Quattro ❀ Coffee and Vanilla
SUNG JAE
—Buenos días familia —saludé entrando al comedor.
—Buenos días mi pequeño diamante. ¿Cómo estuvo tu noche? —preguntó mi madre y mis ojos fueron directo a Suzy que se atragantaba para no dirigirme la palabra.
—Querida, ya Suzy nos ha contado todo y con detalles que no quería escuchar —dijo mi padre, endulzando su café.
«Joder Suzy, ahora mismo me pregunto si eres mi amiga o la parca que me acompaña».
—Ya lo sé amor, solo quería escucharlo de él —mencionó alegre mi madre.
—Y qué les puedo decir si mi "mejor amiga" —hice énfasis en esas dos palabras y la miré nuevamente; pero seguía evadiéndome—, no se ha dejado nada, absolutamente nada —me senté a la mesa.
Sí, mis padres conocían sobre mis preferencias sexuales, sabían que ninguna chica se interesaba por mí como esperaban, únicamente Suzy fue la que se pegó a mí como un chicle y solo terminó siendo mi "best friend". Perdieron la esperanza hasta que conocí a un chico que me gustó mucho y al parecer yo también a él, o eso creí.
Al inicio mi padre se sintió un poco incómodo; pero mi Sara le explicó cómo me sentía y él lo aprobó. Ese día que habló conmigo de hombre a hombre ensucié mi ropa interior, fue realmente incómodo, mi cara ardía como si tuviese fiebre y empecé a llorar cual bebé que le quitaron un juguete. «Qué cruda experiencia». Y al final terminé con el corazón destrozado.
—Jae, esta vez ten cuidado con lo que haces —habló mi padre—. No quiero volver a verte llorar como una magdalena en los brazos de Sara porque te rompieron el corazón. Sé un hombre y acepta lo que sea que pase entre ustedes, de eso trata la vida.
La manzana que llevaba a mi boca se quedó a medio camino, y un ataque de nervios se apoderó de este cuerpo que se quedó inmóvil ante tales palabras.
Mi padre tiene una voz sumamente ronca y profunda, intimida hasta los que lo conocen bien, porque no solo yo me quedé inamovible.
—Venga, sigan desayunando, ni que hubiese dicho algo aterrador —mencionó.
«JA JA JA JA JA JA. No, no me causa gracia, sí fue aterrador».
—Cambiemos de tema —dió un sorbo a su café y se giró hacia la derecha para verme, siempre nos sentamos del mismo lado de la mesa—. Hijo, ayer no hablamos prácticamente nada sobre tu viaje. De este tipo de vivencias si quiero escucharte hablar.
«Sí, cambio de ambiente, es lo mejor».
—Fue estupendo, aprendí mucho y me siento orgulloso de ello —contesté mirando a todos—. Les digo que Venesia es hermosa, me quedé encantado, conocí a muchas personas que me ayudaron y me enseñaron bastante —sonreí al recorder esos días—. Estar en Italia solo eran dos años; pero me presentaron a alguien y no me arrepiento de haberme quedado un año más, aunque ese año no lo pasé en Italia.
—¿Y en dónde entonces? —preguntó mi madre interesada en lo que contaba.
—Visité Turquía, fue inesperado —respondí preparándome una tostada con mantequilla—; pero esa persona que me presentaron me enseñó algo más: a hacer mi propio perfume —miré a mi madre y lucía encantada con mi relato—. Fue una experiencia maravillosa. Regresé a Italia antes de culminar el año, para después regresar a mi país.
—También me siento orgulloso y ni siquiera he olido tu perfume hijo —dijo mi padre.
—Lo llevo puesto —me levanté y me dirigí a mi padre, me acerqué para que oliera el cuello de mi camisa. Al hacerlo dejó caer la cuchara que sostenía: al suelo—. ¿Papá?
—Hijo tu padre se ha quedado inmóvil, déjame olerte —mi madre fue hacia mí, tuve que sujetarla porque sus piernas se tambalearon después de respirar mi aroma—. ¿Hijo qué demonios es lo que llevas puesto?
Nunca había escuchado a mi madre decir una palabrota. Suzy tuvo la misma reacción anoche pero eso de ella era natural. Conduje a mi madre a sentarse, mi padre aún no decía nada.
—Jae esa fragancia no se la muestres al mundo, ni siquiera vuelvas a mostrármela a mí —su voz sonó más gruesa de lo normal.
—¿Cómo? —Pregunté asustado—. ¿Por qué dices eso papá, no te ha gustado?
—¿Gustarme? —Tragó saliva—. Sentí tantas sensaciones a la vez que decir que me gustó sería una total mentira, ofendería tu fragancia —finalmente, dirigió su mirada que parecía perdida, hacia mí—. Quiero que la conserves solo para ti y que prepares otra diferente para un nuevo lanzamiento.
—Papá, nunca esperé que dijeras eso. No sé qué responderte —creí que se trataba de otra cosa pero solo estaba sorprendido.
—¿Lo nombraste? —me preguntó.
—Pues claro; pero creo que no querrás escucharlo.
—Así es. Ni su nombre ni su aroma debe pertenecer a nadie más que no seas tú. Quiero que sea tu tesoro.
Era increíble lo que mi padre me decía, yo flipaba ante sus palabras, estaba emocionado.
—Bueno, me voy —se levantó—. Hoy tengo que ir a "DR" y darles la noticia personalmente, así comenzaremos a prepararlo todo para el nuevo perfume.
—Cuídate amor —mencionó mi madre, limpiándose la boca con la servilleta—. Yo también saldré, creo que tendré que cantar próximamente.
—Estupendo, oírte cantar es una bendición para mí —le dijo mi padre y sentí la calidez en sus palabras.
—Gracias cariño —agradeció mi madre, levantándose también.
—Gracias a ti y al hijo maravilloso que me has dado.
Mis padres salieron abrazados del comedor, es lindo verlos enamorados.
—¿Tu madre dará un concierto? —preguntó Suzy.
—Conque al fin te dignas a hablarme —dejé de ver a mis padres y la miré, Suzy siempre se sienta frente a mí a la mesa.
—Lo siento Jae, por todo —me miró con cara de minino arrepentido.
—Vale vale —siempre le dejo pasar las cosas que me hace, soy un blandengue con ella—. Y sí, parece que dará un concierto, será majestuoso como los anteriores.
—Claramente, tu madre es la "Diva de Corea".
Mi madre es Lee Min Jeong, una artista de éxito, fama y categoría: la "Diva de Corea", cantante de ópera. Por eso digo que mis padres son personas importantes y yo vivo rodeado de fama, aunque el lujo y el dinero nunca se me han subido a la cabeza. Además mi madre se convirtió en la "señora Kim" después de casarse con mi padre.
—¿Jae qué haremos hoy? —preguntó Suzy y después procedió a beber lo que le quedaba de jugo en el vaso.
—No tenía nada planeado pero mi padre me ha dejado tarea —di un sorbo a mi jugo y cogí la tostada que preparé hace unos segundos—. ¿Quieres ver cómo hago mi perfume?
—¿Qué si quiero? Me muero de ganas —dijo entusiasmada.
—Ve y espérame en el "Bower" entonces —me levanté.
—Genial, mi sitio favorito en esta mansión —se levantó rápidamente y se fue dando saltos a donde le indiqué, realmente le gustaba ese lugar.
Yo me dirigí a mi habitación para tomar mis materiales, mientras me comía la tostada. Al entrar vi mi celular tirado en la cama con una luz parpadeante, lo cogí y vi tres mensajes del mismo número: "Charming Prince".
7:03 a.m. «Buenos días, aunque seguro que aún duermes».
7:05 a.m. «Ayer no respondiste mi mensaje, espero que no estés molesta conmigo».
7:10 a.m. «Al parecer sí estás molesta o no has depertado. De igual forma quiero disculparme pero no por teléfono, sería descortés y confieso que también una excusa. ¿Podemos volver a vernos?»
Había una llamada perdida a las 7:08 a.m. y a las 7:13 a.m. «Joder, él estaba tan ansioso por verme como yo a él».
Le respondí sus mensajes y después de tomar mis herramientas me dirigí al "Bower". El mismo quedaba en la parte delantera de nuestra enorme casa, sin irrumpir la puerta principal y el camino de piedras.
Nuestra glorieta era un sitio agradable que a todos gustaba, era una pequeña plaza en nuestro inmenso jardín, acompañado por un cenador: un pabellón redondo que se conjugaba por un dosel colgante y un armazón que sostenía la extensión de las ramas de parra; una planta trepadora con hojas palmeadas, flores de color verde y cuyo fruto es mi preferido: la uva.
—Jae, realmente este emparrado me encanta —dijo Suzy mirando las uvas—. ¿Puedo coger una uva?
—Una sola —le indiqué con un dedo, soy extremadamente egoísta cuando se trata de mis uvas y tengo una razón para eso.
En medio de nuestro "Bower" había una mesa blanca ovalada y seis sillas plásticas en el mismo tono de color. Suzy cogió la uva y se la metió en la boca, me conoce y sabe que si coge una segunda dejaré de hablarle por un día.
—¿Lista? —le pregunté.
—Mn —tragó—, está buenísima esta uva. Sí, lista.
SEONG HWA
—¡Seong Hwa todavía no puedo creer que hayas ido a una fiesta y te las hayas ingeniado para no llevarme! —me gritó mientras me seguía.
—¡Hee Nam deja de perseguirme y gritarme en el oído, me vas a dejar sordo! —me alteré, de hecho, ya lo estaba—. No estoy para tus rabietas y por tu culpa no quiero llegar tarde al trabajo.
«Al parecer mi día de hoy será de locos».
San se fue trempano en la mañana a prepararse y su olor a alcohol arruinó la perfecta mentira de anoche. Ahora tenía a mi hermana pegada como un chicle replicándome por no haberla llevado. «Qué fastidio».
Miré mi celular: 7:08 a.m., había escrito ya dos mensajes para Suzy; pero no obtenía respuestas de su parte, no es como si fuera su novio o algo por el estilo; pero deseo verla, escuchar su voz...
—¿Y se puede saber qué tanto miras tu celular? —Me arrebató el artefacto de las manos—. ¿A quién llamas? ¿Acaso conociste a una chica anoche?
—¡Hee Nam basta ya —le quité rápido mi celular—, yo no te debo explicaciones! Mejor me voy antes de que mi paciencia se agote.
Salí de casa como pólvora, Young no estaba para recogerme y ya sé de sobra que se ha quedado dormido, ni siquiera la alarma de su celular está hoy a mi favor.
—Tendré que manejar yo. ¡Ah!, por qué hoy está pasándome esto. Suzy, ojalá tú alegres mi día —saqué mi audi gris del garaje y me fui al trabajo.
Siempre que entraba a "DR Corporation" todos me saludaban haciendo una reverencia, yo les devolvía el saludo pero hoy no estaba de humor ni para dar los buenos días.
Llegué y sin mirar a nadie fui directo a mi oficina, entré y me tiré en mi amplio sofá de espera.
«Me siento mal. Suzy no me ha respondido aún, ya van tres mensajes y dos llamadas perdidas. ¡Diablos!».
Estaba deprimido... mi mente dejó de pensar...
Sentía unos fuertes pasos, me molestaba ese sonido, «qué pesado, quiero que pare». Me removí inquieto en el sofá, había tenido un sueño extraño: "estaba al lado de alguien pero no podía verle, solo sabía que estaba ahí porque su mano se entrelazaba a la mía".
«¡Un segundo! ¿Me removí en el sofá?».
Ahí me percaté que me había quedado dormido, di un brinco y me senté en el sofá, vi a San que caminaba de un lado a otro aunque solo daba tres pasos, al verme abrió los ojos más de lo normal y comenzó a hacerme señas de que mirara al lado. Al hacerlo presencié al presidente Kim sentado en el sillón al otro extremo, con las piernas cruzadas y bebiendo una taza con café, «lo supe por su olor». Los nervios comenzaron a apoderarse de mí.
—Déjanos solos —dijo con seriedad.
San me dio una última ojeada apenado y salió de mi oficina. Inmediatamente me levanté para disculparme.
—Si es lo que pienso que vas ha hacer ni se te ocurra, quédate sentado donde estás —ordenó.
Tan solo con escuchar su ronca voz mi cuerpo se sentó de golpe y mi mirada se incrustó en el suelo. Después de mi padre este es el hombre que más respeto pero al único que temo, es inevitable para cualquiera no sentirse intimidado como yo ahora.
—¿Hijo quieres tomarte unos días de descanso? —su pregunta me sorprendió.
—¿Señor? —le miré.
«Debo disculparme, de verdad».
—Presidente Kim le pid...
—¿Qué fue lo que dije? —su voz resonó entre las cuatros paredes de mi oficina que parecían temblar junto conmigo—. Uno llega tarde al trabajo, oliendo al alcohol como el otro que acaba de salir de aquí. Y el tercero durmiendo plácidamente en el sofá de su oficina —suspiró, relajándose un poco—.
»No voy a preguntar qué hicieron anoche pero espero que no vuelva a suceder. Sé que son amigos y entiendo que quieran compartir algo más que no sea un puesto de trabajo en el mismo lugar; pero una cosa no puede mezclarse con la otra.
—No tengo excusas señor —le dije, avergonzado.
—No hueles a ron muchacho y por eso sé que tu cansancio se debe a otra cosa. ¿Está todo bien en casa, tu madre Young Da y tu hermana?
Supiré desolado tras esa pregunta.
—Sí señor, está todo bien, mi madre y mi hermana también.
—Ya veo, entiendo —puso la taza en la mesita de al lado y me miró serio—. Mañana no vendrás a trabajar, vendré yo.
—¿Disculpe? —ahora me siento culpable.
—Hoy en la noche prepara un maletín con ropa para tres días, te hospedarás en mi casa durante ese tiempo, te hará bien —descruzó las piernas y las volvió a cruzar, intercambiando posiciones—. Y quiero que trabajes con mi hijo en un nuevo proyecto, estoy seguro que va a gustarte. Lanzaremos un nuevo perfume pronto.
—No sé qué decirle señor —bajé la cabeza y pasé una de mis manos por detrás de la nuca.
—Solo asiente con la cabeza —volví la vista hacia él—. Además quiero que mi hijo y tú se conozcan bien, únicamente se vieron una vez cuando niños y creo que ya no se acuerdan el uno del otro.
Asentí con la cabeza como me dijo.
«Es verdad que no recuerdo haber conocido a su hijo cuando pequeño. Bueno, creo que esta será mi oportunidad para verle el rostro de una vez por todas».
—Te espero mañana bien temprano, quiero recibirte antes de venir a "DR".
Volví a asentir con la cabeza. Él se echó a reír y se levantó del sillón, me levanté para despedirle.
—Hasta mañana —dijo y salió de mi oficina sin que pudiese decirle algo.
«Ha sido una situación intensa».
Miré la hora en mi reloj: 8:50 a.m. Me di cuenta que estuvo casi dos horas esperándome. Saqué mi celular del bolsillo izquierdo de mi pantalón para comprobar si la hora era correcta, pero no miré ni los números cuando vi tres mensajes sin leer de Suzy, rápidamente desbloqueé la pantalla para verlos.
Mensaje uno: «Buenos días. No dormía, solo había dejado el móvil en mi habitación».
Mensaje dos: «Ayer no respondí porque no sabía qué responder. Estaba sorprendida».
Mensaje tres: «No estoy molesta contigo, así que no debes disculparte y, yo también quiero verte. Conozco una buena cafetería en la ciudad, siempre cierra tarde, se llama "Coffee and Vanilla". Nos vemos a las 8:00 p.m. Suzy».
Mi corazón empezó a latir emocionado, no podía esperar, volvería a verla. Así que me dediqué a dejar todo en orden en el trabajo, hasta que el tiempo pasó sin darme cuenta...
Llegué a "Coffee and Vanilla" antes de la hora acordada, igual eso me era irrelevante ahora. Ya había escogido una mesa para los dos frente al ventanal de vidrio color añil, era un sitio apartado y el más hermoso del lugar.
Miraba el entorno cuando la vi entrar, mis ojos se deslumbraron: vestía una blusa de calados con mangas hasta sus muñecas y cerrada en el cuello, acompañada de unos bombachos blancos de puntos negros que hacían juego con su blusa. Su pelo estaba enteramente liso y lucía un pequeño pasador brillante a un lado. Mi mente comenzó a hacer preguntas sin sentido: «¿Estaré viendo la mujer que me gusta, o una muñeca increíblemente hermosa?»
SUNG JAE
—¿Suzy, hoy qué me pongo? Ayer tenía un vestido que me cubría todo; pero sería extraño volver a llevar un vestido como ese. No es una cita, es solo un encuentro.
—Jae deja el nerviosismo, me pediste que te consiguiera algo y eso he hecho. Así que ve y báñate "Cinderella", que hoy volveré a ser tu hada madrina.
Eran las 7:00 p.m, solo faltaban sesenta minutos para verle de nuevo, mi corazón no podía mantenerse calmado, estaba ansioso.
Después de salir de la ducha Suzy me vistió como una niña a su muñeca, me maquilló sencillamente, a su estilo, y me lisó el pelo colocando como toque final un pasador a un lado del mismo. Posteriormente me puso los aretes, tenían forma redonda y aplastada, además no tenía que perforarme las orejas ni nada, se pegaban al lóbulo de mis orejas, igual que los de anoche, no tenía idea de cómo los consiguió pero supongo que es parte de su magia.
—Jae, creí que pintar era lo único que se me daba bien, porque lo que hago contigo también es arte, definitivamente —juntó sus manos y me indicó con la cabeza el espejo de mi habitación.
Me miré en el amplio y largo espejo, «pues sí: es arte».
Salí con Suzy y mi padre estaba sentado en el salón, me miró de pies a cabeza y siguió en lo suyo: leyendo el periódico, le gusta hacerlo a estas horas. Hizo un gesto con la cabeza y una mueca como diciendo: "Míralo a donde va nuevamente vestido así. Esto me huele a corazón roto otra vez".
«Por Dios, imaginarlo diciendo eso me erizó la piel, mejor me voy».
Fui a la cochera y saqué mi Porsche "último modelo" color manzano, no esperé dos veces para correr hasta "Coffee and Vanilla". Llegué temprano pero no me importaba, entré al local buscándolo aunque sabía que no lo encon...
«¿Qué? ¿Ya está aquí? Wow, flipo, este chico: es increíble».
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