3: "Coincidir"
Tenía que poder razonar como la adulta que era y no dejarse perturbar por el acelerado sonido de su corazón, de la tremulidad de sus acciones, de su inconsciencia, no podía comportarse de ese modo.
Esa chica malcriada era la causante, pretendía ridiculizarla frente a la persona más exigente que existía en su vida: ella misma. Hasta ahora veía su sigoloso trabajo, había sido tan pulcra en cada detalle para que, llegada esta instancia, se despojara de los estúpidos estándares y los prejuicios sociales con el más mínimo acercamiento.
Sabía lo que quería, ahora podía percibir perfectamente lo que le hacía, lo que venía haciendo durante todo ese tiempo, estaba esperándolo como la desvergonzada que era. Ella realmente quería que lo hiciera, que acabara con la ridícula distancia, que la tomase del suéter y que acabase por tomarle la boca como nadie en su vida lo haría, no del modo en el que ella deseaba hacerlo en su mente, porque habitaba sólo en su mente, y quizás lo estaba logrando, quizás…
Actuaba como si supiera que se moría por que alguien enloqueciera por ella, que la hiciera sentir con esa fuerza ardiente con la que la atraía fácilmente, que jugara con sus sentidos y la orillara hasta el límite. ¿Como lo había descubierto? ¿A caso se habría metido en su casa para oírla gemir su nombre por las noches, como la acosadora que era? Ironizó en sus pensamientos, ¿Tendría algún poder? ¿Era alguna clase de habilidad natural que ignoraba?
Solo pensaba en decir sí, sí a romper con todas las barreras que le remarcaron desde que tenía conciencia de lo que era veridicamente correcto, sí a todas las fantasías que ocultaba para las cuatro paredes de su habitación, sí a su insoportable deseo de perseguir su propia convicción y ser ella misma ¿Desearía escapar luego, si se dejaba llevar por esa tonta pasión? ¿Cuánto iba a durar? ¿Y si Jimin tenía razón y solo malograba la poca estabilidad fisico/mental/emocional que le quedaba?
—Demonios, apártate de mí Im... —Se quejó la mayor, meciendo la cabeza reiteradas veces ante esa insoportable necesidad de sobrepensar todo lo que la abordaba, con la voz ridículamente queda, reprendiéndose mentalmente, resistiéndose.
Su respiración había comenzado a alterarse desde que la joven había iniciado el acercamiento con tanta audacia como la había colmado de halagos que se hacían un privilegiado lugar en su interior, lentamente y sin que siquiera se diera cuenta.
—¿Por qué se resiste a mi? —Preguntó Nayeon irrumpiendo en el debate de sus miradas para perseguir sus tan deseables labios enmarcados.
Lo sabía. Por tal motivo no elegía verla a los ojos, porque cuando se encontraba con ellos perdía toda la poca coherencia mental que pudiera habitar en ella. Desde entonces había intentado huir, por supuesto que sí lo había intentado, pero ella la persiguió con ese precioso rostro, tentándola con su delicado roce, impidiéndole el paso para que no pudiera salir, como una inquebrantable muralla de irresistible tentación y esa linda nariz acarició a la suya provocando un primer acercamiento que estremeció hasta el último de los vellos en su cuerpo. Escalosfríos.
Había creído que eran de historias románticas, mitos propios de la literatura más cursi habida y por haber la cual evitaba, pero descubrió que no era así, y estaba allí sintiéndolos con tanta fuerza, intentando reprimirse, reprenderse ¿Que diablos creía que hacía? Se preguntó cuando se dejaba seducir por el roce de sus labios.
Todo comenzó a ponerse más y más peligroso para la profesora, quien albergaba un céntimo de raciocinio aún. ¿Pero cómo podía hacerla un lado sin tocarla? Si la tocaba tendría que ceder y no podía, no debía tocar a su alumna diez, o quizás más, años menor, no debía no. Meció la cabeza acompañando a sus pensamientos, sin poder dejar de admirar sus atrayentes labios color cereza al punto, dispuestos para que ella los atrape con los suyos, para que hiciera con ellos los que quisiera, para que le enseñara de jodidos modales y a no ser tan entrometida. ¿Qué rayos estaba pasando con ella? Era una jodida psicótica.
—Háblame, quiero saber que es lo piensa… —Musitó la menor tan amablemente persistente y golpeándola con ese cálido aliento que parecía abrigar todo su cuerpo por completo.
¿Cómo lo hacía? ¿Cómo lograba que todos sus sentidos enloquezcan de ese modo? Necesitaba saber como diablos se había apropiado tan fácilmente de todo su cuerpo y de toda su mente sin que siquiera de diera cuenta de lo que estaba sucediendo, y que se redujera a asumir en silencio.
La profesora se reencontró en sus iluminados ojos rasgados, con su boca toda cautivadora y esa sonrisa que pretendía derribar todas sus fortalezas en un suspiro, ese suspiro que ya no podía contener un segundo más.
—Apártate, Im o sino... sino no podré... —Balbuceó la mayor, pérdida aún en la incesante caricia de su suave nariz que hacían de esa mínima unión, todo un mundo prácticamente avasallante y que solo se resumía a una tierna, amable e inocente caricia de esquimal.
—Cielos, profesora Yoo, huele mejor de lo que pretende hacernos creer a todos, que egoísta es al no compartir con la clase… —Susurró la menor, profundizando el acercamiento para poder sentir su aroma de más cerca, esperando por una sola señal de aprobación para hacer de su imprevisto acercamiento, una jodida fortuna.
Jeongyeon intentó con todo su cuerpo contener en su conciencia que esas palabras y esa pequeña caricia le afectaban, pero su estómago se encogía con tanto gusto que pensó que si no hacía algo para que cediera de una vez, podría vomitar en cualquier momento y el incremento de su agitada respiración ante su inexplicable falta de aliento solo las acercó más y más, hasta que pudo sentir el calor de su hermoso cuerpo empujando contra el suyo y pretendiendo ser inocente, como todo lo que hacía esa chica.
La joven la miraba con toda esa ardiente admiración, como se le ve al objeto más preciado. Jeongyeon se olvidó de todos los jodidos motivos por los cuales debía de evitar el acercamiento con su joven alumna acosadora, Im Nayeon.
—Háblame... dilo. —Insistió junto a sus labios, intentando ser paciente para no tomarla del rostro y devorarle esos preciosos y perfectos labios enmarcados que no podía dejar de saborear con cada clase, tenía que poder conocer su sabor, su textura, su poder.
—Bésame. —Musitó la mayor, rompiendo en el silencio y Nayeon la miró agónica del asombro.
Yoo Jeongyeon sabía muy bien lo que hacía cuando dejó caer su bolsa y su portapapeles sobre el suelo, se adentró en el hueco de la esquina de la amplia habitación, pretendiendo salir del foco de la puerta, y tirando del suéter de Nayeon, llevándola consigo para adherirla contra su cuerpo y abordar al fin esos sensuales, desvergonzados y generosos labios finos, hundiendo las manos contra su pelo castaño y tirando para que se pegue contra su boca una y otra vez, hasta que la hizo gemir con la absorbente pasión de sus besos.
—Diablos... —No pudo evitar decir la menor, cuando la mayor ocupó sus manos, presionó su espalda y su nuca para tenerla más cerca, mientras respiraba con dificultad —Profesora Yoo, usted es fuego… —Jadeó cuando la mayor se deslizaba por la sedosa piel de su suave cuello con sus labios húmedos, no logrando contener los deseos de recorrer esas lindas mejillas.
Definitivamente Jeongyeon no estaba lista para Im Nayeon, pero ¿A caso Nayeon estaba lista para la desconcertante y consumidora pasión de Yoo Jeongyeon? La sola idea le provocó escalosfríos.
—Lo siento. —Musitó la ronca voz de la profesora, cuando apartó las manos de la posesión en su agarre inicial, queriendo regresarse del encanto, aún cuando ya era demasiado tarde para arrepentimientos.
Nayeon jadeó al oír su grave voz, afectada por el beso que le había arrancado sin siquiera darle tiempo a disfrutarlo a gran detalle, dejándola con un insoportable incendio interno y grandes deseos de mucho más.
—¿Por qué? —Meció la cabeza Nayeon, evitando hacer presión en su agarre.
Jeongyeon parecía haber caído en cuenta del aprieto en el que estaba, intentando huir, cuando cayó en cuenta de que había calculado mal la posición, pues ahora estaba entre el muro y el cuerpo de su sensual alumna agitada, a merced de su santa voluntad.
—¿En serio deseas hablar sobre esto? Siquiera sé que diablos estoy haciendo aquí, contigo… —Jadeó, peleando contra el inminente deseo de volver a sentir esos cálidos y adictivos labios contra los suyos.
—Lo que quiero es besarla hasta que se quede sin boca, profesora… —Musitó Nayeon exigiendo más del acercamiento en la presión de su cuerpo y posando sus brazos a cada lado de su cabeza. Jeongyeon jadeó y meció la cabeza, en su excitante desacuerdo. No tenía escapatoria.
—Esa boca tuya, Im... —Ronroneó Jeongyeon, cuando la menor presionó el agarre, empujó su cadera y la ciñó contra el muro, hasta que no pudo apartarse un milímetro más.
—En realidad, lo que quiero es besarla hasta que se me quiten las ganas, y no soy de aburrirme facilmente, como ya lo habrá notado... —Habló Nayeon, metiendo la nariz en ese cuello tan largo y la boca se le hizo agua respirando de su perfume, mientras reconocía como contenía el aliento en su acercamiento con tanto esfuerzo, negándose alevosamente a ser y sentir. Jodida caprichosa que era, reconoció Nayeon.
—Ya me estoy volviendo loca… —Dedujo al estirar el cuello para la menor, quien la rosaba con la punta de su nariz, haciendo de la espera por sus labios, aún más tortuosa.
—Quiero recorrerla entera con mi boca, hasta que se canse de decir mi nombre, ¿Puedo hacerlo profesora? ¿Sí me deja? —Musitó contra su piel, pretendiendo oírse inocentemente, provocando que la profesora asienta tremulamente sin siquiera analizar el significado en sus palabras.
—Ha-hazme lo que quieras. Oh, mi... —Presionó las mandíbula para detener el gemido, una vez sintió la firmeza de sus manos contra sus muslos, presionando el agarre con toda propiedad, hundiendo esos largos y firmes dedos contra su piel, ruborizando su cuerpo entero de sensaciones.
—No diga cosas de las que puede arrepentirse luego, profesora Yoo... —Le desafió Im, manteniendo y reafirmando la presión de su cadera, sin sentir remordimientos de dejarla sin escapatoria hasta que se le diera la jodida gana a ella.
Jeongyeon la buscó con sus ojos deseosos, con esa boca entreabierta, con ese pelo recogido y Nayeon hundió los dedos dentro de su cabello para acercarla contra su boca, en una nueva búsqueda desesperada.
El gemido la abandonó entonces, cuando las manos de su joven alumna amenazaban con fundirse dolorosamente contra la piel de sus muslos, una vez se cansó de tomar su pelo, y persiguió un patrón inimaginable que abarcó su trasero, contorneando la admirable curva de sus caderas, apretando a su gusto hasta alcanzar el largo de su espalda y que murió contra su nuca, haciendo presión, buscando una respuesta agresiva de esa boca enmarcada que tanto la seducía y con la que tanto había fantaseado desde que la conoció.
La profesora se obligó a entrar en razón cuando la menor comenzó a desprender los botones de su impecable blusa blanca, insistiendo en una fricción corporal que parecía volverlo todo más insoportable, pero ya era tarde, todo racionamiento posible escapó de su mente cuando esa mocosa inició un hirviente trazo debajo de su oreja con sus labios, en dirección peligrosa a su pecho.
—Yo tenía razón, huele mejor aquí, ¿Si me deja probar? —Musitó tan descarada como de costumbre y el gemido abandonó su boca, una vez descubrió la copa del sostén y la cubrió con sus calientes labios hambrientos.
—Oh diablos, mhm... —Gimió contra el dorso de su mano, la cual se obligó a tomar entre sus dientes. La reacción de su cuerpo fue tan espontánea, que siquiera sabía como detenerse, como detenerla.
—Agárreme —Ordenó la menor contra su pecho derecho, tomando su mano de entre sus labios para que le rodease el cuello, antes de apartarse con avidez y tomar el excitado pezón izquierdo con su humedad, lista para hacerla sentir tanto placer.
—Nayeon... —Sollozó cuando fue consciente de las intenciones de la joven y se tomó de su sedoso cabello corto, invitándola a seguir con sus acertadas acciones.
No conforme con estar comiéndose sus pechos en su aula de clases, había perseguido la línea de la costura de las medias con su mano diestra, sabía muy bien que moría entre medio de sus piernas y se dejó perder dentro de su falda verde inglés.
Panties.
—Cielos, que maldito problema que son sus panties profesora Yoo, estoy segura que aquí esta tan mojado como en mis sueños con usted, ¿Podemos prescindir de ellas? —Masculló Nayeon en su agitado reproche y Jeongyeon meció la cabeza, negada a abrir los ojos o comenzarían los remordimientos.
—Por favor, detente. —Meció la cabeza reiteradas veces, falta de aliento, falta de razonamiento, falta de voluntad.
Nayeon se detuvo de inmediato, aunque en su interior solo deseaba poder hacerla sentir mucho más que lo que había alcanzado a hacerle. Todo le sabía a poco cuando se reencontró con esos ojos repletos de pasión, quiso beber de ese sentir que bullía en el interior de su profesora y hacerlo parte de sí misma.
—De acuerdo. —Aceptó de inmediato y se ocupó de cubrirle el pecho con su delicada prenda, antes de que siguiera siendo una jodida tentación de la cual no sabía resistirse, aunque aún pudiera sentir el impregnante y amargo sabor de su perfume en toda su cavidad bucal.
—¿Se encuentra bien? —Consultó amablemente, intentando no invadir su catastrófico análisis interno y atendiendo como se acomodaba las prendas superiores que la vestían y que había desbaratado en cuestión de segundos.
—Estoy bien. —Respondió la mayor, bastante aturdida.
—Se ve como cuando no puedo llegar al orgasmo, en realidad. —Ironizó Im, en medio de una risilla.
—Que alivio. —Agregó a su ironía, con aquella extraña expresión de agobio.
—Entonces... ¿Aceptará mi invitación a beber una copa? —Le detuvo la menor, cuando ella quiso apartarse de su agarre.
—No iré a ninguna parte contigo, Im Nayeon, no pueden vernos juntas. Ahora, por favor... —Insistió para liberarse del encierro en el que aún la tenía la menor.
—Escúcheme, ¿En qué siglo vive? Fuera de clase podemos vernos en donde queramos, no se confunda por favor. —Musitó la joven con desesperada impaciencia, mientras tomaba sus mejillas para que la viera con esos lindos ojos confundidos.
Nayeon perdió la mirada en sus finas pestañas y las imperceptibles pecas que regaban sus pómulos y se tomó los labios en su incontenible deseo de volver a besarla, era irresistible de mirar, deseaba poder verla cuanto quisiera.
—¡Im! —Exclamó la mayor, intentando huir de esa mirada ferviente. Era una jodida seductora.
Nayeon Insistió en la presión de su cadera para mantenerla aún encerrada entre su cuerpo y la firme pared junto a la puerta del aula. Jeongyeon presionó los párpados, quien se mantenía igual de afectada por los anteriores besos, deseando arrancarle los labios con los dientes y tomarla hasta que suplicara que se detuviera, quería... esa jodida mente suya no parecía tener un límite.
—Cielos, detente tan solo un instante... —Jadeó la mayor con los labios entreabiertos, negándose a verla o caería nuevamente por ese lindo rostro y no pretendía seguir fingiendo que no recordaba en donde se ubicaban.
—Lo-lo siento, se que tiene razón y no quiero invadirla, pero besarla sabe tan condenadamente bueno que no deseo detenerme... —Meció la cabeza evidentemente confundida y Jeongyeon sonrió ante el calor que iluminaba y pintaba en sus mejillas esponjosas.
—Tu no me invades Nayeon, estoy aquí porque deseo hacerlo. —Musitó ante el agarre que la menor no parecía querer aliviar, quien no dejaba de repasar cada facción de su hermoso rostro con sus ojos admirados y deseosos, reconoció entonces.
—S-solo acompáñeme, si algo la incomoda o si siente que está siendo demasiado observada, bien puede irse. Usted sabe que no me necesita para decidir quedarse.
—Por supuesto que no. —Respondió con esa grave voz afectada ante su constante observación y acercamiento, ¿Por qué rayos parecían estar sobre una tensa cuerda a punto de cortarse cuando se hallaba en esos ojos tan oscuros? —Oh cielos, suéltame Im. —Se quejó buscando que la suelte y se aparte de ella.
Nayeon sonrió, pues ese pedido se oyó más significativo que literal.
—Un momento y ya. —Se resistió la menor, rovolviendo las manos contra su espalda.
—¡Es que no te cansas! —Exclamó con la voz en bajo, eligiendo verse exasperada.
—Creo que no me cansaré, hasta que no le quede otra opción que hacerme parte de su vida.
—¿Por qué querrías algo así? —Se extrañó la mayor, ante ese pedido.
—Porque me gusta, ya se lo dije profesora Yoo. No me importan los detalles, solo, quiero estar muy cerca suyo. —Sonrió encantadoramente, contagiando a la mujer frente a ella.
La sola idea de seguir arráncandole de esas lindas sonrisas honestas provocaba que se le mojaran las bragas. ¿Era su sensual profesora Yoo Jeongyeon sonriendo después de que se dejó besar íntimamente por ella? ¿La misma que la mayoría de sus clases parecía un más antipática y agresiva que un oso feroz? No podía creerlo aún.
—Ganas por cansancio, ¿Verdad? —Comentó la profesora ante su negativa de apartarse del agarre.
—¿Entonces si gané? —Agregó Nayeon alzando las cejas con picardía.
—¿A cual antro de adolescentes piensas llevarme así vestida, huh? —Se burló la profesora, haciendo ruborizarse a la menor. Ahg, los jóvenes eran tan predecibles.
—Nadie que sea adolescente puede entrar en un bar, ¿Si lo sabe? —Refutó la joven castaña, para diversión de su mayor.
—Tengo mucho tiempo sin ir a uno, Nayeon, y estoy segura de que todos los que frecuentan por allí son unos niños en comparacio...
Las palabras se detuvieron en sus labios cuando Nayeon le interrumpió con un beso de pico y acarició sus mejillas, analizándola a detalle.
—Eso es muy sencillo de solucionar, profesora —La abordó con su mirada ardiente, incansable. —Puedo violentar un poco su make up y... —Presionó los labios, confundida —¿Si tiene algo debajo de la blusa?
—Acabas de abrir mi blusa ¿Y no sabes si traigo algo debajo o no? —Preguntó con una sonrisa divertida ante su evidente rubor, avergonzada —Una blusa de tirantes. —Respondió entonces Jeongyeon, apiadándose de la joven y al parecer, realmente dispuesta a ceder.
Nayeon se apresuró a desprender los botones de la prenda, sin perder de vista esos ojos exigentes, descubriendo una básica blusa de tirantes color nude que marcaba su silueta con más propiedad.
Nayeon se obligó a remover sus más locas fantasías al enfrentar ese maravilloso escote en el cual quería meter su cara, para recoger su falda, algunos dedos hasta que se pliegue sobre sus muslos, romper sus panties negras y tomarla con sus dedos hasta hacerla llorar de...
—S-solo use mi chaqueta ¿De acuerdo? —Señaló Nayeon, entregándole la chamarra de cuero que tenía puesta sobre el suéter, después de quitarle la blusa y mientras admiraba esa expresión. —Profesora Yoo ¿Si me dirá su edad?
—¿Quieres saberlo? —Cuestionó Jeongyeon, alzando una ceja.
—Tengo curiosidad. Es que se ve condenadamente joven y atractiva ahora mismo. —Musitó la menor, indecisa —D-déjeme... —Estiró la mano frente a ella y alcanzó el palillo que sostenía el agarre de su cabello.
Jeongyeon la miró sin titubear, como si hubiera descubierto que era una necesidad imprescindible, no parecía dejar de buscarla con esos ojos color maple que deseaba admirar una eternidad, cuando liberó su cabello lacio y sonrió cuando este cayó sobre sus hombros y detrás de su espalda. Esa espalda, podría recorrerla entera y profundamente si tan solo le diera una oportunidad.
—Lista. Ahora se ve perfecta, como en todas mis fantasías. —Susurró Nayeon como en un secreto que esperaba que ella oyera. —Será mejor que salgamos por la puerta o tendré que comerme su boca profesora Yoo, ya no puedo aguantar más.
—Cielos, ¿Estás segura que no eres una adolescente hormonal, cariño? —Se burló Jeongyeon entre dientes mientras se inclinaba a tomar sus cosas, las que había dejado caer de sus manos para besarla primero.
Nayeon descubrió con sus palabras, que entonces cabía la posibilidad de que esa mujer jamás se habiera enamorado antes. La castaña comprendía que lo más cercano a alterar las emociones y las hormonas de un modo incontrolable, además de la pubertad, era enamorarse locamente de una persona.
—Puedo mostrarle mi identificación si eso desea, es legal. —Sonrió la menor, haciendo reír a la profesora con esa tierna y particular risilla encantadora.
¿Cuándo se convirtió en esa linda y encantadora mujer relajada que la acompañaba? Se preguntó Nayeon cuando persiguió el sendero de sus pasos, cuál súbdita.
Necesitaba a esa mujer en su cama, en su vida, contra su boca, o moriría y esta vez sentía que no exageraba al respecto como las anteriores veces.
La música golpeaba cuando ingresaron dentro del sofocante lugar en donde podían sentir la irritante mezcla en el fuerte aroma a cigarrillos, alcohol y sudor humano. Jeongyeon se tomó disimuladamente un oído, y luego se obligó a dejar de hacerlo, aunque sabía que luego estaría oyendo zumbidos durante unos largos días, a causa de esa hazaña.
¿Qué diablos estaba mal con ella cuando decidió que debería acompañar a su alumna, a la cual había dejado cruzar varios límites, a un bar en viernes por la noche? Odiaba admitir que aún por sobre su desagrado, no gozaba de mejores planes en casa. Se tensó de solo recordar la avergonzante noche de dos noches atrás con Park.
—¿Siempre es tan ruidoso? —Gritó la voz de la profesora. Nayeon la buscó, intentando atender a sus palabras.
—¿Qué? —Preguntó por sobre la música. Jeongyeon la miró con horror y Nayeon se rió ante su desconcierto. —¡Acompáñeme! —Señaló en dirección de un area descubierta al aire libre, que pretendía ser para fumadores.
—Hasta aquí la música sede un poco en su intensidad. —Señaló Jeongyeon, ahora alzando la voz pero no lo suficiente como para gritar y no oírse a sí misma.
—Cielos, hasta cuando habla casualmente parece estar dando una clase, que hot... —Musitó aquello último para sí misma, antes de dirigirse a la mayor otra vez —¿Quiere beber algo? Yo invito. —Señaló como una sonrisa de pequeña superada y Jeongyeon sonrió, alzando los hombros.
—Lo que tu bebas estará bien, de todos modos debo conducir más tarde, de regreso a casa. —Le informó, intentando conservar el poco sentido común que le quedaba.
—¿Una cerveza te parece bien? —Ofreció la menor.
Jeongyeon meció la cabeza de inmediato, no era muy amante de la cerveza desde los tiempos de universidad, volver a beber le dejaría el estómago hinchado como un globo, estaba segura.
—Un gin tonic estaría bien. —Señaló entonces como respuesta y Nayeon aceptó de inmediato, para ir por su pedido.
Se tomó un instante para admirarla como en cada clase, sin su consentimiento.
Ella veía en dirección en donde el ambiente estaba apretado, caluroso y muy puesto en la pista de baile, bastante sumergida en sus propios pensamientos como para atender en su mirada, que no podía apartar de su persona, tan atractiva, tan irresistible para sus ojos. En ese preciso instante la joven quería creer que era exclusivamente para sus ojos, pero estaba segura de que había acaparado todas las miradas a su alrededor, como lo hacía en cada clase.
—Hola preciosa, ¿estás sola? —Preguntó apareciendo justo detrás de ella, quien sonrió de inmediato.
—No, vine acompañada de una adolescente hormonal. —Señaló con una sonrisa de lado.
—Comienzo a creer que está en lo cierto pues, le aseguro que usted es la última persona en descubrir lo que siento por usted, porque no he dejado de decirlo desde hace semanas... —Le siguió el juego, Nayeon.
—Cielos, eres una descarada Im... —Respondió la profesora con aquella linda sonrisa en sus labios.
—¿Y le encanta que lo sea, verdad? —Presumió sin culpa.
—Mejor siéntate, descarada. —Señaló hacia la silla frente a ella.
Nayeon obedeció, tomando asiento y ambas se encuentraron en sus miradas, como se había hecho una deliciosa costumbre que no pretendían dejar.
—Deberíamos buscar otra mesa... —Musitó entre la música, sin poder dejar de verse en esos ojos tan preciosos.
—¿Otra? —Consultó Jeongyeon, después de dar el primer sobro de su bebida.
—Si, una en la que pueda tenerme más cerca ¿no le gustaría? —Preguntó arrastrándose hacia su encuentro más cercano.
—Nayeon... —Le nombró cuando la joven avanzó para estarse más cerca de su rostro y pudo sentir los escalosfríos que le provocaba en su acercamiento, y como se intensificaban ante la probabilidad de que la menor tomara el impulso para acabar con la distancia de esos suaves labios y tomarlos contra los suyos.
—¿Im Nayeon? —Exclamó una reconocida voz detrás de la nombrada y rompiendo con el encanto del acercamiento que siempre pretendía dejarlas ridículamente jadeantes.
Jeongyeon ladeó la mirada avergonzada e irritada por esa inoportuna interrupción y Nayeon se tensó de inmediato pues, conocía muy bien esa voz.
—Momo... —Pronunció con verdadera dificultad, ya tenía cinco meses sin verla.
¿Tenía que romper con ese récord justo en la noche que obtuvo una oportunidad con su adorada profesora Yoo? Pronto obtuvo la alegre imagen de esa irritante japonesa entrometida que, estaba segura que podría haberla ignorado al reconocerla, pero que sabía que solo buscaba joderle la existencia al interrumpir.
—¡Nayeon-ah si eres tu, que agradable coincidencia! —Exclamó la nipona acercándose a ella y dándole un abrazo inesperado que puso a todo su cuerpo en tensión, a causa de una intensa impotencia e incomodidad.
No pensaba volver a ver a su ex, a menos de que fuera estrictamente necesario, pero el mundo era un pañuelo sucio y desechable que buscaba perturbarla cuando menos se lo esperaba. "Vete. Por favor vete y déjame en paz" pensaba la castaña, intentando una sonrisa incómoda.
—Hola, ¿qué haces aquí? —Balbuceó nerviosamente, cuando buscó la mirada de Jeongyeon y está se mantuvo al margen, viendo en dirección hacia la pista.
—¿Qué haces tu aquí? Me ha tomado nuestra jodida relación que saliéramos a tomar algo, porque nunca quisiste... —Se burló la japonesa con toda intención de exponerla ante su acompañante. —Y te cortaste el cabello, ¿Porqué? —Se quejó remarcando un ridículo mohín, sin aparente deseo de esperar por su respuesta. —Te veías tan bien con el cabello largo, sabías que me gustaba...
Por supuesto que lo sabía y precisamente por ese mismo motivo Nayeon había decidido cortarlo, odiaba tenerlo tan largo, le fastidiaba, le estresaba, por lo mismo prefirió su felicidad al considerar que eso mantendría muy lejos a su ex.
Jeongyeon no pensaba entrometerse en la "agradable coincidencia" de ese par, pero Nayeon se miraba tan tensa que no pudo evitar sentir algo de pena por ella.
—Oye ¿te sientes bien? —Consultó junto a su oído y Nayeon se volteó para encontrar sus labios inesperadamente.
No, esas no eran las intenciones de Jeongyeon, pero mentiría si dijera que no le gustaba ese modo en el que la menor la emboscada en cualquier oportunidad, frente a la que parecía ser una de sus ex, atónita por esa imprevista coincidencia. La profesora pudo sentir la mirada de la joven pelinegra quien les miró con incredulidad y hasta, podría decirse que un poco de irritabilidad.
Ahg esos labios tan generosos, Nayeon ya recordaba porque estaba ahí y no tenía absolutamente nada que ver con su ex posesiva y tóxica, ¡Al diablo con Hirai!
—Me alegra verte bien, pero estoy ocupada. Te veo en otra ocasión, Hirai —Habló Nayeon, pretendiendo no regresarle su atención.
Jeongyeon se rió ante la inesperada respuesta demasiado directa de Im e instantes luego pudo ver atentamente como la japonesa pelinegra se apartaba de ambas, con una oscura expresión de pocos amigos.
—Ella es... —Habló Jeongyeon después de que rompieron con la conexión incesante de sus miradas. Nayeon asintió antes de asumir la verdad.
—Si, es mi ex novia tóxica. —Musitó Nayeon, sorprendida de que los recuerdos no le dañaron tan profundo como antes.
—Oh, entiendo. —Asintió Jeongyeon, ante sus inesperada palabras.
—Salgo esporadicamente, pero de entre todos los bares en Seúl, no me imaginé que pudiera encontrármela justamente aquí, lamento eso. —Se desinfló de su jodida mala suerte.
—Oh no, no tienes porqué. —Ofreció la profesora, dando un largo trago a su gin —¿Ha terminado muy mal?
—Masomenos. —Sonrió Nayeon amargamente al recordar como Momo lanzó las llaves del apartamento en su dirección, gritándole groserías y lanzándole cosas por haber estado siendo "demasiado amistosa" con la nueva mesera del restaurante en donde trabajaba.
Y es que no se enteró por causalidad, Momo pretendía llegar en cualquier ocasión en su horario de trabajo para "saludarle" pero ella sabía muy bien que intentaba controlarla. Nayeon aún trabajaba para hacerse entender a sí misma que no todo en su relación había sido su culpa, como le había hecho creer antes de marcharse.
—Entiendo. —Musitó la mujer, dejando el vaso sobre la mesa. —¿Quieres que te lleve a casa, ya?
Nayeon alzó una ceja disconforme, sonrió de lado pretendiendo verse atractiva y se inclinó sobre la pequeña mesa cuadrada para estarse muy cerca de la profesora, quien la atendió de inmediato con esa tórrida mirada de deseo innegable.
—De aquí no nos iremos, hasta que usted no baile conmigo. —Habló una determinada Nayeon.
—Pensé que solo querías que te acompañe a beber una copa. —Le recordó la profesora, fingiendo verse desconcertada.
—¿A caso no se lo dije? Tambien me gusta bailar. —Señaló dándole un largo trago a su cerveza. Jeongyeon meció la cabeza mediante una sonrisa.
—Que conveniente Nayeon-ssi, tu ex novia no dijo lo mismo al respecto... —Ironizó la mayor, ante la información a la que sí había atendido.
—Profesora Yoo, todo lo que dice por esa boca solo me hace desear besarla mucho más.
—Eres una desvergonzada. —Sonrió Yoo, meciendo la cabeza.
—Una sola canción. —Suplicó, alzando un dedo con exagerada dramatización.
—Puedo considerarlo. Ahora estaría bueno que bebieras tu cerveza de una vez o se pondrá caliente. —Divagó la profesora, poniendo los ojos muy lejos de la mujer frente a ella, en donde lo que parecía ser una pecera, parecía llamar su atención.
—No puede estarse sin dar órdenes, ¿verdad? —Consultó Nayeon, obedeciendo irremediablemente.
—Tu no sabes lo que es recibir una orden de mi parte, cariño. —Respondió la mayor, ahora con una férrea convicción en oírse tan deseable como lo era.
Nayeon se remojó los labios, cuando se encontró con esa mirada tan agresiva y oscura.
—Estaré esperando por ese instante con todo gusto, profesora Yoo. —Musitó Nayeon, extendiendo su copa frente aquella mujer y está se sonrió, meciendo la cabeza y respondiendo al brindis.
—Tu perseverancia es admirable, ¿sabes? —Regresó la mayor a la conversación.
—Usted, en cambio, es completamente admirable, todo en su persona me deslumbra de un modo que no se puede imaginar... —Pronunció la menor, extasiada ante la cantidad de fantasías que la abordaron, todas con esa mujer a su merced, como su protagonista.
—Estaba hablando de ti. —Se rió Jeongyeon ante su insistente actitud de enfocar la conversación en ella.
—Que mal, porque yo no puedo dejar de hablar sobre usted desde que la vi. —Admitió sin remordimiento alguno y Jeongyeon no pudo evitar tomarse el labio inferior entre los dientes.
—Eres una labiosa, Im. —Se obligó Jeongyeon a responder.
—Lo sé, es mi mejor cualidad y mi mayor defecto. —Sonrió Nayeon, con descarada tranquilidad. —¿Una canción y ya?
—¿Siempre obtienes lo que quieres, verdad? —Insistió Jeongyeon, cuando ella buscaba persuadirla de cualquier forma.
—Casi. Aún no la tengo a usted... para compartir un baile. —Se sonrió con esa sonrisa irresistible y Jeongyeon carcajeó antes de dar el último sorbo a su bebida y aceptar su mano.
—¿Pretendes manosearme en una pista de baile repleta de adolescentes sudorosos y hormonales? —Agregó con evidente sarcasmo, haciendo carcajear a Nayeon.
—¿Lo tengo permitido? —Consultó junto a su oído, una vez estuvieron ambas de pie. Jeongyeon detuvo la risa que se escapaba de sus labios.
—No me hagas dudar... —Se tardó en tomar la mano de la menor, quien le ofreció el paso, amablemente.
Nayeon sonrió en su dirección, antes de seguir las caderas de su profesora, la cual se dirigía en dirección de la pista y no pudo evitar rodearla con su brazo libre, negándose a perder la oportunidad de iniciar con el agarre que estaba segura que la dejaría más excitada de lo que ya lo estaba desde que se habían besado en el aula de clases. Diablos, aún podía sentir el amargor de ese perfume después de que la recorrió con su boca.
La música las invadió en todo su volumen y Nayeon la detuvo para que se hiciera más cerca de su agarre, pretendiendo no perderse tanto dentro entre los cuerpos, quería que ella fuera solo para sus ojos, que solo la tocaran sus manos, que solo la rozara su cuerpo, que fuera completa y exclusivamente suya todo lo que pudiera.
El recuerdo de su cadera compartiendo el ritmo con la suya, sin apartarse de su agarre y fundiéndose en esa mirada, no se apartaba de su mente y estaba segura de que no lo haría por un largo tiempo.
—Que descanses, Im Nayeon. —Musitó la profesora, una vez aparcó frente al edificio en donde se ubicaba el departamento de la menor.
—Tengo una maquina de expresso... —Musitó intentando ser sutil, al invitarla en su casa, para que no se fuera tan de prisa, no aún.
—No me gusta el café. —Negó la mayor, entregándole su chamarra y su mochila a la menor antes de que la olvidara en su asiento trasero, y pretendiendo verse determinada en su decisión de terminar la salida.
—Tambien tengo té verde... —Insistió con una sonrisa de agradecimiento, al tomar la mochila de entre sus manos. Jeongyeon meció la cabeza con el mismo ímpetu.
—No me gusta el té. —Agregó no pudiendo contener la sonrisa que se le escapó, al descubrir su expresión de decepción.
—Está jugando conmigo, ¿verdad? —Se quejó la menor, al ver la sonrisa de la profesora.
—La verdad es que sí. —Admitió Jeongyeon sin pena, al sostener la risilla divertida que se le escapó segundos después.
—Que maquiavelica que es, profesora Yoo. —Rió Nayeon en su compañía.
—Porque no has visto tu cara, cariño. —Se burló la profesora, con aquella linda sonrisa.
—Solo será un café. —No se rindió la menor y Jeongyeon lanzó un suspiro agotado ante sus insistencia.
—¿Estás segura de lo que haces, Im? —Preguntó de pronto, tomándola desprevenida.
—¿Existe un motivo por el que debería dudar, profesora? —Respondió Nayeon, hundiendo el entrecejo.
—No sé, dímelo tu. —Se acercó la mayor, hasta que podía respirar el mismo aliento. —Háblame, Im Nayeon...
Nayeon se extasió ante su acercamiento por convicción propia desde que la besó después de clases, y que parecía intensificar las sucias fantasías y deseos que nacían al tenerla tan cerca de su boca. Por primera vez en dos meses, agradecía por las clases de filosofía, por la universidad de Seúl y por coincidir con aquella atractiva e irresistible profesora.
Hola Tu, ¿Si me extrañabas? Pon Ü aquí, si sí:
Le di 5mil palabras de límite a cada capítulo de esta historia y hasta aquí eran muchisimo más que eso, así que le sigo en el siguiente.
¿Qué esperas en el próximo capítulo? 😏 Piénsalo muy bien tu, porque depende de tu respuesta.
La Nayeon biased que adapte esta historia a Nayeon profesora se ganará mi corazón.
Que tengas lindo sábado Tu, tqm♡
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