𝒞𝒶𝓅𝒾́𝓉𝓊𝓁𝑜 98
No tan lejos de ahí...
Un chico de cabellos rubios miraba la pantalla de su computadora, completamente inmerso en su lectura acerca de la psicología aplicada en el desarrollo intelectual de las personas, cuando escuchó un fuerte ruido.
Estaba sentado en su silla giratoria, con la computadora en su escritorio y una luz tenue, puesto que ya eran las doce de la noche y estaba algo cansado.
Frunciendo el ceño y retirando sus lindos lentes, que usaba para ver mejor la pantalla del dispositivo, se levantó de su silla y volvió a escuchar otro golpe.
Lo primero que se le vino a la mente, fue checar la puerta principal de su casa, por lo que caminó aprisa y abrió la puerta. Lo que vio después, lo dejó atónito y molesto.
—¡Park JiHyun! —Gritó el rubio al ver a su hermano, completamente ebrio, con una chica castaña sobre él, desabotonando su pantalón de mezclilla. Ambos adolescentes voltearon a ver al rubio y la chica se alejó de JiHyun.
—¿Por qué tienes que arruinar todo, JiMin? —Habló el azabache, levantándose del piso, entre tambaleos y viendo doble, sólo para enfrentar a su hermano.
—¿Disculpa? Tú eres el que está llegando ebrio a la casa; por Dios —vio cómo la chica castaña vomitaba en la maceta que estaba más cerca y le repugnó a tal grado de ser atacado por arcadas—, entren a la casa rápido.
JiHyun tomó a la chica, que estaba a punto de caer dormida, y la recostó sobre el sillón. Sólo para volver a escuchar la irritante voz de JiMin.
—¡No puedo creer que te hayas salido así, sin avisar a dónde ibas o con quién! Además, ¿quién demonios es ella? —JiMin estaba histérico, no dejaba de gritar fúrico y regañar al adolescente inconsciente.
—JiMin, creo que ya estoy bastante grande como para hacer lo que yo quiera —se acercó al mayor—, salir a donde yo quiera —miró a los ojos a JiMin, retándolo con la mirada—, y traer a casa a quien se me dé la gana.
—No —sentenció el rubio, cruzándose de brazos—. Eres irresponsable, inmaduro, insolente, e insoportable. —Regañó, mirando a su hermano con el ceño, extremadamente, fruncido y sus manos hechas puños. Lo único que hizo el azabache, fue estallar en risas.
—¿Inmaduro yo? —Le contestó, entre risas, terminando el show de carcajadas burlonas e interminables, cambiando a un semblante más serio—. No soy tú, JiMin.
—¿A qué te refieres con eso?
JiHyun soltó muchas más risas y conectó sus ojos con los de su hermano una vez más, retándolo sin palabras—. A que eres la persona más inmadura que conozco.
El mayor ya estaba rojo de coraje, rígido en el suelo, y observaba cómo su hermanito menor se burlaba de él.
—Eres el que se atrevió a destruir, destrozar, romper, y cualquier otro sinónimo de masacrar, la relación de su mejor amigo, sólo porque le gustaba y no iba a permitir que nadie más pudiera hacerlo feliz. ¿Cierto, JiMin? —El menor sonrió, eructando en la cara de su mayor y empujándolo con mínima fuerza.
—¡Cállate, JiHyun!
—¡No! ¡Tú eres el inmaduro que no pudo soportar el hecho de que JungKook amaba a TaeHyung! ¡Abre los ojos, Park! —JiHyun estaba tan ebrio, que decía la verdad tal y como siempre había querido decirla—. ¡Jeon y Tae no tenían una relación tóxica! ¡Tú eres el que se encaprichó con JungKook! ¡Tú eres una mierda!
Lo próximo que vio JiHyun, fue negro. Cerró los ojos gracias a la fuerte cachetada que soltó JiMin, con mucha ira en su interior y ganas de hacer callar a su hermano de una vez. Ni siquiera lo pensó, sólo reaccionó cuando vió sangre emanando del labio de su hermanito.
—Puedes pegarme todo lo que quieras, JiMin. No cambia el hecho de que eres más inmaduro que yo, y que eres un cobarde por no decirle a JungKook lo que sientes. —Habló el menor con convicción, cayendo al suelo, limpiándose la sangre con la mano.
JiMin reaccionó y se percató de lo que había hecho, mirando las lágrimas, de su hermano menor, recorrer su delicado rostro en picada—. JiHyun... perdóname.
—No, JiMin. Has ido demasiado lejos, eres un caso perdido —el menor se levantó del suelo, mirando a su hermano, nuevamente, a los ojos—. No quiero verte más, JiMin.
—¡Perdóname, joder!
—Lárgate, JiMin. El que tiene problemas eres tú, yo sólo te dije la verdad, y vaya que me gané mi merecido, ¿no es así?
Ambos chicos se miraron a los ojos. JiHyun en realidad estaba harto de su hermano, de su egoísmo y de su necesidad de culpar a las demás personas por sus errores; simplemente era una bomba de tiempo que acaba de explotar. Su mirada caía dura sobre su mayor, quien lo miraba con miedo.
Miedo porque estaba enojado; porque lo acaba de golpear; y por la idea de que sabía más de él que él mismo. Comenzó a caminar hacia atrás, dándose cuenta de que JiHyun hablaba en serio.
—Lárgate, JiMin. Termina con Jeon de una vez, date cuenta tú solito.
Y así fue como, después de darle una última mirada a su hermano menor, quien cobijaba a la chica con la que había llegado a la casa, JiMin salió de su casa en esa noche de verano, caminando con rumbo y prisa al apartamento de SeokJin.
No sabía qué debía de esperar, pero en serio se sentía lastimado por la reciente pelea con su hermano. JiHyun jamás le había gritado de esa forma, o dicho la verdad de manera tan cruda e hiriente. ¿En verdad era inmaduro?
Jamás pasó por su cabeza ese pensamiento, justo ahora lo estaba tomando por sorpresa que, su hermano, JiHyun le dijera que era inmaduro por lo que había hecho con JungKook.
Nunca se detuvo a pensar en lo que podía causar al tratar de proteger a JungKook. Pero no pudo evitarlo; desde el momento en el que lo conoció, supo que debía de ser protegido por él. De la misma manera en la que el menor lo hizo con JiMin cuando lo molestaban en la escuela, todo por ser gay.
Siempre había detestado que las personas lo trataran de mala manera; desde las personas que lo molestaban por su preferencia sexual (cosa que se le hacía ridícula), hasta sus mismos amigos, SeokJin y NamJoon, e incluso su hermano.
¿Por qué nadie podía comprenderlo? Nadie entendía lo que era amar tanto a una persona, tanto como para estar dispuesto a hacer lo que sea para que ese ser especial esté bien.
¿Que si se equivocó? Puede ser. Pero también trató de arreglar sus errores, como cualquier persona. Buscó el bienestar de JungKook, lo que lo llevó a drogarlo para que estuviera feliz y no pensara en suicidarse de nuevo.
¡Joder! ¿Es que nadie se daba cuenta?
Park JiMin siempre había estado ahí para JungKook. Era su mejor amigo y la persona que más lo amaba en el mundo. Sólo que no se dio cuenta de que ese amor, estaba volviéndose un arma letal de doble filo.
JiMin ya estaba harto de tener que sufrir, de recibir odio por las cosas que a él le parecían buenas. Estaba harto de ocultar sus verdaderos sentimientos hacia JungKook y, la pelea de hace un rato con su hermano, lo hizo darse cuenta de que ya no podía esperar más,
; esa noche iba a decirle sus sentimientos a Jeon.
Después de caminar unos cuantos minutos, pudo divisar el edificio de SeokJin; iluminado por las luces de la calle y gracias a las tenues luces que emanaban de adentro de los apartamentos. Algo en especial llamó su atención, y fue que, en el balcón del apartamento de Jin, había un sujeto recargado en el barandal. Miraba hacia el cielo y la iluminada cuidad de Seúl pero... salía humo de su boca.
Park sintió una gran presión en su pecho; contuvo su respiración y se desilusionó. Era claro que, el chico del balcón, era JungKook, pero JiMin jamás imaginó que había vuelto al cigarrillo.
Respiró profundo, sintiéndose decepcionado del chico al que más amaba en su vida; él jamás le contó que había vuelto al cigarro y eso era casi como una traición.
Se apresuró a entrar al apartamento, saludar a SeokJin y decirle que quería platicar un poco con JungKook. El mayor asintió con algo de desconfianza, pero reanudó su interés por la serie que estaba viendo con NamJoon, abrazándose, uno al lado del otro, sobre el sillón.
Park salió hasta el balcón, llamando la atención de Jeon, quien maldijo por lo bajo al ser descubierto en el vicio.
—¿Volviste a eso, JungKook? —Fue lo primero que preguntó el rubio, acercándose a su amigo y sintiendo náuseas por el olor a cigarro.
—Uno a la semana nunca hace daño, JiMinnie. A veces se extrañan los viejos hábitos... —Habló el de ojos grandes, soltando más humo por su boca y recargándose contra él barandal de nueva cuenta. JiMin hizo lo mismo.
—Ya veo... aun así, pensé que ya lo habías dejado...
—Yo también —Jeon suspiró, mirando a su mejor amigo con una sonrisa—. Hola.
—Hola, Kookie. —El rubio le regresó la sonrisa, recordando el por qué de la conversación previa y sintiéndose nervioso al ver la preciosa cara de su amigo.
—¿Por qué estás aquí tan tarde? Es decir, ya son las once de la noche; pensé que estarías estudiando... —Habló el menor, con evidente pasividad, mientras fumaba un poco más, sintiéndose cómodo de hacerlo frente a JiMin por no ser regañado unos minutos antes. Volvió su vista a la cuidad.
—Sí, es- —se detuvo a sí mismo, pensando en cómo ordenar sus palabras—. Es sólo que quería venir a verte.
JungKook soltó una pequeña risita. Miró a su amigo y lo empujó con el codo, sintiéndose cohibido por lo dicho previamente—. JiMinnie-hyung con ganas de verme... Dios, JiMin; nos vimos ayer.
—Lo sé. Pero quería decirte algo importante. —Mencionó mientras jugaba con sus manos, mirándolas y mordiéndose el labio.
—¿Estás embarazado? ¡Joder, JiMin! ¿Qué haremos? ¡Te dije que no siguieras saliendo de noche con todos esos-
—¡No! ¡No, JungKook! No estoy embarazado. —Interrumpió el mayor a su juguetón amigo, quien arrugaba su nariz en perfecto acompañamiento con sus interminables carcajadas.
—¡Estoy jugando, Park! —Jeon, delicadamente, limpió sus lágrimas de sus mejillas, volvió a ver a su amigo y lo empujó ligeramente de nuevo—. ¡Ya dime!
—Bien... —Park suspiró. En realidad tenía que calmar sus nervios un poco si quería decirle sus sentimientos a Kook. Ya lo había practicado varías veces frente al espejo, o mientras se bañaba, incluso antes de dormir; sólo que, justo en ese momento, no podía recordar cómo había planeado hacerlo.
»Es algo que siempre había querido decirte, Kook. Desde que nos conocimos he tenido estos pensamientos que, por más que he intentando sacármelos de la cabeza, simplemente no puedo.
—¡Deja los rodeos, JiMin! ¿Qué es? —Preguntó el azabache con una gran sonrisa. Park le parecía muy tierno cuando era así, pero también era desesperante. Lo miraba con atención, sus ojos eran más grandes de lo que alguna vez fueron, y su sonrisa era inmensa. ¡No se lo estaba haciendo más fácil a Park!
—Bien, JungKook. Desde que nos conocimos yo... yo... —soltó unas pequeñas risas antes de continuar, sintiéndose avergonzado—. Me cuesta un poco decirlo, eres mi mejor amigo y esto no es algo que le dirías a alguien con quien has compartido toda la adolescencia y lo que llevas de adultez. Vaya, yo-
—¿Qué? —Preguntó el menor, cruzándose de brazos finalmente y poniendo más presión sobre su amigo. Su sonrisa ya había desaparecido; si le costaba tanto decirlo, no había ninguna diminuta posibilidad de que fuera algo bueno.
—¡Me gustas, JungKook! —Gritó JiMin, bajando la mirada en ese segundo. No quiso ver la reacción de Kook al escuchar eso—. Me has gustado desde siempre, como no tienes idea. Nunca me había gustado alguien como tú lo haces; eres la primera persona que alguna vez me gustó, JungKook. Y yo haría lo que fuera por ti.
El menor estaba confundido. No había reaccionado de ninguna manera. Solamente se quedó ahí parado, con el cigarro consumiéndose entre sus dedos y su vista en algún punto del rostro de JiMin.
»Haría cosas increíbles por ti, JungKook —El rubio soltó algunas risas mientras acomodaba su cabello detrás de su oreja—. De verdad no tienes idea de lo mucho que te amo, pero no como amigos, Kook; te amo y quiero que seas mi novio.
—Espera... —Habló Jeon por primera vez, soltando una risa nerviosa y cruzándose de brazos—. ¿Qué?
—Que me gustas, Kookie.
—No. Sí escuché esa parte pero- ¿Cómo puede ser eso posible? JiMin, tú y yo somos mejores amigos, siempre lo hemos sido y quiero que siempre lo seamos —comenzó a hablar, los ojos del mayor se inundaron en lágrimas cuando menos se dio cuenta—. ¿No es eso lo que nos prometimos esa noche, que jugábamos escondidos debajo de las sábanas de Jin y me hablaste de lo emocionado que te sentías de que fuéramos mejores amigos?
El ceño de JungKook estaba fruncido y, por toda la confusión que alborotaba sus pensamientos, no se percató de las cosas terribles que estaba diciendo para JiMin. Hizo caso omiso de las lágrimas que caían desconsoladamente de los ojos de su amigo.
—Pero yo- me enamoré de ti, JungKook. —Admitió Park, con un gran nudo en su garganta, sintiendo que el aire le falta y su cabeza comenzaba a doler.
—¿Por qué? —Jeon preguntó, desconcentrado. No podía entender cómo es que alguien podía enamorarse de la horrible persona que era él—. Somos mejores amigos, JiMin. ¿Cómo te enamoraste de mí?
—¡No lo sé! —contestó el más bajo, haciendo contacto visual con el azabache por unos segundos y sintiéndose desesperado—. ¡Joder, JungKook! No me lo estás haciendo fácil...
—Es que no entiendo. JiMin, yo no soy-
—¡No! ¡Ya basta de toda esa mierda autodestructiva, JungKook! ¡Yo no decido de quién me enamoro o no! —gritaba Park con lágrimas en los ojos—. Estoy enamorado de ti desde que te conocí; desde que somos adolescentes, te he amado inmensamente. Y, de verdad, ¡no tienes idea de lo mucho que me lastima escuchar y ver cómo te tratas a ti mismo como mierda!
—¡No me grites, JiMin! —demandó el menor, quitándose la chamarra, pues comenzaba a sentir calor, y recargándose contra el barandal del balcón—. Espera —algo le hizo ruido de repente—, ¿desde que nos conocemos?
—¿Es en serio? —casi gritó JiMin. Hizo caso omiso a la petición del otro—. ¿Es lo único que te importó de lo que dije?
—¡Park! ¿Desde que nos conocemos? —Repitió su pregunta, mirando serio a su amigo.
—¡Sí! Desde que nos conocimos he sentido este calor en mi corazón, expandiéndose por todo mi cuerpo cuando estoy contigo. Cuando te veo reír, completamente feliz, mi mundo está bien. Pero, al mismo tiempo, me duele todo cuando te escucho llorar en tu habitación en las noches, o cuando alguien te lastima; cuando tú te haces daño.
—JiMin... no. —contestó Jeon a lo dicho por su mejor amigo. En verdad no lo podía creer; causaba un gran conflicto en su mente saber que vivía engañado. Saber que Park había estado enamorado de él todo ese tiempo lo hizo perder su mente; pero también le dio sentido a todo—. No puedes estar enamorado de mí.
A pesar de que JungKook se esforzaba en negarlo, JiMin aún quería hacerle entender que era así—. Claro que sí puedo, Kook. Me has gustado por un largo tiempo. Claro que puedo estar enamorado de ti; puedo sentir amor por ti, Kook. Y también puedo hacer las cosas más locas y cuestionables para que estés bien...
—¡Que no! ¡No, JiMin! —gritaba JungKook, pasando sus manos por su cabello negro—. ¡No puedes estar enamorado de mí porque somos mejores amigos! ¡Porque somos inseparables! Y... sólo así... —el cerebro de Jeon se iluminó—, así cobran sentido muchas cosas...
—¡Joder! Eres necio como ningún otro. —Contestó Park.
—¿Qué planeabas? ¿Qué creíste que iba a pasar si le dices a tu mejor amigo, con el que has compartido casi una vida, que estás enamorado de él?
—Espera... entonces... ¿me estás diciendo que no debí de haberte expresado mis sentimientos?
—Mierda... JiMin, eso no es lo que quiero a decir... —Park frunció el ceño y, por primera vez en toda su vida, se dio cuenta de que no tiene, nunca tuvo, y jamás tendrá una oportunidad para estar con él de la manera en la que tanto deseaba.
—No. Claro que sí. Eso es lo que intentas decir con todo esto —finalmente, JiMin se dio cuenta de que, todo lo que le habían dicho con respecto al tema, era verdad. Ahora, estaba herido—. Intentas decir que para ti, sólo soy tu mejor amigo...
—Lo eres JiMin, pero eso no significa que-
—Y yo... lo único que hice fue mentirte todo este tiempo, con la esperanza de que, cuando te dijera esto, tú te dieras cuenta de que siempre fui yo quien te estuvo cuidando... —Jeon frunció el ceño, Park lo miró con odio—. Pero veo que de nada sirvió.
—¿De qué hablas, JiMin? ¿En qué me mentiste? ¿De qué me cuidaste? —Preguntó Jeon con lágrimas cayendo por sus mejillas.
—¡Oh! Ahora veo que eso tampoco es obvio para ti; no significó nada tampoco —comenzó a reírse, de la nada, asustando al menor, pensando en lo estúpido que era—. Yo, el estúpido Park JiMin, he pasado años cuidando al pequeño Jeon JungKook.
»Mi amor ha sido tal, que te he protegido de que te rompan el corazón unas mil veces, ¿y para qué?
—¿Me has protegido?
—Joder, JungKook. ¡Siempre lo he hecho y jamás te das cuenta! Primero de YugYeom; evité que te lastimara aun más, pero seguías cayendo en sus juegos, una y otra vez. También aparté al idiota de TaeHyung de ti; rompí su relación con tanto esfuerzo, porque sabía que ustedes dos jamás iban a-
—¿Qué? —Gritó Jeon, con una rabia indescriptible creciendo en su corazón. Jamás se había sentido así, al menos no en los últimos meses. Y él siempre hecho de que JiMin incluyera el nombre TaeHyung en sí horrible discurso, lo hizo perder la cordura por completo.
—¡Oh, sí! No te le dije antes... —se burló JiMin—. Yo soy el responsable de que cortaras con TaeHyung; cada evento, incluso el que YugYeom te besara un día antes, fue ideado por mí. Fue hace años, que decidí salvarte de esa horrible relación, todo con la esperanza de que te dieras cuenta de que siempre fui yo. ¿Y cómo me pagas?
—¿En qué jodido mundo, romper mi relación con la única persona a la que he amado, es cuidarme? ¡Maldición, JiMin!
—¿Soy el único que lo ve? ¿No escuchaste una palabra de lo que te dije?
—Sí. Pero si era una relación tóxica o no, no te incumbe, Park. ¿Cómo demonios puedes llamarte mi mejor amigo? ¿Cómo me podías ver a los ojos después de mentirme?
JungKook estaba lleno de ira, rabia y dolor dentro de él. Todo su cuerpo le dolía y se sentía desmayar en ese momento. Innumerables lágrimas salían de sus ojos y empapaban sus mejillas y su ropa. JiMin en serio lo había lastimado.
—Justo ahora, y si te soy sincero, JungKook, ni siquiera sé por qué me desgasté tanto. Debí de haberlo visto antes. ¡Jamás vas a darte cuenta!
—¡No! ¡No, JiMin! ¡El que jamás va a darse cuenta, eres tú! Has estado tan equivocado toda la vida... y aun si estuvieras enamorado de mí, separar y romper todas mis relaciones, causándome dolor, no es la manera de cuidarme, mucho menos de enamorarme, Park.
—Ahora me doy cuenta, Jeon —contestó el mayor, dándole una última mirada al azabache, quien se deshacía en maldiciones y llanto—. Lamento todo lo que te hice.
—Será mejor que te vayas, Park. No quiero volver a verte.
¡Hola! Capítulo largo pero necesario para esta escena tan densa. Espero disfruten mucho el capítulo y la historia. Lamento haber tardado en actualizar pero había estado muy ocupada y nomas no podía terminar la escena.
¡Nos leemos!
Dedicado a: softixfefi
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro