Ventitre ❀ Tumba de secretos
HONG JOONG
Cuando era niño me enseñaron a burlarme del mundo, a no cuestionar las decisiones de los adultos y a nunca demostrar miedo, aunque lo tenga. Desde pequeño crecí con esos principios y hasta el día de hoy, no ha habido quien los borre de mi sistema.
Tal vez por eso a veces no entiendo la mayoría de las decisiones que toma mi jefe; pero igual las cumplo sin hacer preguntas al respecto, incluso si mi instinto me dice lo contrario.
—¡Hong Joong baja el arma, todos, que bajen las armas ya!
Las órdenes para mí se hicieron para cumplirse, bajé el arma y le indiqué al resto que lo hiciera, mi jefe se encontraba sentado tranquilamente y aunque me parece extraño que lo esté mientras el presidente Kim le apunta con una pistola a la cabeza, acaté la orden sin protestar, no obstante me mantendré alerta por si algo sucede.
—Hong Joong, pase lo que pase, ni te atrevas a volver a levantar tu revólver, eso también va para el resto. Y tú Yeo Sang, mejor sigue donde estás.
Miré solo por unos segundos al chico y estaba escondido bajo el buró del señor Kim, lo hizo cuando toda esta situación se volvió alarmante, y fue justo después de que el presidente Kim, recibiese una llamada de su hijo y tuviesen una conversación: bastante inusual para mí.
Claro, el verdadero detonador de este desastre comenzó después de aquel sorbo de té que ambos antagonistas dieran a unas pequeñas tazas blancas, cuando las palabras que profirieran ambos hicieron eco entre estas cuatro paredes y amenazaron con aplastar la paz tan abrumadora que existía en esos momentos.
Ese fue el inicio de todo, ese fue el comienzo para que una hábil áspid recorriera el sendero hasta el triunfo, lleno por supuesto de innumerables desafíos y un vil ardid que no era otra cosa que sacar a relucir una verdad que se oculta tras las cortinas del pasado, un pasado tan enterrado, que nadie, incluyéndome, quiere sacar de la tumba.
Y estoy seguro que cuando ello se destape, todo el hedor recorrerá pasajes en las reprimidas memorias de aquellos que olvidaron, quizás: el momento más horrendo de sus vidas, justo cuando todo su mundo se quedó en vilo, cuando el tiempo se detuvo y el cerebro quiso recortar como si fuese una simple foto: aquel paisaje oscuro, frío, solamente alumbrado por intermitentes parpadeos de un bombillo colgante que como un péndulo, oscilaba de una extremo otro señalando una y otra vez, en cada ida y regreso: las dispersas máculas y el crecimiento de un lago que jugaban a tono con el brasil; pero con más intensidad.
Ese fue el fin de una historia y el comienzo de una nueva, aunque tal vez estoy equivocado, y el solo hecho de pasar de una página a la otra fue lo que marcó el comienzo de un nuevo episodio, uno que a pesar de lo extenso de sus páginas: era el resultado del capítulo anterior y las consecuencias todos los pasos mal dados y que debían ser corregidos; pero no hace tanta falta marcar la diferencia cuando lo que sucedió otrora es el mismo reflejo del presente, porque se siguen dando los mismos errados pasos y yo no soy quién para cuestionar malas decisiones, planes iracundos o idiotas que sólo piensan alcanzar la cima del mundo construyendo una pila de cadáveres.
—¿Qué demonios es lo que quieres? Escúpelo ya. —Y por un momento toda la tranquilidad y hospitalidad se fueron al traste cuando el presidente Kim apretó el botón de guerra después un sorbo de té.
—Lo que quiero es muy sencillo "presidente": confesarás ante las autoridades que el nuevo lanzamiento de vuestro perfume es una farsa, que en realidad tenías un espía en mi empresa y mediante él robaste nuestro proyecto...
Mientras mi jefe hablaba, por mi mente pasaron todas las indicaciones que con anterioridad me había dado para que este plan fuera perfecto.
El objetivo de Jung Ho es vengar la muerte de su padre, destruir la familia Kim y hacerse con su mina de oro: sus perfumes; esa es la oficiante vileza del "señor correcto", el que no tiene manchas, tampoco defectos; pero eso es sólo un astuto apaño para los ojos de la sociedad.
—¿Me estás dando una orden? —tal pregunta llena de incomodidad me puso en alerta, el ambiente empezaba a ponerse pesado y estoy seguro que en esta "fiesta del té", comenzarán a romperse algunas tazas.
—No, solo te estaba dando las indicaciones de lo que debes hacer sin equivocarte, porque si no lo haces distinguido presidente Kim, me veré obligado a contarle a tu querido hijo el cual tuve la oportunidad de conocer hace unos minutos...
—¿Cómo dices? —el semblante del presidente Kim cambió de repente y se tornó más agresivo, cuando escuchó que mi jefe ya había tenido contacto con "niño bonito".
—Lo que oyes, así como también tendré que revelarle a tu estimado CEO: el secreto que le has ocultado durante cinco años a ambos, cuestión que no me cabe la menor duda que la han olvidado y "tú", así lo dejaste. Y esto señor presidente, es un advertencia.
—Eres igual que tu padre.
—Qué halagos presidente Kim; pero es una pena que eso no sirva para ablandar mi corazón...
—Si es que tienes.
—Ya es suficiente. ¡Yeo Sang, trae los papeles! —"Señor correcto" comenzaba a perder la paciencia y no lo culpo, tratar con el señor Kim es una dura batalla.
—Yeo Sang, deja los papeles ahí donde están —el chico se quedó estático frente al buró y miró a ambos líderes sin saber qué hacer; el señor Kim también le había dado una orden.
—Presidente, desde cuándo usted manda en mis empleados.
—¿Y desde cuando tú mandas en mí?
—Jajaja. Inteligente. Yo no le estoy dando órdenes presidente, sino indicaciones, ya se lo dije.
—Nunca hemos hecho ningún trato o convenio, CEO, no entiendo el porqué de sus indicaciones.
Jong Ho se reacomodó en el sofá y luego miró su reloj.
—Mi paciencia se está agotando. Yeo Sang te dije que trajeras los papeles.
—¡Y yo he dicho que no! —sus gruesas y potentes palabras, más el puño en la mesa, hizo que su té se derramara cuando la taza perdió el equilibrio, sobre la fina porcelana de un platillo blanco—. CEO Jong Ho... —dijo de repende como más tranquilidad y colocó nuevamente la taza sobre su recipiente—, mi paciencia también tiene límites, así que por favor, tómese su té y retírese junto a sus acompañantes.
—Se enfrió mi té presidente Kim, ya no lo quiero.
—Pues me da igual, solo quiero que se marchen —expresó dirigiendo su mirada a todos nosotros.
—Creo que usted no está entendiendo la situación en la que se encuentra: Kim Sung Shik. ¿Acaso no teme que le revele a su hijo y a Seong Hwa la tumba de secretos que usted tiene oculta, o es eso realmente lo que quiere? ¿Qué tal si les menciono el nombre de Park Si Hon?
Haber mencionado aquel nombre fue para el presidente Kim haberle recordado una película de terror donde la sangre abunda y la muerte se ensaña por entes malignos, porque se levantó del sofá con cara de haber visto al mismísimo diablo y señaló la puerta de salida.
—¡Fuera de aquí! ¡Y no vuelvas a mencionarme ese nombre, o no responderé por mis actos Jong Ho! Hasta ahora he sido muy paciente contigo.
—¿Paciente? —Se levantó con brusquedad—. ¡Aquí el único que ha mantenido la calma durante años he sido yo; tú, tu madre y tu familia nos quitaron lo que era nuestro y yo: he venido a reclamarlo!
El señor Kim colocó sus manos a ambos lados de su cintura y miró a Jong Ho con extrañesa.
—¿Que le quitamos lo que es vuestro, hablas de la fama, de ser los favoritos por la población, es eso?
—No se haga el cínico presidente, sabe muy bien de lo que hablo. Vine a reclamar el perfume de mi padre, el perfume que él creó con sus propias manos y que tu querida madre le robó, dígamoslo así: la receta —resopló por la nariz, insinuando una media sonrisa—. Kim Yung Seo era realmente una verdadera víbora, creo que si algo admiré de ella fue su astucia; pero por eso obtuvo lo que merecía.
—Estás hablando de mi madre hijo de...
El ambiente se volvía pesado cada vez más y dentro de esta habitación, parecía haber caído la noche.
—Dilo, no cortes las palabras presidente, termina lo que ibas a decir.
—No vale la pena, así que por favor —volvió a señalar la puerta de salida—, ahora te lo pido amablemente: váyanse, nosotros no le debemos nada, nunca le arrebatamos nada a tu padre Jong Ho. Es cierto que le oculto un tenebroso pasado a mi hijo y a Seong Hwa, no obstante lo hago por el bien de ellos. Les guardo secretos, no lo niego; pero los que tu padre te guardó a ti, se los llevó la tumba por lo que veo.
Secretos: un arma poderosa que sucumbida en el el espacio-tiempo si llegase en algún momento a resurgir: explotaría y sus entrañas mancharían el presente como lo hacen las estrellas en el basto cielo cada noche. Los secretos no son mentiras, son verdades ocultas, las que fueron enteradas junto a Jung Dae Sung, el padre del "señor correcto", tal como lo dijo el presidente Kim; pero en algo se equivocó, porque de alguna manera esos secretos pasaron a otro recipiente como si fueran parásitos y se han mantenido ahí, siéndoles fiel a una vieja promesa.
—¿A qué te refieres, de qué secretos estás hablando? Mi padre nunca me ocultó nada, no es como tú.
—En eso podemos estar de acuerdo, no nos parecemos en nada tu padre y yo; pero lamentablemente aunque te cuente la verdad, sé que no me vas a creer, además no tengo nada para corroborar lo que digo, no obstante ten algo siempre presente: Dae Sung te mintió y mi familia y yo no os debe nada.
La razón nunca se equivoca pero Jong Ho no era consciente de ello, solamente volvió a sentarse, cruzó las piernas, miró su reloj y por último entrelazó sus manos, colocándolas sobre sus rodillas.
—Dígame algo presidente Kim: ¿cómo se encuentra su viejo amigo Han Jin Hug, está bien? ¿Y la señora Young Da?, ella debe estar muy feliz porque su hijo es el CEO de "DR Corporation" —expresó con marcado sarcasmo—. Respóndame —cambió su semblante, a uno serio—. ¿Quiere que se repita de nuevo la historia? Park Seong Hwa y Kim Sung Jae estuvieron juntos en aquella ocasión y lo vuelven a estar ahora, aunque de una forma muy diferente, debo admitir; pero usted como no...
Las palabras de manera repentina fueron cortadas por el timbre de un celular y las ideas y preguntas fueron dejadas flotando en el aire. El presidente Kim se puso de pie.
—Jae ahora mismo estoy ocupado, no puedo atenderte (...) ¿De qué problema estás hablando, qué pasó?...
El presidente acababa de recibir una llamada telefónica al parecer de su hijo y por su tono preocupante no aparentaba ser algo bueno.
—(...) Por Dios Jae creí que había sucedido algo; pero además te advertí que no quería escuchar tus lamentos, afróntalo. ¿Para eso me has llamado, quieres que hable con él acaso? (...) ¿Que necesitas mi permiso para qué cosa?...
Mientras hablaba con su hijo el rostro y la mirada del presidente Kim mostraban dudas, preocupación, inquietudes; pero de un momento a otro, parecía haber encontrado la solución a todos sus problemas.
—(...) ¿Hijo, estás seguro de que eso es lo que quieres? (...) Bueno, en ese caso, tienes mi permiso, haz lo que desees, lo que te pide tu corazón; pero prométeme una cosa. (...) Que solo lo usará para ti, estando contigo, para nadie más que no seas tú, prométemelo (...) Gracias hijo, ahora ve a donde quieras y te deseo mucha suerte, aunque estoy seguro de que él te perdonará sea lo que sea que hallas hecho y, hijo: ten mucho cuidado (...).
Colgó la llamada, guardó el celular y relajó su cuerpo. «Demasiado entraño para una situación tensa como esta».
—¿Y bien, ya acabó la bonita charla padre-hijo? Porque comenzaba a aburrirme. ¿En qué nos quedamos? Ah sí, en la parte en que le iba a decir que como usted no cumpla con las indicaciones le di, revivirá lo que sucedió hace cinco años presidente y me pregunto: ¿esta vez quién va a morir, quién será el héroe?
—¿Me está amenazando CEO Jung?
—Le estoy advirtiendo. Solo tiene que firmar esos papeles o darnos lo que nos pertenece. Le estoy mostrando dos vías para solucionar nuestro conflicto y usted se niega a cooperar. No hay otro camino.
—Sí lo hay, existen dos caminos más.
—¿Y cuáles son?
En ese preciso momento el presidente Kim llevó una de sus manos detrás de su cintura, sacó un arma y con ella apuntó a la cabeza de Jong Ho. Inmediatamente mis hombres y yo sacamos las nuestras y le apuntamos al presidente.
La situación acababa de dar un vuelco rotundo y temo porque su desenlace: sea nefasto.
YEO SANG
Antes de morir mi madre me hizo jurarle que siempre sonreiría aunque me encontraste triste, aunque las lágrimas corrieran a libertad por mis mejillas: sonreír era muestra de fortaleza.
A veces creo que sonreír de esa manera sólo es hipocresía y falta de humanidad, o puede que haya entendido mal lo que mi madre me quiso decir y esa sea la única forma ocultar nuestros verdaderos sentimientos, no lo sé, a veces me siento perdido entre las ideas y los recuerdos que dan vueltas en mi cabeza.
Pero de algo sí estoy totalmente seguro, y es que San tiene razón, no sé por qué no dejo este maldito trabajo que lo único que ha hecho es amargarme la vida, un trabajo en el que mi propósito es solamente cumplir las órdenes de un ser sin cortesía, que ni el resultado de mezclar la cuacia y la retama, le hacen par a la bilis de su corazón; un ser despreciable que solo aspira al poder pasando sobre los demás; pero no logro entender, qué es lo que me retiene.
Y ahora me veo atrapado en un trullo sin salida, escondido bajo cuatro barrotes y un techo para evitar que mi destino, tome un rumbo peor que el que lleva.
—Las otras dos días para solucionar nuestro conflicto son las siguientes: volarte en pedazos los sesos es la primera, no me importaría ir a la cárcel si así me libro de un problema; pero la segunda y más pacífica es que recojas tus malditos papeles que no pienso firmar y junto a tus acompañantes, te largues por donde mismo viniste. Escoge y espero que sea rápido, tengo cosas que hacer y estoy desperdiciando mi mañana contigo.
El presidente Kim le había apuntado como un arma al "señor correcto", mi jefe, el CEO de "Fragancy Company", una empresa dedicada a la fabricación y venta de perfumes; pero hace unos cuantos años atrás cuando "DR Corporation" también inició con el mismo proyecto, nuestra compañía fue decayendo y perdiendo clientes. Fue una dura época para mi madre, pues en aquel entonces era la secretaria del presidente de "Fragancy Company": Jung Dae Sung, el padre de Jong Ho; era un hombre cruel y despiadado, eso me contaba mi madre, un ser vil que no tenía humanidad ni corazón; pero hace ya alrededor de cinco años sino calculé mal, murió en un tiroteo por un grupo de bandidos que lo habían capturado para sacarle dinero, eso fue lo que se comentó en los medios: pura mentira, porque sé muy bien que no fue así.
A Jung Dae Sung no lo mataron ningunos bandidos, lo mató solo un nombre, a tiros y Jong Ho quiere hacerle pagar a ese hombre por haberle arrebatado a su padre.
Nadie sabe que conozco la verdad y mucho menos cómo la supe; pero eso es otra historia, más larga de contar.
—¿Me piensas disparar presidente Kim? No eres capaz de hacerlo —retó el "señor correcto" al presidente Kim.
—¿Hablas en serio? Jamás llegué a imaginar que me subestimabas CEO Jung. Ponme a prueba y verás de lo que soy capaz por defender a mi familia y lo que es nuestro —respondió con seguridad y sin desviar la dirección del arma.
—Muy bien. Hong Joong baja el arma, porque de aquí no me pienso mover —demandó pero Hong Joong dudó por unos segundos, pues es su guardaespaldas y su hombre de más confianza—. ¡Hong Joong baja el arma, todos, que bajen las armas ya!
Honi, como en ocasiones le llaman, bajó su revólver junto al resto, acatando la orden.
—Hong Joong, pase lo que pase, ni te atrevas a volver a levantar tu revólver, eso también va para el resto. Y tú Yeo Sang, mejor sigue donde estás.
«Tal vez si le hubiese hecho caso, las cosas: no se hubieran complicado más».
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¡Hola! (◍•ᴗ•◍)❤
● Tenemos a dos personajes más narrando esta obra, veamos qué es de su vida, su pasado y qué secretos nos revelarán. ʕ•͡-•ʔ
● Ahora, mis chiquitines, ¿apuntaron estos nombres: Jung Dae Sung y Park Si Hon? Bueno, háganlo, los mencionaré muy a menudo en los capítulos venideros. También tengan en cuenta a Han Jin Hug, pronto conocerán quién es él.
● Sin más que decir, nos vemos en una próxima emisión de SDOAP. ꒰⑅•ᴗ•⑅꒱
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