Capítulo -52
Asher.
Tapo mis oídos con la almohada en un vago intento de silencia el inmenso murmullo en el que se encuentra inmersa toda la casa. Me acurruco en la cama, tratando de acomodarme, pero me es imposible. El sonido me impide la concentración. Las fuertes pisadas en el pasillo, el sonido de utensilios de cocina moviéndose de un lugar a otro, todo era un caos total en la casa. Y es que ¿Cómo no lo iba ser? Todos los Miller reunidos en un sólo lugar.
Los tíos, los primos, los abuelos y como olvidar sus mascotas. Los abuelos son amantes de los animales y desde jóvenes han sido entrenadores de animales, por lo que la familia nunca deja de aumentar, siempre llega un nuevo integrante por parte de ellos.
Hoy es el día en que toda la familia, sin falta alguna, se reúne. Más de treinta personas en un mismo techo, parece la casa de los locos. Es una especie de tradición familiar, dónde convivimos como familia, y como locos.
Un fuerte estruendo hace que me sobresalte y mi corazón se agite por un segundo.
—¡Asher, es hora de levantarse! —la voz de un par de gemelos al unísono invade mi habitación—dice la tía Lea que es hora de salir.
Un par de cabelleras rojas y rostros pecosos invaden mi campo de visión cuando me incorporo y se apresuran a lanzarse a mis brazos juguetonamente. Son unos críos de tan solo nueve años, pero que te sacan hasta el alma, son unos demonios con cara de ángel.
—Hola, muchachos. Ya veo que siguen tan feos como siempre.
—¡Claro, cada día nos parecemos más a ti! —gritan lanzándome un zapato que no tengo ni idea de dónde salió.
Llevo mi mano hasta mi nariz, la cual resultó golpeada.
—¡Oigan! —Sus carcajadas resonaron con diversión—¿cuándo llegaron?
—A primera hora de la mañana—contestó el mayor por unos minutos.
—Ahora levántate que se hace tarde. Hay que preparar todo y tú estás como siempre de vago —le siguió el menor.
—¿¡A quién llamas vago!?—exclamo con diversión lanzándole una almohada a ambos—ahora fuera de mi habitación par de desastrosos. —ellos obedecen con una sonrisa y salen sin hacer escándalo, lo más probable es que fuesen en busca de otra víctima.
Después de haber tomado una ducha y ordenar mi habitación, bajo hasta la cocina que es donde más movimiento hay. Al entrar todas las miradas caen en mí y sonrisas llenan los rostros de todos.
—¡Asher, cariño! —mi abuela es la primera en acercarse para abrazarme y tomarme de los cachetes—cuanto has crecido.
—Abu, lo sé. No me trates como un niño pequeño.
Después todos se acercan y uno a uno proceden a saludarme, con abrazos, besos y apretones de manos.
—Cada día estás más flaco muchacho, necesitas comer—se había tardado mucho en sacar ese teme. Siempre que me mira dice que estoy más delgado, pero no es el caso, yo me veo igual—necesitas comer más para fortalecerte y mantener un balance alimenticio.
—¡Pero si lo hago Abu! —exclamo—igual que un cerdo y mi balance es tanto como el del cuello de una jirafa.
—Come como dinosaurio realmente, su estómago no tiene fin. Así que de balanza no tienes nada—mamá entra en la cocina con una caja u la deposita en la mesa.
—Mamá... no ayudas.
—Sabes que debes cuidarte Asher.
—Lo hago Abu, tengo que hacerlo.
—Buenos días personas hermosas y... Asher—Augus se introduce hasta el refrigerador y tomar una manzana—iré por Nina, tú ve por Mikaela. Aquí a las diecisiete, no más.
—De acuerdo. Tomo el auto rojo, tú el verde.
—Pe-
—Sin peros—le corto—andando.
—No lleguen tarde—habló papá con su característica capa de seriedad.
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—¡No quiero! ¡me niego! ¡me rehúso! —Mikaela camina de un lado a otro—es que es una estupidez, ¿cómo podría hacerlo? Hace años que no lo hago porque me incomoda, me molesta, me fastidia, lo odio. Y no lo haré—concluye señalándome con su dedo índice acusatoriamente.
Desde que le había mencionado el evento familiar de hoy se había puesto nerviosa, no fue lo suficiente para que dijese que no y se arrepintiera. Invitar a su familia y presentarlas formalmente a la mía, tampoco pareció molestarle, sólo mostraba un poco de nerviosismo.
Pero al instante en que mencioné que usaría un vestido empezó a nombrar todas las razones por la cual no debería de usarlo, y que no lo usaría. Sé que le cuesta usarlo, la única vez que le vi utilizando uno fue hace tres años, un vestido negro y una Mikaela destrozada vistiéndolo. En sus ojos puedo notar que es difícil para ella, es como si le temiera a usarlo por alguna razón.
Me levanto del sillón en el que estaba sentado y a pasos lentos me acerco a ella.
—Vamos, te verás hermosas. Además, en mi familia la primera impresión es de suma importancia, y más en un día como este—miento. La verdad es que ya todos en la familia les agradaba.
—¿Qué suma importancia? No usaré un jodido vestido Asher... es repugnante.
—¿Por qué lo es?
Su mirada se posa en un punto fijo y se pierde.
—Lo relacionas con algo, ¿no es así?
Ella asiente silenciosa y lentamente.
—¿Puedo saber con qué? —tomo un mechón de su cabello llevándolo hasta detrás de su oreja—¿Qué sucedió?
—Es sólo que no tengo buenos experiencias con ellos. El día que consideré más importante usé uno y terminó en caos. Y la última vez que utilicé uno, fue en una tragedia dolorosa. La muerte de mi madre, para ser más específicos.
Noto como sus puños se cierran con fuerza, ¿tanto lo relaciona? A veces las cosas más simples nos traen los recuerdos más dolorosos. Relacionamos las cosas que vemos, usamos o simplemente tocamos en un momento doloroso. Nuestro cerebro lo relaciona de manera automática, hasta el punto de temerle, temerle por el dolor que sentimos en aquel momento y nos lo recuerda.
Alcanzo sus puños cerrados y los envuelvo con mis grandes palmas.
—Si aquellos recuerdos fueron malos, sólo debemos asegurarnos de crear buenos recuerdos esta vez, prometo asegurarme de eso—su mirada se suaviza y sus puños se aflojan—además te cumpliré cualquier deseo que quieras.
—No seas idiota. ¿Me bajarás la luna? —noté que lo dijo con un claro tono de sarcasmo.
—No, pero puedo cocinarla para ti.
—¿Cocinarla? —pregunta.
—Te haré un pastel de luna, aunque definitivamente no será tan reluciente como tú.
—Idiota.
—Somos idiotas. Ahora busquemos un vestido en tu armario.
Somos porque ya no eres tú o yo, somos un nosotros. Y desearía que dudara para siempre.
Me dirijo hasta su armario.
—Asher...
Detengo mi andar y giro a verla.
—No tengo ningún vestido.
—¡No se diga más! —exclamo alzando mis manos. Su rostro confundido era algo que ya me esperaba, así que me apresuro a aclarar: —nos vamos de compras.
—Ni de bromas, yo de aquí no me muevo—Mikaela se cruza de brazos y cambia el peso de su cuerpo al pie izquierdo.
Dejo escapar un estruendoso suspiro para luego verla.
—A veces eres tan fastidiosa.
Mikaela alza una de sus delineadas cejas y abre un poco su boca, como si lo que dije le parece ofensivo.
—¿Me acabas de llamar fastidiosa? —asiento—¿A mí? —vuelvo a asentir—ahora si valiste Asher.
Sus piernas se mueven a una alta velocidad corriendo hasta mí. Cuando me alcanza tengo que flexionar mis piernas para no caer, ya que, se había colgado de mí. Sus piernas se envolvieron en mi cintura y sus brazos envolvieron mi cuello con ternura. Sostengo la piel descubierta de sus muslos con mis manos para no dejarla caer, mientras ella enreda sus dedos en mi despeinado cabello, le gusta hacer eso.
Una esencia a vainilla envuelve todo mi olfato, dejando mi mente en blanco y sólo contemplar el momento. Mikaela se pega a mi pecho y reposa su cabeza en mi hombro. Siento su pecho juntarse con el mío y no puedo evitar que mi corazón lata locamente.
Entonces se separa sólo lo suficiente para ver mi rostro y sonrío.
—Puedo ser aún más fastidiosa.
No era una pregunta, ni una advertencia, era una confirmación. No me importaba tan sólo quiero permanecer así, por lo que, le sigo el juego.
—¿A sí?
—Sí. Puedo molestarte a cada rato, pero no lo haré—ella trató de bajarse, pero lo impido—¿quieres permanecer así?
Su pregunta me toma un poco por sorpresa.
—Sí, sólo un momento.
—De acuerdo—vuelve a su estado inicial, con su cabeza sobre mi hombro—ahora que lo pienso, casi no sé nada sobre ti, pero tú me conoces perfectamente. ¿Podrías...—parece dudar un poco, pero luego añade; —hablarme sobre ti?
Realmente sabes más sobre mí de lo que crees.
—Umm...mi color favorito es el azul. Me gusta la cocina, ya que, básicamente es lo único en lo que soy bueno. No me gustan los hospitales... es lo único que no sabes sobre mí. ¡Ya me has visto hasta desnudo!
Su pecho sube y baja hasta que estalla en una carcajada.
—Eras realmente tierno en ese entonces.
—¿Ya no lo soy?
—Bueno, sigues siéndolo... Eres alguien que realmente ha valido la pena conocer, llegaste a mi vida haciéndola de cuadritos, pero esos cuadritos se volvieron luz. Y ahora, gracias a ti, he avanzado tanto. Me he reencontrado a mí misma, no puedo decir que me cambiaste porque nadie es capaz de cambiar a alguien por sí mismo, pero contigo volví a ser yo misma, aquella que se había escondido detrás de un caparazón, derribaste los muros que había levantado. Fuiste el primero en enseñarme a creer en los demás nuevamente, demostrando que no todos son iguales.
Sus palabras expresadas calaban hasta lo más profundo de mi interior.
—Gracias por mostrarme aquellas pequeñas cosas que había olvidado. Gracias por permanecer a mi lado a pesar de todo y enseñarme a querer. Realmente eres la mejor persona que he conocido, junto a los chicos.
Mis ojos se humedecen sin poder hacer nada para evitarlo y varias lágrimas empiezan a descender por mis mejillas. Sorbo mi nariz.
—¿Asher? —no pude responder. Ella levanta su cabeza de mi hombro para mirarlo, sus manos alcanzan mis mejillas con delicadeza, limpiando tiernamente mis lágrimas—¿por qué lloras? —su rostro es de completa preocupación.
Sus diminutas manos secaron por completo mis lágrimas con suavidad.
—Es que eres tan linda.
—Entiendo, entiendo, pero ya no llores ¿sí? —se siente tan bien y mal al mismo tiempo, sé que no debería aferrarme a ella por su bien, pero seré egoísta sólo por un tiempo—está bien iremos de compras y utilizaré un vestido, pero no llores. No sé cómo reaccionar cuando alguien está llorando así de repente.
Sólo hasta entonces...
—Entonces vamos de compras.
seré egoísta.
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La multitud era increíblemente inmensa, como cuando las hormigas se agrupan en un mismo lugar en busca de comida. Solo que en lugar de ser hormigas eran personas. La verdad es que esta era mi primera vez en ir a una tienda con alguien que no fuese mi familia, trato de parecer lo mas confiado que puedo, pero los latidos alocados de mi corazón delatan el hecho de que estoy nervioso y a la vez emocionado.
Y ni hablar de la chica que me acompaña. Nunca pensé que el momento en quien sea ella la me sujete de la mano tomando la iniciativa llegara, nunca deja de sorprenderme.
—¿Hay algo de tu gusto? —capto su atención y juro que con la mirada que me dio pude comprender por completo lo que pasaba por su cabeza, Sácame de aquí, por favor Parecía un cachorro cuando espera por su comida, incluso imagine como tendría sus orejitas caídas —tranquila, estoy aquí. Solo toma algo que te guste y puedes probártelo, siempre estaré a tu lado, así que, no tienes que preocuparte.
—Pero que no quiero usar un vestido.
—A ver —tomé un vestido al azar que se me hizo bonito por su color— ¿Este te gusta? —negó con su cabeza y procedí a tomar otro vestido en mis manos —¿Qué tal este? O ¿este?
—No, ninguno me gusta.
—Señorita —me dirigí a una empleada que nos acompañaba desde que entramos —por favor, empaque todo esto, nos lo llevaremos.
—Asher, déjate de bromas.
—No estoy bromeando, estoy siendo muy serio en este momento. Ya que no quieres hacerlo aquí, seré tu vestidor profesional hoy.
Al terminar de empacar todo nos dirigimos a casa de Mikaela de inmediato. Aparqué el auto en la entrada de la casa, en todo el camino no pude evitar sentir su fija mirada.
—Se que quieres decir algo, ¿Qué es?
Me giro hasta ella.
—¿Qué es? Asher, esto fue un gasto completamente innecesario. De verdad que no se que puede llegar a pasar por tu cabeza. ¿¡Cómo se te ocurre comparar una línea completa de vestidos! Solo señalaste al azar y lo compraste sin pensarlo.
—Vere cada pieza de ropa en ti y seré exclusivamente el primero en verlo, así que lo vale por completo. Estamos desaprovechando el tiempo, ya quiero ver cómo te quedan. ¡GO!
Salimos del auto.
—Asher —llama arrastrando las palabras —digas lo que digas no es excusa para comparar tantos vestidos para una sola persona.
—Muchas veces tratamos de evitar tanto hacer algo, ya sea por miedo o por cualquier otra razón no muy alentadora. Pero eso es debido a que lo asociamos con algo que haya pasado, lo relacionamos con como nos sentimos en ese momento, tanto que ya dejamos de ver lo que es y solo nos centramos en lo feo que nos hizo sentir. Entiendo tu miedo, porque yo también he sentido lo mismo muchas veces. Realmente detesto estar en lugares con mucha gente, pero gracias a ti he podido superar eso, así que, también permíteme ayudarte. Hagamos muchos buenos recuerdos, para que así los malos sean opacados.
Extiendo mi mano hasta su cabeza y con suavidad acaricio su pelo, despeinándolo un poco en el acto.
—Está bien. Pero solo si me acompañas.
—¡Claro que te acompañare!
Exclame sin saber que me esperaba.
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Esto no es lo que se suponía que debía de estar pasando, esto no es para nada lo que yo tenia planeado.
¿Qué clase de situación es esta?
¿Cómo he acabado así?
—Es increíble, tienes una figura estupenda —Mikaela esta sentada en la cama con sus piernas cruzadas una encima de la otra, su barbilla apoyada en la palma de su mano derecha —¿Cómo es posible que ese vestido te quede tan bien?
Así que a eso se refería con que la acompañase.
Y aquí estoy yo, con un vestido puesto, mientras mi pareja menor que yo por unos años se ríe de mí.
Todo sea por el buen resultado de eso.
—Listo, he cumplido mi parte, es tu turno de probarte todos los que están en la cama. Uno por uno.
Su risa cesa y la seriedad la cubre.
—Espera, ¿Todos?
—Si todos.
—No, no, no.
—Si, sí, sí. Ese era el trato y yo cumplí mi parte.
Mikaela deja salir una risa nerviosa.
—Yo solo accedí porque pensé que no accederías a ponerte un vestido —susurro para sí misma, pero logré escuchar.
Su vista viajo hasta la puerta y un rápido movimiento corrió hasta ella, tratando de escapar. No obstante, fui más rápido y justo al momento de salir al pasillo la atrapé, subiéndola a costas a mis hombros.
Justo en ese momento salió el señor Matías, su padre, observándonos de manera fija con sorpresa.
—Pero, ¿Qué hacen ustedes dos?
Mierda, tengo un jodido vestido puesto.
¿¡Qué clase de situación es esta!?
—¡Papa! —exclama con alivio Mikaela —gracias a Dios estas aquí, ¿podrías darme un poco de ayuda con Asher?
—Mikaela quiso huir para no probarse los vestidos, he cumplido mi parte del trato que hicimos, así que es el turno de ella.
—¿Cuál era el trato?
—Si me probaba un vestido, ella se tendría que probar los que hemos comprado para ella señor.
—Claramente has cumplido con tu parte, ni modo princesa es tu turno de cumplir.
—¿¡P-papa!?
Comienzo a caminar a la habitación con Mikaela.
—¡Traidor! Esto no es justo ¡Abuela!
—Queremos ver cuan hermosa quedas cuando terminen capullo—contesto desde la planta baja la nombrada.
—¡Traidores! ¡Se supone que su hija soy yo, no Asher!
Así se quejo hasta entrar a la habitación por completo.
—Ya, ya. Veras que será divertido.
—Al menos no me quejo, porque tienes buen trasero —comentó inflando sus mejillas de una manera que se me hace tierna.
Nos miramos y ambos explotamos a carcajadas.
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Deslumbrante.
Fue lo primero que llenó mi mente cuando la vi arreglada por completo. Su cabello cae sobre sus hombros hacia delante, mientras que otra parte cae por su espalda de manera abundante, el largo llegando hasta su espalda baja.
Luego de haberse probado todos los vestidos Mikaela no sabía cuál elegir, así que me dio la opción de elegir uno por ella, realmente fue una tortura. Porque para mi todos le quedaron perfectos, ¿Cómo puede ser que todo le quede hermoso? Todo se ajustaba a ella, como si estuviera predestinado y a la medida de su anatomía.
Al final termine decidiéndome por uno color blanco que llegaba hasta centímetros antes de sus rodillas, las mangas eran largas y transparentes con diseños, en la parte de su pecho lleva una decoración en forma de corazón que se acopla a su figura, la parte de su cintura es adornada por un pequeño cinturón, lo cual le hace resaltas las curvas de su cintura. Encima de la tela blanca del vestido se encuentra otra tela extra transparente, del mismo tipo que las mangas, este lleva estampados decoraciones también igual a las de las mangas.
Sus piernas están al descubierto hasta sus pies, los cuales los cubren unas zapatillas de tacón color plateado. De sus pequeñas orejas cuelgan un par de aretes a juego con la cadena que compartimos.
Fijo mi vista en ella sin poder apartar la mirada, noto como se avergüenza ante el hecho de como se encoje levemente, casi imperceptible.
—Estás preciosa —ella sonríe mostrando sus dientes y juro que daría mi vida entera con tal de que este momento no terminase —nunca me había enorgullecido tanto de una decisión en mi vida. Bueno, esta es la segunda mejor decisión de mi vida —ante mi confesión Mikaela arruga su entrecejo.
Extiendo mi mano para que ella la tome. Sus manos alcanzan la mía y yo entrelazo mis dedos con los de ella.
—¿Cuál fue la primera? —investiga.
—El haberte hablado por primera vez —afirmo con una gran sonrisa adornando mi cara —de no ser por ese atrevimiento, no estaríamos hoy aquí.
—¡Chicos, ya es hora de irnos! —la voz de la abuela de Mikaela hizo acto de presencia. Al parecer ya todos los demás estaban listos.
—Si, ya queremos ver como ha quedado el capullo.
—Princesa, ya es hora de que salgas y nos deslumbres.
Ella se cubrió el rostro con sus manos y ahogo un grito en ellos.
—Es que son tan ellos —susurro. Entonces aparto el dedo índice hacia un lado, dejando ver su ojo derecho y me miro —se supone que es la fiesta de tu familia, pero no siquiera estas listo.
—Es tu turno de ser mi vestidora.
Al bajar su familia, quienes se encontraban hablando entre ellos, hicieron un total silencio al verla.
—Estas hermosa —me sorprendo por la sincronía en la que lo dicen los tres, tanto sus abuelos como su padre.
—Gracias.
—Has hecho un gran trabajo Asher.
—Me costó parte de mi dignidad, pero lo logre abuelo.
—Ocupar un vestido no es tan malo, yo use un tutu.
Las risas no se hicieron esperar por parte de todos.
######
Todos disfrutan y parecen divertirse. La familia de Mikaela y la mía se llevaron bien al instante, tanto que de no saber que no lo son pensaría que son una misma familia. Mi padre y el de Mikaela no han dejado de hablar, tal parece que comparten muchas cosas en común. Y sus abuelos rápidamente acogieron a los gemelos desastrosos y de vez en cuando mi madre se acercaba a supervisarlos, porque con los gemelos nunca se sabe que puede llegar a pasar.
Por otro lado, Mikaela no se separaba de mi lado en ningún momento, aun no se acostumbra a lo abrumadora que puede llegar a ser la familia Miller. August y Nina estaban en su propio mundo de burbujas.
Es algo de lo que realmente me alegro, desde pequeños siento que se ha estado reprimiendo de hacer muchas cosas y de alguna forma pienso que es por mi culpa.
—Asher ayúdame.
Me giro al escuchar su voz cargada con un toque de súplica. Los gemelos ya no se encontraban con los abuelos, si no que cada uno se estaban aferrando a los brazos de Mikaela.
—¡Que es conmigo! —exclamo uno de los gemelos, tirando de su brazo hasta él.
—¡Que no! Es conmigo —continuo el otro.
Repitieron la acción varias veces.
—Niños, ¿Qué creen que están haciendo? —me veo en la necesidad de interrumpir.
—Estamos decidiendo quien se quedará con Mikaela, pero claramente ese seré yo.
—Déjate de tonterías, ese seré yo.
—¡Seré yo!
—¡No, seré yo!
—¿De qué están hablando gemelos? —capto su atención —La respuesta es obvia —paso mi mano con delicadeza por la cintura de ella y la atraigo hasta mí. Entonces con voz seria digo; —seré yo.
Sus bocas se abrieron con sorpresa.
—No es justo.
Dijeron al mismo tiempo, me fulminaron con su mirada y luego se fueron.
—Gracias —hablo luego de un rato —siento que será peor que tu cuando crezcan.
Cuando crezcan...
No podemos volver.
Al esperar el tiempo sin poder hacer nada mas que esperar, con este gran dolor en el pecho que no sabría como definir. Sin pretenderlo ya me encontraba teniendo un caos de sueños que nunca se harán realidad y un amor que realmente no quiero dejar atrás.
Todo el tiempo que pasamos, todos los momentos, todos los obstáculos y todas las barreras que derribamos, jamás voy a olvidarlo. Siempre lo voy a atesorar en mi corazón.
Porque siempre que volteo a verte otra vez sonreiré.
Si te llagaras a perder en medio de la oscuridad el sol siempre te iluminara en el amanecer y en caso de no poder verlo bien, sólo espero que el tiempo esté a tu favor para observar la noche y su luz.
—Mikaela —reposo mi cabeza en el espacio entre su cuello y su hombro. Aún me encontraba sosteniendo su cintura.
Ella mueve su cabeza hacia un lado de manera que hace contacto con la mía, y nos quedamos acurrucados, mientras que con su mano izquierda alcanza mis cabellos envolviendo sus diminutos dedos en ellos.
—¿Sí? —responde calmadamente.
—Hagamos muchos buenos recuerdos.
Ella se gira y me abraza.
—Claro que sí. Hagamos eso.
Ha pasado un tiempo, pero aquí les dejo un nuevo capítulo. Deseo y sea de su agrado.
Espero que durante este tiempo hayan estado bien y se hayan cuidado mucho.
Sin más que decir, me despido. Que pasen un excelente día.
Gracias por leer.
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