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(𝑷𝒓𝒐́𝒍𝒐𝒈𝒐)


El baño estaba en silencio, gotas y gotas de un líquido rojo caían al piso al mismo tiempo que el agua del grifo fluía, aun si le doliera no pararía hasta sentirse limpio…

El día estaba nublado, el viento le calaba los huesos y su pelo negro azabache se meneaba igual que el follaje de aquel árbol que tenía detrás suyo, Jiseok estaba sentado en el suelo mientras leía. cada vez que pasaba una hoja, las anteriores intentaban safarce por culpa del clima.

Jiseok intentaba entrar en calor, aún con su chaqueta y bufanda seguía teniendo frío, quizás no era buena idea estar afuera pero prefería estar ahí, alejado de los demás. No es que se llevara mal con los demás jóvenes del orfanato, había crecido con ellos y les tenía ¿cariño?, bueno los conocía desde hace más de 10 años así que claramente no era ajeno a ellos 4.

—¡Jiseok entra a comer!— Grito un chico más alto de tes blanca y pelo rizado de color anaranjado desde la entrada del orfanato.

Jiseok se levanto y a paso lento se fue hacia la entrada que daba al gran bosque, la puerta era gigante, era de madera y melamina

Junto con el chico de pelo naranja entraron a la “sala de estar”, donde había una tele, una alfombra de colores opacos y unas cortinas que tapaban el exterior. Pasando la sala de estar se digirieron al comedor, caminaron un poco hasta que se toparon con los otros 3 chicos que comían gustosos, Jiseok se sentó guardando la distancia de los demás y se sirvió de comer

—¿Que hacias afuera?, debes estar congelado con este frío— uno de los jóvenes se dirigió a él mientras se echaba una cucharada de arroz en su boca

Jiseok levantó la vista y miró a Junhan, él era un chico que había estado junto a él desde que eran bebés en el mismo lugar.

—Mmh…solo leía— movió sus hombros hacia arriba mostrando desinterés

Los demás asintieron y empezaron a hablar de temas triviales, pocas veces Jiseok participaba en la conversación.

Llegó la noche y con ello la rutina de Jiseok había comenzado…

Jiseok se encontraba tallando su mano con una escobilla, raspaba cada vez más fuerte hasta el punto de rajarse la piel y poder divisar la próxima capa. De su palma comenzó a brotar sángre un color carmesí y mientras más le dolía su satisfacción incrementaba. El menor permaneció quieto viendo con una sonrisa su extremidad, poseía rasguños y cortes por todas partes, le ardían pero no le tomaba dicha importancia. Seguido de meter su mano al agua para enjuagarse levantó su mirada y miró al espejo, “como había llegado hasta ese punto”, el no sabía porque había tomado tan dolorosa decisión pero francamente no estaba arrepentido.

La sangre que goteaba de las heridas se teñía de un color rosa por el agua que salía del grifo, después de mucho tiempo por fin había encontrado una manera de sentirse limpio, aunque fuera por un momento. El sonido del agua provocaba eco por todo el baño, junto con los quejidos del pelinegro que se hacían presentes, con cuidado de que nadie lo oyera a mitad de la noche.

Al terminar su “limpieza” (o como lo llamaba él) luego se fue como si nada a su recámara. Al llegar inmediatamente se vendo la mano y así detuvo el flujo y si bien solo lo hizo para “no ensuciar su cama”, orgulloso el pelinegro se fue a dormir.

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Toco la puerta del orfanato un par de veces para que le abrieran, Jooyeon estaba exhausto y lo único que quería era descansar, luego de unos minutos una señora bajita de mediana edad le abrió la puerta y con una sonrisa le dirigió la palabra

—¡Joven, por fin llegó, bienvenido al orfanato de Gyeongju, el más reconocido de Corea del Sur— 

Intercambiaron reverencias y él le agradeció por recibirlo.

 Siendo sincero no estaba nada feliz de estar en un orfanato pero era mucho mejor que estar bajo la tutela de ese imbecil, ojalá su vida fuera mejor pero lastimosamente no podía retroceder el tiempo.

—sígame— se dio la vuelta y empezó a adentrarse dentro de la gran casa 

El menor asintió y siguió a la señora con la mirada para rápidamente seguirle el ritmo, el orfanato era muy grande con paredes tapizadas  que eran de un color beige y piso de madera que, con cada pisada que daba crujía. Habían diferentes cuadros de fotos en el pasillo donde aparecían diferentes niños y jóvenes conviviendo, pero eso no solo era lo que le había llamado la atención sino un niño en particular que siempre aparecia más alejado que los demás, su mirada le causaba escalofríos, frunció el ceño extrañado mientras seguía examinando las fotos. 

—te mostrare tu habitación— la señora comunico con un tono amable 

El menor se sorprendió al escucharla, estaba tan absorto en sus pensamientos que se había olvidado de su presencia, él asintió y los dos 2 recorrieron unos metros hasta quedar al frente de una puerta, en ese Intertanto el menor noto un bolso que llevaba consigo la mujer

—Joven aquí le traigo algunas cosas que se recuperaron de la escena… o cierto casi lo olvido dentro de closet hay ropa que fue donada, espero que sea de su talla— con una sonrisa de oreja a oreja se despidió la mujer y se fue.

No sabía con exactitud el dolor le provocaban todas esas pertenencias que ni siquiera podía creer que eran de él, luego de pensar un poco giró la perilla y entró a la recámara, cerrando la puerta detrás de él…
 


Continuará

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