003- Ghost.
Hold On—Chord Overstreet
El Paso, Texas
22 de marzo, 7:00 am.
Las alarmas habían sonado, desarme nuestro sistema de seguridad casero y me quite el chaleco antibalas que solía pertenecerle a mi padre.
—¿Noche larga?—Preguntó Kate vestida normalmente.
—No tanto.—Sonreí mientras dejaba todo en su lugar.—Iré a tomar un baño, ya estoy contigo.
Caminé hasta el baño y llené la tina a pesar de que el agua era escasa, la noche había estado tensa y solo quería olvidar las atrocidades que observé por medio de las cámaras de seguridad del edificio, a las cuales accedí ilegalmente. La ducha no fue tan larga pues ruidos fuera de casa me alertaron y salí rápidamente.
—¿Ocurre algo ahí fuera, Laswell?—Pregunté secandome el cabello con una toalla.
—Las cámaras no captan señar, Ry, creo que algo ocurrió.
—¿Que carajo?—Murmuré y me acerqué al pequeño monitor, algo destartalado y viejo.
La puerta fue abierta con un golpe estruendoso, hombres enmascarados irrumpieron nuestra paz.
¿Nadie escuchó las sirenas?
—¡La depuración acabó imbéciles!—Gritó Kate.
—¿No escucharon las malditas sirenas?—Gruñi, tirando la toalla al suelo.
—¡Esta es la verdadera purga, la purga para siempre!—Exclamó el hombre que me tenía retenida por los hombros.
Miré a Kate y ella estaba aterrorizada, me safé del agarre de aquel hombre dejándolo inconsciente, con rapidez tomé su arma y le disparé a su compañero, liberando a Laswell. Me agaché para tomar su radio y escuchar que esto era un ataque coordinado de las personas que creían que una noche al año no era suficiente.
Kate tenía razón, carajo.
—Se han vuelto locos.—Kate murmuró.—Sam...
—¡Vámonos! ¡Vámonos ya!—Tiré la pistola, ya que no tenía carga y corrí junto a Laswell.
Las explosiones aumentaban su magnitud y los disparos retumbaban en mis oídos.
No hay reglas, ya no.
Kate y yo corrimos rápidamente hasta llegar a una calle que conectaba con el hotel más famoso de Texas y El Paso, seguía en "lockdown", pero una de sus puertas estaba desprotegida, como si fuese sido forzada.
Entramos inmediatamente allí teniendo cuidado de que nadie nos viera hacerlo.
—Cierrala, rápido.—Kate aseguró la puerta.
Me di la vuelta, horrorizandome al observar el panorama.
Todo el personal y los huéspedes estaban muertos.
—No queda ni un alma aquí, Sam.—Murmuró Kate.
—Mierda...—Dije mientras miraba a mi alrededor.—No hay tiempo ahora Kate, vámonos.—La hale conmigo dirigiéndonos al segundo piso del lugar.
Los pasillos estaban ensangrentados, habían cuerpos mutilados y regados por todas partes. El miedo me estaba consumiendo lentamente.
De un momento a otro, sentí dos pares de manos tomarme los brazos, una mano más taparme la boca e inmovilizarme, miré a Laswell de reojo y ella estaba de la misma forma. Un chico rubio de ojos rasgados y alto estaba de pie frente a nosotras amenazandonos con un bate de béisbol lleno de púas.
Mierda, si no morimos antes, lo haremos ahora.
—¿Quienes son?—Preguntó apuntandonos con el bate, aquella mano que cubría mi boca abandonó su lugar.
—Si no fueran tan salvajes, imbéciles.—Respondí tajante.
—Esa no fue la pregunta.—Contraatacó el rubio.
—No quiere responder.—Escuché en Coreano.
Maldita sea, no puede ser.
—Mi nombre es Sam, Sam Riley.—Respondí en su mismo idioma.
Kate se removió, aquellos chicos nos miraron sorprendidos, ambas solo sabíamos lo básico.
—¿Hablas nuestro idioma?—Preguntó un castaño, detrás de mi, tomándome con fuerza.
—Un poco de caballerosidad con las mujeres, idiotas.—Respondió Laswell, notando que son siete.—Solo sabemos lo básico.
—Sueltenlas.—Indicó el chico con el bate, bajándolo.—Soy Jimin.
Ladee mi cabeza, su nombre me parecía conocido.
—Sam Riley.—Repetí mi nombre, por si estos imbéciles no les había quedado claro.
—Kate Laswell.—Murmuró ella con desconfianza.—Es evidente que no son de aquí, ¿Quienes son?
—Eso deberían decírnoslo ustedes, ¿No les parece?—Habló un chico de piel demasiado blanquecina.
A ver, que lo poníamos al lado de una pared y el cabron se perdía en ella.
—Por favor, hablemos de esto en otro lugar, estar aquí fuera me genera escalofríos.—Pidió un chico de cabello morado.
Mierda, ya se quienes son.
—Kate.—La tomé de la muñeca, deteniendo su paso.—Son los famosos BTS, ¿Recuerdas que darían un concierto aquí?
—¿Que? No puede ser posible que los hayan dejado a su suerte aquí.
—Chicas, pasen, por favor.—Un chico moreno y alto nos guío dentro de una suite muy lujosa.
Olvidé que estos tontos tienen dinero.
—No estoy entendiendo nada, Ry.—Murmuró Kate.
—Yo menos, créeme.
—Sé que tienen dudas...
—Ya sabemos quiénes son.—Kate interrumpió al que parecía ser el mayor, si, el de cabello morado.—No estaría mal que se presenten a pesar de que ya los conocemos.
—Kate...—Susurré reprendiendola por su imprudencia.
—Mi nombre es Kim Namjoon, pueden decirme RM o como gusten, soy el líder del grupo.—Habló el moreno de hoyuelos ilegales.
—Seokjin o Jin, soy el mayor.—Levantó la mano aquel peli-morado.
—Min Yoongi o Suga, como quieran.—Se presentó el de la piel blanca como una pared.
—Jung Hoseok, Hobi o J-Hope.—Nos sonrió agradable, al menos era educado.
—Park Jimin.—Murmuró el rubio, lo miré incrédula y con cierta desconfianza.
—Kim Taehyung, Tae o V, como prefieran.—El chico nos sonrió con una sonrisa algo peculiar, era cuadrada pero linda.
—Soy Jungkook.—Levantó la mano.
—Se que quizás no confían, pero la puerta trasera estaba abierta, por eso terminamos aquí.—Argumentó Kate.
—Tuvimos una emboscada por parte de unos hombres enmascarados, huyeron al no encontrarnos.—Respondió Jimin ante la interrogante de la puerta.
—¿Cuantos años tienen?—Preguntó Jungkook, viéndonos con curiosidad.
—Veinte.—Contesté con desdén.
—Veintidós.—Contestó Laswell.
—¿Podemos quedarnos aquí un tiempo, no?—Murmuró Hoseok.
—Es peligroso.—Repliqué.—Estamos en el centro, vendrán por ustedes porque seguramente quieren sus cabezas en una hielera.—Dije sin ningún pudor, recibiendo miradas.
—Esto es seguro, ¿De que hablas?—Resopló Yoongi.
—Si fuese tan seguro, no les hubieran emboscado.—Respondió Kate.—Ya no hay ningún lugar seguro al que ir, todo vale, se que suena a locura.
—¿Que haremos?—Preguntó Jimin, cruzándose de brazos, imité su acción.—Somos más ahora.
—Quizás...—Murmuró Kate.—¿Cruzamos la frontera hacia México?
—¿Estas loca?—Me acerqué a ella algo desafiante.—El maldito puesto fronterizo está al otro lado de la ciudad, los mataran si se exponen así.
—Sam, podemos intentarlo.—Taehyung tomó mi brazo, me safé de su agarre.—Solo quiero salir de aquí.
—Moriremos si vamos a pie, Taehyung.—Resoplé.
—Podemos intentar, Riley.—Jin me miró suplicante.
—Mi respuesta sigue siendo que no.—Los miré.
—Ry, conoces esta ciudad mejor que nadie, puedes sacarnos de aquí de la manera más fácil.—Kate intentó convencerme.
—Laswell, ellos son famosos, estúpidamente ricos, ¿Por qué nosotras deberíamos hacer esto por ellos?—Pregunté incrédula.—Las personas con dinero nos desprecian, ¿Por qué debería convertir esto en un deber moral?
—Sam, es algo simplemente humano.—Replicó Kate.
Desordene mi cabello estresada, de tanto movimiento ya se había secado, formándose unas ondas. Maldita sea, deberes morales y salvar a personas que no nos tienen compasión. Me alejé de ellos a pensar un poco, ¿Que dirían mis padres en esta situación? Probablemente estarían alentandome a que nos sacase de aquí, pero no lo sé, podrían morir así de simple. No podíamos hacer nada sin armas y si las tenían, poco podían hacer pues dudo que tuviesen entrenamiento al menos de que hayan prestado su servicio militar antes de venir.
Carajo.
—Ry...—Hoseok tocó mi hombro y me di la vuelta para verlo.—Se que quizás las personas aquí te han humillado, pero nosotros no somos como ellos, te lo juro...Solo, sacanos de aquí, por favor.
Lo miré, sus ojos brillaban con esperanza, suspiré y asentí.
—¡Bien! ¡Armense con lo que puedan y lo que encuentren!—Exclamé.
Tomé una pistola que estaba en el suelo y revisé el cargador, tenía munición suficiente. Le quité el seguro y apunté a la ventana, el rubio engreído se acercó a mí con hipocresía.
—¿Sabes manejarla?—Preguntó cruzándose de brazos.
—Puedo asesinarte ahora o dejarte sin bailar para siempre si quisiera.—Le apunté, levantandome del suelo.
—Bien, tienes que enseñarnos.—Murmuró con autoridad.
—¿Tengo?—Sonreí hipócrita.—Es fácil, mira y aprende.—Le enseñé como apuntar y disparar, además de como quitarle el seguro a la pistola y revisar sus municiones.
—Se ve fácil.
—No lo es.—Pasé de él, revisando que todo tuviesen armamento.
Ahora mismo me importaba sobrevivir más que enseñarle a un par de ricachones como manejar un arma.
—¿Todos armados?—Pregunté a lo alto.
Escuché afirmación por parte de todos.
Aquí vamos.
—Laswell, cubrenos las espaldas, yo iré adelante y ustedes en la mitad, ¿Bien?—Pregunté y todos estuvieron de acuerdo.
Salimos cuidadosamente de la habitación, caminando por los pasillos llenos de sangre, revisaba cada esquina por la cual pasábamos. Bajamos lentamente las escaleras, suspiré nuevamente al ver a todos aquellos cuerpos en el suelo.
—¿Que ocurrió aquí?—Escuché la voz de quién parecía ser Taehyung.
—Los rastros de la emboscada.—Respondí mientras abría la puerta que se encontraba desbloqueada.
Salimos con cuidado mientras que las explosiones y disparos llenaban de ruido el ambiente, todo estaba hecho un desastre, caminábamos cuidadosamente pegados a la pared. Miré hacia arriba en busca de francotiradores que pudiesen dispararnos desde los techos.
¿En que carajo me metí?
Cruzamos la calle corriendo, siendo atacados por purgadores con sus armas, por suerte supimos esquivar.
Todo por ser buena samaritana.
-With love, Danna Kim 💗
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