Capítulo- 49
Camino sobre el asfalto hasta la parte trasera del auto y saco mi equipaje. Acabamos de llegar del campamento hace apenas unos minutos, el viaje ha sido un poco agotador al contrario de cuando fuimos, por lo que lo primero que haré al llegar será hecharme a dormir luego de una larga ducha, de sólo pensarlo siento ganas de ir corriendo y hacerlo.
Nina y August no habían viajado con nosotros, ellos decidieron volver en el autobús.
Por el rabillo del ojos miro hacia la casa notando que todo está tranquilo y en buen estado, lo que es extraño.
—Déjame ayudarte con eso—dice Asher tomando de mis manos el equipaje. Abro la boca tratando de protestar y decirle que puedo hacerlo sóla, pero el me interrumpe diciendo:—sé que eres fuerte y te gusta hacerlo todo de manera independiente y te entiendo, pero ahora no tienes que hacerlo todo por tu cuenta, ya que siempre estaré para ayudarte porque no estás sola.
—Bien, bien lleva todo mi equipaje pero no tiendes que darme una charla por eso—respondo rápidamente cerrando la cajuela del auto—anda camina, no tenemos todo el día y estoy agotada, quiero descansar.
Me desplazo hasta la puerta, pero me detengo al darme cuenta de que él no me sigue. Al girarme a verlo, él permanece en el mismo lugar, como si estuviera pensando en algo serio.
—¿Sabes qué?—se acerca y deja un bolso de los dos que traía a ambos lados en mis manos. Arrugo mi entrecejo sin entender su acción—es mejor de esta manera, porque así... —alcanza mi mano uniendola con la suya—puedo tomar tu suave y cálida mano—alza su brazo trayendo así también la mía arriba sonriendo—vamos.
No digo nada y sólo lo sigo.
—Habrá un interrogatorio desde que nos vean así.
—No importa, así todo el mundo se enterará que finalmente has caído por mí y soy el más afortunado debido a eso.
Y yo soy la más afortunada por encontrar a alguien que derribe mis muros, dejándome libre.
En cuestión de segundos ya estábamos en la puerta de la casa, a punto de entrar. Con lentitud giro el pomo de la puerta y ejerciendo un poco de presión, la abro. Al hacerlo todo parece indicar que está muy tranquilo o que no se encuentran en casa.
—Parece que no están en casa—digo de modo que sólo Asher lo escuche.
—Sí, eso parece pero ¿por qué susurras?—responde imitando mi acción inconsciente de hablar bajo—andando llevaré esto a tu habitación. ¡Abuelo, abuela, Matias, ya estoy en casa!
Me alarmo y en un auto-refelo le golpeo el hombro con mi mano libre.
—¿Qué estás haciendo? Si nos escuchan será un grave problema. Claro, en caso de que estén aquí...
No es que esté avergonzada o algo parecido, es sólo que conociendo a la abuela no me dejará en paz por unos buenos meses. Esa señora, a pesar de su edad, recuerda cosas que para una persona normal es imposible hacerlo y lo más probable es que me recuerde una por una, todas las veces que haya mencionado algo sobre no salir con nadie, o el hecho de que no me interesaban estas cosas.
—¡El capullo ha vuelto!
Olvídalo, estoy muerta.
—¿¡El capullo!?—interroga el abuelo saliendo detrás de la abuela—¡Si lo ha hecho!
Ambos bajan las escaleras de una manera tan apresurada que me preocupaba el hecho de que pudiesen caer u hacerce daño, por la forma en que bajaron.
El abuelo se acercó primero a Asher dándole un gran abrazo.
—Hijo que bueno verte—dijo separándose y girando hasta mí para de igual manera abrazarme—capullo no sabes cuando te extrañamos, todos aquí estábamos sin saber que hacer sin tí, después de todo eres como nuestro pilar personalizado.
¿pilar personalizado? Las cosas que se le ocurren al abuelo son una locura. No obstante le alcanzo, dejando el bolso en el piso, y con mi mano libre le devuelvo el abrazo.
—También los extrañé—murmuro suspirando.
Derrepente él se separa, dejando sus manos posadas a ambos lados de mis hombros.
—¿Quién dijo eso?—pronunció confundido.
—Eeh... lo he dicho yo abuelo.
Él mira a Asher con la misma expresión de confusión y me señala dando un asentimiento de su cabeza, como si estuviese buscando una confirmación de su parte.
Entonces cuando él abre su boca con la clara intención de decir algo, la abuela lo hecha a un lado y luego de darme una mirada cargada de ternura, me envuelve con sus brazos.
—Estás hermosa capullo. Me alegra que estés de vuelta con nosotros, Matias no dejaba de preguntar por tí—al escuchar eso una sonrisa se formó en mi rostro—incluso pensó el hecho de ir hasta allá para verte, estaba realmente preocupado por ti porque no atendías ninguna de nuestras llamadas.
—Sucede que en los campamentos no hay señal abuela.
—Eso es lo malo de los campamentos—murmura el abuelo, cruzándose de brazos.
—Pero lo pasamos bastante bien en el campamento—Asher me da una mirada coqueta y sonríe pícaramente—¿cierto Mikaela?
Los recuerdos de lo que sucedió vienen a mi mente y siento como mis mejillas empiezan a arder.
—¿eeh...? Sí, si la pasamos muy bien.
En eso noto como Matias viene bajando las escaleras, un pantalón y una camisa roja adorna su cuerpo de manera ajustada, haciendo resaltar su pecho no tan marcado, pero a pesar de la edad que posee se ve bien debo admitirlo, después de todo es mi papá.
Cuando llega hasta nosotros me alcanza con sus brazos y me envuelve en un cálido abrazo. En ese momento mi cabeza quedó en blanco, no es difícil de hacerlo cuando un padre te abraza derrepente, después de casi tres años. Siento como sus manos se aferrar a la parte superior de mi espalda para luego separarse.
—Es bueno tenerte de vuelta Mikaela—una suave pero feliz sonrisa se extiende en su rostro—bienvenida a casa.
A veces sólo es cuestión de dar el paso y vencer tus limitaciones, es claro que las cosas escasas veces saldrán de la manera en la que lo planeamos. Muchos problemas, contratiempos, dolor y en el peor de los casos muerte, tratarán de impedir que sigas adelante, haciéndote creer que no vales nada y que la vida es una mierda, pero la cuestión es saber lidiar con ella, así como nos libramos de lo que nos molesta.
—Estoy de vuelta... papá—le devuelvo la sonrisa y por primera vez en mucho tiempo le miro directo a los ojos.
Al verlos un fuerte alivio surca en mi pecho. Aquella mirada fría y distante no es la que destella, una pequeña luz se ve en ellos brillando con intensidad, tal vez sólo sea el sol, pero igual su mirada es diferente, como aquellas que me daba en los pasados años, esa es la mirada de mi papá.
—Me encantaría quedarme con ustedes todo el día, pero de manera lamentable tengo que irme al trabajo. Asher sabes que estás en tu casa hijo—dice papá apretando el hombro de Asher de manera amistosa—Mikaela antes de que me valla ¿no tienes nada que decirnos?
Levanto una de mis cejas en señal de confusión y niego.
Entonces los abuelos, que no sé en qué momento se habían ido a quien sabe donde, vienen hasta nosotros y dejando caer confeti sobre mi cabeza y la de Asher comienzan a hacer ruido con una especie de cornetas. El sonido es tan alto que cierro mis ojos por la impresión.
—¿Qué es esto? No hay ninguna razón para celebrar una fiesta abuelos.
—Básicamente sí la hay Mikaela—susurra Asher en mi oído de una manera maliciosa.
—Y es que ha surgido una nueva pareja, llevándose a cabo casi un milagro con el capullo—suelta el abuelo como si estuviera firmando un comercial televisivo.
Entonces como si lo hubiesen planeado todo, que no pongo en duda que lo hayan hecho, comienzan a hacer un alboroto con sus palmas al aplaudir e incluso silbar.
Suspiro rendida y sin más sonrió, no puedo hacer nada más después de todo somos los Burnett, y siempre reaccionamos de maneras poco ordinarias, lo cual nos hace únicos como familia. Aunque me había distanciado de ellos, poco a poco he decidido ir acercándome y que todo sea, no igual, sino mejor que antes.
—¿Cómo se enteraron?
—Eso no es lo importante. Estoy muy feliz por ustedes, todos lo estamos. Aunque más vale que la trates bien Asher, puede que ahora esté creciendo pero aún sigue siendo mi princesa, ¿entiendes?
—Sí Matias—responde Asher con seriedad, pero al final se notaban las comisuras de sus labios medio elevadas.
—Está claro que fue Asher quien les avisó—murmuro—de todas formas iré a descansar a mi habitación, nos vemos en la hora de la cena.
—Te acompaño.
—Bueno me tengo que ir a trabajar, nos vemos en la noche y Asher...—el mencionado lo mira entusiasmado—estás en tu casa, pero cuidado con lo que haces con mi hija.
—¡Papá, deja de decir esas cosas!—Es vergonzoso—Asher vamos.
Le tomo de la mano, porque conociendo a mi familia nunca lo dejarían ir, y menos ahora.
—Mira que tierna, tomándolo de la mano—escucho decir a la abuela y me imagino su sonrisa extendiéndose en su rostro.
No respondo y sólo me dispongo a subir las escaleras para llegar a la habitación. Mis pisadas se escuchan haciendo crujir la escalera de madera bajo mis pies, un sonoro bostezo escapa de mi boca en señal de cansancio.
Estos días que he pasado con todos ellos en el campamento fueron increíbles, e incluso me ayudaron a reflexionar y pensar lo que realmente quiero para mí. Aprender a mostrar las cosas que quiero y las que no, no sólo guardarmelo y aprisionarme, siendo alguien que no le importaba nada.
He aprendido que a pesar de las tormentas y relámpagos, aunque truene y la noche sea oscura, lo importante es saber sobrellevarlo, no esconderse, porque el hecho de esconderse sólo lo hará más alargado y al final tendrás que enfrentarlo, será peor.
Luego de haber caminado, me detengo frente a la puerta y con mi mano libre giro el pomo de la puerta. Al abrirla mi habitación está cual la dejé, las cosas están perfectamente colocadas, ventanas cerradas y las cortinas evitando que cualquier rayo de sol o polvo entre.
Cruzo hasta llegar a la cama, con cuidado dejo el bolso al lado de la cama, y me desplomo sobre ella, provocando un chirrido por mi peso. Mi cara se estampa con el colchón, con mi mano tomo una almohada y la coloco debajo de mi cabeza.
—Había olvidado por completo que tu habitación es como un espejo reluciente y deslumbrante—escucho como Asher cierra la puerta y sus pasos se acercan a la cama—eres muy perfeccionista con el orden gorila.
El peso de su cuerpo es notable, cuando toma asiento a mi lado.
—No lo hago porque quiera, es una necesidad. Todo surge de un momento a otro y no me detengo hasta que no quede ni un poco de polvo.
Me incorporo para poder mirarlo de frente.
—Entonces, ¿cuando no limpias te sientes extraña?.
—No exactamente—respondo mirando a la pared—mamá tenía la costumbre de regañarme cuando no hacía esas cosas, me reclamaba cuando no ordenaba mi habitación o mantenía mi ropa tirada en el piso. La verdad era muy descuidada—sonrió recordando aquellos momentos—todo empezó luego de su partida, comencé a sentir la necesidad de limpiar mis cosas más de lo habitual, porque rara vez salía de mi habitación y era muy aburrido, además no quiero que desde donde esté ella ahora me esté regañado. Al menos, como compensación quiero ser una chica la cual sé que le agradaría.
Su mano se mueve hasta mi mejilla y siento su tacto frío, pero a la vez cálido. Empieza a mover su pulgar haciendo movimientos de arriba hacia abajo, acariciándome.
—Lo has hecho bien Mikaela—su cabeza cae hacia un lado suave mirándome con ternura y mostrado sus blancos dientes en una amplia sonrisa—ahora lo has conseguido.
Asiento con mi cabeza a modo de afirmación, dejando recostar mi cabeza en la plana de su mano.
—Detesto arruinar el momento pero, deberías de irte. Se está haciendo tarde y de seguro todos te esperan, no quiero tener problemas con el señor Criss. También necesito darme un baño para luego descansar un poco, tú deberías hacer lo mismo, has conducido todo el camino sin dormir nada.
—Pero podemos bañarnos juntos y luego descansar juntos.
—Asher... ¡deja de ser un idiota!
revuelvo su cabello y el se ríe poniéndonos ambos de pié.
—Está bien, pero al menos dame un beso, es justo ¿no?
Suspiro.
—Ven aquí.
Él obedece y se agacha hasta quedar a mi altura, cerrando sus ojos y empujando sus labios hacia delante.
Tomo su cabeza con cuidado y me acerco, dejando un pequeño beso en sus labios.
Él tomó mi cintura, envolviendo sus dedos en ella, sintiendo el calor que desprende su cuerpo por encima de mi ropa y acercándome a él fue su turno de tomar mi rostro en su mano libre y depositar un beso en el párpado derecho de mi ojo.
—Ahora sí me voy sin problemas, buenas noches gorila.
Abrió la puerta y estando a punto de salir se gira.
—Te llamaré al llegar.
—Está bien Asher, buenas noches.
Y se despidió con un leve movimiento de su mano izquierda.
GRACIAS POR LEER.
CHOI>>
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro