Capítulo- 47
Asher.
Los pasillos iluminados son lo único que distingo a mi alrededor, mis pies se mueven sin un lugar de destino, mi estabilidad de equilibrio no siendo la mejor, sintiendo todo mi cuerpo pesado y agotado como si hubiese tendido días sin dormir siquiera un poco.
Las cosas no siempre son como la planeamos desde un principio, muchas cosas suelen torcerse e irse a un lado mejor o algo completamente contrario. Sabemos que llega un momento donde forjamos metas y hacemos todo lo posible por cumplirlas, sin embargo la mayor parte del tiempo abunda más el hecho de que las cosas se tuerzan de manera desastrosa y todos aquellos planes que trasaste se desvanecen en un instante.
Aveces la vida puede ser muy cruel y arrebatarte algo que en su momento no sabias que era preciado y con mucho valor, más te obliga a adaptarte a ello, porque de lo contrario te estancas en un mismo lugar.
Para mi desgracia fui de esas personas que se estancan y se refugian en la soledad, conviviendo con el silencio y siendo uno con él. Fue un momento en el cual no fui yo mismo, tan sólo un saco de huesos y órganos defectuosos. Cuando las cosas se ponen difícil creemos que aislarce es la mejor solución.
No molestaré a nadie con mis preocupaciones.
Lo mejor es mantener silecio.
No sirve de nada mostrar mi debilidad.
Está bien no querer mostrar tu debilidad, porque es tuya y no es necesario que la compartas a menos que quieras, pero mantener silencio con las cosas que resulten dolorosas no es la solución, no hay que pensar que molestarás al contar aquello que te preocupa a otros.
Al final terminarás preocupando más al no decir nada, el hecho de que no muestres lo que sientes sólo genera más curiosidad y tal vez ansiedad por saber lo que sucede, personas que te quieren y luchan por permanecer a tu lado.
De la nada siento el impacto de una persona estrellarse contra mi pecho, había estado tan sumergido en mis pensamientos que no me percaté de que una persona venía en mi dirección, la cual ahora tiene su cara estampada contra mí.
Suspiro con cansancio.
Bajo mi cabeza para mirar a la persona que aún permanece pegada a mí. Una larga cabellera rubia es lo primero que consigo odservar, ya que su cara es cubierta por su cabello, entonces siento sus manos ascender hasta mí y se acurruca en mi pecho sin levantar su cara.
¿Porqué tiene que existir gente tan estúpida en esta vida?
—Eres lindo, ¿Quieres divertirte?—su voz chillona se hace precente al conjunto de una sonrisa consiguiendo que me asombre, y me hace querer vomitar de lo tan detestable que es.
En un brusco movimiento, sólo lo suficiente para no ocasionarle daño, la aparto tomándola por los hombros y estableciendo así distancia entre los dos. Al hacerlo la expresión en su rostro es incomprensible. Sus ojos son de un color azul intenso y me miran en busca de una respuesta por mi acción. Es más que claro que una persona normal reaccione de ésta manera.
¿Quién rayos no apartaría a una extraña que te abrace de repente?
Al ver su cara con detenimiento, descubro de que en algún momento he visto su rostro, pero no le presto atención.
—No me interesa, largo—mi voz sale amenazante y sin emoción.
Se ha vuelto costumbre dirigirme la mayor parte del tiempo de esa manera a las personas, porque esa es la mejor manera que he adoptado para sentirme de alguna manera tranquilo.
La rubia no parece entender, ya que contrario a mis palabras se aferra a mi brazo pegándose más a mí, la sensación me incomoda y consigue ponerme de mal humor.
—Vamos, será algo rápido no trates de resistirte...—deja la palabra en el aire y se acerca a mi oído—porque a mí nadie me dice que no—susurra.
Arrugo mi entrecejo liberandome de un tirón de su agarre y sin una pizca de diversión añado:
—No me interesan las personas que se rebajen de esa manera—mi tono es cortante y serio, mientras le dirijo una mirada fría e intimidante. Personas como ella son las que más me desagradan—y no pienso revabajarme de esa manera contigo, porque los únicos que les gusta buscar en la basura son los perros y yo, no soy uno.
Mis palabras fueron hirientes para ella, lo supe al ver su cara de indignación y el como su mirada parece fulminarme hasta querer verme tres metros bajo tierra.
Aprovechando su estupefacción me libero por completo de su agarre, esta vez alerta por cualquiera de sus movimientos, no hay nada más feroz que una mujer indignada, lo sé por experiencia propia. Mi familia es abundante y las mujeres son muchas, mamá, Lía, la abuela y como olvidar las tías, cada una tiene su manera de reflejar su indignación, aunque la que más me ha sorprendido ha sido Lía sin duda, meterse con sus cosas es como una invitación a la muerte.
Cuando una mujer se siente indignada es lo más feroz en el universo.
—¿Con qué derecho te atreves hablarme así?
La ignoro y pasando por su lado sigo caminando.
—¡Eres un maldito idiota!—grita enfurecida, mentiría si dijese que no me lo esperaba, porque desde el momento en que la vi supe que clase de persona era, y sí tal vez esté mal juzgar por las apariencia, pero en mi caso son más altas las posibilidades de acertar que lo contrario. Al escucharla hablar con su fingido tono delicado asumí que era de las chicas que están acostumbradas a recibir todo lo que se proponen sin mucho esfuerzo, y por la forma tan segura con la que habló es claro que nadie la había rechazado antes—¿cómo osas rechazar a alguien tan hermosa como yo?
Aparte de repugnante es egocéntrica. Sentirse seguro de si mismo y encontrarse lindo está bien, mucho más que bien, pero alardear sobre tu propia belleza y de la manera en que ella lo hace, como si fuera la mejor cosa del universo, eso es algo que ni siquiera encuentro las palabras pada describir.
Me detengo y de un movimiento giro sobre mis talones encarandola. La chica sonríe como si hubiese ganado un premio, comienza a acercarse contorneado sus caderas y ajustando su vestido parece pronunciar más su escote.
—¿Ves? No puedes resistirte a mi, nadie puede—recalca al detenerce frente a mí con una sonrisa triunfante, cruzando sus brazos sobre su pecho, abultonando esa parte.
—No necesito resistirte, porque en primer lugar no hay ninguna tentación aquí—su sonrisa desapareció y arrugo mi entrecejo cansado de su estúpido comportamiento inadecuado—te advierto que dejes de dirigirme la palabra, la mirada, todo sobre ti es un desperdicio, así que no lo quiero—su boca se entreabre para protestar algo, pero no la dejo—de lo contrario de mi boca no sólo saldrán palabras como estas, puedo enviarte al mismísimo demonio en mil y un maneras y hacer de tu vida un infierno sin siquiera conocerte. Porque no, ahora mismo estoy de lo más calmado y las palabras que te he dicho son palabras suaves y delicadas a comparación con las que te diré si sigues colmando mi paciencia al permanecer en mi campo de visión.
Reconozco mi temperamento y cuando algo me molesta lo expreso tal como lo pienso.
Elevo mi mano al aire y cerrando los ojos, ejerzo un movimiento indicando que se valla. Pero no escucho el sonido de sus pasos por lo que vuelvo a abrirlos.
—¿Q-qué...?—suelta confundida.
Suspiro con frustración, inhalando el aire por mis fosas nasales y exhalando por mi boca.
—¡Que te largues!, ya.
Esta vez no lo piensa dos veces y al fin se va contorneado sus caderas, haciendo sonar el piso bajo los pasos de sus tacones.
Que desperdicio de mi tiempo.
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La carne cocinandoce frente a mis ojos, hace que mi boca se haga agua del deseo de poder probarla. El color de la carte cambia cuando August procede a darle la vuelta reflejando esta ahora un color dorado oscuro, el aroma es exquisito y sin poder resistirlo más extiendo mi mano para poder tomar un pequeño fragmento de la carne.
Cuando estoy a punto de tomarlo en mis manos, un golpe me lo impide y sin mirar al causante, gruño mostrando mi molesta.
—No deberías de tomarla, aún no está totalmente cocida. Podría causarte daño si la consumes así, la carne que no es cocida por completo puede contener bacterias vivientes, ya que, al no ser cocidas de manera correcta estos seres microscópicos podrían sobrevivir, e incluso podrías contraer una efermedad grave al consumirla—la voz de Mikaela se hace precente, notando así que ha sido ella la persona que me ha detenido al golpearme.
La miro con ternura y tomo su mano. Su reacción me hace saber que la he tomado por sorpresa, al ver como se encoje en su lugar y un leve color carmesí se abren lugar en sus mejillas.
—Eres tan linda, te preocupa el hecho de que pueda enfermarme y por eso me cuidas—tomo su mejilla entre mi mano y la apretujo un poco sin llegar a causarle daño.
Hoy es nuestro último día de verano en este lugar, al junto de nuestros compañeros y amigos. Todos estamos reunidos en el restaurante principal de el lugar, la gastronomía y los platos son increíbles, consiguen llamar tu atención queriendo pedirlos todos de una vez, pero eso es imposible, nadie puede pedir cuarenta platos para él mismo.
La semana había pasado rápido y a pesar de los contratiempos sucedidos hemos sabido aprovechar el tiempo que tuvimos en este lugar.
Y lo mejor hemos conseguido recuerdos inolvidables, que quedarán plasmados para siempre en nuestra memoria, corazones y teléfonos.
—No es eso, me preocupa que las bacterias mueran al entrar en tu organismo.
—Tú misma has dicho que podría hacerme daño, y te dirigiste a mí.
—Cierra la boca Asher.
Del otro lado de la mesa estaban odservándonos con una sonrisa esculpida en sus rostros, Asher y Nina.
—Ustedes enserio son un caos total—dice Nina llevandoce un bocado de carne a su boca.
—¡Hey! Aún no están listas y no deberías ser la primera en probarla, ese debería de ser yo.
Ella entrecerró sus ojos en mi dirección y volvió a tomar otro fragmento de carne y lo llevó a su boca.
—Es mi Gusti quien las hace, eso es más que suficiente para tomar y no tú—me señaló con su dedo.
—Mi Nini tiene razón Asher, está en todo su lugar, no tú—apoyó August.
Me volteé hasta Mikaela.
—Gorila defiendeme, estos dejenerados no me quieren dejar comer.
Ella pasa su mano por su cara cerrando los ojos con cara de: "¿es enserio?". Procedo a sacar mi labio inferior y simular que este tiembla a la vez que trato de poner la mejor cara de tristeza que mis facciones me permiten hacer.
Estos últimos días han sido los más felices y divertidos. Aunque a penas tenemos sólo días siendo una pareja, eso no evita el hecho de que mis sentimientos aumenten. Y sí, me comporto como un niño pero eso no quiere decir que igual no sea una persona seria, al contrario yo mismo me doy cierto temor cuando mi faceta de seriedad se presenta. Todos en mi familia la conocen, ya que después de aquella noticia se fue presentando poco a poco, hasta formar parte de mi día a día. Mi mal humor, mi encierro, mi pocas ganas de hablar y la que alguna vez fue una sonrisa en mi rostro desaparecer por siempre, todo eso se convirtió en mi día a día hasta que la vi por primera vez, refelajandome a mí mismo en ella.
Ahora cada vez que estamos cerca todos mis miedos, preocupaciones desaparecen, es como si todo los demás sea disipado y sólo quedemos los dos juntos contra la corriente que trata de hacernos caer y formar parte de los derrotados. Mi mal humor se va, mis ganas de encerrarme se van y no puedo dejar de hablar y sonreír junto a ella, porque se ha convertido en mi esperanza sin siquiera pretenderlo y sé que ella ni siquiera lo sabe.
Porque Mikaela piensa que es un ser humano lleno de imperfecciones que no puede hacer nada contra ello, he visto la inseguridad en sus ojos, su mirada abatida y las ganas de desaparecer, cuando en realidad es un ser increíble, lleno de luz aunque la oscuridad haya tratado de abrumarla. Es una chica que trata de cubrir su amabilidad y preocupación a través de insultos y golpes. Que ella, aunque parezca inofensiva su fuerza es descomunal para su tamaño.
—Tranquilo Asher, podrás comer luego todo lo que quieras hasta saciarte por completo, ¿bien?—responde.
—Sí, Asher has lo que la gorila dice sino quieres ser golpeado.
—Tú cállate larva—le respondo cortante dándole una mirada de alerta. Él alza sus manos en símbolo de paz y procede a seguir cociendo la carne—¡pero es que yo quiero! Necesito un poco de energía y no me calmaré hasta que me la den—cruzo mis brazos manteniendo mi postura.
—Asher...—la escucho llamarme bajo, pero, y a pesar de lo mucho que me cuesta, trato de ignorarla.
Los segundos pasan y un silencio se establece entre nosotros, a execión de August y Nina los cuales no dejan de hablar.
Es entonces una suave y cálida mano toma mi mentón con delicadeza. En la forma en la que me sostiene es notable lo tímido de su acción y no puedo evitar el hecho de la sorpresa que causa en mí con algo tan simple. En mi mejilla siento un cosquilleo al sentir el roce de sus finos y sutiles labios rozar mi piel lentamente.
Al sentir que se se aparta me giro y la descubro con una tierna y a la vez tímida sonrisa. Mi corazón saltó de emoción al recordar la sensación de sus labios al besar mi mejilla. Mikaela había dado la iniciativa a algo, eso ya es casi un milagro y nunca imaginé que llegara a suceder.
—¿Así está mejor?—pregunta, su voz sale cálida y un poco baja, como si tratara de evitar algo.
No respondo a su pregunta.
Mis manos se mueven hasta alcanzar su cuello, ella abre sus ojos con sorpresa por mi acción, y la atraigo a mí hasta juntar nuestros labios en un beso. Al principio parecía estar rígida y temí por el hecho de que me separara para luego golpearme, pero luego de un momento parece relajarse y pasa su mano por mi cuello. Nuestra respiración se vuelve una y mis pulmones empezaban a necesitar aire, pero me negaba a tener que separarme.
Un sonido extraño, como de un "clic" fue el que nos interrumpe y por obligación terminamos separándonos. August y Nina sonreían como si hubiesen conseguido lo más extraordinario del mundo.
—Eso que decían que los tórtolos éramos nosotros, pero mira ese beso Gusti es como si hubiesen pasado todo un año sin verse y todo el amor y deseo que tenían reprimido lo expresaran en un sólo acto de cariño, son tan lindos.
Nina sostenía un teléfono en su mano mirando algo fijamente, de pronto lo voltea hacia nosotros, dejando ver de cerca el beso entre Mikaela y yo, y termino asumiendo que ese fue la causa de el "clip" que escuchamos antes.
—Necesito esa foto, envíamela Nina.
—Claro Asher—responde tecleando en el teléfono y al instante me llegó una notificación, miro las fotos y sonrío—ambos son tan lindos como pareja, completos polos opuestos, pero lindos.
—Con ustedes no se puede hacer nada—añade Mikaela—son como niños encerrados en el cuerpo de jóvenes.
—Pero tú no te quedas atrás gorila—comenta August guiñandole un ojo.
—Definiré esta foto como mi fondo de pantalla.
—También deberías hacerlo Mikaela, august y yo también nos tenemos de fondo, mira.
Ambos muestran sus fondos al compás, en la foto ambos están juntos mostrando sus anillos de pareja.
—Quiero eso, ¿sí?—pregunto con la esperanza de que acepte.
—No—responde de manera automática.
—Vamos.
—No.
—Pero...
—No.
—Te haré una torta de chocolate.
—Igual es no Asher.
—Compraré las alitas de pollo más crujiente de Fairfax.
—Hecho.
—¡Sí!—exclamamos todos.
—Oye chico sé que me dijiste que no te hablara, pero olvidé preguntar tu nombre.
La misma chica rubia de ojos azules de la otra noche, se acerca ahora al junto de dos chicas más con ella. Odservo como la cara de Mikaela se tensa quedando severamente sería en un instante, y se gira para ver a la chica que se ha acercado.
—¿¡Mikaela!?—pronuncian las tres chicas al mismo tiempo, como si hubiesen encontrado un fantasma viviente.
La mencionada llevó su mano al oído y con un tono frívolo, como si nada le fuera de importancia dijo:
—No griten, es molesto.
Gracias por leer.
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