𝒞𝒶𝓅𝒾́𝓉𝓊𝓁𝑜 3
Pasaron días, perdí el interés de salir, me encerraba en mi cuarto día y noche, pues no había propósito para salir, Kookie no iba a estar esperándome, no tenía sentido...
En cuanto a mis papás, decían que las ventas de lo que producían iban muy bien, casi no era unido a ellos pero en realidad me alegraba que nos estuviera yendo bien, mi abuelita estaba preocupada por mi, ella siempre se aseguraba de que comiera, siempre se preocupaba de que yo llorara todas las noches, era cierto.
Estaba recostado sobre mi cama, no quería levantarme, no tenía ningún propósito, sabría que no estaría ahí.
Tocaron la puerta y dije el típico: "Pase..."
Se abrió la puerta y pude ver a quien menos me esperaba.
—¡¿Kookie?!
Estaba sorprendido de verlo ahí, con su cara llena de cicatrices y sus hermosos ojos de inocencia.
—Hola, TaeTae...
—¿Que haces aquí? —pregunté fríamente mirando hacia la ventana.
—Tae, sé que te debo una explicación, ¿puedo pasar? —dijo con suma inocencia, asentí con la cabeza y se sentó a mi lado sobre la cama.
—Empieza...
—Ok, Tae, mis padres están peleados, han pasado dos meses desde que nos mudamos aquí y a mi mamá le ofrecieron un trabajo en la cuidad, mi papá toma mucho, y ese día que estábamos afuera él....él... —Su voz empezó a quebrarse —Él me regañó por no haber estado ahí con ellos ese día, hablaron acerca de que mamá y yo nos mudáramos a la cuidad, ellos...—suspiró —Se van a divorciar...por eso no he podido venir, no he podido verte, mi mamá me dijo que nos íbamos a ir de aquí lo más pronto posible, pero yo no quiero, no quiero sepárame de ti Tae...
—Yo tampoco Kookie, quiero que estemos juntos toda la vida...
—Creo que tendré que mudarme dentro de unos meses.
—Pero yo...
—No hay nada que podamos hacer Tae...
—Claro qué hay algo, ¡voy contigo!
No sabíamos lo que significaría mudarme con él a la cuidad, no pensamos en mi familia o en lo que pasaría, al menos yo no lo hice.
—Pero Tae, no puedes alejarte de tu familia...
—¡Claro que si! Te quiero Kookie, y quiero estar contigo...
—Yo también te quiero Tae...
Nos abrazamos y ese momento fue el que nos dio la pauta para estar todo el tiempo juntos.
Desde ese día Kookie y yo nos veíamos todos los días, éramos inseparables, compartíamos fresas todos los días, corríamos por el camino de tierra que había entre nuestros terrenos.
Kookie me mantenía al tanto de lo que ocurría en su casa, me encantaba platicar con él, me encantaba su sonrisa, su sentido del humor, me encantaba. Simplemente todo de él me encantaba.
Un día, esperé debajo del árbol a Kookie. Kookie no llegaba, así que fui a su casa.
Tenía una reja algo alta. Kookie se asomó por su ventana. Me vió y sonrió.
Después de unos segundos salió de su casa, sin embargo, la reja seguía cerrada.
Kookie saltó la reja. Salió y me saludó.
—¡TaeTae!
—¡Kookie! ¿Vamos a jugar?
—¡Claro!
Empezamos a correr lo más lejos de la casa de Kookie que pudimos.
Era bonito compartir esos momentos con él.
Se acercaba diciembre y con el mi cumpleaños, navidad y Año Nuevo, mi familia invitó a Kookie a cenar, hicimos una cena el 28 de diciembre, 3 días después de navidad, 2 días antes que mi cumpleaños y 3 días antes de Año Nuevo, perfecta organización.
Kookie llegó a mi casa usando un traje, se veía lindo en el y traía un pequeño regalo, abrí la puerta, lo invité a pasar y me lo dió en las manos.
—¡Ábrelo!
Me ordenó y entonces quité con cuidado el moño de la caja, después levanté la tapa y después vi una pulsera, era una hermosa pulsera que tenía una mitad de un corazón, decía: Mejores amigos para siempre.
Me encantó, se lo dije y él me enseñó la otra parte de ese corazón, la de él, era un collar y completaba a la perfección mi corazón, le agradecí y después mi mamá nos llamó a cenar, nos sentamos, Kookie al lado de mi, y entonces nos miramos, me sonrío, lo había olvidado, ya se iban a cumplir casi 8 meses de que lo conocí, los mejores 8 meses de mi corta vida, de verdad lo quería mucho, esa sonrisa, parecía un conejito, inocente y radiante.
Comimos y platicamos un rato, en un momento de la noche mi madre le preguntó a Kookie sobre la suya, a lo que Kookie se tensó, creí que debía salvarlo de contestar eso, tomé su mano.
—Bueno, Kookie ahorita tiene...
—No, está bien —me interrumpió —Mi madre está enferma, pero aún así quiere volver a trabajar, la verdad es que no sé de qué, mi papá...—suspiró como si hablar de él le causara algún tipo de incomodidad o dificultad. —A él le ofrecieron un trabajo aquí, y entonces nos mudamos, mi mamá quiere regresarse a la cuidad donde puede recibir mejor atención médica, pero mi padre...
Tomé su mano aún más fuerte y me miró, yo trataba de expresarle que estaba bien, que podía confiar en nosotros, que no temiera.
—Mi padre quiere quedarse aquí...
—¡Oh! Pero Kookie, no deberías preocuparte por esas cosas, son cosas de adultos y un niño pequeño no debe de preocuparse, tú debes de disfrutar de jugar y de la compañía de tus amigos más cercanos —dijo me abuelita mientras repartía el estofado.
—Está bien, lo haremos señora...—dijo Kookie viéndome con esos ojos tan llenos de sencillez, de inocencia, simplemente perfectos.
Al terminar de comer salimos a un lugar especial, por supuesto al balcón de mi cuarto, desde donde se podía ver la luna.
Fuimos a mi cuarto, y agarramos unos juguetes de camino, llegamos y nos sentamos, empezamos a jugar, reíamos, Kookie ganaba y después volvíamos a jugar, era bueno en todo, todo le salía bien, siempre ganaba, o lo dejaba ganar, lo que fuera necesario para verlo feliz.
Él me decía a menudo que le gustaba mi sonrisa cuadrada, solo podía limitarle a sonrojarme, era un gran amigo...
Después nos quedamos viendo hacia la luna, mi brazo estaba sobre los hombros de Kookie, él se volteó hacia mi y me miró, llamó mi nombre.
—Tae, ¿que pasará cuando me tenga que mudar a la cuidad? Escuché a mi madre decir que ya no aguantaba a mi padre y que mientras más pronto nos fuéramos mejor, intenté explicarle sobre ti, de verdad traté pero no me escuchó, Tae, mis papás no son como los tuyos... —miró hacia abajo.
—Kookie, ya te lo dije, iré contigo...
—Mira, tengo 7 años, pero no soy tonto, no puedes mudarte conmigo, tus papás te quieren en casa.
—Los convenceré, ya verás... —cerré los ojos con una expresión de malicia y después mis ojos volvieron a los suyos.
—Tae, te quiero...—chilló con dificultad y diciéndolo de una.
—Yo también Kookie...
Y fue entonces cuando supe que era el momento, había visto varias veces que mis papás se besaban, lo hacían porque se querían mucho, eso entendí yo, pensé que estaría bien si yo besaba a Kookie, después de todo tenía la certeza de que el me quería también, lo ví, ví sus labios y fui algo torpe al acercarme a él.
Cerré los ojos también con torpeza y mis labios se juntaron con los suyos, Kookie se sorprendió y abrió los ojos, pude sentir su mirada en mi a pesar de tener los ojos cerrados.
Después nos separamos y un silencio inundó el momento, no era uno incómodo sino que no sabíamos que decir.
Aquí está el capítulo 3. ¡Por favor denle mucho amor!
Espero que sigan disfrutando de esta hermosa historia.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro