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𝒞𝒶𝓅𝒾́𝓉𝓊𝓁𝑜 41

Regresé a mi habitación después de haber amenazado a Hoseok. Jungkook estaba sentado sobre la cama.

—¿Qué querías mostrarme? —preguntó inocentemente.

Era hora.

—Koo, llevo un rato haciendo esto. Quiero que sepas que eres mi mayor inspiración. Te amo. —dije antes de abrir la puerta del cuarto secreto que tenía los cuadros.

—¿Qué vas a hacer? —preguntó curioso.

Abrí la puerta del cuarto y Jungkook pudo ver los miles de cuadros que yo había pintado de él.

Se levantó de la cama, se cubrió la boca cuando la abrió asombrado. Se acercó a mi y le di el primer cuadro que pinté de él.

Jungkook miró aquel cuadro con atención, estaba asombrado, podía notarlo.

—Dios mío, Tae, esto es hermoso. —observó su propio cuadro.

—Lo pinté para ti.

—¡Wow! En serio tienes talento. —empezó a observar otros cuadros. Entre ellos, encontró uno de un atardecer, unas flores y un tigre.

—Dios mío. De verdad tienes talento. Eres increíble. —me miró con una sonrisa.

—Tú me haces ser increíble. —lo miré.

—Tae, te amo. —dejó el cuadro en la cama y se abalanzó a besarme.

—Yo a ti. Mucho más.

Después de un rato de besarnos Jungkook habló.

—Tae, tienes que enseñarme a pintar así.

—Por supuesto, puedo enseñarte ahorita.

—¡Genial!

Saqué dos bastidores más y la pintura. Jungkook se emocionó y comenzó a observar detenidamente todo lo que yo hacía.

—Tae, primero quiero verte pintar algo, después lo intentaré yo. ¿Ok?

—Me parece perfecto.

Entonces empecé a pintar. Para esta pintura no iba a usar colores vivos, quería que Jungkook aprendiera algo sencillo. Combinar colores y dar contrastes y ese tipo de cosas era más complejo.

Empecé con un lápiz, tenía la intención de pintar a Jungkook. Quería que viera que yo si tenía talento. Quería impresionarlo.

Jungkook estaba sentado en la cama observando cómo dibujaba el boceto.

Empecé por sus ojos, esos ojos profundos, negros, ya no expresaban tristeza, ya no más.

Después subí a hacer sus cejas, sus cejas perfectamente bien hechas y colocadas, eran delgadas y perfectas.

Seguí con su hermosa nariz, esa nariz que llamó mi atención la primera vez que lo ví. La nariz que lo hacía parecer un conejito. Seguí dándole contorno y sombras a las facciones de su cara.

Después dibujé su mandíbula, era tan perfecta, recta y además tan masculina.

A pesar de eso, seguía teniendo rasgos finos.

Seguí con su boca, en su boca había un cigarrillo, lo tenía agarrado con una mano. Dios, amé dibujar esa mano, esa mano tan perfecta y al mismo inocente.

Hice sus orejas, a veces hay gente que no se ve bien con sus orejas, algunas son demasiado grades o demasiado pequeñas. Pero Jungkook se veía genial, sus orejas se veían tan perfectas, me encantaba besarlas y morderlas. Tenían aretes pero solo dibujé uno, la cabeza de Jungkook estaba un poco inclinada, así que, desde el ángulo solo se podía ver una oreja.

Llegó la hora de dibujar su cabello, ese cabello negro, ese cabello que estaba peinado hacia atrás haciendo que se viera aún más guapo. Ese cabello que me encantaba acariciar, ya estaba plasmado en la pintura.

Jungkook solo suspiraba y decía: "Wow".

No podían faltar las esposas en sus muñecas, era una manera de expresar que Jungkook aún traía las esposas que no lo dejaban ser libre. Lo que había vivido en el pasado, sus errores y los errores de otros no lo dejaban ser libre. Aún no.

Lo dibujé con una camisa, el cuello estaba algo abierto, las mangas de esta estaban a tres cuartos del brazo.

Le di los últimos detalles, más sombras y lugares con luz.

Finalmente agarré la pintura negra y empecé a pintar y pasar esta por toda la pintura.

Al momento de revelar la pintura, Jungkook no podía dejar de soltar sonidos de asombro.

—Eres genial Tae. —dijo cuando por fin revelé la pintura.

Me pasé la mano por la cara, quería limpiar una gota de agua que salía de mi ojo. Me llené de pintura negra.

—Es que... ¡eres genial! —Jungkook observó el cuadro.

—Gracias, amor. Tú también.

—No, no. Esto está a otro nivel. En realidad tienes mucho talento.

—Gracias. —dije sonrojándome.

—¡Ahora enséñame!

Pasamos horas y horas pintando. Jungkook se llenaba de pintura de todos los colores y me veía.

Quería pintarme a mi. Estaba usando muchos colores, se la pasaba viéndome. No despegaba su vista de mi, a menos que fuera para dirigirla a la pintura.

De repente hacíamos algunos comentarios divertidos.

—Llevas mucho tiempo, Jungkook.

—Calma. Tú eres profesional, yo no. —sonrió.

Vi que agarraba muchos tonos de azul. Cambiaba entre el lápiz y la pintura negra. Su nariz estaba azul.

Tomó agua y entonces empezó a hacer un efecto acuarela, estaba orgulloso de que estuviera siguiendo las instrucciones que le di.

Primero azul, después rosa, blanco y después más azul.

—Te estás esmerando... —dije.

—Por supuesto, es para ti.

Después de un tiempo, Jungkook dió dos pasos atrás, empezó a contemplar su pintura, que por cierto yo no había visto.

—Creo que acabé, Tae. —dijo Jungkook orgulloso.

—¿En serio? ¿Puedo ver? —pregunté.

—Claro. Si es malo, no digas nada.

Me levanté de la silla donde estaba sentado, pasé por atrás de Kookie y lo abracé por la cintura. Después, dirigí mis ojos hacia el bastidor.

Dios mío. Lo que acababa de ver era increíble. Era la primera vez que Kookie agarraba un pincel, o eso creía yo, era hermoso.

Me había pintado a mi. En su pintura yo tenía el cabello azul, a pesar de que mi cabello era negro.

En la oreja derecha tenía un pendiente azul, estaba usando una camisa blanca.

Mi mirada estaba hacia abajo. Resaltó mis labios y ojos, les puso un ligero maquillaje.

Yo no era mucho de maquillarme, si a caso un pequeño delineado en mis ojos, Jungkook también se lo hacia.

—Jungkook, es increíble. —lo abracé más fuerte.

—¿En serio? —el menor se sorprendió. Me miró con sus preciosos ojos cafés, se veía muy sorprendido.

—Claro, es hermoso. ¡Mira nada más! Eres genial, tienes un gran talento. —le mostré mi sonrisa cuadrada.

—¡Tae! ¡Haces que me sonroje! ¡Basta! —Jungkookie empezaba a moverse. Aún lo tenía agarrado de la cintura.

Volteó su cuerpo hacia mi.

—Tae, te amo.

—Kookie, somos el uno para el otro. —subí mi mano a la altura de nuestras cabezas, mi palma quedó viendo hacia enfrente. La extendí.

Jungkook la miró y extendió la suya.

—Tae, tú y yo...

—Nos complementamos. Tú y yo debemos estar juntos. —lo interrumpí.

—Por siempre. —concluyó Kookie.

Jungkook era tan hermoso, y cuando sonríe... demonios, le hace un favor al mundo. A mi mundo.

Por favor Jungkook. Jamás te separes de mi. Jamás.

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