Capítulo 11
38 semanas de embarazo
¡Somi!
—¿Estas bien, Nini? —preguntó Roseanne.
Era la tercera vez que Jennie se quejaba de dolor en su zona lumbar. La omega tenía sus manos en cada lado de su espalda, sus ojos se cerraban cada vez que venía de nuevo el dolor, el cual parecía ir en aumento. Se sentó en la cama, intentando reposar para que el ardor fuera disminuyendo— Deben ser contracciones falsas, tranquila —pero el dolor se iba desplazando de la espalda hacia el abdomen, y luego yendo por su vientre. Cuando vino otra contracción, se quejó más alto, algo que hizo a la alfa preocuparse.
— ¿Segura que son contracciones falsas? —preguntó y Jennie asintió.
—En cinco días es la cesárea, Somi no se va a adelantar. ¿Cierto, pequeña? —le habló a su pancita. Pero lo que no sabían es que su hija era toda una rebelde.
—Deberíamos ir al hospital —Jennie la detuvo tomándolo de la mano.
—Confía en mí, es solo una falsa alar- ¡Mierda! —apretó el agarre, haciendo que Roseanne le doliera su brazo, pero no se quejó.
La rubia se sentó detrás de Jennie, acercándose lo más que pudo. Empezó a hacer leves masajes por la espalda de la omega, intentando relajarla.
La coreana aun confiando de que eran contracciones falsas y que podía controlarlo y la alfa pasando sus manos por la espalda de su esposa. Y así estuvieron dos horas, hasta que las contracciones iban cada quince minutos. Cuando iban cada diez minutos, se paró, apoyándose de un mueble de la habitación, mientras intentaba respirar profundamente. Se daba vueltas por la habitación esperando que el dolor pasara, sin éxito alguno. Y cuando las contracciones iban cada cinco minutos, se empezaron a alarmar.
Jennie respiraba profundamente. Entre una de sus tantas vueltas por la habitación, empezó a sentir un líquido bajando por sus piernas, y cuando miró al suelo vio un charco de un líquido transparente.
—R-Roseanne... —la mencionada miró el charco y luego a su esposa— Se rompió la fuente —Roseanne agrandó sus ojos, y todo lo que le había dicho Chen por si ocurría eso, se le olvidó completamente, quedando en blanco sin saber que hacer— ¡Por la mierda! —apretó entre sus manos las orillas del mueble frente a ella.
—¿Ahora si vamos al hospital? —si una mirada pudiera clavar varios cuchillos con solo mirarte, Roseanne tendría varios cortes en su cuerpo ya que la pelinegra la miró molesta y con cara de "¿Tú que crees?"
—¡Claro que sí, Park, necesito ir al maldito hospital! —Roseanne corrió buscando las llaves del auto, las cuales no recordaba donde las había dejado. Tanto era el desespero y nerviosismo que ni cuenta se dio que estaban en la mesa del comedor, pasando de estas varias veces— ¡Maldición, Roseanne, apúrate!
—¡Las encontré! —las tomó entre sus manos. Regresó a la habitación donde Jennie se quejaba de dolor. Buscó la maleta, la colgó en su hombro y se acercó a la omega, ayudándola a caminar hacia la salida del departamento.
Cuando estaban frente al ascensor y este abrió sus puertas, pudieron ver muchos vecinos dentro.
—¡Fuera del ascensor! ¡Omega en labor de parto! —los corrió con su mano. Los vecinos salieron rápidamente del ascensor, dejándolo solo para la pareja.
Jennie apretaba el brazo de Roseanne cada vez que venía una contracción. Cuando llegaron al estacionamiento, entraron rápido al auto. La rubia dejó la maleta en los asientos de atrás y empezó a prender el auto. La omega pasó su mano por encima de su hombro, apretando el asiento en lugar de su esposa.
Cuando pensaban que podrían llegar pronto al hospital, se encontraron con que había una congestión vehicular. Los autos estaban en espera, los policías tenían cortada la calle ya que había un accidente automovilístico enfrente.
—No puede ser... —murmuró Roseanne desesperándose.
—Ay no, ¿Por qué a nosotras? ¡AH! —se quejó por otra contracción.
Roseanne, con su dedo, le pegaba al volante intentando pensar en una solución. Cuando los conductores empezaron a tocar las bocinas, ella se unió.
—Por favor, señoras, hubo un accidente automovilístico, tengan paciencia —dijo uno de los policías. Y ahí no aguantó, salió del auto para encarar al policía— Señora, le pido que por favor regrese a su auto.
—¿Mire señor, con mucho respeto y todo, pero puede apurarse con esto? Necesito urgentemente pasar a la siguiente calle.
—Al igual de los demás conductores, pero deben esperar por más prisa que tenga, de seguro su "urgencia" puede esperar —Roseanne intentaba tranquilizarse, pero se le hizo imposible.
—¡¿Acaso todos los demás conductores están con su esposa en el auto en labor de parto?! ¡¿Usted realmente cree que puedo esperar?! —el policía abrió sus ojos un poco más, sorprendido. Miró al auto de la chica, para comprobar si era verdad, y efectivamente ahí estaba Jennie casi llorando.
Fue tan sorprendente para los demás conductores que hasta dejaron de tocar la bocina o quejarse desde sus asientos.
—Está bien, deme un momento —el hombre fue junto con sus demás compañeros, empezando a decidir qué hacer. Roseanne estaba que se arrancaba el pelo de tanto estar jalándolo desesperada— Ya tenemos un plan —le dijo el policía palmeando su hombro.
—Para esto necesito que todos cooperen, ¿Entendido? —avisó otro policía, poniéndose en frente de todos los autos. De fondo los otros policías movían los conos haciendo un camino distinto, cruzándolo con la otra vía, haciendo que los autos que iban al lado contrario se detuvieran, y claramente el oficial a cargo de esa zona explicó la situación— ¡Lo que deberán hacer es que los autos de este lado...! —apuntó con su mano los autos de la izquierda— ¡Con calma vayan abandonando la vía y los del otro lado esperen hasta que los otros autos hayan abandonado la vía y yo les voy a ir indicando cuando deben avanzar!
En ambas vías había un espacio donde podían pasar a la contraria, así que aprovecharon eso para ir despejando la zona.
Los autos del lado izquierdo fueron abandonando poco a poco la vía, dejando ese lado sin autos. Uno de los policías fue indicando que autos debían salir del lado derecho, en este caso los cuatros principales fueron abandonado la zona.
—¡Vale, ahora dejen espacio para que la señora pueda abandonar primero la vía! —los autos delante de Roseanne avanzaron lo más que pudieron para dejar el espacio suficiente para que pudiera salir. Ya en el auto, esperó que los otros autos avanzaran, y cuando se le indicó avanzó para ir abandonado la vía.
Ya lejos de la calle donde habían estado, Jennie ya iba dejando salir alguna que otra lagrima sin darse cuenta.
Cuando llegaron al hospital, estacionó el auto rápidamente.
—Iré a buscar ayuda, ¿Vale, amor? —Jennie asintió. Ella salió del auto corriendo, entrando al hospital mientras buscaba a alguien para ayudarla.
—Doctora Park, ¿Pasa algo? —preguntó un enfermero.
—Es Jennie, está en labor de parto —dijo rápido.
Él fue a buscar una camilla, algunos de personal se unieron y ayudaron a ir a buscar a la omega. Al llegar al auto, ayudaron a Jennie a bajar del auto para ponerlo en la camilla. La alfa tomó la maleta y corrió detrás de los enfermeros que llevaban a su esposa.
—No pensaba verlas tan rápido, doctoras Park 's —Jennie gritaba mientras apretaba nuevamente el brazo de Roseanne— Necesito que me pongan al día mientras yo reviso —Roseanne asintió y empezó a hablar. Chen había acomodado las piernas de su paciente en la forma correcta para poder revisar.
—Las contracciones empezaron como cinco horas atrás o un poco más y se rompió bolsa hace tres horas, las contracciones van cada cinco minutos —dijo rápido.
—¿Podemos hacer cesárea, por favor? —suplicó la omega.
—Bueno, hay dos cosas que debo decirles. La primera es que los quirófanos están todos ocupados por un accidente reciente, y la segunda es que ya veo la cabecita —Jennie abrió como platos sus ojos y negó con la cabeza.
—No, no, debe ser una broma —echó su cabeza hacia atrás cuando vino otra contracción. Roseanne tomó su mano intentando calmarla.
—Solo debes pujar, amor —Jennie lo la miró con el ceño fruncido.
—¡Claro, es tan fácil decirlo cuando tú no eres la que siente que te estas partiendo a la mitad! —Roseanne se pegó mentalmente.
—Jennie, necesito que cuando yo te indique, pujes —ella negó aterrada.
—¿Por qué? ¿No puede quedarse dentro? ¡Estuvo treinta y ocho semanas ahí, puede quedarse ahí un tiempo más! —se mordió el labio con la contracción que sintió luego—. No soy tan fuerte... Duele demasiado.
La rubia la tomó del mentón, y acarició sus mejillas.
—Sé que te debe doler demasiado, pero ya verás que pronto esto acabará y el dolor se irá. Eres de las personas más fuerte que conozco, y con aguantar esto te hace mucho más fuerte de lo que crees, Somi tiene una mami muy fuerte, ¿Sí? Si quieres, aprieta cuanto quieras mi brazo, yo aguantaré —Jennie asintió, se aferró al brazo de su esposa y le asintió a Chen, indicándole que estaba listo.
—Vale, cuando yo te indique... ¡Puja! —con gritos altos y apretando el brazo contrario fuertemente casi enterrando las uñas, hizo lo que le indicó el doctor— ¡Puja! —la castaña tenía los ojos cerrados fuertemente— ¡Puja! —y sintiendo aún más el dolor, hizo su esfuerzo— ¡Ya salió! —empezó a escuchar el llanto de un bebé y miró expectante a Joshua.
Luego de un rato donde la pareja esperaba que le entregaran su hija, Chen les pasó el bebé a las madres de esta.
Ya en los brazos de Jennie, Roseanne sonrió mientras acariciaba las mejillitas de su hija y la miraba emocionada, en cambio la omega se limitaba a sonreír e intentar recuperar el aire.
—Hola, Somi, soy tu mamá, Roseanne... —el bebé se removió en los brazos de la omega y soltó un pequeño suspiro, durmiendo plácidamente.
—Bienvenida, cachorrita, me hiciste sufrir como no tienes idea, cariño —Roseanne soltó una pequeña risa.
Con una mano, la alfa acariciaba la mejilla de Somi, y con su brazo sobrante rodeó el cuello de Jennie para acariciar el hombro de esta.
—Felicidades, señoras Park 's —dijo cada uno del personal presente en aquella sala de parto. La pareja le sonrió a cada uno, agradecidas.
Por fin, luego de mucha espera, tenían a su hija con ellas. La felicidad que sentían estas madres no podrían describirla, y por más que lo intentaran, jamás encontrarían las palabras indicadas que pudiera decir toda aquella emoción.
La bebé dormía tranquilamente en los brazos de la menor, había cumplido su misión de nacer cuando ella decida, ahora estaba más que tranquila.
Bienvenida, Somi.
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