𝒞𝒶𝓅𝒾́𝓉𝓊𝓁𝑜 85
—Tranquilo, papá solo salió por un ratito. Volverá, ya lo verás. —hice un puchero con mis labios. —Aunque... no lo sé, tal vez solo quiero estar contigo y pensar un poco las cosas.
—Papá se alteró un poquito ayer, me gritó. Después azotó la puerta y... ¡Pum! Desapareció de la faz de la tierra. —lo miré a los ojos.
—Y no entiendo porqué demonios Hoseok no llega. Seguro está con Hyungwon mientras tú y yo estamos en abstinencia de Jungkookie. Lo extraño. —comencé a llorar.
—Pero tranquilo, Tannie. Vas a ver que no nos va a abandonar. ¿No es verdad? —le pregunté al perrito que tenía entre mis manos. Yeontan sólo lamió mi cara y me miró.
—Ay, Tannie. Creo que estoy estresado, sí, eso es lo que me pasa. Necesito que Jungkook vuelva. Lo necesito aquí conmigo. —comencé a llorar.
—Sí, ya sé que- tengo tarea y- no puedo- llorar, pero-
Estaba sollozando, no podía controlar mi llanto, simplemente salía porque tenía que salir.
—¡Jungkook!
No tan lejos de ahí.
—Por supuesto que todo estará bien. Conozco a Tae y sé que no es rencoroso. —explicó Namjoon con una taza de café en sus manos.
—Taehyungie... lo necesito. —Jungkook escondió su rostro entre sus rodillas.
—Kookie, no te preocupes, mira, al rato te habla y se reconcilian, no hay nada que se lo impida. —dijo Jin mientras caminaba hacia la cocina.
—¡Exacto! Es más, creo que deberíamos ir ahora mismo a que te disculpes. —dijo Jimin mientras se levantaba del sillón en donde él y Jungkook estaban sentados.
—¿Yo? Taehyung malinterpretó las cosas y además me acusó de hacer algo que yo no hice, él debería pedir perdón. —se quejó Jungkook.
—Bueno, por eso mismo deberías ir a que te pida perdón ya. —Dijo Jimin, parecía que tenía mucha prisa porque eso pasara.
—Tienes razón. Debería. Tae y yo no nos podemos pelear, no podemos estar separados, él necesita estar conmigo y yo con él. Es la única manera. —dijo Jungkook mientras bajaba sus piernas del sillón.
—Sí, sí. Así es. —dijo Jimin.
Jin comenzó a sospechar bastante de Jimin, algo estaba tramando y no era para nada bueno. Fulminó a Jimin con la mirada cuando él y Jungkook salieron del departamento.
—Sé que estás pensando que Jimin trama algo... —dijo Namjoon.
—Así es, Nam. Y no es nada bueno.
No tan lejos de ahí.
—Pero, Jimin. Tenemos que ir al departamento, ¿de qué sirve esperarlo aquí en el parque? Solo él sabe si va a salir. —se quejó Jungkook.
—Deja de ser tan aguafiestas, va a salir. —Jimin soltó la mano de Jungkook y se dió la vuelta por un momento.
Sin que Jungkook se diera cuenta, Jimin sacó su teléfono y envió un mensaje.
Jimin:
"Ya estamos aquí."
Jungkook comenzó a observar los árboles de colores que adornaban ese parque, de repente sintió una preocupación, todo ese tiempo, había sido como los árboles en primavera, que florecen y prosperan, pero en ese momento sentía que las hojas comenzarían a caer sobre él y lo iban a cubrir por completo.
Jimin se volteó hacia él y le sonrió. Era necesario, era malo pero era necesario que Jungkook se separara de Taehyung. Era imprescindible.
Después de unos minutos, Jungkook comenzó a desesperarse, Kim Taehyung no iba a salir de su departamento.
Cerró los ojos mientras unas lágrimas abandonaban sus ojos, sintió una mano en su brazo, ¿sería Taehyung?
Jungkook abrió los ojos y se encontró con un chico un poquito más alto que él.
—¡No! —gritó Jungkook y trató de soltarse de su fuerte agarre.
—Jungkook, escúchame. Me gustas, estoy enamorado de ti. ¿En qué maldito idioma quieres que te lo diga? —preguntó el menor a centímetros de la cara del azabache.
—¡No quiero que te acerques a mí! —lloró Jungkook.
—¡Suéltalo! —gritó Jimin desde un poco lejos. Aunque él sabía lo que ocurriría, no le pareció correcto que el menor fuera tan pesado, trató de controlarse.
—Pero, Jungkook, solo te estoy pidiendo una oportunidad, solo una. No soporto verte con alguien más. -el menor de cabellos cafés platinados se acercó al azabache y lo abrazó, abrazo que no fue bien recibido por el mayor.
—¡Que no!
—No me dejas alternativa.
Estaba en mi cuarto, estaba destrozado.
Había estado trabajando en una pintura mía y de Jungkook, era una pintura de nosotros besándonos, tal como cuando éramos chiquitos, tenía la idea de que esta vez se lo daría y él no lo destrozaría.
El timbre sonó. Dejé el cuadro dentro del cuarto donde guardaba todas las pinturas. Tomé a Yeontan y lo cargué. Me dirigí hasta la puerta y la abrí. Estaba esperanzado con que quien estuviera detrás de esa puerta fuera Kookie.
Para mi mala suerte y decepción, no era Jungkook, sino la persona que menos esperaba.
—Hola, Tae. —saludó Nayeon con una sonrisa.
—¿Qué quieres? —contesté molesto, no con ella, sino con el hecho de que, quien están detrás de la puerta nunca fue Jungkook.
—Oye, no tienes que ser grosero. Me enteré de lo de Jungkook. —dijo mirando hacia abajo
.
Reaccioné y me di cuenta de que ella no tenía la culpa, no merecía que la tratara mal.
—Perdóname. —despeiné mi cabello. —Estoy algo triste, estresado- Pero aguarda, ¿cómo sabes? —la miré confundido.
Nayeon pareció ponerse nerviosa, lo sé porque su sonrisa desapareció y comenzó a frotar su brazo con su mano contraía.
—Eso es lo de menos. Lo importante es que deberías pedirle perdón. —dijo Nayeon.
—¿Yo? Nayeon, él fue el que me engañó, además me gritó cosas horribles. —me senté en el sillón y cubrí mi cara con mis manos.
—¿Y eso es más importante que tú amor? —posó sus manos en su cintura mientras me miraba acusadoramente.
—Mira, yo sé que los dos la cagamos, pero en realidad... —pensé un poco, ¿qué importa quién demonios tuvo la culpa? Los dos estábamos sufriendo. Por supuesto que le pediría perdón, aunque sea por haber respirado. ¡Por Dios! Jungkook era el amor de mi vida. —¿Sabes qué? Tienes razón, le pediré perdón.
Me levanté del sillón.
—¡Genial! Eso es Taehyung. Ahora, tenemos que apurarnos porque Jungkook iba a ir al parque.
Me pareció demasiado sospechoso que ella supiera todo eso. No era normal, ella ni siquiera era amiga de Jungkook, mucho menos de uno de sus amigos. ¿Cómo demonios sabría ella en dónde está Kookie?
—¿Cómo lo sabes? —la miré, yo no era estupido, algo estaba pasando.
—Es que lo ví cuando venía para acá. —contestó mientras jugaba torpemente con su cabello.
En ese momento todo tomó sentido para mi, ¡claro! Lo había visto en el camino. A veces debo de dejar de ser tan desconfiado.
—Oh, ya veo...
Caminé hacia la cocina y saqué un paquete de fresas.
—¿Ahora qué haces? —Nayeon me miró con un semblante preocupado.
—Le llevaré a Kookie unas fresas, como ofrenda de paz. —le sonreí.
—Está bien, pero apúrate, no sabemos cuánto tiempo va a estar Jungkook ahí. —Nayeon comenzó a desesperarse y dar pequeños saltos en su lugar.
—Tranquilízate.
Caminábamos por el parque, Nayeon iba a mi lado. No veíamos a Kookie por ninguna parte.
Miraba a todos lados en busca de mi novio, pero nada. Nayeon también buscaba por todos lados. ¿Ya se habría ido?
¡No!
No podía irse, Kookie y yo debíamos estar juntos. Solo éramos felices si estábamos el uno con el otro.
El cielo estaba un poco nublado, todo se veía un poco gris, era la tristeza, la desesperación y la soledad.
Seguimos caminando hasta que ví algo que me dejó parado en seco.
Miles de cosas comenzaron a pasar por mi mente, la sangre comenzó a fluir más rápido, mi corazón se aceleró, mis puños se apretaron mientras sostenía las fresas. Jamás había sentido tanta ira dentro de mi.
Ni el día anterior me había exaltado tanto, la cajita con las fresas se apachurró contra mis manos.
Jungkook estaba con un chico, ese chico lo había azotado contra un árbol, se veía molesto. No quería acercarme más, me quedé a una distancia considerable, y pude escuchar...
—¿Qué demonios me haz hecho? ¿Por qué, Jungkook? ¿No ves que muero por ti? ¿Te parece poco? —le gritó.
Jungkook trataba de retroceder pero no podía, estaba acorralado contra un árbol.
Mi rostro se enrojeció cuando vi que aquel chico besó a mi novio en sus delicados labios, un cuchillo atravesó mi corazón, no podía respirar, el oxígeno no entraba.
Jungkook no hacía nada para alejarlo, podría decir que hasta le correspondió el beso. Eso fue lo que más me dolió. El enojo comenzó a notarse, estaba seguro de que mi rostro se veía intimidantemente enojado.
Todo a mi al rededor se volvió borroso, el sonido de la calle se calmó, las palabras de Nayeon diciéndome que me calmara se volvieron susurros. Jungkook estaba besando a otro chico frente a mi.
La caja con las fresas se sintió mucho más ligera, mis manos se separaron y esta llegó al suelo junto con mi corazón. Rebotó, todas las fresas salieron de la caja y cayeron al piso. No podría importarme menos.
Nayeon tomaba mi brazo y lo jalaba. No podía escucharla. No podía pensar en nada más que no fuera el hecho de que alguien estaba besando a MI Kookie.
La adrenalina estaba a todo lo que daba dentro de mi. Comencé a caminar fuertemente hacia esos dos. No podía pensar. ¡Era Jungkook! ¡Besando a otro chico! No iba a permitirlo.
Llegué hacia ese chico y lo tomé por la chaqueta. Lo jalé hacia atrás, Jungkook me miró, estaba llorando.
—Tae-
—¡¿Qué demonios crees que estás haciendo?! —le grité a aquel chico que tenía cierto parecido con Jungkook, tenía ojos un poco más pequeños, cabello castaño y mandíbula fuerte.
—¡Es mi maldito novio! —lo enfrenté.
—Taehyungie- No es lo que crees. Te lo juro, yo-
Jungkook trataba de disculparse. Estaba llorando.
—¿Tuyo? —preguntó el chico. —Bien, déjame explicarte una cosa, idiota. ¿Ves esto? —señaló el chupetón de Jungkook. —Lo hice yo.
El chico sonrió. Miré a Kookie con decepción, él bajó la mirada. Apreté mis dientes e inconscientemente lancé un golpe a la nariz del chico. Estaba lleno de coraje y furia. Jungkook no había hecho nada cuando ese chico lo besó.
Todo se acumuló dentro de mi. Coraje, ira, furia, fuego, celos, un corazón roto.
El chico azotó contra el árbol contrario. Lo ví bien y me di cuenta de que era el mismo chico que había golpeado a Jungkook el día que nos reencontramos. Mis ojos se abrieron en sorpresa mientras que ese chico limpiaba la sangre de su nariz con su antebrazo.
—Tae- yo-
Jungkook trataba de hablar. Lo miré, mi mirada era seria, caía sobre él como algo demasiado pesado.
—Lo lamento, Jungkook.
Comencé a correr, por supuesto que me dolió haber dejado a Jungkook así. Sus ojos llenos de lágrimas, su expresión triste y asustada. Sus ojos que alguna vez reflejaban felicidad y radiaban, ahora estaban llenos de sufrimiento y preocupación.
El camino hacia mi apartamento se hacía cada vez más largo. Tenía que correr, mis lágrimas se limpiaban con el viento.
¿En dónde había visto esto antes?
Volví a sentirme ese niño que corría hacia su casa del campo, podía sentir las ramas de los árboles raspando mis mejillas, podía sentir la misma decepción y tristeza.
Había un diferencia, yo ya no tenía ocho años, no era ese niño iluso. Ahora sabía que lo que había hecho Jungkook estaba mal, muy mal. Besar a alguien... frente a mi. No podía creerlo. Era diez veces peor y más doloroso que romper mi dibujo en mil pedazos.
Mis piernas se sentían débiles. Solo quería llegar al departamento y esconderme bajo las sábanas. Llorar y llorar. Sabiendo que mi abuelita no iba a estar ahí para calmarme y subirme el animo me dolía aún más.
Jungkook. Jungkook. Jungkook. Jungkook. ¿Por qué?
No quería pensar que era la realidad la que estaba viviendo. Jungkook. No, jamás.
¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?
¡Jungkook!
Sentí un nudo en la garganta cuando llegué al edificio. ¿Qué iba a pasar ahora?
Después de unos segundos entré al apartamento. La furia se apoderó de mi más que en cualquier otra ocasión. Cerré la puerta de la entrada de un portazo.
—¡Mierda!
—¡Joder!
Iba gritando por todo el departamento. Me sentía enojado, furioso. No podía controlarme. Mis ojos se cegaron con furia y golpeé una estatua que tenía Hoseok en la barra de la cocina, esta salió volando y se estrelló contra la pared rompiéndose en mil pedazos. De mi salió un grito de frustración.
—¿Taehyung? —escuché a Hoseok. —¿Estas bien?
—¡Cállate, idiota! —grité raspando un poco mi voz.
Llegué a mi cuarto y azoté la puerta. No podía ver toda mi pared llena de pinturas que me recordaban a Jungkook.
Cerré los ojos, cuando los abrí, estaba arrancando cada dibujo y pintura que estaba adornando la pared. Los destrocé con mis propias manos. Rompí los bastidores con mi rodilla y los aventé al piso.
—¡Jungkook!
Lloré mientras los rompía.
—¡Te odio!
Grité cuando sentí un intenso dolor en mi pecho. Me dolía la cabeza.
Todo el piso estaba lleno de papel, restos, restos de pintura seca y bastidores partidos por la mitad.
Después caminé hasta el cuarto que tenía todas mis pinturas, comencé a patear todo, los destrocé. Me dolía. Mi cabello caía sobre mi cara y me impedía ver a todo detalle cómo todas esas pinturas se destrozaban.
Paré cuando encontré el cuadro que había pintado de Jungkook y yo besándonos. Lo observé con lágrimas en mis ojos y un ardor en mi nariz. No podía romperlo.
Se escucharon golpes en mi puerta.
—Te amo —susurré con dolor.
—¿Taehyung? ¿Qué pasó? —era la voz de Hoseok.
Sonó el timbre. Caminé hacia la puerta de mi cuarto con suma velocidad. La abrí y Hoseok estaba por abrir la puerta principal del departamento.
—¡No se te ocurra abrir! —le grité. Hoseok se asustó y se echó para atrás.
Corrí hacia la puerta. La abrí y vi esos ojos. Esos ojos tristes. Que me veían con lágrimas. Su rostro estaba rojo.
—TaeTae~ —bajó la mirada. —Perdóname, te juro que yo no quise hacerlo. Yugyeom... él me besó y yo-
—¿Te digo algo? —me deshice del nudo en la garganta. —Ya no me interesa.
—Pero, Taehyung. En serio lo lamento. —trató de acercarse a mi, no podía dejarlo. Me había traicionado.
—Me importa un carajo tus disculpas ahora, Jungkook. El daño ya está hecho.
Jungkook comenzó a llorar. Por supuesto que me dolía, yo lo amaba.
—No podemos seguir siendo novios. No quiero. —lo miré con dolor en mi corazón. Jungkook estaba destruido.
Soltó un grito de dolor cuando le dije esto, comenzó a negar con la cabeza.
—No. No. No, Tae. No nos podemos separar. Tú sabes que no quise hacerlo. Jamás quise lastimarte. —lloró. —No me dejes. Te lo suplicio. —juntó sus manos y me miró. No podía creer que me estuviera rogando. Quería tomarlo y besarlo. Limpiar sus lágrimas. Pero no podía hacerlo.
—Lo lamento. Pero mira —subí el cuadro a la altura de mi hombro. Jungkook lo miró y se cubrió la boca. —, ten —se lo aventé. —. Gana un premio.
Jungkook tomó el cuadro y lo observó. Aproveché el tiempo y cerré la puerta del departamento así como las puertas de mi corazón.
Lágrimas salieron desconsoladamente de mis ojos. Me recargué de espaldas contra la puerta y me deslicé hacia abajo. Hoseok me veía con preocupación.
—¿Tae? —trató de acercarse a mi.
—Se fue. —chille, escondí mi cara entre mis piernas y comencé a llorar fuertemente.
Ahora sí, era el momento de dejarlo ir.
¡Ya llegamos a los 8k! Y díganme, ¿les está gustando? Ah... ya no he visto a varias personitas por aquí, ¡no he abandonado la historia! Continúen conmigo :(
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