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Ventuno ❀ Un regalo

SEONG HWA

—"¿Drops of a Passion?".

—Sí —me confirmó el nombre de su perfume—, es el nombre del aroma que respiraste en mi cuello cuando nos conocimos en aquella fiesta. ¿Lo recuerdas?

—Lo recuerdo... —me separé de él para verle mejor a la cara—, recuerdo cómo fingiste ser una chica, recuerdo cómo me engañaste, recuerdo que me enamoré de ti como un tonto y recuerdo: cómo besaste a otro chico frente a mi cara después de que anoche... después de... —Pasé una mano por detrás de mi cabeza—. Por Dios Jae, lo que yo hice anoche no cabe ni en los libros de ficción, era mi primera vez pero de alguna forma me sentí cómodo, seguro de lo que estaba haciendo, y más ilógico aún fue que... me gustó...

—Seong Hwa...

—No he terminado —le alerté y guardó silencio—, quiero sacar todo lo que tengo dentro, así que por favor solo escucha. A mí —volví a acercarme a él—, me gustó estar contigo, me gustó lo que pasó entre nosotros y no mentí cuando dije que fue una locura que estaría dispuesto a repetir —el corazón me latía acelerado, estaba algo nervioso—. ¿Pero qué hiciste al día siguiente?, me dejaste en la cama como si fuera un payaso y te fuiste con ese chico; chico además, que te besó en los labios Kim Sung Jae, los labios que yo besé la noche anterior —dije esto último dándome pequeños golpecitos con la palma de mi mano derecha en el pecho—. ¿Por qué dejaste que eso pasara?, no sé ni quiero saber; pero si respóndeme esto: ¿lo merecía, era justo que me trataras así?

—¿Justo? —preguntó empujándome, era yo quien estaba enojado pero él también lo parecía.

—Tú también eres increíble Park Seong Hwa; primero te sentiste lastimado cuando descubriste que la "Suzy" que te gustaba era un hombre, o peor, que ese hombre era yo —se señaló—, un niño rico que seguramente detestabas, porque comprendí eso desde el primer día que viniste a mi casa, por la forma en que me trataste, y hace unas horas incluso lo confirmé —sus ojos se cristalizaron—: ¿le dijiste a tu madre que el día que yo pusiera un pie en vuestra casa te largarías? No lo dudo Seong  Hwa, entonces, ¿era justo que me odiaras cuando ni siquiera me conocías? 

»Y eso no es todo, porque cuando me enamoré de ti no tienes idea de cuánto me hiciste sufrir. ¿Por causa de quién crees que enfermé el día que viniste a mi casa y derrumbaste la puerta de mi cuarto? Por ti —me dio un empujoncito en el pecho—. ¿Por causa de quién crees que desaparecí sin decirle nada a nadie? Por ti —volvió a darme otro pequeño empujón—; ese día que me rechazaste lo único que quise se fue desaparecer; pero gracias a Juno decidí enfrentar la vida y cambiar. Dime —una lágrima surcó una de sus mejillas—, ¿merecía que me trataras así? Por tu causa fui a parar al hospital y sé —bajó la mirada un instante y luego la regresó a mí—, estoy de acuerdo con que te engañé y no debí hacerlo pero, respóndeme: ¿crees que me gustaba mentirte, crees que era divertido para mí?

Sus palabras me calaban hasta lo más hondo, su voz al hablarme trepidaba y mi pecho se oprimía al saber que era yo el causante de su tristeza, de los malos ratos que pasó. Eso, tenía que cambiar.

—El día en que tu hermana se apareció en "Coffe and Vanilla" era nuestra última cita Seong  Hwa, ¿lo sabías? —«No tenía idea»—. Ese día quería despedirme de ti porque sabía que cuando te revelara quién era yo me detestarías; pero todo se arruinó. Me gustabas —el agua salada en sus ojos terminó por desbordarse—, y mucho, sin embargo no creo que hubieses estado conmigo —negó con la cabeza. Sus labios temblaban y sus lágrimas no cesaban de salir—, no creo que te hubieses enamorado de mí si desde el primer momento te hubiera revelado mi verdadera entidad. ¿Lo hubieses hecho?

—Sí —ni siquiera lo pensé dos veces para responder esa pregunta, el asombro en el rostro de Jae fue evidente. 

Sí, me hubiese enamorado de él, por eso ya no quiero a seguir ocultando lo que siento, sería inútil, además, aunque me di cuenta tarde; Jae siempre: me había llamado la atención...

«¿Quién era ese chico al que la prensa coreana quería descubrir su rostro cómo fuese?».

Esa fue la primera pregunta que me hice cuando supe de su existencia, y aun conociendo a sus padres, personas a las que estimaba y respetaba, y continúo haciéndolo, siempre pensaba que Jae se comportaba como un niño mimado al que se lo daban todo. La curiosidad por saber el porqué se comportaba de manera tan extraña fue creciendo con el paso de los días; quería saber sobre él, quería descubrir quién era él, quería verle el rostro.

«¿Es algo malo ser curioso?».

Ni yo mismo sé la respuesta correcta a esa pregunta; unos afirman que la curiosidad mata, pero otros dicen que es bueno preguntarlo todo. Estaba en medio de un dilema, aun así, se me dio la oportunidad de visitar su casa, desentrañar su misterio, solo que nunca imaginé que su cercanía haría estragos en mi mente, que mi cuerpo se comportara de una manera extraña al estar junto a él.

Me sentí confundido, «por qué me pasaban esas cosas si me gustaba una chica; una chica sumamente hermosa, fina, delicada y con un aroma que había hecho prisionero hasta el último de mi sentidos».

Yo simplemente no lo quería reconocer, no daba por cierto que Jae provocaba unos intensos sentimientos en mí. Al principio él no me caía para nada bien, pero a medida que me fui aproximándomele, todo comenzó a cambiar. Mi interés por él se volvió más profundo y al final, terminé descubriendo que me gustaba, que me sentía bien a su lado, que estando cerca de él podía sentirme vivo otra vez, como si mi vida hubiese tomado otro rumbo, como si hubiese encontrado: a mi compañero de viajes, a esa persona que me sacaría de mi embriagadora desolación. Ya no me sentiría solo, ya no tendría que reír falsamente, dejaría de ser: un muerto-vivo.

Sí, me enamoré de él no por ser "Suzy", me enamoré de él por ser Kim Sung Jae, mi "chico perla".

—Jae...

—No lo digas —colocó un dedo sobre mis labios—, no es necesario que lo hagas, solo con ver tus ojos es respuesta suficiente para mí. Te creo y, eso me hace muy feliz —se acercó a mí y unió nuestras frentes.

—Tal vez fuimos un poco egoístas el uno con el otro —le dije—, dimos pasos equivocados; pero eso podemos arreglarlo, ¿no lo crees?

Tenerlo tan cerca, sintiendo el calor de su cuerpo pegado al mío, su aliento y el perfume de su piel; fue oxidando las pocas tuercas que me quedaban de cordura, haciendo que las arandelas del descontrol que andaban sueltas en mi cabeza, se convirtieran en vaqueras del oeste dentro de una cajita de música. 

Podría sonar algo descabellado; pero tuve la necesidad de besarlo, anhelaba que mis labios hicieran contacto con los suyos, anhelaba respirar su aroma, que mi lengua y la suya danzaran al compás de esa cajita de música, que nuestros corazones fueran como esas arandelas y que la cordura que aún nos mantenía sobrios, se oxidaran como aquellas tuercas para que la locura fuera la única dueña de nuestros actos.

—Jae.

—¿Sí?

—Yoo... yo te...

De repente una música suave me detuvo en el tiempo, haciendo que las palabras se quedaran estáticas en mi boca. Vi que Jae hurgó en un bolsillo de su pantalón y sacó su celular, lo miró por cinco segundos y finalmente se decidió a atender la llamada.

Juno...

Haber escuchado ese nombre fue como si me hubiesen echado un balde de agua fría sobre la cabeza, la pequeña burbuja que se había creado a nuestro alrededor explotó sin más preámbulo. «¿A alguien le han echado alguna vez zumo de limón dentro de un ojo?». Pues a mí pareció que me exprimieron dos pedazos de cáscara de limón verde en los míos, porque la rabia que se apoderó de mí en ese instante fue tan grande que sentí como los ojos me ardían. Toda lógica y razón estaban fuera de mi mente y un instinto de animal salvaje se adueñó de mis actos.

No vuelvas a llamarle nunca más —fueron las palabras que pronuncié antes de colgar la llamada, después de arrebatarle el teléfono de las manos a Jae.

—¿Seong Hwa pero se puede saber qué haces? —preguntó aturdido y con cierta molestia en su mirada.

—Eso también va para ti.

—¿Qué?

Lo cogí por las muñecas y le alcé los brazos sobre su cabeza, pegándolos a la pared, mientras aún sostenía su celular con una de mis manos.

—Si no escuchaste lo repito: te dije que no lo llamaras más, tampoco quiero que te llame, no me importa quién sea él, no me interesa si él es la razón por la cual cambiaste Kim Sung Jae, lo odio, así que ten esto siempre presente, porque yo... —me mordí el labio inferior un instante—, yo te amo joder y sabes qué, ese día cuando descubrí tu rostro lo que verdaderamente me molestó y me lastimó no fue saber que aquella chica que creía que me gustaba era un hombre, y que ese hombre fueses tú. No; lo que realmente me hizo enojar y sufrir fue saber que eras "tú" quién me había engañado y mentido todo el tiempo. Eso fue lo que más me dolió Jae, sentí que me había roto, que ya no sería capaz de volver a encontrar el amor; pero en el momento que supe que estabas en el hospital me olvidé hasta del tiempo y lo único que pasaba por mi mente era el deseo de verte, saber si estabas bien, quería estar junto a ti...

Mis palabras estaban cargadas de sinceridad, pues era mi corazón el que hablaba por mí: gritaba desesperadamente que lo amaba, que estaba celoso, que no quería perderlo, que lo deseaba, que quería estar siempre a su lado. Lo gritaba por lo más alto, al punto de volverme egoísta por lo que estoy por decir:

—No me gusta el nuevo tú —negué moviendo la cabeza, de manera sutil—, no me gusta en lo que te convertiste, no me gusta tu corte de cabello, la forma en que actúas y la manera en que me tratas. Quiero que vuelvas a ser el Kim Sung Jae de antes, el Kim Sung Jae del cual me enamoré, te quiero de vuelta.

—Seong Hwa...

—Lo sé, estoy siendo egoísta, debería apoyarte en vez de decirte estas cosas; pero tengo miedo Jae, tengo mucho miedo: de perderte, no quiero que eso pase porque ya lo dije y lo repito: te amo, puedo sonar muy loco o tal vez pienses que es demasiado pronto para que lo diga, mas sin embargo es lo que siento. —Solté mi agarre sobre sus muñecas y lo cogí por los hombros—. Quiero que regreses, aun si eso implica que vuelvas a detestar tu vida; pero si una vez yo fui el motivo para que dejaras de odiarla, puedo volver a serlo. Y no te preocupes por tener que luchar contra mundo, porque yo —me di dos palmadas en el pecho con la mano izquierda—, Park  Seong Hwa: lucharé por ti.

SUNG JAE

A veces solo es necesario una gota para desbordar el vaso, una tormenta para desatar un huracán o la furia del mar para provocar un tsunami; a mí solo me bastó un "te amo" para que mi corazón se derritiera. Después haber escuchado esas cinco letras que se conjugaron para formar sentimiento más puro y sincero de todos, las palabras que pronunciaba Seong Hwa se fueron convirtiendo en pequeñas gotas de pasión, de romance, que anegaron mi corazón. Una sensación de calor comenzaba a brotar dentro de mi pecho, me sentí eufórico, me creí en el Edén.

—Park Seong Hwa, de verdad eres increíble —lo abracé por las caderas, y reposé mi cabeza en su hombro izquierdo—. También eres un completo egoísta, como tú mismo has dicho. Pero no importa, quiero estar contigo, así que cumple con tus palabras, porque desde hoy mi vida y mi corazón: te pertenecen.

Sentí como sus brazos me rodearon y ciñeron más a su cuerpo.

—Lo prometo, cuidaré de ti.

—Está bien, aunque esa no es la única promesa que quiero que exista entre los dos.

Se separó y me miró a los ojos.

—¿Qué otra promesa quieres que haga?

—No solo tú, es una promesa que haremos los dos —me dirigí hasta la puerta de su habitación de huéspedes, la abrí y le indiqué que pasara—. ¿Entramos primero?

Seong Hwa entró a la habitación con su equipaje y lo dejó en una esquina, al lado de la puerta. Yo me dirigí al balcón, accedí a este tras abrir la puerta que conduce a él y me senté en el columpio que allí había, adornado con almohadas de tela fina. Aún sostenía en mis manos el bolsito negro que ni siquiera había podido revelar ante sus ojos: el contenido.

—De las tres noches que pasé en esta habitación nunca me senté en este columpio —mencionó sentándose a mi lado, suspiró profundamente y dejó caer su espalda sobre las almohadas—. Jae, de verdad quiero que esta vez funcione entre los dos.

—Yo también Seong  Hwa, es por eso que quiero darte esto —le acerqué el bolsito—, como un regalo, quiero darte mi perfume y que me prometas algo.

Él tomó el objeto oscuro y sacó de su interior un frasco de vidrio color escarlata, sellado en la boca por una tapa en forma de corazón. Dentro, contenía un líquido que emanaba la fragancia más dulce, embriagadora y seductora, que había elaborado en toda mi vida.

—¿Jae, estás seguro de que quieres regalarme tu perfume?

—Más que nunca, no quiero que mi perfume siga siendo prohibido.

—¿Prohibido? —se giró hacia mí y me miró confuso.

—Sí, mi padre me había prohibido revelarle mi perfume al mundo, incluso a él mismo, por eso elaboré uno nuevo para el lanzamiento, el que te llevé.

—No tenía idea; pero, por qué te prohibió eso y ahora tú me lo das a escondidas.

—No te lo estoy dando a escondidas Seong  Hwa —tomé una de sus manos y la entrelacé con la mía—. Mi padre me ha dado permiso para que te lo obsequiara, aunque sólo a ti. Por eso debes prometerme que no le dirás a nadie que lo tienes, salvo Suzy que ya lo sabe, y que lo usarás únicamente para mí, cuando estés conmigo, necesito que me prometas eso.

«Nadie debe saber que lo tienes, que ahora es tuyo, que te lo he dado como un regalo. No sé por qué mi padre de repente ha cambiado de opinión y me permitió obsequiarle mi perfume a Seong Hwa, no tenía esperanzas de que eso pasara cuando lo llamé y le pregunté si podía regalarle mi perfume al chico que amaba. La verdad no entiendo a mi padre, aún continúa escondiéndome cosas, cuando viajé a Turquía lo supe, la gran pregunta es: "¿por qué, cuál es la razón?"».

—Lo prometo Jae, solo lo usaré para ti, estando contigo, te juro que nadie sabrá que lo tengo.

—Gracias, significa mucho para mí.

—"Drops of a Passion", es un hermoso nombre, me gustaría preguntar el motivo por el cuál lo nombraste "Gotas de una pasión"; pero supongo que como todo cocinero tiene sus secretos cuando elabora sus recetas, tú también tendrás los tuyos, ¿no es así?

Yo había ideado exactamente esa excusa para cuando él me preguntara por qué nombré a mi perfume así; sin embargo no fue necesario ni que abriera la boca. Y la verdad es que, no sabría qué responderle. Es mi perfume, yo lo elaboré, pero no fui quién le dio su nombre; eso es lo que tenía que descubrir, porque fue la tarea que se me dio cuando estuve en Turquía...

—¿Sabías que te quiero mucho? —fue una pregunta retórica ante la cual Seong Hwa se echó a reír.

—¿Y, cuál es la promesa que haremos entre los dos?, no creo que fuese esta.

—La verdad es que no. La tercera y última promesa es la siguiente: pase lo que pase Seong Hwa, aunque sea lo más mínimo y por insignificante que parezca, nos lo diremos, no nos ocultaremos nada, no quiero que exista secretos entre nosotros Seong Hwa, quiero que nos contemos todo siempre y cuando eso pueda o no afectar nuestra relación. Esa es la promesa.

—Wow, es una gran promesa Jae. Y por supuesto que estoy dispuesto a cumplirla.

—Igual yo.

El lazo entre nuestras manos se volvió más fuerte y la cercanía entre nuestros cuerpos se hizo evidente, dejé reposar mi cabeza en su hombro y suspiré profundamente, me sentía cómodo, en paz, incluso mi mente se despejó y solo por ese momento quise olvidarme de mis problemas.

«Pero nada en mi vida, al parecer, puede permanecer en tranquilidad al menos unos minutos».

Sentí la voz de Suzy gritando mi nombre y luego vi su figura aparecer ante Seong Hwa y ante mí.

«¿Cómo supo estábamos aquí? Ni idea, lo maravilloso que tiene Suzy, entre otras cosas, es que siempre aparece en los momentos que menos te la esperas».

—¡Jae, Seong  Hwa, ha ocurrido una desgracia! —se encontraba agitada y por la expresión en su rostro, no dudé de sus palabras, me levanté en un flash y Seong Hwa lo hizo a la par conmigo.

—¿Qué pasó Suzy? Habla o vas a provocar que me de otro desmayo.

—Pues prepárate Jae, porque tu padre: está en la cárcel.

—¿Qué? —dijimos Seong  Hwa y yo al unísono.

«¿Mi padre, en la cárcel?».

°。°。°。°。°。°。 -  °。°。°。°。°。

Ehhhh... 🤷‍♀️ Bueno, hasta el próximo episodio.



"Un regalo... ", fue en ese preciso momento cuando todo retrocedió, cuando los pequeños pasos que había dado parecían retrotraerse en el tiempo y el espacio.

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