03
"Estoy enamorado de ti", miré a Seonghwa asombrado tan pronto él se sentó a mi lado en la banquita del piano.
Lucía tranquilo, con una blusa de seda blanca con unos ribetes pequeños en los hombros y pantalones de vestir negros con zapatos lustrados, y ese cabello negro y liso que caía por su frente. Seonghwa no parecía haber confesado su enamoramiento a un hombre, parecía más como haber saludado a su esposa al llegar a casa luego del trabajo.
"¿Q-qué?", sentí mi corazón acelerarse cuando me miró. Desde aquel beso que nos habíamos dado hace un par de semanas, la cosa no había parado allí.
Cada vez que teníamos un minúsculo momento de privacidad, Seonghwa juntaba sus labios con los míos en un tacto suave y cariñoso, dulce como el azúcar pero tan efímero que siempre quedaba con ganas de más. Ninguno de los dos decía nada al respecto, sabíamos que lo que estábamos haciendo estaba horrible para la sociedad y que era un secreto entre los dos. Aún así Seonghwa siempre me hacía recordar lo bien que me veía, siempre me tocaba, me sonreía, me hacía cantar junto a él.
Seonghwa me ilusionaba cada vez más con sus acciones, y yo no sabía como parar aquello ni el miedo palpable en mi estómago.
"Eso, Hongjoong", Seonghwa vio mi mano temblorosa sobre las teclas, y la atrapó entre las suyas para calmar mis temblores antes de soltar un suspiro mezclado con una risa, "Me di cuenta que me enamoré de ti"
Boqueé sorprendido, mis ojos casi saliendose de sus cuencas y sin poder procesarlo aún. Quise ver algún rastro de broma en Seonghwa, algo que me dijese "no te lo creas, a él no le gustas".
Pero nada, Seonghwa se veía tranquilo, decidido y yo sabía que si no le creía, Seonghwa me iba a repetir su enamoramiento las veces que fuesen necesarias para que lo hiciese. Es más, cuando nuestros ojos se conectaron, los oscuros orbes de Seonghwa estaban bañados en temor y preocupación que me hicieron ponerme en alerta, pero rebuscando, puedo jurar que vi un amor tan puro y sincero hacia mi persona, hacia Kim Hongjoong.
Esto estaba mal, esto estaba tan mal. Las cosas no debieron salir así, Seonghwa debía casarse con la señorita Chungha, esa bonita dama que era su pretendiente más potente, formar una familia con ella y heredarle a su hijo su petrolera. Seonghwa no podía enamorarse de mi. Y aunque yo lo estuviese de él y no quisiese aceptarlo para no agravar la situación, que Seonghwa me dijese esto me hacía querer salir corriendo de aquí y rebobinar el tiempo de alguna forma para que esto no pasara.
Pero bueno, no podía.
Y me odio por haberme impulsado hacia Seonghwa y atrapar mis labios entre los suyos en un suave beso, era la primera vez que por iniciativa propia empezaba algo entre los dos, y Seonghwa quedó tan sorprendido como yo ya que se congeló un par de segundos en donde estuve a punto de arrepentirme e irme de ese lugar y enterrar mis sentimientos por Seonghwa, pero no alcancé a hacerlo cuando lo sentí tirar de mi con sus manos en mi cintura y devolverme el beso con una pasión que me llegó a marear y fundirme contra él.
Porque nadie me había hecho sentir tan amado como Seonghwa definitivamente no quería romper ese contacto por nada del mundo.
"¿Qué vamos a hacer?", pregunto tan pronto nos separamos, sin quererlo realmente y con un nudo en la garganta al ver el rostro perfecto de Seonghwa, "Nos van a odiar, se burlarán de nosotros y tu petrolera podría irse a la quiebra"
Seonghwa me miró por un par de segundos, sus ojos brillantes como siempre y algo nublados, inspeccionó mi rostro tres veces antes de dejarme un pequeño pico en los labios que me sobresaltó y juntar nuestras frentes mientras cerraba los ojos.
"Podemos ocultarnos", susurró, su aliento chocando en mi cara, "Nadie debe saber que nos amamos... pero yo ya no puedo no decirte lo muy loco que me traes"
Reí con amargura al recordar eso, sintiendo las lágrimas cayendo por mi cuello y perdiéndose en la camisa blanca mientras escuchaba la tranquila voz junto con el piano proveniente del casette en reproducción.
Mi mano viajó hacia el bolsillo trasero de mis pantalones, sacando de allí otro de mis amuletos, del cual solo yo tenía conocimiento y solo observaba cuando me sentía solo y desamparado, tal como ahora.
Era una foto de Seonghwa, una que me había robado sin que se diese cuenta cuando una vez llevó un diario con un par de fotos suyas para mostrarme. Esa vez me dejó solo unos instantes al ir a comprar baterías para la radio, y yo había aprovechado para sacar una de ellas y escribir en la parte de atrás de la fotografía con la tinta de un lápiz que Seonghwa usaba para sus partituras. La foto era viejísima, en blanco y negro, Seonghwa portaba un traje negro de marca, completamente entallado en un fondo gris sin decoración, portando un reloj de mano y con esos rebeldes rulos que muchísimos cuestionaban sobre lo inapropiados que eran, la tinta de atrás que decía el amor de mi vida, Park Seonghwa, enero de 1952 tan desgastada pero todavía legible.
Retrocedí, una sonrisa llena de tristeza cruzando mi rostro a cada paso que daba, hasta que choqué con una de las ventanas cerradas del lugar, y me apoyé en esta al encontrarme tan afectado y desestabilizado. Pasé mi pulgar por la fotografía, repasando la mandíbula de Seonghwa en aquella foto y mi mente pasando una película de todas las veces que pude apreciar la belleza del que fue mi novio.
Apreté los ojos mientras soltaba un gemido lleno de dolor y echaba la cabeza hacia atrás, estaba tan sofocado, tan triste, un montón de recuerdos, pensamientos, deseos se agolpaban en mi cabeza como flechas que me estaba comenzando a doler la cabeza insoportablemente, me sentía tan derrotado, tan solo, sin rumbo y sin destino, tanto que solté un grito de rabia mientras mordía mi labio tan fuerte para hacerme heridas en el, quería golpearme a mi mismo, golpear todo lo que hubiese a mi paso, quería sentir aunque sea un dolor más fuerte que del de mi corazón solamente para opacar lo mal que me sentía.
Pero era imposible, Seonghwa estaba en mi cabeza todo el tiempo y era tan cansador darme cuenta que aunque pasasen años no podría olvidarlo, no podría disipar la culpa que cargaban mis hombros por desaparecer de 1952 sin rastros.
Nadie me entendía, nadie entendía el dolor que estaba pasando, tampoco podía explicarlo sin que lo tomasen como broma todo lo que decía, estaba solo y cavando mi propia tumba en este lugar.
Pero a la vez que dolía, me reconfortaba estar aquí. Sentir la esencia de Seonghwa rodeándome, sentir que este era mi hogar, mi dulce sueño.
"¿Te das cuenta de que nuestra relación no va hacia ningún lado?", Le pregunté un día a mi novio, que ahora mismo me tenía encerrado entre la cola del piano y su cuerpo mientras besaba mi mejilla con un cariño que me hacía reír, su barba naciente haciéndome cosquillas.
Seonghwa se tensó al instante, pude sentirlo y apreciarlo de los músculos de sus brazos enfundados en aquel saco gris. Se separó luego de un par de segundos de mi y yo me sentí algo intimidado por sus oscuros ojos y el porte imponente que siempre colocaba al estar rodeado de gente. Debía acostumbrarme a esa faceta de Seonghwa, esa dura faceta de empresario magnate.
"¿Por qué dices eso?", puedo jurar que su voz era más grave de lo normal, y es allí que me di cuenta de que mi comentario le había molestado, ¿Pero qué podía hacer?¿Seguir con una relación oculta hasta morir o hasta que nos descubran y seamos tachados de depravados?
Arrugué mi frente, "¿Como que por qué lo digo?", me enderecé, "Seonghwa, somos dos hombres, tú tienes una empresa que manejar, la prensa y tu familia esperan que te cases con alguna mujer de clase alta para dejar un heredero. Tenemos un noviazgo a ocultas en el local donde está tu piano y yo soy sin duda un joven demasiado diferente a ti, ¿Cuánto tiempo pasaremos así?¿hasta que muramos?¿tendré que verte casándote con alguien que no amas y formar una familia mientras te espero para besuquearnos aquí, ser el segundo plato, el amante?", espeté, cada vez alzando un poco más la voz y enojándome al ver el semblante frío de Seonghwa.
Grité cuando sentí un empujón de parte suya, que me hizo chocar contra el piano antes de que él volviese a atraparme y encerrarme con su cuerpo y el piano, y ahogué un jadeo de sorpresa al sentir sus labios chocar contra los míos tan fuerte que mordió mi inferior. Su toque no era suave, era brusco, enojado y furioso, y yo era tan débil y receptivo con él que solo dejé que se descargase conmigo a través de aquel duro beso que hizo lagrimear mis ojos de la impotencia que sentía, cuanto desearía que las cosas fuesen diferentes, que pudiésemos expresar nuestro amor sin miedo.
"No digas eso, joder", susurró contra mis labios, y yo solo pude soltar otro jadeo y encogerme, "No digas esas cosas, tú jamás vas a ser mi segundo plato, y tampoco me voy a casar, no voy a serte infiel aunque me amenacen con hacerlo", habló, tan decidido y enojado, con esos ojos negros que ahora eran como cuencas vacías y rojas llenas de furia.
De pronto sentí ganas de llorar, porque a pesar de que Seonghwa estuviese enojado, esas palabras me habían reconfortado y recordado lo mucho que me amaba.
"Y no me importa si tengo que esperar diez, veinte o hasta cincuenta años para poder demostrarte cuanto te amo públicamente, porque lo haré a ojos cerrados"
Me lancé a sus brazos tan pronto se calló, enredé mis brazos por detrás de su cuello y oculté mi cabeza entre su hombro y cuello, aspirando su colonia, aguantando las lágrimas y sintiendo su cabeza apoyarse en mi cabello sin rastros de gel, y su cuerpo envolverme en un abrazo tan apretado que me quitó el aire de forma reconfortante.
"Te amo, Kim Hongjoong, y nadie va a cambiar eso", susurró suavemente, y yo solo refregué mi nariz contra su hombro.
"Yo también te amo, Park Seonghwa, y siempre lo haré"
Porque sentía que todo era posible con él a mi lado.
Cuando percibí que el casette terminó de reproducirse, abrí los ojos, viendo manchones oscuros por la fuerza que ocupé para mantenerlos así y sintiéndome tan mareado que me hubiese caído si no fuese por haberme sujetado del dintel de la ventana.
Necesitaba sacar todo de alguna forma, de cualquiera, solamente necesitaba sacar mi frustración, mi soledad y desesperación antes de volverme loco.
Y mirando hacia el frente, me topé con el empolvado pero elegante piano de cola, ese el cual había evitado mirar porque sabía lo doloroso que sería.
Aquel piano, tan gigante, tan majestuoso, tan atesorador. Lleno de polvo, como si no se hubiese tocado en años, con las almohadas de la banca desteñidas por el sol. Aquel piano que fue la segunda cosa favorita de Seonghwa en su vida.
Porque la primera fui yo.
Algo se desgarró dentro de mi, lo sentí, sentí todo el dolor agolpándose en mi y tirándome hacia abajo, hacia la miseria. Estaba cavando mi propio hoyo en mi tumba con todo lo que me estoy haciendo en ese lugar, pero necesitaba volver a sentirme tan vivo como antes de todo, necesitaba este dolor para seguir adelante, para salir de mi ensoñación.
Seonghwa no volvería a mi vida, y yo no volvería a 1952.
Mi sufrimiento era lo único que me volvía a la vida, y yo era tan masoquista como para quedarme allí, rememorando, sintiendo, espectando.
Me acerqué al piano a pasos temblorosos, mi cuerpo parecía un tallarín de lo lacio que estaba, mi cara debía estar roja e hinchada por el llanto silencioso que me desgarraba y dolía.
Pasé una mano por encima, quitando solamente una de las cuantas capas de polvo que tenía y sintiendo la suave textura de aquel piano donde pasé meses sentado. En donde Seonghwa me enseñó cada nota, me enseñó cada posición, me enseñó cada partitura y canción, en donde me enseñó a amar tanto la música como a un hombre.
Y jamás dejaría de agradecerle por aquello, hasta que muriese.
Entre mis nubladas pestañas, noté un pequeño libro encima de la cubierta de las notas, algo de lo que no me había percatado si no hasta ahora.
Solo me bastaron dos pasos hacia él para darme cuenta de que se trataba del cuaderno de notas de Seonghwa. Ese que siempre llevaba a mano, donde dibujaba, escribía, componía, en donde basaba su vida en él. Lo reconocía, llevaba ese cuero oscuro y cosido, la cinta más clara que lo envolvía y cerraba, y aquel Park Seonghwa grabado y quemado en la cubierta.
Mentiría si dijese que alguna vez vi su contenido, solo veía a Seonghwa garabatear en él cuando estábamos juntos. ¿Cuánto tiempo habría estado aquí?¿Por qué Seonghwa lo dejó aquí?
Me quité las lágrimas pasando furiosamente la manga de mi blusa, tan fuerte que sentí como que me dejó irritada la zona al instante y viendo como parte de mi maquillaje se quedaba allí en la tela. Y me senté en la banca polvorienta y rechinante que crujió bajo mi peso, sentír la felpa beige capitoné tapizada en ella y bajo mis palmas me hizo sentir bien, a gusto, y con un poco más de valor para extender mi mano temblorosa y alcanzar aquel cuaderno con cuidado.
Mis ojos volvieron a nublarse al sentir la textura bajo mis yemas, y tan pronto lo sujeté entre mis manos y le di un vistazo a la portada, lo estreché entre mis brazos con fuerza, chocándolo contra mi pecho, como si aquel contacto pudiese aliviar mi adolorido corazón desbocado y desgarrado, como si el alma de Seonghwa se encontrase allí adentro.
hwalight| 220811
Volvi para terminar esta belleza💗
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