaba allí, solo estaba el taconeo de sus chanclos de madera, el miedo, y el instinto de sobrevivir.

El instinto de proteger, proteger a las criaturas que tenía en sus brazos.

El siguiente recuerdo es ella lejos de la casa, muy lejos de la casa, sentía como Hatsumi sollozaba, frotándose contra ella, quiso para un momento, limpiar sus lágrimas y decirle que todo estaría bien, pero era una mentira, no podía detenerse, no antes de estar a salvo.

silencio, noto algo crucial: Kiko no se movía, Kiko no lloraba, Kiko no estaba respirando.

Se detuvo de repente, presa el pánico.

Las soltó: Hatsumi estaba llena de cortadas, se aferro a su pierna, como un salvavidas, entonces Stella noto el penetrante dolor que la inundaba, estaba llena de vidrios rotos, pequeños cortes, pero estaba tan concentrada en correr que no se dió cuenta, miro al bebé en sus brazos, estaba luchando por respirar.

La acunó más, no respondía.

-K-kiko...-Su voz sonaba extrañamente desconsolada y dulce-K-kiko-chan, mírame, no te duermas Kiko-chan, por favor, mírame, no te duermas, mírame Kiko, Kiko-Chan-

Sentía como se apagaba en sus brazos, no podía hacer nada, entro en pánico, estaba cerrando los ojos, ella no podía dormir, no ahora.

-¡KIKO!-La movió, intentando que reaccionara-Mi bebé, por favor no, mira, ¡Estamos bien! Te voy a cantar, pero abre los ojos, por favor, Kiko...-

Empezó a entonar lo mejor que pudo, intentando no llorar, ella iba a despertar, estaba segura, miro a su alrededor, había cadáveres, casas vueltas ruinas, fuego, cantaba dulcemente, esperando a que ella reaccionara, se respiraba la desesperación.

Era un ángel cantando en medio del infierno.

-Por favor Kiko-chan-Se sentía fría, la abrazo un poco más-Te dejaré dormir un poquito... estás muy fría Kiko-Chan, tal vez dormir sea bueno, te despertaré después-

Le sonrió al cuerpito sin vida de la niña, no podía asimilar que se hubiera ido, solo estaba durmiendo, con frío, ella solo dormía...

-¡Vamos hatsumi!-Cargo a la niña en su espalda, sonriendo de nuevo-Kiko-chan está un poco cansada, ella va a dormir, busquemos a los demás-

La niña estaba apagada, se apego a los hombros de Stella, buscando consuelo, ella sabía que Kiko no despertaría, pero simplemente no podía sentir nada, se había bloqueado, dormito un poco, intentando borrar la imagen de su mente: Ella los vio.

Ella vio a Junki y los demás acercarse a la casa, cantando, ella los vio desintegrarse, desaparecer, ella oyó sus gritos, ella vio todo.

La imagen se quedo grabada, todos se habían ido.

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Pasaron varios días, veían caravanas pasar, llenas de cuerpos, Kiko aún dormía, y Stella no estaba preocupada, los bebés duermen mucho, en algún momento tendría hambre.

Al menos eso pensó, hasta que apareció ese soldado.

-Ese bebé está muerto- Era un hombre joven, lo había visto antes-Demelo para que quememos el cuerpo, ahora-

-Kiko-chan solo duerme...-Siguio acunandola, aún no había notado el olor a putrefacción, estaba demasiado sumergida en su fantasía- ¡Ella no está muerta!

-Claro que lo esta-La empujó, llevándose el bulto- Y usted está loca, extranjera lunatica-

Hatsumi recuerda haber forcejeando con Stella para que no fuera tras el, le dolía verla así, aún recuerda como ella grito desesperada, y a como nadie le importo, la consideraban otra extraña más, otra que penaba a sus muertos, recuerda su llanto lleno de dolor, se la habían llevado, se habían llevado a su bebé, la vio arder junto a Miles de cuerpos, nisiquiera pudo enterrarla de forma digna.

Se rindió, mirando las brasas de lo que alguna vez fue su Kiko, dolía, dolía insoportablemente, tenía ganas de tirarse en los huesos quemados, sacarla, pero no podía, vio a Hatsumi temblar, tosiendo sangré.

Despertó, ella era lo único que le quedaba, tenía aún algo que proteger, su cara seguía neutra, ya serena, limpio la sangre de la boca de la niña, preocupada.

-Hay que ir al hospital-Beso su frente, notando lo sucia y triste que se veía, su Hermoso Kimono ahora estaba roto-pero vamos a ir a lavarte primero-

Se dió cuenta de cuánta comida intento darle al cadáver de Kiko, mientras Hatsumi pasaba hambre, se sintió culpable, el dolor la había consumido.

Ella la levanto, luego fueron al hospital, aún recuerda las palabras del médico "Leucemia" su Hatsumi, pequeño sol, iba consumirse, y no podría hacer nada, apretó los puños, no iba a llorar otra vez, ella no debía saberlo, iba a hacer que sus últimos días fueran hermosos.

Se quedó con ella 7 semanas más, en ese tiempo rieron juntas, le compro otro Kimono, y no dejo que trabajará, estaba pálida como la luna, con los cachetes sonrosados, esos últimos días se vio hermosa, su pequeño loto, lloraba por las noches, se iba a quedar sola de nuevo.

Pero en el día fue risas y juegos, la hizo sentir segura, amada, tosio mucha sangre el último día, era la señal del fin.

-Buenas noches Hatsumi-chan-Beso su frente, intentando no llorar-Recuerda que siempre te amare.-

-Buenas noches Hoshino-sama- Sonrió, débil, sentía como la muerte se posaba sobre ella, acariciándola dulcemente, tenía mucho sueño, y se sentía fria-Tambien la quiero-

Entonces cerro los ojos, después de unas horas jamás despertó.

Stella la enterró con sus pertenencias, dando rienda suelta a su llanto, luego se fue de Japón, sin mirar atras, nunca volvió a ver a los demás niños, pero les deseo suerte, a dónde sea que estén.

Estámos la actualidad, es cinco de agosto, y ella los extraña...

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-¿Que haces estrellita?-Escucha a su hermana Deimos en la sala, su voz suave y misteriosa le pone los nervios de punta-Te veo muy pensativa-

La angel acomoda incienso, mira a la ventana y sonríe, en el cielo mira a Hatsumi y los demás, están felices.

-Saludo a viejos amigos-Quema los palitos, suspirando-Espero que estén bien-

En el fondo de su corazón, cuál flor blanca, ella sabe que ellos ya no sufren, ellos están bien....

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